jueves, diciembre 26, 2024

Evolución y diseño inteligente

Evolución y diseño inteligente (DI) ¿Dos «teorías» al mismo nivel?

Uno de los científicos más importante de nuestra era es Francis Collins, genetista director del trascendental Proyecto Genoma Humano durante 9 años. Collins se convirtió de adulto al cristianismo siendo ya científico y, desde entonces, ha disertado acerca de las relaciones entre ciencia y Dios. Collins fue también portada de TIME, Premio Príncipe de Asturias de las Ciencias y presentado por Obama como “uno de los mejores científicos del mundo [1]” al ocupar el cargo de la mayor institución de investigación biomédica de EE.UU.

Como cristiano, Collins afirma que la evolución de las especies es un hecho irrefutable y que le preocupa “el problema de la confusión que para muchos supone el término “teoría”, pues, este término confunde a muchas personas que piensan que quizás la evolución no sea un hecho. Pero se usa teoría en el sentido que usamos “teoría de la ley la gravedad [2]”.

¿Es la teoría evolutiva incompatible con la fe en La Biblia?

Sin embargo, muchos cristianos auto denominados creacionistas creen que la evolución y la fe en La Biblia son aspectos incompatibles. Creen en una creación literal de Adán y Eva en un instante y milagrosamente desde el barro. Pero ¿Es la teoría evolutiva incompatible con la fe en La Biblia?

Bueno… aclaremos algunos conceptos primero:

Diseño Inteligente y Creacionismo ¿Es lo mismo?

El creacionismo es un movimiento con origen en EE.UU. que interpreta más o menos literalmente los capítulos 1 y 2 del libro de Génesis. Por tanto -según el creacionismo- el hombre y la mujer no es el producto de una evolución de las especies desarrollada a lo largo de millones de años.

En las últimas décadas ha surgido un movimiento auto denominado Diseño Inteligente que para algunos es realmente un Creacionismo 2.0, una versión algo más maquillada del Creacionismo clásico que deja más de lado La Biblia al argumentar para adentrarse en el debate secular con mayor aceptación social. Pero, ¿En qué se diferencia el Creacionismo del Diseño Inteligente?

Pablo de Felipe (doctor en ejercicio en biología molecular y con otro doctorado en historia de las relaciones entre ciencia y fe) afirma que, a diferencia del Creacionismo, el Diseño Inteligente “no incluye una visión completa de la historia de universo y de la vida, ni tampoco una interpretación de los textos bíblicos de la creación. De hecho, su interés se suele concentrar en los temas biológicos  […] dejando al margen los textos bíblicos. Esto último no sorprende dado que entre sus proponentes hay representantes de religiones no cristianas, agnósticos e incluso ateos. Y ahí surge el primer problema ¿Qué es realmente el DI? Pues depende de a quién preguntes. Diferentes autores tienen enfoques radicalmente distintos. Tal vez lo único en común es lo que rechazan: suelen estar dominados por un antidarwinismo visceral [3]”.

Para el Dr. De Felipe, lo que el cristiano medio tiene en su cabeza cuando por inercia acepta como el Diseño Inteligente como «el modelo correcto» es más bien “un batiburrillo de ideas bajo en nombre genérico de Diseño Inteligente” que en los últimos 40 años ha pasado (en líneas generales) de defender una Tierra joven de apenas 6000 años a la idea de una Tierra vieja de millones de años.

Se confunde el hecho con el mecanismo de la evolución

De Felipe cree que “desgraciadamente, gran parte de la bibliografía del DI, y en especial la que ha llegado a España, confunde sistemáticamente el ‘hecho’ y el ‘mecanismo’ de la evolución. La falta de claridad en determinados aspectos del proceso evolutivo, la existencia de lagunas en nuestro conocimiento de cómo funciona la evolución y cualquier nuevo descubrimiento que todavía no se haya podido encajar en el marco general de los conocimientos biológicos son usados no para mostrar que todavía nos queda mucho por aprender sobre evolución, sino para afirmar gratuitamente que la propia idea de evolución sería un fraude científico. Y ahí es donde, en lugar de informar y debatir ideas, lo que se hace es desinformar y confundir al lector no especializado”.

