miércoles, noviembre 27, 2024

¿Podemos creer que Jesús resucitó?

¿Podemos creer que Jesús resucitó? ¿Y si los discípulos robaron el cuerpo de Jesús? ¿Y si se inventaron la historia? ¿Existen evidencias más allá de lo que los evangelistas describen?

No creo en Dios porque no creo en los milagros. Y no creo en los milagros porque no creo en Dios”. Este argumento circular, la pescadilla que se muerde la cola, sostiene en parte que no se considere como histórica la resurrección de Jesús.

No obstante, es más que comprensible no creer en algo que violenta las leyes naturales establecidas como es una resurrección.

Pero estamos hablando de un evento único en la historia: El hijo de Dios resucitando. No de algo que a día de hoy pueda repetirse experimentalmente. Y sí, ciertamente, creer que Jesús resucitó es un asunto de fe.

Pero no una fe ciega. De hecho, estar completamente seguro de que Dios no existe es un asunto de fe.

Jesús existió y fue ejecutado

Antes de exponer algunas evidencias de la historicidad de su resurrección, la existencia de Jesús es algo que cualquier historiador riguroso asume como un hecho.

Bart Erhman, conocido erudito agnóstico y jefe de Estudios Religiosos de la Universidad de Carolina del Norte, ofrece una lista de 11 fuentes independientes que documentan la crucifixión de Cristo. El académico ateo del Nuevo Testamento, Gerd Lüdemann afirma que la ejecución de Jesús es un hecho indiscutible (y lo explica, claro). Pocos eventos están tan fundamentados en la antigüedad como la muerte de Cristo.

Pero… ¿Qué hay de su resurrección?

Por un lado, están los datos ofrecidos en los propios evangelios y que, en esta ocasión, no los vamos a incluir como evidencias a favor de la resurrección. Pero queremos mencionar alguno de ellos a modo de información:

El evangelio de Mateo afirma que se puso un sello a la tumba de Cristo a sabiendas de que el quebrantar su cerramiento hubiera sido gravemente penado por las autoridades romanas. Dice que hubo una guardia romana (Mateo 27, 62-67) que cerraba un protocolo de máxima seguridad, algo que interesaba tanto a Roma (Pilato) como a los escribas y fariseos judíos que llevaron a Jesús a la muerte de cruz.

Pero ¿Y si a pesar de todo sus seguidores hubieran robado el cuerpo? ¿Y si el robo no hubiera sido una difamación de los judíos anticristianos (Mateo 28, 11-15)? ¿Y si los discípulos se hubieran inventado esta historia? ¿Y si la resurrección fue una alucinación colectiva?

Son buenas preguntas, pero… ¿Son definitivas? ¿Pudiera la argumentación escéptica poseer sus propios problemas de coherencia? ¿Se produjeron acontecimientos históricos demostrados que avalarían la resurrección como hipótesis?

Veamos…

12 evidencias a favor de la historicidad de la resurrección (no expuestas por los cuatro evangelistas):

  1. Los evangelios no son la mejor propaganda para una invención: Sitúan a las mujeres como los primeros testigos

Hay datos en los evangelios que no son una buena propaganda para, en aquel momento, creer en el hecho de la resurrección de Jesús. Uno de ellos sería colocar a las mujeres como los primeros testigos oculares.

El testimonio de una mujer no era igual de válido que el de un hombre, ni siquiera a nivel legal. Socialmente, para muchos hombres las mujeres eran mentirosas y liantes (el Nuevo Testamento plasma claramente este prejuicio social varias veces). Las mujeres tenían vetadas la cultura y la formación. Y esta marginación no ayudaba a tener en cuenta su criterio como algo a tener en cuenta.

Esto lo sabe el apóstol Pablo cuando para tratar de convencer a los corintios de que Cristo resucitó y de que él mismo es testigo. Para ello Pablo cita a varios grupos de testigos oculares… pero evita nombrar a las mujeres que los evangelios recogen como esas primeras testigos (1ª Co. 15, 5-8) ¡Ay Pablito! Seguramente pensó en que este dato no ayudaba a la credibilidad de los más escépticos. Normal.

