Si hubo evolución… ¿Qué hacemos con el pecado de Adán del que habla Pablo? Parte 2 de 6
Tras el anterior artículo en el que poníamos en contexto el relato de La creación de Génesis, quizás sea este el artículo el que más dificultades sentidas aborda de toda la serie. Al menos entre los cristianos que creemos en La Biblia inspirada y en la evolución.
Y es que algunos problemas para aceptar la evolución tienen más que ver con cuestiones morales que con otra cosa. El cristiano se pregunta: ¿Cómo un Dios bueno dio lugar a la violencia y el gran lapso de tiempo que propone la evolución? ¿Por qué y para qué algo tan duro y desconcertante?
El enigma del sufrimiento, una patente realidad, exista o no exista una evolución
Bien. No tenemos todas las respuestas. Ni nosotros ni nadie. Pero sí sabemos que el resto de preguntas que nos hacemos acerca del sufrimiento (más allá del debate evolutivo) son igualmente muy complejas: ¿Por qué un niño tiene que sufrir una dolorosa enfermedad degenerativa? ¿Y qué de tantas culturas sometidas a violencia por milenios y sin saber nada de la esperanza que ofrece Jesús? ¿Por qué millones nacen en hambrunas y otros no? … Los problemas morales de la teoría evolutiva son dramáticos y misteriosos. Cierto. Pero admitamos que también lo son muchas otras cuestiones de la fe y de la vida que aceptamos como parte del misterio.
En otras palabras: Que la teoría de la evolución pueda plantearnos problemas éticos respecto al sufrimiento no constituye un argumento de peso para descartarla porque la vida manifiesta enigmas y problemas similares muy duros.
La respuesta al sufrimiento
Algunas de las respuestas parciales que sí tenemos al problema del sufrimiento tienen que ver con nuestro llamado a adelantar el Reino de Dios como parte de la solución. También confiamos en que un día todo mal terminará para siempre. E incluso hoy percibimos la bondad y gracia de Dios en La Tierra en muchas ocasiones. Para los cristianos, aquello que sí entendemos de Dios nos sirve para confiar en un Creador bueno que ofrece esperanza y consuelo. A pesar de todo.
Asumir una creación literal de 6 días añade sus propios problemas científicos… ¡y Éticos!
Volviendo a las preguntas difíciles acerca del sufrimiento, estas siguen patentes incluso creyendo en una aparición instantánea del ser humano al final de los 6 días de la creación. De hecho, una interpretación literal de la creación de Adán y Eva añade sus propios “extras” de problemas éticos y lógicos.
Por ejemplo: ¿Qué hay del incesto que debió darse entre los hijos de Adán y Eva definido posteriormente en Levítico 18 como abominación? Desde el literalismo, Dios pudo haber planificado la reproducción inicial de la humanidad sin incestos ¡Por supuesto! Pero desde una lectura literal… Dios estableció el incesto obligado antes ya de La caída humana en el pecado.
¿O cómo pudo Caín tener miedo de que en otros lugares lo tomaran como extranjero siendo aquellos habitantes sus hermanos o sobrinos? (Gn. 4, 13-14). No tiene sentido lógico. Ni esto ni otras muchas cosas de Génesis cuando son leídas desde el prisma literalista.
Sin embargo, nos quitamos innecesarios problemas si optamos por una visión más simbólica, teológica y pedagógica que científico-literal.
“Y todo era bueno” ¿Qué significa a la luz del propio relato? ¿No había mal hasta entonces?
Dentro de los problemas éticos del relato, a muchos creyentes no les encaja que dentro de un duro proceso evolutivo, Dios diga: “que todo era bueno” (Gn. 1, 31). ¿Cómo va a ser buena la voraz selección de las especies? Como respuesta a este dilema no vamos a aburrir al lector con diatribas acerca del hebreo bíblico, pero aquí el término usado no significa un “bueno” en el sentido de una total ausencia de sufrimiento o de maldad sino más bien en el sentido de que todo estaba siguiendo su curso establecido. Cuando pregunté sobre esto al Dr. Alister McGrath él coincidía en esta respuesta con San Agustín. Este “bueno”, por tanto, significa que ni Dios ni su plan dejan de ser los previstos, aunque no lo comprendamos del todo.
