El erotismo del Cantar de los Cantares
Todavía recuerdo nuestro primer Certamen de relato erótico con 800 € en premios que organizamos desde Delirante.org inspirado en el Cantar de los cantares. Fue una experiencia divertida a pesar de que, con diferencia, fue el certamen en el que menos cristianos han participado de los que hemos realizado.
¡Ay, los tabúes!
Y es que la propia motivación del libro de Cantares desafía algunas posturas cristianas. Comenzando por su autor que dedica el libro bíblico a la exuberante jovencita que incorpora a su ya amplísimo harén: «Tengo 70 reinas, 80 concubinas y un número incontable de doncellas. Mas una es la paloma mía, la ideal mía» (6, 8-9).
Yendo al asunto de los eufemismos y traducciones del Cantar ¡Da para todo un libro XXX! Y lo cierto es que los rabinos no tuvieron problemas con este libro… que, eso sí… lo interpretaban de forma alegórica, claro. Los dos pechos jugosos eran las dos tablas de los mandamientos y esas cosas. Ósea que sí… que también era tabú para los rabinos de los primeros siglos de nuestra era.
Por detenernos en el capítulo 7 como ejemplo… el término Sulamita que ahí aparece es más un adjetivo que un nombre propio. Una de las teorías más aceptadas entre los eruditos es que podría significar “la mujer 10” o “El pibón” (¡Fuera de broma!) jaja
Luego está el asunto de los ombligos o el vientre del que el hombre bebe vino. Los términos hebreos para ombligo o vientre son algo ambiguos y no puede asegurarse que se refieran exclusivamente a estas zonas. Puede que quizás se refieran a una forma más amplia que incluya los genitales de la sulamita.
En cualquier caso, Cantares no tiene problemas con un erotismo explícito que no pierde la elegancia:
“Eres alta como palmera,
y tus pechos son dos racimos.
He pensado en treparme
y hacer míos esos racimos” (7, 7-8)