sábado, marzo 15, 2025
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Paso 6. La VERDAD según La Biblia: Un estilo de vida

Cómo leer lo más difícil de La Biblia. Paso 6 de 15

Para afirmar que La Biblia es verdadera conviene hacernos una pregunta previa: ¿Qué es La Verdad en La Biblia? ¿Mero conocimiento intelectual contrastado?  

La verdad entendida como aquello empíricamente verificable es solo un tipo de verdad, muy de nuestra cultura, muy dominante tras la modernidad. Este concepto reduccionista de la verdad es también característico de la apologética cristiana actual. Esta idea, paradójicamente, alimenta la percepción de descrédito de la Biblia según algunas encuestas (Barna), pues la narrativa bíblica no pretende ofrecer datos científicos o verificables a «nuestro estilo». La verdad en la narrativa bíblica es en su origen un concepto mucho más amplio y profundo que nos lleva a encontrar nuestra identidad y el propósito de la vida.

Aletheia: La verdad como estilo de vida                         

Aletheia es el término griego del Nuevo Testamento que se ha traducido en nuestras Biblias como “verdad”. Significa principalmente “practicar la verdad” (Concordancia Strong) además de decirla. Aletheia definía el concepto filosófico acerca de la práctica coherente de aquello que se afirma ¡Y esto es muy importante! El término que traducimos como “verdadero” también significa: “sincero, fiable, genuino”, auténtico, real, veraz, fiel” (Diccionario Verbo Divino). Algo verdadero (aletheia) equivale a menudo a un testimonio de vida coherente. Es lo contrario al postureo o la hipocresía que se confronta desde un estilo de vida genuino, fiable, que bendice y que transforma el mundo.

Este concepto se manifiesta también en el Antiguo Testamento y en toda una Biblia llena de ejemplos en los que La verdad equivale a una práctica contrastada de valores.

Veamos unos ejemplos:                                                                                      

Fidelidad = Verdad

La primera vez que aparece la palabra “verdad” en muchas de nuestras traducciones es en Génesis 24: 26, 27. Es tan grande la fuerza de su sentido como «coherencia» que en algunas versiones es traducida como “fidelidad”:

 “¡Bendito sea el Señor, el Dios de mi amo Abrahán, que no ha dejado de manifestar con mi amo su amor y su FIDELIDAD guiando mis pasos” (Versión La Palabra). En otras versiones como la RV60, el término se traduce como “verdad” ¿Y por qué?

Verdad y fidelidad es lo mismo para la cultura hebrea. Dios reveló la verdad a su sirviente demostrando que era fiel, digno de confianza. Y por eso es verdadero. La verdad en este y otros textos de La Biblia no trata de hechos verificados empíricamente sino de una vida ejemplar que manifiesta consecuencias positivas.

Verdad = Hacer el bien

Proverbios 8, 7 dice: “Mi boca paladea la verdad, pues la maldad repugna a mis labios”. Fijémonos cómo no contrapone la verdad a la mentira ni a los datos falsos (como haríamos nosotros), sino a la maldad. Aquí la verdad equivale de nuevo a hacer el bien. Un acto de bendición es, por tanto, una manifestación de la verdad. Lo que no bendice es verborrea y morralla.

Como Yolanda Monroy afirma[1], Las Escrituras a menudo no definen la verdad como conocimiento o datos contrastados sino como aquello que Dios es.

Hemos visto el ejemplo de la fidelidad o confianza como sinónimo de verdad (Gn. 24, 26-27). Pero también podemos verlo en la integridad (Mateo 22, 16) o en el criterio para realizar un juicio justo (Juan 5, 31-36). Son muchos los ejemplos en los que la verdad es equivalente a una actitud liberadora basada en la fidelidad.

¿Cómo saber que Jesús es La verdad?

El evangelio de Juan es el libro más empeñado de toda La Biblia en mostrar que Jesús es La verdad. Es su tema central: “Y el que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero; y él sabe que dice verdad, para que vosotros también creáis” (Juan 19, 35).

Fijémonos en la cadena lógica del versículo. 1) Lo primero que ven los testigos es su testimonio, su estilo de vida. 2) Luego, la observación de esa vida produce confianza en el observador acerca de lo que él dice. 3) Y como consecuencia, muchos creen en él.

En otras palabras: ¿Cómo sabían que Jesús estaba diciendo la verdad? ¿Cómo sabían que él era verdadero? Respuesta: Por su testimonio, por su coherencia en un estilo de vida que traía resultados tangibles de liberación.

Bien. ¿Pero qué pasa con quienes no hemos visto a Jesús en persona? Bueno, pues precisamente el evangelio de Juan trata de demostrar a una generación que no ha visto a Jesús que él es la verdad. Se escribe a personas de los rincones del imperio que no sabían ni qué era eso de un Mesías y que, por tanto, no esperan uno.

Y si Jesús ya no está visible entre nosotros ¿Cómo sabrá el mundo que él es La verdad? ¡Los retos del evangelio de Juan son fuertes!

¿Y cómo afronta el evangelio de Juan  este reto?

Una de las respuestas que ofrece este evangelio es que, a pensar de nuestras imperfecciones, la gente puede comprobar que Jesús y La Biblia son verdaderos viéndonos a nosotros. Sí. 

Pensemos en la expresión “vosotros sois el cuerpo de Cristo” (1ª Co. 12, 17) que Pablo también recoge. Esto significa que a Cristo pueden verlo en nosotros, que somos embajadores del Reino de la verdad. Y por eso Juan dice que “los que actúan conforme a la verdad buscan la luz para que aparezca con toda claridad que es Dios quien inspira sus acciones.” (Juan 3, 19-21).

El evangelio de Juan narra las señales y acciones de Jesús para que la gente sepa lo que él hizo y para que los cristianos podamos reproducir su ejemplo a quienes no lo conocieron.

En otros evangelios Jesús expondrá este mismo desafío: “Así brille vuestra luz delante de las personas, para que vean vuestras buenas acciones y así glorifiquen a vuestro Padre celestial” (Mateo 5, 16).

Y es que La Biblia habla de practicar la verdad de Dios principalmente mediante el amor hacia Dios y al prójimo, expresión con la que Jesús resume el propósito de toda la revelación (Mateo 7, 12) ¡Amén, ¡Amen! (esta segunda, sin tilde).

La verdad se manifiesta a un mundo descreído desde las marcas del carácter cristiano. Estas producen confianza en quienes nos rodean y descolocan para bien a quienes nos observan. Es La apologética y La evangelización de Verdad, nunca mejor dicho. Porque ser verdadero en La Biblia es un estilo de vida poderoso que llama la atención.

Nuestra conducta en los momentos importantes es el mejor valedor de que Jesús es verdadero, pues como Pablo dice: “el mensaje evangélico de Dios que os proclamamos, no fue un mensaje humano el que acogisteis sino, como es en verdad, un mensaje divino que sigue actuando en vosotros los creyentes”. (1 Ts. 2,13).

“Nuestras epístolas, nuestras cartas sois vosotros, conocidas y leídas por todos los hombres; siendo manifiesto que sois carta de Cristo, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón”. (2ª Co. 3. 2-3).

Doy gracias a Dios por el testimonio de tantos cristianos que han fortalecido mi fe con su ejemplo de vida en la cercanía. Por esto también creo. 

[1] Yolanda Monroy, ¿Es la Biblia verdad? 15-09-2022 https://www.youtube.com/watch?v=j8wBwZ-7I5Y

Paso 5. Qué debes saber de las TRADUCCIONES de La Biblia

Cómo leer lo más difícil de La Biblia. Paso 5 de 15

Nuestras Biblias son buenas traducciones, pero no perfectas. Tener esto en cuenta es muy importante ¡Imagina cuánto daño puede hacerse por aplicar una mala traducción de La Palabra de Dios! (¡Y esto ocurre a menudo!). Por esto debemos ser conscientes de que nuestras traducciones poseen algún grado de trastoque del mensaje original. Aunque esta realidad es incómoda y un tanto tabú en las iglesias, necesitamos abordarla del mejor modo posible si queremos honrar el texto bíblico. Vayamos a ello…

Nuestra Biblia es una traducción ¡Que va mejorando!

Los últimos hallazgos lingüísticos son cuantiosos y esto es algo muy bueno. Nos demuestran también que algunos versículos de versiones tradicionales realizaron adaptaciones a nuestros idiomas un tanto dudosas y discutibles. Los dos últimos siglos han arrojado más luz arqueológica sobre las culturas bíblicas que los dieciocho anteriores juntos. Y lo mismo podemos decir de los manuscritos bíblicos ¡Hoy son más y mejores que hace cinco siglos! ¡Y esto es maravilloso! Pero claro… Para parte de la comunidad religiosa más tradicional no es fácil admitir que determinados versículos que fueron repetidos por generaciones necesitan ser revisados. La fuerza de la costumbre es muy poderosa, especialmente en el contexto religioso. Y esto puede ser un problema.  

Lo paradójico de este rechazo psicológico a la revisión de nuestras traducciones es que en realidad no se está cambiando “lo de siempre” (como muchos perciben) sino que se trata de justo lo contrario. Gracias a la evidencia acumulada en las últimas décadas, el revisionismo de una traducción propone acercarnos aún más a lo que debieron ser los términos y expresiones bíblicas originales. Por esto en ocasiones se propone sustituir aquellas expresiones que un día se distorsionaron en nuestros idiomas debido a los sesgados y limitados conocimientos de los traductores de hace siglos. Estos también han proyectado sobre términos bíblicos un significado que era más propio de la cultura del traductor que de la del autor bíblico original. E insistimos… en esto se ha avanzado mucho.

Lo que pone en mi Biblia de toda la vida… ¡Que nadie me lo toque! El ejemplo de “sodomitas”.

Por poner un ejemplo de este rechazo general a que se hagan traducciones “nuevas” (que como decimos, trata de volver con más rigor a lo original) citamos la versión Reina Valera 1960 (RV60), en 1ª Timoteo 1, 9-10 donde dice: “La ley no fue dada para el justo, sino […]  para los fornicarios, para los sodomitas (arsenokoitai)…”.

Bien. La RV60 ha puesto en español la palabra “sodomita” aquí y en otros versículos referidos a determinadas prácticas sexuales condenadas, casi todos del Antiguo Testamento (aunque el ejemplo de Timoteo es en griego). Sin embargo, el término “sodomitas” vertido en estos textos no existe en los manuscritos griegos. De hecho, el término a menudo no hace alusión alguna a los habitantes de Sodoma ni a practicantes de la homosexualidad (que es otra de las acepciones de “sodomita” según nuestros diccionarios actuales).

