sábado, julio 27, 2024
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La Biblia no muestra que Moisés escribiera todo el Pentateuco, más bien lo contrario

Durante una reunión de adolescentes de mi iglesia, un joven contaba apesadumbrado cómo su profesor de filosofía ridiculizó públicamente La Biblia por contener un libro atribuido a Moisés (Deuteronomio) que narra su propia muerte. El conocido sitio web cristiano Got Question afirma que plantear que pudiera haber ediciones del Pentateuco (los 5 primeros libros de La Biblia) posteriores a Moisés pone en “entredicho la veracidad del Pentateuco […] Esto sería tratar de debilitar la palabra de Dios, y una forma de hacerlo es poniendo en duda la historicidad y autoría del Pentateuco”, llegando a sentenciar que esto “pone en tela de juicio los testimonios de Jesús [1]”.

Afirmaciones tan categóricas como estas producen temor entre quienes creen en la inspiración divina de La Biblia. Pero ¿Es realmente así? ¿Se refuerza o más bien se pone en entredicho la credibilidad bíblica cuando se niega la autoría plural del Pentateuco?

En primer lugar, en ningún lugar de La Biblia se nos dice que sea importante conocer el número o la identidad de los autores en cada libro bíblico. Como tampoco que sea importante el periodo de redacción para cada uno de ellos. Esto son necesidades apologéticas modernas, creadas a posteriori y que resultan ajenas a los receptores originales de los libros bíblicos.

De forma concreta, La Biblia no afirma que la autoría de estos cinco libros sea exclusivamente de Moisés. Cuando Jesús, por ejemplo, dice: «Porque si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él» (Juan 5:46) no está diciendo que todo el Pentateuco, versículo por versículo, sea una obra monolítica de Moisés. Incluso admitiendo que gran parte procediese de Moisés (Josué 8, 32), quizás oralmente, Jesús aquí simplemente dice que Moisés habló de Él. Pero NO dice que todo el Pentateuco sea obra de Moisés.

¿Una autoría plural en diferentes épocas contradice La Biblia?

En contra de lo que muchos cristianos afirman, a la doctrina de la inspiración no le afecta que el Pentateuco pudiese ser un extenso núcleo originario de Moisés transmitido durante generaciones siendo editado y cerrado siglos después ¿Qué problema tiene la inspiración divina en esto? Ninguno ¿Y si Dios determinó que así fuese? La inspiración sobre los autores bíblicos no depende del número de autores o del proceso completo de composición de cada libro. Lo importante es que Jesús se refiere a estos libros como Las Escrituras.

De hecho, aquellos que exigen al Pentateuco haber sido escrito por Moisés son los primeros en matizar que, como mínimo, debió haber dos autores: Moisés y quien(es) narra(n) su muerte (Dt. 34).

Como vemos, no hace falta ser un erudito para comprobar que referirse a estos libros como “La ley de Moisés” no implica que Moisés fuese autor de cada línea. Incluso los cristianos más conservadores suelen admitir que la parte final describiendo cómo fue su propia muerte no debió ser suya.

La Sagrada Familia de Gaudí… no es solo de Gaudí

En la antigüedad, e incluso hoy, es frecuente referirse a obras literarias o artísticas nombrando solamente a su autor principal, al alma mater o inspirador, a pesar de que posteriormente exista un grupo más amplio de autores de dicha obra que en ocasiones resultan anónimos.

Sirva de ilustración los numerosos profesionales que han trabajado y que aún siguen construyendo la catedral de la Sagrada Familia de Barcelona. Sin embargo, a nadie se le ocurre calificar como engaño que nos refiramos a La Sagrada Familia de Gaudí a pesar de que no es 100% una obra de un único autor que murió hace ya mucho tiempo. Seguimos hablando de la obra de Gaudí a pesar de la implementación de diferentes añadidos que él no tenía en mente y que se hicieron necesarios tiempo después.

Pues algo parecido ocurrió hasta el cierre final del Pentateuco. Hoy mismo, a nuestras leyes se le añaden modificaciones o enmiendas a lo largo de años y siguen considerándose la misma ley.

Una forma de hablar habitual en La Biblia

En Mateo 27, 9 Jesús apela a un escrito de Jeremías cuando en realidad está citando Zacarías 11, 12-13 ¿Miente Jesús? ¿Se equivoca con la autoría del libro? ¿Queda tocada la armonía bíblica? Si descartamos el error del redactor o del copista, es posible que Jesús citase a Jeremías como una sinécdoque, como una alusión al profeta que encabezaba el listado clásico de libros proféticos. Si esto fue así (la opción más plausible según algunos comentaristas) se derriba de un plumazo el argumento de que Jesús debió referirse necesariamente a Moisés como autor único del Pentateuco. Si Jesús no le dio importancia a la autoría de Zacarías hasta el punto de atribuir a Jeremías una cita suya ¿Por qué, entonces, tendría que ser obligatoriamente rígido y abarcar el 100% de 5 libros al referirse a textos atribuidos Moisés? No pongamos en Jesús requisitos apologéticos que no son suyos.

Sea como fuese, Jesús tuvo que dirigirse a aquellos escritos tal y cómo eran conocidos por sus coetáneos, independientemente de que hubiera más autores implicados en la Torá más allá de Moisés.

Lo natural es que Jesús no se dirigiese a aquellos textos de un modo diferente a como ellos los describían. Esto es un principio fundamental de la comunicación y de hacerse entender. Aún así, insistimos, el Pentateuco no reclama para sí mismo que deba ser leído como escrito al 100% por Moisés.

En Las Escrituras no vemos que a nadie le importase quién escribiese –por ejemplo- la parte del Pentateuco que habla de la muerte de Moisés ¿O acaso se observa en La Biblia algún debate o preocupación al respecto? Ni lo más mínimo. Por entonces ya existían hipótesis acerca de quién pudo escribir esa parte, pero lo realmente importante no eran los puños detrás de las letras sino el Dios detrás de los puños. La necesidad actual de algunas tradiciones conservadoras de afirmar que Moisés escribió todo el Pentateuco tiene más que ver con la necesidad psicológica de preservar determinadas tradiciones que un día nos enseñaron como “La verdad” que con lo que realmente nos pide La Biblia.  

Jesús diría que la mostaza “es la más pequeña de todas las semillas” (Mt 13, 31) cuando realmente no es la semilla más pequeña. Así que si aplicamos las mismas exigencias exegéticas de los defensores de la plena autoría mosaica tendríamos que afirmar que Jesús se equivoca con la semilla o miente. Pero caeríamos en el error de no pensar como los hebreos antiguos sino de utilizar un tipo de pensar occidental moderno no aplicable al contexto de una conversación donde lo importante es el mensaje espiritual de fondo, no el dato informativo exacto. En el caso de la mostaza Jesús no estaba haciendo ninguna declaración naturalista absoluta y simplemente utiliza un estilo enfático para un público que tenía interiorizado que el grano de mostaza era el más pequeño de todos. Así hablaban. Y aunque la mostaza no era técnicamente el grano más pequeño la pedagogía de Jesús era la ideal porque así se pensaba por entonces. Y lo mismo podemos decir cuando Jesús apela a la Torá del mismo modo en el que lo hacían sus oyentes. Lo importante era qué decían Las Escrituras. No sería tan complicado de entender si determinadas corrientes posteriores a la revolución científica no hubieran salpicado nuestra hermenéutica con exigencias apologéticas de precisión histórica y científica ajenas al texto bíblico.

Evidencias de varios autores y generaciones en el Pentateuco (y por qué no afecta a la inspiración de La Biblia):

Esta breve reflexión pretende traer paz al lector cristiano conservador que descubre con naturalidad que Moisés no pudo ser el autor de todo el Pentateuco. Tu fe no se tambalea cuando compruebas que existen indicios sólidos de una revisión final de La Torá siglos más tarde a Moisés, cerrándose quizás entre los siglos VI y IV a. C. ¿En qué afecta esto a la inspiración de La Biblia? En nada.

Dios ha inspirado a los autores bíblicos como Él ha querido y no como nosotros decimos sin razones de peso reales. Recalcamos esto porque hay personas que han sido sacudidas en su fe tras descubrir que Moisés no pudo haber escrito el Pentateuco como le aseguraron tajantemente en su Escuela Dominical. A esto le sumamos el miedo creado desde púlpitos, artículos y populares videos en YouTube que señalan con nombres y apellidos a los “herejes” que cuestionan la plena autoría mosaica del Pentateuco. Sin embargo, la evidencia bíblica es fuerte y nos llama a una mayor humildad y respeto hacia otros hermanos, pues siempre estaremos condicionados por nuestras experiencias, lecturas y tradición ¡Pero deseosos de conocer la verdad de Dios!

La multiautoría ni siquiera es un planteamiento moderno, ni liberal ni nada de esas cosas que se dicen para provocar cierto temor infundado a la par que se diluye un pensamiento bíblico más rico y profundo. El asunto se ha debatido tanto en el judaísmo como en el cristianismo desde siempre. San Jerónimo (s. IV), por ejemplo, ya desde una mera lectura directa del Deuteronomio sugirió que algunos de sus textos debieron ser de la época de Esdras (s. V a.C.)[2].

En esta búsqueda de evidencias, los eruditos señalan diferentes argumentos para la autoría plural. Entre ellos destacan las diferentes repeticiones de las historias (algunas repetidas hasta 5 veces), los elementos lingüísticos, culturales o de estilo que avalan una clara multi autoría del Pentateuco. Algunos de los elementos del Pentateuco son más característicos de los siglos VI-IV a. C. que de los hipotéticos siglos XIII o XV (a. C.) en los que pudiera haber vivido Moisés. Dicho esto, no nos vamos a meter aquí en complejas erudiciones académicas sobre las que ya existen amplísimos y extraordinarios trabajos al respecto.

Aquí expondremos evidencias sencillas para que cualquier lector común pueda comprobar por qué se habla de la autoría múltiple del Pentateuco tan solo leyendo La Biblia.

Evidencias concretas de autoría múltiple:

-Ejemplo de texto posterior a la vida de Moisés: “Ciertamente pondrás por rey sobre ti” (Deuteronomio 17:14-20)

Dios le dice a Israel: “Ciertamente pondrás por rey sobre ti al que Jehová tu Dios escogiere“ (Dt. 17, 15). Y posteriormente se adjuntan instrucciones concretas acerca de cómo debe actuar el Rey de Israel (14-20).

Bien. Teniendo esto en cuenta fijémonos en algo sencillo de comprobar:

Si este párrafo hubiera quedado escrito por Moisés estaríamos ante instrucciones monárquicas “proféticas” dadas por Dios al pueblo siendo conocidas por todos los integrantes del tenso debate que mantienen Samuel y el pueblo de Israel (1 Samuel 8) que pide para sí un rey que los gobierne ¿Cierto?

Sin embargo, el pueblo no apela a Dt. 17 para defender su petición y que -supuestamente- ¡Moisés ya la habría avalado al 100% dejándola por escrito afirmando que la monarquía queda establecida por Dios mismo! Así que no tiene sentido pensar que durante el debate acerca de poner rey en Israel NADIE apelase a un texto que cerraba de portazo cualquier discusión.

Es aún más absurdo pensar que el mismo Samuel ignorase adrede que Dios mismo ya había dejado por escrito una declaración que le cierra la boca. Eso colocaría a idea clásica de inspiración bíblica en problemas mucho mayores. Como creyentes en la inspiración divina, más desconcertante aún sería observa que Dios no quiere rey sobre Israel argumentando que esa petición popular de monarquía equivale a rechazar a Dios mismo (1 S. 8, 6-7) ¡Pero! ¿¡Y qué pasa con lo que Moisés (supuestamente) ya habría dicho cientos de años antes en Dt. 17!? Desde la idea de autoría única de Moisés: ¿¡Hay algo de sentido en todo esto!?

La explicación coherente es que la supuesta orden dada por Dios a Israel para poner rey sobre ellos (Dt. 17, 14-20) no estaba aún escrita en tiempos de Samuel (luego veremos algún ejemplo más). Debemos entender que este añadido posterior de Dt. 17 no contradice La Escritura sino que la reafirma. A lo único que contradice este añadido es a la tradición humana (no bíblica) que exige al Pentateuco ser escrito 100% por Moisés. Pero La Biblia no nos dice cómo se transmitieron los textos sagrados, ni el orden, ni los requisitos de Dios para una redacción o edición final del libro que hoy consideramos como Palabra de Dios

¿Qué problema hay si Dios quiso inspirar a los escribas para realizar estas adicciones posteriores que aclararían dudas y que además consolidarían la fuerza de Palabra de Dios ante el pueblo y su rey para generaciones posteriores? Este registro escrito posteriormente cerraba el debate y fortalecía la confianza del pueblo en Las Escrituras. Para nosotros lo importante es que el Espíritu Santo se mueve como quiere y que Jesús refrendó Las Escrituras una vez se cerró su redacción.

Otras evidencias de autoría del pentateuco posterior a Moisés:

Veamos algunos ejemplos más de añadidos posteriores a Moisés en el Pentateuco:

1) “Y los reyes que reinaron en la tierra de Edom, antes que reinase rey sobre los hijos de Israel, fueron estos…”.  (Génesis 36, 31). Este texto no pudo ser escrito antes de Saúl, el primer rey de Israel que vivió cientos de años después que Moisés:

2) Se habla en pasado de acontecimientos posteriores a la entrada en la Tierra prometida que ocurrió después de la muerte de Moisés:

Éxodo 16, 35: «Así comieron los hijos de Israel maná cuarenta años, hasta que entraron en la tierra habitada: maná comieron hasta que llegaron al término de la tierra de Canaán«. Dt 2:12: «Y en Seir habitaron antes los Horeos, a los cuales echaron los hijos de Esaú; y los destruyeron de delante de sí, y moraron en lugar de ellos; como hizo Israel en la tierra de su posesión que les dio Jehová«. Dt 4:38: «Para echar de delante de ti gentes grandes y más fuertes que tú, y para introducirte, y darte su tierra por heredad, como hoy«.

3) El Pentateuco se refiere a Moisés en tercera persona. No suele aparecer hablando en primera persona, excepto –obviamente- en la trascripción de sus discursos: Éxodo 11, 3: «También Moisés era muy gran varón en la tierra de Egipto, a los ojos de los siervos de Faraón, y á los ojos del pueblo«. «Y el Señor dijo a Moisés…» (Nu. 2:1, 5:1, 31:1). «Y ésta es la bendición con la cual bendijo Moisés, varón de Dios, a los hijos de Israel, antes que muriese» (Dt. 33:1). «todas las cosas que Jehová había mandado a Moisés» (Éxodo 39:42, 40:27, 29, 32).

4) Dt. 34, 5-6: «Y murió allí Moisés siervo de Jehová, en la tierra de Moab, conforme al dicho de Jehová. Y enterrólo en el valle, en tierra de Moab, enfrente de Bethpeor; y ninguno sabe su sepulcro hasta hoy«.

Este texto no solo no pudo escribirlo Moisés sino que incluye un “hasta hoy” que transmite la idea de que ya ha pasado mucho tiempo desde su muerte. Ha pasado tanto tiempo, que cuando Dt. 34: 5-6 se escribe ya nadie sabía siquiera la localización de algo tan importante para su historia como el lugar de su tumba.

5) Incluso alguien tan conservador y a favor de la autoría mosaica del Pentateuco como Richard McDonald, del Seminario Teológico Bautista del Sur, admite que “las Escrituras incluyen indicaciones de adiciones y actualizaciones autorizadas divinamente. Por ejemplo, Proverbios 25:1 cuenta que los hombres del rey Ezequías agregaron dichos de Salomón a Proverbios [3]”. ¡Podríamos haber empezado por aquí y hubiéramos zanjado el asunto!

El relato de La Creación

Otro aspecto muy importante, y poco mencionado, es el asombroso encaje del relato de la Creación de Génesis 1 y 2 como revelación y respuesta a la crisis de identidad de Israel durante y tras el exilio en Babilonia. Cada detalle es un golpe demoledor a las cosmogonías que dominaron la antigüedad como Egipto y sobre todo Babilonia. Dios responde a su pueblo dando su propia revelación para liberarles de las cosmovisiones de las superpotencias que marcaban el destino de los humanos y su servidumbre a los reyes paganos. Todo encaja y resulta maravillosamente liberador si nos situamos en la opresión de Babilonia que tanto marcó a Israel (Ver http://delirante.org/?p=181 para un análisis más detallado de La Creación como relato anti-babilónico).

Por otro lado, siendo el relato de Adán y Eva un elemento central para la fe fijémonos en que no hay ni una sola mención a la primera pareja, ni al plan original de Dios, ni al pecado de Adán fuera del relato de la Creación. Nada. Este “olvido” total resulta demasiado raro en un Pentateuco dominado por relatos y explicaciones acerca de la limpieza del pecado y la voluntad originaria de Dios… pero es como si Adán y Eva no hubieran existido jamás. Silencio absoluto. Pero… ¿Cómo ignorar algo tan revelador como el propósito divino con los primeros humanos? Más aún cuando el mismo Moisés (según los defensores de la autoría plena mosaica) había escrito el relato de Adán y Eva. Pero… ¿¡Cómo llenar el Pentateuco de rituales limpiadores y al mismo tiempo olvidar por completo el origen del pecado y otros elementos identitarios del relato de la creación de Génesis 1 y 2!? La respuesta a esta extrañeza es que (tal y como corroboran otros datos) el relato de La Creación debió ser posterior a Moisés, una narración escrita durante y/o tras el exilio de Babilonia, cercana al término de edición del Pentateuco. De hecho, no es solo el resto del Pentateuco. Tampoco se menciona la historia de Adán y Eva en ninguna otra parte del Antiguo Testamento ni tampoco en la literatura extra bíblica judía hasta aproximadamente el siglo II a. C [4].

Y si leen artículos como el antes mencionado (http://delirante.org/?p=181), comprobarán que La Creación es un relato extraordinariamente inspirado para aquel contexto de adiestramiento en la cosmogonía babilonia ¡Gloria a Dios por su liberadora y transgresora revelación!

Si pensamos que Moisés escribió los relatos de la creación nos preguntamos además por qué redactó dos diferentes y con algunas discrepancias entre sí (desde el literalismo). Pero La Biblia nunca dice que fuera Moisés el autor de estos capítulos. Lo que sí vemos es una gran y coherente obra en la provisión divina a su pueblo si aceptamos que los relatos de la creación son posteriores a Moisés. Así todo encaja, nos asombra y nos lleva a rendirnos ante un Dios liberador que habla a sus hijos desde sus problemas y necesidades sentidas, desde su contexto. Esto hace mucho más creíble y fascinante a La Biblia que pensar Moisés escribe el relato de La Creación para luego olvidarse totalmente de él en el resto de las explicaciones del Pentateuco acerca del pecado o la identidad del ser humano.

¿Josué escribió la muerte de Moisés?

Lo que vemos en Deuteronomio es una narración propia de historias ya finalizadas. Los argumentos para una interpretación de varios autores y editores inspirados encajan con el sentido común y el pensar hebreo. La armonía de La Biblia se sostiene ante las evidencias de la pluriautoría del Pentateuco. Las Escrituras están llenas de argumentaciones y expresiones lógicas tipo: “¿Acaso no entendisteis…?”, “por tanto…”, “así que…”, “¿No visteis que…”, “porque…” “escudriñar…”, “¿No pensarán que estáis locos…?”, “sed sabios”, etc. Son apelaciones a la lógica para poder entender, analizar y creer en la Biblia como verdad de Dios. Somos llamados a la fe, pero no a barrer debajo de la alfombra el sentido común que Dios nos ha dado.

El problema es que un día a alguien se le ocurrió afirmar que todo el Pentateuco es obra única de Moisés y que creerlo así es parte esencial de la fe cristiana. Y que afirmar lo contrario hace a La Biblia (¡Y a Jesús!) mentir ¡Uf! ¿No es demasiado atrevido poner así la fe de tantos pequeños en jaque? Nosotros creemos que sí.

Pero no solo eso. La total autoría de Moisés del Pentateuco no ayuda a ver La Biblia como algo realmente coherente. Más bien al contrario, dando como triste resultado a millares de personas sacudidas en su fe o a otras que no se interesan por el cristianismo cuando se les presentan estas teorías tan inestables como la única opción de verdad indiscutible revelada por Dios. Nuestra respuesta no puede ser el dogmatismo sino un diálogo abierto y responsable.

El Pentateuco es la historia de un pueblo exiliado de Egipto buscando su propósito en tierra extraña. Son libros que proporcionaron identidad y consuelo a los cautivos de Babilonia que probablemente cerraron la edición final del Pentateuco (Ver video “EXILIO” abajo). Y no solo no pasa nada por ello, sino que decimos: ¡A Dios sea la gloria por una provisión tan contextualizada y pertinente mediante Las Escrituras!

Paralelamente, estos libros son actuales porque de algún modo también son nuestra historia, no solo la de Israel. Nos muestran nuestra torpeza y esclavitud, nuestra salida del Edén caído, de Egipto y Babilonia tratando de encontrar el camino a nuestro verdadero hogar, a la Tierra prometida que Cristo nos señala como el sentido pleno de la vida. En el Pentateuco comienza nuestro peregrinaje a la nueva Jerusalén siendo el punto de partida de todas las historias. El Pentateuco es también la historia del tosco caminar desde La Ley hasta la sublime Gracia que un día rescató a un pecador ciego y perdido como yo. De todo esto y de mucho más nos habla ese Pentateuco de Moisés y otros siervos de Dios que nos revelan un Dios que nos dirige de vuelta a casa. Y su Palabra es verdad.

Lo que sí vemos en el Pentateuco

Lo que vemos en Deuteronomio es una narración propia de historias ya finalizadas. Los argumentos para una interpretación de varios autores y editores inspirados encajan con el sentido común y el pensar hebreo. La armonía de La Biblia se sostiene ante las evidencias de la pluriautoría del Pentateuco. Las Escrituras están llenas de argumentaciones y expresiones lógicas tipo: “¿Acaso no entendisteis…?”, “por tanto…”, “así que…”, “¿No visteis que…”, “porque…” “escudriñar…”, “¿No pensarán que estáis locos…?”, “sed sabios”, etc. Son apelaciones a la lógica para poder entender, analizar y creer en la Biblia como verdad de Dios. Somos llamados a la fe, pero no a barrer debajo de la alfombra el sentido común que Dios nos ha dado.

El problema es que un día a alguien se le ocurrió afirmar que todo el Pentateuco es obra única de Moisés y que creerlo así es parte esencial de la fe cristiana. Y que afirmar lo contrario hace a La Biblia (¡Y a Jesús!) mentir ¡Uf! ¿No es demasiado atrevido poner así la fe de tantos pequeños en jaque? Nosotros creemos que sí.

Pero no solo eso. La total autoría de Moisés del Pentateuco no ayuda a ver La Biblia como algo realmente coherente. Más bien al contrario, dando como triste resultado a millares de personas sacudidas en su fe o a otras que no se interesan por el cristianismo cuando se les presentan estas teorías tan inestables como la única opción de verdad indiscutible revelada por Dios. Nuestra respuesta no puede ser el dogmatismo sino un diálogo abierto y responsable.

El Pentateuco es la historia de un pueblo exiliado de Egipto buscando su propósito en tierra extraña. Son libros que proporcionaron identidad y consuelo a los cautivos de Babilonia que probablemente cerraron la edición final del Pentateuco (Ver video “EXILIO” abajo). Y no solo no pasa nada por ello, sino que decimos: ¡A Dios sea la gloria por una provisión tan contextualizada y pertinente mediante Las Escrituras!

Paralelamente, estos libros son actuales porque de algún modo también son nuestra historia, no solo la de Israel. Nos muestran nuestra torpeza y esclavitud, nuestra salida del Edén caído, de Egipto y Babilonia tratando de encontrar el camino a nuestro verdadero hogar, a la Tierra prometida que Cristo nos señala como el sentido pleno de la vida. En el Pentateuco comienza nuestro peregrinaje a la nueva Jerusalén siendo el punto de partida de todas las historias. El Pentateuco es también la historia del tosco caminar desde La Ley hasta la sublime Gracia que un día rescató a un pecador ciego y perdido como yo. De todo esto y de mucho más nos habla ese Pentateuco de Moisés y otros siervos de Dios que nos revelan un Dios que nos dirige de vuelta a casa. Y su Palabra es verdad.

Delirante.org

[1] https://www.gotquestions.org/Espanol/hipotesis-documentaria.html

[2] Obras completas de San Jerónimo, BAC, Madrid. En inglés: The Principle Works of Jerome (Nicene and Post Nicene Fathers of the Church, vol. 6; trans. W. H. Fremantle; Edinburgh: T&T Clark, 1989), 337-38

[3] Richad McDonald, ¿Quién escribió el obituario de Moisés en Deuteronomio 34?, coalicionporelevangelio.org, 10 julio 2019 

[4] Daniel C. Harlow, Después de Adán: Leer el Génesis después de la era evolutiva. Revista Aletheia, 2012, p. 21

¿Es bíblico el Infierno?

¿Es el infierno bíblico una tortura consciente sin fin?

Para una mayoría de cristianos el Infierno es un lugar de llamas y tormento consciente sin fin. Pero, ¿Fue ésta la interpretación de La Biblia dominante entre los primeros cristianos? ¿Qué argumentos ofrecen quienes creen que La Biblia no sostiene esta idea del Infierno?

Argumentos bíblicos comunes de quienes cuestionan el Infierno clásico

Universalismo

Aniquilacionismo

Reflexiones finales para la Iglesia

Durante el sermón en una iglesia conservadora de Madrid, el predicador señaló –para sorpresa de muchos- que el concepto del Infierno como tortura consciente sin fin “no fue predominante durante los dos primeros siglos del cristianismo. Había como seis escuelas y solo una de ellas asumía esta idea [1]”. Lo cierto es que durante los primeros siglos, teólogos de influencia como Orígenes, Clemente de Alejandría, Dídimo el Ciego, Gregorio de Nisa (editor final del Credo Niceno), Evagrio Póntico, Diodoro o Teodoro de Mopsuestia, entre otros, sostuvieron interpretaciones del Infierno diferentes a la de un castigo sin fin.

Al comienzo de la Iglesia convivían quienes creían en el Infierno clásico y quienes no. Sería en el Concilio de Constantinopla (año 543) donde se afirmaría oficialmente que los sufrimientos del infierno eran eternos. Más tarde, en el Concilio de Letrán (1125), el Infierno se constituiría como dogma que incluía duras penas contra quienes lo negasen. Se trata de eventos claves porque las discrepancias teológicas ya no fueron toleradas aunque el cuestionamiento del Infierno tradicional a la luz de Las Escrituras nunca desapareció del todo. Seguiría poniéndose en entre dicho por Valdenses (s. XII), Anabaptistas, Hermanos moravos, Cristadelfianos o Socinianos, entre otros.

Fuera de Occidente, menos Infierno

El dogma del Infierno no ha cuajado con tanta solidez entre los cristianos orientales. Esto se explica en parte porque la consolidación del Infierno como dogma en Occidente fue después de su escisión con la iglesia oriental ortodoxa. Andréy Kórdochkin, párroco de la Iglesia Ortodoxa rusa de Madrid, asume que “el Infierno no es un lugar en conformidad con la doctrina patrística [2]«.

Pero ¿No habla La Biblia claramente del Infierno como un castigo en llamas eterno y sin fin? ¿Qué interpretación bíblica proponen estos creyentes?

Las alternativas más comunes al Infierno clásico son dos: 1) El aniquilacionismo que afirma que los malos son eliminados y dejan de existir tras el juicio final. Y 2) El universalismo que aboga por la salvación final de todos los humanos tras un juicio con final restaurativo.

Estas dos posturas comparten algunos argumentos que pretenden ser bíblicos y que veremos a continuación. Buscando un mayor rigor los expondremos tal y como ellos mismos podrían hacerlo procurando conocerlos correctamente antes de juzgar y retener lo bueno (1ª Tesalonicenses 5, 21). Al final de esta serie concluiremos con algunas reflexiones en cuanto al lugar de estas creencias en la Iglesia actual.

Comencemos con los argumentos contrarios al Infierno clásico:

La palabra “infierno” no existe en La Biblia

La palabra “infierno” no existe en el texto bíblico original. El término es “Gehena”, procedente del hebreo gueh hinnóm y que deriva del “valle de Hinón” situado a las afueras de Jerusalén. En tiempos de Jesús este Gehena era el lugar donde se quemaba la basura que en el Antiguo Testamento llegó a albergar sacrificios humanos.

Sería la versión de La Biblia más influyente de la historia, La Vulgata (siglo IV) quien sustituiría por primera vez el término Gehena por “Infierno”. Así que cuando los primeros oyentes escuchaban a Jesús hablar del Gehena lo que visualizaban era un lugar terrenal y conocido. Se hacía difícil, por tanto, relacionar un basurero con un castigo perpetuo ya que todo lo que se arrojaba al Gehena se consumía al poco de ser echado.

El término traducido como “eterno” (aionios) no implica un tiempo sin fin

El significado de las palabras cambia en cada tiempo y lugar. Aquí tenemos aionios (plural derivado de aion), traducido como «eternidad» o “eterno” en nuestras Biblias. Pero en griego aionios no alude necesariamente a un tiempo sin fin sino que posee varios significados. Literalmente significa “que dura un siglo […] Este término destaca el hecho de que algo es continuo y no está sujeto a cambios repentinos. En los antiguos papiros griegos hay numerosas referencias a que el emperador romano era  aiônios [3]”.

En Efesios 1, 21 –por ejemplo- dice: “No sólo en esta edad (aión), sino también en la porvenir”. En el 2, 7: “Para mostrar en los tiempos (aionios) venideros las abundantes riquezas de su gracia”. Fijémonos en que es imposible traducir aion/aionion por “eternidad” en ambos ejemplos. No tendría sentido.

Aionios suele usarse con una connotación de “importancia perpetua” de lo adjetivado más que de su duración. Un fuego o castigo “aionios” reafirma la atemporalidad del valor moral de la acción ejecutada, no tanto lo que ésta dura. Algo aonios es a menudo algo “de Dios”.

En Judas 7 se habla del “castigo del fuego eterno” que cayó sobre Sodoma y Gomorra. Pero… ¿Dónde está ahora ese fuego “eterno”? ¡Se apagó hace siglos! Aquel castigo fue un juicio eternamente inapelable, incuestionable en cualquier época ya que provenía de Dios. Pero el fuego duró solo un rato ¿Se capta la idea? Lo que permanece por siempre es la validez de aquel juicio, no la duración del instrumento usado.

Igual ocurre con eterno (olam) del Antiguo Testamento

Olam es traducido como “eternidad” en nuestro Antiguo Testamento. El término también posee varias acepciones y no tiene un equivalente exacto en nuestro idioma. Olam se relaciona con el verbo alam que significa ocultar y hace referencia a aquello que está más allá de nuestro entendimiento. La concordancia Strong define olam como algo “propiamente escondido, generalmente tiempo fuera de la mente”.

En Génesis 17 Dios calificó la circuncisión como “un pacto eterno”, un pacto que para los cristianos ya terminó. Muchas ordenanzas traducidas como «eternas» (ôlâm) solo duraron un tiempo limitado (Ex. 27, 21; 28, 43) porque no se definía su duración sino su validez indiscutible.

El fuego que nunca se apaga y el gusano que nunca muere como típica hipérbole hebrea

El fuego eterno como hipérbole alejada de cualquier pretensión literal es típico de la retórica hebrea. En Levítico 6, 13 el fuego del sacrificio «se mantendrá encendido continuamente en el altar; nunca se apagará«. Pero aquel fuego se apagaba y hoy está definitivamente apagado. Jeremías 17, 27 exhorta a Judá diciendo: “yo haré descender fuego en sus puertas, y consumirá los palacios de Jerusalén y no se apagará”. Aquel fuego hiperbólico está hoy apagado.

