sábado, marzo 15, 2025
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Parte 3 de 6. PECADO ORIGINAL. ¿Condenados por el pecado de Adán? ¿Qué dice el Antiguo Testamento?

¿Condenados por el pecado de Adán… o por los nuestros? ¿Qué dice el Antiguo Testamento? Parte 3 de 6

Tras habernos acercado en el anterior artículo a algunos problemas para conciliar la evolución con la inmortalidad y otros aspectos observados en el libro de Génesis, debemos decir que la imputación universal por causa del pecado concreto de Adán fue algo impensable a lo largo del Antiguo Testamento. Basta echar un ojo a las innumerables explicaciones del Pentateuco (los 5 primeros libros de La Biblia) acerca de la limpieza del pecado, el templo, la ley, los ritos… Todo ignora completamente cualquier relación de imputación o culpa heredada de parte de Adán. Y esto incluye todo el contexto del mismo relato fundacional (Gn. 1-3) donde tampoco se presenta La caída como un acto de infección a toda la humanidad posterior. Si eres u cristiano de toda la vida, quizás esta evidencia bíblica te resulte sorprendente. Pero aún hay más…

El término “pecado” no aparece en La Biblia hasta el capítulo 4 de Génesis con Caín y Abel. Curiosamente, y lejos de apelar a la supuesta culpa “recién” heredada de su padre Adán, el pecado es presentado como algo que “está acechando en la puerta” y que “no obstante, tú puedes dominarlo” (4, 7).

Esta primera alusión al término pecado armoniza con el resto del Antiguo Testamento en el que el Israel de la alianza no se presenta como incapaz de agradar a Dios. La ley y los profetas asumen la posibilidad del pueblo de agradar al Señor, de ser justos y rectos mediante la obediencia a La ley de Dios. Israel nunca se describe como anulado o condenado por causa del pecado de Adán ¡En absoluto! No son zombis.

Ciertamente, durante un tiempo en La Biblia algunos pensaban que el pecado de los padres se heredaba durante varias generaciones. Hasta la cuarta generación se llega a concretar en alguno de los textos más antiguos de La Biblia (Ex. 20, 5; 34, 7). Pero incluso en estos textos tampoco se señala a Adán y Eva como culpables. Nunca. De hecho, serían las propias Escrituras quienes en su luz progresiva finalmente zanjarían este asunto afirmando contundentemente que cada uno paga por sus propios pecados, no por herencia de ningún tipo:

Dios también me dijo: «Los israelitas repiten a todas horas ese refrán que dice: “Los padres la hacen, y los hijos la pagan”. Pero yo me pregunto por qué lo repiten. Porque yo les aseguro que ese refrán no volverá a repetirse en Israel. La vida de todo ser humano me pertenece, tanto la de los padres como la de los hijos. Sólo morirá aquel que peque. […] Ni el hijo tiene que ser castigado por los pecados del padre, ni el padre tiene que ser castigado por los pecados del hijo. Sólo morirá la persona que peque. Quien haga lo bueno recibirá lo que merecen sus buenas acciones; quien haga lo malo recibirá lo que merece su maldad” (Ezequiel 18: 2-4; 20 (TLA). Ver también: Isaías 53, 6. Génesis 6, 5-7; 6, 21.)

A pesar de todo, el debate de la culpabilidad heredada de los padres seguiría aún abierto en algunas ramas del judaísmo del siglo I. Esto se observa cuando a Jesús le preguntan: “Rabí, para que este hombre haya nacido ciego, ¿quién pecó, él o sus padres?Ni él pecó, ni sus padres — respondió Jesús” (Juan 9, 2-3).

Ya en línea con lo que hemos leído en Ezequiel, autores como Santiago vincularían la muerte espiritual a las acciones pecaminosas personales: “Cada uno es incitado a pecar por su propia avidez, que lo arrastra y lo seduce. Después la avidez concibe y da a luz al pecado, y el pecado, una vez consumado, origina la muerte.” (St. 1, 14-15). Esto puede parecernos normal, pero en una antigüedad en la que el pecado a menudo es considerado como algo comunitario e imputable como herencia, la idea de pagar por aquello de lo que uno mismo es responsable resultaba bastante desafiante y liberador: Yo soy condenado únicamente por mi pecado, no por el de Fulanito.

El pasado de la humanidad está lleno de misterio. No sabemos bien qué pasó al comienzo del todo ¿Cuándo llegamos a ser verdaderamente humanos? … Pero sí sabemos que el futuro lo observamos con esperanza en Jesús. Y esto será en lo que insista el Nuevo Testamento. Ahí se nos revelará mucho más claramente la realidad de una vida eterna junto a Dios y que nuestro pecado ha sido perdonado.

Sin embargo, en el Nuevo Testamento encontramos también algunas palabras como las del Apóstol Pablo que hablan del pecado de Adán y de sus consecuencias. Y por esto los cristianos que consideramos La Biblia como guía nos preguntamos: ¿Qué hacemos con las palabras de Pablo sobre el pecado de Adán? ¿Cómo entender aquello que hoy llamamos pecado original cometido por Adán?

Esto lo veremos en el siguiente artículo

Paso 15. Rodeados de incertidumbres, firmes en la roca

Cómo leer lo más difícil de La Biblia. Paso 15 de 15. Fin de la serie.

Llegamos al último capítulo de esta serie para abordar una pregunta típica que muchos creyentes se hacen después de haber comprendido que existen mandatos de La Biblia que no se escribieron para nosotros hoy.

Y la pregunta es la siguiente: «Pero entonces: ¿No existe un riesgo de subjetividad al decidir nosotros qué mandatos son para nosotros y cuáles no?»

Y la respuesta es que sí, que ese riesgo existe… como muchos otros riesgos que forman parte de la toma de decisiones. Y por eso se nos ha dado discernimiento, capacidad de aprendizaje y la guía de Dios. Interpretar La Biblia no siempre es fácil… aunque hay ayudas que Dios nos proporciona. Veamos:

Aunque estamos condicionados y limitados, no todo es absolutamente relativo. Existen elementos objetivos que pueden ayudarnos a discernir una aplicación pertinente de pasajes difíciles de La Biblia.

A continuación algunos principios:

  1. Humildad: Todos interpretamos

Siempre hay un grado de subjetividad en nuestra interpretación de toda narrativa que es siempre interpretada. Tras leer La Biblia, nadie se amputa un miembro de su cuerpo como Jesús dijo que hiciéramos (Mateo 5, 29-30). Tampoco nadie, o casi nadie, “vende todo lo que tiene y se lo da a los pobres” (Mc 10, 21) como también dijo Jesús a quien le hizo una pregunta tan universal y atemporal como “¿Qué debo hacer para heredar la vida eterna?” (vs. 17).

Todos decidimos qué mandatos deberíamos aplicar literalmente a nuestras circunstancias y cuáles no. Y así debe ser si se hace correctamente.

La buena noticia es que, a pesar de que nuestras limitaciones comprensivas, Dios actúa en nosotros con nuestras miserias, grandezas y contradicciones. Eso es algo que vemos en la acción de Dios sus siervos a lo largo de toda La Biblia. Esto nos da paz y ayuda a centrarnos en lo esencial que sí está más claro en La Biblia. La clave es leer La Biblia  mediante “el filtro” de Jesús, el Señor y sustentador de todo, el «logos», La Palabra divina encarnada.

El Dios de Jesús no nos pide ser doctores en griego y arameo bíblico para poder tocarnos con su Espíritu. Pero esto no es excusa para no hacer aquello que sí está en nuestras manos.

Nuestra labor coherente es buscar el discernimiento e incluso la creatividad para extraer de La Biblia aquellas aplicaciones liberadoras para hoy. En algunas áreas lo conseguimos más fácilmente y en otras necesitaremos de un proceso de aprendizaje en el que también seremos moldeados desde nuestros aciertos y torpezas.

El camino en el cristianismo es siempre un fin en sí mismo ¡Ven y sígueme! Y en los evangelios vemos que Jesús hizo tantas cosas importantes “yendo de camino a…”. En El camino sucede la vida, aunque aún no veamos la meta que aguardamos en esperanza.

  1. Que La Biblia no sea siempre clara… es algo bueno. Nos recuerda que no somos Dios y nos empuja al discernimiento.

La realidad de nuestra subjetividad también nos conduce a aspectos positivos como la libertad. Por eso (y como ya vimos en anteriores artículos) en La Biblia Dios también permite que sus hijos cuenten las historias tal y como ellos la vivieron. En los desahogos, dudas o quejas expuestas con más intensidad en libros como Salmos, Lamentaciones o Habacuc también se manifiesta la cercanía y gracia de Dios en nuestras vidas.

La subjetividad de los siervos de Dios en La Biblia es también un reflejo de lo que ocurre en nuestras comunidades de fe y en cada uno de nosotros. Es de agradecer que estén en La Biblia.

Igual que los personajes bíblicos, nosotros también somos únicos, raros, contradictorios, bellos, falibles, influenciables, pobres, egoístas, sufridores, ingenuos…

La Biblia es una biblioteca que albergan diferentes intenciones y géneros narrativos que son expresados mediante los códigos de su propia cultura. Como en la película El libro de Eli de Denzel Washington, muchas personas ven en La Biblia un objeto que puede ser domesticado desde su arrogancia interpretativa para excluir desde el miedo.

Pero la verdad que libera es aquella en la que en “el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor involucra castigo, y el que teme no ha sido completado en el amor” (1ª Juan 4, 18).

Jesús afirmó no haber venido “para destruir almas, sino para salvarlas.» (Lucas 9, 56). E incluyó en su misión preferencial a los perdidos, a los parias, “porque toda La ley se resume en amar a Dios y al prójimo” (Mateo 22, 39-40).

El misterio, lo chocante y lo raro de La Biblia debería fomentar entre nosotros un diálogo y humildad como marca de la casa de acogida llamada Iglesia. Aunque suene paradójico, pretender tenerlo todo atado “claramente” en doctrina tiene más que ver con la falta de fe que con creer de verdad. El afán de control es una tentación.

La serpiente del Edén aseguró que podíamos conocer todo aquello que Dios conoce. Y eso es lo que piensan de sí mismos y de su interpretación muchos cristianos. Aquel reptil infiltrado en El paraíso nos conoce y sabe que en nuestra sed de certezas es insaciable.

En palabras de Adrián Aranda, “el fundamentalismo […] no es más que huir de la incertidumbre propia de la condición humana, finita, mortal. […] El texto [bíblico] debe pasar inevitablemente por el tamiz de nuestra constitución humana y eso lo altera, lo vuelve interpretación […] ¿Acaso no dice Pablo que vemos a través de un espejo borroso? ¿Por qué negar esto o seguir intentando limpiar el espejo? Lo borroso nos es inherente […] [1]”.

La incertidumbre nos recoloca en la fe y el amor

Las diferencias entre sinceros servidores de Jesús que creen en La Biblia como inspirada por Dios tiene más que ver con cómo la interpretamos y dónde establecemos las líneas rojas que separan la pluralidad interpretativa de la herejía.

Y esto no es tan sencillo como afirmar que el hereje es siempre el otro o que “todo está muy claro en La Biblia”. Lo que sí es una herejía es poseer una concepción demasiado alta de nosotros mismos como intérpretes.

Algunas rupturas entre hermanos son especialmente dolorosas cuando desde un falso “amor a la verdad” se rompen los puentes. Pero: ¿Nos hemos fijado en cómo toleramos “la herejía” de nuestros seres más amados? ¿Verdad que no los excluimos tan fácilmente de nuestra vida como al hermano que nos cae mal?

A muchos cristianos nos hubiese gustado que La Biblia hubiera sido más explícita respecto al futuro. Pero se nos dejó el libro de Apocalipsis ¿Y por qué no algo más claro? ¿Por qué recurrir a extrañas imágenes de un género oriental ya desaparecido que ha generado inagotables especulaciones? Quizás el misterio esté ahí también para llevarnos a una adoración genuina.

La inestabilidad de la interpretación humana no es tanto una debilidad humana como un instrumento de Dios para nuestra transformación. Determinada incertidumbre expuesta en La Biblia no es una falla sino un medio por el que el Espíritu nos moldea.

Aquello que se nos ha mostrado en Jesús debería ser suficiente para seguir con confianza en esta aventura. Todo lo que veo en Jesús me es suficiente para vivir y amar al otro.

Cuando el Maestro manda a sus discípulos en misión les dice que vayan sin mochila, sin cargas extras. Les dice que vayan con lo puesto:No llevéis nada para el camino: ni bastón, ni zurrón, ni pan, ni dinero. Ni siquiera ropa de cambio” (Lucas 9, 2-3). (Esto es algo que, por cierto, nadie hace hoy literalmente).

De esto trata el viaje. De seguir a Jesús con lo básico a la vez que confiados en que al final nos espera el abrazo del Padre. En ese momento todas nuestras preguntas y diferencias carecerán ya de importancia. De momento tenemos “la fe, la esperanza y el amor; y la mayor de todas: el amor” (1ª Co. 13, 13) ¡Más que suficiente!

[1] https://www.pensamientoprotestante.com/2020/11/una-introduccion-al-cristianismo_21.html

Paso 14. Barbaridades en el nombre de Dios

Cómo leer lo más difícil de La Biblia. Paso 14 de 15

En el artículo anterior expusimos algunos conceptos para comprender y contextualizar aspectos de La Ley de Moisés que hoy nos resultan despiadados o injustos (¡Échale un ojo antes de continuar!). En esta segunda parte ampliaremos principios hermenéuticos que necesitamos para abordar lo más chirriante de La Biblia.

Y es que los textos más crudos de La Biblia también pueden aportarnos algunas lecciones. Por algo están ahí. A menudo nos hablan de las consecuencias del mal, del daño que produce nuestra arrogancia, del racismo o de la instrumentalización del nombre de Dios. Lo más horripilante de La Biblia también es una advertencia para no repetir la historia y valorar hasta donde ha llevado Dios a su pueblo en su misericordia ¡Cuántas barbaridades se han hecho y aun así Dios no nos ha abandonado! Son muchas las enseñanzas que albergan los relatos más repudiables que a menudo no fueron escritos para que hoy los justifiquemos como éticamente aceptables.

En el nombre de Dios

Bienaventurado será quien estrelle a vuestros hijos pequeños contra las rocas” (Salmos 137, 9).

En ocasiones las narraciones bíblicas tienen como propósito impactar desde las consecuencias de determinados actos o desde el desconsuelo de sus protagonistas. Un ejemplo es cuando el salmista exclama “Bienaventurado será quien estrelle a vuestros hijos pequeños contra las rocas” (Salmos 137, 9). Nadie borró de La Biblia este desahogo desesperado que tenía como causa la opresión del enemigo. Y es que a Dios no le importa que el autor se exprese con sinceridad, aunque sea una barbaridad lo que el salmista dice.

Pero reventar niños contra las rocas no es un mandato divino ni una buena idea, aunque lo diga La Biblia. En Las Escrituras se dicen muchas cosas y es probable que en este caso también sea una manera hiperbólica de hablar, como tantas otras de nuestras expresiones actuales (algunas políticamente incorrectas) tipo: ¡Te voy a partir la cara como no te comas la sopa! o ¡Al Infierno con ellos!, entre otras. Pero nadie toma una sierra y parte en dos trozos la cara un niño porque no se comió la sopa. Así que ante un texto como Salmos 137, 9 que se ha usado para señalar a La Biblia como bárbara, el lector sin prejuicios puede descubrir unas Escrituras que no censuran la rabia del salmista. Esto es lo que a menudo también esperamos que un Dios compasivo haga con nosotros ¿No es cierto?

La libre exposición de una vivencia personal es en realidad un aspecto precioso de La Biblia. Como cuando el salmista dice “ya soy viejo, y no he visto ningún justo desamparado, ni a su descendencia mendigando pan” (Salmos 37, 25). No se trata de una promesa de prosperidad económica para todo creyente de cualquier tiempo y lugar. No. Se trata de la experiencia del salmista, quien de algún modo expone el principio general de que todo justo se esfuerza, siembra y -a diferencia del injusto vago e irresponsable- recoge el fruto de su trabajo. Esto fue lo que él vio, aunque por desgracia esto no es una regla matemática para cualquier contexto. Ni mucho menos.

