El origen y los porqués del dogma del “pecado original”. Parte 4 de 6.
En los 3 artículos anteriores expusimos aspectos relativos a las consecuencias del pecado de Adán a la luz del Antiguo Testamento. Comprobamos cómo Génesis no asume la inmortalidad física de Adán y Eva antes de La caída como tampoco la imputación del pecado concreto de Adán en otras personas posteriores. Todo esto era algo impensable en el Antiguo Testamento. Vimos cómo la revelación progresiva en La Biblia derivó a una contundente censura de la idea de un supuesto pecado heredado por antepasados (Ezequiel 18: 2-4; 20. Isaías 53, 6. O Génesis 6, 5-7; 6, 21.). Vimos también cómo en el Nuevo Testamento esta luz progresiva en cuanto a que cada uno paga solo por su propio pecado queda ya firme y corroborada (Juan 9, 2-3. St. 1, 14-15). Sin embargo, nos encontramos con unas palabras de Pablo acerca del pecado de Adán que merecen ser analizadas para no incurrir en confusión.
El origen de la doctrina del “pecado original”
Antes de entrar en el análisis netamente bíblico de lo que Pablo dice, debemos saber que algunas de las primeras interpretaciones que señalaban una herencia imputada del pecado de Adán a todos los humanos fueron objeto de un arduo debate en el siglo II, con Ireneo a la cabeza. Curiosamente Ireneo no solían citar mucho La Biblia sino más bien argumentos filosóficos o de carácter moral. En otras palabras: A Ireneo y otros padres de la iglesia, el nuevo dogma del pecado original no les encajaba con la lógica y moral cristiana.
Hoy en Occidente, una mayoría de cristianos asume por inercia un pecado original heredado de Adán. Que una doctrina se vuelva dominante en un punto de la historia es un evento común cuando la Iglesia la convierte en dogma. Cuando así sucede, el debate se persigue, las voces críticas se silencian y solo queda la aceptación. Cuando llega el dogma, se acaba por asumir como La verdad. Y ojo, porque en el ámbito evangélico o protestante ocurre un proceso psicológico similar con las teologías dominantes en la comunidad a la que pertenecemos. Nadie quiere ser mal mirado sino aceptado.
Pero no todos los cristianos han interpretado así a Pablo. Ni mucho menos. La historia del cristianismo revela cómo “Hasta el período de Agustín, el Oriente cristiano no tiene el concepto propio de un pecado original que afecte a toda la humanidad, pero mantiene con vigor que la humanidad está en una situación de separación de Dios[1]”. Efectivamente, sería Agustín de Hipona (354-430) quien desarrollaría la antesala del dogma del pecado original (yal y como la mayoría actual lo entiende) influyendo determinantemente en nuestra Iglesia occidental. Siglos después, el agustino Lutero no se preocupó en exceso acerca de esta cuestión teológica y también mantuvo el dogma. A Lutero y los reformadores les preocupaban mucho más otras cosas.
Sin embargo, muchos analistas creen que la visión de San Agustín adoptada por la Iglesia no era estrictamente bíblica. De hecho, actualmente son numerosos los teólogos católicos que están invitando al Vaticano a replantear su postura al respecto.
Gnosticismo vs. catolicismo ¿Quién dominaría el mundo? ¡Ayudamos, Agustín!
Los historiadores dicen que el gnosticismo era el gran enemigo del cristianismo. Hasta tal punto que hubo un tiempo en el que no estaba claro cuál de las dos cosmovisiones se convertiría finalmente en la “fe” dominante del mundo mediterráneo. En este contexto, muchos creen que Agustín fue demasiado lejos en su énfasis para frenar el dualismo de las potentes corrientes gnósticas que pretendían separar lo espiritual de lo corporal.
Como decimos, aquella fue una gran batalla gorda en el seno de la Iglesia católica. Y por resumir cómo estaba la situación: Si la Iglesia concluía que había un pecado heredado del que era imposible huir, la idea de “escapar” del cuerpo pecador entonces se diluía. No hay escapatoria del pecado condenatorio. Así que -para no perdernos- el pecado original que planteaba Agustín dejaba al gnosticismo debilitado conceptualmente. El dogma del pecado original era el arma perfecta para la cristiandad y sus intereses. A la luz de este beneficio, las profundidades teológicas y de análisis bíblicos pasaban naturalmente a un segundo plano de importancia para la cristiandad dominante. No se podía desperdiciar un jaque mate ideológico de este calibre para un problema tan importante para la extensión del catolicismo como eran los movimientos gnósticos.
