miércoles, noviembre 6, 2024

Entrevistamos a una stripper

“Percibo la aflicción de quienes huyen hacia el sexo”

Están en las ferias eróticas. Pagan para tener encuentros con prostitutas. Salen en televisión. Han hecho su propia película… Y predican el evangelio. JC’s Girls (Las chicas de Jesucristo) es una agrupación que se dedica a la ayuda integral y evangelización de mujeres que trabajan en la industria del sexo, una labor que realizan principalmente ex prostitutas y ex strippers, aún jóvenes en su mayoría. La popular revista San Diego Magazine hizo que Theresa Scher y su labor fuesen famosos en California tras el reportaje titulado Salvados por la stripper, expresión que lo dice todo.

Theresa Scher, ahora de 31 años, fue bailarina de streptease y no había sido educada en un ambiente religioso. A los 21 años tuvo un hijo fruto de un embarazo no deseado. Se casó, y gracias a los 30.000 dólares que cada mes ingresaba pudo pagar el colegio privado de su hijo, apoyar a su familia y vivir una vida de desenfreno de alto nivel. Sin embargo, tiempo más tarde se divorció, y a pesar de lo que tenía que mostrar en su trabajo, el mundo en el que se movía le provocaba cada vez más aversión hacia los hombres.

Fue tan sólo  hace 3 años cuando vio un reportaje de la CNN a la atractiva Lori Albee, fundadora de las JC´s Girls, contando por qué dejó la industria del sexo y por qué ahora animaba a otras chicas a hacer lo mismo y a seguir al Jesús de la Biblia. De repente todo empezó a tener un sentido para Theresa.

Delirante charló con Theresa, líder de las peculiares JC’s Girls en San Diego, un movimiento que alcanza ya a unas 150 chicas. Y aunque dicen que ella era la típica chica afable y buena estudiante de California, su infancia estuvo marcada por la ruptura matrimonial de sus padres, el alcohol, las drogas y la culminación de su primera juventud con aquel embarazado no deseado. Ahora, aquel hijo de ya 10 años, Dios y su pasión por ayudar a otras mujeres fundamentan ahora una vida llena de retos y esperanza.

DELIRANTE: Theresa ¿Qué te hizo cambiar de vida?

THERESA: Fue el darme cuenta de que necesitaba a Jesús para llenar el vacío en mi vida, un vacío que estaba llenando con muchas cosas, todas ellas irrelevantes.

D: Y a día de hoy, ¿Te hace sentir mal que te recuerden tu pasado como stripper?

T: En absoluto. El mundo ensalza esta industria a través de la música, películas, vídeos. Precisamente gracias a mi pasado “caliente” llamo la atención de la gente pudiendo compartir el evangelio de Jesucristo a través de lo que fueron mis experiencias personales en este negocio.

D: ¿Qué le dirías a la gente que busca sexo y se encuentra con una historia como la tuya?

T: Todos buscamos algo, ya sea sexo, dinero, drogas, amor, paz, o un largo etcétera. La realidad, tal y como yo la veo, es que en el fondo todos estamos buscando a Cristo. Los hombres que se me acercaban en busca de sexo también estaban heridos, perdidos y con necesidad de algo más. Al final de mi carrera como bailarina, empecé a dedicar de nuevo mi vida a Cristo y compartía mi nuevo compromiso con mis clientes. Todos estaban muy familiarizados con Él, e incluso algunos rompían a llorar, llegando a entender que Jesús era lo que faltaba en sus vidas.

 D: Vas y hablar de tu testimonio a otras strippers y de lo que Jesús significa para ti ¿Qué es lo que más te llama la atención cuando vuelves a esos lugares?

T: Lo que más me toca es el quebranto enmascarado tras las luces, el humo, el alcohol, el maquillaje y la sensualidad. Percibo la aflicción, no sólo en los ojos de las chicas, sino también en los chicos que huyen hacia el sexo. Eso me acerca hacia ellos, pues yo era igual, hasta que descubrí la verdad de que Dios tenía una vida mejor esperándome.

D: Esperamos un día verte en Madrid compartiendo tu experiencia con mujeres y hombres. Gracias por atender a los lectores de Delirante.org y gracias por tu valentía.  

T: Dios te bendiga Luis, y gracias por dejarme compartir mi vida con vosotros. Deseo que Dios esté contigo en todos tus esfuerzos.  