El punto es que el relato del salmista, su alabanza, su clamor o su queja fueron conformadas por sus experiencias que son manifestadas delante de un Dios vivo y cercano.

Como afirma Dionisio Byler, La Biblia en ocasiones “sencillamente nos informa de que hubo personas capaces de pensar que Dios inspiraba tal o cual acción, pero obligándonos a decidir hoy que se equivocaron y proponernos solemnemente que nosotros nunca jamás caeremos en tamaño engaño. Todo lo que pone la Biblia, entonces, es cierto. Tan cierto como que estas barbaridades —y también estos logros y esta belleza de espíritu— son parte del registro histórico de la humanidad y ocurren cada día en nuestra propia generación[1]”.

Guerra santa

En otras ocasiones, ocurrirá que determinadas barbaridades tendrán cierto sentido en su contexto. En La Biblia vemos batallas que se consideraban guiadas por Dios en la que la destrucción del cruel malvado enemigo era considerada como con la extirpación violenta de un cáncer. (Para más explicaciones: “Guerra y violencia en el Antiguo Testamento”)

En La Biblia también aparecen personas que atribuyen a Dios ideas que no vienen realmente de él, como los amigos de Job.  Cristopher J.H. Wright, en su libro con prólogo de John Stott, recuerda que hay “casos en el Antiguo Testamento en que la gente pensó que Dios quería algo y más tarde encontraron que estaban equivocados […] Hay ejemplos en los que Dios rechaza la violencia excesiva, aun cuando el que la cometía pensaba que estaba actuando por mandato de Dios. Jehú, por ejemplo, fue ungido por Elías con la comisión de destruir la casa del apóstata Acab y Jezabel (2 Reyes 9:6-10). Convirtió el asunto en un baño de sangre y exterminó a todos los sacerdotes de Baal. Más tarde, Oseas condenó aquellas acciones (Oseas 1:4)[2]”.

Brian McLaren experimentó cómo un enfoque contextualizado de La Biblia le había “liberado de la necesidad de defender la violencia que se encuentra en la Biblia, a menudo atribuida a Dios. También me ha liberado del extremo opuesto: la necesidad de desechar la Biblia, debido a esta violencia”[3].

“No he encontrado ni una mujer buena”

“He encontrado un hombre bueno entre mil, pero no he encontrado una sola mujer buena” (Eclesiastés 7, 28). Nos equivocamos si decimos que La Biblia es misógina porque nos expone textos de frustración personal.

¿Y en qué sentido este versículo podría ser “Palabra de Dios”? En él se muestra un corazón herido por malas experiencias. Es bueno ver cómo aquellas bajezas (así como las grandezas) pudieron ser arrojadas delante de Dios sin reproche. A Dios no le importa que el autor se exprese con sinceridad, aunque sea una triste conclusión la del autor.

Y quién sabe si tras aquellos desahogos los autores comenzaron a ser sanados ¿Y qué sería de nosotros si Dios nos rechazase por nuestras injustas conclusiones o contradicciones? Ni uno de nosotros se libraría. Y de esto también nos habla La Biblia. Damos gracias a Dios por cómo es, por su compasión y acompañamiento en medio de nuestras miserias.

Discernimiento y mirada a través de Jesús

Muchas bendiciones o maldiciones en La Biblia simplemente describieron el corazón de aquella persona en aquel momento. En ocasiones nos hablan más de la visión que ellos tenían de Dios y de sus necesidades que de cómo es Dios en realidad ¡Y cuantas veces tuvo que corregir Jesús a sus discípulos por esto! Cuántas veces les dijo que las cosas no eran exactamente tal y cómo se les dijo. Y en todo esto La Biblia apunta a Jesús. En su persona encontramos, el camino en el que interpretar la vida, a menudo desde procesos de aprendizaje que combinan el acierto y el error. En esto consiste también La gracia.

En el siguiente y último artículo de esta serie hablaremos de cómo abordar la incertidumbre anclados en Jesús

[1] Dionisio Byler, Todo lo que te preguntabas sobre La Biblia, Biblioteca Menno, 2014, pp. 112-113

[2] Cristopher J. H. Wright. El Dios que no entiendo, Vida, p. 90, 2010, prólogo de John Stott

[3] Brian McLaren, La Biblia no es el problema, 03-04-2017 laconversacionencurso.org

Paso 13. Jesús ante el horror y lo bueno de La Ley de Moisés

Cómo leer lo más difícil de La Biblia. Paso 13 de 15

Llegamos a la parte más popular de La Biblia en cuanto a sus problemas morales: ¿Qué pasa con la crueldad y mandatos bíblicos más atroces? ¿Pudieron ser ordenados por un Dios bondadoso?

Vayamos por partes… Comenzando por algunos conflictos que se nos presentan al acercamos a La Ley de Moisés.

Algunos cristianos han tratado de solucionar estos problemas éticos dividiendo La Ley en tres partes clasificadas habitualmente como ceremonial, legal y moral. Según esta explicación, la parte moral sería aquella parte perpetua, la aún vigente incluso para los cristianos. Por otro lado, la supuesta parte ceremonial y la legal quedarían abolidas para hoy por estar pensadas para aquella teocracia anterior a Jesús.

Bien. Pero, ¿Es esta una respuesta convincente? ¿Es esta división tripartita acorde a su contexto? Lo cierto es que no del todo, pues para los judíos del Antiguo Testamento La Ley era un todo que no concebía de esta forma tripartita (moral, ceremonial y civil). No entendían de separaciones entre Iglesia y Estado.

¿Existen leyes «civiles, no morales»?: Esclavos y teología dominante

En segundo lugar, señalar algunas leyes hebreas como “las morales” dejando al resto de mandamientos fuera, es inadecuado porque toda ley de cualquier época está siempre sostenida por argumentos morales.

La regulación de la esclavitud (Lv. 25), por ejemplo, es un tipo de ley legal o social, pero también  moralmente aceptable  en la antigüedad e incluso para muchos cristianos occidentales que la justificaban hasta el siglo XIX. La Ley de Moisés exponía algunas directrices que dignificaban al esclavo, cierto. Pero también decía cosas como que puede ser apaleado hasta morir si sobrevive “uno o dos días, porque es propiedad de su dueño” (Ex. 21, 20-21). Esta concesión que hoy nos horroriza se fundamentaba en que los esclavos pertenecían a sus dueños como también sus hijas o mujeres.

Por esto no debemos engañemos con piruetas argumentativas imposibles o realizando juicios desde nuestra cultura actual: Aquello era moralmente aceptable en su momento. Pero no lo es para una visión cristiana actual.

Si hoy desechamos la esclavitud es porque entendemos que no es digno a la luz de Jesús, no porque hayamos conseguido averiguar que la regulación de los esclavos no pertenece a una supuesta parte moral de La Ley de Moisés sino a la sección legal o ceremonial. No. Esos «argumentos» son solo un salto al vacío, una apologética suicida.

La clave, por tanto, no trata de negar el proceso moral de su tiempo sino asumir que Dios aún tenía que “soportar” ideas enquistadas en aquella cultura. Como creyentes en la inspiración de Las Escrituras sí podemos decir que el Dios de Israel se asoma en el progreso humanizador de una esclavitud que, a pesar de todo, era menos cruel que en sus naciones vecinas.

Pero no estamos llamados a justificar ni a blanquear aquella esclavitud con argumentos de cristal. Debemos admitirla con naturalidad sabiendo que aún no habían llegado a una revelación de Dios más plena en Jesús.

Que hoy, por ejemplo, no consideremos la esclavitud éticamente correcta es gracias en gran parte a esos abolicionistas cristianos que se enfrentaron a una mayoría religiosa que entendía de forma literal y atemporal estos textos “esclavistas” de La Ley de Moisés. Richard Furman, presidente bautista en los EE.UU. dijo entre aplausos en 1838 que “el derecho de tener esclavos está claramente establecido por las Sagradas Escrituras, tanto por precepto como por ejemplo[1]”.

Pero… ¿Alguien se imagina escuchar esto hoy? Y, sin embargo, La Biblia no ha cambiado. Somos nosotros como intérpretes los que cambiamos. Y hoy interpretamos mejor La Biblia en este asunto que muchos teólogos de siglos anteriores. Así que cada generación necesita auto examinarse y seguir preguntándose: ¿En qué podemos estar equivocándonos hoy? ¿Qué mandatos que de La Biblia que antes tenían cierto sentido hoy pueden ser superados por la luz de Jesús?

Contextualizando. Las mujeres en La Ley

Saliendo un momento de La Ley de Moisés, y mirando cómo comprender la labor de contextualización desde el Nuevo Testamento, un ejemplo ilustrativo son los versículos en los que Pablo pide que las mujeres callen durante determinadas situaciones (1 Co. 14, 34). Incluimos también aquellos versos en los que directamente se las ordena que no enseñen (1 Ti. 2, 12) Bien… Pero ¿Qué hacemos  los cristianos con estos mandatos machistas? En primer lugar, debemos saber que la mujer era una propiedad legal del Pater familia. Ellas no tenían los mismos derechos que los hombres y socialmente no se esperaba que ejercieran determinados roles. Es importante saber que esto era lo esperable tanto entre los judíos como por el resto de la sociedad romana.

De acuerdo. Pero fijémonos ahora en que los argumentos del apóstol para ordenar este silencio a las mujeres de Corinto son por causa del mal testimonio, indecoroso, contrario a la ley (del Imperio) o considerados una falta de respeto… (1ª Corintios 14 y otros).

Ok ¿Y qué ocurre si en nuestra cultura tratamos de contextualizar estos mismos principios? Pues que hoy deberíamos pedir a las iglesias ¡Justamente lo contrario! Es decir: ¡Debemos procurar que la mujer pueda expresarse igual que un hombre! … pues aquello que hoy resulta de mal testimonio, contrario a la ley, indecente… etc. es que una mujer guarde silencio por ser mujer ¿Se capta en qué consiste la contextualización?

Captura de vírgenes como botín de guerra, prueba del pañuelo, muerte para ellas y multas para ellos, brebajes abortivos…

Ahondando en la pertinencia de contextualización, sigamos tomando como ejemplo la consideración de la mujer volviendo a lo más crudo de La Ley del Antiguo Testamento:

Moisés les dice a los varones israelitas que como botín de guerra deben quedarse con las “adolescentes vírgenes, pero matar a los niños y a las mujeres que hayan tenido relaciones sexuales” (Nu. 31, 15-41) ¡Vaya! Luego hay otros mandatos que hoy nos resultan muy poco igualitarios (por decirlo suavemente) como la orden de apedreamiento para la esposa infiel mientras que -por cometer el mismo hecho- solo se impone una multa y el casamiento para el varón que se acuesta con otra mujer no casada (Dt. 22:28-29; Ex. 22, 15-16). Todo esto nos choca “un poco” ¿Cierto?

O qué decir de la pena de muerte basada en la “la prueba del pañuelo” para determinar la pureza virginal antes del matrimonio (Dt. 22:13-20). Hoy sabemos que esta prueba no es fiable y que, aunque sí lo fuera… ¿Qué pasa si ella salió “culpable” (=himen roto) porque quizás fue violada por su padre en secreto? ¿Era voluntad de Dios matar a toda mujer que haya sufrido  penetración previa al matrimonio mediante la prueba del pañuelo? ¿Y qué de la ausencia de indagaciones para la virginidad del varón? ¿Y qué acerca de darle a nuestra esposa un tóxico brebaje abortivo cuando nos surjan sospechas de infidelidad (Números 5)? ¿Era de Dios exponer a algo tan peligroso proceso a una mujer tan solo por celos del varón?

Son preguntas difíciles que trataremos de responder. Pero antes, aguantemos un poco más este mal trago y rasquemos otro poco más en lo más crudo de La Ley…

«Si a la mujer no se le oyó gritar cuando dice que la violaron, debe ser apedreada» (Dt. 22, 22)

Muchos en España recuerdan el terrible caso de “La Manada”[2]. Ocurrió durante la fiesta de los Sanfermines y en televisión se habló de ello durante meses. Se trataba de un suceso en el que una joven se sintió tan intimidada por sus acosadores que fue incapaz de gritar, ni siquiera de decir nada, cuando fue sexualmente abusada en plena ciudad. Los cristianos clamaban contra aquel abuso sufrido por esta mujer… obviamente.

Pero una aplicación literal de Deuteronomio 22, 22 hubiera llevado hoy a que “la joven sea apedreada hasta morir, porque no dio voces en la ciudad”. Espeluznante ¿Cierto? Se trata de un claro ejemplo que nos ayuda a entender que existen mandatos en La Biblia que deben ser rechazados desde la luz cristiana actual. Los cristianos no debemos sufrir tratando de justificar determinados mandatos aberrantes.

¿Qué hacemos entonces? Cultura humana e inspiración en lo bueno de La Ley

Un error común para comprender estos relatos reside en entender que la inspiración de Las Escrituras siempre equivale a que las conclusiones de los autores bíblicos exponen mandatos validados por Dios para todo tiempo y lugar. Pero no es así. Aquellas palabras “aberrantes” que leemos en estos casos son útiles «para siempre» en el sentido en el que nosotros aún podemos extraer lecciones de aquellas experiencias y acontecimientos.

Se trata de analizar siempre con discernimiento a la luz de Jesús. En ocasiones la enseñanza puede estar en el espíritu de sacrificio del personaje bíblico, en la sed de justicia o en la intención de la reparación del daño ¡Incluso desde aquella mentalidad cultural aún en proceso de avance! Pero no todo lo que leemos fue escrito para darle cabida en nuestra sociedad actual, desde luego. De hecho, esto es algo que ningún cristiano hace hoy tal y como hemos visto en distintos ejemplos durante esta serie ¡Gracias a Dios! Aplicar aquellos mandatos concretos que no es algo que Jesús, ni  la propia Biblia, digan que dábamos hacer hoy.

Dicho todo esto, si pretendemos realizar un juicio justo de La Biblia, debemos descubrir que no todo resulta tan lejano y repudiable. Ni mucho menos. El concepto de inspiración divina nos llama a fijarnos en aquello que fue positivamente trasgresor y liberador.

Este es el camino hermenéutico a seguir para que La Biblia inspirada sea también nuestra inspiración. Hay textos negativamente chocantes, sí. Pero también -incluyendo La Ley de Moisés- existen una mayoría de relatos y principios maravillosos que cambiaron el mundo para bien. Y ese es el punto clave para los creyentes. El llamado de Dios es a fijarnos en esa chispa que transforma el relato en algo diferente, en un paso hacia adelante que ilumina un nuevo camino que aún transita entre neblinas.

Fijémonos, por ejemplo, en leyes como la que dice que había que dejar un rincón del terreno agrícola para que los pobres pudieran recoger algo que comer (Lv. 23, 22). Eran avances humanitarios que están en La Biblia. De hecho, los textos más progresistas de La Ley son más abundantes que aquellos que hoy consideramos chocantes. La Biblia tiene cientos de páginas, la inmensa mayoría llena de liberadoras historias que -si se leen correctamente- nos aportan riqueza y motivos para la adoración.

Como Rob Bell dice[3], en Las Escrituras las nuevas ideas se sientan al lado de las viejas. El machismo o la violencia que dominaban el mundo están junto a una nueva comprensión de la paz y la justicia. La Biblia avanza hacia una dimensión más cercana y real de Dios que culmina en Jesús. Avanza porque va dejando estas viejas cosas atrás. En el asunto de la mujer, Jesús lo cambia todo con una actitud extraordinariamente trasgresora desde un trato igualitario inédito y sorprendente para su tiempo (Ver documento: Jesús y la mujer).