Sin embargo, para nosotros es un punto a favor que se pusiera por escrito que fuesen las “incómodas” mujeres las primeras en constatarlo. Si te inventas la historia, no es buena idea poner a las mujeres como el aval principal.

2. Los evangelios no es la mejor propaganda para una supuesta invención: Nadie vio el momento exacto de la resurrección

Otro dato que no contribuye a la credibilidad de un relato propagandístico común es que nadie observa el momento preciso en que Jesús resucita… ¡Vaya!

Nadie vio moverse la roca que sellaba la tumba. En los evangelios no hay testigos, Pero esto corre a su favor ya que si el relato fuese una farsa no se explica por qué ninguno de los cuatro evangelistas se inventó algún testigo ficticio para refrendar el momento fundamental. Colocar a testigos oculares del momento exacto de la resurrección es algo habitual en relatos apócrifos (inventados) ya muy posteriores acerca de la resurrección y en otras historias. Pero los no recogen este aspecto que pudo mejorar el impacto de la historia.

Por tanto, el relato deje resquicios para el escepticismo resulta, paradójicamente, un punto a favor de unos hechos objetivos que sucedieron tal y como se describen, sin refuerzos especiales de credibilidad que hubieran estado muy bien. Si esto fuera inventado ¡Qué fácil hubiera sido poner a alguien a decir que ellos vieron con sus propios ojos el momento exacto de la resurrección! La ausencia de testigos presenciales del primer momento avala que aquello no parece haber sido inventado.

  1. El relato es meramente narrativo, sin directrices teológicas para adoctrinar

Los relatos de la resurrección en los evangelios no contienen reflexiones personales ni teológicas del autor. No hay indicaciones para que el lector concluya qué debe hacer con su vida tras leer el relato. No se manipula al lector. Y esto también es diferente a otros mitos antiguos… o a la propaganda actual, claro.

Ofrecer conclusiones y ofrecer instrucciones de actuación como “¡Únete a nuestro grupo!” hubiera sido provechoso si la historia se hubiese fabricado para sumar adeptos a un credo. Sobre todo, pensando en los más influenciables. Pero los autores de los evangelios se limitaron a describir unos acontecimientos. Ellos parecieron confiar en que el Espíritu de Dios iba a convencer a las personas sin forzar ni coaccionar a nadie ¡Y así ocurrió!

  1. Los relatos de la resurrección de los cuatro evangelios no encajan al 100% entre sí (Sí, sí…como un argumento a favor)

Que las narraciones de la resurrección no sean un gran reportaje de National Geographic es algo que refleja honestidad. El relato es tal cual. Algunos dirán que esto puede ser más bien una torpeza. Pero mi estudio durante décadas de los evangelios no me encaja con el concepto “torpeza burda” o de los autores como “tontos del haba”. Más bien poseen una extraordinaria profundidad.

Pero ¿Entonces? Pues bien, que no encaje todo al 100% entre los cuatro evangelios canónicos es para mí otra evidencia del enorme respeto que los primeros cristianos tenían hacia las fuentes al dejar los relatos como estaban, sin tocar.

Quizás no coinciden al 100%. Pero que sí lo hagan en el 90% de los detalles es una muestra de que “el grueso del suceso” debió ocurrir y que nadie trató de amañar los detalles cuando se fueron recopilando las distintas fuentes. Para mí esta falta de encaje absoluto es más un punto a favor de su historicidad (junto a otros datos) que en su contra.

Cualquier suceso real que hoy acontezca y que produzca implicaciones emocionales de impacto extremo (como debió ser la resurrección) será raro que coincida al 100% en la descripción de sus detalles cuando es recogido por diferentes fuentes y testigos. Más aún cuando estos se plasman por escrito años después. En otras palabras: estas dosis de humanidad hacen divino el grueso del relato que transformó el mundo tal y como veremos en los siguientes argumentos.

