sábado, noviembre 23, 2024

Parte 3 de 6. PECADO ORIGINAL. ¿Condenados por el pecado de Adán? ¿Qué dice el Antiguo Testamento?

¿Condenados por el pecado de Adán… o por los nuestros? ¿Qué dice el Antiguo Testamento? Parte 3 de 6

Tras habernos acercado en el anterior artículo a algunos problemas para conciliar la evolución con la inmortalidad y otros aspectos observados en el libro de Génesis, debemos decir que la imputación universal por causa del pecado concreto de Adán fue algo impensable a lo largo del Antiguo Testamento. Basta echar un ojo a las innumerables explicaciones del Pentateuco (los 5 primeros libros de La Biblia) acerca de la limpieza del pecado, el templo, la ley, los ritos… Todo ignora completamente cualquier relación de imputación o culpa heredada de parte de Adán. Y esto incluye todo el contexto del mismo relato fundacional (Gn. 1-3) donde tampoco se presenta La caída como un acto de infección a toda la humanidad posterior. Si eres u cristiano de toda la vida, quizás esta evidencia bíblica te resulte sorprendente. Pero aún hay más…

El término “pecado” no aparece en La Biblia hasta el capítulo 4 de Génesis con Caín y Abel. Curiosamente, y lejos de apelar a la supuesta culpa “recién” heredada de su padre Adán, el pecado es presentado como algo que “está acechando en la puerta” y que “no obstante, tú puedes dominarlo” (4, 7).

Esta primera alusión al término pecado armoniza con el resto del Antiguo Testamento en el que el Israel de la alianza no se presenta como incapaz de agradar a Dios. La ley y los profetas asumen la posibilidad del pueblo de agradar al Señor, de ser justos y rectos mediante la obediencia a La ley de Dios. Israel nunca se describe como anulado o condenado por causa del pecado de Adán ¡En absoluto! No son zombis.

Ciertamente, durante un tiempo en La Biblia algunos pensaban que el pecado de los padres se heredaba durante varias generaciones. Hasta la cuarta generación se llega a concretar en alguno de los textos más antiguos de La Biblia (Ex. 20, 5; 34, 7). Pero incluso en estos textos tampoco se señala a Adán y Eva como culpables. Nunca. De hecho, serían las propias Escrituras quienes en su luz progresiva finalmente zanjarían este asunto afirmando contundentemente que cada uno paga por sus propios pecados, no por herencia de ningún tipo:

Dios también me dijo: «Los israelitas repiten a todas horas ese refrán que dice: “Los padres la hacen, y los hijos la pagan”. Pero yo me pregunto por qué lo repiten. Porque yo les aseguro que ese refrán no volverá a repetirse en Israel. La vida de todo ser humano me pertenece, tanto la de los padres como la de los hijos. Sólo morirá aquel que peque. […] Ni el hijo tiene que ser castigado por los pecados del padre, ni el padre tiene que ser castigado por los pecados del hijo. Sólo morirá la persona que peque. Quien haga lo bueno recibirá lo que merecen sus buenas acciones; quien haga lo malo recibirá lo que merece su maldad” (Ezequiel 18: 2-4; 20 (TLA). Ver también: Isaías 53, 6. Génesis 6, 5-7; 6, 21.)

A pesar de todo, el debate de la culpabilidad heredada de los padres seguiría aún abierto en algunas ramas del judaísmo del siglo I. Esto se observa cuando a Jesús le preguntan: “Rabí, para que este hombre haya nacido ciego, ¿quién pecó, él o sus padres?Ni él pecó, ni sus padres — respondió Jesús” (Juan 9, 2-3).

Ya en línea con lo que hemos leído en Ezequiel, autores como Santiago vincularían la muerte espiritual a las acciones pecaminosas personales: “Cada uno es incitado a pecar por su propia avidez, que lo arrastra y lo seduce. Después la avidez concibe y da a luz al pecado, y el pecado, una vez consumado, origina la muerte.” (St. 1, 14-15). Esto puede parecernos normal, pero en una antigüedad en la que el pecado a menudo es considerado como algo comunitario e imputable como herencia, la idea de pagar por aquello de lo que uno mismo es responsable resultaba bastante desafiante y liberador: Yo soy condenado únicamente por mi pecado, no por el de Fulanito.

El pasado de la humanidad está lleno de misterio. No sabemos bien qué pasó al comienzo del todo ¿Cuándo llegamos a ser verdaderamente humanos? … Pero sí sabemos que el futuro lo observamos con esperanza en Jesús. Y esto será en lo que insista el Nuevo Testamento. Ahí se nos revelará mucho más claramente la realidad de una vida eterna junto a Dios y que nuestro pecado ha sido perdonado.

Sin embargo, en el Nuevo Testamento encontramos también algunas palabras como las del Apóstol Pablo que hablan del pecado de Adán y de sus consecuencias. Y por esto los cristianos que consideramos La Biblia como guía nos preguntamos: ¿Qué hacemos con las palabras de Pablo sobre el pecado de Adán? ¿Cómo entender aquello que hoy llamamos pecado original cometido por Adán?

Esto lo veremos en el siguiente artículo

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