viernes, marzo 29, 2024

La sorprendente historia de cómo se llamó «Lucifer» al Diablo

En Isaías 14, 1-22 se haya el texto que da origen al uso actual del término Lucifer para designar a Satanás. Sin embargo, Isaías no habla del diablo sino de la celebración del fallecimiento de un rey tirano babilonio al que el autor llama SARCÁSTICAMENTE lucifer (Lucero de luz) al rey por su soberbia, pues a pesar de su arrogancia, cayó como cualquier mortal. Del versículo 10 al 15 leemos:

“10 Todos ellos darán voces, y te dirán: ¿Tú también te debilitaste como nosotros, y llegaste a ser como nosotros? 11 Descendió al Seol tu soberbia, y el sonido de tus arpas; gusanos serán tu cama, y gusanos te cubrirán.12 ¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones. 13 Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; 14 sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo. 15 Mas tú derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo”

“Lucero de luz” no es un “nombre” o categoría de este rey (menos aún del Diablo de quien no habla el texto). La expresión era sarcástica, como cuando Elías llama irónicamente “dios” a Baal (1 Reyes 18, 27). Esto es todo lo que La Biblia dice de Lucifer, de hecho… en la mayoría de nuestras versiones no encontramos siquiera dicho término.

¿Y de dónde viene entonces Lucifer como nombre del Diablo?

Bien. Su origen parece partir de San Jerónimo, quien tradujo este texto de Isaías en La Vulgata del siglo IV (la versión de La Biblia más influente de la historia) como: “caíste del cielo, LUCIFER (= PORTADOR DE LA LUZ), tú que nacías por la mañana” (Is. 14, 12).

Por entonces hubo cierta confusión acerca de la identidad de a quien se le llamó lucifer. No ignoremos tampoco que Jerónimo hizo una Biblia por encargo en medio de un tiempo sacudido por extraordinarias batallas de los cristianos contra las creencias demoniacas de dioses paganos que aún dominaban un Imperio Romano. Política, fe y poder… todo esto empapaba el ambiente en un mundo de deidades habitualmente vinculadas a elementos de luz como el sol o las estrellas ¡Ninguna interpretación teológica escapa de la influencia de su tiempo!

Haciendo el cuento corto, posteriormente se desarrolló una popular tradición que convirtió a este rey pagano de Isaías en metáfora del ángel caído, de Satanás. A partir de entonces comenzó a extenderse la idea de que el término «lucifer» empleado por Jerónimo era pertinente y pedagógico para referirse popularmente al Diablo, al ángel caído que se opuso a Dios. Aunque esta ida como tal parecer surgir a partir del s. VIII.

Jesús ¡El verdadero portador de luz”

Dionisio Byler apunta a que “El emperador Juliano II —conocido por los cristianos como Juliano el Apóstata—, que reinó a principios del siglo IV, declaró al dios Helios (Sol) como divinidad única. Los romanos celebraban el 25 de diciembre como dies natalis Solis Invicti (día del nacimiento del Sol invencible). Frente a esta teología que parecía tan lógica y natural por enfatizar la preeminencia del Sol entre los divinos astros del cielo, el cristianismo propugnó su propia versión, de Cristo Lucifer (portador de luz), en alusión a aquellos textos bíblicos que hablan de que con la llegada de Cristo, amaneció una gran luz sobre la humanidad, una era de iluminación divina. (Más de mil años después, el nombre de Lucifer, título natural de Cristo, empezó a usarse en sentido inverso, como referencia al diablo — pero esa es otra historia, para otro momento [1]

Efectivamente, la deriva histórica del término Lucifer para referirse al Diablo es totalmente ajena a las intenciones originales de los autores bíblicos. El Nuevo Testamento sí usa la expresión de la que deriva Lucifer, la estrella de la mañana, para referirse a Jesús, el verdadero “portador de luz” (2 P. 1:19. Ap. 2:26-28; 22:16).

Según fuentes etimológicas [2] , el vocablo latino Lucifer era un epíteto habitual del planeta Venus, aunque en ciertas ocasiones se aplicó también a la estrella Sirio. El nombre se debe a que Venus puede verse muy brillante al amanecer justo en la zona del horizonte donde va a salir el sol.

Todavía en época de Isidoro de Sevilla y en el s. VII d.C, Lucifer designa a Venus [3]. Así que no parece, por tanto, que hubiera indicios de que durante esta época Lucifer todavía evocara al diablo. Durante un tiempo inicial, hubo comunidades cristianas que, al menos esporádicamente, emplearon el término de «Lucifer» para… ¡Sorpresa!… referirse a Jesucristo. He aquí un ejemplo:

«No tembléis, hombres; el dador de la vida es también el dador de su alimento. Buscad a Lucifer, el alimento del dogma celeste, para que multiplicando vuestra esperanza la alimente de vida incorruptible»  (poeta cristiano Prudencio (fines del s. IV d.C.), Psychomachia, 622-626)


[1] Dionisio Byler, LÉXICO BREVE DICCIONARIO RAZONADO DE TÉRMINOS BÍBLICOS Y TEOLÓGICOS, Ediciones Biblioteca Menno, 2019, p. 12

[2] http://etimologias.dechile.net/?lucifer

[3] Isidoro de Sevilla, Origins, 5

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