Contexto y luz que ayuda a avanzar

Debemos saber también que una inmensa parte de las leyes del Antiguo Testamento eran más avanzadas y humanizadoras que las de sus vecinos. Un historiador crítico y no cristiano como Antonio Piñero afirma que “en su momento estos textos supusieron un avance notable en una sociedad dominada por costumbres más bárbaras aún[4]”. Alberto de Mingo reafirma esta realidad: “No nos engañemos: la legislación del Pentateuco es brutal, inadmisible para nuestra sensibilidad moderna. […] Pero comparado con la legislación de su entorno cultural, también podemos descubrir una innegable tendencia humanista: el ser humano no es equiparable a los animales o las cosas[5]”. Se podría decir mucho más de lo bueno de La Ley. Existen numerosos libros al respecto. Y es en todo esto donde vemos el soplo divino. Como el profesor Dionisio Byler dice: “El Señor de Israel instruía, en fin, una sociedad de igualdad, solidaridad y especial atención a los más desafortunados: los inmigrantes, los huérfanos y las viudas, los esclavizados y oprimidos por deudas imposibles de pagar.[6]

Algunas leyes constituían un mal menor para circunstancias abusivas o que hoy desconocemos. Así que es importante diferenciar los principios potencialmente buenos que  alojan como -por ejemplo- la protección de la familia, la fidelidad o la contención de la violencia… de cómo los hebreos trataron de concretar estos valores desde su prisma cultural. En otras palabras: Debemos diferenciar el fondo saludable de la forma concreta de ejecución y que está impregnada de prejuicios culturales.

A menudo el asunto no trata tanto del cómo sino del por qué se hacen determinadas cosas en La Biblia. Incluso desde aquellas mejorables formas, los autores bíblicos pretenden transmitir que la integridad, la pureza o la protección del más débil… venían en última instancia de Dios. como dice Michael Bird, “se trata de determinar si los mandamientos son transferibles a nosotros de forma directa, son transferibles por analogía, requieren reinterpretación cultural o solo se limitan al contexto original[7]”.

La Ley también nos muestra aspectos que eran vistos como buenos por las naciones de la antigüedad y que incluyen a Israel entre ellas. En estos casos Israel pretende perseguir lo bueno y darle importancia porque entienden que todo lo bueno viene de Dios.

Otras de aquellas leyes tenían un sentido de protección ante peligros y circunstancias que hoy ya no suponen una amenaza para nosotros. Todo esto debe ser tenido en cuenta cuando analizamos lo más crudo de La Ley.

Tampoco conocemos los detalles de aplicación en algunos casos o el grado de exageración de algunas leyes escritas respecto a su aplicación cotidiana y real. Pero todo está ahí para que conozcamos la historia de un pueblo y su Dios.

El llamado “ojo por ojo” es un ejemplo que hoy suele mencionarse como venganza violenta y primitiva. Pero en La Biblia procuraba precisamente lo contrario. No hay constancia de que hubiera tullidos o ciegos en el antiguo Israel por su aplicación. El ojo por ojo (ver artículo) propone la proporcionalidad del castigo y del derecho entre ricos y pobres ya que todos tienen la misma cantidad de ojos y dientes ¡Ojalá este principio fuera una realidad en nuestras sociedades actuales! Así que sí: Hay mucho de bueno en La Ley de Moisés. Y todo lo bueno viene de Dios.

En La Ley también hallamos preceptos sorprendentemente positivos como el respeto solemne a los ancianos (Levítico 19, 32). O la acogida del inmigrante ¡No todas las culturas de aquel tiempo eran así! Levítico 24, 22 dice: “Una misma ley tendréis para el nativo y el inmigrante”. Son principios de igualdad y dignidad que ni siquiera se cumplen en nuestras sociedades democráticas actuales supuestamente más avanzadas.

Levítico también proporcionó la más valiosa y atemporal clave hermenéutica: “Amarás al prójimo como a ti mismo” (19, 18) encendiendo la revolución en la que el evangelio hunde sus raíces. Son muchos los ejemplos de asombro positivo que proporciona el Antiguo Testamento.

Aunque en Las Escrituras se diga que La Ley fue dada por Dios, es la misma Biblia quien nos enseña que esta idea no debe entenderse como un todo absoluto sino como un telón de fondo general. Esto lo vimos muy claramente en ejemplos como el de las hijas de Zelofehad (Números 26, 2; 52-56; 27, 7) cuando pidieron cambiar La Ley de Dios porque les parecía injusta… y ¡Dios la cambió!

Jesús enseñó La Ley como algo más provisional y adaptado desde una cultura permeada por su espacio y tiempo, como algo de Dios pero que surge también desde un conjunto humano falible y en proceso. Pero si La Ley fuera el ideal supremo y atemporal de Dios, los cristianos aún seguiríamos aplicando todo lo que dice La Ley al pie de la letra. Y por ello el Nuevo Testamento va a insistir en que La Ley tenía su fecha de caducidad. Nos mostrará que en ella había un plan de pasos hacia adelante, cierto… pero también que -por ejemplo- La ley no integró plenamente la visión igualitaria entre mujeres y hombres que sí aparece en Génesis en donde Adán y Eva son creados a imagen de Dios [8].

En algunos aspectos nos tocará aprender de La Ley … en el sentido de aplicar algunos de sus buenos principios. Pero a menudo de otro modo, mucho mejor y más pertinentemente. Este caminar de Israel bajo La Ley es lo que Pablo quiso reflejar cuando dijo que dicha ley había sido un tutor (Ga. 3, 23-24). Un ayo o tutor era quien te guiaba al siguiente lugar. Es algo necesario durante un tiempo. Pero luego creces, maduras y dejas de necesitarlo. Dejas la leche espiritual.

Jesús y La Ley

La relación de Jesús con La Ley es más sagaz de lo que muchos piensan. Hoy hay quien dice que él no respetó La Ley al saltarse muchas de sus normas. Y otros dicen que él refrenda la vigencia de La Ley y que incluso radicaliza su aplicación. Pero el acercamiento de Jesús a La Ley es más profundo y liberador que todo esto. Cuando él dijo: “Habéis oído que se dijo…, pero yo os digo…”  quería mostrar que él conocía bien Las Escrituras. Al mismo tiempo señalaba cómo algunas de las interpretaciones más populares y literalistas de su tiempo acerca de La Ley eran incorrectas. Jesús es muy inteligente y pedagógico ante un auditorio religiosamente cerrado y tradicionalista. Él no se desmarca de La Ley sino que la valida con la intención de traer algo mucho mejor. Jesús mira al presente y al pasado para presentar un nuevo futuro.

Cuando leemos que su palabra “no puede ser quebrantada” o que “no pasará ni una iota de la Ley” hasta que todo se cumpla, está ratificando que todas aquellas leyes circunstanciales apuntaban a Él. Esto no significa -por tanto- que debamos aplicar cada tilde o jota de las terribles instrucciones que hemos comentado del brebaje tóxico de Números 5, de la mujer que no grita cuando la violan de Deuteronomio 22, etc. No. Jesús quiere decir que Él (y no La ley) es la revelación más completa de Dios. Por eso dice: “No penséis que yo he venido a anular la ley de Moisés o las enseñanzas de los profetas. No he venido a anularlas, sino a darles su verdadero significado” (Mateo 5, 17) ¡Eso es! Jesús se presenta como la respuesta a nuestras preguntas acerca de cómo debemos aplicar La Biblia.

Nos da luz para aplicar o desechar aquello que leemos y que no resulta en sintonía con Jesús, con quien realmente es La Palabra de Dios mostrada al mundo (Juan 1, 1). Las Escrituras son ahora filtradas desde Jesús, y no Jesús desde Las Escrituras.

Conectando de nuevo con nuestro ejemplo acerca de cómo son vistas las mujeres en La Biblia, recordemos cuando los religiosos llevaron a Jesús una mujer sorprendida en adulterio (Juan 8, 1-11). Fueron con La ley en la mano, pues según Levítico 20, 10 aquella mujer debía ser lapidada (igual el hombre al que por alguna razón no retuvieron). Pero Jesús la perdona y la deja marchar. Interpretó La Ley de un modo muy diferente. Aplicó una hermenéutica restaurativa rompiendo los esquemas de la aplicación punitiva desde una supuesta lectura literal del mandato. Jesús marca el camino correcto de interpretación.

Jesús trae algo mucho más sublime que cambiaría el mundo para siempre. Cuando él dice que “toda La Ley se resume en amar a Dios y al prójimo” (Mateo 22, 40) coloca su persona como fin y cumplimiento de aquella ley ¡Se acabaron los debates y polémicas!

No nos consta que Jesús apedrease adúlteros o que se lavase las manos antes de comer como establecían aquellos escritos de La ley leídos literalmente. Él hace otras cosas diferentes e incluso contrarias. No nos imaginamos a Jesús dando palizas a los esclavos como leímos que sí permitía La Ley. Ni aplicando tantos otros puntos que hoy nos resultan repudiables.

Jesús sacude el poder religioso de todos los tiempos para mostrarnos que aplicar aquella Ley al pie de la letra no fue siempre una buena idea. Desde luego que no.

Cuando los fariseos le recriminan a Jesús que sus discípulos arrancan espigas en el día de reposo (algo prohibido en La Ley), él les responde:¿No han leído ustedes en Las Escrituras lo que hizo el rey David, cuando Abiatar era el jefe de los sacerdotes? David y sus compañeros sufrían gran necesidad y tenían mucha hambre. Entonces David entró en la casa de Dios y comió del pan especial, que solo a los sacerdotes les estaba permitido comer, y lo compartió con sus compañeros. El sábado se hizo para los seres humanos, y no los seres humanos para el sábado” (Marcos 2, 24-28). Para Jesús ¡La dignidad humana estaba incluso por encima de La Ley!… pues La Ley se hizo para la dignidad humana. Y esto es una clave esencial para interpretarla bien.

Jesús nos impulsa a discernir cuándo debemos oponernos una aplicación literalista de Las Escrituras para redimensionarla a favor de la compasión restaurativa. Él nos muestra cómo leer lo más crudo de La Biblia. Nos muestra cómo ser libres bajo la nueva Ley de Cristo.

En el próximo artículo «Barbaridades en el nombre de Dios» seguiremos acercándonos a otros textos problemáticos que siembran el escepticismo debido a su crudeza. Seguiremos aprendiendo cómo entenderlos y qué aplicaciones podemos extraer hoy de ellos ¡No te pierdas la segunda parte de este tema!

[1] Rev. Dr. Richard Furman’s Exposition of The Views of the Baptists, Relative to the Coloured Population in theUnited States in a Communication to the Governor of South-Carolina. Charleston: Printed by A.E. Miller, Nº 4 Broad-st., 1838.

[2] ElPais.com, 22 junio 2019 El Supremo eleva la condena a La Manada a 15 años: fue una violación múltiple, no un abuso sexual

[3] Rob Bell, What is the Bible? 2017

[4] https://www.tendencias21.net/crist/Leyes-de-la-Biblia-obsoletas-Compartir-188-de-4-de-abril-de-2016-Preguntas-y-respuestas_a2012.html

[5] Alberto de Mingo Kaminouchi, La Biblia de principio a fin: una guía de lectura para hoy, Ediciones Sígueme, 2019, p. 109

[6] Dionisio Byler. El «antiguo testamento» del Antiguo Testamento. Facultad de Teología SEUT, p. 18

[7] Michael F. Bird, Siete cosas que desearía que todo cristiano supiera sobre la Biblia, Clie, 2023, p.99

[8] El relato de la creación de Génesis 1-3 fue escrito muy probablemente después de la mayor parte del resto del Pentateuco, incluyendo La Ley,

Paso 12 ¿Qué hago cuando La Biblia es AMBIGUA?

Cómo leer lo más difícil de La Biblia. Paso 12 de 15

En el anterior artículo hablamos de cómo comprender los relatos bíblicos que se contradicen entre sí. En este nos asomamos a otra característica que puede resultar problemática cuando leemos La Biblia: La ambigüedad.

Según el diccionario, la ambigüedad se define como el comportamiento, hecho, palabra o expresión que puede entenderse o interpretarse de diversas maneras (RAE). Como Peter Enns apunta[1], debemos tratar de comprender los verdaderos propósitos de cada escrito bíblico y alinear nuestras expectativas con cada uno de ellos, no al contrario. La Biblia es muy antigua, en ocasiones ambigua, y recoge puntos de vista que no siempre coinciden al 100% entre sí ¿Y por qué está ahí la ambigüedad? ¿Por qué ciertos asuntos no son más claros y concretos?

La ambigüedad -aunque sorprenda a algunos creyentes- posee una intención didáctica muy constructiva. Determinada ambigüedad permite que muchas enseñanzas puedan adaptarse a nuestros contextos de forma más pertinente que desde un copia/pega de versículos que escogemos a la carta para satisfacer nuestros deseos de forma que no siempre nos convienen. Pero gracias a determinada ambigüedad podemos discernir con sabiduría qué intenciones constructivas y atemporales pudieran albergarse incluso en los relatos más chocantes y extraños de La Biblia.

Para afirmar que La Biblia es verdadera debemos hacernos una pregunta previa: ¿Qué es La Verdad en La Biblia? ¿Es un mero conocimiento intelectual contrastado? Lo cierto es que esta idea “moderna” de verdad sí aparece en La Biblia, sí. Pero, al mismo tiempo, la verdad bíblica es un concepto mucho más amplio.

La verdad entendida como aquello empíricamente verificable es solo un tipo de verdad, muy nuestra, muy dominante tras la modernidad y en estos tiempos posteriores. Este concepto reduccionista de la verdad es también característico de la apologética cristiana actual derivando, paradójicamente, en el descrédito de la Biblia misma. Pero La Biblia va mucho más allá de este concepto que hoy nos parece casi el único válido para definir en qué consiste la verdad. Entre otras cosas, los autores bíblicos van más allá de esta noción porque tenían plena conciencia de que las personas necesitamos más que datos empíricos para encontrar nuestra identidad y el propósito de la vida.

La ambigüedad de los 10 mandamientos

Fijémonos en unas instrucciones tan importantes como los diez mandamientos. Cada uno de ellos resulta más ambiguo de lo que parece a primera vista.. sí, sí…

Honra a tu padre y a tu madre” … De acuerdo, pero ¿Qué significa exactamente honrarlos? ¿Implica obedecerlos, tengan ellos o nosotros cualquier edad? ¿Ingresar a mi madre en una residencia es honrarla? Depende ¿Verdad? ¿Y qué de los distintos conceptos de honra que existen en Asia o África y que difieren de los aquí dominantes? Las cosas no son siempre tan concretas y claras. La ambigüedad bíblica está ahí.

Solo sin salir de los diez mandamientos también leemos “No codiciarás” …  Bien, pero ¿Cómo se mide la codicia? ¿Cuál es la diferencia exacta entre codicia y un deseo legítimo? ¿Cuánta de mi dedicación a ganar más dinero puede considerarse codicia?

Los mandamientos pueden ser ambiguos. Y tiene su porqué ¡Es necesario que así sea! Y es que la complejidad del cambiante mundo real hace que las respuestas simplistas proyectadas en La Biblia pueden derivar en daño a personas concretas debido a una falta de pertinencia en la aplicación del mandato bíblico. Así que mucho cuidado con ofrecer las mismas soluciones concretas para todos los casos y personas.

Seamos conscientes de que nuestra respuesta a estas ambigüedades está filtrada desde nuestras experiencias, tradición, anhelos, temores, conocimiento, etc.

Nuestra reacción debe basarse en un discernimiento justo y misericordioso inspirado en Jesús. Que él nos ayude a acertar con cada necesario “depende” porque según cómo se mire, todo depende

Cada realidad personal y/o comunitaria es un organismo vivo diferente entre sí. Y por eso la ambigüedad bíblica se hace a menudo necesaria. Las Escrituras no son siempre una receta para que todos la apliquen todo momento y lugar. Cada persona y situación poseen una peculiaridad única e irrepetible que demanda diferentes respuestas bajo la guía de Dios.

