domingo, diciembre 8, 2024

Paso 10. CONTEXTUALIZANDO La Biblia: La poligamia como ejemplo

Cómo leer lo más difícil de La Biblia. Paso 10 de 15

Uno de los modelos de familia más frecuentes a lo largo de La Biblia es la poligamia. El autor de Cantares dedica su obra a la exuberante jovencita que incorpora a su ya amplísimo harén: «Tengo 70 reinas, 80 concubinas y un número incontable de doncellas. Mas una es la paloma mía, la ideal mía» (6, 8-9). La poligamia se asume con naturalidad a lo largo de Las Escrituras y es regulada en la Ley de Moisés (Ex. 21, 10; Dt. 21, 15-16). Se convierte incluso en obligación para el cuñado cuando una mujer queda viuda (Dt. 25, 5-10) tratándose, además, de una práctica nunca condenada en La Biblia.

El imperio romano impone la monogamia

Tampoco el Nuevo Testamento censura la poligamia a pesar de que por entonces ya el Imperio Romano había establecido la monogamia como modelo de matrimonio básico[1] (aunque con concubinato consentido para los esclavos). Para Roma, la monogamia era el resultado de una evolución natural fundamentada en razones económicas y sociales. Este triunfo de la visión monógama también fue asumiéndose por los judíos tras el exilio babilonio quedando mayoritariamente instaurada en las sociedades mediterráneas del Nuevo Testamento. El cristianismo, como ya sabemos, también asumirá esta monogamia dominante en la que nace.

La evolución del matrimonio hasta llegar a la monogamia como único modelo permitido en Occidente no se produjo por una condena bíblica de la poligamia. No. Dicha condena bíblica no existe. El arrinconamiento de la poligamia fue básicamente una evolución natural de la sociedad impulsada por Roma ya años antes de Cristo.

El “matrimonio” en La Biblia

Por otro lado, las palabras traducidas como “matrimonio” en nuestras biblias (matrimonio es en realidad un término de la Edad Media) originalmente eran referencias a uniones privadas que no tienen demasiada relación con lo que hoy entendemos por matrimonio. El griego “gamos”, por ejemplo, (traducido en nuestras Biblias como “matrimonio” en el libro de Hebreos) significa simplemente “unión” y puede referirse incluso al evento o “boda” de dicha unión. Gamos también puede traducirse como “reproducción” o “cúpula”, pues tener sexo en la antigüedad con una mujer no casada equivalía habitualmente a la formalización “de facto” de una unión conyugal y sus responsabilidades legales. Esto lo observamos en el libro de Rut cuando su suegra planea que su nuera se acueste con Booz con la intención de integrarla en su familia mediante el acto sexual.

En tiempos bíblicos no existía un matrimonio consentido entre iguales en derechos. No eran matrimonios como los nuestros, aunque usemos el mismo término para describir aquellas uniones como si fueran lo mismo que hoy. En épocas bíblicas el matrimonio era algo más parecido a un contrato de entrega de la familia de la esposa (normalmente una adolescente) dada en propiedad con ciertas condiciones más o menos humanizadoras. Era un tipo de transacción entre familias. Esto se observa bien en los diez mandamientos cuando se dice que un varón no puede codiciar “el asno, el buey ni la mujer del prójimo” (Ex. 20, 17) ¡Todo en el mismo pack de propiedades del varón!

No obstante, las condiciones de la mujer entregada en casamiento eran más dignificantes en el antiguo Israel que en el resto de las culturas vecinas. Y ahí sí vemos un soplo divino en Las Escrituras, en ese paso a paso de avances dignificadores.

Los versículos que algunos cristianos utilizan para condenar la poligamia realmente no la condenan si siquiera en tiempos de La Biblia. Son textos que se fuerzan para proyectar sobre ellos convecciones sociales actuales. El problema moral concreto que sí podríamos ver en La Biblia en este asunto lo observamos en Pablo, para quien la poligamia acrecienta el mismo problema que él ya destacó acerca de los casados. Me refiero a que para Pablo era mejor no casarse para “estar libre de preocupación” (1ª Co. 7, 32) y así servir al Señor liberado de las fatigosas responsabilidades de una familia. Si para Pablo tener una sola mujer no ayudaba a la dedicación de la emergente iglesia ¡Cuánto más complicado sería con varias esposas!

Por esta razón dice que el pastor debe ser “marido de una sola mujer” (1ª Ti. 3, 2), un mandato que lejos de condenar la poligamia más bien… ¡La asume como algo existente entre los cristianos! Para Pablo no era un problema que algunos creyentes tuviesen varias esposas… No… ¡Pero sí lo era que los polígamos asumiesen la ardua dirección de las iglesias! El pastor debía estar muy dedicado, tener -por tanto- solamente una esposa y, si es posible ¡Ninguna!, como en el caso del elegido Timoteo. De hecho, la Iglesia Católica se inspira en estos convencimientos de Pablo para exigir soltería a sus curas y obispos.