Rectificar es de sabios, y en el caso del Antiguo Testamento, el comité traductor de la Nueva Versión Internacional (NVI) dejó de verter el término hebreo “qadesh” (pl. qedeshim) como “sodomita”. El comunicado del comité traductor de la NVI aclaraba que el “auténtico significado es ‘prostitución sagrada’, que era una actividad prominente y notable en los cultos sagrados de los cananitas a los dioses y diosas de la fertilidad[1]”.

Pero traducir en estos casos “sodomitas” u “homosexuales”, es una interpretación errónea (o tendenciosa) de traductores del pasado. Así de simple. Estos son los hechos acerca de lo que hoy sabemos del término gadesh. No son opiniones ni posicionamientos teológicos como decimos. No tiene que ver con estar a favor o en contra de una práctica homosexual sino respetar y amar aquello que dice el texto.

Lamentablemente- en lugar de felicitar al comité de la NVI por ajustarse mejor a lo que hoy sabemos de la revelación bíblica, la NVI fue objeto de numerosos boicots por parte de iglesias y cristianos. Ante la avalancha de estas críticas, la NVI emitió un comunicado afirmando que ellos sí condenaban la homosexualidad como un pecado. Pero este no era el asunto. No se trataba de saber qué pensaban los integrantes del comité traductor sobre la homosexualidad sino de qué dice el texto bíblico que nos ha llegado ¿No es cierto? Lo terrible aquí es que a muchos cristianos no les importaba realmente que sus Biblias hubieran estado tergiversadas si dicha tergiversación confirma sus creencias acerca de la homosexualidad. (de los procesos de confirmación de sesgo ya hemos hablado). Esto no respeta La Biblia y es una advertencia que queríamos comentar en esta serie acerca de cómo comprender mejor el texto bíblico. Pues como ya hemos dicho en otras ocasiones, no todo el mundo quiere comprender mejor La Biblia.

A tener en cuenta antes de interpretar

Entrando en las dificultades que algunos textos presentan para su traducción debemos saber que existen términos de los idiomas bíblicos que no tienen equivalentes puros en nuestro idioma. Hay palabras -por ejemplo- que se usaron originalmente en La Biblia con un doble sentido debido a que este (como en cualquier idioma) poseía diferentes acepciones en su cultura.

Existe una distancia de idioma, de miles de años y hasta de miles de kilómetros entre nosotros y el texto bíblico. Esto hace que aquellas frases o términos no siempre posean en nuestro idioma el mismo juego de palabras o doble sentido intencional. Este es un problema habitual en traducciones de este tipo y cuyo resultado es la pérdida de todo o de gran parte del sentido intencional original de algunas narraciones bíblicas ¡Esto no ocurre en todos los versículos! Pero sí en algunos con los que debemos ser prudentes al interpretarlos. Especialmente cuando nuestra interpretación suponga una fractura con otras personas. En estos casos hay que indagarlo todo mejor y ser muy humilde.

Algunos lectores cristianos se estarán incomodando al leer todo esto. Pero que podamos ir mejorando nuestras traducciones que tanto nos han bendecido es algo maravilloso. Estos descubrimientos que traen mejoras son una luz progresiva también en la historia de las traducciones bíblicas. Son una muestra de que, a pesar de todo, Dios nos ha hablado con las limitaciones de cada generación al mismo tiempo que aumenta su luz sobre nosotros ¡Y esto es genial! Damos gracias a Dios por ello.

Un ejemplo de problemática en nuestro idioma:

Si hoy quisiéramos contar que un obrero de la construcción (llamado Antonio) ha sido engañado por su patrón mediante una fraudulenta propuesta de inversiones financieras (algo que resulta ajeno a su trabajo cotidiano como peón de obra) y queremos decir que Antonio aún no se ha dado cuenta de esta estafa, podríamos describir esta situación con cierta sorna diciendo (con doble sentido irónico): “Ahí podemos ver cómo el obrero Antonio sigue “picando”.”. El sarcasmo de nuestra frase reside en que al mismo tiempo que todos ven cómo Antonio está picando con un pico la piedra de la carretera, estamos aprovechando esa imagen para decirles a nuestros lectores que Antonio aún sigue engañado (“picar” en español de España también puede significar “ser engañado”).

Bien. Pero ¿Y cómo se traduciría esta expresión a un idioma que no tiene un mismo vocablo (el verbo picar) para referirse al golpeo con un pico y también a ser engañado? ¡Qué difícil! ¿Cierto? Pero los problemas para traducir esto no acaban aquí… ¿Y si el traductor futuro de nuestro texto se equivoca al traducir porque erróneamente está deduciendo que el autor original quería comunicar este doble sentido cuando quizás no era así? ¿Y si el autor solo quería describir el acto de picar piedra de Antonio sin aludir a que fue engañado por su jefe? Pero… (como diría el humorista) ¿Y si sí? …

Los traductores no pueden meterse dentro de la cabeza del autor bíblico para conocer exactamente su intención en cada frase. Pensemos también en que las cartas del Nuevo Testamento se enviaban a iglesias de las que desconocemos muchas de las cosas que pasaban que sí eran conocidas por el autor de la epístola.

Si no disponemos de muchas explicaciones ofrecidas por el autor original se producen situaciones en las que el traductor está obligado a interpretar o deducir sin una plena seguridad por su parte de qué quiso decir exactamente el autor bíblico.

Y para complicarlo aún más … (seguimos con el ejemplo) ¿Y si pasados 1000 años de nuestro escrito acerca de “Antonio sigue picando” descubren por primera vez que “picar” también significa para nosotros “comer entre horas”? Quizás los traductores del futuro tendrían que abrirse a la nueva posibilidad de una mejor traducción. O al menos estarían llamados a no ser muy dogmáticos con su interpretación de este relato ¡Y es ahí a donde queremos llegar! Humildad y prudencia ante determinados versículos.

Creo que podemos entender un poco mejor a los musulmanes cuando dicen que el Corán solo debería leerse en su lengua original ¿No es cierto?

Se trata de realismo y reverencia a La Palabra de Dios. Y por eso hablamos de las traducciones en esta serie: Porque tomar como Palabra de Dios una interpretación que depende de una mala traducción puede ser un desastre.

Hay una base confiable que deriva en Jesús

Nuestras Biblias son un gran trabajo de traducción, aunque no perfecto. La mayoría de los versículos pueden traducirse con confianza, aunque no siempre ha sido posible reflejar todas las intenciones, polisemias o juegos de palabras del idioma original. Incluso hay términos hebreos y griegos cuyo significado original no está 100% claro.

¿Y cómo afrontar esto? Bueno, los expertos coinciden en que “lo gordo” de La Biblia está bien traducido. Podemos estar tranquilos. Pero la labor de traducción no deja de ser otro filtro humano. Los traductores no escapan de sus condicionantes religiosos, prejuicios, experiencias o presiones de mercado. Esta es la realidad que, por amor a Las Sagradas Escrituras, no debemos barrer debajo de la alfombra.

Algunos se preguntarán: ¿Y por qué Dios permite este punto de incertidumbre en nuestras traducciones? … Pues no lo sabemos. Quizás Dios quiera que nos centremos en lo esencial y que dependamos más de Él siendo más humildes y comprensivos con el otro. Quizás Dios quiera recordarnos que no puede haber intérpretes infalibles entre nosotros y que Él es La Palabra. Esta imperfección textual nos debería recordar que el amor también está hecho para sostener la incertidumbre. A fin de cuentas, de eso trata la vida cristiana ¿No? ¡Vivan nuestras traducciones imperfectas!

En el siguiente artículo «¿Qué es La verdad en La Biblia?» veremos que equivale a un estilo de vida confiable y coherente ¿Qué significa ser verdadero? ¿Cómo se demuestra a una generación escéptica que Jesús es La Verdad? Lo veremos…

[1] Dr. Luciano Jaramillo, secretario del comité de traducción de la NVI. 2013,  https://www.youtube.com/watch?v=uHjQRulcHoc 

Paso 4. La «verdadera» interpretación y la deconstrucción de la fe

Cómo leer lo más difícil de La Biblia. Paso 4 de 15

En el anterior artículo hablamos de la importancia de comprender los factores psicológicos, religiosos y sociales que condicionan nuestra interpretación de La Biblia. Aquí hablaremos de cómo el análisis de estos condicionamientos nos puede llevar a una necesaria deconstrucción de algunas doctrinas aprendidas. Así que, adelante… 

¿Exige la sana doctrina una interpretación siempre inflexible? ¿Qué dice La Biblia?

Si Dios hubiera querido entregarnos un manual de teología sistemática, nos lo hubiera dado. Sin duda. Pero no lo hizo. Inspiró textos abiertos y creativos para ser leídos en comunidad ¿Significa esto que es imposible decantarse por una interpretación “verdadera” de cada asunto bíblico? No.

Cada uno de nosotros tenemos la responsabilidad de seguir a Cristo desde la luz que hemos recibido en conciencia y coherencia. (El último artículo de esta serie estará dedicado a La verdad de La Biblia).

En cada comunidad de fe será frecuente (cada vez más) que nuestro hermano tenga filtros de interpretación diferentes a los míos. Y es ahí donde entra el amor y la humildad como oportunidad para la convivencia y la edificación, algo que forma parte del propósito de la iglesia.

Y es que de eso también trata La Biblia cuando nos muestra narraciones desde diferentes ángulos y posibilidades.

Tomando en cuenta nuestra naturaleza caída asumimos que somos imperfectos y condicionados también cuando interpretamos Las Escrituras. Al mismo tiempo, La Biblia nos llaman a perseguir la sana doctrina de Dios. Así que se trata de equilibrio entre no creernos intérpretes infalibles y no abrazar un relativismo extremo que no vivifica y no  sirve de guía.

Qué es la deconstrucción de la fe

Llegados a este punto, algunos descubren que aquello que les enseñaron al hacerse cristianos hoy no les resulta firme ni convincente ¡Menudo shock! ¿Y qué hago entonces? ¿Abandono la fe? ¿O quizás existen otras formas más coherentes de vivir el cristianismo y La Biblia? A la respuesta afirmativa a esta última pregunta lo llamamos deconstrucción ¿Y qué es la deconstrucción?