Otro ejemplo: El divorcio en La Biblia

Fijémonos, por ejemplo, en qué dice La Biblia acerca del divorcio.

) Dt. 24 permite al varón divorciarse de su mujer “si hay en ella algo censurable que no le agrade”.

2) Pero Jesús dice a los fariseos que un hombre no puede divorciarse excepto por “inmoralidad sexual” (gr. porneia. Mateo 19, 8-9).

3) Pablo dirá que si el marido no cristiano quiere divorciarse, pueden hacerlo. Y aquí , alguien que lee La Biblia linealmente podría decir: “¡Un momento! Pero: ¡¿Quién se ha creído Pablo para añadir otras cláusulas a la única que Jesús estableció?!”

💡¡Vaya lío! ¿No? Pues no… no hay ningún lío porque La Biblia no es un recetario fijo para todo momento y circunstancia.

Cada alusión posee su propio contexto y pertinencia. Cada cita corresponde a lugares, épocas, destinatarios y situaciones diferentes.

En el caso concreto de Jesús y el divorcio, él respondía a unos fariseos que abandonan a sus esposas en unas circunstancias muy concretas ¡Como todos los contextos! Por la literatura judía extra bíblica sabemos que no era extraño que repudiasen a sus mujeres cuando envejecían para casarse con chicas más jóvenes. Llegó un punto, incluso, en el que cualquier excusa valía para abandonarlas. Bastaba con que el guiso saliera mal para apelar a la ley (Dt. 24, 1) y repudiar a la esposa dejándola en la mendicidad.

Al rabí Akiva (nacido en el siglo I) es para muchos el rabino más influyente de la historia. A él se le atribuye la afirmación de que él repudiaría a su mujer si encontrara a otra más guapa[2]. Y si así pensaban los religiosos “más piadosos” e influyentes… ¡Imaginemos qué no haría un rabino menos amoroso por entonces! ¿Y quién iba a casarse con una débil mujer repudiada que ha perdido su vigor juvenil? Nadie. Era su fin. Y el repudio era incluso más injusto que el divorcio por el estigma que conllevaba en el gueto judío de entonces.

No había un sistema de Seguridad Social, ni asilos públicos dignos, ni nada similar. Todo dependía del sustento del Pater familia dejando una situación era extremadamente perversa para gran parte de las mujeres repudiadas. Este es el marco en el que Jesús denuncia tan brutal injusticia egoísta por parte de los “representantes de La Torá”. Les recuerda que cuando ellos se unieron a sus esposar llegaron a ser una sola carne en un pacto de compromiso que les obligaba a no repudiar a sus mujeres cuando les venga en gana. Y por esos

En el caso de Pablo a los corintios, es muy probable que en aquella iglesia se estuviesen dando situaciones diferentes que llevaron al apóstol a dar paz y libertad para el divorcio cuando algunos maridos pretendieron abandonarlas sin que existiera necesariamente inmoralidad sexual tal y como Jesús sí exigió a los fariseos.

Cada alusión posee su propia pertinencia e interlocutores. Por desgracia, muchos pastores que han reducido las causas de divorcio a las únicas observadas en Las Escrituras han concluido no aprobar el divorcio a mujeres maltratadas, algunas incluso llegando hasta la muerte en casos reales. Tan solo porque no encontraron en La Biblia una cláusula que permitiera el divorcio por causa concreta de maltrato y violencia.

Además, los matrimonios en tiempos bíblicos no son equivalentes a los nuestros. No había igualdad de derechos, se entregaban menores y un varón podía poseer varias esposas o familias. Entre otras cosas.

Hoy hay pastores que no aceptan que mujeres maltratadas pidan el divorcio. Las piden “aguantar” y algunas incluso acaban asesinadas 💀. Terrible. Y esto ocurre porque no vieron en La Biblia un “supuesto” que permitirse el divorcio por violencia.

Debemos comprender que Las Escrituras ofrecen principios para procurar un buen matrimonio que, contextualizándolos, también ayudan a los actuales aplicándolos con discernimiento y pertinencia.

Pero las relaciones son cosa de dos personas «caídas». Y sí, en algunos casos el divorcio será un mal menor cuando ya no existan vías saludables para la reconciliación y convivencia. Y por eso el divorcio se permite en La Biblia desde tiempos antiguos.

Dios nunca quiere arruinar vidas sino salvarlas y restaurarlas. Y esa sanación puede suceder luchando por salvar una relación… o huyendo de ella ¡Que Dios nos enseñe a amar correctamente!

Sabiduría vs. “Copia y pega” automático

La inspiración divina no es un recetario sino un soplo dinámico y liberador que trasciende las ansias de control y sistematización de la teología. Si cada copo de nieve es diferente entre sí ¡Qué podemos decir de las personas y de la obra del Espíritu en ellas!

Las palabras que Jesús dirige a diferentes personas en los evangelios varían entre sí. No suelen ser fórmulas para todo y para todos. Depende de a quien le hable…  A uno le pedirá vender todo y dárselo a los pobres para obtener la vida eterna (Mateo 10, 21) … mientras que a otro le dirá “tu fe te ha salvado” (Mt. 9, 22) sin que tenga que vender nada. A una mujer le dirá: “ni yo te condeno”. (Juan 8, 11) mientras que a unos legalistas religiosos les señala como “generación de víboras” (Mt. 12, 34). A uno le sanará poniéndole barro con saliva y mandándole a un estanque (Juan 9, 6-12). Otra será sanada tocando su manto y resucitará a la hija de Jairo solo con palabras (Lucas 8). No hay fórmulas ni repetición de pautas concretas. Pero en todos los casos hay restauración.

Adoptar una mentalidad genuinamente bíblica de pertinencia nos dispondrá a nuevas posibilidades: ¿Cómo se conecta lo que estoy leyendo con mis circunstancias?  ¿Qué verdades de Dios debería yo aplicar al leer esta historia? ¿Qué elementos de la narración tenían que ver con asunciones de aquellas culturas y cuáles me hablan a mí? ¿Qué resultado obtengo al filtrar lo que leo desde Jesús?

Acercarnos a La Biblia con esfuerzo y sabiduría suena decepcionante para quienes fueron educados en una Biblia de mensaje siempre claro y evidente. Esta es una idea más confortable, sin duda. Y es cierto que una aplicación sencilla y literal de lo leído será una buena opción en muchas ocasiones. Pero La Biblia se contextualiza, avanza y se adapta a lo largo de sus historias. Buscar sabiduría para su aplicación siempre fue el plan A y entender otra cosa es solo una proyección irreal de nuestros anhelos de certeza simplista para todas nuestras preguntas.

Que hoy existan más de 20.000 denominaciones cristianas debería hacernos sospechar que quizás no todo está tan claro en La Biblia. Algunas cosas sí lo están, pero otras no. Y es posible que un propósito en todo esto sea que podamos aprender a convivir con más fe y menos certezas de las que nos gustarían. Y esto puede ser maravilloso para nuestras comunidades de amor centradas en Jesús.

Algo que sí vemos claro en Las Escrituras es la búsqueda de sabiduría (Proverbios 8: 22–31). La búsqueda del discernimiento para abordar cada conflicto va desde el Edén hasta el fin de los tiempos. De hecho, Las Escrituras presentan a Cristo como la sabiduría misma encarnada de Dios (1ª Co. 1, 24), pues Él es la pauta para abordar todo conflicto. Él el filtro con el que discernimos y buscamos la paz.

Una fe viva y real debe acostumbrarse a que la presencia de Dios no dependa de disponer de un versículo-solución para cada problema. No siempre será posible. La fe es un peregrinaje valiente que toma en cuenta el misterio y que adora gracias también a ese misterio. La fe es la confianza en aquello que no se ve y en lo que aún se espera (Hebreos 11, 1). Y todo eso es Jesús. En Él tenemos todo lo necesario para caminar en el día a día.

En el siguiente artículo «Barbaridades de La Biblia en el nombre de Dios» nos acercaremos a La Ley del Antiguo Testamento y a textos atroces, algunos a menudo tapados en el ámbito cristiano. Trataremos de comprender por qué y para qué están ahí.

[1] Algunas reflexiones de este artículo en concreto se inspiran en el libro How the Biblie Actually Works (Cómo funciona realmente La Biblia) de Peter Enns

[2] J. Gnilka, Jesús de Nazaret. Mensaje e historia, ver­sión es español de C. Ruiz-Garrido, 2.ª ed., Herder, Barcelona, 1995, p. 272

Paso 11 ¿Hay inspiración en los RELATOS ENFRENTADOS?

Cómo leer lo más difícil de La Biblia. Paso 11 de 15

Para muchos cristianos, un asunto desconcertante para la interpretación de pasajes difíciles de La Biblia son los supuestos relatos contradictorios o enfrentados entre sí. Aquí de nuevo afirmamos que realmente el problema no está tanto en La Biblia sino en cómo se nos dijo que debíamos leerla.

Guerra vs pacifismo

Un ejemplo de debate y discrepancia bíblica es la conveniencia, o no, del uso de la fuerza militar, un asunto siempre difícil en cualquier lugar y época.

Por un lado, Miqueas e Isaías promulgan una visión casi idéntica y antibelicista acerca de un Dios que juzgará a quienes hacen la guerra:

Reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra” (Isaías 2, 4; Miqueas 4, 3 recoge un texto casi idéntico).

Por otro lado, Joel propone el panorama opuesto, usando incluso los mismos elementos ilustrativos de Miqueas e Isaías… ¡Pero dándoles la vuelta con intencionalidad!: “Proclamad guerra… Forjad espadas de vuestros azadones, lanzas de vuestras hoces; diga el cobarde: ¡Soy valiente!” (Joel 3, 9-10)

¿¡Qué ocurre aquí!? ¿Quién está más acertado?

En primer lugar, ninguno de estos autores está pensando en nosotros ni en conflictos de nuestra época.

En segundo lugar, debemos discernir las intenciones de cada autor de forma independiente.

Hubo épocas en las que algunos profetas veían inevitable ir a la batalla para sobrevivir y no ser exterminados. Pero también hubo momentos en los que llaman a la paz como algo posible e ideal supremo. Se trata, por tanto, de contextualizar cada momento crítico.

Hoy en Occidente somos mayoritariamente pacifistas. Bien. Pero esta mentalidad cambia abruptamente si nuestras casas son invadidas por un ejército extranjero arrasando todo ¿Cierto? Algo así sucedió en 2023 con el porcentaje de ciudadanos en Finlandia y Suecia favorables a entrar en la OTAN tras el conflicto entre Rusia y Ucrania ¡La amenaza multiplicó el número de ciudadanos adeptos a la OTAN!

Así que las discrepancias entre Miqueas y Joel no deberían ser calificadas como “contradicciones bíblicas” sino como una exposición realista y pertinente de cómo reaccionamos ante contextos cambiantes. Nos ayuda a entender qué ocurrió.

Que Dios nos dé discernimiento y procuremos también la paz en cuanto nos sea posible, con todos nuestros esfuerzos. Las Escrituras no pretenden ofrecer la misma respuesta a problemas que, en diferentes condiciones, demandan diferentes soluciones. La Biblia no es tan simplista como muchos pretenden.

Dicho todo esto, hay ocasiones en las que el autor bíblico simplemente expresa sus sentimientos delante de Dios, su desahogo. No siempre lo que dice un escritor bíblico es un mandato atemporal a seguir para los cristianos actuales. Depende. Y ahí está lo fascinante de la guía del Espíritu.

Discernimiento ¡Eso es!

En otro ejemplo, Proverbios 26, 4 dice:Nunca respondas al necio de acuerdo con su necedad” … mientras que el versículo siguiente dice justo lo contrario: “Responde al necio según su necedad” ¿Se contradice el autor?

No, pues cada consejo dependerá de cada circunstancia tal y como vemos en el cuadro completo: “Nunca respondas al necio de acuerdo con su necedad, Para que no seas tú también como él. Responde al necio como merece su necedad, Para que no se estime sabio en su propia opinión” (Prov. 26, 4-5).

La aplicación contextualizada no tiene que ver con interpretar un versículo “a la carta”. No es tan subjetivo como a veces se comenta, sino que se trata de discernimiento.  El resultado de aplicar hoy literalmente versículos sin pertinencia ha derivado en la destrucción espiritual de muchas personas. Así que ¡Cuidado!

Por el contrario, una sabia aplicación de Las Escrituras puede restaurar y liberar las vidas para siempre. La aplicación sabia nos lleva a las buenas obras, que es el propósito de la inspiración divina según 2ª Ti. 3, 16-17.

2ª Samuel vs 1ª Crónicas

Otro ejemplo de textos enfrentados lo encontramos en 2ª Samuel 24,1 donde dice que “Dios incitó” a David para realizar un censo mientras que 1ª Crónicas 21, 1 afirma que fue “Satanás”. Y entonces… ¿Quién incito a David? ¿Satanás o Dios?

El libro de Samuel tiende al apoyo de la realeza mientras que Crónicas es más crítico con la monarquía, especialmente con David. Nos encontramos, por tanto, ante una visión ideológica dentro del judaísmo que trata de equilibrarse la una a la otra. Esto nos trae dos libros en tensión mostrando con naturalidad la pluralidad política de Israel.

Dicho esto, la idea de que Dios es también el origen del mal (además del bien) ya aparece en los textos bíblicos más antiguos. Samuel, que es anterior a Crónicas, expone a Dios como el autor del mal. Esta teología, no obstante, luego se irá matizando a lo largo de Las Escrituras (revelación progresiva).

Esta disyuntiva acerca de quién incitó a David sitúa ante el lector un prisma abierto, un diálogo entre dos libros también para que conozcamos mejor la historia y la evolución de los conflictos de Israel. Todo tiene la pretensión de enseñar a Israel a no caer en viejos errores.

El número de censados también es diferente en ambos libros, siendo más dispar todavía el número de carros. (1 Crónicas 21, 5 vs. 2ª Samuel 24, 9/ 2 Samuel 10, 18 vs. 1 Crónicas 19, 18). Pero, ¿Qué nos dicen estas diferencias a los creyentes actuales? ¿Qué nos aportan estos datos que no encajan entre sí?

Además de invitarnos a no ser dogmáticos agarrados a la interpretación literal, entre otras razones, Dionisio Byler comenta cómo “al comparar los libros de Crónicas con los de Samuel y Reyes, las diferencias nos indican cuáles eran las prioridades de quien reescribió aquí la historia de la monarquía israelita […] El autor de Crónicas se desentiende del reino del norte, Israel, con su capital en Samaria. El único reino que le interesa es el del sur, Judá, con su capital en Jerusalén. En segundo lugar […] lo que cautiva la atención del autor de Crónicas es el templo de Jerusalén. […] Un caso ejemplar sería el del rey Salomón, cuyo reinado ocupa la cuarta parte del libro. Recordado con especial cariño […] destaca su profunda piedad religiosa ejemplar, junto con su sabiduría emblemática […] 1 Reyes había añadido que después de construir el templo, Salomón construyó junto a él su palacio siguiendo el mismo estilo monumental, dando también cabida a un buen número de templos y altares paganos, para que las extranjeras en su harén pudieran adorar a sus dioses sin salir de aquel complejo palaciego y templario, la «Ciudad de David». Sobre ese tropiezo posterior de Salomón, 1 Crónicas guarda silencio, dejando intachable el recuerdo de Salomón[1]

En estos relatos enfrentados aprendemos acerca de los fanatismos políticos, de los peligros del poder, así como descubrimos cuáles eran los énfasis en diferentes épocas. Esto es -salvando las distancias- como si Israel hubiera incluido en su hemeroteca un periódico de derechas y otro de izquierdas para describir las mismas noticias ¿Y no es esto otro punto a favor de la honestidad de La Biblia? Algo parecido sucede también cuando encontramos varios relatos para describir el mismo acontecimiento.  Es el registro de una pluralidad que se diferencia de los cuentos edulcorados de una sola dirección y que como lectores nos permite sentirnos identificados con las complejidades de nuestro mundo actual. La inspiración puede ser muy rica y creativa también en dejarnos una pluralidad abierta al diálogo y el discernimiento para las posibles aplicaciones actuales.

