viernes, octubre 18, 2024

Paso 9. Inspiración en la REVELACIÓN progresiva

Cómo leer lo más difícil de La Biblia. Paso 9 de 15

Comprobar que algunos mandatos dados por Dios cambian durante La Biblia puede desconcertar a quienes se les enseñó que Las Escrituras presentan una foto teológica fija. Quienes piensan que el dictado de Dios no debería alterarse nunca citan textos que hablan de que en Dios “no hay mudanza, ni sombra de variación” (Santiago 1.17). O que Jesús “es el mismo ayer, hoy y por siempre” (Heb. 13, 8).

Y claro que Dios es el mismo. Pero para los humanos los cambios son parte de nuestra vida, de nuestra historia y de nuestra progresiva relación con Dios. Y lo mismo le ocurre al pueblo de Dios en La Biblia, que es una biblioteca de libros para un pueblo donde la inspiración divina no anula la historia del desarrollo del componente humano.

Qué es y qué no es la revelación progresiva:

Cuando hablamos de revelación progresiva nos referimos a un paulatino ajuste de la comprensión por parte del pueblo respecto a cómo es su Dios. Y esto es diferente a decir que Dios cambia. Este proceso progresivo lo vemos durante toda La Biblia hasta llegar a Jesús, quién es la Palabra encarnada definitiva, la luz que todo lo ilumina.

Este progreso dinámico a lo largo de la historia bíblica es el proceso que esperaríamos de un Dios que transforma a sus criaturas con pertinencia y con comprensión acorde a las circunstancias de cada tiempo y lugar. Las palabras de Jesús: “Se os ha dicho, pero yo ahora os digo…” ejemplifican la realidad de este avance hacia algo mejor que culmina en Él mismo.

Esta revelación progresiva conlleva en algunos casos la ampliación de la luz anteriormente revelada. En otros casos bíblicos (que veremos) implicará corregir o matizar creencias erradas que se manifestaron en un pasado en Israel cuando el pueblo aún no había comprendido correctamente determinados asuntos. En otros casos, las cosas cambian en La Biblia a medida que el pueblo camina y aprende. Esto es un proceso natural de la vida. Ocurre como con aquellas instrucciones que dimos a nuestro hijo cuando tenía cuatro años o el concepto que él tenía de nosotros. Los mandatos y las ideas tienen que cambiar cuando él madura y cumple los quince.

Cambios en la revelación: Las hijas de Zelofehad

Debido a este dinamismo progresivo que se espera en toda relación saludable es que la teología hebrea de La Biblia no es estática. Las personas necesitamos tiempo para recibir determinados conocimientos y esto lo vemos también en Las Escrituras. A modo de pedagogía sapiencial, la teología bíblica admite el diálogo e incluso la petición de cambio de parecer en aquello que Dios mismo ha dicho. Pero.. ¿¡Cómo puede ser eso!? Lo explicamos:

Puede que esto sorprenda a algunos, pero en ocasiones las respuestas de Dios a peticiones de cambio de cosas que él ya dijo previamente ¡Son aceptadas en La Biblia! Y esto es algo con lo que Dios ya cuenta, obviamente. Pero han quedado escritas para mostrarnos la conveniencia de esta revelación progresiva.

Ocurre en el caso de Abraham y su negociación para la destrucción de Sodoma en la que Dios va rectificando y cediendo a la petición de Abraham. O con las hijas de Zelofehad, cuando en tiempos de Moisés las mujeres se casaban pasando a ser parte de la familia del marido. Por entonces, para mantener las propiedades con titularidad masculina se establecía que las hijas no podían heredar. Así entendían los israelitas que Dios lo había decretado.

Pero ocurre que las desprotegidas hijas del fallecido Zelofehad protestaron a Moisés porque consideraron esta ley injusta (Números 26, 2 y 52-56). Y sucede que ante estas mujeres atrevidas que osaban cuestionar la ley, “Moisés fue a consultar a Dios, y Dios le contestó: “Las hijas de Zelofehad tienen razón. Dales el terreno que era de su padre” (Nu. 27, 7) ¡Wow!  

Aquí observamos un cambio de la ley para el beneficio de las hijas de Zelofehad y de las generaciones posteriores. Pero ¡Un momento!… Si la ley provenía de Dios mismo… ¿Se había equivocado entonces Yavé decretando previamente una ley injusta? … La respuesta es que esta no es la forma correcta de comprender el relato. Y esto es importante. Aquí La Biblia quiere exponer el beneficio de determinados cambios legales que viran hacia algo más justo y misericordioso. La lección, por tanto, es acerca del bien de la revelación progresiva guiada por el Espíritu. Y que esta inspiración puede incluir rectificaciones de leyes que hasta ese momento se pensaba que podrían provenir de Dios pero sin que realmente fuera algo cerrado y definitivo.