En Isaías encontramos la figura retórica con la que Jesús conecta cuando se refiere al “gusano que nunca muere y al fuego que nunca se apaga”. Isaías advierte a Israel de que “cuando salgan del Templo podrán contemplar los cadáveres de aquellos que se rebelaron contra mí, pues su gusano no muere y su fuego no se extingue” (Isaías 66, 11 y 24). Fijémonos en que el gusano “inmortal” y el fuego eterno constituyen un lenguaje figurado que ilustra un juicio divino temporal y limitado.  No se relaciona con personas torturadas eternamente sino con cadáveres insensibles a la vista de quienes siguen vivos en esta tierra. Se trata de una visión que “resulta espantosa a los vivientes” (Is. 66, 24). A la luz de La Biblia, la desgracia de estos rebeldes fallecidos fue su exterminio en esta tierra, no que pasaran a una terrible tortura sin fin.

Jesús recurrirá a estas metáforas hebreas (Mateo 13, 41-42) como la del Salmo 112, 10 que describe al malo que “se enfada, rechina sus dientes y se consume”.  Como explica Juan Stam: “el sheol era el concepto hebreo de la tierra de sombras de los que ya no vivían físicamente. Era un concepto muy poco definido, aunque no era lugar de castigo […] Mucho del lenguaje descriptivo del infierno tiene que ser figurado. Lo del gusano que no muere, no es para sacar una doctrina de la inmortalidad de los gusanos. Fuego y tinieblas son símbolos contradictorios, si se toman al pie de la letra, pero el ardor del fuego y el temor de la oscuridad son simbolismos [4]”.

Del mismo modo, en ocasiones nosotros también usamos hiperbólicamente estos conceptos en frases como “ese trámite dura una eternidad” o “aquel pueblo es un Infierno”. ¿Qué pensarían de estas expresiones cristianos literalistas de dentro de 2000 años si La Biblia se hubiera escrito en nuestra cultura?

El poder de la metáfora

El cristianismo actual ha ido desarrollado una mentalidad más literalista que las de las culturas bíblicas. La pedagogía basada en epopeyas, parábolas y la profundidad del lenguaje simbólico ha ido perdiendo peso en Occidente. Por diferentes razones de tipo histórico entre muchos cristianos actuales persiste la errada idea de que el lenguaje alegórico es menos verdad que el literal. Pero basta ver a Jesús usando parábolas para transmitir con la mayor de las fuerzas La Palabra de Dios.

Como el erudito William V. Crockett comenta: “en la antigüedad, los maestros usaban frecuentemente expresiones simbólicas para subrayar sus puntos (hipérbole rabínica). Para ser un discípulo, debes «odiar» a tu padre y a tu madre (Lucas 14:26), «arrancar» un ojo cuando miras lo que no debes (Mateo 5:29), o dejar que los muertos «entierren a sus muertos» (Lucas 9:60). Este lenguaje colorista fue entendido por todos como una hipérbole, una retórica que destaca la tremenda importancia de lo narrado. Lo mismo ocurre con las imágenes del infierno [5]

El Gehena: ¿Incluía un anuncio del juicio sobre Israel?

Apenas 40 años después de las palabras de Jesús acerca del Gehena toda la identidad judía sería arrasada por fuego y gusanos (Lucas 21, 5-9). En el documental acerca del Infierno titulado Hellbound (2012) varios teólogos explican cómo la destrucción de Jerusalén del año 70 supuso el fin del universo judío tal y como ellos lo conocían. Fue el fin de una cosmovisión centrada en el sacerdocio, el sacrificio, el Templo, la ciudad santa, etc. El auditorio de Jesús sabía que en el Antiguo Testamento el Gehena a menudo se refería a ejércitos invasores que arrasarían Jerusalén (Jer. 7, 32). Y eso fue lo que pasó en el año 70. ¿Serían las referencias al Gehena una profecía acerca de esta destrucción?

¿Y qué de Mateo 25, 46: “E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna”?

Muchos creyentes en el Infierno argumentan: “Pero ¿No dice Mateo 25, 46 que tanto la vida como el castigo son eternos (aionios)? Entonces, si decimos no hay un castigo eterno con el sentido de “duración sin fin” ¿No hay tampoco una vida eterna “sin fin” para el justo?”.

Respuesta:

Para comenzar, fijémonos en que el texto completo dice que quienes alimentan a un hambriento o visitan un enfermo “irán a la vida eterna” (Mateo 25, 42-26). Sin embargo, los creyentes en el Infierno no suelen pensar que estas palabras sean literales ya que creen que por hacer estas obras no se irán a la vida eterna ¡También deberían creer en Jesús como su salvador!, un añadido que el texto no dice en ningún momento. Así que: 1) Los defensores del Infierno son los primeros que creen que el relato es hiperbólico y no debe tomarse al pie de la letra.

Del mismo modo, las cabras y las ovejas del relato (Mt. 25, 32-33) son una metáfora evidente de dos tipos de personas. Esto lo creemos todos, al mismo tiempo que también vemos en los versículos anteriores a Mt. 25, 41 se habla del “fuego que no se apaga” preparado “para el diablo y sus ángeles” Pero: ¿Se quemarán seres espirituales con fuego literal? ¿No es otra evidencia de más simbolismo?

El texto está lleno de retórica y debemos ser cautos a la hora de exigir literalismo solamente a las palabras del relato que nos interesan y desde la traducción a nuestro idioma. Hay que analizar qué dice el texto y qué no dice. Y lo que sí dice es que las acciones justas e injustas tienen repercusiones en la era venidera y que éstas llevan el sello inapelable del juicio de Dios (hasta aquí todos los cristianos de acuerdo). Pero otra cosa es afirmar que ambas “eras venideras” (otro significado de aionios) deben durar lo mismo: para siempre. Pero esto no lo dice el texto.

Es un error pensar que si el castigo no es eterno entonces la vida del justo tampoco debe ser eterna. Creemos que la vida de los justos sí es eterna porque Las Escrituras la describen con una calidad y plenitud sin igual, sin muerte. Esto se observa sin ni siquiera utilizar el término aionios que más bien se centra en la calidad de esa vida que Dios da y que ya empieza en esta tierra (Juan 17, 3).

La eternidad de la vida del justo sí la vemos revelada en 1ª Corintios 15 o en el “ya no habrá muerte, ni más llanto” (Ap. 21, 4), entre otros textos que definen esta vida como algo maravilloso. Como dice Proverbios 10, 25: “el malo no permanece; mas el justo permanece para siempre”. Pero el castigo del malo es una situación absolutamente diferente. Aunque el destino del justo y del injusto son actos de validez eterna ejecutados por Dios (significado básico de aionios) no tiene sentido pensar que el castigo del malo debe ser de la misma calidad y/o duración que la vida del justo.

¿Y cuánto dura entonces el castigo y cuánto la vida del justo de Mateo 25, 46? Pues Jesús no lo dice y no parece que pretenda dar respuesta a este asunto desde el punto de vista cuantitativo. Pero sí sabemos que aquí el destino de las cabras bajo castigo “eterno” (vs. 41) es la misma expresión de Judas 7 para el fuego que destruyó Sodoma ¡Y que ya se apagó! cuyo énfasis era moral y cualitativo, no de duración. La vida plena y sin dolor era el plan original de Dios. No el castigo. Ambos destinos no tienen por qué durar lo mismo. De hecho Las Escrituras apuntan a que uno dura por siempre y otro no.

Por último, observemos que en la mayoría de las traducciones de La Biblia solamente aparece una vez la expresión “castigo eterno” y es aquí, en Mateo 25, 46. La palabra vertida como “castigo” es kolasis, (derivada de kolazo [6]), un término de jardinería referido a la poda. Así que lo que leemos aquí es un “aion de kolazo” que literalmente puede traducirse como «un período de poda” ¿Y qué se pretende en la poda? ¿Hacer sufrir para siempre al ser podado? Para los aniquilacionistas este tiempo de poda equivale a ser eliminados tras ser juzgados. Para los universalistas será un periodo que corregirá al árbol durante un tiempo para finalmente hacerlo florecer. En cualquier caso, ningún jardinero poda una planta para provocarle terribles sufrimientos sin fin. De nuevo el griego original desbarata cualquier idea de Infierno literal percibida en nuestros idiomas y por el peso de la tradición medieval.

Ni rastro del Infierno en las cartas a los gentiles

No obstante,  si Jesús hubiera querido revelar la existencia del Infierno como un lugar literal en el más allá ¿Por qué se refirió a un valle conocido en lugar de explicarlo claramente? ¿Por qué no le dio un nombre propio? Lo cierto es que todas las alusiones de Jesús al Gehena son siempre dirigidas a religiosos judíos. Como observa Julie Ferwerda: “Jesús nunca les habló a las multitudes acerca del “infierno,” ni siquiera por una sola vez como nosotros creemos hoy, únicamente les hablaba en privado y en muy reducidos contextos a sus discípulos o a los fariseos (gente religiosa) a lo mucho en tres o cuatro ocasiones [7]”.

Este carácter local del Gehena explicaría por qué este lugar ya no se menciona fuera del contexto hebreo de los evangelios. Fijémonos en que cuando surge la necesidad de escribir libros fuera de Judea los autores saben que el lenguaje simbólico hebreo debe limitarse drásticamente y entonces… ¡Las advertencias sobre el Gehena desaparecen! (a excepción de la simbólica apocalíptica judía que veremos más adelante).

Pero si algo tan terrorífico como el Infierno existe: ¿No deberían ser advertidos los gentiles desde las cartas fundacionales del cristianismo? ¡Sin duda! Pero fuera de Jesús el Gehena solo vuelve a mencionarse una vez y lo hace Santiago (3, 6) para referirse al poder destructor de la lengua ¡Otra vez un uso metafórico! Luego está el Tártaro, que aparece una vez en La Biblia y que es un término de la mitología griega que Pedro usa para ilustrar el encarcelamiento previo al juicio de “los ángeles que pecaron”, pero no de las personas (2ª Pe. 2, 4). Como vemos, los autores bíblicos no consideraron ningún Infierno del que avisar a los no judíos.

Aquellos predicadores actuales que definen como “evangelio light” aquel que omite el Infierno también deberían calificar como light los más de 20 sermones de Hechos o todas las cartas de Pablo.

La historia del rico y Lázaro (Lucas 16, 19-31)

Una errada interpretación de la parábola del rico y Lázaro ha sido clave para el dogma del Infierno a pesar de que en esta historia ni se menciona el Cielo ni el Infierno. Los dos lugares que aparecen son “el seno de Abraham” (el nombre ya evidencia su simbolismo) y el Hades, lugar al que van los muertos en la cultura grecorromana. Así que desde el literalismo ni Abraham ni Lázaro podrían haber estado en El Cielo ya que “nadie ha subido al cielo, excepto el que bajó de allí, es decir, el Hijo del hombre” (Juan 3, 13).

Curiosamente, desde el literalismo esta historia revelaría la existencia de conversaciones entre los habitantes de ambos lugares, algo que pocos cristianos tradicionales creen que ocurra realmente. Luego está la súplica del rico para que Lázaro ponga el dedo húmedo en su lengua. El lenguaje hiperbólico es de nuevo evidente pues nadie se sentirá aliviado de semejante tormento calcinador porque simplemente le pongan un dedo húmedo en la lengua. Se trata de una historia llena de llamativos y evidentes simbolismos extremos. El pastor conservador y profesor de exégesis del Seminario Teológico Fuller, George E. Ladd, afirma que esta historia del rico y Lázaro es, probablemente “una parábola de uso corriente en el pensamiento judío y no pretende enseñar nada sobre el estado de los muertos [8]”.

En el Israel del siglo I circulaban relatos similares al del rico y Lázaro acerca del destino futuro de ricos y pobres. Jesús lanza un mensaje que conecta con estas historias populares como las del rico publicano Bar Ma´yan y un pobre escriba. En esa historia fijada en el Talmud judío, un amigo del pobre vio en sueños a aquellos muertos en el más allá separados por un río de agua. Allí vio al pobre disfrutando “en jardines de belleza paradisíaca…Y vio también a Bar Maján, el publicano que estaba a la orilla de un río y quería alcanzar el agua y no podía [9]”.

Es muy probable que Jesús quisiera conectar con la famosa historia del pobre y Bar Maján cambiando el nombre de sus personajes para producir un mayor impacto y comprensión. La apelación a narraciones ya conocidas para transmitir el evangelio no es algo extraño en La Biblia. Es una pedagogía similar a la de Pablo cuando en Atenas citó a poetas griegos como Filóstrato o Pausanias (Hechos 17) para conectar con sus oyentes. ¿Y acaso estaba Pablo menos inspirado por el Espíritu Santo por citar a poetas paganos griegos? ¿Lo estaba Jesús al conectar con historias e imágenes conocidas de su tiempo? No. Tanto Jesús como Pablo fueron guiados por Dios en esta metodología. Y si con esta historia Jesús pretendía revelar una realidad tras la muerte tan detallada e inexistente en el Antiguo Testamento… ¿Por qué los religiosos que constantemente tratan de “pillar” a Jesús no le acusaron de introducir nuevas doctrinas?

La historia se incluye dentro de una agrupación temática con las demás parábolas de los capítulos 15 y 16 en las que Jesús sacude a los religiosos que rechazan a marginados como pobres o mujeres. Decir que esta historia no puede ser una parábola porque usa nombres propios es desconocer la cultura hebrea del primer siglo ¡Claro que se usan nombres en parábolas! Tampoco se dice que el rico esté allí por rechazar a Jesús, que es la razón por la que los cristianos dicen que se va al Infierno. Creo que está totalmente fuera de contexto pensar que esta historia pretendía enseñarnos a elegir a Jesús para no ir al Infierno

En cualquier caso, ninguna parábola debe fundamentar ninguna doctrina acerca de lo que ocurrirá tras la muerte. La enseñanza clave de las parábolas no está en su literalidad sino en el mensaje oculto tras los elementos culturales de su tiempo, ya sean semillas, ganado o populares relatos de ricos y pobres. Y aquí las alusiones a Moisés y los profetas presentan a Cristo como un nuevo Camino que incluye a los pobres y enfermos despreciados por aquellos religiosos que creían tener el monopolio de la interpretación bíblica.

Apocalipsis

Si la historia del rico y Lázaro fuese una revelación del más allá nos encontraríamos con numerosos problemas teológicos a la luz de otros pasajes del Nuevo Testamento. En la parábola el rico está atormentado en una llama en el Hades (vs. 23-24). Pero en Apocalipsis 20, 14 el lago de fuego es un lugar diferente al Hades: “la Muerte y el Hades fueron arrojados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda: el lago de fuego”.

Como vemos, desde el literalismo la cosa se complica ante esta existencia de dos lugares diferentes de llamas ¿Y qué del tercer lugar definido como “la Muerte”? ¿Es la muerte algo que se arroja y que se quema literalmente en un lago? En Apocalipsis el Hades ardiente del rico no es algo eterno sino un lugar que será destruido. Así que Apocalipsis muestra que el Hades tiene sus días contados. Además ¿Cómo un lago de fuego literal quemará un Hades de fuego literal? Ese lago que lo destruye todo más bien parece el anuncio del final de todo mal y la inauguración de una era en la que ya no habrá llanto ni sufrimiento (Ap. 21, 4) en ningún  lugar del Universo. Esa es la esperanza final de Apocalipsis.

La apocalíptica usa imágenes extremadamente alegóricas, las mayorías discutidas e interpretadas de maneras muy diferentes a lo largo del cristianismo. Apocalipsis está lleno de simbología judía y grecorromana que incluye bestias cornudas y de varias cabezas, numerologías encriptadas, copas cósmicas, prostitutas extra terráqueas y sí… también un lago de fuego que solo aparece descrito como tal en este libro.

Pero ¿Sería ésta la manera definitiva de asegurarnos que el Infierno es literal? ¿O más bien deja claro que es un símbolo?

El fuego en La Escritura es un símbolo abierto. A menudo de depuración, del fin del mal y de la eliminación de lo inmundo. En el Antiguo Testamento Dios se presenta a sí mismo como fuego purificador: “Y la luz de Israel será por fuego, y su Santo por llama, que abrase y consuma en un día sus cardos y sus espinos” (Is. 10, 17). Dios purifica abrasando, pero él no es literalmente una llama.

En Apocalipsis el tormento con fuego y azufre “pasa” justo “delante de los santos ángeles y del Cordero” (14, 9-11) a modo de una metáfora en las alturas mientras en otros lugares se sitúa en lo más profundo del abismo (Ro. 10, 7) o en los hoyos oscuros del Tártaro (2ª Pedro 2:4).

Estos tormentos recaen en los vivos y no aparece una humanidad “no creyente” en masa sufriendo por siempre. En Apocalipsis solamente vemos al diablo “arrojado al lago de fuego y azufre, donde también están la bestia y el falso profeta, y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos” (Ap. 20, 10). La imagen no evoca un lugar con miles de millones condenados humanos. No. La palabra para “atormentados” es basanizo, que también significa “encarcelar” y que conecta con el libro de Judas: “Y a los ángeles que no guardaron su estado original […] los ha guardado bajo oscuridad en prisiones eternas, para el juicio del gran día” (Judas 1, 6). En estos texto no es la tortura sino las prisiones las que son “eternas” (aionios) como un designio inapelable de Dios. Pero no son prisiones que “durarán para siempre” sino lugares de tránsito de las huestes del mal en espera del juicio final.

Apocalipsis finalmente contiene un mensaje de esperanza para la humanidad. Pero si existiese un Infierno… ¿Cómo podríamos estar de fiesta en un Cielo en el que “ya no habrá más dolor” (Ap. 21, 4) sabiendo que mi amada hija está desgarrándose por siempre en el Infierno? Ambos escenarios no parecen compatibles, pero “el que estaba sentado en el trono anunció: Voy a hacer nuevas todas las cosas. Y añadió: — Palabras verdaderas y dignas de crédito son estas. ¡Escríbelas!” (Apocalipsis 21, 5).

Hasta aquí hemos expuesto algunos argumentos bíblicos comunes a quienes no creen en el Infierno clásico. A continuación veremos argumentos concretos de cada una de estas dos posturas por separado. Comenzamos por el universalismo.

¿Qué es el universalismo bíblico?

Comencemos:

El término universalismo suena rotundamente herético para el cristiano común. Las crecientes “conversiones” de influyentes cristianos tradicionales al universalismo han llamado la atención incluso desde el ámbito secular, especialmente en los EE.UU.

En 2011, la revista TIME se hizo eco de la polémica levantada por el conocido pastor Rob Bell con su libro “Love Wins” titulando en su portada “¿Y si no hay Infierno?”. En 2018, Netflix lanza “Come Sunday”, una película basada en hechos reales que narra la lucha del predicador Carlton Pearson cuando llega a la conclusión de que La Biblia enseña la salvación final de todas las personas.

¿Y qué cree exactamente un universalista cristiano? Nosotros hablaremos del perfil que cree en la inspiración de La Biblia y que no relativizan las consecuencias del pecado. Estos universalistas suelen comenzar aclarando que ellos tampoco afirman que todas las religiones llevan a Dios sino que Jesús es El Camino y que la salvación se produce mediante la cruz de Cristo.

El universalismo no es una corriente esnobista o un producto de la teología liberal tal y como muchos piensan. Como ya vimos en el anterior artículo, el universalismo estuvo muy extendido entre los primeros cristianos hasta la imposición del Infierno como dogma indiscutible. Julie Ferwerda cuenta que “de las 6 escuelas teológicas en los días de Tertuliano (desde los años 170 a los 430 después de Cristo), la única escuela que enseñó la doctrina del tormento eterno o el infierno a sus estudiantes era la escuela latina (romana) en Cartago, África. Cuatro de las otras cinco enseñaron que, a través de la muerte y resurrección de Cristo, toda la gente sería salvada a través del juicio restaurativo y la reconciliación por medio de su diseñado plan [10].

Por uno todos pecan, por uno todos se salvan

¿Y qué apoyo bíblico presentan? Los universalistas se sustentan en textos como Romanos 5, 18: “Por la transgresión de uno (Adán) vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno (Jesús) vino a todos los hombres la justificación de vida”. Fijémonos en que Pablo establece una correlación causal entre el legado de Adán y Jesús en la que “todos” solo puede significar “todos”, no unos pocos, muchos o algunos.

Esta idea es repetida en 1ª Corintios 15, 22-23 con mayor claridad aún: “Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno en su debido orden…”.

Propósito de Dios: restaurar todas las cosas

Los malos serán ajusticiados… sí. Pero Jesús cuenta una historia en la que matiza que no lo serán eternamente sino solamente hasta que paguen su deuda (Mateo 18, 34): “De cierto te digo que no saldrás de allí, hasta que pagues el último céntimo” (Mateo 5, 26). Pagarán “HASTA QUE…” un matiz que lo cambia todo.

En Las Escrituras abundan los textos en los que Dios restaurará mediante un fuego purificador. Esto otorga significado pleno al concepto de Gracia, pues “cuando el pecado sobreabundó, sobreabundó la gracia” (Ro. 5, 20), ya que “el día del Señor pondrá de manifiesto el valor de lo que cada uno haya hecho, pues ese día vendrá con fuego, y el fuego pondrá a prueba la consistencia de lo que cada uno haya hecho. Aquel cuyo edificio, levantado sobre el cimiento, se mantenga firme, será premiado;  aquel cuyo edificio no resista al fuego, será castigado. A pesar de lo cual, él se salvará, si bien como el que a duras penas escapa de un incendio”  (1 Corintios 3, 13-15).

El académico John G. Stackhouse Jr. dice que “el infierno se representa como un fuego. El fuego en La Biblia realiza dos funciones útiles y relacionadas. La primera es probar o juzgar la naturaleza esencial de algo destruyendo todo lo que carece de valor, tal y cómo el fuego quema las cáscaras para exponer las semillas, si las hay. O destruyendo la escoria para exponer metales preciosos, cuando los hay. La segunda función, estrechamente relacionada, es purificar el estado de esa cosa cuando no hay en ella nada de valor permanente. Y en tercer lugar: el infierno se representa como un basurero [11]”.

Del mismo modo, en el Gehena no son las personas las quemadas por siempre sino su basura. El propósito del juicio es una purificación mediante fuego (Malaquías 3, 2-4), nunca la tortura infinita.

Este cuadro final va en línea con 1ª Timoteo 4, 10: “Por esto trabajamos y nos esforzamos, porque hemos puesto nuestra esperanza en el Dios vivo, que es el Salvador de todos los hombres, mayormente de los que creen”. Otras traducciones vierten “especialmente” en lugar de “mayormente”. Este sentido de “especial” (mayormente) radica en la diferencia entre vivir una vida con propósito y otra que no lo hace. Pero en todos los textos anteriores queda claro que, aunque sea a duras penas, cada persona será salvada tras y un juicio y el posible cumplimiento de condena.

¿Sería justo que Hitler fuera al Cielo?

Un argumento típico contra el universalismo es lo escandalosamente injusto que sería que alguien como Hitler fuese finalmente al Cielo. Para muchos cristianos el Infierno tiene sentido por personas como él, un planteamiento muy comprensible, pero… ¿No sería igualmente escandaloso que Hitler fuera al Cielo porque se arrepintió de sus pecados en sus últimos 10 segundos de vida? (quizás ha ocurrido) Y respecto a quienes afirman que “todos merecemos el Infierno”… ¿Cuál es entonces el problema con que otros sean salvados inmerecidamente a su debido tiempo? ¿No será que a quienes les chirría el universalismo en el fondo se perciben más dignos que los otros? Los universalistas perciben que el problema de fondo es que muchos cristianos ya no se sentirían tan especiales y exclusivos. No obstante, si este universalismo es cierto, Hitler va a dar cuentas a Dios. No se va a ir de rositas. Aunque el cómo o el cuánto queda en manos de Dios.

Pero desear que el Infierno torture a otros por siempre es desear lo contrario de nuestro Dios quien quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad […], el cual se dio a sí mismo en rescate por Todos” (1ª Ti. 2, 4-6). “Dios no quiere que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento”. (2ª P. 3, 9). Y lo que Dios quiere lo consigue.

Y ya que estamos con el problema del mal y el nazismo… ¿Define la justicia perfecta de Dios que los muertos en Auschwitz pasen de las torturas nazis a las del Infierno porque no creyeron en Jesús como su Mesías? ¿Llegarán al Infierno tras el sufrimiento de Auschwitz y dirán: “¡Esto es lo que yo merezco! ¡Dios ha hecho justicia!”? ¿Fuimos salvados sin merecerlo pero millones serán condenados por un “Dios que no hace acepción de personas” (Hch. 10, 34; Ro. 2, 11)?

Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere” (Jesús en Juan 6, 44) puede parecer una declaración injusta si pensamos que Dios atrae solo a unos pocos mientras que condena por siempre a otros muchos. Pero estas palabras son solo el comienzo de las Buenas Noticias, pues unos capítulos más adelante dice: “Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo” (Juan 12, 32). Este es el cuadro completo.

Siguiendo con el argumento de que gente como Hitler no debe ir al Cielo, recordemos que Pablo, perseguidor y torturador de cristianos, se vio a sí mismo como el Hitler de su tiempo; «el peor de los pecadores» (1 Ti. 12-16). En Pablo vemos cómo el peor criminal recibe el perdón divino sin buscarlo intencionalmente. Esta es la gracia que escandalizó a los religiosos y que acabará por persuadirnos en este mundo o en el venidero. “Él nos ha dado a conocer su plan secreto: Los designios que en su bondad había decidido realizar por medio de Cristo, llevando la historia a su punto culminante y haciendo que todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, recuperen en Cristo su unidad” (Efesios 1, 9-10).

Pero los creyentes en el Infierno afirman que este deseo de Dios no se cumplirá de ningún modo. Aseguran que el fin de la historia será la condenación de millones de humanos en torturas eternas. Pero ¿Es esta la anunciada victoria final de Cristo? ¿No parece más bien la del enemigo? Dios no se glorifica en lo que él insiste que no desea y el Infierno no es el plan de Dios sino aquello que vino a deshacer. Como dice William Barclay, el único triunfo final es un universo amado por Dios y enamorado de Dios ¡Aleluya!

¿Tenemos un libre albedrío absoluto?

La teología del Infierno afirma que aquellos que rechazan a Dios serán eternamente castigados porque libremente decidieron rechazar a Dios. Pero Jesús no dijo de quienes lo ejecutaban: “Estos viles asesinos serán castigados por siempre porque eligieron matar al hijo de Dios”. No. Él dijo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23, 34). Perdónalos a todos ellos. Luego en 1ª Juan 4, 19 se dice que “nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero”. Así que aunque todos poseemos cierta libertad de actuación, vemos que el libre albedrío absoluto no es enseñado como tal en La Biblia.

Millones de personas viven circunstancias muy diferentes. Abundan las malas experiencias e imágenes distorsionadas del cristianismo, comenzando por la distorsión que los propios cristianos hacemos desde nuestras incoherencias. Muchos pecadores no arrepentidos no nacieron en el hogar o país adecuado. Millones no tuvieron la oportunidad de encontrarse con la gente correcta ni recibieron en esta vida el don del arrepentimiento que solo el Espíritu Santo otorga.

¿Gracia y arrepentimiento tras la muerte física?

Sin embargo, la persuasión del Espíritu continuará yendo más allá de esta vida si es necesario. Jesús prometió que el Espíritu Santo “convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio” (Juan 18, 8). Y así lo hará ¿Y por qué la gracia habría de ser injusta si se produce después de la muerte? ¿Dónde dice la Biblia que solo durante esta vida tenemos la oportunidad de arrepentirnos? En ningún sitio. Y como dijo el salmista: “Sobre mí pusiste tu mano. Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí. Alto es, no lo puedo comprender  ¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia?  Si subiere a los cielos, allí estás tú; Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás” (Salmo 139, 5-7).

Algunos responden a esto con Hebreos 9, 27 que dice que “está establecido que todos muramos y que después el juicio”. Bien. Pero el texto no dice nada acerca de tener una sola oportunidad de ser salvados en esta tierra. En cualquier juicio el juez puede ordenar una condena o un trabajo de reinserción como paso previo a la libertad final. De hecho, ningún sistema penal condena con torturas infinitas. “Porque por esto también ha sido predicado el evangelio a los muertos, para que sean juzgados en carne según los hombres, pero vivan en espíritu según Dios” (1 Pedro 4, 6. Ver también 1ª P. 3, 18-19). Muertos predicados para que vivan. Han leído bien.

Dios no nos va a forzar a creer como algunos dicen. El asunto no funciona así. Él va a persuadirnos hasta que la venda caiga de nuestros ojos. Es como alguien tan trastornado que va a prenderse fuego a sí mismo y tú le impides que lo haga. No infieres en su libertad. Al contrario, su libertad es más real cuando le ayudas a ver las cosas de otro modo rescatándolo de su falta de juicio y de su esclavitud a las circunstancias que le atormentan. Y al final esta persona es liberada y decide vivir. Así funciona Dios. Y cuando le veamos cara a cara, sin espejos ni suciedad, nadie optará por rechazarlo.

La justicia de Dios

En La Biblia la justicia a menudo se relaciona con la misericordia más que con la retribución del derecho romano que heredamos. Lo observamos en los Salmos. En el 7, 17 David dice: “Alabaré a Jehová conforme a su justicia”. Si aquí justicia equivaliese a “dar a cada uno lo que le corresponde o pertenece” (Justicia según el Diccionario de la RAE) David no hubiera podido decir esto porque como adúltero, asesino y ladrón de esposas él debería haber muerto según La Ley ¡Se le acumularon motivos legales de sobra para ser ejecutado! Así que David no alaba a Dios por una justicia como la del Infierno sino por una justicia de gracia y restauración. Lo mismo en el Salmo 51, 14 “Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salvación; Cantará mi lengua tu justicia”. De nuevo el canto de David a la justicia es un canto al perdón inmerecido. Así que debemos tener cuidado cuando leemos “justicia” en nuestro idioma y decimos cosas como: “pero el Dios de La Biblia también es justicia…”. Sí ¿Pero qué tipo de justicia? La de Dios a menudo equivale a misericordia con quien legalmente no le corresponde. Y ahí entramos todos.

 En cualquier caso, toda retribución bíblica de justicia siempre va a quedar lejos del concepto de tortura sin fin que propone el Infierno. Esto no se concibe ni para las destrucciones del Antiguo Testamento que solo duran un tiempo limitado. Todas las justicias de La Biblia son ajenas al concepto de tortura infinita.

Proporcionalidad

En esta línea, otro argumento que en ocasiones se esgrime contra el universalismo es que “como Dios es Santo e infinito cualquier ofensa contra él (cualquier pecado) merece un castigo infinito”.  Pero este extraño planteamiento no solo no está en La Biblia sino que la contradice. En primer lugar, cualquier pecado contra otro es siempre un pecado contra Dios (Hechos 5, 4). Y son Las Escrituras quienes siempre defienden el principio de proporcionalidad en los castigos (véase La ley del Talión de Levítico, por ejemplo). Jesús dijo que con “del mismo modo que juzguéis a los demás, os juzgará Dios a vosotros, y os medirá con la misma medida con que midáis a los demás” (Mt. 7, 2). Todo juicio bíblico es proporcional, algo imposible de vislumbrar en la doctrina del Infierno.

Finalmente, la justicia bíblica busca arreglar las cosas. La amenaza del castigo posee un propósito preventivo y disuasorio. El “ojo por ojo” del antiguo Israel apenas se aplicaba y fue un triunfo como mecanismo para proteger a los oprimidos. Los castigos de Dios a Israel eran retributivos pero su fin siempre apuntaba a su restauración y salvación final. Y es que el propósito de Dios es  “reconciliar todas las cosas consigo mismo, habiendo hecho la paz por medio de su sangre en la cruz”. Colosenses 1, 20.

Y si afirmamos que Jesús pagó la deuda que a mí me tocaba pagar y se supone que yo debo pagar con el Infierno… ¿Cómo es que Jesús no fue eternamente al Infierno sino que “simplemente” murió en mi lugar?  ¡Y resucitó al tercer día!  Como vemos, la idea de la necesaria justicia del Infierno eterno no encaja con la expiación sustitutoria en la que Jesús pagó aquello que todos deberíamos pagar.

Toda rodilla se doblará

Cristo fue exaltadopara que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra” (Filipenses 2: 9-10). El tono de este texto no parece apuntar a que un día todos serán forzados a decir: “¡Oh no! ¡Mis rodillas se doblan solas sin yo quererlo! Y mi lengua comienza a proclamar que Jesús es el Señor ¡Pero no quiero! No. Filipenses apunta a que todos se prostrarán confesándole auténticamente como su Señor. Y La Biblia dice que todos los que confiesen que Jesús es el Señor serán salvos” (Romanos 10, 9) ¡Y poco después que “toda lengua confesará a Dios”! (Ro. 14, 11) Ahí está otra vez el cuadro completo, sin trocear. Todos los salvados confesarán que Jesús es el Señor, en esta vida o en la venidera.