Otro elemento de las “lentes” con las que Agustín leía La Biblia fue su fuerte lucha personal con la sexualidad. El monje concluyó que el pecado original se transmitía por concupiscencia en la concepción de hijos durante las relaciones sexuales y que el sexo ¡Incluso dentro del matrimonio, era algo malo! Por tanto, esta idea tan negativamente distorsionada del sexo influyó en su hermenéutica bíblica: El pecado original heredado de Adán era para Agustín la concupiscencia sexual que tanto le atormentaba. Pero saber que aquella lucha era algo inevitable le ayudaba a asumirlo.
Pero nuestra pregunta sigue ahí: ¿Qué quería decir entonces Pablo en La Biblia al hablar del pecado de Adán? Bueno.. antes de llegar a eso… debemos aclarar alguna cosa más. Y una de ellas es que aunque en nuestros círculos cristianos se dar por hecho que no asumir la doctrina del pecado original es una herejía anti-bíblica, la realidad histórica y mundial actual es muy diferente.
Asomémonos un poco a esto…
Cientos de millones de cristianos actuales (también los judíos) no consideran bíblico el dogma occidental del “pecado original”
San Agustín no era oriental y no influyó del mismo modo en la teología de millones de cristianos orientales. Hoy “la Iglesia Oriental a diferencia de la Occidental, nunca habla del paso de la culpabilidad de Adán y Eva a su prole, como hizo Agustín. Al contrario, se considera cada individuo responsable sólo por la culpa de sus propios pecados[2]”.
Lo interesante es que la teología dominante oriental coincide al 100% con la del Antiguo Testamento que ya examinamos en el anterior artículo. Pero no solo son los cristianos orientales. Muchos judíos que veneran el Antiguo Testamento tampoco ven en Las Escrituras sagradas la imputación universal del pecado concreto de Adán. Ellos «interpretan la caída como el primer acto de libre albedrío del hombre […] La caída sería una elaborada alegoría del pasaje a la adultez y la autonomía[3]”.
La literatura extra bíblica en tiempos de Jesús
En la literatura extra bíblica más conocida en los tiempos del Nuevo Testamento, las interpretaciones judías eran variopintas. Es en ese periodo (s. II a. C-II d. C.) cuando se comienza a hablar por primera vez del tema en libros como 2ª de Baruc, 2ª de Esdras, La Vida de Adán y Eva, o las citas de Filón. Conocer esto nos ayuda a situar el porqué de las alusiones de Pablo en el marco de los debates de su tiempo sobre Adán. A diferencia del silencio dominante a lo largo del Antiguo Testamento (obviamente, excepto el relato de La creación de Génesis) ¡Hablar de Adán y a si era algo popular en su contexto!
El dogma del pecado original y sus daños colaterales teológicos
Bueno, ya hemos dicho que el dogma expuesto por Agustín levantó un gran entusiasmo en las esferas del poder por motivos claramente estratégicos. Pero claro, posteriormente, y una vez que la doctrina de San Agustín se instauró oficialmente, surgirían cuestiones teológicas complejas como consecuencia de un análisis más mesurado del dogma. Por ejemplo: Si Jesús no tuvo pecado y al mismo tiempo recibió el “ADN” adánico pecaminoso de su madre ¿Cómo conciliar su santidad plena (como Dios) con el pecado imputado trasmitido como humano? Estas preguntas nos pueden parecer un poco irrelevantes hoy. Pero levantaba viejas batallas teológicas acerca de la esencia divina y humana de Cristo. La Iglesia Católica trató de solucionar este conflicto con la doctrina de la inmaculada concepción de María, sin pecado concebida. Pero para muchos esta solución solo retrasa el problema a una generación anterior… a la madre de María ¿Qué pasó con ese ADN pecaminoso?
En cualquier caso, y a modo de curiosidad ¿Cómo solucionan este conflicto los protestantes que creen en este dogma de un pecado cuya herencia solo puede frenarse mediante la fe en el sacrificio de Cristo? ¿Cómo desaparece en el nacimiento del Jesús humano esta supuesta condena transmitida automáticamente a toda la humanidad? Creo que los protestantes de a pie no se han molestado demasiado en explicar este embrollo.
Pero si queremos ser bíblicos, nos toca esforzarnos un poco para analizar todo esto a la luz de La Biblia. Así que, vayamos ya, por fin, al asunto central de esta serie en nuestro penúltimo artículo: ¿Cómo comprender las alusiones de Pablo al pecado de Adán?
[1] Citado por Bernard Sesboüé y traducido del francés por José Pedro Tosaus Abadía en: El Pecado original: ¿Un código de falibilidad? , Revista Internacional de Teología Concilum, Editorial Verbo divino, febrero 20024, nº 304, p. 14
[2] https://ocamexico.org/ancestraloriginal
[3] Wikipedia: Pecado original/Enciclopedia sobre judaísmo