Ante estos hechos, también podemos pensar que existen leyes o mandatos que en su día si provenían de Dios pero solo provisionalmente para satisfacer circunstancias concretas y pasajeras que quizás ni conocemos. Pero que ya no valen para nuevas circunstancias, como fue el caso de estas hijas desheredadas.

Estas historias no empequeñecen la revelación divina. Lo que sí empequeñecen es la errada idea de un Dios estático en sus relaciones con nosotros.

Pero los cambios están por todas partes y son esenciales. En La Biblia, en la vida… Lo vemos en requisitos del Antiguo Testamento que por un tiempo parecían inamovibles hasta que posteriormente fueron removidos. Un ejemplo es la circuncisión, descrita como un «pacto eterno” (Ge. 17, 1-14). El término “eterno” -tanto en hebreo (olam) como en griego (aionios)- no siempre denota un “tiempo sin fin” como ocurre en nuestro idioma. Con frecuencia se traduce como “eterno” un término que se relaciona más con la inmutabilidad del sustantivo descrito durante un periodo de tiempo (aquí un pacto) pero que no tiene que durar necesariamente para siempre. Y así lo entendieron los cristianos del Nuevo Testamento cuando dejaron atrás la circuncisión y otros aspectos para derivar en algo mejor. Aquel pacto fue bueno para un tiempo, pero si hubiera durado más acabaría siendo malo. Por eso se abandona y se pasa a nuevas cosas.

El castigo por el pecado de los padres… ¡Dejad de decir eso ya!

Otro ejemplo de cambio a algo mejor y más justo es la idea de que el pecado se hereda de los padres. Este convencimiento aparece en los textos hebreos más antiguos, aunque, poco a poco, irá desapareciendo según avanzas Las Escrituras. En Éxodo 34, 6-7 se habla del Dios que “por la maldad de padres pide cuenta a hijos, a nietos, a bisnietos y a tataranietos”. Esta declaración se repetirá en alguna ocasión más durante Las Escrituras. Pero lo interesante es que este concepto será progresivamente matizado e irá cambiando hasta que la idea del pecado imputado por los padres desaparece en textos más tardíos (Sal. 86, 15-16; 103, 10; 145, 8-9).

El fin de esta progresiva corrección teológica culmina en Ezequiel 18, 2-4; 20, cuando “Dios también me dijo: «Los israelitas repiten a todas horas ese dicho: “Los padres la hacen, y los hijos la pagan”. Pero yo me pregunto por qué lo repiten. Porque yo les aseguro que ese dicho no volverá a repetirse en Israel. […] Ni el hijo tiene que ser castigado por los pecados del padre, ni el padre tiene que ser castigado por los pecados del hijo. […] Quien haga lo bueno recibirá lo que merecen sus buenas acciones; quien haga lo malo recibirá lo que merece su maldad”. Corrección completada. En La Biblia el pueblo es corregido en algunos puntos teológicos errados o imprecisos y avanza hacia una justicia más acorde al corazón real de Dios. Cuanto más se va conociendo a Dios, más se afina la visión del pueblo. Y esto es otra gran enseñanza bíblca.

Eunucos fuera, eunucos dentro

Otro ejemplo lo encontramos en Deuteronomio 23, 1, cuando se dice que “nadie a quien se le aplastan los testículos o se le corta el pene será admitido en la asamblea del Señor […] No entrará amonita ni moabita en la congregación de Jehová […] No entrarán para siempre” (Dt. 23, 1).

Pero luego Isaías responde y de nuevo corrige otra vez al Deuteronomio:

“No diga más el extranjero que sigue al Señor: “El Señor me separará de su pueblo”; y no diga el eunuco [el castrado]: “Soy un árbol seco”. Porque así dice el Señor: […] Yo los llevaré a mi Santo nombre y a mi casa de oración que será para todos los pueblos” (Is. 56, 3-8).

Esta corrección de Isaías es algo maravilloso siendo él quien dijo: “No os acordéis de las cosas pasadas, ni consideréis las cosas antiguas. Estoy a punto de hacer algo nuevo; ahora brota, ¿no lo percibes? (Isaías 43:18-19). Esto es magnífico también para nosotros hoy. Fijémonos en cómo en todos estos ejemplos que hemos expuesto los nuevos mandatos que corrigen a los antiguos son más liberadores, justos e inclusivos. La nueva perspectiva inclusiva de Isaías sería, por cierto, corroborada por Jesús (Mt. 19).

Veamos algún ejemplo más:

Los amigos de Job y nosotros

Los “amigos” de Job pusieron en boca de Dios interpretaciones equivocadas que eran populares entre los israelitas un tiempo antes. De hecho, rebatir aquellas creencias erradas es uno de los propósitos del libro de Job.