Por otro lado, resulta paradójico que tantos cristianos tengan problemas morales con la salvación universal a la vez que creen que un día “todo Israel será salvo” (Ro. 11, 27) porque ellos nacieron dentro de este grupo étnico. En todo caso, según Las Escrituras esta salvación total de Israel ocurrirá después de “que el conjunto de las naciones en pleno se convierta” (Ro. 11, 25). De nuevo el cuadro bíblico completo.

¿Para qué evangelizar entonces?

Pero si al final todos se salvarán ¿Para qué evangelizar? -dicen muchos cristianos- La respuesta a esta cuestión debe empezar aclarando que este universalismo no presenta una visión “bonita” del más allá para todos sino que ésta incluye un juicio justo del que advertir. Los autores bíblicos usaron imágenes como gusano, llamas, oscuridad, abismo, etc. que siguen ilustrándonos las consecuencias del pecado en esta vida y en la venidera. Así que ¡Cómo no anunciar que Jesús es el Camino!

Algunos también dicen que el universalismo apaga la pasión evangelística, pero ¿Y qué de los millones de cristianos que sí creen el Infierno y apenas evangelizan? ¡No es el caso de muchos de nosotros! pues en realidad el universalismo abre las puertas a la predicación con gozo porque se libera de la imagen de un Dios perennemente torturador que ahuyenta a cualquier buscador sincero del Dios verdadero. Pensemos en la madre que perdió a su querida hija no cristiana de 19 años. Para ella el Infierno es un mensaje de terror enloquecedor que le quita toda esperanza para su hija y convierte su vida en la peor de las angustias. Para ella el evangelio del Infierno no son buenas noticias sino el fin de toda esperanza. Decirle a esta mujer que solo piense en su salvación no le será de consuelo a alguien que ama. Y tampoco suena demasiado cristiano.

Lo más grave de aquellos que dicen “¿Para qué predicar entonces?” es que menosprecian toda obra transformadora de Dios en esta tierra ¡Y eso sí es fuerte! ¿Qué hay en el interior de quien cree que una vida transformada por Dios no es motivación suficiente para proclamar a Jesús? Pero el anuncio genuino del evangelio lo impulsa un gozo liberador que comienza aquí y ahora, pues “antes éramos sus enemigos, pero ahora, por medio de Cristo, hemos llegado a ser sus amigos, y nos ha encargado que anunciemos a todo el mundo esta buena noticia: Por medio de Cristo, Dios perdona los pecados y hace las paces con todos” (2ª Co. 5, 18-19 TLA). El amor –y no el temor- nos llama a anunciar Su Reino que se ha acercado, que es de lo que más habló Jesús.

Su Reino se ha acercado para transformar las vidas en la tierra al mismo tiempo que se ha complacido en recompensarnos por nuestras buenas obras. También por comenzar a sembrar en ese futuro es por lo que los universalistas predican aunque finalmente el Dios vivo se levantará como “el salvador de todos los hombres” (1ª Ti. 4, 10), aunque sea “salvando a algunos a duras penas” mediante fuego (1ª Co. 3, 15). Como dice La Escritura, “si cuando todavía éramos sus enemigos, Dios hizo las paces con nosotros por medio de la muerte de su Hijo, con mayor razón nos salvará ahora que su Hijo vive” (Romanos 5, 10 TLA).

Israel y la restauración final de todas las naciones

Si Dios nos llama a perdonar a nuestros enemigos ¿Él actuará de manera distinta con ellos? ¿Acaso Dios no se reconciliaba con Israel a pesar de sus continuas transgresiones? Los creyentes en el Infierno citan el fuego sobre Sodoma y Gomorra (Judas 7; Mt. 10, 15) como el paradigma de aquello que les sucederá a los pueblos que rechazan a Dios. Sin embargo, el cuadro completo de La Biblia muestra que los pecados de Israel fueron “mayores que los de su hermana Sodoma” (Ez. 16, 47-51) y que, sin embargo, a pesar de los numerosos juicios de Dios sobre su pueblo, finalmente “todo Israel será salvo” (Ro. 11, 26).

El juicio en La Biblia suele integrar un proceso de reconducción y salvación. Y aquí lo sorprendente para muchos es que no solo habrá una salvación final para Israel. Sodoma, Gomorra, Samaria… ¡Serán finalmente restauradas! “Tu hermana Sodoma y sus ciudades volverán a su situación anterior; tu hermana Samaría y sus ciudades volverán a su situación anterior” (Ezequiel 16, 53-55, 61-63).

Como Robin Parry dice: “En este punto vale la pena echar un vistazo a las profecías de Jeremías contra las naciones. Están llenos de fatalidad, pero encontramos que los vaticinios contra Egipto, Moab, Ammón y Elam terminan, inexplicablemente, con una promesa de restauración (Jer. 46:26; 48:47; 49: 6; 49:39). Este lenguaje de juicio puede parecer definitivo: «Moab será destruido como nación… Sin embargo, restauraré el devenir de Moab en los días venideros” (48:42, 47); «Voy a destrozar a Elam… hasta que haya terminado con ellos … Sin embargo, restauraré el destino de Elam en los postreros días” (49:37, 39). La retórica profética de la ira puede hacernos pensar que estas naciones han llegado al final de su camino. Pero no vayamos tan rápido. Recordemos la promesa que dice que Dios va a restaurar incluso a Sodoma, el modelo de pecadores destruidos por fuego divino (Ezequiel 16: 53). Lo mismo con la profecía de Isaías sobre Egipto: «El Señor irá imponiendo a Egipto castigos saludables, que le harán volver al Señor que los escuchará y los sanará» (Isa. 19:22) [12]”. Y lo mismo ocurre con Asiria: “los bendecirá así el Señor del universo: “Bendito sea Egipto, mi pueblo; y Asiria, obra de mis manos” (Isaías 19, 23-24) ¡El Dios del universo un día hará de todas las naciones (equivalente a “toda la humanidad”) Su pueblo!

Como Romanos 11, 31-32 dice “así también éstos (los judíos) ahora han sido desobedientes, para que por la misericordia concedida a vosotros (los no judíos), ellos también alcancen misericordia. Porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos”.

Esta misma idea la vemos en Apocalipsis cuando dice que “todas las naciones cayeron borrachas en el pecado de Babilonia” (Ap. 14, 8). Pero unos versos después los ángeles declaran maravillados que “todas las naciones vendrán y te adorarán” (Ap. 15, 4), pues “las naciones andarán a su luz, y los reyes de la tierra traerán a ella su gloria [13]” (Ap. 21, 24) Es la misma profecía universalista que hemos visto en el Antiguo Testamento ¡Qué maravillosa visión del árbol de la vida cuyas hojas son «para la sanación de las naciones» (22, 2)! En esta ciudad “no entrará quien hace abominación, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida” (Ap. 22, 5), pues después de juicio de arrepentimiento finalmente todos entraran por “sus puertas que nunca serán cerradas” (Ap. 21, 25). 

La historia culminará como Dios quiere

En la Ley del jubileo (Levítico 25) todas las deudas eran canceladas, los esclavos liberados y los deudores perdonados cada 50 años. Este acto representaba la gracia real global que adelantaba Génesis 12 cuando Dios hizo un pacto con Abraham prometiendo que de su linaje “todas las familias de la tierra serían bendecidas”. Otra vez ese “todas”, una maravillosa promesa cuyo cumplimiento cuesta imaginar con la historia culminando en millones de familias ardiendo por siempre.

La alegría de Dios como Padre es culminar su plan final de bendecir a todas sus criaturas. Como dice Julie Ferwerda: “Hay un detalle importante de la parábola del hijo pródigo. Antes de que el hijo pudiera articular algún gesto o palabra de remordimiento…  “Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó” (Lucas 15, 20) ¿Qué es lo que esta parábola nos revela acerca del corazón de Dios hacia sus niños, aún para los rebeldes, ingratos e incrédulos, aquellos completamente perdidos, quienes están también  muertos  para él  en el momento? […] ¿Está limitado solo a esta vida o la promesa continúa aún después de esta, siempre que sea necesario? [14]. Lo que aquí vemos es que Dios nos buscará a todos hasta el final sin contar qué méritos hagamos, para que nadie se vanaglorie (Ef. 2, 8-9).

Julie observa cómo la historia del hijo pródigo es la tercera de un grupo de parábolas en las que algo de gran valor se ha perdido: una oveja, una moneda o una persona. Todas son incapaces de rescatarse a sí mismas desde sus circunstancias. Pero Jesús entra en escena. El buen pastor no se queda mirando a ver qué hacen las ovejas “en su libertad” cuando sus criaturas van al precipicio. No. Él va a por la oveja pedida y la trae en sus hombros. La historia no acaba hasta que todas son parte del redil en un relato que habla de cada uno de nosotros, pues “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de Todos nosotros” (Is. 53, 6).

El miedo y la amenaza pueden funcionar como motivadores a corto plazo. Pero no trae el gozo del Señor que es lo que nos fortalece (Neh. 8, 10). El verdadero poder transformador del evangelio no procede del espanto sino del amor. Cuando nos encontramos con Dios en su abrazo incondicional de hijo pródigo “es la bondad de Dios lo que nos lleva al cambio” (Ro. 2, 4) pues “el que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor”.  (1ª Juan 4, 8; 18-19).

¿Consideraríamos este universalismo dominante entre los primeros cristianos como una herejía si nos lo hubieran explicado con estos argumentos bíblicos al momento de convertirnos? No creo.

Por argumentos como éstos los universalistas están convencidos de que su perspectiva es la que mejor armoniza los textos bíblicos y los problemas bíblicos y morales que el Infierno plantea. Para ellos la cruz de Cristo queda en el lugar más alto posible y se vuelve a la interpretación dominante de la Iglesia primitiva.

¿Qué es el Aniquilacionismo?

A continuación veremos argumentos concretos del aniquilacionismo que afirma que, según La Biblia, los malos desaparecerán para siempre tras su correspondiente juicio y retribución después de la muerte. De nuevo trataremos de exponerlos tal y como ellos mismos pudieran hacerlo y concluiremos con unas reflexiones personales acerca de estas interpretaciones alternativas y su lugar en la Iglesia.

Algunos creyentes tradicionales definen el aniquilacionismo como una visión lightbuenista, y por tanto falsa de Dios. Pero los aniquilacioncitas dicen: ¿Acaso no es suficientemente espantoso ser juzgado y castigado para finalmente desaparecer? ¿Qué tiene esto de suave? Obviamente, si lo comparamos con la tortura infinita del Infierno cualquier justicia parece suave. Sin embargo, ya vimos cómo en el Antiguo Testamento la aniquilación no se consideraba algo suave sino un final realmente terrible. Los cadáveres de los enemigos de Dios son descritos sin ninguna alusión a torturas sin fin sino como una imagen que “resulta espantosa a los vivientes” (Is. 66, 24). Como vemos, La Biblia se refiere a la aniquilación como algo terrible, no tan dulce.

El reconocido teólogo conservador John Stott dijo del Infierno: «Encuentro el concepto intolerable y no entiendo cómo las personas pueden vivir con él sin cauterizar sus sentimientos o agrietarse bajo la tensión« [15]. Stott, quien empatizaba con el aniquilacionismo, cuenta cómo el reputado biblista F. F. Bruce le confesó por carta que “la aniquilación es sin duda una interpretación aceptable de los pasajes relevantes del Nuevo Testamento[16]. 2ª de Tesalonicenses 1, 9 (por ejemplo) dice que “estos sufrirán el castigo de eterna destrucción”, siendo la destrucción la que es eterna, no el sufrimiento.

La Biblia habla de un juicio de salvación por gracia y de recompensas por obras para los rescatados por Cristo (2ª Co. 5, 10. He. 9, 27). También del juicio y aniquilación para el injusto, dos aspectos que no son excluyentes sino que van de la mano. No obstante, hay otros aniquilacionistas que creen que el juicio y pago equivale a la destrucción del alma cuando la persona muere. Pero a estos no nos referiremos en esta serie. La evidencia bíblica apunta a que habrá algún tipo castigo limitado para los malos, pero en ningún caso será eterno según el sentido que hoy nosotros le damos al término (El análisis del vocablo aionios (=eterno) y qué se entiende por algo “eterno” en La Biblia lo vimos al comienzo).

La Biblia no es clara en cómo serán todos estos procesos y resulta pretencioso tratar de encajar cada detalle de lo que ocurrirá tras la muerte. Eso es ir más allá de la luz bíblica. No sabemos cómo será exactamente el tribunal de Cristo, ni sus tiempos ni el proceso. Pero sí sabemos que Dios hará lo que es justo.

El Antiguo Testamento es aniquilacionista

En el Antiguo Testamento los muertos iban al sheol, que como Juan Stam explica: “el sheol era el concepto hebreo de la tierra de sombras de los que ya no vivían físicamente. Era un concepto muy poco definido, aunque no era lugar de castigo [17]”. A pesar de esa indefinición, la mayoría de los textos referidos a los injustos son naturalmente aniquilacionistas.

Ejemplos:

Job 20 dice que los malos desaparecerán para siempre. En Salmos 21, 9 ó 37, 20-22 que desaparecerán; serán destruidos. Isaías 1, 18: “los pecadores serán destruidos, desaparecerán los que abandonan al Señor” y el 5, 24 que su fin será desvanecerse como el polvo. Hay docenas de alusiones al final de los malos en el Antiguo Testamento y en ninguna de ellas se intuye idea alguna de tormento eterno. La crudeza del juicio de Dios recae en que el malo es aniquilado, exterminado, eliminado, se desvanece… (Salmos 37, 9 y 22). Sofonías 1, 18 describe en términos aniquilacionistas el “día de la ira del Señor. En el fuego de su celo será toda la tierra consumida; en un instante reducirá a la nada a todos los habitantes de la tierra”. El dejar esta vida por causa del pecado es la tragedia.

Los gusanos y fuegos bíblicos consumen un cadáver hasta que no queda nada. John G. Stackhouse nota que “Ese tipo de fuego también elimina: El resultado final del pecado es la muerte (Ro. 6:23) […] Así que todo lo que no puede durar para siempre se convierte en cenizas y desaparece, ya no contamina, ni ofende, ni hiere [18]”.

Pero si -tal y como argumentan los creyentes en el Infierno- el énfasis de estos textos es lo horrible que resulta la muerte únicamente desde la perspectiva terrenal ¿Por qué en Las Escrituras nunca se menciona que después de “desaparecer” hay un tormento sin fin si ése es en realidad el verdadero drama que espera a los malos? Comenzando por Adán y Eva, a quienes no se les avisó del supuesto y espeluznante Infierno sino que “simplemente” se les dijo que si pecan morirán. Y esta es la tónica de las advertencias divinas del resto del Antiguo Testamento. Como ya se dijo, no parece que los escritores bíblicos imaginaran algo más horroroso que dejar de existir. Y el Infierno es exponencialmente más espantoso que esto. Si el tormento sin fin fuese real y, por tanto, algo urgente de lo que advertir: ¿Por qué Dios lo ocultaba? Desde el literalismo: ¿No sería incluso engañoso afirmar continuamente que a los malos solo les espera el desvanecimiento, desaparición, etc.?

vídeo del pastor Daniel Bosqued a favor del aniquilacionismo bíblico:

Periodo intertestamentario

La aniquilación del malo se mantuvo en gran parte del judaísmo del periodo intertestamentario. En este tiempo hay libros muy apreciados por los primeros cristianos como Enoc, citado dos veces en el Nuevo Testamento [19] y que dice: “el pecador perecerá en la tiniebla por la eternidad y no existirá desde ese día hasta la eternidad” (1ª Enoc 92, 5; siglo II a. C.). Durante este periodo hubo rabinos que incluso especulaban con que “el castigo de los impíos duraría solo un año antes de que fueran aniquilados. Y algunos de los más malvados seguirían siendo castigados por algún tiempo [20]”.

El Nuevo Testamento

Los cristianos creemos que en el Nuevo Testamento se produce una mayor revelación de la perspectiva eterna. Y lo que seguimos viendo es que el fin para los malos continúa siendo su destrucción o desaparición.

Ejemplos:

En Lucas 13, 4 los malos “perecerán”. Jesús se presenta como “el pan que ha bajado del cielo para que, quien lo coma, no muera. Pues el que coma de este pan vivirá para siempre” (Juan 7, 50-51) y en el 11, 26 quien “cree en mí, no morirá”. Jesús no vino a salvarnos de un terrible castigo consciente sin fin sino de la muerte eterna, que no es poco. Otros textos como Romanos 6, 23; 2ª Ts. 1, 9; Judas 7 ó 2 Pedro 3, 7-12 son evidencias aniquilacioncitas si no forzamos su sentido natural. Pero es necesario sacudirse el “chip” mental sembrado por el dogma del tormento sin fin, algo que –por cierto- vino muy bien a la economía de la jerarquía oficial durante siglos.

Pero es Jesús quien apunta a que el castigo de los impíos será el fin de la vida y no una existencia de sufrimiento continuo cuando dice que «no teman a los que matan el cuerpo pero no pueden matar el alma. Más bien, tenga miedo de Aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno [lit. Gehena, término que ya analizamos en el primer artículo]” (Mateo 10, 28). Fijémonos en que Jesús habla de destruir el cuerpo y el alma de los malos ¡No solo el cuerpo! Todo el ser.

Cuando el platonismo empapó la Iglesia

Ya vimos que en los años más cercanos a los autores bíblicos una gran parte de cristianos no creían en el castigo sin fin que hoy domina el cristianismo occidental. El problema llegó cuando todos estos textos comenzaron a leerse bajo el influyente platonismo que decía que el alma humana debía ser necesariamente inmortal. Y como La Biblia dice que los justos vivirán para siempre… pues ya lo tenemos: se hizo necesario un lugar también eterno para el alma de los malos. Y desde esta presunción filosófica “del ser que nunca desaparece” se arraigó la necesidad de un castigo sin fin para los injustos.

Las imágenes grecorromanas de un tormento eterno del Inframundo salpicarían al judaísmo y al cristianismo ya desde el periodo intertestamentario. Pero sería sobre todo desde el pensamiento escolástico, especialmente con Tomás de Aquino, cuando se asumiría que toda alma es inmortal y que debe sobrevivir por siempre a la muerte del cuerpo. Pero esto es filosofía antigua, no la revelación bíblica que hemos visto y que nos muestra a un Dios más compasivo que el de estas terribles torturas eternas destinadas a millones de individuos. “Solo durante un momento dura su ira, pero su favor dura toda la vida” (Salmos 30, 5).

En síntesis, estos serían algunos argumentos que podría exponer un cristiano aniquilacionista típico.

Hasta aquí he tratado de relatar con la mayor empatía y rigor posible algunos de los argumentos bíblicos de quienes cuestionan el Infierno clásico.

Una reflexión final

Mi reflexión acerca de cómo abordar estas diferentes interpretaciones bíblicas sobre el fin de los malos es la siguiente:

La Iglesia está inmersa en la era de la información. Hoy la mayoría de los cristianos no vivimos bajo un poder religioso que nos aísla o censura cualquier cuestionamiento teológico contrario al que puedan enseñarnos en nuestra iglesia. Toda postura teológica puede ser contrastada y ponderada con rigor por cualquier creyente de a pie. Gracias a los descubrimientos arqueológicos también poseemos un mayor conocimiento de las culturas y lenguas bíblicas que hace unos siglos. Y esto es algo muy bueno porque tenemos más parámetros de juicio para una correcta interpretación bíblica que en épocas pasadas dominadas por las jerarquías.

Sin embargo, este acceso global al conocimiento incomoda a muchos cristianos que perciben que el debate y la discrepancia teológica son cada vez mayores dentro de las iglesias. Y seguramente esto sea así. Pero ¿Cómo afrontamos esta revolución?

En primer lugar, debemos dejar de confundir unidad con uniformidad. Por alguna razón (o por muchas), a los cristianos nos cuesta horrores convivir con el misterio y la incertidumbre que forman parte de la vida que Dios creó. Hay Iglesias en las que dan respuestas seguras para todo. Pero esto es imposible y  no es sano. Una encuesta de Barna Group reveló cómo la mayoría de los cristianos (59%) desconecta de la Iglesia después de cumplir los 15 años. Uno de los seis motivos principales para esta sangría de abandonos era que “La iglesia resulta hostil para los que dudan[21]. El dato supone una tragedia que requiere actuar con urgencia y de la que Dios nos pedirá responsabilidades. No respetamos La Biblia ni al hermano cuando sentamos cátedra en asuntos en los que Las Escrituras no son suficientemente claras. Debemos reflexionar al respecto, comenzando por leer a Habacuc y cómo Dios respeta su duda. La lección del libro recae en que Habacuc duda y vive lleno de incertidumbres teológicas… pero abrazado con Dios. Eso es la fe.

Obviamente, esto hay que hacerlo con sabiduría. No se trata de caer en el relativismo, ni de quitar importancia a la doctrina. No. Todo lo que se ha expuesto en esta serie parte es doctrina porque desde la doctrina se define la fe. En esta exposición nos hemos asomado a diferentes intentos de viajes profundos al corazón de las Escrituras. Que estemos de acuerdo con ellos es ya otra cosa. Pero todos estos enfoques acerca del fin de los malos se han realizado desde la honestidad y buscando el rigor del contexto bíblico más allá de tradiciones y devenires históricos impositivos. Y sería muy enriquecedor discutirlos desde La Biblia como punto de partida, que es lo que se ha pretendido con esta exposición.

Debería ser una obviedad, pero debemos tomar conciencia de que todos somos meros intérpretes falibles de La Biblia. Todos muy condicionados por épocas, tradiciones, concilios, cultura, recursos, experiencias personales o colectivas… Negar esta realidad y afirmar que el resto de las 33.000 denominaciones cristianas están equivocadas y que solo los míos enseñan la “sana doctrina” resulta demasiado pretencioso. Es un endiosamiento de mi limitada capacidad interpretativa. Por reverencia a Las Santas Escrituras ninguno debemos tener “más alto concepto de sí que el que debe tener (Ro 12, 3).

Y mientras tratamos de profundizar en Las Escrituras es un alivio saber que Jesús no dijera que sus seguidores serán reconocidos por su monolítica precisión doctrinal escatológica sino que “todos conocerán que sois mis discípulos si tuviereis amor los unos con los otros” (Juan 13, 35). El Camino es difícil pero las líneas elementales están bien marcadas. Asfixiar la conciencia del otro para esquivar el esfuerzo de la convivencia en la discrepancia es el camino fácil de las sectas y de algunos cristianos que llegan al poder político. Pero el evangelio de Jesucristo es otra cosa.

A lo largo de la historia el llamado a preservar “la fe una vez dada a los santos” (Judas 1, 3) ha derivado con demasiada frecuencia en opresión ¡Cuantos versículos a favor de la “sana doctrina” se han esgrimido para espiritualizar lo que es mero odio y vanagloria personal! ¿Hay algo más repetido en la historia del mal cristianismo que esto? Cuidado hermanos.

La lección que aprendemos de La Biblia y de la historia humana es que necesitamos mucha sabiduría y humildad para gestionar donde colocar las líneas rojas. En muchas circunstancias será bueno que en las iglesias podamos responder cosas como: “existen varias posturas cristianas respecto a tu pregunta… que son ésta, aquella y la otra…todas ellas con cierto peso bíblico. Examínalas con cuidado, ora y reten lo bueno. No todos llegaremos a la misma conclusión en este punto pero nos escucharemos buscando edificarnos mediante La Palabra. Hasta que le veamos cara a cara”. El capítulo 13 de 1ª de Corintios no se escribió para bodas sino para gestionar esta convivencia en la disidencia.

En la iglesia primitiva unos hermanos pensaban que había Infierno y otros que no. Pero juntos daban gloria a Dios ¿Es esto posible hoy? Cada corriente aquí analizada interpreta los textos bíblicos que sostienen las otras dos posturas (ya sean aniquilacionismo, universalismo o castigo perpetuo) a la luz de aquella que consideran correcta. Hemos visto cómo los términos traducidos en nuestras Biblias como “eterno” no significan exactamente lo mismo en los idiomas originales. Igual ocurre con expresiones tipo “el fuego que nunca se apaga” que a menudo se refieren a fuegos que ya se apagaron. Son evidencias bíblicas objetivos que dan para pensar y ser prudentes.

Ciertamente hay textos en nuestras traducciones que parecen afirmar que los injustos serán castigados por siempre. Pero hay otros que parecen apuntar a la destrucción total de los malos. Y otros que dan a entender que finalmente todos se arrepentirán y serán salvados. Todas estas posturas acerca del más allá asumen la existencia de un juicio perfecto que solo Dios sabe cómo será y cuánto durará. Pero no sería justo afirmar que las otras 2 posturas con las que no estamos de acuerdo no se toman en serio La Biblia.

Las dos visiones teológicas aquí presentadas como alternativa al tormento sin fin creen que La Biblia está divinamente inspirada y que Jesús es el Hijo de Dios, que Él resucitó y que nos salva por medio de la cruz. Estas dos visiones junto con la tradicional del Infierno abogan por una retribución y juicio tras la muerte de los que hay que avisar al mundo ¡Son tantas las razones para predicar la maravillosa nueva vida en Cristo que ya comienza en esta tierra!

En conclusión: No veo por qué no podríamos convivir juntos como hermanos aunque no lleguemos a la misma conclusión escatológica acerca del fin último de los malos. Y esto no es un problema sino un reto precioso para la madurez de una comunidad que ama unas Escrituras que nos recuerdan que “tres cosas durarán para siempre: la fe, la esperanza y el amor; y la mayor de las tres es el amor” (1ª Co. 13, 13). La mayor es el amor, sin “peros”. No admite comparación.

Nuestras creencias acerca del fin escatológico de los malos no tienen por qué afectar a nuestra vida cotidiana como discípulos ni a la convivencia en la Iglesia. Todos somos llamados a seguir a Cristo confiados en que él hará lo que es justo mientras caminamos naturalizando la duda y la incertidumbre. Eso significa depender de Él. Si Dios quisiera habernos dado un tratado de teología sistemática, él nos lo hubiera bajado del Cielo. Seguro. Pero no lo ha hecho.

Nos ha dejado algo más creativo, dinámico y vivo: Una Biblia llena de historias, experiencias y enseñanzas que nos ofrecen las suficientes respuestas para vivir una vida plena en amor, fe y compasión. Entre estas respuestas está el llamado a “soportaos unos a otros en amor” (Col. 3, 15), algo esencial para estos tiempos de odio hacia quien no piensa como yo. Tenemos el gran reto de levantar un testimonio vivo de amor y poder en el que la convivencia con “el otro hermano” a quien consideramos débil o ignorante es también un fin (1ª Corintios 8).

Jesús es el centro de Las Escrituras. Y Él dijo que “si os mantenéis fieles a mi mensaje, seréis verdaderamente mis discípulos, conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” (Juan 8, 31-32). Fijémonos que aquí Jesús nos enseña a vivir de un modo determinado mientras continúa diciendo: “y conoceréis la verdad”.  “Conocer” (del griego “ginosko”) no se refiere a un mero conocimiento intelectual sino a una vivencia personal profunda. Jesús nos llama a que le sigamos para que –luego- podamos conocer la verdad.

Es interesante el orden de los pasos. Si primero vivimos como él lo hizo: amando, sanando, perdonando, liberando, advirtiendo de su juicio, confrontando a los religiosos arrogantes, estando de lado del marginado…etc., será entonces cuando tengamos una experiencia de primera mano de esa verdad que liberta. Una verdad que comenzará a hacernos libres a pesar de que “ahora vemos confusamente, como por medio de un espejo. Pero entonces veremos cara a cara.” (1ª Co. 13, 12).

Delirante.org

[1] https://icono.online/2019/05/05/mas_alla/ Parte 4, 26 de mayor 2019, Infierno (AUDIO)

[2] PeriodistaDigital.com, Ortodoxos rusos: tan cerca, tan lejos, 25-08-2013 

[3] http://diccionariodelabiblia.blogspot.com/2010/06/aionios.html

[4] http://juanstam.com/dnn/Blogs/tabid/110/EntryID/353/Default.aspx

[5] William V. Crockett , Four Views on Hell, 1 edition,, Zondervan, 1997, p. 30

[6] Según el Diccionario expositivo de palabras del Antiguo y del Nuevo Testamento exhaustivo de Vine, Caribe, 1999, de “Castigo, Castigar” dice que “kolazo (κολάζω, 2849) denota en primer lugar cortar, podar, restringir, mutilar (de kolos); de ahí, restringir, castigar”.

[7] Julie Ferwerda. Controversia infernal: La doctrina más controversial del cristianismo bajo fuego, Vagabond Group. Edición de Kindle, 2019, p. 24

[8] O Novo Dicionário da Bíblia, São Paulo: Vida Nova, 1962, vol. 1, p. 512

[9] J. Jeremías, Parábolas de Jesús, Editorial Verbo Divino, 2000, p. 206

[10] Julie Ferwerda. Controversia infernal: La doctrina más controversial del cristianismo bajo fuego, Vagabond Group. Edición de Kindle, 2019, p. 45

[11] John G. Stackhouse Jr., Four Views on Hell (Counterpoints: Bible and Theology), Zondervan, Edición Kindle, 2016, p. 63

[12] Robin A. Parry , Four Views on Hell, 1 edition,, Zondervan, 1997, p. 114

[13] La mayoría de las versiones (NVI, Las América, Nueva Traducción Viviente, Biblia de Jerusalén, La Palabra, Dios Habla Hoy…) vierten una versión similar a la que hemos puesto de Apocalipsis 21, 24. Sin embargo, la RV60 añade un “que hubiesen sido salvas” tras “las naciones”, una frase inexistente en los manuscritos más fiables y antiguos. No obstante, la actualización Reina Valera de 1977 coloca “que hubiesen sido salvas” entre corchetes y la de 2015 ya directamente lo suprime. Como cristianos deberíamos tener más cuidado con añadidos como el de la RV60, más aún cuando es precisamente el autor de Apocalipsis quien advierte de que “si alguno añade a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro” (22, 18).

[14] Julie Ferwerda. Controversia infernal: La doctrina más controversial del cristianismo bajo fuego, Vagabond Group. Edición de Kindle, 2019, p. 9-10

[15] John Stott and David Edwards, Evangelical Essentials: A Liberal-Evangelical Dialogue, Downers Grove, IL: Intervarsity, 1989, p. 314-315

Zondervan, (2016-03-08). Four Views on Hell (Counterpoints: Bible and Theology) (Posición en Kindle259-260). Zondervan,. Edición de Kindle.

[16] John Stott, La lógica del infierno: Una breve respuesta,” Evangelical Theological Review 18 (Enero 1994): 33-34,

[17] http://juanstam.com/dnn/Blogs/tabid/110/EntryID/353/Default.aspx

[18] John G. Stackhouse Jr., Four Views on Hell (Counterpoints: Bible and Theology), Zondervan, Edición Kindle, 2016, p. 64

[19] El libro de Enoc forma parte del canon de la Biblia de la Iglesia ortodoxa etíope y ha sido encontrado en algunos de los códices de la Septuaginta (Códice Vaticano y Papiros Chester Beatty). El Nuevo Testamento cita el Libro de Enoc (1 Enoc, 1, 9 en Judas 1, 14-16) y 2ª Pedro 2, 4 lo referencia.

[20] Harry Buis, “Hell,” in The Zondervan Pictorial Encyclopedia of the Bible, ed. Merrill C. Tenney (Grand Rapids: Zondervan, 1975), 3:114-15

[21] https://www.barna.com/research/six-reasons-young-christians-leave-church/

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¿Científico vs. creyente? y Fe atea

UNA RESPUESTA AL NUEVO ATEÍSMO

¿Científico vs. creyente? y Fe atea

Este artículo es la parte 3 de 3 respuestas al nuevo ateísmo, especialmente al documental The Four Horsemen [i] (Los cuatro jinetes), un diálogo entre Richard Dawkins, Daniel Dennett, Cristopher Hitchens y Sam Harris. Estos 4 jinetes del ateísmo son los autores antirreligiosos más populares del siglo XXI. El término «nuevo» destaca una mayor beligerancia contra las religiones respecto a ateos anteriores.