El diccionario de la RAE define el verbo deconstruir como “Deshacer analíticamente algo para darle una nueva estructura”. El término deconstrucción es definido como el “desmontaje de un concepto o de una construcción intelectual por medio de su análisis”.

Esto significa que una auténtica deconstrucción no hace abandonar la fe sin antes reflexionarla. No echa todo por la borda sino que contempla posibilidades que puedan reafirmar la fe más coherentemente. 

Deconstruir para edificar consiste en identificar qué aspectos humanos de nuestras creencias actuales son cuestionables y qué puede haber de útil y verdadero en todo lo aprendido como cristiano dentro de un contexto espacio-temporal. No todo se tira.

La sensación de pérdida tras descubrir que algunos de los dogmas aprendidos no son tan sólidos suponen un impacto negativo en nuestras vidas. Pero el alivio llega cuando comprendemos que deshacerse de ellos no tiene que ver con perder a Dios sino con replantearnos una mejor interpretación de Él.

Deconstruir una fe poco sólida y pueril para reconstruir una fe más real tiene que ver con nuestra liberación y con la obra del Espíritu. Una deconstrucción saludable es esfuerzo para deshacerse de imágenes de lo divino construidas desde el miedo o la tentación del poder que tanto nos dominan incluso sin reconocerlo.

Deconstruir para reconstruir una fe más genuina requiere valentía para sacudirse aquello que desde hace tiempo sospechábamos que no venía de un Dios sublime. “Si el Hijo de Dios nos liberta seremos verdaderamente libres…” algo que implica ser libres del miedo a las personas y de redescubrir el amor de Dios desde un nivel más profundo que el presentado por la religión controlada. Deconstruir trata del cómo es y de trabajar por la iglesia del presente y del futuro ¿Qué legado vamos a dejar a nuestros hijos? ¿Argumentos bíblicos (que no son tales) poco pensados que se responden fácilmente desde una búsqueda en ChatGPT? Es el esfuerzo para indagar la verdad desde la compasión y la humildad desde un Jesús mostró como modelo de imitación y como la luz que disipa la duda. Él es la llave. No la tradición. Ni siquiera las teologías dominantes de hoy que en algunos casos merecen ser repensadas. Jesús es el camino siempre.

Esto debería permitirnos seguir compartiendo lazos de amor con el hermano que no ha llegado a nuestras mismas conclusiones teológicas, si es que el otro hermano lo permite, claro.

Si nuestra deconstrucción nos lleva a mirar al otro por encima del hombro es porque aún no es una auténtica construcción. Cada persona es única y lleva su propia mochila. Deconstruir y construir es importante porque se trata de la esclavitud y de la liberación. Va de religión ciega o de ver. Deconstruir también trata de cómo es y de cómo será el futuro de la iglesia. Requiere misericordia y humildad. Y siempre amor, esa esencia divina que según La Biblia nunca terminará.

Jesús y la deconstrucción: Asomándonos detrás del velo

En este proceso de deconstrucción hay una esencia que no puede deconstruirse puesto que esa esencia es quién nos deconstruye a nosotros: La persona de Jesús. Él es el punto de referencia para toda deconstrucción y construcción, la roca que sostiene el edificio.

Las doctrinas son importantes, sí, pero no son el camino, la verdad ni la vida.

Seguramente aquella mujer no estuviera siquiera capacitada para asumir las bases de fe de nuestra iglesia local. Pero nada de eso importó cuando recibió ese toque restaurador del Salvador que tanto buscaba.

¿Importa entonces nuestra doctrina?

Dedicar un artículo a la toma de conciencia de nuestras limitaciones como intérpretes falibles puede crear zozobra: ¿Acaso no podemos estar seguros entonces de las verdades de La Biblia? ¿Vale con creer en cualquier cosa? 

Ciertamente, hay verdades y atributos de Dios que sí son suficientemente claros en La Biblia: Su fidelidad, amor, paz, misericordia, justicia, restauración… También es claro que murió por nuestros pecados y que resucitó. O que la ley se resume en amar a Dios y al prójimo. Y muchas otras cosas que están muy claras en La Biblia. Lo fundamental para nuestro caminar diario sí está suficientemente claro en La Biblia. Aunque quizás no lo sean tantas cosas como solemos enseñar en nuestras iglesias.

Además, nuestros condicionantes y limitaciones no son solo algo malo como consecuencia del pecado. Son también una oportunidad para nuestro crecimiento y la convivencia en amor.

La doctrina es muy importante. Pero…

Es la propia Biblia la que nos enseña que el propósito de la doctrina no es caminar “puestos los ojos en Jesús, el autor y finalizador de la fe” (Hebreos 12, 2).

Eso quiere decir que toda información religiosa (a menudo confusa) debe ser filtrada desde el Jesús que a los arrogantes estudiosos de La Biblia les dice: “Escudriñáis Las Escrituras, porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; y no queréis venir a mí para que tengáis vida” (Juan 5, 39).

Esto quiere decir que la “sana doctrina” no es en realidad la vida. La familia de Dios no está compuesta por los más listos ni los teólogos más afinados. La vida consiste en seguir a ese Jesús que mostraba empatía con quien le tocaba y le buscaba y que seguro que hubieran sacado un “cero” en un examen de teología sistemática de cualquier seminario.

Somos intérpretes falibles, caídos y muy condicionados por las gafas de nuestra historia personal y general con las que leemos La Biblia. Eso era lo que olvidaban los fariseos a los que Jesús reprenden.

¿Qué teología debió tener la mujer del flujo de sangre a quién, tras tocar su manto, Jesús le dice: “Ten ánimo, tú fe te ha salvado”? (Mateo 9, 22) ¿Qué creería aquella mujer respecto al comer carne sacrificada a ídolos? ¿Cuál era su posición acerca del matrimonio ilegal entre esclavos? ¿Qué teología tendría aquella señora acerca del Cielo o del Infierno?

Nada de esto importó cuando recibió el toque restaurador que tanto buscaba. Me quedo con que puedo llamarla hermana.

“Ahora vemos confusamente, como por espejo; y un día veremos cara a cara. Ahora conozco sólo de forma limitada [y que] tres cosas hay que ahora permanecen: la fe, la esperanza, el amor. De todas ellas, la más grande es el amor.” (1ª Corintios 13).

No fueron los hippies sino Jesús quien afirmaría primeramente que toda La Ley (toda La Biblia) se resume en amar a Dios y al prójimo. Pues “en esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos por los otros” (Juan 13, 34-35). Danos señales… le dicen… ¡Ahí tenéis la señal! El amor.

Afinar nuestra doctrina y crecer como teólogos será siempre un camino para amar más y mejor, incluyendo a quienes no interpretan toda La Biblia exactamente como nosotros.

La tolerancia hacia la pluralidad doctrinal en las comunidades primitivas fue uno de los éxitos del crecimiento inicial del cristianismo. No pensaban todos igual ¡Ni mucho menos! Y muchas de aquellas comunidades de fe no hubieran suscrito las bases de fe de nuestras iglesias. Pero esa es otra historia.

Creo que hoy existe excesivo miedo a la disolución de La fe (la estándar y dominante, claro). Y esto en cierto modo es una gran falta de fe ¡Qué paradoja! Volver a Dios sabiendo que nosotros no somos Dios merecerá la pena.

En el siguiente artículo abordaremos otro tema tabú: el condicionamiento de las traducciones de La Biblia y cómo debemos afrontarlas.

Paso 3 ¿Cuán condicionada está mi INTERPRETACIÓN de La Biblia?

Cómo leer lo más difícil de La Biblia. Paso 3 de 15

Interpretar La Biblia no es fácil. Cuando Felipe escucha a un eunuco leyendo el libro de Isaías, el apóstol le dice: “Pero ¿entiendes lo que lees?” A lo que el sensato lector responde: “¿Y cómo podré, si nadie me lo explica? (Hechos 8, 30-35).

Como vemos, el primer requisito para comprender mejor La Biblia… es querer comprenderla. Y para intentar conseguirlo, es fundamental que tomemos conciencia del gigantesco poder de nuestro sesgo de confirmación. Esto es la tendencia natural que nos hace aceptar positiva y acríticamente aquella información que confirma nuestras creencias más confortables y arraigadas. Al mismo tiempo, este sesgo nos predispone al desprecio de ideas incómodas que sacuden nuestra identidad y seguridad. Nuestra interpretación estará siempre condicionada por múltiples factores psicológicos, sociales, relacionales y de otros tipos que por inercia nos impulsan a sentirnos lo mejor posible.

Dentro del pack de gafas de interpretación que todos llevamos están los temores que intuitivamente negamos. El miedo a que nuestra paz se desmorone provoca que no seamos del todo honestos cuando consideramos posturas teológicas diferentes a las ya asumidas.

Pero cuando rechazamos el análisis serio de otros enfoques también podríamos estar desechando una comprensión más coherente y liberadora de nuestra fe. Puede ocurrir que detrás de otros enfoques “inquietantes” hallemos la llave de nuestra jaula.

Lo paradójico de este sesgo es que a menudo nos hace sentir bien con creencias de apariencia cómodas pero que no liberan a lo más profundo de nuestro ser. El espacio de confort a menudo es solo una cárcel decorada bonita.

Mi interpretación de La Biblia es coyuntural

Todo esto parece muy obvio. Pero en la práctica no somos tan racionales y damos por hecho que “los herejes son los otros”. Como dice Lucas Magnin, “cuando una persona abrazó una narrativa, es muy difícil que se abra a cambiarla. Puede estar expuesta durante años a demostraciones cotidianas de que las cosas no son tan así, pero, al final del día, la interpretación rectora está definida por la primera impresión que tuvieron” (Fuente: X).

Justo González afirma, “sepámoslo o no, cuando nos acercamos a las Escrituras traemos con nosotros toda una tradición de interpretación escrituraria que nos lleva a entender el texto bíblico de un modo particular[1]”.

La historia de las doctrinas nos muestra que estamos condicionados por censuras y dogmas que son el resultado de batallas teológicas ganadoras. Estas teologías en ocasiones estuvieron muy condicionadas por el desconocimiento que se tenía del idioma o del contexto bíblico, y/o porque convenía a determinados intereses religiosos. La historia de los debates teológicos y sus conclusiones oficiales marcan nuestra herencia interpretativa de La Biblia.