  1. Contar sus mediocridades y contradicciones no es la mejor estrategia para presentarse como «líderes» ante desconocidos

Los hechos narrados en el Nuevo Testamento juegan en contra de la reputación de los “líderes” de esta nueva fe. Los discípulos exponen su mediocridad personal, su cobardía e incluso alguna traición en momentos de presión.

Se escondieron durante la crucifixión y en momentos clave. Y, obviamente, esto no era algo que beneficiara a la confianza en su autoridad cuando llegaban ante desconocidos de las nuevas ciudades romanas evangelizadas diciendo: “¡Hey! ¡Escuchadnos! Somos los enviados y testigos en quienes debéis confiar para formar vuestras nuevas comunidades”.

Pero ellos confiaron en Dios para que su mensaje fuera aceptado tal y como era. De nuevo sin elementos propagandísticos básicos. El cristianismo dependía de Dios mismo para su expansión. Y así sucedió.

Estas 5 primeras evidencias que he querido exponer para pensar en la posibilidad real de la resurrección tenían que ver con que aquello que narran los evangelios no es la mejor propaganda para una supuesta invención.

Pero hay otras más de tipo sociológico y psicológico. Sigamos…

  1. Testigos vivos que pudieron desmontar la invención de la resurrección…. o afirmar sus hechos y detalles

Pablo escribió “Fue enterrado y al tercer día fue levantado de los muertos” […]. Lo vio Pedro y luego lo vieron los Doce. Más tarde, lo vieron más de quinientos a la vez, la mayoría de los cuales todavía viven, aunque algunos ya han muerto. Luego lo vio Santiago, y después lo vieron todos los apóstoles. Por último […] lo vi yo” (1 Corintios 15:4-8).

Estos versículos muestran a 15 individuos concretos. Pedro también dijo: “Dios levantó a Jesús de los muertos y de esto todos nosotros somos testigos” (Hechos 2, 32).

La carta a los corintios data del año 53-55 d. C., aprox., siendo anterior a la redacción de los evangelios y apenas 20 años después de la resurrección. Esto significa que muchos testigos de la resurrección aún estaban vivos al recibirse la carta. Esto implica que pudo haber acceso a algunos de los testigos cuando recibieron dicha carta. Y sí, este posible contacto directo testigos vivos debió ser un recurso muy limitado que pudo ser viable con creyentes incluso anteriores a la redacción de los evangelios.

Pero, aunque este acceso fuese algo reservado para solo unos pocos privilegiados (debemos ser honestos en esto), ellos podían ofrecer detalles coincidentes o contradecirse entre sí.

Por tanto, el explosivo desarrollo de la fe en el resucitado deja entrever, a mi juicio, que estos creyentes debieron estar convencidos de un modo muy auténtico y poderoso. Sospecho que debió haber muchas conversaciones transformadoras acerca del resucitado que no trascendieron a la historia. Algo grande pasó.

  1. La resurrección no era una expectativa religiosa sino un «problema» para los primeros creyentes

La expectativa judía del Mesías era de un líder que vencería a los romanos. La resurrección no entraba en la esperanza social ni religiosa dominante. No sólo era algo extraño y físicamente inconcebible en el siglo primero (como lo es para nosotros), sino conceptualmente indeseable. En los evangelios vemos que a nadie se le pasa esta idea por la cabeza cuando se encuentran con Jesús. Y es que en ninguna época es cotidiano ver muertos resucitados.

El discípulo Tomás no lo cree ni teniendo a Jesús delante y pide tocarlo (Juan 20). Este contacto físico de Jesús con otras personas se repite en otros episodios y las apariciones duran varias semanas (Hechos 1, 3). Esto, a nuestro juicio, explicaría el rápido crecimiento de tantos creyentes en la resurrección. Se debieron contar cosas sorprendentes y a la par creíbles que hoy desconocemos.

8 ¿Judíos inventándose una nueva religión?