Parte I: ¿Ateísmo brillante o fundamentalista? Parte II: El supuesto peligro de la religión moderada y el mal cometido por no religiosos.

¿Contradicción entre científico y creyente?

Durante la conversación entre los cuatro antirreligiosos más populares del siglo XXI hay un momento en el que Sam Harris arenga a los otros ateos para que muestren a los religiosos la contradicción que existe entre la fe religiosa y el universo que observamos. Pero lo que Harris está aquí pidiendo que nos muestren… es algo  contrario a los hechos. Al menos desde el cristianismo.

La evidencia de que la fe cristiana y la ciencia son más que compatibles la tenemos personificada en científicos abiertamente cristianos como Francis Bacon, Kepler, Robert Boyle, Michael Faraday o Maxwell. O en los autores de tratados de teología como Isaac Newton o Leibnitz. O en Georges Lemaître, el clérigo padre de la teoría del Big Bang que muchos ateos rechazaron de inicio precisamente por sus prejuicios antirreligiosos hacia una hipótesis que “sonaba a la creación del libro del Génesis [1]” (una especie de anti-Galileos del siglo XX pero auto revestidos de Galileo). O en el padre de los inventores, Nikola Tesla, quien dijo hacer ciencia “inspirado por el cristianismo [2]” y que desarrollaría la corriente alterna o la tecnología inalámbrica que hoy permite a los ateos criticar desde Internet la supuesta ignorancia científica de los cristianos.

Los nuevos ateos desconocen la influencia de La Biblia en el desarrollo de la ciencia moderna. Ignoran el papel crucial de Las Sagradas Escrituras en la desmitificación de la naturaleza[3] o su llamamiento para “examinadlo todo” (Génesis 1, 28). Para hacer ciencia. La idea cristiana de un Dios racional que deriva en una naturaleza ordenada y cognoscible no era algo asumido por entonces. Cuando la imprenta y La Reforma hicieron de La Biblia un libro de dominio público, muchos creyentes fueron impulsados a ser pioneros de la Revolución Científica. Anhelaban examinar la maravillosa creación de Dios.

Los típicos casos de supuesta incompatibilidad entre ciencia y cristianismo nunca fueron tales. Bruno, Servet, Vanini o “la representación mediática del caso Galileo como una cuestión de la ciencia contra la religión es una construcción social de finales del siglo XIX. Galileo fue víctima de una lucha de poder dentro del Vaticano, que se enfrentaba al ascenso del protestantismo. Una facción papal apoyó firmemente a Galileo; a otra no le gustaba. Al final, una de esas facciones se impuso [4]”. Era una cuestión de amenaza del poder e intolerancia de la época. El propio Galileo fue un cristiano que hizo importantes aportes teológicos, por lo que resulta absurdo colocarle como antagonista del cristianismo. Algo que a Galileo le gustaba señalar era que los astros dicen cómo va el cielo y Las Sagradas Escrituras dicen cómo ir al Cielo.

Volviendo al documental, cabe destacar lo que Dawkins dice de los científicos cristianos: “Todos conocemos personas que son capaces de realizar la proeza de dividir su cerebro y creer una cosa el domingo y luego otra totalmente contradictoria e incompatible el resto de la semana [5]”. Resulta chocante que un científico niegue aquello que él mismo admite como un hecho: La existencia de grandes científicos que son religiosos. Lo que por un lado afirma que es un hecho luego lo niega en su teoría antirreligiosa de incompatibilidad entre ciencia y fe. Dawkins insiste en que debemos basarnos en los hechos. Pero aquí los niega porque no le gusta el resultado. Así que Dawkins (con el beneplácito de los otros ateos durante la charla) define como “incompatible y contradictorio” ser científico y creyente a pesar de haber comprobado con su observación que tal incompatibilidad sólo habita en sus prejuicios. No parece propio de científicos ¿Verdad? Es por esto que podemos entender a Peter Higgs, el descubridor del bosón, cuando considera que “ciencia y religión son compatibles […] y que no todos los creyentes son fundamentalistas”, unos hechos que según un reputado ateo como Higgs convierten a Dawkins en “fundamentalista en el extremo opuesto [6]«.

Fe, fe ciega y el dogma del reduccionismo naturalista

Este nuevo ateísmo afirma contundentemente que no existe un Dios más allá de la materia. Si Dios existe –dicen- debería ser demostrado científicamente. Y como esto no ocurre –concluyen- Dios no existe.

Pero este reduccionismo naturalista es un dogma de fe. Y contradictorio. Dawkins admite que un ateo “es alguien que cree que no hay nada más allá del mundo natural y físico [7]”. Así que la premisa no es tan solo una creencia sino una contradicción porque no puede ser establecida por el método científico, una paradoja admitida por reputados pensadores ateos como Jacques Monod [8]. Tengamos también en cuenta que la ciencia asume la provisionalidad y la incertidumbre en sus procedimientos. Y, desde luego, afirmar que Dios no existe es un hecho es usar el nombre de la ciencia en vano porque no es una declaración científica. Así que quizás debamos buscar a Dios de otro modo más allá del método científico.

De hecho no usamos fórmulas para considerar a Beethoven o Miguel Ángel grandes artistas, y casi todos afirmamos que lo son. No hay ecuaciones para demostrar que mi madre me ama, aunque sea una de las cosas de las que tenga más certeza en la vida. Los nuevos ateos generalmente también creen en los Derechos Humanos cuando afirman que «todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad». Pero ¿Pueden demostrarlo? La respuesta es que no. Pero lo creen como verdad.

Los psicólogos han constado que los argumentos freudianos que algunos utilizan para explicar la religión como algo ilusorio también pueden ser usados para explicar el ateísmo [9]. Pero la fe cristiana es una respuesta a las evidencias, no a la ausencia de ellas. No es la fe ciega que los cuatro jinetes dibujan. Y ellos tienen también mucha fe como hemos visto. Solo cambia el objeto de la fe, un aspecto que parece inherente a la condición humana.

Sí debemos aplaudir a Dawkins por admitir aspectos que le hacen bacilar de su ateísmo. Reconoce que “las constantes vitales del Universo [también llamado «ajuste fino»] son demasiado buenas como para ser ciertas. Me parece que eso necesita algún tipo de explicación [10]”. Es una declaración incómoda para un documental a favor del ateísmo, por lo que de inmediato Dawkins rompe el fugaz hielo del momento y se pregunta: “Pero entonces ¿Quién creó a Dios?”. Y ahí zanja el asunto.

¿Quién creó a Dios?

Pero preguntarse: «¿En qué momento el Dios que ha existido siempre no existía y fue creado?» no tiene sentido lógico. Para Dawkins el punto de partida es su conclusión: Dios no existe. Y si suponemos como Dawkins que nuestro creador ha sido la materia, podemos devolverle la pregunta: ¿Quién o qué creó esa materia?

El influyente ateo Thomas Nagel critica, con razón, que haya ateos que traten de “explicar la existencia de Dios como una concatenación aleatoria de átomos. […] Eso no es lo que nadie entiende por Dios [11]”.

«Si demuestras la existencia de Dios creeré en Él«… ¿De veras?

El Dios cristiano no es medible por su propia definición de Dios. Y esto nos lleva a un punto importante del debate entre (algunos) ateos y creyentes: Estamos convencidos de que aunque pudiera demostrarse científicamente la existencia de Dios (como piden estos ateos), ninguno de ellos creería en él. Y decimos esto por lo que ellos mismos dicen, pues nunca identificarían un hipotético resultado tangible como la demostración del Dios todopoderoso, omnisciente, omnipresente y creador del Universo. Y en un sentido tendrían razón. Pues aunque a menudo digan lo contrario, dudo que ni siquiera estos ateos esperen que Dios pueda ser contenido en una probeta o fórmula. Sus contradicciones al referirse al tema de este modo así como sus fuertes emociones antirreligiosas convierten su tesis en un mero planteamiento circular.

En el libro El relojero ciego Dawkins dice que si una estatua le saludase con la mano sin mediar truco alguno (algo imposible), sólo diría “¡qué casualidad!” y lo consideraría como un repentino choque sincronizado de partículas subatómicas. Pero nunca un milagro. O si Dios se le apareciese hablándole -dice- pensaría que es una alucinación.

Así que, pase lo que pase, no creerán. Y menos aún satisfaciendo su demanda de un experimento que demuestre a Dios, porque dirían: “¿Cómo va a ser Dios una cosa medible? ¡Esto no puede ser Dios!». De hecho es lo que Dawkins ha manifestado en otras de sus chocante contradicciones: En la revista TIME, el biólogo admite que racionalmente no se puede descartar a Dios y que “si hay un Dios, será mucho más grande e incomprensible [12]” de lo que nadie “haya propuesto y podamos contemplar jamás” ¡Aleluya! Aquí Dawkins se convierte en un tipo de salmista que tumba de un plumazo su propio dogma de reducción naturalista ¡Dawkins se ha dado una bofetada a sí mismo! Como cristiano digo que Dawkins tiene aquí razón: Si Dios existe nunca será el de la crítica del nuevo ateísmo sino alguien más grande e incomprensible. Éste sí se parece algo más al Dios cristiano. Así que Dawkins se rebate a sí mismo -y lo hace muy bien- en TIME.

No quisiera abandonar el asombro de Dawkins ante el ajuste fino del universo (también llamado constantes vitales o universo sincronizado). Se trata de un hecho sumamente extraordinario [13]. O mejor dicho: una combinación cercana a lo imposible de millones de hechos extraordinarios a cada cual más cuasi-imposible. Anthony Flew, uno de los ateos más influyentes de finales del siglo XX, aceptó finalmente la existencia de Dios estupefacto ante el ajuste fino del universo que pide a gritos una inteligencia detrás.

El curioso caso de Hitchens y Francis Collins

En el documental sucede algo sumamente significativo. Hitchens parodia a los cristianos por su absurda forma de usar el cerebro. Nada nuevo. Se burla de Francis Collins por su conversión al cristianismo (min. 8). Curiosamente, cuatro años después de la grabación de este coloquio, Hitchens pedirá que su cáncer terminal sea tratado… ¡Por Francis Collins! [14] Existen miles de extraordinarios oncólogos y especialistas ateos en el mundo y Hitchens decide confiar su vida a un cerebro absurdo e impredecible sometido al delirio religioso (según dice Hitchens). Pero entonces, ¿Qué pasa sí durante el tratamiento Collins recibe una visión divina (alucinación para ellos) de ese Dios tiránico que le llama a hacer daño a Hitchens por ser un ateo malvado? ¿Y si la religión moderada le hubiera llevado al Dr. Collins a alguna locura contra su paciente? ¿No hubiera sido mejor pedir ayuda a cualquier ateo bien preparado? Nuestra conclusión es que Hitchens, a la hora de la verdad, sabía que la fe cristiana genuina funciona de forma muy diferente, menos dañina, de lo que él y sus colegas del nuevo ateísmo afirman una y otra vez.

Terminamos con el testimonio del Dr. Collins: “Con la mente libre de todas distracciones de lo que es realmente cierto e importante, sentí que había llegado a un punto en el que ya no había razones para oponerme. Mi anhelo era, sin duda, entregarme a esto. Ese día me hice cristiano. Hace ya treinta y un años. Me sentí asustado; temía convertirme en un ser sombrío, sin sentido del humor, y que me viera impulsado a marcharme a África o algo así. Pero no ocurrió nada de eso, sino que experimenté una gran sensación de paz y alegría por haber cruzado por fin ese puente. A diferencia de lo que había esperado, la fe no era algo en lo que sumergirse a ciegas, sino que iba de la mano con la razón [15]

Por Delirante.org

[i] The Four Horsemen, Coloquio organizado por RDFRS, grabado por Josh Timonen. 30/04/2007.Con subtítulos en español en: https://www.youtube.com/watch?v=tS_MT79m4Vw

[1] El País, Un cura dio la “más bella explicación de la Creación”, según Einstein, 30 octubre 2015

[2] El problema de aumentar la energía humana, en The Century Magazine, 1900

[3] Delirante.org, ¿Ciencia vs. fe y Biblia?

[4] El Pais, Alister McGrath, “El nuevo ateísmo está cayendo en desgracia”, 18/03/2016

[5] The Four Horsemen (Los cuatro jinetes). 1:04´:45”

[6] El Mundo. 27/12/2012. Actualizado 03/01/2013.

[7] El espejismo de Dios. Espasa Calpe, 2007, p. 23

[8] Jacques Monod. Chance and Necessity: An Essay on the Natural Philosophy of Modern Biology, Vintage Books, New York 1972, pp 160-180 [trad. Esp. Del orig. Francés: Azar y necesidad, Tusquets, Barcelona, 1989]

[9] Delirante.org, ¿Es Dios una proyección psicológica?

[10] The Four Horsemen (Los cuatro jinetes). 51´15”

[11] Thomas Nagel, The Fear of Religion, p. 26

[12] Time, 13/11/2006

[13] Revista RYPC, ¿Qué es el ajuste fino del Universo? 01-2011

[14] Daily Mail, Atheist Christopher Hitchens turns to evangelical Christian doctor in his fight against cancer, 26-03-2016

[15] Foro Veritas, Instituto de Tecnología de California, 2009. Adaptado del español: Fe, ciencia y ateísmo, Andamio, 2015, pp. 33-34

¿Pretende Génesis 1 y 2 ser leído literalmente?

¿Pretende Génesis 1 y 2 ser leído literalmente?

La falaz dicotomía entre ciencia y fe ha sido en parte promovida por influyentes religiosos a lo largo de la historia, por cristianos que han visto en las Sagradas Escritura un tratado de geología, antropología o astronomía.

Galileo, Bacon creían en La Biblia… y en la ciencia

Esta concepción de La Biblia como un libro que se acopla a las teorías científicas del momento (concordismo) fue criticada, entre otros, por Galileo Galilei como una práctica que socava la credibilidad de La Biblia. Galileo no tenía ningún problema con su fe, ni con La Biblia, pero sí con sectores de una Iglesia Católica inmersa en titánicas luchas de poder. Galileo diría que La Biblia nos enseña cómo ir al Cielo, no cómo va el cielo.

El pionero del método científico moderno, Francis Bacon, también dijo que “dar a la fe lo que le corresponde a la fe y distinguir claramente entre el libro de la Palabra de Dios y el libro de sus obras es premisa fundamental […] La teología revela la voluntad de Dios: la ciencia su poder [1]”. Antes de Bacon y Galileo, el influyente Orígenes, ya en el siglo tercero, dijo sobre Génesis: “¿Qué persona inteligente, me pregunto, consideraría razonable que el primero, segundo y tercer días, en los que se dice que hubo tanto una mañana como una tarde, existieran sin sol, ni luna ni estrellas, y que en el primer día no hubiera ni cielo siquiera? No creo que nadie dude de que éstas eran expresiones figuradas [2]”.

San Agustín (quien escribió mucho sobre Génesis) daba por hecho que no había que leer Génesis literalmente ni en clave de ciencia. Para él, Dios está fuera de las limitaciones del espacio tiempo (2 Pedro 3,8) y daba argumentos como que la palabra hebrea para “día” (yôm) posee un significado más amplio y simbólico en otras partes de La Biblia. Resulta interesante comprobar cómo ya en una era en la que no se hablaba de eras de millones de años, y menos aún de la evolución de las especies, teólogos determinantes que amaban Las Escrituras como Justino Mártir o Ireneo de Lyon tampoco consideraban literalmente todos los elementos de estos capítulos.

Génesis no pretendía mostrar La creación de forma literal para su tiempo

¿Y a quién se le ocurrió que si un texto no lo interpretamos siempre literalmente entonces es falso o lo menospreciamos? Así no funciona la comunicación humana. Menos aún el simbolismo hebreo bíblico. Las parábolas de Jesús, por ejemplo, transmiten un mensaje poderoso sirviéndose de historias ficticias, no históricas. Y no pasa nada (malo).

Ninguno de nosotros habla y entiende las narraciones siempre de forma literal ¿O alguien piensa que el Sol «sale» desde algún sitio concreto cuando leemos: “¿Sale el sol, y se pone, y se apresura a volver al lugar de donde se levanta” (Eclesiastés 1, 5)? ¿No sería absurdo señalar a Eclesiastés como una mentira científica? O como cuando Dios dice: “¿Has estado en los depósitos donde guardo la nieve y el granizo?” (Job 38, 22).

Génesis no pretende revelarnos un catálogo de eras geológicas o taxonomía. Debería ser obvio, pues las necesidades de sus receptores iban por derroteros muy diferentes. En La Biblia Dios se presenta como el origen y sustentador de todo lo creado. Él hizo lo más alto y lo más bajo que existe, ya sean las columnas bajo la tierra (Sal.  75,3), compuertas en el cielo (Gn. 8, 2) o cualquier cosa que por entonces se pensase que configuraba el Universo… o lo que se piense ahora. El punto era comunicarse tal y como hablaba la gente para mostrar pedagógicamente que Dios es el creador y no una parte de la creación divinizada a la que rendir tributos, culto o trabajos. Como veremos más adelante, ¡Génesis libera a sus receptores de yugos que dominaban el mundo! Pero antes hablemos un poco más de por qué los relatos de La creación no deberíamos interpretarlos desde el literalismo que, especialmente desde finales del siglo XIX, fue potenciado por iglesias y misiones estadounidenses hasta hoy.

Deconstruyendo el literalismo

En Génesis hay dos relatos de la creación. Y sus autores sabían que el segundo relato no es totalmente compatible con el primero en términos científicos ¡No eran tan ingenuos como creemos! El problema con la expectativa literalista lo tenemos nosotros como herederos de la revolución científica y de una modernidad que en determinadas corrientes impregnó al cristianismo exigiendo datos verificables a la narración para cuantificar y clasificar su verdad.

Sin embargo, la cultura bíblica era más simbólica y carecía de algunas de nuestras exigencias. No tenían problemas cuando leían un primer relato que habla de seis días mientras que en Génesis 2,4 (el segundo relato) Dios crea los Cielos y La Tierra en tan solo un sólo día. Pero… ¿Son seis o solo un día? La respuesta es que los escritores bíblicos son creativos y no pretenden concordar datos cuantitativos acorde a nuestras exigencias. No se pretende mostrar un orden cronológico sino primeramente un espacio y posteriormente su llenado trayendo orden al desorden. Primero la casa y luego los muebles.

Algunos ejemplos más:

Sin alargar este apartado, otros elementos literarios que confirman la deconstrucción literalista lo vemos en el día primero, cuando Dios «separó Dios la luz de las tinieblas» y lo comparamos con el día cuarto en el que “puso las lumbreras para separar la luz de las tinieblas”… ¿Pero no había separado ya la luz de las tinieblas en el día uno? Sí. La ilustración es de nuevo retórica, poética y recalca que es Dios quien separa la luz de la oscuridad, una alegoría aplicable a nuestra cotidianidad cuando caminamos en la luz de Dios… ¿Y también duró 24 horas el séptimo día en el que Dios «descansó«? (Gn. 2, 2) ¿Dejó Dios de atender su creación durante aquel día? Parece más bien una ilustración para el cumplimiento del Shabat, el día de descanso para Israel. Igual podríamos citar el capítulo uno donde la vegetación aparece tres días antes que los humanos mientras que en el capítulo dos Adán parece ser creado antes que cualquier planta.

Fijémonos también en la serpiente. Para Matthew Richard “el Dios de la Biblia ciertamente tiene el poder de hacer una serpiente parlante. Sin embargo, lo notable de Génesis 3 es que nunca se molesta en decir algo como: “Originalmente, Dios les había dado a las serpientes la capacidad de hablar” o “en aquellos días, las serpientes podían hablar”. Al final de este capítulo, cuando Dios maldice a la serpiente para que se arrastre sobre su vientre, nunca agrega: “Y además, te quitaré tu caja vocal. Aparte del siseo, a partir de ahora estarás muda[3]” ¿Deberíamos preguntarnos entonces por qué las serpientes ya no hablan?… Las serpientes eran animales recurrentes en la antigüedad para representar el mal, una imagen cultural muy pedagógica para ilustrar la tentación, el pecado, etc. Debemos entender que el simbolismo no minusvalora el poder del pecado ni cuestiona la existencia del mal (basta mirar Apocalipsis) o del diablo como ser espiritual. La alegoría más bien ilustra muy pedagógicamente cómo funcionan cada uno de estos elementos.

Luego está Caín cuando tiene miedo de que en otras naciones le tomen como extranjero cuando supuestamente todos los humanos existentes serían familiares directos suyos (Génesis 4,13-14). O Eva pariendo a “naciones enteras”…  ¿Y qué de aquellas espadas giratorias de fuego que impiden entrar en el Edén (Gn. 3, 24)? ¿Alguien se topó con ellas o trató de enfrentarlas alguna vez? La ilustración que aboga por una historia sin vuelta atrás parece más coherente que pretender defender el acceso a un lugar geográfico que nunca nadie se ha encontrado y que, por tanto, no parecía necesario proteger con imponentes armas sobrenaturales tangibles.

Otras evidencias determinantes para asumir un relato contextualizado culturalmente y no histórico-científico en Génesis 1 y 2 (que no desarrollaremos aquí por espacio) son las repeticiones de palabras claves que aparecen 7 veces o en múltiplos de 7, número de la perfección para los hebreos. Lo mismo sucede con las recurrentes formas poéticas y estrofas que no son propias de la narración histórica.

Podríamos seguir pero lo dejamos aquí. Definitivamente, las evidencias para una pretensión simbólica de los capítulos de Génesis 1 y 2 son abrumadoras sin ni siquiera apelar a la ciencia moderna. Basta con reflexionar La Biblia desde su narrativa y contexto.

¿Qué pretende entonces Génesis?

El trasgresor propósito del relato de La creación

Cada relato de La Biblia fue escrito en un contexto étnico, cultural, histórico, lingüístico y literario concreto. Por tanto, debemos realizarle las preguntas correctas: ¿A qué audiencia se dirige? ¿Qué tipo de lenguaje utiliza? ¿Qué tipo de literatura es? ¿Qué propósito tiene? ¿Qué más pasaba fuera de la Biblia?

Aquel pequeño grupo humano hebreo que vivió rodeado y dominado por superpotencias como Egipto o Babilonia necesitaba una respuesta respecto a las inquietantes cosmogonías de sus poderosos vecinos y dominadores. El erudito en antigüedad J.H. Walton señala cómo “la creación cósmica en el mundo antiguo se veía principalmente como un proceso mediante el cual quedaban establecidas las funciones, los roles, el orden, la jurisdicción, la organización y la estabilidad [4]”.

Los poderosos babilonios fueron determinantes para la mayor crisis de identidad de Israel durante su cautiverio, tiempo en el que probablemente se terminaría de editar Génesis[5] y sus dos relatos de la creación. Durante los 70 años de cautiverio hebreo, los babilonios leían el Enuma Elis cada fiesta de año nuevo, un relato que narra la lucha entre Tiamat y Marduk en la que los despojos corporales de Tiamat eran usados por Marduk para crear ese Universo lleno de dioses a quienes los humanos debían servir. El propósito de la vida lo marcaban estos relatos de la creación. Y la mitología babilonia, como casi todas en la antigüedad, reservaba a los gobernantes la capacidad de ser mediadores con estos dioses o incluso encarnarlos con el fin de que todos obedecieran sin discusión al rey, emperador o faraón.

Y ante todo esto… ¿Qué tenía que decir el Dios de la Biblia a su pueblo?

Contra la opresión y por la dignidad humana bajo un solo Dios

La respuesta de Génesis no tuvo parangón en la historia. Sus revolucionarias claves fueron tan profundas que es imposible captarlas todas desde nuestro Occidente del siglo XXI. Deberíamos haber vivido allí para fascinarnos y descubrir que La Biblia comienza con un mensaje único, provocador y liberador sin igual.

Pongamos un ejemplo de esta revolución asomándonos a un versículo a priori poco relevante: Génesis 1, 16: “Y creó Dios la lámpara mayor del día, y la lámpara de la noche. Y creó también las estrellas”

Hoy este versículo nos parece escrito para niños de 3 años. Pero fue un escándalo a todas luces (nunca mejor dicho) en su tiempo. Los imponentes dioses lunares babilonios que regían el destino de la humanidad quedaban reducidos a la categoría de… ¡Cosas! ¡¿Pero cómo puede ser esto?! –dirían-. La Luna ya no era el temible dios babilonio llamado Sin sino una lámpara creada por el único Dios verdadero Yavé ¿¡Un sólo Dios!? ¿Y que además no forma parte del panteón divino de la naturaleza? ¿Un Dios que no puede ser representado en lo que vemos? ¡Wow!

Pero sigamos…  ¿Y qué del todopoderoso Egipto? Ra, el Faraón hijo del gran Dios Sol… ¿Hijo de quién?, o mejor dicho: ¿Hijo de qué? En Génesis Ra ya no puede ser visto como el representante de ninguna divinidad solar a quien someterse sin rechistar. Se les acabó el chollo a los gobernantes explotadores. El Sol es sólo algo material, una lámpara mayor creada por Yavé al servicio de las personas, no al revés.

Por supuesto que el hebreo bíblico también poseía sus términos propios para dirigirse a la Luna y el Sol, pero aquí se evitan para cosificarlos al máximo, para eliminar cualquier duda sobre su falta de personalidad y divinidad dándoles así la puntilla como meros elementos al servicio de la tierra y sus habitantes.

La cosmovisión del mundo cambió para siempre con Génesis 1 y 2. Todo es creado por la Palabra de Dios y nada se resiste a sus órdenes. La creación no es fruto del caos o de las luchas de dioses sino «buena», con propósito. La fertilidad ya no se consigue mediante sacrificios sino que se presenta como un don de un Dios único y preexistente.

Nuestro “infantil” verso de Génesis 1, 16 continúa diciendo “…y creó también las estrellas” casi como un “¡Ah! se me olvidaba… las estrellas también son meras cosas creadas”. El zodiaco actual tiene su base en aquella Babilonia que le atribuía poderes de orientación y destino. Pero en Génesis los astrólogos son desprovistos de sus funciones despóticas.

Hombre y mujer se igualan entre sí como la obra maestra de la creación. Esto también fue una revolución bíblica. Todos somos imagen de Dios, no sólo los reyes ¡Incluso la mujer es imagen de Dios! Génesis es el relato anti-mito, anti-idolatría, anti-miedo, anti-opresión, pro-mujer, pro-personas. Toda la creación procede de Dios para el disfrute y la responsable gestión del ser humano. Hombre y mujer son ahora Adán (literalmente humanidad, Gn. 5, 2). El ser humano no es un resquicio de batallas divinas sino la imagen y semejanza de un único Dios (1, 26) que nos capacita para conocer leyes naturales expuestas racionalmente por un Dios racional. La idea de un universo ordenado y estructurado es revelada como un acto libre de un Dios que invita a la experimentación de la naturaleza sin temor. Génesis proporciona identidad y las bases de la dignidad humana además de fundamentos para hacer buena ciencia.

Creación = Liberación, también en el resto de La Biblia

Fuera del Génesis, los textos acerca de La creación en el resto del Antiguo Testamento también se asocian con la liberación de las naciones opresoras (Isaías 40, 21-13 42, 5-7; 51.,9-11; Salmos 72, 12-14; 19-20; 89, 8-11, 14; 105, 5-9[6]). Prácticamente sin excepción.

Profetas y salmistas vinculan la justicia con el propósito de la creación. Para nosotros, aparentemente son temas que nada tienen que ver entre sí. Sin embargo, el Antiguo Testamento los relaciona repetidamente poniendo la creación al servicio de la liberación y en contra de la opresión de los explotados. Esto nos proporciona una clave esencial para entender las alusiones bíblicas a la creación. Las divinidades atemorizantes encarnadas en mamíferos, aves o monstruos marinos como el Leviatán son nombrados para reafirmar el dominio de Dios sobre ellos: “creó Dios los monstruos marinos…”  (Gn. 1, 21)… ¿Y por qué La Biblia menciona concretamente a los monstruos y no a los cetáceos, algas o insectos (por ejemplo)?

Para comprender mejor este punto, leamos algo más sobre estos monstruos en La Biblia:

“Tú dividiste el mar con poder, rompiste la cabeza de los monstruos marinos; destrozaste las cabezas de Leviatán […] Tuyo es el día, tuya la noche;
tú creaste la luna y el sol, fijaste los límites de la tierra, verano e invierno tú formaste […] ¡No arrojes a las fieras la vida de tu tórtola, no olvides jamás la vida de tus humildes! Dirige tu mirada a la alianza, pues hasta los últimos rincones del país están repletos de violencia. Que el oprimido no regrese avergonzado, que el humilde y el pobre alaben tu nombre. Oh Dios, ponte en acción, defiende tu causa”
(Salmo 74, 13-22 LP)

¿No es extraño vincular “rompiste la cabeza de Leviatán» con el rescate de pobres y víctimas de violencia? No. Porque Génesis cita adrede a los monstruos marinos para mostrar un Dios soberano que en boca del salmista aplasta todo aquello convertible en objeto de temor y opresión. El asunto central no es si el Leviatán existió realmente o no (otro debate fútil y contraproducente) sino que lo temían. En toda La Biblia hablar del tándem creación-liberación es hablar de lo mismo ¡Cuánta riqueza en el relato bíblico de La creación!

Génesis se levanta como una asombrosa performance acerca de Dios y del destino de una humanidad llamada a vivir libre de la opresión politeísta. Es revelación desde un simbolismo pedagógico profundamente trasgresor y contextualizado para sus receptores originales que nos habla de muchas cosas también a nosotros.

Los primeros 3 capítulos de Génesis también tratan de mostrarnos aspectos más amplios como la confianza en Dios, la consciencia, la pérdida de la inocencia, el manejo del conocimiento, la responsabilidad corporativa… Pero asuntos como la teoría de la evolución y otros temas deben debatirse desde el área estrictamente científica, no desde La Biblia como bien decían Galileo y compañía. Para los autores bíblicos lo fundamental del mundo no es cuándo o cómo fue creado en términos naturalistas sino que fue constituido para vivir libres dando la gloria a Dios, no bajo cautividad ni opresión. El relato de La creación trae libertad a los exiliados, a cada uno de nosotros para volver al hogar de la plenitud planificada cuando Dios formó el mundo. Por su Palabra somos libres, ya no más esclavos.

[1] El Avance del Saber, Mª Lusa Balseiro (trad). Madrid: Alianza Editorial 1988, pp. 14 y 15

[2] Origenes First Principles, Butterworth, G. (trad.), Londres: SPCK (1936), libro 4, cap. 3

[3] Ibid, p. 43

[4] Charles Hummel, The Galileo Connection: resolving conflicts between science & the Bible. I.V.P., Downers Grove (Illinois, U.S.A.), 1986, p. 218

[5] ¿Y si Moisés no escribió todo el Pentateuco?

[6] Más en http://www.puertachile.cl/index2.htm  Teología > Biblia > Hans de Wit, He visto la humillación de mi pueblo: 2. La canción de la tierra, 1988

Rodeado de incertidumbres, firmes en la roca

Cómo leer lo más difícil de La Biblia. Paso 15

Llegamos al último capítulo de esta serie en la que, desde la honestidad y el pensamiento crítico, hemos pretendido ayudar a comprender lo más difícil de La Biblia. Y terminamos abordando una pregunta típica que nos hacemos después de asumir que existen mandatos de La Biblia que no se escribieron para nosotros hoy… ¿No existe entonces un riesgo de subjetividad a la hora de decidir qué mandatos son para nosotros y cuáles no? Y la respuesta es que sí, que ese riesgo existe… como muchos otros riesgos que forman parte de la vida y de la toma de decisiones.