Pensar que por estas diferencias los textos dejan de ser útiles para llevarnos a buenas obras (el propósito de la inspiración según 2ª Ti. 3, 16-17) es un concepto ajeno a la cosmovisión hebrea de la verdad y la voluntad de Dios.

Otro ejemplo:

Nacionalismo vs. Pluralismo, Esdras vs. Rut

Otro caso ilustrativo de “choque” entre relatos son los libros de Esdras y Rut. El primero manifiesta su oposición a que los israelitas se casen con mujeres extranjeras mientras que Rut celebra el matrimonio de un israelita con una extranjera ¿Entonces? ¿Cómo resolver estas diferencias? ¿Qué se dirían los autores de Rut y Esdras si pudieran debatir entre sí? Lo que aquí ocurre es que, de nuevo, La Biblia nos expone situaciones diferentes.

* Hemos realizado este video que recoge un ficticio diálogo entre Esdras y Rut para entender estas “discrepancias” desde su contexto:

 

Muchos teólogos afirman que Ruth, al igual que otros textos como Jonás, se escribieron para matizar malentendidos acerca del nacionalismo judío más restrictivo que aparecen en Esdras o Nehemías. No son contradicciones que bloqueen nuestro aprendizaje, sino una exposición abierta y sin censuras que nos proporcionan un rico diálogo junto a la guía del Espíritu Santo.

Estos enfrentamientos bíblicos nos empujan para ejercitar la empatía y nos llevan al discernimiento (tal y como muestra el video que hicimos). Tanto Esdras como Rut tenían sus porqués y merecen ser escuchados.

El valor de las “incongruencias” en La Biblia

Los primeros cristianos -como Orígenes- no tuvieron problemas con estas incongruencias para considerar la inspiración bíblica del relato. Cada evangelio tiene su propia vida. Y para la mentalidad hebrea, incluso cambiar un dato histórico para introducir un elemento teológico-literario es también un acto inspirado por Dios. Que esto pueda ser un problema de credibilidad para un creyente actual es principalmente por causa de la mentalidad moderna occidental como ya hemos explicado en otros momentos de esta serie. Pero la verdad de La Biblia no solo sigue intacta, sino que se amplifica desde la teologización de cada relato por la obra del Espíritu Santo. Cuanto más rascamos en su simbolismo, más riqueza y poder de liberación hallamos.

Las mal llamadas “contradicciones” entre relatos escritos originalmente de forma aislada también nos hablan de que los textos bíblicos no pueden domesticarse a favor de los intereses particulares. Pablo o Santiago nos ofrecen enfoques diferentes acerca de la fe y las obras. Pero ambos tienen cosas que decirnos acerca de Dios. Todos los enfoques se pulen en Jesús como la armonía perfecta y final.

“No llevéis bastón” Lucas 9, 3

“Llevad solo bastón” Marcos 6, 8

En otro ejemplo, según Marcos, Jesús les dijo a sus discípulos: “No llevéis nada para el camino, ni dinero, ni pan, excepto un bastón” (6, 8).

Pero en Lucas les dice: “No llevéis nada para el camino, ni dinero, ni pan, ni bastón”.

¿Y entonces? ¿Qué les dijo realmente Jesús? ¿Debían llevar o no bastón? Esta es una de las incongruencias que encontramos al comparar los diferentes evangelios entre sí ¿Y qué hacemos con ello?

Orígenes (184-253), el teólogo más influyente del cristianismo primitivo también creía en La Biblia como inspirada por Dios. Pero era consciente de estos dobles relatos que son incompatibles en algunos de sus detalles. Sin embargo, él estaba feliz con estas “contradicciones” ya que pensaba que el Espíritu Santo las había colocado intencionalmente para que nos diésemos cuenta de que leer La Biblia literalmente no es el camino. Esto le recordaba que nuestra misión es rascar bajo la superficie para descubrir significados más profundos[3]. En otras palabras: Para Orígenes, las “contradicciones” de los detalles constituían un llamado para buscar la esencia y la profundidad, quizás desde el simbolismo de la narración o meditando en la idea general de cada relato de forma independiente.

A fin de cuentas, ir o no ir con o sin bastón es algo que Jesús pidió a sus discípulos en un pasado concreto y para un viaje concreto. No nos lo pide a nosotros. Ellos ya fueron como tuvieran que ir ¿Qué nos importa la exactitud de aquel detalle? Realmente nada. Y a no ser que hayamos asumido una idea errada acerca de la mal llamada inerrancia bíblica, «lo del bastón» no afecta a la maravillosa inspiración del Espíritu.

Esto le recordaba que nuestra misión es rascar bajo la superficie para descubrir significados más profundos, quizás desde el simbolismo de la narración o meditando en la idea general de cada relato de forma independiente.

Jesús les dice que vayan sin mochila, sin cargas extras. Que emprendan un arriesgado viaje solo con lo que llevan puesto. Y esto es algo que, por cierto, ningún cristiano hace hoy literalmente. Nadie se plantea viajar sin ropa de recambio ¿Cierto? Esto vuelve a demostrar que en realidad ninguno realizamos una aplicación 100% literal cuando leemos cada mandato dados a los discípulos.

Lo importante en este caso no es si los discípulos llevaron bastón o no lo llevaron, sino observar la fe de los discípulos que emprendieron su misión con lo puesto, sin dinero, sin ropa de recambio, sin nada. Bueno… sí… quizás llevaron bastón. O no… Pero el punto clave en ambas versiones trata de caminar desde la absoluta confianza en la provisión y voluntad de Dios.

Hay propósito

Tratar de buscar rocambolescas respuestas para intentar convencernos de que todos los relatos de La Biblia “dicen exactamente lo mismo” no es honesto. Lo que sí tenemos es un compendio de historias guiadas de aprendizajes, diálogos y revelación progresiva detrás.

Estos enfrentamientos bíblicos nos empujan para ejercitar la empatía y nos llevan al discernimiento. Tanto Esdras como Rut tenían sus porqués y merecen ser escuchados. Los autores y compiladores bíblicos que plasmaron estas diferencias fueron conscientes de ellas. No eran tontos y los mantuvieron en La Biblia para nuestro provecho y conocimiento del desarrollo de la nación hebrea.

Ocurre lo mismo con los numerosos dobles relatos bíblicos en los que se cuenta la misma historia sin que todo armonice exactamente entre sí. Y es que cada relato trae sus propias enseñanzas leyéndose de forma independiente. Como dice el filósofo Ernesto Castro acerca de la discusión política: “Por muy fanático que sea el debate, por muy aturullada que sea la conversación, siempre se puede extraer una moraleja[4]”.

Pablo o Santiago también nos ofrecen enfoques diferentes acerca de la fe y las obras. Pero ambos tienen verdades que decirnos acerca de Dios. Todos los enfoques se equilibran y se pulen en Jesús como la armonía definitiva.  También ocurre con nosotros al acercarnos a La Biblia. Somos pulidos sabiendo que Dios y su misericordia salvadora está detrás de cada una de estas vivencias, aunque no todas sean iguales.

Los relatos difíciles y diferentes entre sí ofrecen claves vitales si se observan con el prisma adecuado. Fueron puestos ahí para para llamar nuestra atención, para retarnos, para hacernos sentir escuchados, acogidos, guiados, perdonados y rescatados por un Dios que nos abraza más allá de lo afinada que pueda estar nuestra teología o nuestra comprensión de quién es Él. Gracias a Dios.

[1] Dionisio Byler, Todo lo que te preguntabas sobre La Biblia, Biblioteca Menno, 2014, pp. 211-212

[2] https://elpais.com/ideas/2023-03-17/ernesto-castro-filosofo-la-gente-que-mas-libre-se-siente-es-quiza-la-mas-esclava-de-sus-deseos-y-apetitos.html

[3] Why the Doctrine of Inerrancy Contradicts the Gospels, Bart D. Ehrman. https://www.youtube.com/watch?v=C2MUeKNpds8  17, 15”- 19´30”

[4] https://elpais.com/ideas/2023-03-17/ernesto-castro-filosofo-la-gente-que-mas-libre-se-siente-es-quiza-la-mas-esclava-de-sus-deseos-y-apetitos.html

Paso 10. CONTEXTUALIZANDO La Biblia: La poligamia como ejemplo

Cómo leer lo más difícil de La Biblia. Paso 10 de 15

Uno de los modelos de familia más frecuentes a lo largo de La Biblia es la poligamia. El autor de Cantares dedica su obra a la exuberante jovencita que incorpora a su ya amplísimo harén: «Tengo 70 reinas, 80 concubinas y un número incontable de doncellas. Mas una es la paloma mía, la ideal mía» (6, 8-9). La poligamia se asume con naturalidad a lo largo de Las Escrituras y es regulada en la Ley de Moisés (Ex. 21, 10; Dt. 21, 15-16). Se convierte incluso en obligación para el cuñado cuando una mujer queda viuda (Dt. 25, 5-10) tratándose, además, de una práctica nunca condenada en La Biblia.

El imperio romano impone la monogamia

Tampoco el Nuevo Testamento censura la poligamia a pesar de que por entonces ya el Imperio Romano había establecido la monogamia como modelo de matrimonio básico[1] (aunque con concubinato consentido para los esclavos). Para Roma, la monogamia era el resultado de una evolución natural fundamentada en razones económicas y sociales. Este triunfo de la visión monógama también fue asumiéndose por los judíos tras el exilio babilonio quedando mayoritariamente instaurada en las sociedades mediterráneas del Nuevo Testamento. El cristianismo, como ya sabemos, también asumirá esta monogamia dominante en la que nace.

La evolución del matrimonio hasta llegar a la monogamia como único modelo permitido en Occidente no se produjo por una condena bíblica de la poligamia. No. Dicha condena bíblica no existe. El arrinconamiento de la poligamia fue básicamente una evolución natural de la sociedad impulsada por Roma ya años antes de Cristo.

El “matrimonio” en La Biblia

Por otro lado, las palabras traducidas como “matrimonio” en nuestras biblias (matrimonio es en realidad un término de la Edad Media) originalmente eran referencias a uniones privadas que no tienen demasiada relación con lo que hoy entendemos por matrimonio. El griego “gamos”, por ejemplo, (traducido en nuestras Biblias como “matrimonio” en el libro de Hebreos) significa simplemente “unión” y puede referirse incluso al evento o “boda” de dicha unión. Gamos también puede traducirse como “reproducción” o “cúpula”, pues tener sexo en la antigüedad con una mujer no casada equivalía habitualmente a la formalización “de facto” de una unión conyugal y sus responsabilidades legales. Esto lo observamos en el libro de Rut cuando su suegra planea que su nuera se acueste con Booz con la intención de integrarla en su familia mediante el acto sexual.

En tiempos bíblicos no existía un matrimonio consentido entre iguales en derechos. No eran matrimonios como los nuestros, aunque usemos el mismo término para describir aquellas uniones como si fueran lo mismo que hoy. En épocas bíblicas el matrimonio era algo más parecido a un contrato de entrega de la familia de la esposa (normalmente una adolescente) dada en propiedad con ciertas condiciones más o menos humanizadoras. Era un tipo de transacción entre familias. Esto se observa bien en los diez mandamientos cuando se dice que un varón no puede codiciar “el asno, el buey ni la mujer del prójimo” (Ex. 20, 17) ¡Todo en el mismo pack de propiedades del varón!

No obstante, las condiciones de la mujer entregada en casamiento eran más dignificantes en el antiguo Israel que en el resto de las culturas vecinas. Y ahí sí vemos un soplo divino en Las Escrituras, en ese paso a paso de avances dignificadores.

Los versículos que algunos cristianos utilizan para condenar la poligamia realmente no la condenan si siquiera en tiempos de La Biblia. Son textos que se fuerzan para proyectar sobre ellos convecciones sociales actuales. El problema moral concreto que sí podríamos ver en La Biblia en este asunto lo observamos en Pablo, para quien la poligamia acrecienta el mismo problema que él ya destacó acerca de los casados. Me refiero a que para Pablo era mejor no casarse para “estar libre de preocupación” (1ª Co. 7, 32) y así servir al Señor liberado de las fatigosas responsabilidades de una familia. Si para Pablo tener una sola mujer no ayudaba a la dedicación de la emergente iglesia ¡Cuánto más complicado sería con varias esposas!

Por esta razón dice que el pastor debe ser “marido de una sola mujer” (1ª Ti. 3, 2), un mandato que lejos de condenar la poligamia más bien… ¡La asume como algo existente entre los cristianos! Para Pablo no era un problema que algunos creyentes tuviesen varias esposas… No… ¡Pero sí lo era que los polígamos asumiesen la ardua dirección de las iglesias! El pastor debía estar muy dedicado, tener -por tanto- solamente una esposa y, si es posible ¡Ninguna!, como en el caso del elegido Timoteo. De hecho, la Iglesia Católica se inspira en estos convencimientos de Pablo para exigir soltería a sus curas y obispos.

Tengamos en cuenta que si no hubiera habido poligamia entre los cristianos, o si esta hubiera estado prohibida, Pablo nunca hubiera especificado que “el obispo sea marido de una sola mujer”. No tendría sentido decir esto. Pablo directamente hubiera dicho que todos deben ser marido de una sola mujer. Todos. Y punto. Pero no recrimina a los polígamos cristianos que, por otro lado, seguramente serían ya cada vez menos por la evolución social mediterránea.

Pero ni Pablo ni nadie del Nuevo Testamento dice … “¡Y a partir de ahora que nadie se case con varias mujeres!”. No existe ninguna prohibición. Tampoco en versículos como: “que cada uno tenga su propia mujer y cada una su propio marido” (1ª Co. 7, 2) o “que el hombre se una a su mujer”. Fijémonos en que estos textos son 100% aplicables a un polígamo que -al igual que un monógamo- tiene su propia esposa. Cada una de sus tres o cinco mujeres serían su propia esposa. Y cada una de ellas también debe ser fiel a su propio marido. Y Pablo les recuerda: ¡Que esto sigue siendo así entre los cristianos!

De hecho, Pablo no está diciendo nada que no se dijera en el Antiguo Testamento. Esto era lo que La Ley de Moisés afirmaba, pues si un hombre “toma como esposa a otra mujer, no podrá privar a su primera esposa de sus derechos conyugales, ni de alimentación y vestido” (Éxodo 21, 10). Cada una será su esposa y debe cuidarlas a todas, tal como Dios ya estableció. El polígamo se une a su propia mujer y no a la de otro. Y lo mismo para ella. Así que incluso suponiendo que en estos versículos de Pablo pudiera haber algún tipo de inclinación favorable hacia la ya dominante monogamia (que es mucho suponer), incluso así, los polígamos se integrarían dentro de estos llamados. En conclusión: La poligamia aún se daba entre los cristianos y era vista como algo natural, sin condena tampoco en el Nuevo Testamento.

De hecho, los autores del Nuevo Testamento tuvieron más bien cuidado para no añadir más cargas a las familias polígamas al no excluirlas de las nuevas comunidades de fe. El llamado al varón para cuidar de su propia mujer (o mujeres) era el énfasis de estos mensajes para todo tipo de familias cristianas en las que, por cierto, ni siquiera los esclavos cristianos podían contraer “matrimonio”. En el mejor de los casos, podían ser autorizados por sus dueños para otro tipo de unión de inferior estatus llamada contubernio. Así que no… los esclavos cristianos tampoco podían aplicar los consejos matrimoniales del Nuevo Testamento.

Sin forzar La Biblia. Sobre Adán y Eva y el matrimonio monógamo

Que en Génesis 1 y 2 veamos a Adán y Eva como la primera pareja tampoco implica una condena bíblica de las uniones polígamas. Y esto debería ser obvio por numerosas razones evidentes.