Inventarse una religión tiene sentido para una mente moderna. Pero para un judío del siglo I presenta un gran problema brutal: Ellos ya tenían una y se sentían más que orgullosos de ella.

Para muchos fue más bien un trauma tener que asumir la desaparición de su seña de identidad como pueblo escogido para abrazar una fe que ahora se proyectaba como universal ¡Y esto tampoco era común en una antigüedad de dioses tribales y regionales!

Tuvo que ser muy real la experiencia de aquellos judíos en su fe hacia Jesús para renunciar a una bandera identitaria tan profunda como era su judaísmo

Otro aspecto clave: La cuestión psicológica

  1. El beneficio social y psicológico de un mensaje único y libertador sin precedentes

El evangelio transformó el mundo con un mensaje no impuesto que llamaba a hacer el bien incluso a los enemigos.

Jesús revolucionó su mundo con la atención al débil y al desfavorecido. Los discípulos enseñaron la importancia del interior por encima de las apariencias. Promulgó la no violencia… Una inmensa parte de lo bueno que hoy tenemos en Occidente se ancla en Jesús: Los Derechos Humanos, las primeras ONG, la igualdad racial, etc.

El cristianismo de Jesús (no tanto el institucional que vino después) está constituido por cientos de aspectos que hoy consideramos necesarios. Pero hasta la aparición de Jesús eran más bien raros.

Y por esto nos preguntamos: ¿Es éste el producto de tarados mentales o de mentirosos compulsivos en masa? ¿Es el cristianismo el legado de alucinados o malévolos ladrones de muertos? Lo cierto es que el cristianismo original trata de un mensaje que hoy es reconocido como extraordinariamente elevado para su tiempo… y para el nuestro. No parece la consecuencia de unos trastornos y delirios mentales extremos.

Y esto nos lleva a otros dos puntos finales:

  1. Una transformación personal inexplicable que no aportaba beneficios sociales ni económicos ¡Fueron perseguidos y torturados por su fe!

Hoy muchos hacemos o decimos cosas «buenas» y políticamente correctas porque nos conviene para nuestra imagen o propósitos comerciales. El postureo alineado con determinadas corrientes refuerzan nuestra imagen de marca. Nadie hace ni dice cosas que le hagan perder negocios o poner a su familia en grave riesgo. Como Pascal dijo: “Creo en los testimonios que se arriesgan a que les corten el cuello”.

El encuentro de Pablo con Jesús resucitado le hizo abandonar su posición acomodada en la alta sociedad judía a cambio de recibir palizas, accidentes y prisión. Pero Pablo descubrirá incluso en la cárcel la alegría del sentido de la vida tal y como él mismo lo describe.

Si los discípulos se hubieran inventado todo este rollo: ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Hubieran predicado con tanta autoridad teniendo tantas consecuencias en su contra? ¿Qué les hizo pasar de la cobardía durante la crucifixión a darlo todo si sabían que Jesús no resucitó? Yo creo que Jesús resucitó y que fue más que real para ellos.

  1. Una expansión masiva sin igual, inédita en un movimiento “sin beneficios” económicos o políticos

No fueron sólo 12 apóstoles, ni 500 testigos, sino una expansión mundial sin parangón en la historia de la humanidad. Los contadísimos movimientos ideológicos expansivos que ha habido de este nivel cuantitativo han sido siempre a golpe de espada, interés económico y de coacciones. Pero aquí sucede al revés ¿Qué explica este crecimiento sino el poder sobrenatural del Espíritu Santo que Jesús dijo que vendría sobre ellos?

Recordemos que el Imperio Romano acabaría adoptando el cristianismo que perseguía como manera para “acabar” con este quebradero de cabeza ¡Esto no es normal!

  1. Las alucinaciones no producen estos hechos

Algunos escépticos han hablado del extremo de posibles alucinaciones colectivas para explicar el acontecimiento de la resurrección.