Hoy es más necesario “examinadlo todo, y retened lo bueno” (1 Ts. 5, 21). No hay nada más saludable que analizar si las verdades dominantes que nos inculcaron son tan verdaderas como parecen.

La verdad no tiene por qué coincidir con la opinión de la mayoría. Ni dentro ni fuera de la Iglesia. La historia nos ha enseñado cómo algunas teologías dominantes cambian en cada época llegando incluso a ser vistas con vergüenza por generaciones posteriores de cristianos. Un ejemplo serían las mayorías de creyentes en los EE.UU. educadas en un Dios que bendecía la segregación racial. Hoy esto nos parece lamentable… pero… ¿De qué “verdades” dominantes actuales se avergonzarán los cristianos de dentro de 70 años? ¿Tendrán razón cuando afirmen que las mayorías de hoy aplicamos dañinamente algunos preceptos bíblicos sacados de su contexto?

Entre los millones de cristianos orientales que aman La Biblia existen doctrinas que son diferentes a las nuestras. Esto significa que vivimos en una pluralidad que debería hacernos más empáticos y menos soberbios con el otro.

Sin embargo, para otros creyentes, determinada pluralidad natural se convierte en un llamado a la ruptura y a la separación de quienes ellos consideran herejes. Da igual incluso que los frutos de amor de estos “herejes” sean incluso mayores que los suyos propios como cristianos de -supuestamente- “sana doctrina”.

Así que nosotros decidimos: ¿Dónde colocaremos las líneas rojas de la herejía y donde las de la aceptación de la diferencia con amor? No es fácil, seguro. Y ante la duda: ¿No será mejor equivocamos desde el lado de la aceptación y del abrazo? ¿Se ganan así más vidas de las que se destruyen para siempre? Yo creo que sí.

En cualquier caso, un punto de partida para el diálogo es -como dice el profesor Dionisio Byler- asumir que todos leemos La Biblia “y de inmediato la interpretamos. Toda doctrina o conclusión teológica y práctica extraída de La Biblia será siempre una interpretación humana. Pero nuestras interpretaciones no equivalen a La Palabra de Dios, aunque muchos fundamentalistas transmiten esta idea en la práctica situándose por encima de otras profundas y honestas interpretaciones”.

Como Lucas Magnin observa, “no es fácil tomar conciencia de los límites y motivaciones de la propia cultura… La iglesia de todas las épocas ha intentado conciliar la revelación que Dios ofreció al mundo en la persona de Cristo con su propia cultura. Nuestro conocimiento de Dios nunca está exento de la influencia del contexto; en alguna medida, siempre existe cierto nivel de sincretismo entre nuestra fe y nuestro entorno.”.

Nuestro reto hoy es sobreponernos a la distancia espacio temporal con aquellas comunidades originales y descubrir qué sentido tiene el relato para nosotros sabiendo que siempre tiene algo que decir. Se trata de descubrir las huellas de Dios en cada fragmento bíblico. Y para ello hace falta la humildad de quererlo, aunque implique deconstruir determinadas ideas de Dios.

¿De verdad queremos comprender mejor La Biblia? Un tirón de orejas a (algunos) ateos y cristianos                                                                         

Muchos ateos se acercan a La Biblia ignorando los propósitos y contextos originales. No tienen un interés real en comprender qué ocurre en Las Escrituras y la juzgan desde su presente y prejuicios como lectores. No poseen rudimentos exegéticos y mezclan géneros o simbolismo con literalismo cuando exponen sus conclusiones para un público a menudo acrítico y resentido con la religión.

Muchos anti-Biblia arremeten contra relatos descriptivos o no aplicables a los cristianos calificándolos erradamente como mandamientos actuales a los que atacar por su extrañeza o despropósito. (Ver AQUÍ un análisis del Nuevo Ateísmo).

Esto es parecido a lo que hacen los fundamentalistas cristianos que ellos tanto critican. Si… hacen lo mismo que critican, pero desde el otro extremo.

Ateos o agnósticos, así como cristianos fundamentalistas, cometen el mismo error de acercarse a La Biblia buscando satisfacer sus expectativas ya preestablecidas. Tristemente, muchos lo hacen desde el dolor, con excesiva agresividad y falta de empatía hacia el otro.

Seamos sinceros: Todos hacemos un poco esto. Emocionalmente es imposible que nos evadamos de cierto grado de prejuicio y fundamentalismo. Y por esto es importante ser consciente de nuestro sesgo y tratar de comprender sus porqués ¿Quizás nuestra falta de autoestima nos lleva a odiar al otro? ¿Traumas personales? La lista puede ser muy larga, sutil y manifestarse en distinto grado. El éxito en todo esto va a estar relacionado también con nuestra capacidad de auto introspección y ponernos en manos de Dios.

Experiencias personales, grandes condicionantes

Nuestro sesgo de confirmación se alimenta de experiencias y heridas emocionales. Un ejemplo sería el mal padre que tuvimos de niño y que hace que nuestra idea de Dios Padre la interioricemos de forma diferente respecto a quien sí tuvo un padre presente y amoroso.

Curiosamente, muchísimos de los ateos anticristianos más influyentes del último siglo tuvieron malos padres varones o estuvieron ausentes durante sus infancias. 

Los condicionamientos emocionales son extremadamente poderosos porque nuestras resistencias para racionalizarlos son infinitamente mayores que aquella información que nos resulta más indiferente. Nuestras emociones se entrelazan con nuestra cultura, con el sesgo de nuestras fuentes de información (tanto elegidas como no), con nuestro círculo relacional o con la corriente teológica en la que fuimos discipulados en nuestra confortable comunidad.

Si un día -por ejemplo- nos dijeron que el literalismo es la forma de verdad más sublime y a menudo la única posible, esto marcará nuestra forma de comprender Las Escrituras. Por esto, reconfigurar una idea teológica importante puede ser emocionalmente muy difícil.

La fuerza de la comunidad ayuda para bien, o para mal

Solemos vivir nuestra fe en un entorno comunitario de ideas comunes que se refuerzan cotidianamente desde un intercambio de pareceres alineado con conclusiones ya asumidas por el grupo. Y esto es muy, muy poderoso. Para bien o para mal. ¿Quién quiere ser excluido o tener problemas con su amable familia espiritual? ¡Nadie!

Jesús fue compasivo con los excluidos del sistema. Pero fue duro con los arrogantes escribas y fariseos que no manifestaban compasión hacia los débiles y discordantes. Los líderes religiosos pretendían meter a Dios en una cerrada caja de teología sistemática que no liberaba sino que los aprisionaba aún más.

Dios cuenta con nuestra subjetividad para hablarnos

El riesgo de que manifestemos una interpretación imperfecta de La Biblia no es algo que tome por sorpresa a Dios. Es parte de una aventura planeada.

Las Escrituras crean conversación, van forjando nuestro carácter y nos insuflan aire para aprender a ceder y restaurar. En el cómo soportamos la interpretación del otro y en el cómo nos esforzamos por comprender sus porqués hay un propósito de madurez ¿Cómo tratarías al de “doctrina equivocada” si fuese la persona que más amas de este mundo? En un discurso que no fue escrito para bodas sino para comunidades imperfectas de fe, Pablo aseguró que el “amor todo lo soporta” (1ª Co. 13, 7). 

“Ahora conocemos a Dios de manera no muy clara […]. Pero, cuando todo sea perfecto, veremos a Dios cara a cara. Ahora lo conozco de manera imperfecta; pero cuando todo sea perfecto, podré conocerlo como él me conoce a mí. Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.” (1ª Co. 13, 12-13).

En el siguiente artículo «Mi doctrina: ¿Es la verdadera INTEPRETACIÓN?» continuaremos exponiendo algunas características para tener en cuenta acerca de nuestra interpretación de La Biblia. Hablaremos de cómo el análisis de estos condicionamientos nos puede llevar a una necesaria deconstrucción de algunas doctrinas aprendidas.

[1] Justo L. González “Retorno a la historia del pensamiento cristiano” Ediciones Kairos, 2009, p. 20

Paso 2. La INSPIRACIÓN dentro y fuera de La Biblia

Cómo leer lo más difícil de La Biblia. Paso 2 de 15

En el anterior artículo expusimos algunos principios para comprender mejor la inspiración divina en La Biblia. En este comenzaremos por analizar el término «inspiración» cuando aparece en La Biblia:

Toda escritura inspirada es útil… para llevarnos a buenas obras (2ª Timoteo 3, 16-17)

El único versículo que incluye el término y que suele traducirse como inspiración es el siguiente:

Toda Escritura es inspirada por Dios………útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente equipado para toda buena obra (2ª Ti. 3, 16-17).

El propósito de toda inspiración de Dios es “llevarnos a realizar buenas obras” (2ª Ti. 3, 16-17), así que ¡Asunto resuelto! Ya conocemos el propósito de la inspiración en La Biblia.

¿Y qué es lo que nos lleva a esas buenas obras? Como explica el profesor Dionisio Byler, “este término (theópnevtos) se emplea esta única vez en la Biblia; […] y viene a expresar una acción de Dios: respirar o soplar. […] viene a decir, entonces, que los textos sagrados de Israel con que se había formado Timoteo desde niño comparten en algún sentido ese «no sé qué» de lo divino[1]”. El soplo de Dios nos lleva a las buenas obras.

Consultando análisis del versículo, algunos eruditos afirman que una traducción más precisa de este versículo sería: “Toda escritura inspirada por Dios es útil”, una adaptación similar a la que hizo Lutero y en la que el concepto de inspiración se abre para recaer sobre cualquier escrito (sin definir) que nos impulse a realizar buenas obras.

Según esta propuesta, Pablo no estaría pensando únicamente en un compendio hebreo parecido o igual a nuestro Antiguo Testamento (como tradicionalmente se interpreta), sino que estaría refiriéndose a cualquier escritura que nos inspire a realizar buenas obras de Dios.

Bien. No nos agobiemos con esta polémica. Porque independientemente de cuál sea la mejor traducción de 2ª Ti. 3, 16-17, todos los cristianos deberíamos estar de acuerdo en que Dios inspira La Biblia, y también a quién quiere y como quiere.

De hecho, esa “toda escritura inspirada” siempre irá para nosotros como cristianos más allá del Antiguo Testamento ya que también aceptamos el Nuevo Testamento que aún no se había escrito por entonces. Todo para llevarnos a buenas obras.