Las autocorrecciones son parte de la ciencia y han hecho que la medicina, u otras disciplinas, lleguen al estatus actual del que nos beneficiamos. Los científicos explican que esas lagunas que el evolucionismo aún no ha explicado no tienen el suficiente peso como para poner en entredicho la teoría de la evolución. Ni mucho menos. Las evidencias del proceso evolutivo son abrumadoras y se reafirman a cada descubrimiento incluso dentro de estos mismos reajustes, algo que tratan de explicarnos también multitud de científicos cristianos que creen en La Biblia como Palabra de Dios [4], pero que entienden el libro de Génesis de un modo más teológico, no científico-literal (Ver artículo: ¿Pretende Génesis 1 y 2 ser leído literalmente?).

Esto nos lleva a otra de las paradojas en la que incurren creacionistas y seguidores del Diseño Inteligente cuando ponen bajo sospecha millones de comprobaciones y conclusiones realizadas por científicos a favor de la evolución mientras que -sin embargo- consideran un “hecho” las autocorrecciones realizadas por estos mismos científicos evolucionistas en los que no deberíamos confiar. Absurdo ¿Verdad?

El monopolio de los términos: Los evolucionistas cristianos también son “creacionistas” y creen en un “diseño inteligente” (pero de otro modo)

Creyentes y no creyentes evolucionistas explican cómo las corrientes dominantes del amplio y mal llamado “Diseño Inteligente” no pueden considerarse científicas ya que a menudo no se fundamenta en dicho método. El auto nombramiento como “Diseño Inteligente” es embaucador para muchos cristianos literalistas ¿Qué creyente de bien no afirma que el Universo es creación del “diseño inteligente” de Dios? ¡Todos los cristianos creemos esto! Los evolucionistas también.

Pero otra cosa son los planteamientos no científicos del movimiento de origen estadounidense que hábil y confusamente se ha denominado “Creacionismo” o “Diseño Inteligente”. Esto es algo que Francis Collins explica bien en su libro Cómo habla Dios, una obra divulgativa muy fácil de leer que recomendamos.

Como propuesta para un debate más justo y menos confuso podríamos designar al movimiento Creacionista o Diseño Inteligente como “Creación instantánea”, dejando el término “Creación evolutiva” para la perspectiva de una creación divina desarrollada mediante evolución ¿Qué os parece?

El Creacionismo literalista, factor clave para que los jóvenes abandonen en la iglesia y no se conviertan

Lo más paradójico de la postura creacionista es que La Biblia pierde una gran coherencia y credibilidad (justo lo contrario de lo que ellos pretenden) cuando se exige literalidad a Génesis 1 y 2.

Encuestas como las de Barna Group (2011) y posteriores, constatan que la creencia de que La Biblia revela ciencia desde su lectura literal ha echado a infinidad de jóvenes (y no tan jóvenes) de las iglesias. Por no hablar de a cuántas personas no creyentes se les ha cerrado las puertas intelectuales para recibir el evangelio.

Creer en La Biblia, en la ciencia y en la evolución es compatible ¡Y maravilloso!

El relato bíblico nos aporta numerosas evidencias de que el autor no pretende describir acontecimientos literales ni siquiera para su tiempo. Génesis va más allá y ofrece una revelación inspirada y transgresora desde otro tipo de enseñanzas no científicas mucho más liberadoras y pertinentes para su contexto como explicamos en nuestro artículo: ¿Fue Génesis escrito para ser leído literalmente? 

Por otro lado, es cierto que cada vez más creyentes bíblicos no tienen problemas con desvincularse del creacionismo y decantarse por una lectura alegórica de Génesis 1 y 2. Sin embargo, entre estos cristianos se percibe un mayor conflicto y nuevos interrogantes teológicos con las palabras de Pablo acerca del pecado de Adán y sus consecuencias teológicas desde una perspectiva evolutiva.

Para quienes creemos en La Biblia como palabra inspirada por Dios la respuesta a este asunto paralelo no es tan complicada como parece. Este asunto lo abordamos en una serie de 6 artículos: Si hubo evolución ¿Qué hacemos con Adán?