  1. En primer lugar, porque el relato no tiene que ver con eso.
  2. Tampoco tiene sentido verlo como una condena de la poligamia, siendo Adán y Eva la primera y única pareja de la humanidad.
  3. Curiosamente, -y por poner un ejemplo de lo selectivo que somos al proyectar nuestra cultura sobre el texto bíblico- hoy ningún cristiano observa el incesto como un modelo original a pesar de que -desde una lectura litera- Dios estableció que los hijos de Adán y Eva tuvieran sexo entre sí para propagar la humanidad. Dios pudo haber creado varias parejas iniciales, pero no lo hizo. Pero en cualquier caso repudiamos el incesto porque desde nuestros valores cristianos y desde otros lugares de La Biblia que no son el relato de la creación concluimos no es moralmente aceptable.

Como dice Pablo de Felipe, Doctor experto en relaciones históricas entre ciencia y fe: “cuanta menos importancia se da al estudio contextual [de La Biblia], más se acaba cayendo en la trampa de proyectar en el texto bíblico las ideas de nuestra propia época[2]”. Este experto demuestra cómo todas las generaciones han proyectado muchos de sus valores culturales a Génesis 1 y 2 sin que el relato tuviera realmente algo que ver. Nosotros también. No nos creamos más listos.

Lo que sí vemos claramente en Las Escrituras es la aceptación natural de la poligamia en La Ley de Moisés cuando se incluye y se regula sin que nadie lo discuta ni se escandalice. De hecho, la poligamia es obligatoria en casos como el Levirato. Y nadie en La Biblia señaló nunca a Adán y Eva para reivindicar la exclusividad de la monogamia como hacen algunos cristianos actuales. Incluso tenemos textos en los que Dios mismo se presenta como el dador de las muchas mujeres a David, a quien le dice: “Yo, Yahvé, fui quien puse todas estas esposas en tus brazos y te hubiera dado más si hubieras querido más” (2ª S. 12, 8).

En cualquier caso, sí encontramos alguna advertencia acerca de los peligros de poseer un número excesivamente elevado de esposas. Riesgo, por otro lado, que es de sentido común por razones prácticas y de responsabilidad conyugal como las señaladas por Pablo.

CONCLUSIÓN: Así que no: No hay ninguna condena de la poligamia en La Biblia. Sí hallamos su regulación y su aceptación natural siendo también una obligación legal en el caso de viudedad de una cuñada. La Biblia incluso presenta a Dios como el dador de las muchas mujeres a David.

Si la poligamia es “bíblica” ¿Qué hacemos nosotros?

¿Y adónde queremos llegar con todo esto en unos artículos acerca de cómo leer lo más crudo de La Biblia? ¿Estamos proponiendo que la poligamia vuelva a ser legal?

Nada de eso. En primer lugar, estamos tratando de poner un “espejo” hermenéutico a aquellos cristianos que dicen que debemos aplicar todo aquello que “está muy claro en La Biblia”. Con el caso de la poligamia (y muchos otros), vemos que es claramente admitida en toda La Biblia y sin embargo nos parece mala para hoy.

¿Y cuál es entonces la forma correcta de abordar este asunto? Como cristianos hay varios retos aquí. Uno de ellos es discernir sí existen lecciones saludables en estas historias para nuestros propios matrimonios. En el Nuevo Testamento -por ejemplo- somos inquiridos a comportarnos con nuestros cónyuges teniendo a Cristo como modelo. Esto significa actuar con amor, sacrificio, compromiso, fidelidad, dignidad… ¡Sin utilitarismos! Se trata de la visión cristiana de principios que deben sostener toda familia de bien. En estos llamados bíblicos para el buen trato intrafamiliar encontramos valores que supusieron una revolución en un tiempo en el que las esposas eran poco más que meras propiedades.

Los cristianos nos hemos dado cuenta de que la vivencia conyugal en igualdad, dedicación y dignidad se desarrolla mejor en un contexto monógamo. Hoy nos oponemos a la poligamia porque, vista desde los ojos de Jesús, la consideramos denigrante.

Comprender los porqués

Quienes nos guiamos por La Biblia no debemos sentirnos incómodos con determinadas lecturas acerca de la mujer o de las familias bíblicas que hoy nos resultan repudiables. No están ahí para replicarlas sino para conocerlas.

La poligamia tenía su sentido en una cultura en la que los hombres morían masivamente durante las batallas. Las mujeres no tenían fácil su emancipación sin un varón tutor. Todo esto afectaba a la desprotección de las mujeres, algo que sigue ocurriendo hoy en contextos más patriarcales. La escritora Lola Shoneyincomenta en El País como en la Nigeria actual“casar a las hijas con un hombre polígamo es a veces la única forma de progresar económicamente[3]”. A diferencia de otras poligamias, en La Biblia encontramos textos que tratan de acercarla al corazón de Dios desde una revelación progresiva que hoy debe ser juzgada desde su contexto cultural y para reinterpretarla desde Jesús.

Bien. Estos son los datos. Y, sin embargo, hoy los cristianos no decimos: “¡Dejémonos de modas mundanas y volvamos a la poligamia que Dios aceptó y reguló!” ¿Cierto? Esto demuestra que en este ejemplo de la poligamia sí parece que hemos aprendido a contextualizar La Biblia ¿Y por qué? Entre otras cosas ha sido fácil contextualizar porque nuestra sociedad occidental no es polígama desde hace siglos. No podemos ser ingenuos y olvidar que la tradición y la sociedad determina en gran parte cómo interpretamos La Biblia. Y en ocasiones, así debe ser. En otras no. De nuevo se trata de buscar discernimiento a la luz de Jesús.

Lo importante es que hoy el matrimonio es más cristiano que en tiempos bíblicos donde los esclavos y mujeres eran propiedad del Pater familia. Hoy el matrimonio en Occidente ha llegado a ser más cristiano porque establecimos la igualdad de derechos entre los contrayentes. Ninguno está por encima del otro. Nadie es propiedad de nadie. Y esto es gracias también a que no se leyó literalmente La Biblia al aplicarla, sino que decidirnos interpretarla desde el corazón justo y compasivo de Dios. Este es el punto práctico de cómo contextualizar aquello que nos choca y que leemos en La Biblia.

Jesús volvió a la perspectiva del varón y la mujer creadas a imagen de Dios. Él dijo a sus seguidores que haríamos cosas “mayores incluso que las que él hizo” (Jn. 14, 2). Y gracias a Dios, los primeros cristianos re-discernieron el Antiguo Testamento y toda La Escritura desde Jesús, pues “si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2ª Cor, 5, 17). Cuando leas tu Biblia, piensa: ¿Qué puedo hacer para que aquello que he leído derive en la restauración y liberación de quienes me rodean? La inspiración de Dios busca que hagamos el bien.

En la próxima entrega nos preguntaremos: ¿Qué pasa con las contradicciones bíblicas? ¿Hay inspiración divina en los cambios o en las teologías enfrentadas dentro de La Biblia? Adelantamos que (spoiler) la respuesta es sí.    


[1] Torrent, A. Manual de Derecho romano privado, Zaragoza, 1987. p. 526

[2] Pablo de Felipe, El «antiguo testamento» del Antiguo Testamento. Facultad de Teología SEUT, pp. 33-34

[3] El Pais.com,Casar a las hijas con un hombre polígamo es a veces la única forma de progresar económicamente”  16, mayo, 2023

Paso 9. Inspiración en la REVELACIÓN progresiva

Cómo leer lo más difícil de La Biblia. Paso 9 de 15

Comprobar que algunos mandatos dados por Dios cambian durante La Biblia puede desconcertar a quienes se les enseñó que Las Escrituras presentan una foto teológica fija. Quienes piensan que el dictado de Dios no debería alterarse nunca citan textos que hablan de que en Dios “no hay mudanza, ni sombra de variación” (Santiago 1.17). O que Jesús “es el mismo ayer, hoy y por siempre” (Heb. 13, 8).

Y claro que Dios es el mismo. Pero para los humanos los cambios son parte de nuestra vida, de nuestra historia y de nuestra progresiva relación con Dios. Y lo mismo le ocurre al pueblo de Dios en La Biblia, que es una biblioteca de libros para un pueblo donde la inspiración divina no anula la historia del desarrollo del componente humano.

Qué es y qué no es la revelación progresiva:

Cuando hablamos de revelación progresiva nos referimos a un paulatino ajuste de la comprensión por parte del pueblo respecto a cómo es su Dios. Y esto es diferente a decir que Dios cambia. Este proceso progresivo lo vemos durante toda La Biblia hasta llegar a Jesús, quién es la Palabra encarnada definitiva, la luz que todo lo ilumina.

Este progreso dinámico a lo largo de la historia bíblica es el proceso que esperaríamos de un Dios que transforma a sus criaturas con pertinencia y con comprensión acorde a las circunstancias de cada tiempo y lugar. Las palabras de Jesús: “Se os ha dicho, pero yo ahora os digo…” ejemplifican la realidad de este avance hacia algo mejor que culmina en Él mismo.

Esta revelación progresiva conlleva en algunos casos la ampliación de la luz anteriormente revelada. En otros casos bíblicos (que veremos) implicará corregir o matizar creencias erradas que se manifestaron en un pasado en Israel cuando el pueblo aún no había comprendido correctamente determinados asuntos. En otros casos, las cosas cambian en La Biblia a medida que el pueblo camina y aprende. Esto es un proceso natural de la vida. Ocurre como con aquellas instrucciones que dimos a nuestro hijo cuando tenía cuatro años o el concepto que él tenía de nosotros. Los mandatos y las ideas tienen que cambiar cuando él madura y cumple los quince.

Cambios en la revelación: Las hijas de Zelofehad

Debido a este dinamismo progresivo que se espera en toda relación saludable es que la teología hebrea de La Biblia no es estática. Las personas necesitamos tiempo para recibir determinados conocimientos y esto lo vemos también en Las Escrituras. A modo de pedagogía sapiencial, la teología bíblica admite el diálogo e incluso la petición de cambio de parecer en aquello que Dios mismo ha dicho. Pero.. ¿¡Cómo puede ser eso!? Lo explicamos:

Puede que esto sorprenda a algunos, pero en ocasiones las respuestas de Dios a peticiones de cambio de cosas que él ya dijo previamente ¡Son aceptadas en La Biblia! Y esto es algo con lo que Dios ya cuenta, obviamente. Pero han quedado escritas para mostrarnos la conveniencia de esta revelación progresiva.

Ocurre en el caso de Abraham y su negociación para la destrucción de Sodoma en la que Dios va rectificando y cediendo a la petición de Abraham. O con las hijas de Zelofehad, cuando en tiempos de Moisés las mujeres se casaban pasando a ser parte de la familia del marido. Por entonces, para mantener las propiedades con titularidad masculina se establecía que las hijas no podían heredar. Así entendían los israelitas que Dios lo había decretado.

Pero ocurre que las desprotegidas hijas del fallecido Zelofehad protestaron a Moisés porque consideraron esta ley injusta (Números 26, 2 y 52-56). Y sucede que ante estas mujeres atrevidas que osaban cuestionar la ley, “Moisés fue a consultar a Dios, y Dios le contestó: “Las hijas de Zelofehad tienen razón. Dales el terreno que era de su padre” (Nu. 27, 7) ¡Wow!  

Aquí observamos un cambio de la ley para el beneficio de las hijas de Zelofehad y de las generaciones posteriores. Pero ¡Un momento!… Si la ley provenía de Dios mismo… ¿Se había equivocado entonces Yavé decretando previamente una ley injusta? … La respuesta es que esta no es la forma correcta de comprender el relato. Y esto es importante. Aquí La Biblia quiere exponer el beneficio de determinados cambios legales que viran hacia algo más justo y misericordioso. La lección, por tanto, es acerca del bien de la revelación progresiva guiada por el Espíritu. Y que esta inspiración puede incluir rectificaciones de leyes que hasta ese momento se pensaba que podrían provenir de Dios pero sin que realmente fuera algo cerrado y definitivo.

Ante estos hechos, también podemos pensar que existen leyes o mandatos que en su día si provenían de Dios pero solo provisionalmente para satisfacer circunstancias concretas y pasajeras que quizás ni conocemos. Pero que ya no valen para nuevas circunstancias, como fue el caso de estas hijas desheredadas.

Estas historias no empequeñecen la revelación divina. Lo que sí empequeñecen es la errada idea de un Dios estático en sus relaciones con nosotros.

Pero los cambios están por todas partes y son esenciales. En La Biblia, en la vida… Lo vemos en requisitos del Antiguo Testamento que por un tiempo parecían inamovibles hasta que posteriormente fueron removidos. Un ejemplo es la circuncisión, descrita como un «pacto eterno” (Ge. 17, 1-14). El término “eterno” -tanto en hebreo (olam) como en griego (aionios)- no siempre denota un “tiempo sin fin” como ocurre en nuestro idioma. Con frecuencia se traduce como “eterno” un término que se relaciona más con la inmutabilidad del sustantivo descrito durante un periodo de tiempo (aquí un pacto) pero que no tiene que durar necesariamente para siempre. Y así lo entendieron los cristianos del Nuevo Testamento cuando dejaron atrás la circuncisión y otros aspectos para derivar en algo mejor. Aquel pacto fue bueno para un tiempo, pero si hubiera durado más acabaría siendo malo. Por eso se abandona y se pasa a nuevas cosas.

El castigo por el pecado de los padres… ¡Dejad de decir eso ya!

Otro ejemplo de cambio a algo mejor y más justo es la idea de que el pecado se hereda de los padres. Este convencimiento aparece en los textos hebreos más antiguos, aunque, poco a poco, irá desapareciendo según avanzas Las Escrituras. En Éxodo 34, 6-7 se habla del Dios que “por la maldad de padres pide cuenta a hijos, a nietos, a bisnietos y a tataranietos”. Esta declaración se repetirá en alguna ocasión más durante Las Escrituras. Pero lo interesante es que este concepto será progresivamente matizado e irá cambiando hasta que la idea del pecado imputado por los padres desaparece en textos más tardíos (Sal. 86, 15-16; 103, 10; 145, 8-9).

El fin de esta progresiva corrección teológica culmina en Ezequiel 18, 2-4; 20, cuando “Dios también me dijo: «Los israelitas repiten a todas horas ese dicho: “Los padres la hacen, y los hijos la pagan”. Pero yo me pregunto por qué lo repiten. Porque yo les aseguro que ese dicho no volverá a repetirse en Israel. […] Ni el hijo tiene que ser castigado por los pecados del padre, ni el padre tiene que ser castigado por los pecados del hijo. […] Quien haga lo bueno recibirá lo que merecen sus buenas acciones; quien haga lo malo recibirá lo que merece su maldad”. Corrección completada. En La Biblia el pueblo es corregido en algunos puntos teológicos errados o imprecisos y avanza hacia una justicia más acorde al corazón real de Dios. Cuanto más se va conociendo a Dios, más se afina la visión del pueblo. Y esto es otra gran enseñanza bíblca.

Eunucos fuera, eunucos dentro

Otro ejemplo lo encontramos en Deuteronomio 23, 1, cuando se dice que “nadie a quien se le aplastan los testículos o se le corta el pene será admitido en la asamblea del Señor […] No entrará amonita ni moabita en la congregación de Jehová […] No entrarán para siempre” (Dt. 23, 1).

Pero luego Isaías responde y de nuevo corrige otra vez al Deuteronomio:

“No diga más el extranjero que sigue al Señor: “El Señor me separará de su pueblo”; y no diga el eunuco [el castrado]: “Soy un árbol seco”. Porque así dice el Señor: […] Yo los llevaré a mi Santo nombre y a mi casa de oración que será para todos los pueblos” (Is. 56, 3-8).

Esta corrección de Isaías es algo maravilloso siendo él quien dijo: “No os acordéis de las cosas pasadas, ni consideréis las cosas antiguas. Estoy a punto de hacer algo nuevo; ahora brota, ¿no lo percibes? (Isaías 43:18-19). Esto es magnífico también para nosotros hoy. Fijémonos en cómo en todos estos ejemplos que hemos expuesto los nuevos mandatos que corrigen a los antiguos son más liberadores, justos e inclusivos. La nueva perspectiva inclusiva de Isaías sería, por cierto, corroborada por Jesús (Mt. 19).