Pero esta hipótesis conlleva serias dificultades desde la psiquiatría y para la explicación de algunos hechos posteriores. La diversidad de personalidades, trasfondos y lugares en los que se da la resurrección ante testigos durante 40 días elimina cualquier posibilidad de alucinación colectiva. (Volveríamos -como mucho- a la hipótesis de la “invención”, pero no ya de la “alucinación”). Una cosa es ir al Santuario de El Escorial con la expectativa de ver aparecer a la Virgen y otra lo que ocurrió con Jesús. Entre otras cosas porque los judíos no esperaban la resurrección de su Mesías como ya hemos explicado.

C. S. Lewis observa que “cualquier teoría de la alucinación se cae por el hecho de que en tres ocasiones distintas al principio no reconocieron a Jesús (Lc. 24, 13-31; Juan 20: 15; 21, 4) [1]”. Además, unos días antes, cuando Jesús muere huyen, tienen miedo y se esconden.

Algo interesante en la narración es que las apariciones se producen con frecuencia solo durante esos días y luego desaparecen abruptamente. Si todo esto fue un rumor extendido por 4 iluminados que querían ser tratados como estrellas del Pop ¿Por qué de repente ya nadie ve a Jesús resucitado? Esteban y el perseguidor de cristianos Pablo de Tarso son las únicas excepciones posteriores.

Llega un momento en el que ya nada de testigos (1ª Co. 15, 8). Y por cierto, ¿Se pasó Pablo al bando perdedor adquiriendo una ceguera de tres días también por alucinación? ¿Se lo inventó también? ¿Abandonó su buena posición a cambio de palizas y cárcel por causa de una alucinación extrema camino de Damasco?   Una alucinación no explica la tumba vacía. Ni pone de acuerdo a tanta gente para ensamblar una mentira con estos detalles. Ni se fabrica para ser torturado o para morir por ella.

A las autoridades romanas y judías les hubiera bastado con exhibir públicamente el cadáver Jesús para atajar el problema. Pero no lo hicieron ¿Ni siquiera los cristianos de Jerusalén pudieron acceder al cuerpo si Jesús no resucitó?

Evidencias que exigen una decisión personal

Finalmente, y tras exponer 12 evidencias que me parecen relevantes, creo que el rechazar la resurrección tiene está relacionado con tomar el punto de partida como conclusión. Es decir: Tiene más que ver con no creer en un Dios sobrenatural. Yo sí creo que Dios existe y que se ha acercado a hablarnos… ¿Y no es lo que vemos en Jesús aquello que esperaríamos de el Dios Creador? Para mí sí.

Más allá de las evidencias racionales

Yendo un paso más, es cierto que la inmensa mayoría de los primeros cristianos que creyeron no vieron a Jesús resucitado. Por esto considero también que no deberíamos poner todo el foco del debate en la demostración del acontecimiento material de la resurrección.

Es necesario exponer y analizar las evidencias, sí, pero es solo una parte.  La resurrección no es algo que finalmente podamos “demostrar” ni desmentir de forma irrefutable. Ni creyentes ni escépticos. La apologética moderna es limitada.

Nuestra fe no depende de evidenciar el acontecimiento físico, químico y biológico de la milagrosa recomposición de átomos que debió experimentar el cuerpo de Cristo hace 2000 años… porque no podemos hacerlo. Creo que la mayor prueba que hoy podemos ofrecer al mundo es la misma que ya expusieron los primeros cristianos en boca de Jesús:

“Vuestra conducta debe ser como una luz que ilumine y muestre cómo se obedece a Dios. Hagan buenas acciones. Así los demás las verán y creerán a Dios” (Mateo 5,16). “Vuestro amor mutuo será el distintivo por el que todo el mundo os reconocerá como discípulos míos” Juan 13, 35

Pablo. afirma que “Nuestras cartas sois vosotros, escritas en nuestros corazones, conocidas y leídas por toda la gente” (2ª Co. 3, 2-4). Yo soy una evidencia de que hubo resurrección. Tú también.

“El que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?” (Juan 11, 25-16).

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