Bien. Recopilamos:

Tenemos claro que: 1) La inspiración -según La Biblia- tiene como propósito llevarnos a buenas obras.

2) Que La Biblia NO afirma en ningún lugar que la inspiración divina se restringa únicamente a unos libros concretos.

Aclarados estos puntos, damos un paso más para tratar de comprender qué es la inspiración en La Biblia:

Luz extrabíblica para iluminar La Biblia

Existe una verdad un tanto tabú que no siempre ha sido bien comprendida dese la iglesia: Nos referimos a la importancia de la inspiración divina fuera de La Biblia ¿Y por qué hablar de esto en unos artículos acerca de cómo comprender mejor La Biblia?

Bien. En primer lugar, porque es La Biblia quien nos expone esta importante realidad. Y es por algo. Lo hace porque somos llamados a una vida plena real que conecta con el Espíritu Santo y que permanece atenta a las creativas maneras en las que habla. También fuera de La Biblia como veremos.

ACLARACIÓN: Para nuestro enfoque consideramos La Biblia como el marco común revelado por Dios para la guía de los cristianos. Lo declaramos por fe y por evidencias. Creemos que cualquier supuesta revelación extrabíblica no será válida como de parte de Dios si contradice al evangelio de Jesucristo.

Una maravillosa paradoja: El canon bíblico existe porque creemos que Dios inspira fuera del canon bíblico

Dicho esto, nuestra plena aceptación del canon del Nuevo Testamento es una demostración de que los cristianos creemos que el Espíritu Santo inspiró palabras y decisiones de personas posteriores a los escritos bíblicos. De otro modo… ¿Por qué tendríamos que creer que 3ª de Juan o Apocalipsis fueron inspirados por Dios? ¿O por qué no incluir en nuestro Nuevo Testamento libros muy apreciados por los primeros cristianos como la carta de Clemente o el pastor de Hermas?

Afirmamos que Apocalipsis fue inspirado por Dios, no porque Jesús o Pablo lo dijesen, pues aún no se había escrito cuando ellos hablaron. Ni siquiera sabemos a ciencia cierta quién era ese Juan que lo redacta. Como tampoco sabemos quiénes fueron los autores de cartas canónicas como la de Hebreos. Sin embargo, todos estos escritos son parte de nuestras Biblias porque confiamos en la inspiración divina en la recopilación y escritos de creyentes de los siglos I, II, III y IV. Confiamos en todo este proceso extrabíblico porque confiamos en un Dios misericordioso con nosotros.

Textos seculares citados en La Biblia para inspirarnos

Creer que Dios inspira fuera de Las Escrituras es algo que nos lo muestra continuamente la propia Biblia. Lo vemos, por ejemplo, en la epístola de Judas cuando cita 1ª de Enoc, un libro que no está en nuestro Antiguo Testamento (aunque sí en el de los cristianos etíopes). En otros ejemplos, Pablo citaría un refrán de Epiménides, (filósofo del siglo VI a. C.) en su obra Cretica (ver Tito 1, 12) o a Arato de Cilicia[2] en Hechos 17, 18. ¡Son muchos los ejemplos de citas extrabíblicas en La Biblia que contribuyen a llevar a su auditorio a buenas obras!

¿Por qué son importantes estas citas seculares? Conexión con Dios: El ejemplo de Pablo en Atenas

Pablo no usó citas de Isaías o de Moisés para conectar con el areópago de Atenas (Hechos 17). No cita el Antiguo Testamento que desconocían sino palabras de Filóstrato o Pausanias y otras alusiones a aquella cultura secular. Y dice La Biblia que algunos creyeron al oírle, entre ellos un influencer areopagita.

La inspiración de Dios recayó sobre Pablo para señalar otros escritos útiles fuera del compendio de la tradición hebrea para llevar a su auditorio a buenas obras de salvación. Con esto Pablo captó la atención del auditorio y pudo presentarles un Dios al que poder conocer.

Esto mismo ocurre hoy. Un ejemplo son las típicas alusiones que los cristianos hacemos a los historiadores Suetonio o Flavio Josefo cuando los no creyentes cuestionan la existencia de Jesús.

Esto nos lleva al siguiente paso: ¿Estamos siendo inspirados por Dios cuando citamos estas fuentes seculares para mostrar al mundo actual la realidad de Jesús? ¿Cabe también la posibilidad de que Dios inspirara el registro de aquellas citas seculares de Suetonio o Josefo al inicio del cristianismo? Yo creo que sí, porque como dice La Escritura: “todo lo bueno y todo don pertinente viene de lo alto, del Padre de las luces” (Stg. 1, 17).

Si hoy se nos sigue llamando a “examinadlo todo y retened lo bueno” (1ª Ts. 5, 21) es porque el soplo de Dios puede estar delante de nuestras narices para llevarnos a grandes acciones.

El folclore judío (de fuera de La Biblia) para mostrar la voluntad Dios

En otro ejemplo, Janes y Jambres fueron los magos egipcios que se enfrentaron a Moisés según los escritos apócrifos del folclore judío.

Sus nombres no aparecen en el Antiguo Testamento a pesar de que 2ª de Timoteo 3, 8 sí los cita. Esto hace que algún cristiano se pregunte…  Entonces… ¿Prefirió Dios revelar sus nombres a autores de libros que no están en La Biblia? … Pero la respuesta a esta pregunta no es tan importante ¿Qué más da? A Pablo no le preocupa lo inspirada que pudiera estar aquella fuente extrabíblica que recoge esos nombres. Al autor de 2ª de Timoteo le interesa la enseñanza cuando dice “de la misma manera que Janés y Jambrés se enfrentaron a Moisés, estos de ahora se enfrentan a la verdad.

Pablo quiere ilustrar en qué consiste la oposición de los malos contra Dios en el desarrollo pastoral del joven Timoteo. Eso es lo que le importa. Y utiliza nombres conocidos sin importarle demasiado si eran reales o fabricado por leyendas urbanas. Lo que sí sabe es que los oyentes identifican rápidamente a qué historia se refiere y que eso les ayuda a abordar situaciones similares.

La utilidad de la inspiración extrabíblica para comprender los textos bíblicos

Tal y como estamos viendo, la inspiración extrabíblica es real, fascinante y muy beneficiosa. Pero quizás te sigas preguntando: ¿Y esto en que me ayuda para comprender textos confusos de La Biblia?

Pues nos ayuda de muchas formas. Esa luz que Dios ha transmitido “secularmente” durante siglos fuera de La Biblia -quizás desde la ciencia o la arqueología- nos ha ofrecido una inmensa claridad para comprender los textos bíblicos. En los dos últimos siglos acumulamos más conocimientos del mundo bíblico que en los 18 siglos anteriores juntos. Ahora comprendemos infinidad de términos bíblicos que por siglos no se sabían bien cuál era realmente su significado. Lo mismo podemos decir de giros del lenguaje, polisemias, dobles sentidos, frases hechas, alusiones, simbolismos, nombres propios, costumbres, divinidades citadas, lugares, etc. Es Dios quien en su soberanía y misericordia ha querido traernos toda esta luz que nos ilumina Las Escrituras mucho mejor que hace 1000 años. Y esto encaja en cómo definimos el soplo de Dios, la inspiración divina que también es progresiva.

Un ejemplo de esto lo vemos en el soplo divino sobra la medicina en estos siglos: Cuando leemos: “Ya no bebas solo agua sino usa un poco de vino por causa de tu estómago y frecuentes enfermedades” (1 Ti. 5, 23) no nos quedamos en la aplicación literal de esta orden dada a Timoteo para tratar todas nuestras enfermedades (aunque en el pasado muchos sí lo hicieron) ¿No es así? Gracias a los avances médicos hoy sabemos que para muchos problemas de estómago y otras enfermedades el vino no es la mejor solución. Pero de este versículo sí aprendemos acerca de la preocupación pastoral de Pablo con su discípulo Timoteo que también incluía un interés genuino por su salud ¡Buen ejemplo de mentor el de Pablo!

Dios habla como quiere y desde donde quiere ¡Permanezcamos atentos!

El Salmo 8, 2 nos dice que “incluso por la boca de niños y los bebés Dios nos habla”. ¿Qué significa esto? ¿Por qué es importante? Pensemos en una conversación con un amigo en un bar o en ese sermón que cambió nuestra vida. Recordemos esas palabras que un día nos despertaron a una nueva dimensión espiritual a pesar de que no estábamos de acuerdo con todo lo que nos dijo ese amigo. Pero aún con esos “peros” ¡Dios nos tocó!  Él usó a alguien fuera de La Biblia para tocarnos ¿Has experimentado este tipo de inspiración en tu vida? ¿Ha sido revitalizante? ¿Te llevó a buenas obras? Seguro que sí.

Espero que esta reflexión te anime también a conocer algo más acerca del mundo bíblico. A mí me ayudó mucho a maravillarme con La Biblia, por ejemplo, leer libros acerca de cómo era la familia del Imperio romano en el siglo I ¡Es fascinante descubrir cuán transgresor eran algunos valores bíblicos y todo lo que Dios inspiró en el Nuevo Testamento para aquellos contextos!

Y es que Dios nos habla desde el Antiguo Testamento… desde el Nuevo, y desde otros escritos y acciones. Dios nos habla mediante niños, desde sueños, ideas creativas o desde esa naturaleza que cuenta la gloria de Dios (Sal. 19, 1). Son múltiples las formas de inspiración que Dios usa para llevarnos a las buenas obras. O dicho en palabras de Richard Rohr, “las palabras escritas están inspiradas en tanto nos inspiran y nos cambian a nosotros […] Infunden en nosotros una vida más amplia”[3].

En el siguiente artículo «¿Cuán condicionada está mi interpretación de La Biblia?» hablaremos de la importancia de nuestro sesgo cognitivo en nuestras conclusiones teológicas. Expondremos la necesidad de tomar conciencia de esto, de que todos llevamos unas lentes con las que interpretamos La Biblia. Entender mejor nuestro sesgo será clave también para una saludable convivencia en la iglesia, para el discipulado y para la evangelización relevante.

[1] Dionisio Byler, Todo lo que te preguntabas sobre La Biblia, Biblioteca Menno, 2014, p. 62

[2] Arato de Cilicia (315-245 a. C. en Fenómenos)

[3] Richard Rohr, La Biblia y su espiritualidad, SalTerrae, 2012, p. 31

Paso 1 ¿Qué es la INSPIRACIÓN divina en La Biblia?

