sábado, noviembre 23, 2024

Parte 5 de 6. PECADO ORIGINAL. Si hubo evolución ¿Qué ocurre con el pecado de Adán citado por Pablo?

Si hubo evolución ¿Qué ocurre con el pecado de Adán citado por Pablo? Parte 5 de 6

Tras haber explicado en el anterior artículo los elementos esenciales que explican los porqués del origen del dogma, llegamos al meollo de esta serie acerca del dogma del pecado original.

Para los cristianos que creemos en La Biblia y en la evolución de las especies como un hecho, la pregunta es: ¿Cómo entender lo que Pablo dice del pecado de Adán?

Los Textos de Pablo son Romanos 5, 12-21 y 1ª Corintios 15, 21-22.

Los analizamos a continuación, comenzando por el de Romanos:

Un texto difícil… acerca de la esperanza

“Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un humano (“antropos” = ser humano), y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron…”  (Romanos 5, 12 RV60)

En primer lugar, es necesario admitir la especial complejidad de este pasaje (Ro. 5, 12-21) del que el popular comentarista conservador William Barclay dice:

No hay pasaje en todo el Nuevo Testamento que haya tenido más influencia en la teología que éste; ni que sea más difícil de entender para la mentalidad moderna. Es difícil, porque Pablo se expresa con dificultad. Notamos, por ejemplo, que la primera frase no termina, sino que se interrumpe a mitad del camino mientras Pablo persigue otra idea por otra vía. Y además, es que Pablo está pensando y expresándose en términos que eran corrientes y claros para los judíos de su tiempo, pero no para nosotros. Si hubiéramos de encerrar el pensamiento de este pasaje en una sola frase escogeríamos la que Pablo pone al principio e interrumpe después: «Por el pecado de Adán toda la raza humana quedó contaminada de pecado y separada de Dios; pero por la justicia de Jesucristo toda la humanidad adquiere la justicia y vuelve a estar en la debida relación con Dios»[1]

Este texto es, efectivamente, muy farragoso. Pero como bien resume Barclay, la preocupación de Pablo es sencilla. Él quiere mostrar la solución a la muerte espiritual que el pecado ha implementado en “todos” ¡Y Jesús es la solución!

No usa lenguaje típico de querer enunciar un dogma

Este “todos”, por cierto, tampoco debió ser entendido por sus lectores originales como una referencia plena y absoluta a la muerte física, pues por entonces había judíos (quizás Pablo entre ellos) que creían que personajes como Enoc o Elías no vieron una muerte corporal siendo arrebatados al Cielo de forma sobrenatural. (Ge. 5, 18-24; 2 Re. 2, 11; He. 11, 5).

Esto ya nos pone sobre aviso de que existe una flexibilidad no literalista a lo largo de la exposición. (Sobre la muerte espiritual vs. física ya hablamos en el primer capítulo de esta serie).

Lo que sí está claro:

Lo que es seguro es que Pablo y los creyentes de su entorno sí creían que el pecado afecta a la muerte espiritual de toda persona. Y eso es lo que está claro.

Apertura universal: El pecado, y por tanto la salvación, no afectaba únicamente a los judíos

Siguiendo con Romanos 5, Peter Enns observa que la desobediencia de Adán en Pablo posee implicaciones universales: Adán trajo la muerte a «todos». Bien. Pero entonces… ¿Qué significa que Jesús vino a dar vida a «todos»? (como Pablo continúa diciendo). Una opción interpretativa es ver este versículo como una defensa de la salvación universal (la doctrina que afirma que todo humano será finalmente salvado de cualquier condenación eterna) … Pero si asumimos que Pablo no pretende exponer una teología universalista (opción interpretativa 2) ¿No sería mejor haber especificado que Jesús trajo vida a «todos los que creen» en lugar de afirmar que él salva “a todos”, sin más?

Bien. Si no aceptamos la tesis universalista, entonces deberíamos entender que el apóstol era consciente de que su paralelismo acerca de esa vida que Cristo “trae a todos del mismo modo en el que Adán trae la muerte a todos” no pretendía ser 100% literal. Pues esa “salvación” no llega a todos “del mismo modo” en que sí lo hace el pecado de Adán ¿Cierto?  Es decir: En la teología más dominante hoy se asume que hace falta “creer” o aceptar a Jesús para ser salvado. Pero eso no sería una salvación para “todos” como dice el texto al leerlo literalmente.

Conclusión: O aceptamos la salvación universal expuesta en el versículo o admitimos que Pablo no está escribiendo de forma dogmático-literal y hasta con un punto caótico el pasaje. Porque fijémonos también en que luego dice «muchos» (vs. 15 y 19) en lugar de continuar coherentemente con el anterior «todos«. Pareciera como que Pablo recula un poco, como para decir… «Bueno, no “todos” exactamente como dije…”.

Son detalles que nos hacen pensar que Pablo no buscaba establecer estrictamente ningún dogma teológico sino que más bien quiso exponer una enseñanza más general y sencilla: Que el pecado afecta a judíos y no judíos, y Cristo es quien nos salva.

