sábado, enero 18, 2025

La loca historia de cómo se llamó «Lucifer» al Diablo

¿Sabías que algunos de los primeros cristianos llamaban «Lucifer» a Jesús?

¿Sabías que fue debido a un mal entendimiento de Isaías 14 que Lucifer se convirtió en el nombre del diablo en la Edad Media?

Acompáñenos a  esta curiosa historia…

Isaías 14, 1-22 tiene «la culpa». Ahí se halla el texto en cuestión. Pero la realidad es que Isaías no habla del diablo sino de la celebración del fallecimiento de un rey babilonio al que el autor llama SARCÁSTICAMENTE «lucero» por su soberbia, pues a pesar de su arrogancia, cayó y murió como cualquier mortal. 

Del versículo 10 al 15 leemos:

Todos darán voces, y te dirán: ¿Tú también te debilitaste como nosotros, y llegaste a ser como nosotros? Descendió al Seol tu soberbia, y el sonido de tus arpas; gusanos serán tu cama, y gusanos te cubrirán ¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones. Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo. Mas tú derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo”

Lucifer era un epíteto que desde comienzos de nuestra se usaba para referirse al planeta Venus, el objeto celeste más brillante de la noche después de La luna, el también llamado «lucero de la mañana» como hace Isaías.

“Lucero de luz” no es un nombre o categoría de este rey de Isaías 14 (menos aún del Diablo, de quien no se habla en este texto). La expresión era sarcástica, de burla, similar a cuando Elías irónicamente recuerda que Baal, el sordo, es «un dios» (1 Reyes 18, 27). Esto es todo lo que La Biblia dice del término que un día se tradujo como Lucifer. De hecho… en la mayoría de nuestras versiones no encontramos siquiera dicho término vertido como tal.

¿Y de dónde viene entonces Lucifer para referirse al Diablo?

El origen parece deberse a San Jerónimo, quien tradujo este texto de Isaías en La Vulgata (la versión de La Biblia más influente de la historia), en el siglo IV como: “caíste del cielo, LUCIFER (= PORTADOR DE LA LUZ), tú que nacías por la mañana” (Is. 14, 12). 

Desde entonces hubo cierta confusión acerca del a quién y por qué se hacía referencia a alguien como lucifer en el texto ¡Es un calificativo tan maravilloso! así que; ¿Cómo puede referirse a este rey maléfico babilonio?… (pensaron muchos). Parece que aquí la ironía les jugó una mala pasada a algunos intérpretes más literalistas de La Biblia.

No debemos ignorar tampoco que Jerónimo hizo una Biblia por encargo en un tiempo sacudido por las extraordinarias batallas de los cristianos contra creencias demoniacas acerca de dioses paganos que aún dominaban la mentalidad en el Imperio.

Política, fe y poder… todo empapaba violentamente el ambiente en un mundo de deidades vinculadas a elementos de luz como el sol o las estrellas. Y es que… ¡Ninguna interpretación teológica es ajena a la influencia social de su tiempo!

Posteriormente iría cobrando fuerza una popular tradición que convirtió a este rey pagano de Isaías en una metáfora del ángel caído, de Satanás. A partir de aquí se extiende la idea de que ese «lucifer» empleado por Jerónimo era un término perfecto para referirse popularmente al Diablo, al ángel caído que se opuso a Dios queriendo subir (supuestamente) a lo más alto como Él.

En conclusión: La idea del Lucifer como «apellido» de Satán no viene de La Biblia sino de una interpretación fallida de una traducción de Isaías 14 que se populariza a partir del s. VIII. 

Pero ojo… que lo más interesante llega ahora…

Jesús, «el verdadero Lucifer» (=portador de luz), el lucero del alba

El profesor Dionisio Byler comenta cómo “El emperador Juliano II —conocido por los cristianos como Juliano el Apóstata—, que reinó a principios del siglo IV, declaró al dios Helios (Sol) como divinidad única. Los romanos celebraban el 25 de diciembre como dies natalis Solis Invicti (día del nacimiento del Sol invencible). Frente a esta teología que parecía tan lógica y natural por enfatizar la preeminencia del Sol entre los divinos astros del cielo, el cristianismo propugnó su propia versión, de Cristo Lucifer (portador de luz), en alusión a aquellos textos bíblicos que hablan de que con la llegada de Cristo, amaneció una gran luz sobre la humanidad, una era de iluminación divina. (Más de mil años después, el nombre de Lucifer, título natural de Cristo, empezó a usarse en sentido inverso, como referencia al diablo [1]

Efectivamente, la deriva histórica del término Lucifer para referirse al Diablo es mucho posterior y ajena a las intenciones originales de los autores bíblicos. El Nuevo Testamento sí usa la expresión de la que deriva «Lucifer», la estrella de la mañana, para referirse ¡A Jesús!, el verdadero “portador de luz” (2 P. 1:19. Ap. 2:26-28; 22:16). ¡Jesús es «Lucifer» en el Nuevo Testamento!

Según fuentes etimológicas [2] , el vocablo latino Lucifer era un epíteto habitual del planeta Venus, aunque en ciertas ocasiones se aplicó también a la estrella Sirio. El nombre se debe a que Venus puede verse muy brillante al amanecer justo en la zona del horizonte donde va a salir el sol.

Todavía en época de Isidoro de Sevilla y en el s. VII d.C, Lucifer designa a Venus [3]. Así que no parece, por tanto, que hubiera indicios de que para este siglo Lucifer comenzara a evocar al diablo. Aún no…

Así que lo interesante es que durante un tiempo inicial, hubo comunidades cristianas que, al menos esporádicamente, que sí emplearon el término de «Lucifer» para referirse a Jesucristo:

«No tembléis, hombres; el dador de la vida es también el dador de su alimento. Buscad a Lucifer, el alimento del dogma celeste, para que multiplicando vuestra esperanza la alimente de vida incorruptible»  (poeta cristiano Prudencio; fines del s. IV d.C.), Psychomachia, 622-626)

Vaya historia ¿Verdad? ¡Jesús es nuestro portador de luz!, no el Diablo. De todos modos, estemos tranquilos 🙂 ¡No vamos a llamar Lucifer a Jesús a partir de ahora! No se trata de confundir. La fe siempre requiere de adaptación al contexto en el que se desarrolla para ser comprendida pertinentemente.

[1] Dionisio Byler, LÉXICO BREVE DICCIONARIO RAZONADO DE TÉRMINOS BÍBLICOS Y TEOLÓGICOS, Ediciones Biblioteca Menno, 2019, p. 12

[2] http://etimologias.dechile.net/?lucifer

[3] Isidoro de Sevilla, Origins, 5

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