¡Hola!

Este es el primero de 15 artículos dedicados a cómo comprender lo más complicado, chocante y repulsivo de La Biblia.

Este es un asunto vital para el cristianismo actual en el que cada vez más jóvenes (y no tan jóvenes) abandonan la fe debido a una visión simplista y poco convincente de la coherencia de La Biblia recibida en sus iglesias y desde la apologética cristiana convencional. Este problema  también impide que personas buscadoras de la verdad no se conviertan al cristianismo ¿Y qué podemos hacer como cristianos guiados por La Biblia?

En los siguientes 15 artículos abordaremos aspectos de interpretación bíblica un tanto tabúes y habitualmente mal comprendidos o habitualmente explicados poco convincentemente desde las iglesias.  Sin aparcar el cerebro, comenzaremos por aclarar principios como «inspiración» o «interpretación» para luego -en los siguientes artículos- sumergirnos los asuntos más desconcertantes como las contradicciones, los relatos enfrentados, la ambigüedad o las atrocidades en el nombre de Dios. Según avance la serie iremos creciendo en una nueva comprensión de estos asuntos que esperamos te transporten a una mayor confianza en La Biblia, así que… ¡Sigue esta serie de 15 pasos hasta el final!

Paso 1. (Artículo 1 de 15) de la serie «Cómo comprender lo más chocante de La Biblia» : ¿Qué es la inspiración divina en La Biblia?

El arte, la cultura o el consenso moral para la carta de los Derechos Humanos… ¡Tantas cosas importantes! Y es que Occidente sería hoy otra cosa sin el cristianismo. Pero además de este inabarcable legado social, millones de personas seguimos afirmando hoy que La Biblia posee cualidades transformadoras y únicas para bien.

Otras personas, sin embargo, tienen una percepción muy diferente. Muchos observan en Las Sagradas Escrituras asuntos inverosímiles y moralmente inaceptables: Matanzas de niños en el nombre de Dios, capturas de vírgenes como botín de guerra, textos que parecen contradecirse entre sí o leyes que parecen claramente misóginas, excesivamente sangrientas e injustas.

Cristianos comprometidos también luchamos en silencio cuando nos acercamos a determinados asuntos bíblicos sin obtener respuestas morales y lógicas realmente convincentes.

Pero… ¿Cómo puede un libro ser tan “bueno y malo” a la vez? ¿Es posible considerar La Biblia como la historia de un Dios de amor revelada al mundo?

Sin duda, uno de los asuntos cruciales dentro del cristianismo actual no es tanto la creencia en la veracidad de La Biblia (algo que la mayoría asumimos) sino el cómo entendemos que esa inspiración bíblica funciona y en qué consiste su veracidad ¡Este es el epicentro de nuestros dilemas eclesiásticos!

¿Cómo pide ser interpretada La Biblia? Asomémonos a sus contextos originales y hagamos preguntas.

En primer lugar, una aproximación pertinente a La Biblia debe partir de nuestra voluntad real para situarnos -lo más que podamos- en los zapatos de los autores bíblicos originales. Necesitamos humildad y curiosidad para indagar acerca del pensamiento del oriente próximo de hace miles de años. Como comenta el biblista conservador Michael Bird, “cualquiera que solo conoce la Biblia, y no conoce la vasta historia de la antigüedad, realmente no conoce la Biblia. Conocer la Biblia es conocer su mundo, ya que el significado está determinado por el contexto, y el contexto es lo que nos salva de cometer graves errores de interpretación[1]”.

Así que el primer consejo para comprender mejor La Biblia sería más o menos el siguiente: Cuanto más y mejor conozcamos el mundo antiguo más preparados estaremos para abordar preguntas clave como: ¿Qué pretendía el autor? ¿Qué cambios buscaban producir en sus destinatarios? ¿Qué quería que se mantuviera del legado de su cultura? ¿Qué figuras del lenguaje eran comunes y cómo se entendían? ¿Qué cosmovisiones o mitos daban sentido vital a aquellas sociedades?

El contexto de La Biblia es  multicontextual: Contexto personal, comunitario, político, simbólico, lingüístico, económico, cultural, etc. Y también está nuestro propio multi-contexto como intérpretes.

Nos ayudará hacerse preguntas respecto a lo que ocurre dentro de la misma Biblia. Por ejemplo: ¿Cómo interpretaron los relatos más antiguos algunos autores bíblicos más tardíos? ¿Deja de ser inspirado un texto que matiza o reconduce otro principio bíblico expuesto anteriormente por otros autores? ¿Podemos extraer enseñanzas de textos supuestamente enfrentados entre sí? ¿Qué mandatos de La Biblia deberíamos tomar para nosotros hoy? ¿Qué podemos aplicar a nuestra vida de aquello extraño que leemos? Todo esto lo iremos analizando a lo largo de esta serie.

¿Qué es y qué no es inspiración?

Para nuestro análisis y consejos tomamos como criterio que La Biblia está inspirada por Dios. Pero será importante definir qué entendemos exactamente por inspiración. De momento, preguntémonos: ¿Implica la inspiración un estado de trance? ¿El escritor inspirado abandona aquello que su cultura asume acerca de astronomía o historia?

La respuesta a estas últimas preguntas es NO. Así lo comprobamos en Lucas, por ejemplo, cuando comienza su evangelio diciendo: “Me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden” (Lc. 1, 3).

Admitir su parecer personal como hace Lucas, así como indagar y poner en orden los acontecimientos, queda lejos de una visión “mágica” del texto como caído del cielo sin contexto alguno. Este tipo de inspiración requiere de esfuerzo y de una planificación lógica de su trabajo desde la metodología que él aprendió. En este tipo de inspiración intervienen los recursos humanos asumidos por el autor.

La inspiración bíblica no pretende enseñar ciencias sino señalar a Dios

Para comprender mejor los textos difíciles de La Biblia debemos entender que la inspiración es también un don dado al autor dentro de los límites de su cultura. Por esto en ocasiones simplemente nos hablarán de la grandeza de Dios desde cómo en su cosmovisión se entendía materialmente el universo. Pero no podemos ver ahí enseñanzas de ciencia dadas por Dios para nosotros. El propósito no era enseñar ciencia sino señalar a Dios como Señor de todo y otras cuestiones no materialistas (Más sobre este asunto en: ¿Pretende Génesis 1 y 2 ser leído literalmente?)

La inspiración bíblica no pretende validar valores culturales como mandatos atemporales como dados por Dios

En otras ocasiones los autores reflejan aquello que en su cultura se considera una buena forma de acometer acciones correctas y pertinentes como, por ejemplo, educar a los hijos y no destenderlos.

Cuando en Proverbios 22, 15 leemos que debemos “corregir a nuestros hijos con un palo” el autor está exponiendo la necesidad de disciplina para los hijos desde su experiencia y cultura.

Pero esto no significa que Dios nos ordene a nosotros pegar a nuestros hijos con palos del mismo modo en que no nos casamos con nuestras cuñadas viudas (como se ordena en Dt. 25, 5-6), como tampoco apedreamos a adolescentes rebeldes (Dt. 21,18-21), ni hacemos muchas otras cosas que se ordenan en La Biblia para mantener el respeto a los padres o la atención de las viudas.

Buscamos estos mismos principios de honra, disciplina y respeto, pero de otra forma.

En este ejemplo de los palos para corregir niños ciertamente sí podríamos meditar acerca de que -por ejemplo- no es bueno dejarlos todo el día jugando a videojuegos y que necesitan aprender que las malas decisiones tienen consecuencias.

En ocasiones pueda suceder que no haya una enseñanza o aplicación directa para nosotros. Las listas bíblicas genealógicas, por ejemplo, no tienen demasiada aplicación práctica para nosotros. Pero de ellas aprendemos de la historia de Israel y nos ayudan a situar contextos temporales de otros relatos bíblicos.

La inspiración bíblica puede conectar la experiencia del autor (sea mala o buena) con la nuestra

Luego habrá ocasiones en las que simplemente el autor bíblico se estará desahogando o incluso afirmando algo equivocado ¿¡Pero… ¿¡Cómo!? ¡¿Cómo puede haber inspiración en esto?! Pues ciertamente la lección que podremos encontrar en algunos textos recaerá en ver cómo Dios deja que el autor eche todo lo que está dentro suyo ante de su presencia, incluyendo quejas o deseos de mal para otros. Que Dios permita este desahogo o malos deseos no significa que a Dios le parezca bien. Pero estos textos nos muestran la compasión de Dios ante nuestro dolor y sentimientos oscuros.

La lección de un texto puede estar también en no imitar lo que leemos ya que, como suele decirse, quien ignora la historia está condenado a repetirla. De todo esto iremos viendo ejemplos durante la serie.                                                                                              

En conclusión:

Los textos requerirán de la ayuda del Espíritu Santo para nuestro discernimiento para contextualizar la pertinencia de los aprendizajes en nuestra situación particular o comunitaria. Tan importante será conocer qué dice un pasaje, como qué reacciones quería provocar y si estas son convenientes para nuestras circunstancias.

La inspiración se discierne desde La Palabra encarnada: Jesús

Es cierto que no siempre resultará fácil señalar qué hay de cultura, de experiencias del autor, de protesta socio-política, de crítica a la casta sacerdotal y qué puede haber de revelación atemporal para nosotros como cristiano.

Sin embargo, además de acudir a comentarios bíblicos rigurosos o de pedir ayuda a creyentes bien informados, ya adelantamos que en esta serie iremos viendo como sí podremos comprender muchos textos difíciles cuando los filtramos desde Jesús como La Palabra encarnada (Juan 1, 1). Esta será la clave principal de toda exégesis y hermenéutica para comprender lo más difícil de La Biblia: Jesús.

En el siguiente artículo «La INSPIRACIÓN dentro y fuera de La Biblia» analizaremos el término “inspiración” en La Biblia y veremos qué nos muestran Las Escrituras acerca de esa inspiración dentro… ¡Y también fuera de La Biblia! Será el paso 2 de 15 de esta serie que irá yendo a más.                                         

[1] Michael F. Bird, Siete cosas que desearía que todo cristiano supiera sobre la Biblia, Clie, 2023, p. 79

Parte 2 de 6. PECADO ORIGINAL. Génesis: la inmortalidad y los supuestos problemas morales de la evolución

Si hubo evolución… ¿Qué hacemos con el pecado de Adán del que habla Pablo? Parte 2 de 6

Tras el anterior artículo en el que poníamos en contexto el relato de La creación de Génesis, quizás sea este el artículo el que más dificultades sentidas aborda de toda la serie. Al menos entre los cristianos que creemos en La Biblia inspirada y en la evolución.