Razones para pensar que San Agustín estaba equivocado en sus conclusiones

Tal y como ya vimos, Pablo fue educado estudiando un Antiguo Testamento en el que el dogma del pecado imputado por Adán era algo impensable. Por tanto, es seguro que el apóstol hubiera explicado mucho mejor este asunto si realmente hubiese pretendido presentar un “dogma” tan novedoso y radical como el que interpretó San Agustín desde su controvertido entendimiento del pecado original ¿No creen? ¡Difícilmente Pablo hubiera expuesto algo tan importante y revolucionario de un modo tan impreciso y alambicado!

¿Qué quería decir entonces Pablo?

Como decimos, nada indica que Pablo quisiera dejar aquí algo tan inédito y tan ajeno a todo lo que él conocía de la Torá acerca del pecado. Su énfasis es que lo que salió mal en Adán es rectificado en Cristo y que el plan de Dios con la humanidad vuelve a reactivarse en Jesús. Sus textos de Romanos y Corintios insisten en algo ya asumido por nosotros (pero no tanto por entonces) en cuanto a que existe la realidad del pecado en todos y que Cristo es su solución, que no es poco.

Como Peter Enns señala, en la teología de Pablo la creación comienza como un nuevo punto de partida en Cristo. Esto no significa que el pecado se hereda, sino que tras entrar por Adán se convirtió en un poder universal que ejerce su dominio tanto en judíos como en gentiles. En este sentido sí debemos creer en un “pecado original”, pero no en el sentido Agustiniano de que cada bebé nace condenado al infierno por el pecado concreto de un primer individuo necesariamente histórico llamado Adán ¡El Antiguo Testamento era muy claro en que esto no es así!

Fijémonos en que en los capítulos del 1 al 3 de Romanos el problema universal del pecado se expone con bastante detalle. Y, sin embargo, no existe ahí ninguna referencia a Adán. Y no hace falta porque a donde Pablo quiere llegar es a que “todos pecamos…”. Ese es el meollo de todo su escrito. Y por eso Pablo no dice nada de Adán en 15 de sus 17 epístolas dirigidas a diferentes comunidades de nuevos creyentes. Pero sí les habla en todas ellas de una humanidad que peca y que al mismo tiempo es perdonada en Cristo ¡De eso trata todo esto!

Jesús tampoco habla de Adán al exponer nuestra situación

En los evangelios vemos cómo Jesús continuamente decía que había venido a liberarnos del pecado… y tampoco habló de revertir una imputación del error concreto de Adán. Jesús nunca metió a Adán en “el plan de salvación”.

Texto complejo también de traducir ¡Y San Agustín no sabía griego!

En esta misma línea, Juan Caballero aporta observaciones clave en Romanos 5, 12: “En general, los exégetas modernos han dejado de lado la traducción de έφω como in quo, y que está en la base de la interpretación que san Agustín dio de este versículo: «en el que (Adán) todos pecaron»[2]. Hoy día, la tendencia general es darle a esta expresión un valor causal, y traducirla como «porque». [..] «por cuanto», «puesto que», «ya que», y que así es como la habían interpretado siempre los griegos. Como consecuencia, Pablo estaría afirolando aquí una causalidad de los pecados personales en la muerte eterna de todos los hombres […] El Apóstol, dice Penna, no está interesado ni en precisar cómo se transmite el pecado de Adán ni en hacer disquisiciones sobre la naturaleza de la libertad humana, sino en afirmar el hecho de que en las acciones pecaminosas de los hombres (el verbo ήμαρτον remite a hechos más que a un estado) de algún modo sale a la luz, como de una corriente subterránea, y pulula de nuevo, el antiguo pecado de Adán[3]”.

Las aclaraciones de Caballero son importantes porque San Agustín no dominaba el idioma griego en el que Pablo escribió. Ni mucho menos.

Así que es por todo esto que resulta realmente sorprendente que una doctrina tan determinante y con tantos problemas fuese elaborada a partir de la interpretación de un texto en griego extremadamente complejo por parte de alguien ¡Que no sabía griego! Pero su interpretación se convirtió en dogma, también porque venía bien a la jerarquía católica. Se prohibía cuestionarla, se repetía día y noche asimilándose con naturalidad de generación en generación. Y así hasta hoy… en líneas generales.

Veamos ahora el otro texto de Pablo en el Nuevo Testamento acerca de Adán y la salvación:

1ª Corintios 15, 21-22

Por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. Así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados”.

La idea de esta cita de Adán en Corintios es básicamente parecida a la ya comentada acerca de Romanos 5. Expone el mismo problema y la misma solución de fondo.

Marcos Abbott cita a Gordon Fee para señalar que “el interés es en última instancia teológico; lo que le interesa aquí a Pablo no es solamente la muerte de los individuos, sino la muerte misma en tanto que es el enemigo final[4]”.