Veamos algún ejemplo más:

Los amigos de Job y nosotros

Los “amigos” de Job pusieron en boca de Dios interpretaciones equivocadas que eran populares entre los israelitas un tiempo antes. De hecho, rebatir aquellas creencias erradas es uno de los propósitos del libro de Job.

Estos amigos creyeron erróneamente que Job estaba siendo maldecido por Dios. Y seguramente debido a una interpretación literalista de Deuteronomio (capítulos 27 y 28) donde se dice que “si obedecen, serán bendecidos; Si desobedecen, serán maldecidos”. Así que antes de ser demasiado duros con estos amigos deberíamos entender que ellos pudieron pensar sinceramente que las acciones de Job tenían consecuencias a modo de bendición o maldición divina. Pero aquella rígida y descontextualizada lectura de algunos pasajes del Deuteronomio los llevó a destrozar aún más a quien ya sufría lo indecible.

Las palabras que estos amigos le atribuyen a Dios no sanaban ni hacían bien. Pero están en La Biblia porque así lo creían ellos. Están ahí para alertarnos del poder destructor de un literalismo falto de compasión y sin discernimiento.

Sin embargo, la revelación progresiva de La Biblia irá dejando atrás aquella interpretación literal y descontextualizada de Deuteronomio 27 y 28. La revelación divina irá mostrando que los hijos de Dios también vivimos calamidades y que estas no serán necesariamente consecuencias de nuestros malos actos.

Como Richard Rohr apunta, “la vida, y también la Escritura, consiste en dar tres pasos adelante y dos hacia atrás. En esto, el texto bíblico refleja la dinámica de la conciencia y el devenir humanos. Nuestra tarea consiste en averiguar a dónde conducen los textos que suponen tres pasos adelante [1]”.  ” 

También en el Nuevo Testamento

El discernimiento para comprender los cambios sigue de manifiesto en el Nuevo Testamento. En el Concilio de Jerusalén (Hechos 15), con el apóstol Pablo allí presente, se concluye “que no se inquiete a los gentiles” prohibiéndose que nadie coma de lo sacrificado a los ídolos (vs. 19-20).

Sin embargo, vemos que Pablo posteriormente les dirá a los corintios que sí pueden comer de lo sacrificado si su conciencia así se lo permite, pues para Dios un ídolo nada es (1ª Co. 8 y 10). Pablo no mantiene a rajatabla la resolución del Concilio, al menos pasado un tiempo. El apóstol ya había tenido sus roces con Pedro y otros discípulos acerca de este asunto y probablemente observó cómo creyentes de Corinto (quizás los más pobres) no tenían acceso a carne no sacrificada a los ídolos. Pablo entiende, por tanto, que el contexto ha cambiado y que en ahora pueden actuar de otro modo. De nuevo la liberación y la restauración de las personas sustituye a los odres viejos del legalismo ¡Es la progresión que tantas veces Pablo vio en el Antiguo Testamento! Ahora ya no había que circuncidarse y tantas otras cosas que debían ser dejadas atrás. El apóstol entendió que muchos mandatos de La Biblia no tienen intención de atemporalidad, sino que fueron expuestos como soluciones circunstanciales.

Como dice Peter Enns, La Biblia no es un manual sino una historia de Dios y de cómo su gente se ha conectado con él a lo largo de los siglos desde situaciones cambiantes. La Biblia funciona porque es también nuestra historia. Se asocia con nosotros, por así decirlo, modelando nuestro caminar cuando vamos creciendo en profundidad.

En palabras de Alejandro Rivas “La Biblia es revelada porque sus contenidos reflejan una experiencia humano-histórica de lo trascendente, propia de su contexto, que me sirve como una poderosa referencia para descubrir por mí mismo y bajo la guía del Espíritu, las respuestas a los problemas y desafíos – personales y colectivos– de hoy en día. Más que un recetario, la Biblia es la brújula del Espíritu. […] Cuando ponemos en un perfecto balance los elementos divino y humano de la Escritura, podemos evitar los riesgos de una lectura literalista y supernaturalista insensible a los contextos actuales. […] La mediación de lo finito, hay que reiterarlo, no juega en contra de la autoridad de la Biblia. Por el contrario, esta mediación nos muestra de manera profunda la manera en que el cristianismo concibe la divinidad: se trata de un Dios que no rechaza ni niega lo humano, sino que se vale de su fragilidad (finitud, labilidad, etc.) para entregar su mensaje. No debería sorprendernos, por tanto, que la Biblia misma pretenda resumir todo su contenido en el mandamiento del amor (Mt 22:34-40). […]  Creo que la Biblia es infalible porque las grandes líneas directrices en cuanto a la valoración del ser humano no solo me parecen universales, sino que advierto que continúan perennes […] La Biblia tiene autoridad sobre mi vida porque he experimentado los efectos de su mensaje en mi ser y veo que funcionan[2]”.

En el siguiente artículo veremos un ejemplo de contextualización de mandatos y principios bíblicos: Hablaremos de la poligamia de La Biblia y el matrimonio actual.

[1] Richard Rohr, La Biblia y su espiritualidad, SalTerrae, 2012, p. 12

[2] Alejandro Rivas Alva, El Eremita Facebook, Revista Renovación nº 89, 01/2021, pp. 55-64

Paso 8. La CREATIVIDAD de las profecías mesiánicas

Cómo leer lo más difícil de La Biblia. Paso 8 de 15                           

En el anterior artículo vimos cómo la metáfora, el simbolismo o la alegoría son elementos pedagógicos recurrentes en La Biblia. A modo de ejemplo de creatividad alegórica nos acercaremos ahora a las profecías mesiánicas de La Biblia, relatos de vital importancia para el cristianismo.

Es importante saber que los vaticinios del Antiguo Testamento fueron habitualmente interpretados desde el Nuevo Testamento de un modo extraordinariamente figurado y abierto, no literal. Jesús habló simbólicamente con frecuencia y fue mal interpretado por quienes no supieron ver más allá de una lectura literalista del Antiguo Testamento. Esto ocurre, por ejemplo, cuando afirmó que iban a destruir el templo (su cuerpo en realidad, Juan 2, 19) o que iban a comer de su carne (hubo acusaciones de canibalismo contra los cristianos por esto). O como cuando dijo a Nicodemo que debía nacer de nuevo… ¡A Jesús le encantaba hablar simbólicamente! 

Y es que su estilo era muy diferente al que hoy tratan de imponer determinadas corrientes fundamentalistas de interpretación de Las Escrituras. Así que ¡Cuidado con determinados literalismos! Porque pueden ser muy dañinos.

La lectura literal despistó a la gente de la verdad

Jesús combatió una interpretación de Las Escrituras literalista y simplista. En el camino de Emaús exhortó a sus acompañantes porque no se daban cuenta de que muchas profecías ya se habían cumplido. Bien… pero es interesante ver cómo esas profecías no se concretaron como muchos creyentes esperaban en aquel tiempo. Que el Mesías no fuera un caudillo gobernando desde Sion, por ejemplo, no era algo que esperara mucha gente.

Había motivos para esperar un rey guerrero y libertador debido a que el Antiguo Testamento estaba repleto de citas que apuntaban a ello. Y lo mismo sucedía con otros aspectos inesperados que fueron predichos alegóricamente como su muerte o resurrección vaticinada desde el Antiguo Testamento. Sin embargo, desde una lectura literal era nada difícil ver todo aquello proyectado en Jesús. No.

Es cierto que también hay textos proféticos que parecen más concretos y literales cuando son releídos por autores del Nuevo Testamento. Hablamos de versículos del Antiguo Testamento que, aunque en su intención original no siempre se relacionaron con el Mesías, ciertamente en libros como los Salmos se vieron ecos proféticos de algunos detalles de la vida y muerte de Jesús. Como cuando se dice: “En mi sed me dieron a beber vinagre” (69, 21); Mis enemigos me rodean… Han atravesado mis manos y mis pies” (22, 16) o “Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes” (22, 18).

Luego está Isaías 53, en el que los cristianos vieron al anunciado Mesías a pesar de que en su contexto original aquel siervo sufriente era descrito en Isaías como el pueblo de Israel (Is. 41, 8-9; 44, 1-2.; 45, 4; 48, 20; 49, 3).

Así que sí, todos estos textos poseen un elemento creativo y poético en su cumplimiento ya que originalmente se referían a otras cosas que no eran el Mesías. Pero para los autores del Nuevo Testamento, el Espíritu les reveló acontecimientos vividos por Jesús en cada una de aquellas citas.

El Mesías guerrero

Una de las profecías más presentadas hoy como cumplidas en Jesús es la que afirma que el Mesías saldría de Belén (Miqueas 5, 2).

Aunque en esta serie estamos viendo que la mayoría de las profecías mesiánicas son de interpretación creativa, en este caso pareciera que sí estamos ante un cumplimiento profético más literal.

Sin embargo, si seguimos leyendo el capítulo, lo que este nos dice que ese Mesías “será quien nos libre cuando Asiria invada nuestra tierra” (vs. 5). En esa misma línea, el resto de las acciones anunciadas en Miqueas para ese Mesías de Belén (lit. casa de pan), (verso 8 al 12) hablan básicamente de arrasar y destruir las ciudades enemigas. Así que ¿Cómo no iban a esperar a un guerrero los creyentes del siglo primero que leían esto? ¡Seamos comprensivos con ellos!

No obstante, las esperanzas de victoria militar del Antiguo Testamento se entendieron posteriormente como una victoria espiritual sobre las tinieblas por parte de Jesús… aunque esto no fuese tal y cómo lo entendieron los lectores originales, claro. Pero ¡Gloria a Dios por ello!

Como de nuevo vemos, los cumplimientos mesiánicos de La Biblia en Jesús no sucedieron mayoritariamente según algunas exigencias modernas de “verdad”, vaticinio o literalidad. No. El periodismo o historicismo actual poseen exigencias para la verificación de los hechos que no eran las mismas que en tiempos bíblicos.

Por entonces eran comunes las alusiones alegóricas a las que los autores del Nuevo Testamento (bajo inspiración divina) les otorgaron un significado diferente o un doble cumplimiento en Jesús. Pero originalmente aquellas profecías se refirieron a otras personas o acontecimientos diferentes. Pero para los cristianos aquellas profecías son verdad cumplida en Jesús. Lo creemos por fe en un Dios creativo.

Las 30 monedas, tampoco tan literal sino ¡Una metáfora dentro de otra metáfora!

Otro texto que también pareciera menos alegórico y más concreto es el que dice que Yavé sería valorado por treinta monedas de plata (Mateo 27, 9-10; Zacarías 11, 12-13).

“— Si os parece bien, dadme mi salario; y si no, dejadlo. Entonces pesaron lo que me correspondía como salario y me dieron treinta siclos de plata.  El Señor, por su parte, me dijo:

— Echa al tesoro [del Templo] ese buen precio en que me han valorado” (Zacarías 11, 12-13)

Pero ni siquiera en este caso se describe originalmente los requisitos de un futuro Mesías. No. El capítulo 11 de Zacarías es una alegoría de pastores necios que dejan morir a sus ovejas y representan a aquellos reyes que no gobiernan bien conllevando con ello el juicio de Dios.

Fue luego el Espíritu Santo, por medio de los autores del Nuevo Testamento, quien revelaría que Zacarías 11 contenía una predicción alegórica acerca del Mesías ¡Dentro de otra alegoría sobre pastores! Creatividad dentro de la creatividad.

Este cumplimiento de la venta por treinta monedas tampoco es una profecía precisa según nuestros cánones modernos de validación ya que el evangelio la atribuye a Jeremías en lugar de a Zacarías como realmente es (Mateo 7, 9-10). Se trata, por tanto, de otra flexibilidad interpretativa en la que -probablemente- Mateo mezcló profecías citando a un solo profeta representativo sin pretensiones historicistas rigurosas.

Así que no, su objetivo no fue la precisión del dato al meter a Jeremías sino la reivindicación de Jesús en boca de los profetas en su conjunto. Este era el propósito. No hay error en esta falta de exactitud porque La Biblia no debe ser leída bajo nuestras premisas posmodernas de “dato sin error” sino bajo la cosmovisión original que a menudo abraza la poesía y el simbolismo hebreo.

Cumplimiento creativo

Ciertamente Dios pudo haber construido este sistema profético de un modo mucho más claro y comprobable, similar al almanaque que en la película Regreso al futuro viaja al pasado con los resultados deportivos exactos del futuro. Pero La Biblia no es así. La revelación profética es en gran medida una maravillosa oda a la alegoría y la creatividad interpretativa que Dios sopló sobre los autores del Nuevo Testamento.

Esto no significa que aquellos autores poseyeran esa intuición e inteligencia suprema que los llevaría a descifrar códigos antiguos. No. Por fe creemos que se trataba de luz del Espíritu Santo para ver en Jesús el cumplimiento de aquella poesía, alegoría e historias sobre otras vidas del Antiguo Testamento.

Que la interpretación mesiánica de las profecías fue a menudo mucho más creativa que literal lo vemos también cuando Pablo dice que el Mesías “fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras” (1ª Co. 15, 4). Pero… ¿En qué Escrituras se anunció la resurrección de esta forma y en tres días? ¡Realmente en ninguna parte del Antiguo Testamento! … literalmente hablando, claro. Pero cuando Pablo dice que La Escritura vaticinó su resurrección al tercer día… ¡Pablo dice la verdad!… pero desde una lectura extremadamente simbólica y poética de Las Escrituras.

A no ser que el apóstol estuviera pensando en escrituras ajenas a nuestro Canon del Antiguo Testamento (hay razones también para ello), quizás Pablo pensaba en Jonás y en aquellos tres días en el vientre del gran pez. No lo sabemos. Pero resulta interesante que Jesús, camino de Emaús, llamase “insensatos y tercos” (Lucas 24, 25-26) a quienes no dieron cabida a estas interpretaciones proféticas sumamente creativas e imaginativas ¿Verdad? Aquellos que mantenían una expectativa demasiado literal, belicista y poco simbólica de lo que en el Antiguo Testamento decía del Mesías… ¡Estaban equivocados! E incluso Jesús los reprende por ello. 

Prudencia interpretativa: Un camino preparado para la humildad y el amor

Toda esta alegoría bíblica debería alertarnos a la hora de concluir determinadas interpretaciones escatológicas acerca de la segunda venida de Jesús. Nuestros países fueron evangelizados por misiones del cinturón bíblico de los Estados Unidos. Y junto a multitud de cosas buenas que estos misioneros nos trajeron, hay otras que merecen ser repensadas, como una determinada escatología muy floja antropológicamente y que ignora cómo funciona la apocalíptica judía.

Estos intérpretes más literalistas hablan como si aquellas siete iglesias a las que se les envío el Apocalipsis para infundirles esperanza no se hubieran enterado de nada ¡Pobrecitos! Como si aquellos destinatarios hubieran tenido la mala suerte de no vivir en este siglo XXI en el que muchos “iluminados” comprenden claramente las señales y los tiempos. Pero el simbolismo y la alegoría siempre tienen sentido para los receptores originales de La Biblia. No seamos tan arrogantes. Que haya en nosotros prudencia y humildad. Lo que sí debemos hacer es esforzarnos para entender aquellos símbolos y cómo podemos aplicar hoy aquellas enseñanzas.

Las profecías del Antiguo Testamento rara vez se cumplieron como un anuncio claro o como un “copia y pega” nítido y literal ¿Y con qué base, entonces, deberíamos reinterpretarlas otra vez literalmente para el fin de los tiempos? ¿No deberíamos haber aprendido algo de lo que ya pasó en tiempos de Jesús? ¿No fue Jesús quien dijo que “de aquel día y hora nadie sabe”? 