Y es que algunos problemas para aceptar la evolución tienen más que ver con cuestiones morales que con otra cosa. El cristiano se pregunta: ¿Cómo un Dios bueno dio lugar a la violencia y el gran lapso de tiempo que propone la evolución? ¿Por qué y para qué algo tan duro y desconcertante?

El enigma del sufrimiento, una patente realidad, exista o no exista una evolución

Bien. No tenemos todas las respuestas. Ni nosotros ni nadie. Pero sí sabemos que el resto de preguntas que nos hacemos acerca del sufrimiento (más allá del debate evolutivo) son igualmente muy complejas: ¿Por qué un niño tiene que sufrir una dolorosa enfermedad degenerativa? ¿Y qué de tantas culturas sometidas a violencia por milenios y sin saber nada de la esperanza que ofrece Jesús? ¿Por qué millones nacen en hambrunas y otros no? … Los problemas morales de la teoría evolutiva son dramáticos y misteriosos. Cierto. Pero admitamos que también lo son muchas otras cuestiones de la fe y de la vida que aceptamos como parte del misterio.

En otras palabras: Que la teoría de la evolución pueda plantearnos problemas éticos respecto al sufrimiento no constituye un argumento de peso para descartarla porque la vida manifiesta enigmas y problemas similares muy duros.

La respuesta al sufrimiento

Algunas de las respuestas parciales que sí tenemos al problema del sufrimiento tienen que ver con nuestro llamado a adelantar el Reino de Dios como parte de la solución. También confiamos en que un día todo mal terminará para siempre. E incluso hoy percibimos la bondad y gracia de Dios en La Tierra en muchas ocasiones. Para los cristianos, aquello que sí entendemos de Dios nos sirve para confiar en un Creador bueno que ofrece esperanza y consuelo. A pesar de todo.

Asumir una creación literal de 6 días añade sus propios problemas científicos… ¡y Éticos!

Volviendo a las preguntas difíciles acerca del sufrimiento, estas siguen patentes incluso creyendo en una aparición instantánea del ser humano al final de los 6 días de la creación. De hecho, una interpretación literal de la creación de Adán y Eva añade sus propios “extras” de problemas éticos y lógicos.

Por ejemplo: ¿Qué hay del incesto que debió darse entre los hijos de Adán y Eva definido posteriormente en Levítico 18 como abominación? Desde el literalismo, Dios pudo haber planificado la reproducción inicial de la humanidad sin incestos ¡Por supuesto! Pero desde una lectura literal… Dios estableció el incesto obligado antes ya de La caída humana en el pecado.

¿O cómo pudo Caín tener miedo de que en otros lugares lo tomaran como extranjero siendo aquellos habitantes sus hermanos o sobrinos? (Gn. 4, 13-14). No tiene sentido lógico. Ni esto ni otras muchas cosas de Génesis cuando son leídas desde el prisma literalista.

Sin embargo, nos quitamos innecesarios problemas si optamos por una visión más simbólica, teológica y pedagógica que científico-literal.

“Y todo era bueno” ¿Qué significa a la luz del propio relato? ¿No había mal hasta entonces?

Dentro de los problemas éticos del relato, a muchos creyentes no les encaja que dentro de un duro proceso evolutivo, Dios diga: “que todo era bueno” (Gn. 1, 31). ¿Cómo va a ser buena la voraz selección de las especies? Como respuesta a este dilema no vamos a aburrir al lector con diatribas acerca del hebreo bíblico, pero aquí el término usado no significa un “bueno” en el sentido de una total ausencia de sufrimiento o de maldad sino más bien en el sentido de que todo estaba siguiendo su curso establecido. Cuando pregunté sobre esto al Dr. Alister McGrath él coincidía en esta respuesta con San Agustín. Este “bueno”, por tanto, significa que ni Dios ni su plan dejan de ser los previstos, aunque no lo comprendamos del todo.

Una prueba de que el mal se manifiesta ya antes de La caída es la existencia de una maléfica y astuta serpiente afectando e interactuando con los humanos de modo mortal y en su propio hábitat… No es poca presencia del mal ¿Cierto? Así que es un hecho que no todo era moralmente “bueno” en la creación. Obviamente no. El mal ya estaba en la creación e incluso se afirma que el bien y el mal pueden ser conocidos por la humanidad porque estos ya existen ¿O cómo conocerían la diferencia entre algo que existe (el bien) y algo que no (el mal)?

¿Muerte espiritual o física?

Aparte de todos los ya expuestos, Denis O. Lamoureux señala otros argumentos para no optar por la interpretación literal del relato[1]. Uno de ellos está en cuando Dios le dijo a la primera pareja que “el día que comieres morirás” (Gn. 2, 17) cuando ellos no mueren físicamente ese día, sino que viven muchos años más.

Fijémonos también en que el momento de la sentencia Adán y Eva no se preguntan: “¿Y qué es eso de “morir” que parece tan importante?” No. El relato sobreentiende que ellos ya conocían sobradamente qué era la muerte.

El mensaje bíblico, por tanto, pone su énfasis en que el pecado conlleva la muerte espiritual, no en que la muerte biológica o el mal (que ya estaban allí) surgen de la nada “ese día”. Quizás no nos hemos dado cuenta, pero ni siquiera desde una lectura literal se dice que la primera pareja fuera creada físicamente inmortal.

Las revolucionarias revelaciones de Génesis

Como ya explicamos, Génesis ofrece una rotunda respuesta a las cosmogonías que dominaban la antigüedad. Aquellos mitos paganos establecían el propósito y la identidad de los pueblos a los que las jerarquías explotaban usando el miedo a los dioses. Y esto es algo a lo que Génesis planta cara como un relato absolutamente inspirado y relevante que cambiaría la historia de la humanidad para siempre.

Árboles, vida e inmortalidad

En el dominante Egipto en el que Israel vivió su esclavitud, los dioses Isis y Osiris surgen del árbol en el que se encerraba la vida y la muerte. Un árbol es también el protagonista en la epopeya acadia de Gilgamesh que narra la búsqueda de la inmortalidad, una historia bien conocida por los hebreos que recibieron el Génesis.

Como vemos, en toda la antigüedad del entorno bíblico, los árboles de la vida eran comunes como pedagógicas metáforas que establecían el propósito de la vida para súbditos y lacayos en las superpotencias que dominaron el mundo. El para qué nacías era explicado por estas historias de árboles y dioses.

Pero entonces… ¿La Biblia “copia” relatos antiguos de sus vecinos metiendo su propio árbol de la vida? ¡No! Calificar Génesis de mera “copia” es el peor error ya que ignora que la intención principal del relato es precisamente cambiar por completo las bases del sentido de la vida de las personas. El punto destacado de Génesis recae en las escandalosas diferencias con las cosmovisiones paganas ¡Y esto lo entendía muy bien el lector original! ¡Son las diferencias lo que reconfiguran y voltean en 180º la mente del oyente original! Las diferencias producen la metanoia. El árbol de la vida, el río, el jardín… se concebían como elementos teológicos sublimes.

Árbol nº 2: La inmortalidad pertenece solo a Dios

Fijémonos bien en lo que dice el relato tras la comida del fruto prohibido:Dios dijo: aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre” (Gn. 3, 22).

Hasta este momento no había aparecido este segundo árbol de la inmortalidad en el que (a diferencia de otros mitos idolátricos contemporáneos) se deja claro que la inmortalidad solo le corresponde a Yavé y que buscarla es una quimera. Autores concordistas como William Lane Craig entienden además que la descripción de este segundo árbol da por hecho que Adán y Eva no dispusieron de inmortalidad física en ningún momento pues este segundo árbol del que se dicen que no comieron es el que da acceso a la inmortalidad. En otras palabras: El relato bien leído apunta a que la inmortalidad física es algo que solo pertenece a Dios desde el primer momento.

En cualquier caso, el punto esencial de Génesis tiene que ver con el hacia dónde va la humanidad y las consecuencias del pecado que ya estaba entre nosotros desde el principio. Sinceramente, tratar de vislumbrar en Génesis alguna doctrina sobre la hipotética inmortalidad humana previa a La caída para no aceptar la teoría de la evolución no es algo que esté en las intenciones del relato. Nada más lejos.

Averiguar cuál era el plan de Dios inicial respecto a la inmortalidad humana es realmente un misterio. Nuestra necesidad de obtener respuestas para todo ha proyectado en Génesis más certezas de las que el propio relato objetivamente nos muestra. Y es que de nuevo los pensamientos de Dios están por encima de los nuestros.

Los nombres… nos cuentan una historia teológica

Lamentablemente, toda traducción deja por el camino algunas enseñanzas inherentes al lenguaje y cultura originales. Y en este caso ¡Son muchas!

Adán es un término que significa literalmente “humanidad” (y así se traduce en otras partes del Antiguo Testamento). El vocablo para Eva se relaciona con “vida” y Abel es “hebel”, que significa vanidad, neblina, vapor, vaho… Hebel se usa en Eclesiastés para afirmar que la vida es “vanidad de vanidades”. El profesor de Antiguo Testamento, Matthew Richard, explica que el vocablo hebreo para Caín apunta a algún tipo de arma. Así que mientras en nuestro idioma nos llevamos solamente la idea de que “Adán y Eva viven en el Edén hasta que son expulsados fuera, donde Caín mata a Abel”… el lector hebreo original captaría una visión mucho más profunda y amplia debido a la semántica de los nombres. El hebreo antiguo también comprendería al leer que: “la Humanidad y la Vida están en el Paraíso hasta que son expulsados fuera, donde la violencia (Arma) mata al humano que es mero Aliento fugaz[2]¡Teología de altos vuelos escondida tras los nombres de los personajes en su sentido original!

El texto original invita a una comprensión simbólica de la condición humana

Es curioso además que cuando Jesús se refiere al origen de los humanos, él habla de varón y hembra sin utilizar nunca los nombres propios de Adán y Eva como sí hace al referirse a Abraham, a Moisés o a los otros personajes del Antiguo Testamento. Curioso ¿Pretendía Jesús destacar el carácter representativo de la primera pareja? No lo sabemos, pero tendría sentido.