Fijémonos que en Romanos 1,18 y 3, 20 Pablo dice que tanto paganos como judíos son pecadores y que necesitan una salvación que (además de ser para los hijos de Abraham) ahora está disponible para los hijos de Adán. Es decir: ¡Para toda la humanidad! Adán no es Abraham, el padre únicamente de los judíos ¡Adán es el padre de todos! Es el padre de quienes habitan en Roma o en Corinto, no solo en Jerusalén. El pecado es un problema universal desde Adán, no un asunto específico de los hebreos ¡Esto fue muy importante! En un sentido, el problema trata más de un pecado universal que “original”.

La exposición de este paradigma explica también por qué esta relación entre Adán y nuestro pecado nunca aparece en libros de La Biblia dirigidos a judíos. Ellos ya sabían que cometían pecados, pero no todos los gentiles asumían esto. La idea de impacto, por tanto, consistía en hacer ver que todos – judíos y gentiles- partimos de la misma necesidad de Cristo como salvador.

El dogma del pecado original venía muy bien al poder religioso

Seguramente fue un error de la tradición y de San Agustín forzar el paralelismo entre Cristo y Adán más allá de la cuenta para concluir que todos nacemos “condenados” por culpa de lo que hizo un día un tal Adán. Tampoco debemos ser ingenuos e ignorar que detrás de los dogmas ganadores de la Iglesia oficial influían intereses de control religioso ¡Que un dogma favorecía a los intereses de la jerarquía siempre sería algo muy importante para validarlo!

Y por si fuera poco, además de lo ya comentado contra el gnosticismo, qué duda cabe que el que todos nazcamos ya condenados genera miedo ¿Quién va a poder librarnos de una inapelable tortura eterna? ¡Y el arma más poderosa para dominar es siempre el miedo!

En este caso, es evidente que el dogma del pecado original crea una necesidad de obediencia absoluta al poder religioso encargado de ofrecer soluciones delegadas por Dios para tan terrible condena eterna desde el mismo nacimiento. Evidentemente, el dogma del pecado original (independientemente de su dudosa armonía bíblica) fue muy conveniente también para la economía vaticana, su venta de indulgencias y un largo etcétera de beneficios sociales.

Pero la pregunta clave sigue siendo: ¿Realmente era esa supuesta condena debida al “ADN adánico” lo que quería transmitir Pablo? ¿No será que querría transmitirnos algo más básico acerca de la realidad del pecado universal y de su solución en Cristo? ¿No es el dogma del pecado original más una inercia de la tradición que una verdad auténticamente bíblica y liberadora?

La respuesta a estas preguntas queda en manos del lector.

En el siguiente y último artículo terminaremos con una propina de BONUS TRACK de 3 preguntas típicas sobre el tema ¡No dejes de leerlo porque apuntala aspectos importantes del tema! Las preguntas que trataremos para terminar serán:

  • ¿Qué ocurre entonces con el pecado de los niños fallecidos?
  • Si Jesús fue un personaje histórico: ¿Adán también debió serlo al ser citados ambos juntos?
  • ¿Creía Pablo en Adán como un personaje histórico?

 

[1] Citado por Bernard Sesboüé y  traducido del francés por José Pedro Tosaus Abadía en: El Pecado original: ¿Un código de falibilidad? , Revista Internacional de Teología Concilum, Editorial Verbo divino, febrero 20024, nº 304, p. 14

[2] https://ocamexico.org/ancestraloriginal

[3] Wikipedia: Pecado original/Enciclopedia sobre judaísmo

[4] William Barclay, Comentario Al Nuevo Testamento, Clie, 2008

[5] Cfr. Lozano, a., Romanos 5, 183-186 y 188-189

[6] Juan Luis Caballero (U. Navarra), Rm 5, 1 2 y el pecado original en la exégesis católica reciente. Penna, r., Romani, I, 455-456. Cfr. Pitta, A., Romani, 234. Citado por  Juan Luis Caballero, Rm 5, 1 2 y el pecado original en la exégesis católica reciente, SCRIPTATHEOLOGICA/VOL. 46/2014/ 121-140 ISSN 0036-9764. P. 130, 131 y 133

[7] Op. Cit.

[8] Agustín, De poena et remissione peccatorum [Sobre la pena y la remisión de los pecados], I,26; PL 44, 131; Vivès 30, pp. 31-32

[1] William Barclay, Comentario Al Nuevo Testamento, Clie, 2008

[2] Cfr. Lozano, a., Romanos 5, 183-186 y 188-189

[3] Juan Luis Caballero (U. Navarra), Rm 5, 1 2 y el pecado original en la exégesis católica reciente. Penna, r., Romani, I, 455-456. Cfr. Pitta, A., Romani, 234. Citado por  Juan Luis Caballero, Rm 5, 1 2 y el pecado original en la exégesis católica reciente, SCRIPTATHEOLOGICA/VOL. 46/2014/ 121-140 ISSN 0036-9764. P. 130, 131 y 133

[4] Op. Cit.

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