Quizás Dios ha dispuesto que el desciframiento de las profecías sea algo tan abierto para hacernos ver que nuestro intento de domesticar La Biblia es una mala idea. Quizás Dios fue creativo para evitarnos egos. Y quizás la respuesta no dependa de unos iluminados que un día supieron combinar acertadamente versículos de Daniel, Apocalipsis y Mateo sumándolos entre sí como un puzle cósmico que mezcla textos a la carta. No. La Biblia no se escribió para ser descifrada por cabalistas. La Biblia ofrecía esperanza a sus destinatarios originales y nosotros nos beneficiamos de aquello porque también es esperanza para nosotros hoy.

Damos gracias a Dios porque nos dejó La Biblia como una historia de luchas con las que poder identificarnos. Nos dejó una biblioteca sagrada llena de incertidumbres para ser comentadas en comunidad y meditadas por uno mismo con Dios. Nos dejó los retrocesos y avances de un pueblo, reencuentros, dudas, esperanzas, contradicciones y decepciones similares a las nuestras… Nos dejó una historia de amor con un final feliz manifestado en Jesús. Nos dejó un camino lleno de creatividad que no podemos sistematizar, un mensaje que afirma que todo ya se ha cumplido en Cristo. Para que no nos falte la fe ni el amor.

En el siguiente artículo nos preguntaremos: ¿Cómo funciona la revelación progresiva en La Biblia? ¿Cómo debemos entenderla y aplicarla?

Paso 7. La VERDAD en La Biblia: Literalidad vs. creatividad

Cómo leer lo más difícil de La Biblia. Paso 7 de 15       

Como vimos en el artículo anterior, algunas de las dificultades para aceptar la inspiración de textos complicados de La Biblia tienen más que ver con requisitos modernos de definición de «verdad» que con la propia Biblia. El problema de base es que a muchos evangélicos nos dijeron que la lectura literal es la forma de verdad más elevada que existe y en ocasiones la única posible en La Biblia. Pero esto no es cierto, desde luego. Ni es algo que se concibiera así desde la cultura bíblica. Ni siquiera en el comienzo del cristianismo. Ni mucho menos.

El origen de la interpretación literal como sinónimo de verdad

La interpretación literalista (= Todo en La Biblia debe ser científico e histórico) es una imposición moderna al texto, no bíblica.

La semiótica hebrea compuesta por símbolos, alegorías, parábolas o respuestas creativas a las cosmovisiones mitológicas de su tiempo constituían una pedagogía típica de tiempos bíblicos

La idea de VERDADERO=LITERAL en La Biblia fue expandido mundialmente por misiones de EE. UU. durante el siglo XX. Fue tan influyente que aún esta forma de interpretar La Biblia es dominante entre los evangélicos hispanohablantes de todo el mundo La visión literal fundamentalista nació para combatir aspectos que había traído la modernidad como la teoría de la evolución de Darwin o la alta crítica bíblica (S. XIX-XX)

Lo paradójico de esta visión literalista es que también es un producto de esa modernidad a la que pretende combatir: Reproduce su mismo énfasis al equiparar la verdad con la literalidad científica y los datos históricos comprobables.

Pero La verdad en La Biblia es otra cosa. Es algo mucho más grande, más creativo y pedagógico que tiene que ver con la enseñanza revelada tras de cada narración, no tanto con su historicidad o con el rigor de cada dato. El concepto original es mucho más fascinante y liberador.

A La Reforma también le constó conectar con el simbolismo original

Pero no todo se explica mirando solo a los EE.UU. Como David Casado señala, “La Reforma acabó con la ortodoxia interpretativa establecida más de diez siglos atrás; es decir, acabó con el alegorismo. [Pero] -aclara- Fidelidad no es literalidad […] como ocurre, por ejemplo, en la afirmación de Jesús de reconstruir el templo en tres días (Jn. 2, 19-21). Solo la fidelidad al símbolo permite captar en toda su riqueza y amplitud el mensaje que el autor quiso transmitir[1]”.

La literalidad no es siempre la mejor forma de transmitir verdad

En medicina o aeronáutica se utiliza un lenguaje siempre literal. Pero cuando describimos nuestras relaciones, experiencias o determinadas enseñanzas espirituales (y de eso trata La Biblia), el lenguaje literal es con frecuencia el menos apropiado. Cuando alguien nos pregunta: “¿Por qué amas a tu hijo?” no respondemos con datos fisionómicos, históricos o científicos. Usamos un lenguaje retórico, hiperbólico o poético.

Cuando hoy decimos: “como bien le dijo Don Quijote a Sancho…”  lo que pretendemos es poner en valor la sabiduría, la antigüedad o el prestigio de aquello que escribió Miguel de Cervantes a sabiendas de que Don Quiote y Sancho fueron personajes ficticios. El poder de una buena historia creativa puede cambiar al mundo con su verdad.

La pedagogía de una gran historia va más allá de que pueda encajarse, o no, con la ciencia de nuestro momento ¡Faltaría más! Las parábolas, por ejemplo, son historias inventadas por Jesús que han transformado a millones de vidas con más impacto que millares de narraciones rigurosamente históricas ¡Son historias ficticias que transforman realidades profundas! 

Karl Barth expresó la necesidad de situarnos en los pies de los receptores bíblicos cuando dice que “la idea de que la Biblia declara la Palabra de Dios solo cuando habla históricamente es una idea que debe abandonarse […] La presunta equiparación de la Palabra de Dios con un registro “histórico” es un postulado inadmisible que no se origina en la Biblia en absoluto, sino en el infortunado hábito del pensamiento occidental que asume que la realidad de una [narración] se mantiene o cae según sea “historia” o no[2]”.

Géneros bíblicos no literalistas: Ejemplos de hipérboles

-El evangelio proclamado «a toda la creación»

El apóstol Pablo dijo que el evangelio “fue proclamado a toda la creación debajo del cielo” (Colosenses 1:23) cuando, literalmente, sabemos que ni siquiera fue proclamado al 0.1% del planeta cuando se escribe aquello.

 -¿“Toda la tierra” procuraba ver a Salomón como dice 1ª Reyes 10, 24?

¿Vinieron desde lo que hoy es Australia o América? Obviamente no. La intención del texto no es aportar información cuantitativa o geopolítica, sino exaltar hiperbólicamente la fama de Salomón. Esto lo hacemos también hoy día y nadie piensa que estemos mintiendo. En La Biblia ocurre lo mismo.

-«Un profeta de Creta dice: «Los cretenses siempre son mentirosos” Y esto es verdad» (Tito 1, 12-13).

Pero… ¿Cómo puede ser cierto que un cretense diga que los cretenses son “SIEMPRE mentirosos”? 😊 La expresión no tiene sentido si la tomamos literal. Pero resulta una creativa y hasta una divertida forma de darle un palo a los cretenses.

Luego el texto continúa diciendo que “todos” los cretenses son unas “malas bestias, glotones ociosos”. Así que de nuevo se exagera sin pretender el rigor, pues suponemos que existiría algún buen cretense responsable ¡Seguro que sí! Y es que las generalizaciones no son justas si se toman al pie de la letra.

Estamos ante una exageración teatralizada. Y debería ser evidente que esta descripción de la ética cretense no es una revelación divina atemporal acerca de la moral de todos los habitantes de Creta sino un desahogo de quien debió sufrir malas experiencias personales. Esa es la verdad tras estos versículos.

-Jesús dijo que la mostaza “es la más pequeña de todas las semillas” (Mt. 13, 31) cuando no lo es.

Hay orquídeas, por ejemplo, cuya semilla son menores. Y esa fe como un grano de mostaza -continúa Jesús- también hará que podamos decir a una montaña “trasládate de aquí para allá”, y se trasladará” (Mateo 17, 20) cuando nunca se ha sabido de ningún creyente cambiando montes de lugar.

¿Y entonces? ¿Jesús miente o se equivoca? ¿O acaso nadie jamás ha tenido un mínimo de fe para conseguir trasladar montañas? Bueno, lo que ocurre es que, de nuevo, Jesús no habla literalmente, sino que busca el impacto en su auditorio. Es lo que hacemos normalmente cualquiera de nosotros al expresarnos.

Cuando alguien hoy dice “nada es imposible” sabe perfectamente que hay millones de cosas que son imposibles. Si tienes 95 años, olvídate de batir el récord mundial de 100 metros lisos, por mucho que entrenes. Decir “nada es imposible” es a una hipérbole que anima a intentar desafíos complicados que requieren de un gran esfuerzo y motivación. Se trata de no ponernos límites que nos frenen y que quizás solo están en nuestra cabeza o en un entorno limitante.

Jesús busca impactar a oyentes que tenían interiorizado el grano de mostaza como el más pequeño. Y como buen maestro desea que lo comprendan de la mejor manera. Pero ni La Biblia ni Jesús pretenden revelarnos datos científicos o algo similar. Él quiere llevar a sus oyentes a una dimensión sobrenatural e íntima de la fe que hasta ahora no habían experimentado. La Palabra encarnada es Jesús y ahora está con ellos. Su auditorio, al igual que nosotros, tiene ahora la oportunidad de experimentar y hacer cosas que antes ni siquiera imaginaron que serían posibles.

Como dice Anthony de Mello, si la historia de la gallina de los huevos de oro estuviese en la Biblia, cuántos cristianos pasarían más tiempo discutiendo sobre cómo fue posible que una gallina hiciera aquello que aplicando sus lecciones sobre la avaricia.

Mandatos para su contexto, enseñanzas para nosotros

«Leed la carta a Laodicea…» que no nos ha llegado

Podemos aprender de todo lo que está en La Biblia a pesar de que sus autores no estuvieran pensando en lectores del siglo XXI.

Como cuando Pablo dice: «Haced que se lea entre vosotros la carta que envié a los laodicenses» (Col. 4,16).  De acuerdo… pero aquella carta no ha llegado hasta nosotros. Así que…  ¿Cómo es posible que existan mandatos en su Palabra que son imposibles de aplicar por nosotros hoy? Como ya dijimos, aquí Pablo no se dirige a nosotros sino a una comunidad concreta en Colosas. La inspiración de sus escritos aborda necesidades y circunstancias particulares que pueden ser diferentes a las nuestras. Esto es importante tenerlo en cuenta para comprender bien La Biblia.

Pero entonces ¿Esta orden de leer una carta desconocida no tiene validez para nosotros? La respuesta es que sí nos vale. De este versículo aprendemos -por ejemplo- que esa carta existió. Eso ya es algo ¿No? También aprendemos de la importancia que se le daba a la lectura comunitaria de cartas y que es bueno conocer qué les sucede a otras iglesias. Todo esto son cosas que aprendemos. En cualquier caso, este mandato de “leer la carta a Laodicea” nos muestra que no todo lo que se ordena en La Biblia bajo inspiración divina es siempre de obligado cumplimiento para nosotros hoy.

Del mismo modo, cuando Jesús o un apóstol cita a Noé, a Eva, o a otro personaje bíblico, la enseñanza espiritual debería ser la misma para los cristianos más literalistas que para quienes aceptan la posibilidad de que algunas narraciones sean alegorías o prototípicas.

El propósito de Biblia es encontrarnos con la enseñanza. Como cuando Pablo habla del hijo destetado de Agar diciendo que aquello “es una alegoría, pues estas mujeres son los dos pactos” (Ga. 4, 24). Pablo proyecta una interpretación alegórica a una narración que fue contada como historia. Pero tratar de analizar el ADN de Agar no confirmará ni desmentirá la verdad de su mención. No va de esto. Descubrir las interpretaciones espontáneas que estos símbolos pudieron provocar en aquellas comunidades originales es algo revelador también para nosotros.

La verdad de La Biblia entre los primeros cristianos

Entre los cristianos inmediatamente posteriores a La Biblia encontramos citas que aluden a Las Escrituras como la verdad de Dios ¡Claro que sí!

Pero esto no significa (como algunos cristianos más literalistas han sugerido) que aquellos primeros creyentes considerasen el literalismo como la mejor y única manifestación de la verdad. La cuestión no es interpretar La Biblia literalmente sino tomarla en serio, desde su contexto.

Otra de Pinocho

Si dentro de mil años alguien leyera una noticia de 2024 que diga: “Antonio miente y le crece la nariz como a Pinocho” ¿Pensará que en 2024 se produjo un inexplicable crecimiento de la nariz de un tal Antonio? Si esto nos parece un error infantil ¿Qué hacemos nosotros con el rico simbolismo bíblico? ¿Concluirá ese lector del año 3024 que Pinocho fue un personaje histórico?

Si ese interprete del futuro tuviese una mentalidad simplista y no investigase acerca de nuestras formas de hablar en 2024… ¡Quizás sí piense que existió en realidad Pinocho! Pero si esa persona examina otros textos de nuestro tiempo y consulta nuestros libros y películas comprobará que la alusión a Pinocho es solo una referencia metafórica. Comprenderá que la verdad liberadora se encuentra en el mensaje

¿Y qué hacemos nosotros con La Biblia? ¿Sabemos que narrativa hebrea era especialmente rica en su simbolismo pedagógico?                                                            

La semiótica judía es pedagogía, también para hoy

La semiótica es el estudio de los signos y significados del lenguaje, y está muy presente en la narrativa hebrea. Como Pablo R. Andiñach explica: “el análisis literario considera cada detalle del texto como un actor semiótico. Por ejemplo, si un libro profético comienza con la información de la fecha de la actuación del profeta, no se pregunta sobre la veracidad de ese dato sino que la asume como información semiótica que ofrece sentido al relato. Si el Cantar se atribuye en 1,1 a Salomón no le interesa constatar si fue en realidad el autor material, pero se hace la pregunta: ¿Qué significa que el libro diga que ha sido compuesto por Salomón? Al ver que en Gn 12,10-20 y 20,1-18 se narran dos historias muy parecidas sobre Abraham y Sara la pregunta de la semiótica es: ¿Cuál es el sentido de poseer estas dos historias? […] el esfuerzo de la crítica bíblica es describir el contexto social, religioso, cultural en que surgió cada libro […] pero el sentido no reside en esa reconstrucción, sino que la hermenéutica se aprovecha de ella para ir más allá […] se trata de que esa lectura modifique nuestra comprensión de la historia, de la teología y de la vida[3]”.

Termino con las palabras de Brian Zahnd acerca de la comprensión de La Biblia: “Entiende para qué se usan las formas y deja de esforzarte en perder de vista los puntos claves. Intenta aprender qué importa y qué no. No se trata de dónde y cuándo vivió Job sino de lo que Job aprendió. No se trata de encontrar el arca de Noé sino de librar al mundo de la violencia. No va de que una serpiente pueda hablar sino de lo que ese maldito ser dijo. Aunque nunca he conocido una serpiente parlante, sí he tenido pensamientos de serpiente en mi cabeza. La parábola y la metáfora tienen su propia forma de tirarnos al suelo […] El literalismo plano empequeñece la historia, la confina en el tiempo y la hace irrelevante. Pero la poesía y la alegoría viajan a través del tiempo y del espacio para adherirse a nuestro rostro. Los acontecimientos inertes se archivan fácilmente, pero la historia bien expresada te perseguirá. Deja que haya asombro, misterio. Es tiempo de que la historia de La Biblia salga de la jaula y entre en escena. Permite que la historia se filtre en tu vida y comience a entretejerse con tu propia historia. Ahí será entonces cuando, por fin, querido amigo, estarás leyendo bien la Biblia”.[4]

A modo de ejemplo, en el siguiente artículo sobre «La creatividad de las profecías mesiánicas» comprobaremos cómo estas profecías fueron muy poco o nada literales en su cumplimiento y el sentido de aplicación que esto tiene para nosotros.

[1] David Casado. El apocalipsis. Clie, 2004, pp. 42-43

[2] Karl Barth, Dogmática eclesial, vol. 3, pt. 1:82

[3] Pablo R. Andiñach, Introducción hermenéutica al Antiguo Testamento. Verbo Divino, 2012, p. 37, 38 y 40

[4] Brian Zahnd, adaptado del poema Reading The Bible Right (Cómo leer bien La Biblia),