Bienvenidos a esta serie de 6 artículos que abordará en qué consiste realmente el “pecado original” de Adán del que habla el apóstol Pablo. Se trata de un análisis bíblico y teológico en el que asumimos la inspiración divina de La Biblia al mismo tiempo que consideramos la evolución de las especies como un hecho.
Los 6 títulos de la serie son:
Parte 1 (el presente artículo): ¿Fueron Adán y Eva personas reales? Ciencia, Biblia y su contexto.
Parte 4 El origen del dogma del “pecado original” y sus problemas teológicos colaterales
Comenzamos con Parte 1: ¿Cómo deberíamos entender la realidad bíblica de Adán y Eva? ¿Fueron personas históricas reales?
Cada vez más cristianos aceptan sin problemas una lectura no literal de Génesis 1-3 asumiendo la teoría de la evolución de las especies como un hecho.
(NOTA: En los links anteriormente marcados explicamos por qué los capítulos 1-3 de Génesis no pretenden ser comprendidos como relato literal)
Para los cristianos existe un mayor conflicto con las palabras del apóstol Pablo acerca del pecado de Adán y sus consecuencias: ¿Debería ser Adán una persona necesariamente histórica para mantener la inspiración bíblica de lo que el apóstol escribe a los Corintios? Y si Adán no fuese una persona concreta: ¿Qué sentido teológico tendrían estas palabras? ¿Qué dice realmente La Biblia en su conjunto acerca del «pecado original»?
En primer lugar, consideremos las distintas maneras que los teólogos creyentes en La Biblia han considerado respecto a la historicidad de Adán y Eva:
Daniel C. Harlow expone 5 formas básicas de hacerlo[1] (Ver imagen). Algunas de las posturas “concordistas” son asumidas por cristianos como Timothy Keller o William Lane Craig. Las llamamos concordismo porque tratan de concordar una interpretación más o menos literal de La Biblia con datos científicos actuales. Los concordistas aceptarían la evolución humana al mismo tiempo que creen en Adán y Eva como personas reales históricas.
Digamos -por simplificar- que para los concordistas Adán y Eva sería una pareja real llamada por Dios en medio de una humanidad perdida en un sentido similar al que podría ser llamado Abram desde la ciudad de Ur. Esta pareja, de algún modo, sería la primera pareja realmente humana de la historia. Los dos primeros seres preparados para tratar con Dios de forma consciente y humana.
A priori, el concordismo pretende resolver algunos problemas de encaje entre una lectura historicista de Biblia y la ciencia evolutiva. Pero para otros teólogos, esta postura crea otros problemas aún mayores respecto a la credibilidad de La Biblia como obra inspirada por Dios.
Cómo el concordismo (encaje de ciencia con el mensaje bíblico) ha dañado la credibilidad de La Biblia
Quienes rechazan las propuestas concordistas y creacionistas creen que estos cientifismos del relato constituyen erradas proyecciones modernas sobre La Biblia que resultan ajenas a las intenciones originales. Por esto -los cristianos bíblicos y evolucionistas- creen que forzar La Biblia para hacerla coincidir con la ciencia de nuestro tiempo supone un gran error.
A lo largo de la historia, el concordismo ha hecho que por momentos parezca que Biblia y ciencia “encajan” en algunos aspectos. Pero pasadas unas generaciones… las cosas habitualmente se desmoronan con la llegada de nuevos descubrimientos científicos que desplazan a aquellos que aparentemente sostenían la credibilidad bíblica según concordistas y creacionistas. Sirva como un ejemplo entre mil, las tesis del influyente Cosmas (s. VI) cuando afirmaba que, “bíblicamente”, el mundo era físicamente como un arcón, siendo la tierra el rectángulo del fondo[2].
No es casualidad que el concordismo de la lectura literal de La Biblia sea hoy una de las principales razones del abandono de la fe tal y como reflejan las encuestas (Barna Group 2011 y posteriores).
Como Karl Barth afirma: “la idea de que la Biblia declara la Palabra de Dios solo cuando habla históricamente es una idea que debe abandonarse […] La presunta equiparación de la Palabra de Dios con un registro “histórico” es un postulado inadmisible que no se origina en la Biblia en absoluto, sino en el infortunado hábito del pensamiento occidental que asume que la realidad de una [narración] se mantiene o cae según sea “historia” o no[3]”.
En el artículo titulado “¿Pretende Génesis 1 y 2 ser leído literalmente?” ya expusimos cómo ni la revelación científica ni la plena historicidad son las intenciones de estos relatos. Sí que pretenden otorgar propósito e identidad al pueblo de Israel. Pero sin pretensiones geológicas, biológicas o estrictamente historicistas. Estos requisitos «de verdad» son básicamente proyecciones posteriores de la modernidad.
Pero entonces… ¿Cómo debemos acercarnos al relato de Adán y Eva afirmando la inspiración de La Biblia? Esto lo veremos en la siguiente parte (2 de 6) titulada: ¿Qué nos muestra Génesis acerca de la inmortalidad y los supuestos problemas morales de la evolución?
[1] Daniel C. Harlow, Después de Adán: leer el Génesis en la era de la ciencia evolutiva, Revista Alétheia de la Comisión de Teología de la Alianza Evangélica Española, 2012
[2] https://www.fliedner.es/media/modules/editor/cienciayfe/docs/documentos/de_Felipe_2000_Apuntes_para_el_debarte_historico_de_la_cosmologia_biblica.pdf
[3] Karl Barth, Dogmática eclesial, vol. 3, pt. 1:82