Pero también es cierto que no todo es absolutamente relativo y que hay elementos objetivos que nos ayudarán a discernir la aplicación de La Biblia. Se trata de una tarea en la que debemos tener en cuenta los siguientes principios:

1. Siempre habrá subjetividad en nuestra interpretación

Toda narrativa es siempre interpretada. Nadie se amputa un miembro de su cuerpo como Jesús dijo que hiciéramos (Mateo 5, 29-30). Nadie, o casi nadie, “vende todo lo que tiene y se lo da a los pobres” (Mc 10, 21) como también claramente dijo Jesús a quien le hizo una pregunta de índole universal y atemporal: “¿Qué debo hacer para heredar la vida eterna?” (vs. 17). Siempre interpretamos y decidimos qué mandatos debemos literalmente y cuáles no. Pero el punto es si lo estamos haciendo correctamente. Y a menudo no es fácil.

Siempre habrá un grado de sincretismo en nuestra interpretación. Pero la buena noticia es que a pesar de ello Dios nos habla y actúa en nosotros, con nuestras miserias, grandezas y contradicciones. Así lo vemos a lo largo de toda La Biblia. Él no nos pide ser cum laude en griego y arameo bíblico para actuar en nuestras vidas. Nuestra parte es confiar, buscar discernimiento y creatividad para extraer de La Biblia las aplicaciones liberadoras para nosotros hoy. En algunas áreas lo conseguimos más fácilmente y en otras viviremos un proceso por el que seremos moldeados entre acierto y torpeza. No olvidemos que en la fe cristiana el Camino es siempre un fin en sí mismo ¡Ven y sígueme!

2 Que La Biblia no sea siempre clara… es algo bueno. Nos recuerda que no somos Dios.

En segundo lugar, y de cara a afrontar del mejor modo la subjetividad interpretativa, entender que ha sido Dios mismo quien nos ha dejado este marco de amplio riesgo interpretativo al que llamamos Biblia debe darnos paz. Si Dios ha dispuesto así las cosas será por algo.

Que seamos por naturaleza subjetivos no debe considerarse siempre como una dificultad o como un estorbo para la fe. No. La realidad de nuestra subjetividad nos conduce también a aspectos tan sublimes como la gracia, la pertinencia de la necesidad sentida cubierta o la libertad. En La Biblia Dios permite que sus hijos cuenten la historia tal y como ellos la viven. En estas licencias permitidas e incluso soportadas por Dios en Las Escrituras también se manifiesta el poder y la cercanía divina en nuestras vidas. La subjetividad de los siervos de Dios en La Biblia es también un reflejo de lo que ocurre en nuestras comunidades de fe y en nuestro interior. Somos únicos, bellos, raros, contradictorios, falibles, influenciables, pobres… y Dios cuenta con ello. Nos ama.

Como hemos ido viendo a lo largo de esta serie, La Biblia es una biblioteca de libros que albergan diferentes intenciones y géneros narrativos que son expresados mediante códigos de su propia cultura. Las Escrituras no son un diccionario sistemático de doctrina como a veces se presenta en las iglesias ¡Y es maravilloso que no lo sea!

La Biblia nos llegó de un modo abierto y creativo. Probablemente, una de las razones de esto sea la pertinencia para que el Espíritu de Dios hable a la basta diferencia de situaciones personales que cada ser humano vive. Quizás recibimos un libro tan abierto y en ocasiones ambiguo para reducir nuestra tentación de meter a Dios en una caja y utilizar “sus letras” a nuestro antojo. Pero Dios no vive en la lámpara maravillosa de los deseos de Aladino. Como en la película El libro de Eli de Denzel Washington, muchas personas ven en La Biblia ese objeto que puede ser domesticado desde la arrogancia interpretativa con el fin de excluir y dominar a los otros. El ansia de poder y la necesidad de reconocimiento está detrás de casi todo lo que hacemos. Pero La Biblia no fue escrita para esos fines destructivos sino para salvar y liberar, para incluir a los perdidos, a los parias, a quienes incluso le deseamos mal al hermano. Por eso el Reino en el que desemboca toda La Escritura es un escándalo.

Existe un poso constructivo magnífico en el hecho de que La Biblia no sea siempre clara en cada asunto. De este modo se fomenta el diálogo, el respeto, el misterio, la fe y la humildad de esa casa de acogida llamada Iglesia. Por otro lado, y aunque suene paradójico, pretender tenerlo todo doctrinalmente atado tiene más que ver con nuestra falta de fe que con la verdad de La Biblia.

Sí. La serpiente del Edén aseguró que podíamos conocer lo que Dios conoce y ser igual a él. Aquel reptil nos conocía bien y sabe que en nuestro fuero interno no terminamos de confiar plenamente en Dios. Nuestra sed de certezas es insaciable. Pero lo que el Padre nos ha mostrado en Jesús debería ser suficiente para decidir seguirle. Aunque como dice Bertrand Russell, lo que los hombres realmente quieren no es el conocimiento sino la certidumbre.

En palabras de Adrián Aranda, “el fundamentalismo, ontológicamente hablando, no es más que huir de esa incertidumbre, es huir de la incertidumbre propia de la condición humana, finita, mortal. […] El texto [bíblico] debe pasar inevitablemente por el tamiz de nuestra constitución humana y eso lo altera, lo vuelve interpretación […] ¿Acaso no dice san Pablo que vemos a través de un espejo borroso? ¿Por qué negar esto o seguir intentando limpiar el espejo? Lo borroso nos es inherente […] [1]”.

La incertidumbre nos recoloca en la fe y el amor

El cómo debemos interpretar La Biblia no es tanto un debate entre cristianos que la aman “de verdad” y quienes no, esos tipejos a los que despectivamente se les tacha de liberales desde el ámbito más conservador. Pero esto no es tan así. He comprobado que nuestras diferencias entre creyentes no se originan por un asunto de “autoridad de Las Escrituras” como falazmente se dice. No. Las diferencias entre sinceros servidores de Jesús que creen en La Biblia como inspirada por Dios tiene más que ver con cómo la interpretamos y dónde establecemos las líneas rojas que separan la pluralidad teológica aceptable de la herejía. Y no es tan sencillo como afirmar que el hereje es siempre el otro. Más aún cuando lo hacemos desde ese falso “amor a la verdad” para romper puentes con el otro que no debieron romperse nunca ¿Te has fijado en cómo toleras “la herejía” de tus seres más amados? ¿Verdad que no los excluyes tan fácilmente de tu vida? ¿Verdad en que eres más intransigente con quien te cae mal? Recuerda que la iglesia es la familia de Dios.

A muchos cristianos nos hubiese gustado, por ejemplo, que La Biblia hubiera sido más explícita respecto al futuro de la humanidad, pero se nos dejó el libro de Apocalipsis ¿Y por qué no tuvimos algo más claro? ¿Por qué recurrir a extrañas imagénes de un género oriental ya desaparecido que ha generado inagotables especulaciones? Quizás el misterio deber llevarnos a la adoración. Quizás no hubo más certezas tangibles adrede. Y si de verdad amamos la sana doctrina deberíamos ser muy produdentes cuando presentamos nuestras interpretaciones como si estas fuesen las de Dios. Ser demasiado excluyentes es el resultado de poseer una concepción demasiado alta de nosotros mismos como intérpretes.

Creer que nuestra interpretación equivale siempre a la verdad es algo herético porque es el mismo Dios de La Biblia quien afirma que “mis pensamientos no son vuestros pensamientos; están más altos que los vuestros, así como Los Cielos están más altos que La Tierra” (Is. 55, 8-9).

Nos horroriza convivir con preguntas sin respuesta clara y queremos ser como Dios. Preferimos domesticar La Biblia con falsas espiritualidades en lugar de adorar a Dios en Espíritu y en Verdad, desde el misterio real de la vida que ha sido puesto ahí por Dios. Nos aterroriza navegar en una frágil barca por el mar de Tiberiades. Desde la tradición religiosa se optó por construir un atractivo Titanic. Resultaba más popular y se prefirieron las artificiosas certezas doctrinales que no son tan claramente cristianas como nos hicieron creer. El solo Jesús no fue suficiente.

La inestabilidad de la interpretación humana que tanto miedo da a los guardianes de la ortodoxia no es tanto una debilidad humana sino un instrumento de Dios para nuestra transformación. La incertidumbre de La Biblia no es una falla sino un medio por el que el Espíritu nos toca.

La Biblia es genuina y le da palos a casi todos los siervos de Dios a lo largo de sus historias. Hay capítulos enteros en los que sus autores manifiestan su rabia, desconcierto y sus dudas con Dios mismo. Sin embargo, un predicador honesto que se atreve a manifestar su incertidumbre, rara vez aumentará su popularidad. Queremos certezas, aunque no tangan todo el fundamento real que las atribuimos. Pero el “sígueme” de Jesús es otra cosa. Cuando Jesús manda a sus discípulos en misión les dice que vayan sin mochila, sin cargas extras. Que vayan con lo puesto: “No llevéis nada para el camino: ni bastón, ni zurrón, ni pan, ni dinero. Ni siquiera ropa de cambio” (Lucas 9, 2-3). Esto es algo que, por cierto, nadie hace hoy literalmente. No nos gusta. Nadie viaja sin maletas porque da miedo. Pero necesitamos aprender a vivir en esta fascinante y salvaje incertidumbre que es la fe.

De eso trata la confianza ¿Qué es si no? Seguir a Jesús constituye un peregrinaje con sombras y niebla confiando en que al final del camino nos espera el abrazo del Padre. En ese momento todas nuestras preguntas y dudas carecerán ya de importancia. Allí hallaremos la clave para interpretarlo todo.

[1] https://www.pensamientoprotestante.com/2020/11/una-introduccion-al-cristianismo_21.html

Barbaridades en el nombre de Dios

Cómo leer lo más difícil de La Biblia. Paso 14

En el artículo anterior expusimos algunos conceptos para comprender y contextualizar aspectos de La Ley de Moisés que hoy nos resultan despiadados o injustos (¡Échale un ojo antes de continuar!). En esta segunda parte ampliaremos principios hermenéuticos que necesitamos para abordar lo más chirriante de La Biblia.

Y es que los textos más crudos de La Biblia también pueden aportarnos algunas lecciones. Por algo están ahí. A menudo nos hablan de las consecuencias del mal, del daño que produce nuestra arrogancia, del racismo o de la instrumentalización del nombre de Dios. Lo más horripilante de La Biblia también es una advertencia para no repetir la historia y valorar hasta donde ha llevado Dios a su pueblo en su misericordia ¡Cuántas barbaridades se han hecho y aun así Dios no nos ha abandonado! Son muchas las enseñanzas que albergan los relatos más repudiables que a menudo no fueron escritos para que hoy los justifiquemos como éticamente aceptables.

“Bienaventurado será quien estrelle a vuestros hijos pequeños contra las rocas” (Salmos 137, 9)

En ocasiones las narraciones bíblicas tienen como propósito impactar desde las consecuencias de determinados actos o desde el desconsuelo de sus protagonistas. Un ejemplo es cuando el salmista exclama “Bienaventurado será quien estrelle a vuestros hijos pequeños contra las rocas” (Salmos 137, 9). Nadie borró de La Biblia este desahogo desesperado que tenía como causa la opresión del enemigo. Y es que a Dios no le importa que el autor se exprese con sinceridad, aunque sea una barbaridad lo que el salmista dice. Pero reventar niños contra las rocas no es un mandato divino ni una buena idea, aunque lo diga La Biblia. En Las Escrituras se dicen muchas cosas y es probable que en este caso también sea una manera hiperbólica de hablar, como tantas otras de nuestras expresiones actuales (algunas políticamente incorrectas) tipo: ¡Te voy a partir la cara como no te comas la sopa! o ¡Al Infierno con ellos!, entre otras. Pero nadie toma una sierra y parte en dos trozos la cara un niño porque no se comió la sopa. Así que ante un texto como Salmos 137, 9 que se ha usado para señalar a La Biblia como bárbara, el lector sin prejuicios puede descubrir unas Escrituras que no censuran la rabia del salmista.

La libre exposición de una vivencia personal es en realidad un aspecto precioso de La Biblia. Como cuando el salmista dice “ya soy viejo, y no he visto ningún justo desamparado, ni a su descendencia mendigando pan” (Salmos 37, 25). No se trata de una promesa de prosperidad económica para todo creyente de cualquier tiempo y lugar. No. Se trata de la experiencia del salmista, quien de algún modo expone el principio general de que todo justo se esfuerza, siembra y -a diferencia del injusto vago e irresponsable- recoge el fruto de su trabajo. Esto fue lo que él vio, aunque por desgracia esto no es una regla matemática para cualquier contexto. Ni mucho menos.

El punto es que el relato del salmista, su alabanza, su clamor o su queja fueron conformadas por sus experiencias que son manifestadas delante de un Dios vivo y cercano.

En el nombre de Dios

En otras ocasiones, ocurrirá que determinadas barbaridades tendrán cierto sentido en su contexto. En La Biblia vemos batallas que se consideraban guiadas por Dios en la que la destrucción del cruel malvado enemigo era considerada como con la extirpación violenta de un cáncer que salva al paciente de una muerte y sufrimiento mayores.

NOTA: Para más explicaciones sobre acciones mortales ordenadas por Dios como el exterminio de Canaán ver artículo: Guerra y violencia en el Antiguo Testamento.

En La Biblia también aparecen personas que atribuyen a Dios ideas que no vienen realmente de él como vimos con los amigos de Job.  Cristopher J.H. Wright, en su libro con prólogo de John Stott, recuerda que hay “casos en el Antiguo Testamento en que la gente pensó que Dios quería algo y más tarde encontraron que estaban equivocados […] Hay ejemplos en los que Dios rechaza la violencia excesiva, aun cuando el que la cometía pensaba que estaba actuando por mandato de Dios. Jehú, por ejemplo, fue ungido por Elías con la comisión de destruir la casa del apóstata Acab y Jezabel (2 Reyes 9:6-10). Convirtió el asunto en un baño de sangre y exterminó a todos los sacerdotes de Baal. Más tarde, Oseas condenó aquellas acciones (Oseas 1:4)[1]”.

Como afirma Dionisio Byler, La Biblia en ocasiones “sencillamente nos informa de que hubo personas capaces de pensar que Dios inspiraba tal o cual acción, pero obligándonos a decidir hoy que se equivocaron y proponernos solemnemente que nosotros nunca jamás caeremos en tamaño engaño. Todo lo que pone la Biblia, entonces, es cierto. Tan cierto como que estas barbaridades —y también estos logros y esta belleza de espíritu— son parte del registro histórico de la humanidad y ocurren cada día en nuestra propia generación[2]”.

Brian McLaren experimentó cómo un enfoque contextualizado de La Biblia le había “liberado de la necesidad de defender la violencia que se encuentra en la Biblia, a menudo atribuida a Dios. También me ha liberado del extremo opuesto: la necesidad de desechar la Biblia, debido a esta violencia. Me ha permitido rastrear cómo la violencia y la idea de Dios se desenredan gradualmente en el transcurso de la narración bíblica”[3].

Discernimiento y mirada a través de Jesús

Nos equivocamos si decimos que La Biblia es misógina por causa de textos de frustración personal como: “He encontrado un hombre bueno entre mil, pero no he encontrado una sola mujer buena” (Eclesiastés 7, 28) ¿Y en qué sentido es este versículo “Palabra de Dios”? Pues en un sentido similar al mencionado desahogo sin censura del salmista y los niños estrellados. Ambos muestran un corazón herido por malas experiencias. Pero aquellas bajezas (y grandezas) pudieron ser arrojadas delante de Dios. Y quién sabe si tras aquellos desahogos los autores comenzaron a ser sanados ¿Y qué sería de nosotros si Dios nos rechazase por nuestras injustas conclusiones o contradicciones? Ni uno se libraría.

Muchas bendiciones o maldiciones en La Biblia simplemente describieron el corazón de aquella persona en ese momento. En ocasiones nos hablan más de la visión que ellos tenían de Dios y de sus necesidades que de cómo es Dios mismo ¡Cuantas veces tuvo que corregir Jesús a sus discípulos por esto! Cuántas veces les dijo que las cosas no eran exactamente tal y cómo un día escucharon o leyeron. Y en todo esto La Biblia apunta a Jesús como la clave hermenéutica de todo relato. En su persona encontramos la paz, el camino en el que interpretar la vida, a menudo desde procesos de aprendizaje que combinan el acierto y el error. “Echa sobre el Señor tu carga, y Él te sustentará” (Salmos 55, 22).

En el siguiente y último artículo «Rodeado de incertidumbres, firmes en la roca» abordaremos la riqueza de la incertidumbre en la guía divina desde Las Escrituras para nuestro caminar.

[1] Cristopher J. H. Wright. El Dios que no entiendo, Vida, p. 90, 2010, prólogo de John Stott

[2] Dionisio Byler, Todo lo que te preguntabas sobre La Biblia, Biblioteca Menno, 2014, pp. 112-113

[3] Brian McLaren, La Biblia no es el problema, 03-04-2017 laconversacionencurso.org

Horrores de La Ley divina ¿Qué hacemos con ello?  

Cómo leer lo más difícil de La Biblia. Paso 13

Llegamos a la parte más comentada en cuanto a La Biblia y sus problemas: ¿Qué pasa con la crueldad y mandatos bíblicos más atroces? ¿Pudieron ser ordenados por un Dios bondadoso? Vayamos por partes… Comenzando por algunos conflictos morales que se nos presentan al acercamos a La Ley de Moisés.

Algunos cristianos han tratado de solucionar estos problemas éticos dividiendo La Ley en tres partes clasificadas habitualmente como ceremonial, legal y moral. Según esta explicación, la parte moral de La Ley sería aquella aún vigente para los cristianos. Por otro lado, la supuesta parte ceremonial y legal quedarían abolidas para hoy por estar pensadas para aquella teocracia hebrea anterior a Jesús.

Pero, ¿Es esta una respuesta convincente? ¿Es esta división tripartita acorde a su contexto? En primer lugar, debemos ser justos y decir que para los judíos del Antiguo Testamento La Ley era un todo que no se concebía de esta forma tripartita (moral, ceremonial y civil). El Antiguo Israel no entendía de separaciones entre Iglesia y Estado ni concebía dicha compartimentación tripartita.

¿Existen leyes «civiles, no morales»?: Esclavos y teología dominante

En segundo lugar, señalar algunas leyes hebreas como “las morales”, dejando al resto fuera, resulta inadecuado porque cualquier ley de cualquier época está siempre sostenida por un argumento moral. La regulación de la esclavitud (Lv. 25), por ejemplo, sería un tipo de ley legal o social, pero también era moralmente aceptable no solo en la antigüedad sino también para muchos cristianos occidentales hasta el siglo XIX. La Ley de Moisés exponía algunas directrices que dignificaban al esclavo, pero también decía que puede ser apaleado hasta morir si sobrevive “uno o dos días, porque es propiedad de su dueño” (Ex. 21, 20-21). Esta concesión que hoy nos espanta se fundamentaba en que los esclavos pertenecían a sus dueños como también sus hijas o mujeres. No nos auto engañemos realizando juicios desde nuestra cultura actual: Aquello era moralmente aceptable en su momento. De otro modo, no se hubiera permitido algo así.

En otras palabras: Si hoy desechamos la esclavitud es porque entendemos que no es algo digno a la luz de Jesús, no porque hayamos conseguido averiguar que la regulación de los esclavos no pertenece a una supuesta parte moral de La Ley de Moisés.

La clave, por tanto, no es negar la moral de su tiempo sino asumir que Dios aún tenía que “soportar” aquella moral aún pendiente de un mayor progreso en la que la esclavitud en Israel ya era menos cruel que en sus naciones vecinas.

Pero no estamos llamados a justificar ni a blanquear aquella esclavitud. Debemos admitirla con naturalidad sabiendo que aún estaba pendiente de un avance moral con claroscuros que culminará en Jesús.

Que hoy, por ejemplo, no consideremos la esclavitud éticamente correcta es gracias en parte a los abolicionistas cristianos que se enfrentaron a una mayoría religiosa que entendía de forma literal y atemporal estos textos “esclavistas” de La Ley de Moisés. Richard Furman, presidente bautista en los EE.UU. dijo entre aplausos en 1838 que “el derecho de tener esclavos está claramente establecido por las Sagradas Escrituras, tanto por precepto como por ejemplo[1]”. Pero… ¿Alguien se imagina escuchar esto hoy? Pero La Biblia no ha cambiado. Somos nosotros como intérpretes los que cambiamos. Y hoy interpretamos mejor La Biblia en este aspecto que la mayoría de teólogos de siglos anteriores. Así que cada generación necesita auto examinarse y seguir preguntándose: ¿En qué podemos estar equivocándonos hoy? ¿Qué mandatos que se exponen en La Biblia y que antes tenían cierto sentido asumir hoy pueden ser contraproducentes a la luz de Jesús?

Contextualizando. Las mujeres en La Ley

Un ejemplo de la necesidad de contextualización son los versículos en los que Pablo pide que las mujeres callen durante determinadas situaciones (1 Co. 14, 34). O aquellos en los que directamente se las ordena que no enseñen (1 Ti. 2, 12). ¿Qué hacemos con esto los cristianos? En primer lugar, debemos saber que la mujer era por entonces una propiedad legal del Pater familia. Ellas no tenían los mismos derechos que los hombres y socialmente no se espera que ejercieran determinados roles. Esto era lo esperable tanto entre los judíos como en el resto de la sociedad romana de su tiempo.

Bien, pero fijémonos ahora en que los argumentos del apóstol para ordenar este silencio a las mujeres de Corinto son por causa del “mal testimonio, indecoroso, contrario a la ley (del Imperio) o una falta de respeto…” (1ª Corintios 14 y otros).  Ok ¿Pero qué ocurre si en nuestra cultura aplicamos estos mismos principios? Pues que hoy debemos pedir ¡Justamente lo contrario! ¡Debemos procurar que la mujer pueda expresarse igual que un hombre! … pues aquello que hoy resulta de mal testimonio, contrario a la ley, indecente… etc. es que una mujer guarde silencio por ser mujer ¿Se capta en qué consiste la contextualización de principios?

Ahondando en esta pertinencia de contextualización, sigamos tomando como ejemplo la consideración de la mujer en La Ley:

Moisés les dice a los varones israelitas que como botín de guerra deben quedarse con las “adolescentes vírgenes y matar a los niños y a las mujeres que hayan tenido relaciones sexuales” (Nu. 31, 15-41). Luego hay otros mandatos que hoy nos resultan muy poco igualitarios como la orden de apedreamiento para la esposa infiel mientras que (cometiendo el mismo hecho) solo se impone una multa y el casamiento para el varón que se acuesta con mujer no casada (Dt. 22:28-29; Ex. 22, 15-16) Todo esto nos choca “un poco” ¿Cierto?

O qué decir de la pena de muerte basada en la “la prueba del pañuelo” para determinar la pureza virginal (Dt. 22:13-20). Hoy sabemos que esta prueba no es fiable y que, aunque sí lo fuera… ¿Qué pasa si ella salió “culpable” (=himen roto) porque quizás fue violada por su padre en secreto? ¿Sería realmente voluntad de Dios matar a toda mujer que haya sufrido algún tipo de penetración previa al matrimonio mediante la prueba del pañuelo? ¿Y qué de la ausencia de “indagaciones” para conocer la virginidad del varón en estos casos? ¿Y qué acerca de darle a nuestra esposa un tóxico brebaje abortivo cuando nos surjan sospechas de infidelidad (Números 5)? ¿Era de Dios exponer a tan peligroso proceso a una mujer tan solo por celos?

Son preguntas difíciles que trataremos de responder. Pero antes, aguantemos un poco más y rasquemos aún más en lo más crudo de La Ley… Muchos en España recuerdan el terrible caso de “La Manada”[2]. Ocurrió durante la fiesta de los Sanfermines y en televisión se habló de ello durante meses. Se trataba de un suceso en el que una joven se sintió tan intimidada por sus acosadores que fue incapaz de gritar, ni siquiera de decir nada, cuando fue sexualmente abusada en plena ciudad. Los cristianos clamaban contra aquel abuso sufrido por esta mujer… obviamente… pero una aplicación literal de Deuteronomio 22, 22 hubiera llevado hoy a que “la joven sea apedreada hasta morir, porque no dio voces en la ciudad”. Espeluznante ¿Cierto? Se trata de un claro ejemplo que nos ayuda a entender que hay mandatos en La Biblia que deben ser rechazados desde nuestra luz cristiana. No debemos sufrir tratando de justificar o blanquear determinados mandatos aberrantes.

¿Qué hacemos entonces? La inspiración en lo bueno de La Ley

Un error común es haber entendido que inspiración en Las Escrituras siempre equivale a que las conclusiones de los autores bíblicos exponen mandatos validados por Dios para todo tiempo y lugar. No. Aquellas palabras “aberrantes” son útiles para siempre en el sentido en el que nosotros podemos aún extraer lecciones de experiencias y acontecimientos que Dios quiso que quedaran registradas, algo de lo que ya hemos hablando en artículos anteriores.

Se trata de discernimiento. En ocasiones la enseñanza puede estar en el espíritu de sacrificio, en la sed de justicia o en la intención de la reparación del daño. Pero no todo lo que leemos fue escrito para darle cabida en nuestra sociedad actual. De hecho, esto es algo que nadie hace ¡Gracias a Dios!

Dicho todo esto, si pretendemos realizar un juicio justo de La Biblia, debemos descubrir que no todo resulta tan lejano y repudiable. Ni mucho menos. El concepto de inspiración divina nos llama a fijarnos en aquello que fue positivamente trasgresor y liberador para aquel pueblo, más aún en tiempos tan primitivos en los que Cristo aún no había aparecido. Ese es el camino hermenéutico a seguir para nuestra inspiración. Hay textos negativamente chocantes, sí. Pero también en La Biblia -incluyendo La Ley de Moisés- se exponen una mayoría de relatos y principios maravillosos. Y ese es el punto clave para los creyentes, no teniendo en cuenta algunas de las ideas dominantes de la antigüedad que aún mantenían los hebreos sino fijándonos en esa chispa que transforma el relato en algo diferente, en un paso hacia adelante que ilumina un nuevo camino aún por transitar entre neblinas. Fijémonos, por ejemplo, en leyes como la que dice que había que dejar un rincón del terreno agrícola para que los pobres pudieran recoger algo que comer (Lv. 23, 22). Eran avances humanitarios que están en La Biblia. De hecho, los textos más progresistas de La Ley son más abundantes que aquellos que hoy consideramos chocantes.

Como Rob Bell dice[3], en Las Escrituras las nuevas ideas se sientan al lado de las viejas. El machismo o la violencia están junto a una nueva comprensión de la paz y la justicia. La Biblia avanza hacia una dimensión más cercana y real de Dios hasta llegar a Jesús. Pero avanza porque va dejando viejas cosas atrás. En el asunto de la mujer Jesús lo cambia todo con una actitud extraordinariamente trasgresora desde un trato igualitario inédito y sorprendente para su tiempo (Ver documento: Jesús y la mujer).

Contexto y luz que ayuda a avanzar

Una inmensa parte de las leyes del Antiguo Testamento eran más avanzadas y humanizadoras que las de sus vecinos. Un historiador crítico no cristiano como Antonio Piñero afirma que “en su momento estos textos supusieron un avance notable en una sociedad dominada por costumbres más bárbaras aún[4]”. Alberto de Mingo reafirma esta realidad: “No nos engañemos: la legislación del Pentateuco es brutal, inadmisible para nuestra sensibilidad moderna. […] Pero comparado con la legislación de su entorno cultural, también podemos descubrir una innegable tendencia humanista: el ser humano no es equiparable a los animales o las cosas[5]”. Se podría decir mucho más de lo bueno de La Ley. Existen numerosos libros al respecto. Y en todo esto vemos el soplo divino.  Como el profesor Dionisio Byler dice: “El Señor de Israel instruía, en fin, una sociedad de igualdad, solidaridad y especial atención a los más desafortunados: los inmigrantes, los huérfanos y las viudas, los esclavizados y oprimidos por deudas imposibles de pagar.[6]

También debemos considerar que algunas leyes constituían un mal menor para circunstancias abusivas o que hoy desconocemos. Así que es importante diferenciar los principios potencialmente buenos como -por ejemplo- la protección de la familia, la fidelidad o la contención de la violencia… con cómo los hebreos trataron de concretar estos valores desde su prisma cultural.

A menudo el asunto no trata tanto del cómo sino el por qué se hacen determinadas cosas en La Biblia. Incluso desde aquellas mejorables formas, los autores bíblicos pretenden transmitir que la integridad, la pureza o la protección del más débil… venían en última instancia de Dios. En palabras de Michael Bird, “se trata de determinar si los mandamientos son transferibles a nosotros de forma directa, son transferibles por analogía, requieren reinterpretación cultural o solo se limitan al contexto original[7]”.

La Ley también nos muestra aspectos que eran vistos como buenos por las naciones de la antigüedad y que incluyen a Israel entre ellas. En estos casos Israel pretende perseguir lo bueno y darle importancia porque entienden que viene de Dios. Otras de aquellas leyes tenían un sentido de protección ante peligros y circunstancias que hoy ya no suponen una amenaza para nosotros. Tampoco conocemos los detalles de aplicación en algunos casos o el grado de exageración de algunas leyes escritas respecto a su aplicación cotidiana y real. Pero todo está ahí para que conozcamos la historia.

El llamado “ojo por ojo” es un ejemplo que hoy suele mencionarse como venganza violenta y primitiva. Pero en La Biblia procuraba precisamente lo contrario. No hay constancia de que hubiera tullidos o ciegos en el antiguo Israel por su aplicación. El ojo por ojo (ver artículo) propone la proporcionalidad del castigo y del derecho entre ricos y pobres ya que todos tienen la misma cantidad de ojos y dientes ¡Ojalá este principio fuera una realidad en nuestras sociedades actuales! Así que sí: Hay mucho de bueno en La Ley de Moisés.

En La Ley también hallamos preceptos sorprendentemente positivos como el respeto solemne a los ancianos (Levítico 19, 32) o la acogida del inmigrante ¡No todas las culturas de aquel tiempo eran así! Levítico 24, 22 dice: “Una misma ley tendréis para el nativo y el inmigrante”. Son principios de igualdad y dignidad que ni siquiera se cumplen en nuestras sociedades democráticas actuales supuestamente más avanzadas ¿Y por qué los críticos de La Biblia no destacan estos puntos positivos tan trasgresores en su tiempo? Deberían hacerlo si desean analizar La Biblia con justicia.

Levítico también proporcionó la más valiosa y atemporal clave hermenéutica: “Amarás al prójimo como a ti mismo” (19, 18) encendiendo la revolución en la que el evangelio hunde sus raíces. Son muchos los ejemplos de asombro positivo que proporciona el Antiguo Testamento ¿No es cierto?

Aunque en Las Escrituras se diga que La Ley fue dada por Dios, es la misma Biblia quien nos enseña que esta idea no debe entenderse como un todo absoluto sino como un telón de fondo. Jesús enseñó La Ley como algo más provisional y adaptado desde una cultura permeada por un espacio tiempo determinado, como algo de Dios pero que surge desde un conjunto humano en proceso de aprendizaje. Pero si La Ley fuera el ideal supremo y atemporal de Dios para todos los seres humanos, los cristianos aún seguiríamos aplicando todo lo que dice La Ley al pie de la letra. Pero -como decimos- el Nuevo Testamento dirá que La Ley tenía fecha de caducidad. Nos mostrará que en ella había pasos hacia adelante, pero que -por ejemplo- no integró plenamente la visión igualitaria entre mujeres y hombres que sí aparece en Génesis en donde Adán y Eva son creados a imagen de Dios[8].

En algunos aspectos nos tocará aprender de La Ley … a hacerlo de otro modo, mejor. Rob Bell comenta cómo este caminar de Israel bajo La Ley es lo que Pablo quiso reflejar cuando dijo que dicha ley había sido un tutor (Ga. 3, 23-24). Un ayo o tutor era quien te guiaba al siguiente lugar. Es algo necesario durante un tiempo, pero luego creces, maduras y dejas de necesitarlo.

Jesús y La Ley

La relación de Jesús con La Ley es más sagaz de lo que muchos piensan. Hoy hay quien dice que él no la respeta. Y otros que él refrenda la vigencia de La Ley y que incluso radicaliza su aplicación. Pero el acercamiento de Jesús a La Ley es más profundo que todo esto. Cuando él dijo: “Habéis oído que se dijo…, pero yo os digo…”  quería mostrar que él conocía bien Las Escrituras. Al mismo tiempo él señalaba cómo algunas de las interpretaciones más populares y literalistas de su tiempo eran incorrectas. Jesús es muy pedagógico ante un auditorio religiosamente cerrado y tradicionalista. Él no se desmarca de La Ley sino que la valida con la intención de traer algo mucho mejor. Jesús mira al presente y al pasado para presentar un nuevo futuro.