Una prueba de que el mal se manifiesta ya antes de La caída es la existencia de una maléfica y astuta serpiente afectando e interactuando con los humanos de modo mortal y en su propio hábitat… No es poca presencia del mal ¿Cierto? Así que es un hecho que no todo era moralmente “bueno” en la creación. Obviamente no. El mal ya estaba en la creación e incluso se afirma que el bien y el mal pueden ser conocidos por la humanidad porque estos ya existen ¿O cómo conocerían la diferencia entre algo que existe (el bien) y algo que no (el mal)?
¿Muerte espiritual o física?
Aparte de todos los ya expuestos, Denis O. Lamoureux señala otros argumentos para no optar por la interpretación literal del relato[1]. Uno de ellos está en cuando Dios le dijo a la primera pareja que “el día que comieres morirás” (Gn. 2, 17) cuando ellos no mueren físicamente ese día, sino que viven muchos años más.
Fijémonos también en que el momento de la sentencia Adán y Eva no se preguntan: “¿Y qué es eso de “morir” que parece tan importante?” No. El relato sobreentiende que ellos ya conocían sobradamente qué era la muerte.
El mensaje bíblico, por tanto, pone su énfasis en que el pecado conlleva la muerte espiritual, no en que la muerte biológica o el mal (que ya estaban allí) surgen de la nada “ese día”. Quizás no nos hemos dado cuenta, pero ni siquiera desde una lectura literal se dice que la primera pareja fuera creada físicamente inmortal.
Las revolucionarias revelaciones de Génesis
Como ya explicamos, Génesis ofrece una rotunda respuesta a las cosmogonías que dominaban la antigüedad. Aquellos mitos paganos establecían el propósito y la identidad de los pueblos a los que las jerarquías explotaban usando el miedo a los dioses. Y esto es algo a lo que Génesis planta cara como un relato absolutamente inspirado y relevante que cambiaría la historia de la humanidad para siempre.
Árboles, vida e inmortalidad
En el dominante Egipto en el que Israel vivió su esclavitud, los dioses Isis y Osiris surgen del árbol en el que se encerraba la vida y la muerte. Un árbol es también el protagonista en la epopeya acadia de Gilgamesh que narra la búsqueda de la inmortalidad, una historia bien conocida por los hebreos que recibieron el Génesis.
Como vemos, en toda la antigüedad del entorno bíblico, los árboles de la vida eran comunes como pedagógicas metáforas que establecían el propósito de la vida para súbditos y lacayos en las superpotencias que dominaron el mundo. El para qué nacías era explicado por estas historias de árboles y dioses.
Pero entonces… ¿La Biblia “copia” relatos antiguos de sus vecinos metiendo su propio árbol de la vida? ¡No! Calificar Génesis de mera “copia” es el peor error ya que ignora que la intención principal del relato es precisamente cambiar por completo las bases del sentido de la vida de las personas. El punto destacado de Génesis recae en las escandalosas diferencias con las cosmovisiones paganas ¡Y esto lo entendía muy bien el lector original! ¡Son las diferencias lo que reconfiguran y voltean en 180º la mente del oyente original! Las diferencias producen la metanoia. El árbol de la vida, el río, el jardín… se concebían como elementos teológicos sublimes.
Árbol nº 2: La inmortalidad pertenece solo a Dios
Fijémonos bien en lo que dice el relato tras la comida del fruto prohibido: “Dios dijo: aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre” (Gn. 3, 22).