Estos amigos creyeron erróneamente que Job estaba siendo maldecido por Dios. Y seguramente debido a una interpretación literalista de Deuteronomio (capítulos 27 y 28) donde se dice que “si obedecen, serán bendecidos; Si desobedecen, serán maldecidos”. Así que antes de ser demasiado duros con estos amigos deberíamos entender que ellos pudieron pensar sinceramente que las acciones de Job tenían consecuencias a modo de bendición o maldición divina. Pero aquella rígida y descontextualizada lectura de algunos pasajes del Deuteronomio los llevó a destrozar aún más a quien ya sufría lo indecible.

Las palabras que estos amigos le atribuyen a Dios no sanaban ni hacían bien. Pero están en La Biblia porque así lo creían ellos. Están ahí para alertarnos del poder destructor de un literalismo falto de compasión y sin discernimiento.

Sin embargo, la revelación progresiva de La Biblia irá dejando atrás aquella interpretación literal y descontextualizada de Deuteronomio 27 y 28. La revelación divina irá mostrando que los hijos de Dios también vivimos calamidades y que estas no serán necesariamente consecuencias de nuestros malos actos.

Como Richard Rohr apunta, “la vida, y también la Escritura, consiste en dar tres pasos adelante y dos hacia atrás. En esto, el texto bíblico refleja la dinámica de la conciencia y el devenir humanos. Nuestra tarea consiste en averiguar a dónde conducen los textos que suponen tres pasos adelante [1]”.  ” 

También en el Nuevo Testamento

El discernimiento para comprender los cambios sigue de manifiesto en el Nuevo Testamento. En el Concilio de Jerusalén (Hechos 15), con el apóstol Pablo allí presente, se concluye “que no se inquiete a los gentiles” prohibiéndose que nadie coma de lo sacrificado a los ídolos (vs. 19-20).

Sin embargo, vemos que Pablo posteriormente les dirá a los corintios que sí pueden comer de lo sacrificado si su conciencia así se lo permite, pues para Dios un ídolo nada es (1ª Co. 8 y 10). Pablo no mantiene a rajatabla la resolución del Concilio, al menos pasado un tiempo. El apóstol ya había tenido sus roces con Pedro y otros discípulos acerca de este asunto y probablemente observó cómo creyentes de Corinto (quizás los más pobres) no tenían acceso a carne no sacrificada a los ídolos. Pablo entiende, por tanto, que el contexto ha cambiado y que en ahora pueden actuar de otro modo. De nuevo la liberación y la restauración de las personas sustituye a los odres viejos del legalismo ¡Es la progresión que tantas veces Pablo vio en el Antiguo Testamento! Ahora ya no había que circuncidarse y tantas otras cosas que debían ser dejadas atrás. El apóstol entendió que muchos mandatos de La Biblia no tienen intención de atemporalidad, sino que fueron expuestos como soluciones circunstanciales.

Como dice Peter Enns, La Biblia no es un manual sino una historia de Dios y de cómo su gente se ha conectado con él a lo largo de los siglos desde situaciones cambiantes. La Biblia funciona porque es también nuestra historia. Se asocia con nosotros, por así decirlo, modelando nuestro caminar cuando vamos creciendo en profundidad.

En palabras de Alejandro Rivas “La Biblia es revelada porque sus contenidos reflejan una experiencia humano-histórica de lo trascendente, propia de su contexto, que me sirve como una poderosa referencia para descubrir por mí mismo y bajo la guía del Espíritu, las respuestas a los problemas y desafíos – personales y colectivos– de hoy en día. Más que un recetario, la Biblia es la brújula del Espíritu. […] Cuando ponemos en un perfecto balance los elementos divino y humano de la Escritura, podemos evitar los riesgos de una lectura literalista y supernaturalista insensible a los contextos actuales. […] La mediación de lo finito, hay que reiterarlo, no juega en contra de la autoridad de la Biblia. Por el contrario, esta mediación nos muestra de manera profunda la manera en que el cristianismo concibe la divinidad: se trata de un Dios que no rechaza ni niega lo humano, sino que se vale de su fragilidad (finitud, labilidad, etc.) para entregar su mensaje. No debería sorprendernos, por tanto, que la Biblia misma pretenda resumir todo su contenido en el mandamiento del amor (Mt 22:34-40). […]  Creo que la Biblia es infalible porque las grandes líneas directrices en cuanto a la valoración del ser humano no solo me parecen universales, sino que advierto que continúan perennes […] La Biblia tiene autoridad sobre mi vida porque he experimentado los efectos de su mensaje en mi ser y veo que funcionan[2]”.

En el siguiente artículo veremos un ejemplo de contextualización de mandatos y principios bíblicos: Hablaremos de la poligamia de La Biblia y el matrimonio actual.

[1] Richard Rohr, La Biblia y su espiritualidad, SalTerrae, 2012, p. 12

[2] Alejandro Rivas Alva, El Eremita Facebook, Revista Renovación nº 89, 01/2021, pp. 55-64

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