La genética del siglo XXI corrobora la evolución

Los avances (especialmente de la genética) de este siglo XXI reafirman la teoría de la evolución de forma abrumadora. Nuestro hermano Francis Collins expone algunos ejemplos divulgativos del hecho evolutivo desde la genética. Un ejemplo para leer despacio:

“Centrémonos en tres genes que están en el mismo orden en humanos, vacas, ratones y muchos otros mamíferos. EPHX2, GULO y CLU están en el mismo orden en estas tres especies.  Esta disposición en sí sugiere como mínimo un antecesor común; porque, de no ser así, ¿Qué razón habría para que se agruparan de ese modo? Totalmente diferentes en sus funciones, no parece haber una razón lógica y necesaria para esa proximidad. Pero ahí está.

Si he elegido esta agrupación de genes en concreto ha sido porque nos cuentan una interesante historia. Para la vaca y el ratón, esos tres genes son funcionales. Para el ser humano, el del medio, GULO, está realmente embrollado. De hecho, es lo que calificamos de pseudogen. La mitad aproximadamente de la zona de codificación está borrada. Sencillamente, no está ahí. Y no puede fabricar proteína. Poco es, en realidad, lo que puede hacer, excepto trasladarse de generación en generación pequeño fósil de ADN de algo que en un tiempo estuvo presente y activo.

¿Entraña eso alguna consecuencia? Y tengamos ahí en cuenta que se trata de una disminución de categoría, no un ascenso. Pero eso nos cuenta una historia particularmente interesante. GULO son las siglas correspondientes a gulonolactona de oxidasa. ¿Qué sustancia es esta? Se trata de una enzima que da lugar al último paso en la síntesis del ácido ascórbico, también conocido como Vitamina C. A causa de esa ausencia, los marineros de antaño enfermaban de escorbuto, sin padecerlo en cambio los ratones que viajaban en esos mismos barcos. Parece que es una de esas cosas que no necesitamos obligadamente, salvo en circunstancias excepcionales. Aparentemente se produjo una mutación haya ya mucho tiempo, pero sin que detrás de ello hubiera un factor evolutivo que forzara su desaparición. Los seres humanos somos deficitarios a la hora de producir Vitamina C, mientras que la mayoría de los animales no lo son. Y es interesante constatar que los chimpancés tienen el mismo problema.

Intentad vosotros ahora imaginar cómo pudo ocurrir eso en ausencia de un antepasado común. Si nuestra argumentación va a ir en la línea de que cada especie es el resultado de una instancia particular de creación, tendríamos entonces que Dios puso intencionadamente un gen defectuoso en el punto exacto en el que nuestros antepasados comunes habrían predicho que estaría, muy probablemente para poner a prueba nuestra fe. Algo que tendría que haber hecho tanto para el ser humano como para los chimpancés. Pero eso suena a un Dios que no es el que yo conozco, un Dios que ha actuado con el engaño, no con la verdad [5]

Darwin no pudo imaginar la basta evidencia de la que disponemos para afirmar que la evolución es la explicación más plausible a día de hoy. No obstante, no todo es como Darwin pensaba y la ciencia ha seguido avanzando. Y debe seguir haciéndolo, si Dios quiere. Mañana las cosas pueden ser distintas.

En cualquier caso, los defensores de una creación instantánea son mis hermanos hermanos. La convivencia, tolerancia y alegría de la comunidad en Cristo deber ser siempre un rasgo distintivo de la iglesia dentro también de estos desacuerdos y legítimas convicciones personales. Pero creer en inspiración de La Biblia y abrirse a la posibilidad de que Dios pudiera usar la evolución para traernos hasta aquí es una convicción compatible y armónica. A nuestro juicio, más que cualquier otra.

https://www.cienciayfe.es/news/es/inicio/pi/14/mi/111/ni/5463

https://www.cienciayfe.es/es/documentos_biologos 

[1] The New York Times, 9  julio 2009

[2] Francis Collins, Como habla Dios, Temas de hoy, 2007

[3] https://www.protestantedigital.com/tubo-de-ensayo/41451/y-que-es-el-diseno-inteligente

[4] https://www.cienciayfe.es/es/curso_fundamentos_evolucion

[5] Francis Collins, Fe, ciencia y ateísmo. Básicos Andamio, 2015, pp. 36 y 37

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