Hasta este momento no había aparecido este segundo árbol de la inmortalidad en el que (a diferencia de otros mitos idolátricos contemporáneos) se deja claro que la inmortalidad solo le corresponde a Yavé y que buscarla es una quimera. Autores concordistas como William Lane Craig entienden además que la descripción de este segundo árbol da por hecho que Adán y Eva no dispusieron de inmortalidad física en ningún momento pues este segundo árbol del que se dicen que no comieron es el que da acceso a la inmortalidad. En otras palabras: El relato bien leído apunta a que la inmortalidad física es algo que solo pertenece a Dios desde el primer momento.
En cualquier caso, el punto esencial de Génesis tiene que ver con el hacia dónde va la humanidad y las consecuencias del pecado que ya estaba entre nosotros desde el principio. Sinceramente, tratar de vislumbrar en Génesis alguna doctrina sobre la hipotética inmortalidad humana previa a La caída para no aceptar la teoría de la evolución no es algo que esté en las intenciones del relato. Nada más lejos.
Averiguar cuál era el plan de Dios inicial respecto a la inmortalidad humana es realmente un misterio. Nuestra necesidad de obtener respuestas para todo ha proyectado en Génesis más certezas de las que el propio relato objetivamente nos muestra. Y es que de nuevo los pensamientos de Dios están por encima de los nuestros.
Los nombres… nos cuentan una historia teológica
Lamentablemente, toda traducción deja por el camino algunas enseñanzas inherentes al lenguaje y cultura originales. Y en este caso ¡Son muchas!
Adán es un término que significa literalmente “humanidad” (y así se traduce en otras partes del Antiguo Testamento). El vocablo para Eva se relaciona con “vida” y Abel es “hebel”, que significa vanidad, neblina, vapor, vaho… Hebel se usa en Eclesiastés para afirmar que la vida es “vanidad de vanidades”. El profesor de Antiguo Testamento, Matthew Richard, explica que el vocablo hebreo para Caín apunta a algún tipo de arma. Así que mientras en nuestro idioma nos llevamos solamente la idea de que “Adán y Eva viven en el Edén hasta que son expulsados fuera, donde Caín mata a Abel”… el lector hebreo original captaría una visión mucho más profunda y amplia debido a la semántica de los nombres. El hebreo antiguo también comprendería al leer que: “la Humanidad y la Vida están en el Paraíso hasta que son expulsados fuera, donde la violencia (Arma) mata al humano que es mero Aliento fugaz[2]¡Teología de altos vuelos escondida tras los nombres de los personajes en su sentido original!
El texto original invita a una comprensión simbólica de la condición humana
Es curioso además que cuando Jesús se refiere al origen de los humanos, él habla de varón y hembra sin utilizar nunca los nombres propios de Adán y Eva como sí hace al referirse a Abraham, a Moisés o a los otros personajes del Antiguo Testamento. Curioso ¿Pretendía Jesús destacar el carácter representativo de la primera pareja? No lo sabemos, pero tendría sentido.
En cualquier caso, cuando Jesús o un apóstol cita a los primeros humanos, a Noé o a cualquier otro personaje, la enseñanza espiritual debería ser la misma tanto para quienes son literalistas y para quienes no lo son ¡Este es un punto clave! Y por eso toda La Biblia es verdad, desde Génesis hasta el Apocalipsis con sus simbólicas bestias de varias cabezas.
Como dice Anthony de Mello, si la historia de la gallina de los huevos de oro estuviese en la Biblia, los cristianos pasarían más tiempo discutiendo sobre cómo Dios hizo una gallina de la que salía oro que aplicando sus lecciones sobre la avaricia. ¡La aplicación y la enseñanza es el fin último de toda revelación! No su historicidad.
En el siguiente artículo avanzaremos y nos preguntamos algo cuyas conclusiones sorprenderán a muchos creyentes: ¿Somos condenados por el pecado de Adán? … ¿O por los nuestros? ¿Qué dice el Antiguo Testamento al respecto?
[1] Denis O. Lamoureux, ¿Fue Adán una persona real?, 2015 (2010 en inglés), Documento Biologos publicado por el Centro de Ciencia y fe
[2] Matthew Richard Schilmm, Esta Extraña y sagrada escritura, Juanuno1, 2021, pp. 41-22