Cuando leemos que su palabra “no puede ser quebrantada” o que “no pasará ni una iota de la Ley” hasta que todo se cumpla, está ratificando que todas aquellas leyes circunstanciales apuntaban a Él. Esto no significa, por tanto, que debamos aplicar cada tilde o jota de las terribles instrucciones que hemos comentado de Números 5 o de Deuteronomio 22. No. Jesús quiere decir que Él (y no La ley) es la revelación más completa de Dios: “No penséis que yo he venido a anular la ley de Moisés o las enseñanzas de los profetas. No he venido a anularlas, sino a darles su verdadero significado” (Mateo 5, 17) ¡Eso es! Jesús se presenta como la respuesta a nuestras preguntas acerca de cómo debemos leer La Biblia.

Nos da luz para aplicar o desechar aquello que leemos y que no resulta en sintonía con quien realmente es La Palabra de Dios (Juan 1, 1). Y todo lo demás en La Biblia no necesita de nuestra justificación moral para hoy sino discernimiento para nuestro aprendizaje y aplicación. Las Escrituras son ahora filtradas desde Jesús, y no Jesús desde Las Escrituras como suelen hacer los más literalistas.

Conectando de nuevo con cómo son vistas las mujeres en La Biblia, los religiosos llevaron a Jesús una mujer sorprendida en adulterio (Juan 8, 1-11). Fueron con La Ley en la mano, pues según Levítico 20, 10 aquella mujer debía ser lapidada (igual con el hombre al que por alguna razón no retuvieron). Pero Jesús la perdona y la deja marchar libre. Interpretó La Ley de un modo muy diferente. Jesús aplicó una hermenéutica restaurativa rompiendo los esquemas de la aplicación punitiva desde una lectura literal del mandato ¡Esta es la cuestión!

Nuestro debate, por tanto, no es si Jesús endurece o suaviza una Ley dada a una teocracia. Jesús trae algo mucho más sublime que cambiará el mundo para siempre. Cuando él dice que “toda La Ley se resume en amar a Dios y al prójimo” (Mateo 22, 40) coloca su persona como fin y cumplimiento de aquella ley.

No nos consta que Jesús apedrease adúlteros o que se lavase las manos antes de comer como establecían aquellos escritos leídos literalmente. Él hace otras cosas diferentes e incluso contrarias a lo establecido en La Ley. Tampoco nos imaginamos a Jesús dando palizas a los esclavos como leímos que permitía La Ley. Ni aplicando tantos otros puntos que hoy nos resultan repudiables. Jesús sacude el poder religioso de todos los tiempos para mostrarnos que aplicar aquella ley al pie de la letra no fue siempre una buena idea. Él nos enseña a discernir cuándo debemos oponernos una aplicación literalista de Las Escrituras para redimensionarla a favor de la compasión restaurativa. Él nos muestra cómo leer lo más crudo de La Biblia. Nos muestra cómo ser libres bajo La Ley de Cristo.

En el próximo artículo seguiremos acercándonos a otros textos problemáticos que siembran el escepticismo debido a su crudeza. Seguiremos aprendiendo cómo entenderlos y qué aplicaciones podemos extraer hoy de ellos ¡No te pierdas la segunda parte de este tema!

[1] Rev. Dr. Richard Furman’s Exposition of The Views of the Baptists, Relative to the Coloured Population in theUnited States in a Communication to the Governor of South-Carolina. Charleston: Printed by A.E. Miller, Nº 4 Broad-st., 1838.

[2] ElPais.com, 22 junio 2019 El Supremo eleva la condena a La Manada a 15 años: fue una violación múltiple, no un abuso sexual

[3] Rob Bell, What is the Bible? 2017

[4] https://www.tendencias21.net/crist/Leyes-de-la-Biblia-obsoletas-Compartir-188-de-4-de-abril-de-2016-Preguntas-y-respuestas_a2012.html

[5] Alberto de Mingo Kaminouchi, La Biblia de principio a fin: una guía de lectura para hoy, Ediciones Sígueme, 2019, p. 109

[6] Dionisio Byler. El «antiguo testamento» del Antiguo Testamento. Facultad de Teología SEUT, p. 18

[7] Michael F. Bird, Siete cosas que desearía que todo cristiano supiera sobre la Biblia, Clie, 2023, p.99

[8] El relato de la creación de Génesis 1-3 fue escrito muy probablemente después de la mayor parte del resto del Pentateuco, incluyendo La Ley,

¿Qué hago cuando La Biblia es AMBIGUA?

Cómo leer lo más difícil de La Biblia. Paso 12

En el anterior artículo hablamos de cómo comprender los relatos bíblicos que se contradicen entre sí. En este nos asomamos a otra característica que puede resultar problemática cuando leemos La Biblia: La ambigüedad.

Según el diccionario, la ambigüedad se define como el comportamiento, hecho, palabra o expresión que puede entenderse o interpretarse de diversas maneras (RAE). Como Peter Enns apunta[1], debemos tratar de comprender los verdaderos propósitos de cada escrito bíblico y alinear nuestras expectativas con cada uno de ellos, no al contrario. La Biblia es muy antigua, en ocasiones ambigua, y recoge puntos de vista que no siempre coinciden al 100% entre sí ¿Y por qué está ahí la ambigüedad? ¿Por qué ciertos asuntos no son más claros y concretos?

La ambigüedad -aunque sorprenda a algunos creyentes- posee una intención didáctica muy constructiva. Determinada ambigüedad permite que muchas enseñanzas puedan adaptarse a nuestros contextos de forma más pertinente que desde un copia/pega de versículos que escogemos a la carta para satisfacer nuestros deseos de forma que no siempre nos convienen. Pero gracias a determinada ambigüedad podemos discernir con sabiduría qué intenciones constructivas y atemporales pudieran albergarse incluso en los relatos más chocantes y extraños de La Biblia.

Para afirmar que La Biblia es verdadera debemos hacernos una pregunta previa: ¿Qué es La Verdad en La Biblia? ¿Es un mero conocimiento intelectual contrastado? Lo cierto es que esta idea “moderna” de verdad sí aparece en La Biblia, sí. Pero, al mismo tiempo, la verdad bíblica es un concepto mucho más amplio.

La verdad entendida como aquello empíricamente verificable es solo un tipo de verdad, muy nuestra, muy dominante tras la modernidad y en estos tiempos posteriores. Este concepto reduccionista de la verdad es también característico de la apologética cristiana actual derivando, paradójicamente, en el descrédito de la Biblia misma. Pero La Biblia va mucho más allá de este concepto que hoy nos parece casi el único válido para definir en qué consiste la verdad. Entre otras cosas, los autores bíblicos van más allá de esta noción porque tenían plena conciencia de que las personas necesitamos más que datos empíricos para encontrar nuestra identidad y el propósito de la vida.

La ambigüedad de los 10 mandamientos

Fijémonos, por ejemplo, en unas instrucciones tan importantes para Israel como los diez mandamientos. Cada uno de ellos resulta más ambiguo de lo que parecen si los tomamos realmente en serio: “Honra a tu padre y a tu madre” … Muy bien, pero ¿Qué significa exactamente honrarlos? ¿Implica obedecerlos tengan ellos o nosotros cualquier edad? ¿Ingresar a mi madre en una residencia es honrarla? ¿Y qué de los distintos conceptos de honra que existen en Asia o África y que difieren de los nuestros? La ambigüedad bíblica está ahí.

Sin salir de los diez mandamientos, en otro ejemplo leemos “No codiciarás” …  Bien, pero ¿Cómo se mide la codicia? ¿Cuál es la diferencia exacta entre codicia y un deseo legítimo? Los mandamientos pueden ser ambiguos ¿Cierto? Y tienen su porqué.

La complejidad del mundo real hace que las respuestas simplistas y enlatadas que proyectamos en La Biblia pueden hacer mucho daño a personas concretas por la falta de pertinencia del versículo que aconsejamos aplicar. No olvidemos que la manera con la que respondemos ante estas ambigüedades bíblicas está filtrada desde nuestras experiencias, tradición, anhelos, temores, conocimientos, etc.

Cada realidad personal y/o comunitaria es un organismo vivo diferente entre sí. Y por eso la ambigüedad bíblica se hace a menudo necesaria. Las Escrituras no son siempre una receta para que todos la apliquen todo momento y lugar. Cada persona y situación poseen una peculiaridad única e irrepetible que demanda diferentes respuestas bajo la guía de Dios.

Otro ejemplo: El divorcio en La Biblia

Fijémonos, por ejemplo, en qué dice La Biblia acerca del divorcio. Si uno lee Deuteronomio 24 observa que Dios permite al hombre divorciarse de su mujer “si hay en ella algo censurable que no le agrade” (1-2). Pero si leemos a Jesús respondiendo a los fariseos, les dice que un hombre no puede divorciarse y casarse con otra mujer excepto en caso de inmoralidad sexual (gr. porneia. Mateo 19, 8-9). Y si vamos a Pablo, dirá que si el marido no cristiano quiere divorciarse, entonces sí se permite el divorcio. Llegados a este punto algún cristiano podría incluso decir: “Pero ¡¿Quién se cree Pablo para añadir otra cláusula de divorcio a la única que Jesús estableció?!”.

Es posible, por tanto, que un cristiano que lee La Biblia literalmente acabe confundido ante tres enfoques del divorcio que difieren claramente entre sí. Pero esta perplejidad tendría sentido si La Biblia fuese un recetario fijo. Pero no lo es.

Cada contexto y situación en la que se habla del divorcio es diferente. Cada alusión posee su propia pertinencia e interlocutores. Por desgracia, muchos pastores que han reducido las causas de divorcio a las únicas observadas en Las Escrituras han concluido no aprobar el divorcio a mujeres maltratadas, algunas incluso llegando hasta la muerte en casos reales. Tan solo porque no encontraron en La Biblia una cláusula que permitiera el divorcio por causa concreta de maltrato y violencia.

Sin duda, quien opta por estas soluciones simplistas, dañinas y enlatadas para todos se adentra en un abismo infernal en el que el resultado es todo lo contrario a lo que propone el evangelio. ¿Ofrece Dios entonces su visto bueno al divorcio?  Pues “depende” (Prov. 26, 4-5).

En el caso concreto de Jesús y el divorcio, él respondía a unos fariseos que abandonan a sus esposas en unas circunstancias muy concretas ¡Como todos los contextos! Por la literatura judía extra bíblica sabemos que no era extraño que repudiasen a sus mujeres cuando envejecían para casarse con chicas más jóvenes. Llegó un punto, incluso, en el que cualquier excusa valía para abandonarlas. Bastaba con que el guiso saliera mal para apelar a la ley (Dt. 24, 1) y repudiar a la esposa dejándola en la mendicidad.

Al rabí Akiva (nacido en el siglo I) es para muchos el rabino más influyente de la historia. A él se le atribuye la afirmación de que él repudiaría a su mujer si encontrara a otra más guapa[2]. Y si así pensaban los religiosos “más piadosos” e influyentes… ¡Imaginemos qué no haría un rabino menos amoroso por entonces! ¿Y quién iba a casarse con una débil mujer repudiada que ha perdido su vigor juvenil? Nadie. Era su fin. Y el repudio era incluso más injusto que el divorcio por el estigma que conllevaba en el gueto judío de entonces.

Explicar toda esta terrible coyuntura alargaría demasiado esta contextualización de las palabras de Jesús. Lo que sí está claro es que la injusticia de los fariseos era mayúscula. No había un sistema de Seguridad Social, ni asilos públicos dignos, ni nada similar. Todo dependía del sustento del Pater familia dejando una situación era extremadamente perversa para gran parte de las mujeres repudiadas. Este es el marco en el que Jesús denuncia tan brutal injusticia egoísta por parte de los “representantes de La Torá”. Les recuerda que cuando ellos se unieron a sus esposar llegaron a ser una sola carne en un pacto de compromiso que les obligaba a no repudiar a sus mujeres cuando les venga en gana. Y por esos

En el caso de Pablo a los corintios, es muy probable que en aquella iglesia se estuviesen dando situaciones diferentes que llevaron al apóstol a dar paz y libertad para el divorcio cuando algunos maridos pretendieron abandonarlas sin que existiera necesariamente inmoralidad sexual tal y como Jesús sí exigió a los fariseos. No olvidemos tampoco (como ya vimos en el artículo sobre la poligamia) que el matrimonio en tiempos bíblicos era algo muy, muy diferente al nuestro y que no había igualdad de derechos entre cónyuges.

En cualquier caso, la ambigüedad o falta de soluciones 100% claras “para todos igual, ayer y hoy” nos lleva a orar y buscar la guía de Dios para una contextualización pertinente en cada caso. Lo que está claro es que determinada falta de concreción no está en La Biblia para arruinar las vidas sino para salvarlas y restaurarlas.

Las Escrituras sí nos dará principios dados por Dios para perdonar, para convivir, para amar y muchas otras indicaciones para sostener un matrimonio fuerte para toda la vida como Dios desea.

Sabiduría vs. “Copia y pega” automático

La inspiración divina no es un recetario sino un soplo dinámico y liberador que trasciende las ansias de control y sistematización de la teología. Si cada copo de nieve es diferente entre sí ¡Qué podemos decir de las personas y de la obra del Espíritu en ellas!

Las palabras que Jesús dirige a diferentes personas en los evangelios varían entre sí. No suelen ser fórmulas para todo y para todos. Depende de a quien le hable…  A uno le pedirá vender todo y dárselo a los pobres para obtener la vida eterna (Mateo 10, 21) … mientras que a otro le dirá “tu fe te ha salvado” (Mt. 9, 22) sin que tenga que vender nada. A una mujer le dirá: “ni yo te condeno”. (Juan 8, 11) mientras que a unos legalistas religiosos les señala como “generación de víboras” (Mt. 12, 34). A uno le sanará poniéndole barro con saliva y mandándole a un estanque (Juan 9, 6-12). Otra será sanada tocando su manto y resucitará a la hija de Jairo solo con palabras (Lucas 8). No hay fórmulas ni repetición de pautas concretas. Pero en todos los casos hay restauración.

Adoptar una mentalidad genuinamente bíblica de pertinencia nos dispondrá a nuevas posibilidades: ¿Cómo se conecta lo que estoy leyendo con mis circunstancias?  ¿Qué verdades de Dios debería yo aplicar al leer esta historia? ¿Qué elementos de la narración tenían que ver con asunciones de aquellas culturas y cuáles me hablan a mí? ¿Qué resultado obtengo al filtrar lo que leo desde Jesús?Acercarnos a La Biblia con esfuerzo y sabiduría suena decepcionante para quienes fueron educados en una Biblia de mensaje siempre claro y evidente. Esta es una idea más confortable, sin duda. Y es cierto que una aplicación sencilla y literal de lo leído será una buena opción en muchas ocasiones. Pero La Biblia se contextualiza, avanza y se adapta a lo largo de sus historias. Buscar sabiduría para su aplicación siempre fue el plan A y entender otra cosa es solo una proyección irreal de nuestros anhelos de certeza simplista para todas nuestras preguntas.

Que hoy existan más de 20.000 denominaciones cristianas debería hacernos sospechar que quizás no todo está tan claro en La Biblia. Algunas cosas sí lo están, pero otras no. Y es posible que un propósito en todo esto sea que podamos aprender a convivir con más fe y menos certezas de las que nos gustarían. Y esto puede ser maravilloso para nuestras comunidades de amor centradas en Jesús.

Algo que sí vemos claro en Las Escrituras es la búsqueda de sabiduría (Proverbios 8: 22–31). La búsqueda del discernimiento para abordar cada conflicto va desde el Edén hasta el fin de los tiempos. De hecho, Las Escrituras presentan a Cristo como la sabiduría misma encarnada de Dios (1ª Co. 1, 24), pues Él es la pauta para abordar todo conflicto. Él el filtro con el que discernimos y buscamos la paz.

Una fe viva y real debe acostumbrarse a que la presencia de Dios no dependa de disponer de un versículo-solución para cada problema. No siempre será posible. La fe es un peregrinaje valiente que toma en cuenta el misterio y que adora gracias también a ese misterio. La fe es la confianza en aquello que no se ve y en lo que aún se espera (Hebreos 11, 1). Y todo eso es Jesús. En Él tenemos todo lo necesario para caminar en el día a día.

En el siguiente artículo «Barbaridades de La Biblia en el nombre de Dios» nos acercaremos a La Ley del Antiguo Testamento y a textos atroces, algunos a menudo tapados en el ámbito cristiano. Trataremos de comprender por qué y para qué están ahí.

[1] Algunas reflexiones de este artículo en concreto se inspiran en el libro How the Biblie Actually Works (Cómo funciona realmente La Biblia) de Peter Enns

[2] J. Gnilka, Jesús de Nazaret. Mensaje e historia, ver­sión es español de C. Ruiz-Garrido, 2.ª ed., Herder, Barcelona, 1995, p. 272

¿Hay inspiración en los RELATOS ENFRENTADOS?

Cómo leer lo más difícil de La Biblia. Paso 11

Otro asunto desconcertante para algunos cristianos son los supuestos relatos contradictorios o enfrentados entre sí dentro de La Biblia. Aquí de nuevo afirmamos que realmente el problema no está tanto en La Biblia sino en cómo se nos dijo que debíamos leerla.

Guerra vs pacifismo

Un ejemplo clásico de discrepancia bíblica es el uso de la fuerza militar, un asunto siempre difícil en cualquier lugar y época. Por un lado, tenemos a Miqueas e Isaías promulgando una visión casi idéntica y antibelicista acerca de un Dios que juzgará a quienes hacen la guerra:

Reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra” (Isaías 2, 4; Miqueas 4, 3 recoge un texto casi idéntico).

Por otro lado, Joel propone el panorama opuesto, usando incluso los mismos elementos ilustrativos de Miqueas e Isaías… ¡Pero dándoles la vuelta con intencionalidad!: “Proclamad guerra… Forjad espadas de vuestros azadones, lanzas de vuestras hoces; diga el cobarde: ¡Soy valiente!” (Joel 3, 9-10)

¿¡Qué ocurre aquí!? ¿A quién deberíamos hacer caso?

En primer lugar, ninguno de estos autores está pensando en nosotros ni en conflictos de nuestra época. En segundo lugar, nuestra tarea consiste siempre en discernir las intenciones originales del autor.

Abordando este asunto de guerra vs. pacifismo en La Biblia, hubo épocas en las que algunos profetas veían inevitable ir a la batalla para sobrevivir como nación. Pero también existieron otros momentos en los que los profetas llamaron a la paz como algo posible e ideal supremo. Se trata, por tanto, de contextualizar cada momento crítico.

Hoy en Occidente somos mayoritariamente pacifistas. Bien. Pero esta mentalidad cambia abruptamente si nuestras casas son invadidas por un ejército extranjero arrasando todo ¿Cierto? Algo similar sucedió en 2023 con el porcentaje de ciudadanos en Finlandia y Suecia favorables a entrar en la OTAN tras el conflicto entre Rusia y Ucrania ¡La amenaza multiplicó el número de ciudadanos adeptos a la OTAN! Así que las discrepancias entre Miqueas y Joel no deberían ser calificadas como “contradicciones bíblicas” sino como una exposición realista y pertinente de cómo reaccionamos en contextos cambiantes.

Las Escrituras no pretenden ofrecer la misma respuesta a problemas que, en diferentes condiciones, demandan diferentes soluciones. La Biblia no es tan simplista y fútil como muchos literalistas pretenden.

Dicho todo esto, hay ocasiones en las que el autor bíblico simplemente expresa sus sentimientos. No siempre lo que dice un escritor bíblico es un mandato atemporal a seguir para los cristianos actuales. Depende. Y ahí está lo fascinante respecto a la guía del Espíritu.

Discernimiento ¡Eso es!

En otro ejemplo, Proverbios 26, 4 dice:Nunca respondas al necio de acuerdo con su necedad” … mientras que el versículo siguiente dice justo lo contrario: “Responde al necio según su necedad” ¿Se contradice el autor? No, pues cada consejo dependerá de cada circunstancia tal y como vemos en el cuadro completo: “Nunca respondas al necio de acuerdo con su necedad, Para que no seas tú también como él. Responde al necio como merece su necedad, Para que no se estime sabio en su propia opinión” (Prov. 26, 4-5).

La aplicación contextualizada no tiene que ver con interpretar un versículo “a la carta”. No es tan subjetivo como a veces se comenta, sino que se trata de discernimiento.  El resultado de aplicar hoy literalmente versículos sin pertinencia ha derivado en la destrucción espiritual de muchas personas. Así que ¡Cuidado!

Por el contrario, una sabia aplicación de Las Escrituras puede restaurar y liberar las vidas para siempre.

2ª Samuel vs 1ª Crónicas

Otro ejemplo de textos enfrentados los encontramos en 2ª Samuel 24,1 donde dice que “Dios incitó” a David para realizar un censo mientras que 1ª Crónicas 21, 1 afirma que fue “Satanás” quien incitó a David a realizar dicho censo. Y entonces… ¿Quién incito a David? ¿Satanás o Dios?

En primer lugar, debemos saber que el libro de Samuel tiende al apoyo de la realeza mientras que Crónicas es más crítico con la monarquía, especialmente con David. Nos encontramos, por tanto, ante una visión ideológica dentro del judaísmo que trata de equilibrar a otra. Se trata de dos libros en tensión mostrando con naturalidad la pluralidad política de Israel.

Dicho esto, la idea de que Dios es también el origen del mal es algo que ya aparece textos bíblicos más antiguos. Samuel, que es anterior a Crónicas, expone esta postura teológica de Dios como el autor del mal que luego se irá matizando a lo largo de Las Escrituras (revelación progresiva). Esta disyuntiva acerca de quién incitó a David para realizar el censo sitúa ante el lector un prisma abierto, un diálogo entre dos libros que los hebreos dejaron tal cual en sus Biblias también con para que conozcamos mejor su historia y la evolución de sus conflictos. La inspiración también puede soplar para que se registren diferentes tendencias políticas dentro de un pueblo.

El número de censados también es diferente en ambos libros, siendo más dispar todavía el número de carros. (Comparar 1 Crónicas 21, 5 vs. 2ª Samuel 24, 9/ 2 Samuel 10, 18 vs. 1 Crónicas 19, 18). Pero, ¿Qué nos dicen estas diferencias a los creyentes actuales? ¿Qué nos aportan estos datos que no encajan entre sí?

Además de invitarnos a no ser dogmáticos desde el literalismo, entre otras razones, Dionisio Byler comenta cómo “al comparar los libros de Crónicas con los de Samuel y Reyes, las diferencias nos indican cuáles eran las prioridades de quien reescribió aquí la historia de la monarquía israelita […] El autor de Crónicas se desentiende del reino del norte, Israel, con su capital en Samaria. El único reino que le interesa es el del sur, Judá, con su capital en Jerusalén. En segundo lugar […] lo que cautiva la atención del autor de Crónicas es el templo de Jerusalén. […] Un caso ejemplar sería el del rey Salomón, cuyo reinado ocupa la cuarta parte del libro. Recordado con especial cariño […] destaca su profunda piedad religiosa ejemplar, junto con su sabiduría emblemática […] 1 Reyes había añadido que después de construir el templo, Salomón construyó junto a él su palacio siguiendo el mismo estilo monumental, dando también cabida a un buen número de templos y altares paganos, para que las extranjeras en su harén pudieran adorar a sus dioses sin salir de aquel complejo palaciego y templario, la «Ciudad de David». Sobre ese tropiezo posterior de Salomón, 1 Crónicas guarda silencio, dejando intachable el recuerdo de Salomón[1]

En estos relatos enfrentados aprendemos acerca de los fanatismos políticos, de los peligros del poder y descubrimos cuáles eran los énfasis en diferentes épocas. Esto es -salvando las distancias- como si Israel hubiera incluido en su hemeroteca un periódico de derechas y otro de izquierdas para describir las mismas noticias ¿Y no es esto otro punto a favor de la grandeza y honestidad de La Biblia? Algo parecido sucede también cuando encontramos varios relatos para describir el mismo acontecimiento.  Lo que se nos muestra con todo esto es el registro de una pluralidad que se diferencia de los cuentos edulcorados de una sola dirección y que como lectores permite sentirnos identificados con las complejidades de nuestro mundo actual. La inspiración puede ser muy rica y creativa también en esto.

Pensar que por estas diferencias los textos dejan de ser útiles para llevarnos a buenas obras (el propósito de la inspiración según 2ª Ti. 3, 16-17) es un concepto ajeno a la cosmovisión hebrea de la verdad y la voluntad de Dios.

Otro ejemplo:

Nacionalismo vs. Pluralismo, Esdras vs. Rut

Otro caso ilustrativo de “choque” entre relatos son los libros de Esdras y Rut. El primero manifiesta su oposición a que los israelitas se casen con mujeres extranjeras mientras que Rut celebra el matrimonio de un israelita con una extranjera ¿Entonces? ¿Cómo resolver estas diferencias? ¿Qué se dirían los autores de Rut y Esdras si pudieran debatir entre sí? Lo que aquí ocurre es que, de nuevo, La Biblia nos expone situaciones diferentes.

NOTA: Hemos realizado un video que recoge un ficticio diálogo entre Esdras y Rut para entender estas “discrepancias” desde su contexto:

Muchos teólogos afirman que Ruth, al igual que otros textos como Jonás, se escribieron para matizar malentendidos acerca del nacionalismo judío más restrictivo de Esdras o Nehemías. No son contradicciones que bloqueen nuestro aprendizaje, sino una exposición abierta y sin censuras que nos proporcionan un rico diálogo junto a la guía del Espíritu Santo.

Estos enfrentamientos bíblicos son muy valiosos porque nos empujan a la empatía hacia el otro y al discernimiento (tal y como muestra el video que hicimos). Tanto Esdras como Rut tenían sus razones y merecen ser escuchados. Los autores y compiladores bíblicos que plasmaron estas diferencias fueron conscientes de ellas. No eran tontos y las mantuvieron en La Biblia para nuestro provecho. Ocurre lo mismo con los dobles relatos bíblicos en los que se cuenta la misma historia sin que todo armonice entre sí. Pero se ha permitido su registro adrede porque cada relato trae sus propias enseñanzas. Como dice el filósofo Ernesto Castro acerca de la discusión política: “Por muy fanático que sea el debate, por muy aturullada que sea la conversación, siempre se puede extraer una moraleja[2]”. También con La Biblia.

El valor de las “incongruencias” en La Biblia

Los primeros cristianos -como Orígenes- no tenían problemas con estas incongruencias para considerar la inspiración bíblica del relato. Cada evangelio tiene su propia vida. Para la mentalidad hebrea, incluso cambiar un dato histórico para introducir un elemento teológico-literario es también un acto inspirado por Dios. Que esto pueda ser un problema de credibilidad para un creyente actual en La Biblia es solo el producto de la mentalidad moderna occidental como ya hemos explicado a lo largo de esta serie. Pero la verdad de La Biblia no solo sigue intacta, sino que se amplifica desde la teologización del relato por la obra del Espíritu Santo.

Las mal llamadas “contradicciones” entre relatos escritos originalmente de forma aislada también nos hablan de que los textos bíblicos no pueden domesticarse a favor de los intereses particulares de nadie. Pablo o Santiago nos ofrecen enfoques diferentes acerca de la fe y las obras. Pero ambos tienen cosas de Dios que decirnos. Sin duda, una de las grandezas de La Biblia es que la multitud de relatos independientes que la componen se nos presentan como un maravilloso espacio de diálogo y libertad auspiciado por Dios mismo.

A pesar de los diferentes enfoques dentro de La Biblia, toda ella apunta a un Dios que se manifiesta en Jesús como la armonía perfecta y final.

“No llevéis bastón” Lucas 9, 3

“Llevad solo bastón” Marcos 6, 8

En otro ejemplo vemos cómo en el evangelio según Marcos Jesús les dijo a sus discípulos: “No llevéis nada para el camino, ni dinero, ni pan, excepto un bastón” (6, 8). Mientras que en el de Lucas les dice: “No llevéis nada para el camino, ni dinero, ni pan, ni bastón”. Pero ¿Qué les dijo realmente Jesús? ¿Debían llevar o no bastón? Esta es una de las incongruencias que encontramos al comparar los diferentes evangelios entre sí ¿Y qué hacemos con ello?

Orígenes (184-253) fue el teólogo más influyente del cristianismo primitivo. Al igual que nosotros, creía en La Biblia como inspirada por Dios. Pero Orígenes era consciente de estos dobles relatos que son incompatibles en algunos de sus detalles. Sin embargo, él estaba feliz con estas “contradicciones” ya que pensaba que el Espíritu Santo las había colocado ahí intencionalmente para que nos diésemos cuenta de que leer La Biblia literalmente no era el camino y que nuestra misión consiste en rascar bajo la superficie para descubrir significados más profundos[3]. En otras palabras: Para Orígenes, las “contradicciones” de los detalles constituían un llamado a buscar la esencia y la profundidad, quizás desde el simbolismo de la narración o simplemente meditando en la idea general de fondo. Y nosotros estamos de acuerdo con Orígenes en que los cristianos debemos buscar la esencia del relato desde la luz de Jesús. Ciertamente, centrarnos en los detalles descriptivos literalistas pueden, a menudo, confundirnos y distraernos de las verdades relevantes.

Lo importante del ejemplo citado no es si los discípulos llevaron bastón o no, sino de observar la fe de los discípulos que emprendieron su misión con lo puesto, sin dinero, sin ropa de recambio, sin nada. Bueno… sí… quizás llevaron bastón. O no… Pero todo esto nos habla de que en ocasiones debemos caminar desde la absoluta confianza en la provisión y voluntad de Dios. Jesús les dice que vayan sin mochila, sin cargas extras. Que vayan con lo puesto. Esto es algo que, por cierto, nadie hace hoy literalmente. No nos gusta. Nadie viaja sin maletas porque da miedo. Pero necesitamos aprender a vivir en esta fascinante confianza que es la fe.

Meditad en su Palabra

Tratar de buscar rocambolescas respuestas para intentar encajar entre sí cada relato enfrentado de La Biblia tratando de convencernos de que todos ellos “dicen exactamente lo mismo” no es honesto ni respetuoso con La Biblia. Vender la idea de que todos los datos y detalles que encontramos en La Biblia encajan racionalmente es apologética suicida que echa a cada vez más gente de las iglesias. Literalmente.

La Biblia no siempre nos dará una solución concreta para cada problema actual que tengamos ¿Cuál de los dos trabajaos que me ofrecieron debo aceptar?  ¿Qué carrera debo estudiar? A lo que sí nos acerca La Biblia es a una variedad de luchas humanas con dilemas atemporales desde los que podemos ser inspirados si profundizamos en ellos con sabiduría.

Pensemos en una conversación con otro cristiano que también ama La Biblia: ¿No adquirimos un mejor juicio cuando escuchamos enfoques diferentes a los nuestros? Las ideas enfrentadas de La Biblia poseen su propia inspiración y dejan espacio para un diálogo maduro en nuestro interior. Dios habla también en esto.

Los relatos difíciles y diferentes entre sí ofrecen claves vitales si se observan con el prisma adecuado. Fueron puestos ahí para para llamar nuestra atención, para retarnos, hacernos sentir acogidos, guiados, perdonados o rescatados por un Dios que nos abraza más allá de lo afinada que pueda estar nuestra teología. Gracias a Dios que, en su misericordia, él no es como nosotros.

En el próximo artículo “¿Qué hago cuando La Biblia es ambigua?” nos acercaremos a otra característica tabú en muchos círculos cristianos: ¿Por qué está ahí la ambigüedad? ¿Por qué ciertos asuntos no son más claros y concretos?