Tengamos en cuenta que si no hubiera habido poligamia entre los cristianos, o si esta hubiera estado prohibida, Pablo nunca hubiera especificado que “el obispo sea marido de una sola mujer”. No tendría sentido decir esto. Pablo directamente hubiera dicho que todos deben ser marido de una sola mujer. Todos. Y punto. Pero no recrimina a los polígamos cristianos que, por otro lado, seguramente serían ya cada vez menos por la evolución social mediterránea.

Pero ni Pablo ni nadie del Nuevo Testamento dice … “¡Y a partir de ahora que nadie se case con varias mujeres!”. No existe ninguna prohibición. Tampoco en versículos como: “que cada uno tenga su propia mujer y cada una su propio marido” (1ª Co. 7, 2) o “que el hombre se una a su mujer”. Fijémonos en que estos textos son 100% aplicables a un polígamo que -al igual que un monógamo- tiene su propia esposa. Cada una de sus tres o cinco mujeres serían su propia esposa. Y cada una de ellas también debe ser fiel a su propio marido. Y Pablo les recuerda: ¡Que esto sigue siendo así entre los cristianos!

De hecho, Pablo no está diciendo nada que no se dijera en el Antiguo Testamento. Esto era lo que La Ley de Moisés afirmaba, pues si un hombre “toma como esposa a otra mujer, no podrá privar a su primera esposa de sus derechos conyugales, ni de alimentación y vestido” (Éxodo 21, 10). Cada una será su esposa y debe cuidarlas a todas, tal como Dios ya estableció. El polígamo se une a su propia mujer y no a la de otro. Y lo mismo para ella. Así que incluso suponiendo que en estos versículos de Pablo pudiera haber algún tipo de inclinación favorable hacia la ya dominante monogamia (que es mucho suponer), incluso así, los polígamos se integrarían dentro de estos llamados. En conclusión: La poligamia aún se daba entre los cristianos y era vista como algo natural, sin condena tampoco en el Nuevo Testamento.

De hecho, los autores del Nuevo Testamento tuvieron más bien cuidado para no añadir más cargas a las familias polígamas al no excluirlas de las nuevas comunidades de fe. El llamado al varón para cuidar de su propia mujer (o mujeres) era el énfasis de estos mensajes para todo tipo de familias cristianas en las que, por cierto, ni siquiera los esclavos cristianos podían contraer “matrimonio”. En el mejor de los casos, podían ser autorizados por sus dueños para otro tipo de unión de inferior estatus llamada contubernio. Así que no… los esclavos cristianos tampoco podían aplicar los consejos matrimoniales del Nuevo Testamento.

Sin forzar La Biblia. Sobre Adán y Eva y el matrimonio monógamo

Que en Génesis 1 y 2 veamos a Adán y Eva como la primera pareja tampoco implica una condena bíblica de las uniones polígamas. Y esto debería ser obvio por numerosas razones evidentes.

  1. En primer lugar, porque el relato no tiene que ver con eso.
  2. Tampoco tiene sentido verlo como una condena de la poligamia, siendo Adán y Eva la primera y única pareja de la humanidad.
  3. Curiosamente, -y por poner un ejemplo de lo selectivo que somos al proyectar nuestra cultura sobre el texto bíblico- hoy ningún cristiano observa el incesto como un modelo original a pesar de que -desde una lectura litera- Dios estableció que los hijos de Adán y Eva tuvieran sexo entre sí para propagar la humanidad. Dios pudo haber creado varias parejas iniciales, pero no lo hizo. Pero en cualquier caso repudiamos el incesto porque desde nuestros valores cristianos y desde otros lugares de La Biblia que no son el relato de la creación concluimos no es moralmente aceptable.

Como dice Pablo de Felipe, Doctor experto en relaciones históricas entre ciencia y fe: “cuanta menos importancia se da al estudio contextual [de La Biblia], más se acaba cayendo en la trampa de proyectar en el texto bíblico las ideas de nuestra propia época[2]”. Este experto demuestra cómo todas las generaciones han proyectado muchos de sus valores culturales a Génesis 1 y 2 sin que el relato tuviera realmente algo que ver. Nosotros también. No nos creamos más listos.

Lo que sí vemos claramente en Las Escrituras es la aceptación natural de la poligamia en La Ley de Moisés cuando se incluye y se regula sin que nadie lo discuta ni se escandalice. De hecho, la poligamia es obligatoria en casos como el Levirato. Y nadie en La Biblia señaló nunca a Adán y Eva para reivindicar la exclusividad de la monogamia como hacen algunos cristianos actuales. Incluso tenemos textos en los que Dios mismo se presenta como el dador de las muchas mujeres a David, a quien le dice: “Yo, Yahvé, fui quien puse todas estas esposas en tus brazos y te hubiera dado más si hubieras querido más” (2ª S. 12, 8).

En cualquier caso, sí encontramos alguna advertencia acerca de los peligros de poseer un número excesivamente elevado de esposas. Riesgo, por otro lado, que es de sentido común por razones prácticas y de responsabilidad conyugal como las señaladas por Pablo.

CONCLUSIÓN: Así que no: No hay ninguna condena de la poligamia en La Biblia. Sí hallamos su regulación y su aceptación natural siendo también una obligación legal en el caso de viudedad de una cuñada. La Biblia incluso presenta a Dios como el dador de las muchas mujeres a David.