Los comienzos de las Chicas de Jesucristo

Heather Veitch es una de las chicas JC que llamó la atención de mujeres del mercado del sexo taly como le ocurrió a Theresa Scher. El testimonio de Heather fue elegido para lanzar la película documental The pussycat preacher, cuya traducción sería algo así como La gatita predicadora. Hace algunos años Heather trabajaba como stripper, mientras que su amiga Lobert solía hacer de mujer consorte de hombres que la contrataban como dama de compañía durante sus estadías en las Vegas. Veitch no ha perdido su atractivo físico: Es alta, curvilínea, rubia y de ojos azules, sirviéndose de sus cualidades para evocar fantasías como stripper por todo Estados Unidos. Además de una voz ingenua, a los 32 años Heather tiene una biografía intensa: un matrimonio roto por violencia, un hijo a los 18 años, un lustro como stripper, cuatro apariciones en películas porno de serie B y una segunda hija con su actual esposo, desahuciado por cáncer cerebral.

Pero ahora todo es diferente. La misión de Heather se da una vez al mes, cuando con algunas voluntarias parte hacia los clubes nocturnos. «Entramos y, al azar, compramos una sesión privada de baile con una de las chicas. Son sólo tres minutos, los pagamos y cuando la tenemos en frente, les sugerimos que no lo hagan más, que le traemos fe«. Como Heather ya es famosa por apariciones en la prensa, varias chicas la reconocen y se le acercan a pedirle consejos, a contarle problemas. A estas chicas les invita sin presión a que puedan ir a la iglesia para que prueben a ver como se sienten en ese ambiente. Antes de concluir el hay unos minutos que se aprovechan para orar por ellas y por sus problemas y se les ofrece una serie de recursos y materiales que les pueden ayudar para lograr que salgan de la industria del sexo.

VEITCH DESNUDA SU ALMA

Heather empezó a bailar en bikini en 1995, cuando a los 21 años se encontró sola, sin dinero y con un hijo. En ese entonces ganaba entre 200 y 700 dólares por noche. Ahorró hasta poder pagar una operación de busto de 5.000 dólares que le trajo sus primeras ofertas para actuar en películas pornográficas de bajo presupuesto. Grabó cuatro, le pagaron menos de lo que le había costado la cirugía y volvió a las tablas de los cabaret.

En este regreso al baile, por sacarse la parte de arriba del bikini llegó a ganar 2.000 dólares la noche. Pero ante el dinero fácil, el alcohol y la soledad decidió retirarse. Fue entonces cuando llegó a la Iglesia, se casó con su estilista, Jon Veich, estudió maquillaje y peluquería, tuvo otra hija, y borró de un plumazo su pasado, hasta que poco después se enteró de que una de sus mejores amigas stripper había muerto sola por alcoholismo y droga.

«Nunca hablé nada de mi pasado con nadie, pero este episodio rompió de verdad mi corazón y supe que tenía que regresar y hablar con las chicas de que existe otro camino, y que Dios se ocupa de nosotras también«, cuenta Heather, quien busca que no se sientan solas.

Esta nueva María Magdalena de Las Vegas dice que casi no ha recibido ningún trato hostil por parte de las personas que ella trata de alcanzar en las Vegas, ni siquiera por parte de quienes no están en lo absoluto interesados en su mensaje; pero que en las iglesias el trato no ha sido del todo igual, ya que según ella, ha encontrado que algunas iglesias no están interesadas en que personas de la vida nocturna sean invitadas a sus congregaciones. A fin de cuentas, lo mismo le pasaba a Jesús cuando se relacionaba con naturalidad con prostitutas o marginados sociales como los leprosos, pues no es lo mismo ser religioso que vivir liberado por el evangelio de Jesucristo que quita ataduras y adiciones.

El reto de reconciliarnos con aquel a quien desnudaron, no en una barra de cabaret, sino en la cruz del Calvario, es el reto que plantean estas chicas. Ese Jesús que dijo: “yo he venido para hacer todas las cosas nuevas” . Quien se crea mejor que estas chicas que tire la primera piedra. La culpabilidad del pasado o la imperfección del presente no pueden ser un lastre para nacer a otro tipo de vida inundada por la esperanza.  Aún así, ¿No es un streaptse del alma mucho más difícil que uno del cuerpo? ¿Qué tipo de desnudez puede realmente liberarnos?

Entrevista y reportaje realizados por Delirante.org

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