[1] Dionisio Byler, Todo lo que te preguntabas sobre La Biblia, Biblioteca Menno, 2014, pp. 211-212

[2] https://elpais.com/ideas/2023-03-17/ernesto-castro-filosofo-la-gente-que-mas-libre-se-siente-es-quiza-la-mas-esclava-de-sus-deseos-y-apetitos.html

[3] Why the Doctrine of Inerrancy Contradicts the Gospels, Bart D. Ehrman. https://www.youtube.com/watch?v=C2MUeKNpds8  17, 15”- 19´30”

 

CONTEXTUALIZANDO La Biblia: La poligamia como ejemplo

Cómo leer lo más difícil de La Biblia. Paso 10

Uno de los modelos de familia más frecuentes a lo largo de La Biblia es la poligamia. El autor de Cantares dedica su obra a la exuberante jovencita que incorpora a su ya amplísimo harén: «Tengo 70 reinas, 80 concubinas y un número incontable de doncellas. Mas una es la paloma mía, la ideal mía» (6, 8-9). La poligamia se asume con naturalidad a lo largo de Las Escrituras y es regulada en la Ley de Moisés (Ex. 21, 10; Dt. 21, 15-16). Se convierte incluso en obligación para el cuñado cuando una mujer queda viuda (Dt. 25, 5-10) tratándose, además, de una práctica nunca condenada en La Biblia.

El imperio romano impone la monogamia

Tampoco el Nuevo Testamento censura la poligamia a pesar de que por entonces ya el Imperio Romano había establecido la monogamia como modelo de matrimonio básico[1] (aunque con concubinato consentido para los esclavos). Para Roma, la monogamia era el resultado de una evolución natural fundamentada en razones económicas y sociales. Este triunfo de la visión monógama también fue asumiéndose por los judíos tras el exilio babilonio quedando mayoritariamente instaurada en las sociedades mediterráneas del Nuevo Testamento. El cristianismo, como ya sabemos, también asumirá esta monogamia dominante en la que nace.

La evolución del matrimonio hasta llegar a la monogamia como único modelo permitido en Occidente no se produjo por una condena bíblica de la poligamia. No. Dicha condena bíblica no existe. El arrinconamiento de la poligamia fue básicamente una evolución natural de la sociedad impulsada por Roma ya años antes de Cristo.

El “matrimonio” en La Biblia

Por otro lado, las palabras traducidas como “matrimonio” en nuestras biblias (matrimonio es en realidad un término de la Edad Media) originalmente eran referencias a uniones privadas que no tienen demasiada relación con lo que hoy entendemos por matrimonio. El griego “gamos”, por ejemplo, (traducido en nuestras Biblias como “matrimonio” en el libro de Hebreos) significa simplemente “unión” y puede referirse incluso al evento o “boda” de dicha unión. Gamos también puede traducirse como “reproducción” o “cúpula”, pues tener sexo en la antigüedad con una mujer no casada equivalía habitualmente a la formalización “de facto” de una unión conyugal y sus responsabilidades legales. Esto lo observamos en el libro de Rut cuando su suegra planea que su nuera se acueste con Booz con la intención de integrarla en su familia mediante el acto sexual.

En tiempos bíblicos no existía un matrimonio consentido entre iguales en derechos. No eran matrimonios como los nuestros, aunque usemos el mismo término para describir aquellas uniones como si fueran lo mismo que hoy. En épocas bíblicas el matrimonio era algo más parecido a un contrato de entrega de la familia de la esposa (normalmente una adolescente) dada en propiedad con ciertas condiciones más o menos humanizadoras. Era un tipo de transacción entre familias. Esto se observa bien en los diez mandamientos cuando se dice que un varón no puede codiciar “el asno, el buey ni la mujer del prójimo” (Ex. 20, 17) ¡Todo en el mismo pack de propiedades del varón!

No obstante, las condiciones de la mujer entregada en casamiento eran más dignificantes en el antiguo Israel que en el resto de las culturas vecinas. Y ahí sí vemos un soplo divino en Las Escrituras, en ese paso a paso de avances dignificadores.

Los versículos que algunos cristianos utilizan para condenar la poligamia realmente no la condenan si siquiera en tiempos de La Biblia. Son textos que se fuerzan para proyectar sobre ellos convecciones sociales actuales. El problema moral concreto que sí podríamos ver en La Biblia en este asunto lo observamos en Pablo, para quien la poligamia acrecienta el mismo problema que él ya destacó acerca de los casados. Me refiero a que para Pablo era mejor no casarse para “estar libre de preocupación” (1ª Co. 7, 32) y así servir al Señor liberado de las fatigosas responsabilidades de una familia. Si para Pablo tener una sola mujer no ayudaba a la dedicación de la emergente iglesia ¡Cuánto más complicado sería con varias esposas!

Por esta razón dice que el pastor debe ser “marido de una sola mujer” (1ª Ti. 3, 2), un mandato que lejos de condenar la poligamia más bien… ¡La asume como algo existente entre los cristianos! Para Pablo no era un problema que algunos creyentes tuviesen varias esposas… No… ¡Pero sí lo era que los polígamos asumiesen la ardua dirección de las iglesias! El pastor debía estar muy dedicado, tener -por tanto- solamente una esposa y, si es posible ¡Ninguna!, como en el caso del elegido Timoteo. De hecho, la Iglesia Católica se inspira en estos convencimientos de Pablo para exigir soltería a sus curas y obispos.

Tengamos en cuenta que si no hubiera habido poligamia entre los cristianos, o si esta hubiera estado prohibida, Pablo nunca hubiera especificado que “el obispo sea marido de una sola mujer”. No tendría sentido decir esto. Pablo directamente hubiera dicho que todos deben ser marido de una sola mujer. Todos. Y punto. Pero no recrimina a los polígamos cristianos que, por otro lado, seguramente serían ya cada vez menos por la evolución social mediterránea.

Pero ni Pablo ni nadie del Nuevo Testamento dice … “¡Y a partir de ahora que nadie se case con varias mujeres!”. No existe ninguna prohibición. Tampoco en versículos como: “que cada uno tenga su propia mujer y cada una su propio marido” (1ª Co. 7, 2) o “que el hombre se una a su mujer”. Fijémonos en que estos textos son 100% aplicables a un polígamo que -al igual que un monógamo- tiene su propia esposa. Cada una de sus tres o cinco mujeres serían su propia esposa. Y cada una de ellas también debe ser fiel a su propio marido. Y Pablo les recuerda: ¡Que esto sigue siendo así entre los cristianos!

De hecho, Pablo no está diciendo nada que no se dijera en el Antiguo Testamento. Esto era lo que La Ley de Moisés afirmaba, pues si un hombre “toma como esposa a otra mujer, no podrá privar a su primera esposa de sus derechos conyugales, ni de alimentación y vestido” (Éxodo 21, 10). Cada una será su esposa y debe cuidarlas a todas, tal como Dios ya estableció. El polígamo se une a su propia mujer y no a la de otro. Y lo mismo para ella. Así que incluso suponiendo que en estos versículos de Pablo pudiera haber algún tipo de inclinación favorable hacia la ya dominante monogamia (que es mucho suponer), incluso así, los polígamos se integrarían dentro de estos llamados. En conclusión: La poligamia aún se daba entre los cristianos y era vista como algo natural, sin condena tampoco en el Nuevo Testamento.

De hecho, los autores del Nuevo Testamento tuvieron más bien cuidado para no añadir más cargas a las familias polígamas al no excluirlas de las nuevas comunidades de fe. El llamado al varón para cuidar de su propia mujer (o mujeres) era el énfasis de estos mensajes para todo tipo de familias cristianas en las que, por cierto, ni siquiera los esclavos cristianos podían contraer “matrimonio”. En el mejor de los casos, podían ser autorizados por sus dueños para otro tipo de unión de inferior estatus llamada contubernio. Así que no… los esclavos cristianos tampoco podían aplicar los consejos matrimoniales del Nuevo Testamento.

Sin forzar La Biblia. Sobre Adán y Eva y el matrimonio monógamo

Que en Génesis 1 y 2 veamos a Adán y Eva como la primera pareja tampoco implica una condena bíblica de las uniones polígamas. Y esto debería ser obvio por numerosas razones evidentes.

  1. En primer lugar, porque el relato no tiene que ver con eso.
  2. Tampoco tiene sentido verlo como una condena de la poligamia, siendo Adán y Eva la primera y única pareja de la humanidad.
  3. Curiosamente, -y por poner un ejemplo de lo selectivo que somos al proyectar nuestra cultura sobre el texto bíblico- hoy ningún cristiano observa el incesto como un modelo original a pesar de que -desde una lectura litera- Dios estableció que los hijos de Adán y Eva tuvieran sexo entre sí para propagar la humanidad. Dios pudo haber creado varias parejas iniciales, pero no lo hizo. Pero en cualquier caso repudiamos el incesto porque desde nuestros valores cristianos y desde otros lugares de La Biblia que no son el relato de la creación concluimos no es moralmente aceptable.

Como dice Pablo de Felipe, Doctor experto en relaciones históricas entre ciencia y fe: “cuanta menos importancia se da al estudio contextual [de La Biblia], más se acaba cayendo en la trampa de proyectar en el texto bíblico las ideas de nuestra propia época[2]”. Este experto demuestra cómo todas las generaciones han proyectado muchos de sus valores culturales a Génesis 1 y 2 sin que el relato tuviera realmente algo que ver. Nosotros también. No nos creamos más listos.

Lo que sí vemos claramente en Las Escrituras es la aceptación natural de la poligamia en La Ley de Moisés cuando se incluye y se regula sin que nadie lo discuta ni se escandalice. De hecho, la poligamia es obligatoria en casos como el Levirato. Y nadie en La Biblia señaló nunca a Adán y Eva para reivindicar la exclusividad de la monogamia como hacen algunos cristianos actuales. Incluso tenemos textos en los que Dios mismo se presenta como el dador de las muchas mujeres a David, a quien le dice: “Yo, Yahvé, fui quien puse todas estas esposas en tus brazos y te hubiera dado más si hubieras querido más” (2ª S. 12, 8).

En cualquier caso, sí encontramos alguna advertencia acerca de los peligros de poseer un número excesivamente elevado de esposas. Riesgo, por otro lado, que es de sentido común por razones prácticas y de responsabilidad conyugal como las señaladas por Pablo.

CONCLUSIÓN: Así que no: No hay ninguna condena de la poligamia en La Biblia. Sí hallamos su regulación y su aceptación natural siendo también una obligación legal en el caso de viudedad de una cuñada. La Biblia incluso presenta a Dios como el dador de las muchas mujeres a David.

Si la poligamia es “bíblica” ¿Qué hacemos nosotros?

¿Y adónde queremos llegar con todo esto en unos artículos acerca de cómo leer lo más crudo de La Biblia? ¿Estamos proponiendo que la poligamia vuelva a ser legal?

Nada de eso. En primer lugar, estamos tratando de poner un “espejo” hermenéutico a aquellos cristianos que dicen que debemos aplicar todo aquello que “está muy claro en La Biblia”. Con el caso de la poligamia (y muchos otros), vemos que es claramente admitida en toda La Biblia y sin embargo nos parece mala para hoy.

¿Y cuál es entonces la forma correcta de abordar este asunto? Como cristianos hay varios retos aquí. Uno de ellos es discernir sí existen lecciones saludables en estas historias para nuestros propios matrimonios. En el Nuevo Testamento -por ejemplo- somos inquiridos a comportarnos con nuestros cónyuges teniendo a Cristo como modelo. Esto significa actuar con amor, sacrificio, compromiso, fidelidad, dignidad… ¡Sin utilitarismos! Se trata de la visión cristiana de principios que deben sostener toda familia de bien. En estos llamados bíblicos para el buen trato intrafamiliar encontramos valores que supusieron una revolución en un tiempo en el que las esposas eran poco más que meras propiedades.

Los cristianos nos hemos dado cuenta de que la vivencia conyugal en igualdad, dedicación y dignidad se desarrolla mejor en un contexto monógamo. Hoy nos oponemos a la poligamia porque, vista desde los ojos de Jesús, la consideramos denigrante.

Comprender los porqués

Quienes nos guiamos por La Biblia no debemos sentirnos incómodos con determinadas lecturas acerca de la mujer o de las familias bíblicas que hoy nos resultan repudiables. No están ahí para replicarlas sino para conocerlas.

La poligamia tenía su sentido en una cultura en la que los hombres morían masivamente durante las batallas. Las mujeres no tenían fácil su emancipación sin un varón tutor. Todo esto afectaba a la desprotección de las mujeres, algo que sigue ocurriendo hoy en contextos más patriarcales. La escritora Lola Shoneyincomenta en El País como en la Nigeria actual“casar a las hijas con un hombre polígamo es a veces la única forma de progresar económicamente[3]”. A diferencia de otras poligamias, en La Biblia encontramos textos que tratan de acercarla al corazón de Dios desde una revelación progresiva que hoy debe ser juzgada desde su contexto cultural y para reinterpretarla desde Jesús.

Bien. Estos son los datos. Y, sin embargo, hoy los cristianos no decimos: “¡Dejémonos de modas mundanas y volvamos a la poligamia que Dios aceptó y reguló!” ¿Cierto? Esto demuestra que en este ejemplo de la poligamia sí parece que hemos aprendido a contextualizar La Biblia ¿Y por qué? Entre otras cosas ha sido fácil contextualizar porque nuestra sociedad occidental no es polígama desde hace siglos. No podemos ser ingenuos y olvidar que la tradición y la sociedad determina en gran parte cómo interpretamos La Biblia. Y en ocasiones, así debe ser. En otras no. De nuevo se trata de buscar discernimiento a la luz de Jesús.

Lo importante es que hoy el matrimonio es más cristiano que en tiempos bíblicos donde los esclavos y mujeres eran propiedad del Pater familia. Hoy el matrimonio en Occidente ha llegado a ser más cristiano porque establecimos la igualdad de derechos entre los contrayentes. Ninguno está por encima del otro. Nadie es propiedad de nadie. Y esto es gracias también a que no se leyó literalmente La Biblia al aplicarla, sino que decidirnos interpretarla desde el corazón justo y compasivo de Dios. Este es el punto práctico de cómo contextualizar aquello que nos choca y que leemos en La Biblia.

Jesús volvió a la perspectiva del varón y la mujer creadas a imagen de Dios. Él dijo a sus seguidores que haríamos cosas “mayores incluso que las que él hizo” (Jn. 14, 2). Y gracias a Dios, los primeros cristianos re-discernieron el Antiguo Testamento y toda La Escritura desde Jesús, pues “si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2ª Cor, 5, 17). Cuando leas tu Biblia, piensa: ¿Qué puedo hacer para que aquello que he leído derive en la restauración y liberación de quienes me rodean? La inspiración de Dios busca que hagamos el bien.

En la próxima entrega nos preguntaremos: ¿Qué pasa con las contradicciones bíblicas? ¿Hay inspiración divina en los cambios o en las teologías enfrentadas dentro de La Biblia? Adelantamos que (spoiler) la respuesta es sí.    


[1] Torrent, A. Manual de Derecho romano privado, Zaragoza, 1987. p. 526

[2] Pablo de Felipe, El «antiguo testamento» del Antiguo Testamento. Facultad de Teología SEUT, pp. 33-34

[3] El Pais.com,Casar a las hijas con un hombre polígamo es a veces la única forma de progresar económicamente”  16, mayo, 2023

Inspiración en la REVELACIÓN progresiva

Cómo leer lo más difícil de La Biblia. Paso 9

Comprobar que algunos mandatos dados por Dios cambian durante La Biblia puede desconcertar a quienes se les enseñó que Las Escrituras presentan una foto teológica fija. Quienes piensan que el dictado de Dios no debería alterarse nunca citan textos que hablan de que en Dios “no hay mudanza, ni sombra de variación” (Santiago 1.17). O que Jesús “es el mismo ayer, hoy y por siempre” (Heb. 13, 8).

Y claro que Dios es el mismo. Pero para los humanos los cambios son parte de nuestra vida, de nuestra historia y de nuestra progresiva relación con Dios. Y lo mismo le ocurre al pueblo de Dios en La Biblia, que es una biblioteca de libros para un pueblo donde la inspiración divina no anula la historia del desarrollo del componente humano.

Qué es y qué no es la revelación progresiva:

Cuando hablamos de revelación progresiva nos referimos a un paulatino ajuste de la comprensión por parte del pueblo respecto a cómo es su Dios. Y esto es diferente a decir que Dios cambia. Este proceso progresivo lo vemos durante toda La Biblia hasta llegar a Jesús, quién es la Palabra encarnada definitiva, la luz que todo lo ilumina.

Este progreso dinámico a lo largo de la historia bíblica es el proceso que esperaríamos de un Dios que transforma a sus criaturas con pertinencia y con comprensión acorde a las circunstancias de cada tiempo y lugar. Las palabras de Jesús: “Se os ha dicho, pero yo ahora os digo…” ejemplifican la realidad de este avance hacia algo mejor que culmina en Él mismo.

Esta revelación progresiva conlleva en algunos casos la ampliación de la luz anteriormente revelada. En otros casos bíblicos (que veremos) implicará corregir o matizar creencias erradas que se manifestaron en un pasado en Israel cuando el pueblo aún no había comprendido correctamente determinados asuntos. En otros casos, las cosas cambian en La Biblia a medida que el pueblo camina y aprende. Esto es un proceso natural de la vida. Ocurre como con aquellas instrucciones que dimos a nuestro hijo cuando tenía cuatro años o el concepto que él tenía de nosotros. Los mandatos y las ideas tienen que cambiar cuando él madura y cumple los quince.

Cambios en la revelación: Las hijas de Zelofehad

Debido a este dinamismo progresivo que se espera en toda relación saludable es que la teología hebrea de La Biblia no es estática. Las personas necesitamos tiempo para recibir determinados conocimientos y esto lo vemos también en Las Escrituras. A modo de pedagogía sapiencial, la teología bíblica admite el diálogo e incluso la petición de cambio de parecer en aquello que Dios mismo ha dicho. Pero.. ¿¡Cómo puede ser eso!? Lo explicamos:

Puede que esto sorprenda a algunos, pero en ocasiones las respuestas de Dios a peticiones de cambio de cosas que él ya dijo previamente ¡Son aceptadas en La Biblia! Y esto es algo con lo que Dios ya cuenta, obviamente. Pero han quedado escritas para mostrarnos la conveniencia de esta revelación progresiva.

Ocurre en el caso de Abraham y su negociación para la destrucción de Sodoma en la que Dios va rectificando y cediendo a la petición de Abraham. O con las hijas de Zelofehad, cuando en tiempos de Moisés las mujeres se casaban pasando a ser parte de la familia del marido. Por entonces, para mantener las propiedades con titularidad masculina se establecía que las hijas no podían heredar. Así entendían los israelitas que Dios lo había decretado.

Pero ocurre que las desprotegidas hijas del fallecido Zelofehad protestaron a Moisés porque consideraron esta ley injusta (Números 26, 2 y 52-56). Y sucede que ante estas mujeres atrevidas que osaban cuestionar la ley, “Moisés fue a consultar a Dios, y Dios le contestó: “Las hijas de Zelofehad tienen razón. Dales el terreno que era de su padre” (Nu. 27, 7) ¡Wow!  

Aquí observamos un cambio de la ley para el beneficio de las hijas de Zelofehad y de las generaciones posteriores. Pero ¡Un momento!… Si la ley provenía de Dios mismo… ¿Se había equivocado entonces Yavé decretando previamente una ley injusta? … La respuesta es que esta no es la forma correcta de comprender el relato. Y esto es importante. Aquí La Biblia quiere exponer el beneficio de determinados cambios legales que viran hacia algo más justo y misericordioso. La lección, por tanto, es acerca del bien de la revelación progresiva guiada por el Espíritu. Y que esta inspiración puede incluir rectificaciones de leyes que hasta ese momento se pensaba que podrían provenir de Dios pero sin que realmente fuera algo cerrado y definitivo.

Ante estos hechos, también podemos pensar que existen leyes o mandatos que en su día si provenían de Dios pero solo provisionalmente para satisfacer circunstancias concretas y pasajeras que quizás ni conocemos. Pero que ya no valen para nuevas circunstancias, como fue el caso de estas hijas desheredadas.

Estas historias no empequeñecen la revelación divina. Lo que sí empequeñecen es la errada idea de un Dios estático en sus relaciones con nosotros.

Pero los cambios están por todas partes y son esenciales. En La Biblia, en la vida… Lo vemos en requisitos del Antiguo Testamento que por un tiempo parecían inamovibles hasta que posteriormente fueron removidos. Un ejemplo es la circuncisión, descrita como un «pacto eterno” (Ge. 17, 1-14). El término “eterno” -tanto en hebreo (olam) como en griego (aionios)- no siempre denota un “tiempo sin fin” como ocurre en nuestro idioma. Con frecuencia se traduce como “eterno” un término que se relaciona más con la inmutabilidad del sustantivo descrito durante un periodo de tiempo (aquí un pacto) pero que no tiene que durar necesariamente para siempre. Y así lo entendieron los cristianos del Nuevo Testamento cuando dejaron atrás la circuncisión y otros aspectos para derivar en algo mejor. Aquel pacto fue bueno para un tiempo, pero si hubiera durado más acabaría siendo malo. Por eso se abandona y se pasa a nuevas cosas.

El castigo por el pecado de los padres… ¡Dejad de decir eso ya!

Otro ejemplo de cambio a algo mejor y más justo es la idea de que el pecado se hereda de los padres. Este convencimiento aparece en los textos hebreos más antiguos, aunque, poco a poco, irá desapareciendo según avanzas Las Escrituras. En Éxodo 34, 6-7 se habla del Dios que “por la maldad de padres pide cuenta a hijos, a nietos, a bisnietos y a tataranietos”. Esta declaración se repetirá en alguna ocasión más durante Las Escrituras. Pero lo interesante es que este concepto será progresivamente matizado e irá cambiando hasta que la idea del pecado imputado por los padres desaparece en textos más tardíos (Sal. 86, 15-16; 103, 10; 145, 8-9).

El fin de esta progresiva corrección teológica culmina en Ezequiel 18, 2-4; 20, cuando “Dios también me dijo: «Los israelitas repiten a todas horas ese dicho: “Los padres la hacen, y los hijos la pagan”. Pero yo me pregunto por qué lo repiten. Porque yo les aseguro que ese dicho no volverá a repetirse en Israel. […] Ni el hijo tiene que ser castigado por los pecados del padre, ni el padre tiene que ser castigado por los pecados del hijo. […] Quien haga lo bueno recibirá lo que merecen sus buenas acciones; quien haga lo malo recibirá lo que merece su maldad”. Corrección completada. En La Biblia el pueblo es corregido en algunos puntos teológicos errados o imprecisos y avanza hacia una justicia más acorde al corazón real de Dios. Cuanto más se va conociendo a Dios, más se afina la visión del pueblo. Y esto es otra gran enseñanza bíblca.

Eunucos fuera, eunucos dentro

Otro ejemplo lo encontramos en Deuteronomio 23, 1, cuando se dice que “nadie a quien se le aplastan los testículos o se le corta el pene será admitido en la asamblea del Señor […] No entrará amonita ni moabita en la congregación de Jehová […] No entrarán para siempre” (Dt. 23, 1).

Pero luego Isaías responde y de nuevo corrige otra vez al Deuteronomio:

“No diga más el extranjero que sigue al Señor: “El Señor me separará de su pueblo”; y no diga el eunuco [el castrado]: “Soy un árbol seco”. Porque así dice el Señor: […] Yo los llevaré a mi Santo nombre y a mi casa de oración que será para todos los pueblos” (Is. 56, 3-8).

Esta corrección de Isaías es algo maravilloso siendo él quien dijo: “No os acordéis de las cosas pasadas, ni consideréis las cosas antiguas. Estoy a punto de hacer algo nuevo; ahora brota, ¿no lo percibes? (Isaías 43:18-19). Esto es magnífico también para nosotros hoy. Fijémonos en cómo en todos estos ejemplos que hemos expuesto los nuevos mandatos que corrigen a los antiguos son más liberadores, justos e inclusivos. La nueva perspectiva inclusiva de Isaías sería, por cierto, corroborada por Jesús (Mt. 19).

Veamos algún ejemplo más:

Los amigos de Job y nosotros

Los “amigos” de Job pusieron en boca de Dios interpretaciones equivocadas que eran populares entre los israelitas un tiempo antes. De hecho, rebatir aquellas creencias erradas es uno de los propósitos del libro de Job.

Estos amigos creyeron erróneamente que Job estaba siendo maldecido por Dios. Y seguramente pensaban así debido a una interpretación literalista de Deuteronomio (capítulos 27 y 28) donde se dice que “si obedecen, serán bendecidos; Si desobedecen, serán maldecidos”. Así que antes de ser demasiado duros con estos amigos deberíamos entender que, como buenos judíos de su tiempo (y esta es una historia para judíos), ellos pensaron que las acciones de Job tenían consecuencias a modo de bendición o maldición divina. Para sus amigos, Job tuvo que haber hecho algo realmente malo desde esta dañina y quizás sincera interpretación de Las Escrituras. Pero su rígida lectura del Deuteronomio los llevó a destrozar aún más a quien ya sufría lo indecible ¡Cuántas veces ocurre esto mismo hoy en la Iglesia!

Las palabras que estos amigos le atribuyen a Dios no sanaban ni hacían bien. Pero están en La Biblia porque así lo creían ellos. Están ahí para alertarnos del poder destructor de un literalismo falto de compasión y sin discernimiento.

Pero la revelación progresiva de La Biblia irá dejando atrás aquella interpretación literal de Deuteronomio 27 y 28. Pasará a mostrarnos que los hijos de Dios también vivimos calamidades y que estas no serán necesariamente consecuencias de nuestros malos actos. Esta es la muestra de un proceso guiado y soportado con paciencia por Dios para adentrarnos en una auténtica paz y esperanza.

Como Rob Bell comenta, en Las Escrituras las nuevas ideas se sientan al lado de las viejas. El vicio, el machismo o la violencia están junto a una nueva comprensión de la paz y la justicia. La Biblia, poco a poco, avanza hacia el despertar del pueblo a una dimensión más cercana y real de Dios. Al igual que ocurre hoy por la acción del Espíritu Santo, en La Biblia se plantan semillas de nuevas posibilidades discernidas desde Jesús. Desde esta observación, Richard Rohr apunta que “la vida, y también la Escritura, consiste en dar tres pasos adelante y dos hacia atrás […]. En esto, el texto bíblico refleja la dinámica de la conciencia y el devenir humanos. Nuestra tarea consiste en averiguar a dónde conducen los textos que suponen tres pasos adelante[1]”.  

También en el Nuevo Testamento

El discernimiento para comprender los cambios sigue de manifiesto en el Nuevo Testamento. En el Concilio de Jerusalén (Hechos 15), con el apóstol Pablo allí presente, se concluye “que no se inquiete a los gentiles” prohibiéndose que nadie coma de lo sacrificado a los ídolos (vs. 19-20).

Sin embargo, vemos que Pablo posteriormente les dirá a los corintios que sí pueden comer de lo sacrificado si su conciencia así se lo permite, pues para Dios un ídolo nada es (1ª Co. 8 y 10). Pablo no mantiene a rajatabla la resolución del Concilio, al menos pasado un tiempo. El apóstol ya había tenido sus roces con Pedro y otros discípulos acerca de este asunto y probablemente observó cómo creyentes de Corinto (quizás los más pobres) no tenían acceso a carne no sacrificada a los ídolos. Pablo entiende, por tanto, que el contexto ha cambiado y que en ahora pueden actuar de otro modo. De nuevo la liberación y la restauración de las personas sustituye a los odres viejos del legalismo ¡Es la progresión que tantas veces Pablo vio en el Antiguo Testamento! Ahora ya no había que circuncidarse y tantas otras cosas que debían ser dejadas atrás. El apóstol entendió que muchos mandatos de La Biblia no tienen intención de atemporalidad, sino que fueron expuestos como soluciones circunstanciales.

Como dice Peter Enns, La Biblia no es un manual sino una historia de Dios y de cómo su gente se ha conectado con él a lo largo de los siglos desde situaciones cambiantes. La Biblia funciona porque es también nuestra historia. Se asocia con nosotros, por así decirlo, modelando nuestro caminar cuando vamos creciendo en profundidad.

En palabras de Alejandro Rivas “La Biblia es revelada porque sus contenidos reflejan una experiencia humano-histórica de lo trascendente, propia de su contexto, que me sirve como una poderosa referencia para descubrir por mí mismo y bajo la guía del Espíritu, las respuestas a los problemas y desafíos – personales y colectivos– de hoy en día. Más que un recetario, la Biblia es la brújula del Espíritu. […] Cuando ponemos en un perfecto balance los elementos divino y humano de la Escritura, podemos evitar los riesgos de una lectura literalista y supernaturalista insensible a los contextos actuales. […] La mediación de lo finito, hay que reiterarlo, no juega en contra de la autoridad de la Biblia. Por el contrario, esta mediación nos muestra de manera profunda la manera en que el cristianismo concibe la divinidad: se trata de un Dios que no rechaza ni niega lo humano, sino que se vale de su fragilidad (finitud, labilidad, etc.) para entregar su mensaje. No debería sorprendernos, por tanto, que la Biblia misma pretenda resumir todo su contenido en el mandamiento del amor (Mt 22:34-40). […]  Creo que la Biblia es infalible porque las grandes líneas directrices en cuanto a la valoración del ser humano no solo me parecen universales, sino que advierto que continúan perennes […] La Biblia tiene autoridad sobre mi vida porque he experimentado los efectos de su mensaje en mi ser y veo que funcionan[2]”.

En el siguiente artículo veremos un ejemplo de contextualización de mandatos y principios bíblicos: Hablaremos de la poligamia de La Biblia y el matrimonio actual.

[1] Richard Rohr, La Biblia y su espiritualidad, SalTerrae, 2012, p. 12

[2] Alejandro Rivas Alva, El Eremita Facebook, Revista Renovación nº 89, 01/2021, pp. 55-64

La CREATIVIDAD de las profecías mesiánicas

Cómo leer lo más difícil de La Biblia. Paso 8                                     

En el anterior artículo cómo la metáfora, el simbolismo o la alegoría son elementos pedagógicos recurrentes en La Biblia. A modo de ejemplo poderoso de creatividad alegórica nos acercaremos ahora a las profecías mesiánicas de La Biblia, relatos de vital importancia para el cristianismo.

Es importante saber que estos vaticinios del Antiguo Testamento fueron habitualmente interpretados desde el Nuevo Testamento de un modo extraordinariamente figurado y abierto, no literal. El mismo Jesús habló simbólicamente con frecuencia y fue mal interpretado por quienes no supieron ver más allá de una lectura literalista del Antiguo Testamento. Esto ocurre, por ejemplo, cuando afirmó que iban a destruir el templo (su cuerpo en realidad, Juan 2, 19) o que iban a comer de su carne (hubo acusaciones de canibalismo contra los cristianos por esto). O como cuando dijo a Nicodemo que debía nacer de nuevo… ¡A Jesús le encantaba hablar simbólicamente! Su estilo era a menudo muy diferente al que hoy tratan de imponernos determinadas corrientes fundamentalistas de interpretación de Las Escrituras. Así que ¡Cuidado con determinados literalismos!

La lectura literal despistó a la gente de la verdad

Jesús combatió en su tiempo el intento de expandir una interpretación de Las Escrituras literalista y simplista. En el camino de Emaús exhortó a sus acompañantes porque estos no se daban cuenta de que muchas profecías ya se habían cumplido. Bien… pero es interesante que esas profecías no se concretaron como la mayoría de los creyentes bien intencionados esperaban en aquel tiempo. Que el Mesías no fuera un caudillo gobernando desde Sion, por ejemplo, no era algo que esperara mucha gente. Había motivos para esperar a ese rey guerrero y libertador, ya que el Antiguo Testamento estaba repleto de citas que apuntaban a esto. Y lo mismo sucedía con otros aspectos predichos alegóricamente respecto a su muerte o resurrección desde el Antiguo Testamento. Sin embargo, desde una lectura literal era muy difícil poder ver todo aquello en Jesús.

Es cierto que también hay textos proféticos que parecen más concretos y literales cuando son releídos por autores del Nuevo Testamento. Hablamos de versículos del Antiguo Testamento que, aunque en su intención original no siempre se relacionaron con el Mesías, en libros como los Salmos vieron ecos proféticos de algunos detalles de la vida y muerte de Jesús. Como cuando dice: “En mi sed me dieron a beber vinagre. (69, 21);Mis enemigos me rodean… Han atravesado mis manos y mis pies” (22, 16) o “Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes” (22, 18).