Si la poligamia es “bíblica” ¿Qué hacemos nosotros?

¿Y adónde queremos llegar con todo esto en unos artículos acerca de cómo leer lo más crudo de La Biblia? ¿Estamos proponiendo que la poligamia vuelva a ser legal?

Nada de eso. En primer lugar, estamos tratando de poner un “espejo” hermenéutico a aquellos cristianos que dicen que debemos aplicar todo aquello que “está muy claro en La Biblia”. Con el caso de la poligamia (y muchos otros), vemos que es claramente admitida en toda La Biblia y sin embargo nos parece mala para hoy.

¿Y cuál es entonces la forma correcta de abordar este asunto? Como cristianos hay varios retos aquí. Uno de ellos es discernir sí existen lecciones saludables en estas historias para nuestros propios matrimonios. En el Nuevo Testamento -por ejemplo- somos inquiridos a comportarnos con nuestros cónyuges teniendo a Cristo como modelo. Esto significa actuar con amor, sacrificio, compromiso, fidelidad, dignidad… ¡Sin utilitarismos! Se trata de la visión cristiana de principios que deben sostener toda familia de bien. En estos llamados bíblicos para el buen trato intrafamiliar encontramos valores que supusieron una revolución en un tiempo en el que las esposas eran poco más que meras propiedades.

Los cristianos nos hemos dado cuenta de que la vivencia conyugal en igualdad, dedicación y dignidad se desarrolla mejor en un contexto monógamo. Hoy nos oponemos a la poligamia porque, vista desde los ojos de Jesús, la consideramos denigrante.

Comprender los porqués

Quienes nos guiamos por La Biblia no debemos sentirnos incómodos con determinadas lecturas acerca de la mujer o de las familias bíblicas que hoy nos resultan repudiables. No están ahí para replicarlas sino para conocerlas.

La poligamia tenía su sentido en una cultura en la que los hombres morían masivamente durante las batallas. Las mujeres no tenían fácil su emancipación sin un varón tutor. Todo esto afectaba a la desprotección de las mujeres, algo que sigue ocurriendo hoy en contextos más patriarcales. La escritora Lola Shoneyincomenta en El País como en la Nigeria actual“casar a las hijas con un hombre polígamo es a veces la única forma de progresar económicamente[3]”. A diferencia de otras poligamias, en La Biblia encontramos textos que tratan de acercarla al corazón de Dios desde una revelación progresiva que hoy debe ser juzgada desde su contexto cultural y para reinterpretarla desde Jesús.

Bien. Estos son los datos. Y, sin embargo, hoy los cristianos no decimos: “¡Dejémonos de modas mundanas y volvamos a la poligamia que Dios aceptó y reguló!” ¿Cierto? Esto demuestra que en este ejemplo de la poligamia sí parece que hemos aprendido a contextualizar La Biblia ¿Y por qué? Entre otras cosas ha sido fácil contextualizar porque nuestra sociedad occidental no es polígama desde hace siglos. No podemos ser ingenuos y olvidar que la tradición y la sociedad determina en gran parte cómo interpretamos La Biblia. Y en ocasiones, así debe ser. En otras no. De nuevo se trata de buscar discernimiento a la luz de Jesús.

Lo importante es que hoy el matrimonio es más cristiano que en tiempos bíblicos donde los esclavos y mujeres eran propiedad del Pater familia. Hoy el matrimonio en Occidente ha llegado a ser más cristiano porque establecimos la igualdad de derechos entre los contrayentes. Ninguno está por encima del otro. Nadie es propiedad de nadie. Y esto es gracias también a que no se leyó literalmente La Biblia al aplicarla, sino que decidirnos interpretarla desde el corazón justo y compasivo de Dios. Este es el punto práctico de cómo contextualizar aquello que nos choca y que leemos en La Biblia.

Jesús volvió a la perspectiva del varón y la mujer creadas a imagen de Dios. Él dijo a sus seguidores que haríamos cosas “mayores incluso que las que él hizo” (Jn. 14, 2). Y gracias a Dios, los primeros cristianos re-discernieron el Antiguo Testamento y toda La Escritura desde Jesús, pues “si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2ª Cor, 5, 17). Cuando leas tu Biblia, piensa: ¿Qué puedo hacer para que aquello que he leído derive en la restauración y liberación de quienes me rodean? La inspiración de Dios busca que hagamos el bien.

En la próxima entrega nos preguntaremos: ¿Qué pasa con las contradicciones bíblicas? ¿Hay inspiración divina en los cambios o en las teologías enfrentadas dentro de La Biblia? Adelantamos que (spoiler) la respuesta es sí.    


[1] Torrent, A. Manual de Derecho romano privado, Zaragoza, 1987. p. 526

[2] Pablo de Felipe, El «antiguo testamento» del Antiguo Testamento. Facultad de Teología SEUT, pp. 33-34

[3] El Pais.com,Casar a las hijas con un hombre polígamo es a veces la única forma de progresar económicamente”  16, mayo, 2023

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

LA BIBLIA HOY