Luego está Isaías 53, en el que los cristianos vieron al anunciado Mesías a pesar de que en su contexto original aquel siervo sufriente era descrito en el propio libro Isaías como el pueblo de Israel (Is. 41, 8-9; 44, 1-2.; 45, 4; 48, 20; 49, 3). Se trata de textos que poseen un elemento creativo y poético en su cumplimiento al estar refiriéndose originalmente a otras cosas.

El Mesías guerrero

Un ejemplo es la profecía que afirma que el Mesías nacería en Belén (Miqueas 5, 2). Para muchos creyentes actuales estamos ante un cumplimiento profético que sí es literal. Sin embargo, si seguimos leyendo el capítulo, nos dice literalmente que ese Mesías “será quien nos libre cuando Asiria invada nuestra tierra” (vs. 5). En esta línea, el resto de las acciones anunciadas para ese Mesías de Belén (lit. casa de pan), (verso 8 al 12) es básicamente arrasar y destruir las ciudades enemigas. Así que ¿Cómo no iban a esperar a un guerrero quiénes leían esto? No obstante, las esperanzas de victoria militar del Antiguo Testamento se entendieron posteriormente como una victoria espiritual sobre las tinieblas por parte de Jesús… aunque esto no fuese tal y cómo lo entendieron los lectores originales.

Como vemos en este ejemplo, los cumplimientos mesiánicos de La Biblia en Jesús no sucedieron en su mayoría según algunas de nuestras exigencias modernas de “verdad”, vaticinio o literalidad. No. El periodismo o historicismo actual poseen exigencias para la verificación de los hechos que no eran las mismas que en tiempos bíblicos. Aquello fueron alusiones alegóricas a las que a menudo los autores del Nuevo Testamento (creemos que bajo inspiración divina) les otorgaron un significado diferente o un doble cumplimiento en Jesús. Pero originalmente aquellas profecías se refirieron a otras personas o acontecimientos diferentes. No obstante, para los cristianos aquellas profecías eran verdad y fueron cumplidas en Jesús.

Las 30 monedas, tampoco tan literal sino ¡Una metáfora dentro de otra metáfora!

Otro texto que también pareciera menos alegórico y más concreto es el que dice que Yavé sería traicionado por treinta monedas de plata (Mateo 27, 9-10; Zacarías 11, 12-13). Pero ni siquiera en este caso se estaba describiendo originalmente los requisitos de un futuro Mesías. El capítulo 11 de Zacarías es una alegoría de pastores necios que dejan morir a sus ovejas y representan a aquellos reyes que no gobiernan bien conllevando con ello el juicio de Dios.

Pero fue luego el Espíritu Santo, por medio de los autores del Nuevo Testamento, quien revelaría que Zacarías 11 contenía una predicción alegórica ¡Dentro de otra alegoría sobre pastores! acerca del Mesías. Creatividad dentro de la creatividad.

Pero incluso este citado cumplimiento de la venta por treinta monedas ni siquiera es una profecía precisa según nuestros cánones modernos de validación ya que el evangelio la atribuye a Jeremías (Mateo 7, 9-10) en lugar de a Zacarías como realmente es. Se trata, por tanto, de otra flexibilidad interpretativa en la que, probablemente, Mateo mezcló profecías citando a un solo profeta representativo sin pretensiones historicistas rigurosas. Así que su objetivo no fue la precisión del dato al meter aquí a Jeremías sino la reivindicación de Jesús en boca de los profetas en su conjunto. Este era el propósito. No hay error en esta falta de exactitud porque La Biblia no siempre debe ser leída bajo nuestras premisas posmodernas sino bajo la de ellos.

Cumplimiento creativo

Ciertamente Dios pudo haber construido todo este sistema profético de un modo mucho más claro y comprobable, similar a lo que vemos en el almanaque que en la película Regreso al futuro viaja al pasado con los resultados deportivos exactos del futuro. Pero La Biblia no es así. La revelación profética es en gran medida una maravillosa oda a la alegoría y la creatividad interpretativa que Dios sopló sobre los autores del Nuevo Testamento. No significa que aquellos autores poseyeran esa intuición e inteligencia suprema que los llevaría a descifrar códigos antiguos. No. Por fe creemos que se trataba de luz del Espíritu Santo para ver en Jesús el cumplimiento de aquella poesía, alegoría e historias sobre otras vidas del Antiguo Testamento.

Que la interpretación mesiánica de las profecías fue a menudo mucho más creativa que literal lo vemos también cuando Pablo dice que el Mesías “fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras” (1ª Co. 15, 4). Pero… ¿En qué Escrituras se anunció la resurrección de esta forma y en tres días? ¡Realmente en ninguna parte del Antiguo Testamento! … literalmente hablando, claro. Pero cuando Pablo dice que La Escritura vaticinó su resurrección al tercer día… ¡Pablo dice la verdad!… pero desde una lectura extremadamente simbólica y poética de Las Escrituras.

A no ser que el apóstol estuviera pensando en escrituras ajenas a nuestro Canon del Antiguo Testamento (hay razones también para ello), quizás Pablo estaba pensando en Jonás y en aquellos tres días en el vientre del gran pez. No lo sabemos. Pero resulta interesante que Jesús, camino de Emaús, llamase “insensatos y tercos” (Lucas 24, 25-26) a quienes no dieron cabida a estas interpretaciones proféticas sumamente creativas e imaginativas ¿Verdad? Aquellos que mantenían una expectativa demasiado literal, belicista y poco simbólica de lo que en el Antiguo Testamento decía del Mesías… ¡Estaban equivocados! E incluso Jesús los reprende por ello. Así que ¡De nuevo vemos cómo una lectura literal de La Biblia puede desviarnos de la verdad de Dios!

Prudencia interpretativa: Un camino preparado para la humildad y el amor

Toda esta alegoría bíblica debería alertarnos a la hora de concluir determinadas interpretaciones escatológicas acerca de la segunda venida de Jesús. Nuestros países fueron evangelizados por misiones del cinturón bíblico de los Estados Unidos. Y junto a multitud de cosas buenas que estos misioneros nos trajeron, hay otras que merecen ser repensadas, entre ellas una particular escatología. Determinado literalismo made in USA es muy flojo antropológicamente hablando e ignora cómo funciona la apocalíptica judía. Estos intérpretes actuales más literalistas hablan como si aquellas siete iglesias a las que se les envío el Apocalipsis para infundirles esperanza no se hubieran enterado de nada ¡Pobrecitos! Como si aquellos destinatarios de la última carta de La Biblia hubieran tenido la mala suerte de no vivir en este siglo XXI en el que muchos “iluminados” comprenden claramente las señales y los tiempos. Pero el simbolismo y la alegoría siempre tienen sentido para los receptores originales de La Biblia. No seamos tan arrogantes. Sino que haya prudencia y humildad en nosotros. Lo que sí debemos hacer es un esfuerzo especial para entender aquellos símbolos y cómo podemos aplicar hoy aquellas enseñanzas.

Las profecías del Antiguo Testamento rara vez se cumplieron como un anuncio claro o como un “copia y pega” nítido y literal ¿Y con qué base, entonces, deberíamos reinterpretarlas otra vez literalmente para el fin de los tiempos? ¿No deberíamos haber aprendido algo de lo que ya pasó en tiempos de Jesús? ¿No fue Jesús quien dijo que “de aquel día y hora nadie sabe”? Siempre han existido y existen otras formas de interpretar La Biblia que pueden ser más firmes y coherentes que aquello que un día nos contaron. Y quizás estas otras interpretaciones creativas merecen ser examinadas con más detenimiento porque pudieran estar enseñándonos algunas lecciones.

Quizás Dios ha dispuesto que el desciframiento de las profecías sea un tema tan abierto para hacernos ver que nuestro intento de domesticar La Biblia puede ser una mala idea. Quizás querer razón por nuestra parte tenga más que ver con ansias de poder que con una “sana doctrina”. Quizás Dios fue creativo para evitarnos egos. Quizás la respuesta no dependa de unos pocos iluminados que un día supieron combinar acertadamente versículos de Daniel y Mateo sumándolos entre sí como si todo fuera un puzle cósmico que mezcla textos a la carta tomados de Apocalipsis y Tesalonicenses. No. La Biblia no se escribió para ser descifrada por cabalística o similares. La Biblia ofrece esperanza a sus destinatarios originales y nosotros nos beneficiamos de aquello.

Damos gracias a Dios porque él nos dejó La Biblia como una historia de luchas con las que poder identificarnos. Nos dejó una biblioteca sagrada llena de incertidumbres para ser comentadas en comunidad y meditadas por uno mismo con Dios. Nos dejó los retrocesos y avances de un pueblo, reencuentros, dudas, esperanzas, contradicciones y decepciones similares a las nuestras… Nos dejó una historia de amor con un final feliz manifestado en Jesús. Nos dejó un camino lleno de creatividad que no podemos sistematizar. Nos dejó un mensaje que afirma que todo ya se ha cumplido en Cristo. Para que no nos falte la fe ni el amor.

En el siguiente artículo nos preguntaremos: ¿Cómo funciona la revelación progresiva en La Biblia? ¿Cómo debemos entenderla y aplicarla?

La VERDAD en La Biblia: Literalidad vs. creatividad

Cómo leer lo más difícil de La Biblia. Paso 7                             

Algunas de las dificultades para aceptar la inspiración de textos complicados tienen más que ver con requisitos modernos de definición de verdad que con la propia Biblia. Ciertamente, a muchos evangélicos nos dijeron que la lectura literal es la forma de verdad más elevada y en ocasiones la única posible en La Biblia. Pero esto no es cierto ni siempre se pensó así a lo largo del cristianismo. Ni mucho menos.

El origen de la interpretación literal como sinónimo de verdad

Gran parte de la hermenéutica literalista evangélica actual proviene de círculos religiosos del siglo XIX. Pero al principio no se leía así. Esta mentalidad tuvo su cenit en EE.UU. cuando la teoría de la evolución salta a las escuelas. Como respuesta, muchos cristianos se ponen a la defensiva afirmando que la interpretación literal de La Biblia es la única verdad posible. Esta forma de leer Génesis y gran parte de Las Escrituras fue apropiándose de cada vez más grupos cristianos que contemplaban desconcertados una emergente secularización y pluralidad religiosa nunca vistas antes. Aquel torbellino religioso reaccionó sin tiempos siquiera para indagar con rigor los contextos originales de La Biblia. De hecho, en general los creyentes de aquellos movimientos de hace 100 o 150 años apenas disponían de La Biblia, y gracias. No tenían acceso a recursos extrabíblicos que pudieran explicarles cómo funcionaban unas culturas tan alejadas a las suyas como las de La Biblia. Así que todo se leía con gafas made in USA. Aquel desconocimiento del contexto bíblico dio también lugar a grupos menos ortodoxos de interpretación literalista como los Testigos de Jehová o los Santos de los últimos días, entre otros. Y como todos sabemos, no se trataba de cuatro gatos sino de agrupaciones que llegarían a acumular docenas de millones de adeptos. El mundo protestante de los siglos XIX y XX andaba absolutamente revolucionado en los EE.UU. en el que triunfaban interpretaciones sensacionalistas y poco contextualizadas del texto bíblico.

Lo importante aquí es que aquel boom que popularizó un tipo de lectura literal de La Biblia configuraría el núcleo del estallido misionero que desde el cinturón bíblico estadounidense se expandiría por el resto del planeta difundiendo aquellas particulares forma de entender La Biblia entre las clases populares de América. Haciendo el cuento corto, esto explica por qué determinadas interpretaciones literales de La Biblia son hoy tan populares en nuestras iglesias.

La literalidad no es siempre la mejor forma de transmitir verdad

¿Y por qué esta forma de acercarse a La Biblia triunfó en EE.UU.?  Las razones sociológicas son muchas y extensas. Por traer un solo aporte más, David Casado explica cómo también “La Reforma acabó con la ortodoxia interpretativa establecida más de diez siglos atrás; es decir, acabó con el alegorismo. [Pero] -aclara- Fidelidad no es literalidad […] como ocurre, por ejemplo, en la afirmación de Jesús de reconstruir el templo en tres días (Jn. 2, 19-21). Solo la fidelidad al símbolo permite captar en toda su riqueza y amplitud el mensaje que el autor quiso transmitir[1]”.

En medicina o aeronáutica se utiliza un lenguaje siempre literal. Pero cuando describimos nuestras relaciones, experiencias o determinadas enseñanzas espirituales (y de eso trata La Biblia) el lenguaje literal es con frecuencia el menos apropiado. Cuando alguien nos pregunta: “¿Por qué amas a tu hijo?” no respondemos con datos fisionómicos, históricos o científicos. En lugar de esto, usamos un lenguaje retórico, hiperbólico o poético ¿No es cierto? Pues igual ocurre en Las Escrituras.

Cuando hoy decimos: “como bien le dijo Don Quijote a Sancho…”  lo que pretendemos es poner en valor la sabiduría, la antigüedad o el prestigio de aquello que escribió Miguel de Cervantes a sabiendas de que Don Quiote y Sancho fueron personajes ficticios. El poder de una buena historia creada puede cambiar el mundo con su verdad.

La pedagogía de una gran historia va más allá de que pueda encajarse, o no, con la ciencia de nuestro momento ¡Faltaría más! Las parábolas, por ejemplo, son historias inventadas por Jesús que han transformado millones de vidas con más impacto que innumerables narraciones rigurosamente históricas ¡Historias ficticias que transforman realidades profundas! ¿Acaso puede haber algo más bello y fascinante? Con esto se demuestra que algunas de las mejores y más divinas narraciones no tienen por qué estar basadas en acontecimientos históricos.

Karl Barth expresó la necesidad de situarnos en los pies de los receptores bíblicos cuando dice que “la idea de que la Biblia declara la Palabra de Dios solo cuando habla históricamente es una idea que debe abandonarse […] La presunta equiparación de la Palabra de Dios con un registro “histórico” es un postulado inadmisible que no se origina en la Biblia en absoluto, sino en el infortunado hábito del pensamiento occidental que asume que la realidad de una [narración] se mantiene o cae según sea “historia” o no[2]”.

Géneros bíblicos no literalistas: La hipérbole

El apóstol Pablo dijo que el evangelio “fue proclamado a toda la creación debajo del cielo” (Colosenses 1:23) cuando, literalmente, sabemos que ni siquiera fue proclamado al 0.1% del planeta cuando Pablo escribe aquello.

 ¿Y acaso “toda la tierra procuraba ver a Salomón” como dice 1ª Reyes 10, 24?  ¿Vinieron entonces desde lo que hoy es Australia o América? Obviamente no, pues la intención de este versículo no era exponer exactitud numérica ni geopolítica sino exaltar hiperbólicamente la fama de Salomón. Esto lo hacemos también hoy y nadie piensa que estamos mintiendo. Y en La Biblia ocurre lo mismo.

Otro ejemplo pedagógico de creatividad no literal sería el siguiente: «Un profeta de Creta dice: «Los cretenses siempre son mentirosos” Y esto es verdad» (Tito 1, 12-13). Pero… ¿Cómo puede ser cierto que un cretense diga que los cretenses son “SIEMPRE mentirosos”? 😊 No tiene sentido si lo tomamos literal. Pero resulta una creativa y hasta divertida forma hablar. Luego el texto continúa diciendo que “todos” los cretenses son unas “malas bestias, glotones ociosos”. Así que de nuevo se exagera sin rigor, pues suponemos que existiría algún buen cretense responsable ¡Seguro que sí! Y es que las generalizaciones no son justas si se toman al pie de la letra. Pero aquí se trata simplemente de una exageración dramática, teatralizada. Esta descripción de la ética cretense no es una revelación divina atemporal acerca de todos los habitantes de Creta sino un desahogo de quien debió haber sufrido malas experiencias. Esa es la verdad tras estos versículos.

En otra ocasión, Jesús dijo que la mostaza “es la más pequeña de todas las semillas” (Mt. 13, 31) cuando sabemos que no es la más pequeña. Hay orquídeas, por ejemplo, cuya semilla son menores. Esa fe como un grano de mostaza -continúa Jesús- también hará que podamos decir a una montaña “trasládate de aquí para allá”, y se trasladará” (Mateo 17, 20) cuando nunca vemos a ningún creyente cambiando de sitio montes. Nunca ha ocurrido esto. ¿Y entonces? ¿Jesús miente o se equivoca? ¿Nadie jamás ha tenido un mínimo de fe? Está claro que de nuevo Jesús no habla literalmente sino que busca el impacto en oyentes que tenían interiorizado el grano de mostaza como el más pequeño. Él busca que le comprendan de la mejor manera. Tan importante es tratar de conocer qué dice un pasaje como entender la reacción que quiere provocar en sus oyentes.

Las Escrituras son siempre verdad más allá de su género literario que incluye el simbolismo por doquier. La Biblia es inspirada desde Génesis con su serpiente parlante y con ese Dios que se pasea por el huerto como si necesitara estirar las piernas. La Biblia es verdad hasta su Apocalipsis de bestias con varias cabezas, un libro lleno de esperanza para aquellas siete iglesias familiarizadas con el género apocalíptico tan popular por entonces. Pero Apocalipsis es esperanza para nosotros también si acertamos al leer sus símbolos desde su contexto. Nos ayuda a ver a Dios como esperanza en tribulación y muchas cosas más. Como dice Anthony de Mello, si la historia de la gallina de los huevos de oro estuviese en la Biblia, cuántos cristianos pasarían más tiempo discutiendo sobre cómo fue posible que una gallina físicamente hiciera aquello que aplicando sus lecciones sobre la avaricia.

Mandatos para su contexto, enseñanzas para nosotros

Podemos aprender de todo lo que está en La Biblia a pesar de que sus autores no estuvieran pensando en lectores del siglo XXI. Como cuando Pablo dice: «Haced que se lea entre vosotros la carta que envié a los laodicenses» (Col. 4,16).  De acuerdo… pero aquella carta no ha llegado hasta nosotros. Así que…  ¿Cómo es posible que existan mandatos en su Palabra que son imposibles de aplicar por nosotros hoy? Como ya dijimos, aquí Pablo no se dirige a nosotros sino a una comunidad concreta en Colosas. La inspiración de sus escritos aborda necesidades y circunstancias particulares que pueden ser diferentes a las nuestras. Esto es importante tenerlo en cuenta para comprender bien La Biblia.

Pero entonces ¿Esta orden de leer una carta desconocida no tiene validez para nosotros? La respuesta es que sí nos vale. De este versículo aprendemos -por ejemplo- que esa carta existió. Eso ya es algo ¿No? También aprendemos de la importancia que se le daba a la lectura comunitaria de cartas y que es bueno conocer qué les sucede a otras iglesias. Todo esto son cosas que aprendemos. En cualquier caso, este mandato de “leer la carta a Laodicea” nos muestra que no todo lo que se ordena en La Biblia bajo inspiración divina es siempre de obligado cumplimiento para nosotros hoy.

Del mismo modo, cuando Jesús o un apóstol cita a Noé, a Eva, o a otro personaje bíblico,la enseñanza espiritual debería ser la misma para los cristianos más literalistas que para quienes aceptan la posibilidad de que algunas narraciones sean alegorías o prototípicas. En cualquier caso, el propósito es escudriñar la enseñanza. Como cuando Pablo habla del hijo destetado de Agar diciendo que aquelloes una alegoría, pues estas mujeres son los dos pactos” (Ga. 4, 24). Aquí Pablo proyecta una interpretación alegórica a una narración que fue contada como historia. Pero tratar de analizar el ADN de Agar no confirmará ni desmentirá la verdad de esta cita bíblica. No va de esto. Y es que descubrir las interpretaciones espontáneas que estos símbolos pudieron provocar en aquellas comunidades originales puede ser algo revelador. Nunca mejor dicho.

La verdad de La Biblia entre los primeros cristianos

Entre los cristianos inmediatamente posteriores a La Biblia encontramos citas que aluden a Las Escrituras como la verdad de Dios ¡Claro que sí! Pero esto no significa (como algunos cristianos más literalistas han sugerido) que aquellos primeros creyentes considerasen el literalismo como la mejor y única manifestación de la verdad. La cuestión, por tanto, no es interpretar La Biblia literalmente sino tomarla más en serio y desde su contexto.

Si dentro de mil años alguien leyera el titular de una noticia de 2024 que diga: “Antonio miente y le crece la nariz como a Pinocho” ¿Pensará hombre del futuro que en el año 2024 se produjo un inexplicable crecimiento de la nariz de un tal Antonio? ¿Concluirá ese lector del año 3024 que Pinocho fue un personaje histórico? Si ese lector tuviese una mentalidad simplista y no investigase acerca de nuestras formas de hablar en 2024… ¡Quizás sí piense que existió Pinocho! Pero si esa persona examina otros textos de nuestro tiempo y consulta otros libros y películas de nuestra era, entonces comprobará que la alusión a Pinocho es solo una referencia metafórica. Y que lo que importa es el mensaje.

La semiótica judía es pedagogía, también para hoy

La semiótica es el estudio de los signos y significados del lenguaje, y está muy presente en la narrativa hebrea. Como Pablo R. Andiñach explica: “el análisis literario considera cada detalle del texto como un actor semiótico. Por ejemplo, si un libro profético comienza con la información de la fecha de la actuación del profeta, no se pregunta sobre la veracidad de ese dato sino que la asume como información semiótica que ofrece sentido al relato. Si el Cantar se atribuye en 1,1 a Salomón no le interesa constatar si fue en realidad el autor material, pero se hace la pregunta: ¿Qué significa que el libro diga que ha sido compuesto por Salomón? Al ver que en Gn 12,10-20 y 20,1-18 se narran dos historias muy parecidas sobre Abraham y Sara la pregunta de la semiótica es: ¿Cuál es el sentido de poseer estas dos historias? […] el esfuerzo de la crítica bíblica es describir el contexto social, religioso, cultural en que surgió cada libro […] pero el sentido no reside en esa reconstrucción, sino que la hermenéutica se aprovecha de ella para ir más allá […] se trata de que esa lectura modifique nuestra comprensión de la historia, de la teología y de la vida[3]”.

Como dice Brian Zahnd de La Biblia: “Entiende para qué se usan las formas y deja de esforzarte en perder de vista los puntos claves. Intenta aprender qué importa y qué no. No se trata de dónde y cuándo vivió Job sino de lo que Job aprendió. No se trata de encontrar el arca de Noé sino de librar al mundo de la violencia. No va de que una serpiente pueda hablar sino de lo que ese maldito ser dijo. Aunque nunca he conocido una serpiente parlante, sí he tenido pensamientos de serpiente en mi cabeza. La parábola y la metáfora tienen su propia forma de tirarnos al suelo […] El literalismo plano empequeñece la historia, la confina en el tiempo y la hace irrelevante. Pero la poesía y la alegoría viajan a través del tiempo y del espacio para adherirse a nuestro rostro. Los acontecimientos inertes se archivan fácilmente, pero la historia bien expresada te perseguirá. Deja que haya asombro, misterio. Es tiempo de que la historia de La Biblia salga de la jaula y entre en escena. Permite que la historia se filtre en tu vida y comience a entretejerse con tu propia historia. Ahí será entonces cuando, por fin, querido amigo, estarás leyendo bien la Biblia”.[4]

A modo de ejemplo, en el siguiente artículo sobre «La creatividad de las profecías mesiánicas» comprobaremos cómo estas profecías fueron muy poco o nada literales en su cumplimiento y el sentido de aplicación que esto tiene para nosotros.


[1] David Casado. El apocalipsis. Clie, 2004, pp. 42-43

[2] Karl Barth, Dogmática eclesial, vol. 3, pt. 1:82

[3] Pablo R. Andiñach, Introducción hermenéutica al Antiguo Testamento. Verbo Divino, 2012, p. 37, 38 y 40

[4] Brian Zahnd, adaptado del poema Reading The Bible Right (Cómo leer bien La Biblia),

La VERDAD según La Biblia: Un estilo de vida

Cómo leer lo más difícil de La Biblia. Paso 6

Para afirmar que La Biblia es verdadera debemos hacernos una pregunta previa: ¿Qué es La Verdad en La Biblia? ¿Es un mero conocimiento intelectual contrastado? Lo cierto es que esta idea “moderna” de verdad sí aparece en La Biblia, sí. Pero, al mismo tiempo, la verdad bíblica es un concepto mucho más amplio.

La verdad entendida como aquello empíricamente verificable es solo un tipo de verdad, muy nuestra, muy dominante tras la modernidad y en estos tiempos posteriores. Este concepto reduccionista de la verdad es también característico de la apologética cristiana actual derivando, paradójicamente, en el descrédito de la Biblia misma. Pero La Biblia va mucho más allá de este concepto que hoy nos parece casi el único válido para definir en qué consiste la verdad. Entre otras cosas, los autores bíblicos van más allá de esta noción porque tenían plena conciencia de que las personas necesitamos más que datos empíricos para encontrar nuestra identidad y el propósito de la vida.

Aletheia: La verdad como estilo de vida                                         

Aletheia es el término griego del Nuevo Testamento que se ha traducido en nuestras Biblias como “verdad”. Significa principalmente “practicar la verdad” (Concordancia Strong) además de decirla. De hecho, aletheia definía el concepto filosófico acerca de la práctica coherente de aquello que se afirma. El término derivado traducido como “verdadero” también significa: “sincero, fiable, genuino”, auténtico, real, veraz, fiel” (Diccionario Verbo Divino). Algo verdadero (aletheia) equivale a menudo a un testimonio de vida coherente. Es lo contrario al postureo o la hipocresía que se confronta desde un estilo de vida genuino, fiable, que bendice y que transforma el mundo.

Este concepto se manifiesta en el Antiguo Testamento y en una Biblia llena de ejemplos en los que La verdad equivale a una práctica contrastada de valores éticos como, por ejemplo, la fidelidad.

Un ejemplo: Fidelidad = Verdad

La primera vez que aparece la palabra “verdad” en muchas de nuestras traducciones es en Génesis 24: 26, 27. Es tal la fuerza de su sentido como valor de coherencia que en algunas versiones es traducida como “fidelidad”:

 “¡Bendito sea el Señor, el Dios de mi amo Abrahán, que no ha dejado de manifestar con mi amo su amor y su FIDELIDAD guiando mis pasos” (Versión La Palabra). En otras versiones como la RV60, el término se traduce como “verdad” ¿Y por qué?

Esto es debido a que su significado en el relato es equivalente. Verdad y fidelidad es lo mismo para la cultura hebrea. Dios mostró la verdad a su sirviente demostrando que era fiel, digno de confianza. Y por eso es verdadero. La verdad en este y otros textos de La Biblia no trata tanto de comprobar hechos verificados empíricamente sino de una vida ejemplar que manifiesta consecuencias positivas.

Como Proverbios 8, 7 cuando dice: “Mi boca paladea la verdad, pues la maldad repugna a mis labios”. Fijémonos cómo el proverbio no contrapone la verdad a la mentira ni a los datos falsos (como haríamos nosotros), sino a la maldad. Aquí la verdad equivale de nuevo a hacer el bien. Un acto de bendición es, por tanto, un acto de verdad que afecta positivamente a otras personas.

Como vemos, La verdad de La Biblia no se valida desde nuestros criterios occidentales más establecidos tras la revolución científica. Como Yolanda Monroy afirma[1], Las Escrituras a menudo no definen la verdad como conocimiento o como datos contrastados sino como aquello que Dios es. Hemos visto la fidelidad o confianza como sinónimo de verdad (Gn. 24, 26-27). Como también podríamos verlo en la integridad (Mateo 22, 16) o en el criterio para realizar un juicio justo (Juan 5, 31-36). Son muchos los ejemplos en los que la verdad es equivalente a una actitud de coherencia moral liberadora.

¿Cómo saber que Jesús es La verdad?

El evangelio de Juan es el libro más empeñado de toda La Biblia en mostrar que Jesús es La verdad: “Y el que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero; y él sabe que dice verdad, para que vosotros también creáis” (Juan 19, 35) Fijémonos en la cadena lógica del versículo. 1) Lo primero que ven los testigos es su testimonio, su estilo de vida. 2) Luego, la observación de esa vida produce confianza en el observador acerca de lo que él dice. 3) Y como consecuencia, muchos creen en él.

En otras palabras: ¿Cómo sabían que Jesús estaba diciendo la verdad? ¿Cómo sabían que él era verdadero? Respuesta: Por su testimonio, por su coherencia en un estilo de vida que traía liberación en las personas.

Bien. ¿Pero qué pasa con quienes no hemos visto a Jesús en persona? El evangelio de Juan trata de demostrar a una generación que no ha visto a Jesús que él es la verdad. Se escribe a personas de todos los rincones del imperio que no sabían siquiera qué era eso de un Mesías y que, por tanto, tampoco esperan uno. Y si Jesús ya no está visible entre nosotros ¿Cómo sabrá el mundo que él es La verdad? ¡Los retos de este evangelio de Juan eran fuertes!

Una respuesta que ofrece este evangelio es que, a pensar de nuestras imperfecciones, la gente puede comprobar que Jesús y La Biblia son verdaderos viéndonos a nosotros. Sí. Pensemos en la expresión “vosotros sois el cuerpo de Cristo” (1ª Co. 12, 17) que Pablo también recoge. Esto significa que a Cristo pueden verlo en nosotros, que somos los embajadores del Reino de la verdad. Y por eso Juan dice que “los que actúan conforme a la verdad buscan la luz para que aparezca con toda claridad que es Dios quien inspira sus acciones.” (Juan 3, 19-21). Juan narra las señales y acciones de Jesús para que la gente sepa lo que él hizo y para que los cristianos puedan reflejar un ejemplo similar a quienes no lo conocieron.

En otros evangelios Jesús expondrá este mismo poderoso desafío: “Así brille vuestra luz delante de las personas, para que vean vuestras buenas acciones y así glorifiquen a vuestro Padre celestial” (Mateo 5, 16). La Biblia nos habla de practicar la verdad de Dios mediante el amor hacia Dios y al prójimo, expresión con la que Jesús resume el propósito de toda la revelación (Mateo 7, 12) ¡Amen y amen! (sin tilde).

La verdad, por tanto, son fundamentalmente marcas del carácter cristiano. Producen confianza en quienes nos rodean y descolocan para bien a quienes nos observan. Es La apologética y La evangelización de élite. Ser verdadero en La Biblia es un estilo de vida poderoso que llama la atención. Nuestra conducta en los momentos importantes será a menudo el mejor valedor de que La Biblia es verdadera, pues como Pablo dice a los cristianos de Tesalónica: “el mensaje evangélico de Dios que os proclamamos, no fue un mensaje humano el que acogisteis sino, como es en verdad, un mensaje divino que sigue actuando en vosotros los creyentes”. (1Ts. 2,13).

Somos el cuerpo de Cristo, y en un sentido maravillosamente pedagógico somos La Biblia que el mundo examina. Como Pablo afirma: “nuestras epístolas, nuestras cartas sois vosotros, conocidas y leídas por todos los hombres; siendo manifiesto que sois carta de Cristo, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón”. (2ª Co. 3. 2-3).

Doy gracias a Dios por el testimonio de tantos cristianos que han fortalecido mi fe con su ejemplo de vida. Familiares, amigos y héroes anónimos sin altavoz mediático que me han demostrado con sus hechos que Jesús es la verdad que transforma vidas para bien. Por esto también creo. Y con este propósito me acerco a La Biblia, también a los textos más difíciles y raros: Para ser llevado a las buenas obras, que es el fin de la inspiración según la única vez en la que aparece el término inspiración en La Biblia (2ª Ti. 3, 16-17). Inspirados para inspirar es la mayor señal de que nuestro Dios es verdad.

En el próximo artículo «La VERDAD en La Biblia: Creatividad vs. Literalidad» veremos cómo la inspiración bíblica a menudo se manifiesta desde la alegoría o desde creativas respuestas a los sistemas de pensamiento que en la antigüedad forjaban el destino de los pueblos para someterlos. Comprobaremos también cómo este literalismo a modo de exigencia de “veracidad” es un producto de la modernidad, no de La Biblia.


[1] Yolanda Monroy, ¿Es la Biblia verdad? 15-09-2022 https://www.youtube.com/watch?v=j8wBwZ-7I5Y