En cualquier caso, cuando Jesús o un apóstol cita a los primeros humanos, a Noé o a cualquier otro personaje, la enseñanza espiritual debería ser la misma tanto para quienes son literalistas y para quienes no lo son ¡Este es un punto clave! Y por eso toda La Biblia es verdad, desde Génesis hasta el Apocalipsis con sus simbólicas bestias de varias cabezas.

Como dice Anthony de Mello, si la historia de la gallina de los huevos de oro estuviese en la Biblia, los cristianos pasarían más tiempo discutiendo sobre cómo Dios hizo una gallina de la que salía oro que aplicando sus lecciones sobre la avaricia. ¡La aplicación y la enseñanza es el fin último de toda revelación! No su historicidad.

En el siguiente artículo avanzaremos y nos preguntamos algo cuyas conclusiones sorprenderán a muchos creyentes: ¿Somos condenados por el pecado de Adán? … ¿O por los nuestros? ¿Qué dice el Antiguo Testamento al respecto?

 [1] Denis O. Lamoureux, ¿Fue Adán una persona real?, 2015 (2010 en inglés), Documento Biologos  publicado por el Centro de Ciencia y fe

[2] Matthew Richard Schilmm, Esta Extraña y sagrada escritura, Juanuno1, 2021, pp. 41-22

La loca historia de cómo se llamó «Lucifer» al Diablo

¿Sabías que algunos de los primeros cristianos llamaban «Lucifer» a Jesús?

¿Sabías que fue debido a un mal entendimiento de Isaías 14 que Lucifer se convirtió en el nombre del diablo en la Edad Media?

Acompáñenos a  esta curiosa historia…

Isaías 14, 1-22 tiene «la culpa». Ahí se halla el texto en cuestión. Pero la realidad es que Isaías no habla del diablo sino de la celebración del fallecimiento de un rey babilonio al que el autor llama SARCÁSTICAMENTE «lucero» por su soberbia, pues a pesar de su arrogancia, cayó y murió como cualquier mortal. 

Del versículo 10 al 15 leemos:

Todos darán voces, y te dirán: ¿Tú también te debilitaste como nosotros, y llegaste a ser como nosotros? Descendió al Seol tu soberbia, y el sonido de tus arpas; gusanos serán tu cama, y gusanos te cubrirán ¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones. Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo. Mas tú derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo”

Lucifer era un epíteto que desde comienzos de nuestra se usaba para referirse al planeta Venus, el objeto celeste más brillante de la noche después de La luna, el también llamado «lucero de la mañana» como hace Isaías.

“Lucero de luz” no es un nombre o categoría de este rey de Isaías 14 (menos aún del Diablo, de quien no se habla en este texto). La expresión era sarcástica, de burla, similar a cuando Elías irónicamente recuerda que Baal, el sordo, es «un dios» (1 Reyes 18, 27). Esto es todo lo que La Biblia dice del término que un día se tradujo como Lucifer. De hecho… en la mayoría de nuestras versiones no encontramos siquiera dicho término vertido como tal.

¿Y de dónde viene entonces Lucifer para referirse al Diablo?

El origen parece deberse a San Jerónimo, quien tradujo este texto de Isaías en La Vulgata (la versión de La Biblia más influente de la historia), en el siglo IV como: “caíste del cielo, LUCIFER (= PORTADOR DE LA LUZ), tú que nacías por la mañana” (Is. 14, 12). 

Desde entonces hubo cierta confusión acerca del a quién y por qué se hacía referencia a alguien como lucifer en el texto ¡Es un calificativo tan maravilloso! así que; ¿Cómo puede referirse a este rey maléfico babilonio?… (pensaron muchos). Parece que aquí la ironía les jugó una mala pasada a algunos intérpretes más literalistas de La Biblia.

No debemos ignorar tampoco que Jerónimo hizo una Biblia por encargo en un tiempo sacudido por las extraordinarias batallas de los cristianos contra creencias demoniacas acerca de dioses paganos que aún dominaban la mentalidad en el Imperio.

Política, fe y poder… todo empapaba violentamente el ambiente en un mundo de deidades vinculadas a elementos de luz como el sol o las estrellas. Y es que… ¡Ninguna interpretación teológica es ajena a la influencia social de su tiempo!

Posteriormente iría cobrando fuerza una popular tradición que convirtió a este rey pagano de Isaías en una metáfora del ángel caído, de Satanás. A partir de aquí se extiende la idea de que ese «lucifer» empleado por Jerónimo era un término perfecto para referirse popularmente al Diablo, al ángel caído que se opuso a Dios queriendo subir (supuestamente) a lo más alto como Él.

En conclusión: La idea del Lucifer como «apellido» de Satán no viene de La Biblia sino de una interpretación fallida de una traducción de Isaías 14 que se populariza a partir del s. VIII. 

Pero ojo… que lo más interesante llega ahora…

Jesús, «el verdadero Lucifer» (=portador de luz), el lucero del alba

El profesor Dionisio Byler comenta cómo “El emperador Juliano II —conocido por los cristianos como Juliano el Apóstata—, que reinó a principios del siglo IV, declaró al dios Helios (Sol) como divinidad única. Los romanos celebraban el 25 de diciembre como dies natalis Solis Invicti (día del nacimiento del Sol invencible). Frente a esta teología que parecía tan lógica y natural por enfatizar la preeminencia del Sol entre los divinos astros del cielo, el cristianismo propugnó su propia versión, de Cristo Lucifer (portador de luz), en alusión a aquellos textos bíblicos que hablan de que con la llegada de Cristo, amaneció una gran luz sobre la humanidad, una era de iluminación divina. (Más de mil años después, el nombre de Lucifer, título natural de Cristo, empezó a usarse en sentido inverso, como referencia al diablo [1]

Efectivamente, la deriva histórica del término Lucifer para referirse al Diablo es mucho posterior y ajena a las intenciones originales de los autores bíblicos. El Nuevo Testamento sí usa la expresión de la que deriva «Lucifer», la estrella de la mañana, para referirse ¡A Jesús!, el verdadero “portador de luz” (2 P. 1:19. Ap. 2:26-28; 22:16). ¡Jesús es «Lucifer» en el Nuevo Testamento!

Según fuentes etimológicas [2] , el vocablo latino Lucifer era un epíteto habitual del planeta Venus, aunque en ciertas ocasiones se aplicó también a la estrella Sirio. El nombre se debe a que Venus puede verse muy brillante al amanecer justo en la zona del horizonte donde va a salir el sol.

Todavía en época de Isidoro de Sevilla y en el s. VII d.C, Lucifer designa a Venus [3]. Así que no parece, por tanto, que hubiera indicios de que para este siglo Lucifer comenzara a evocar al diablo. Aún no…

Así que lo interesante es que durante un tiempo inicial, hubo comunidades cristianas que, al menos esporádicamente, que sí emplearon el término de «Lucifer» para referirse a Jesucristo:

«No tembléis, hombres; el dador de la vida es también el dador de su alimento. Buscad a Lucifer, el alimento del dogma celeste, para que multiplicando vuestra esperanza la alimente de vida incorruptible»  (poeta cristiano Prudencio; fines del s. IV d.C.), Psychomachia, 622-626)

Vaya historia ¿Verdad? ¡Jesús es nuestro portador de luz!, no el Diablo. De todos modos, estemos tranquilos 🙂 ¡No vamos a llamar Lucifer a Jesús a partir de ahora! No se trata de confundir. La fe siempre requiere de adaptación al contexto en el que se desarrolla para ser comprendida pertinentemente.

[1] Dionisio Byler, LÉXICO BREVE DICCIONARIO RAZONADO DE TÉRMINOS BÍBLICOS Y TEOLÓGICOS, Ediciones Biblioteca Menno, 2019, p. 12

[2] http://etimologias.dechile.net/?lucifer

[3] Isidoro de Sevilla, Origins, 5

Igualdad de género (Parte 2): Latinoamérica vs. Islandia

En la parte 1 titulada ¿Entendemos los cristianos qué es Ideología de Género? definimos algunos conceptos para entendernos cuando hablamos de ideología de género (IdG a partir de aquí). Vimos que no existe una sola “ideología” de género fuera de la Iglesia como tampoco dentro de ella. Propusimos cómo abordar esta pluralidad interna y hablamos de la educación pública y el derecho de los padres comprobando que el asunto está lleno de matices que exigen discernimiento y buena información. Terminamos hablando de la libertad de expresión y del poder del amor en Cristo como respuesta. En esta última parte haremos un ejercicio reflexivo para comparar datos de Latinoamérica e Islandia que como iglesia pueden retarnos y proporcionarnos un mejor criterio sobre el asunto.

Comencemos.

América Latina y la Ideología de género

Justo antes del COVID-19 América Latina llamaba la atención del mundo por sus movilizaciones masivas contra la IdG. Paralelamente, en estos mismos países se desplegaba un clamor social pidiendo medidas gubernamentales para la concienciación y modelos educativos más igualitarios desde la niñez. A los cristianos del continente se les ha vinculado más con las protestas contra la IdG que con esas otras movilizaciones a favor de la igualdad, llegando incluso muchos creyentes a oponerse a estas últimas por considerarlas una estrategia oscura de imposición de IdG. Llegados este punto nos preguntamos: ¿Qué dicen los datos?

Un informe de la ONU de 2017 situaba a América Latina y el Caribe como la región del mundo con mayores índices de violencia contra la mujer. Y subiendo… porque según el Instituto nacional de estadística mexicano, 2018 fue el año con más asesinatos de mujeres en los últimos 29 años [1] ¡3.752 homicidios! Que equivalen a 10 mujeres asesinadas por día solo en México. Desgarrador.

Para la ONU los niveles de violencia a los que ha llegado Latinoamérica son inaceptables: “Presenta la tasa mayor de violencia sexual fuera de la pareja del mundo y la segunda tasa mayor de violencia por parte de pareja o expareja’’ [2]. La cosificación de la mujer no solo deja regueros de muerte y violencia sino daños colaterales como el abandono de las responsabilidades paternas. De hecho ¿Cuántas madres con pareja “en paradero desconocido” vemos en nuestras Iglesias? Las familias monoparentales son un drama real contra la familia del que se habla poco en nuestras iglesias. Toca preguntarnos: ¿Contribuirá el espíritu del lema “El niño de azul y la niña de rosa” a la solución de esta tragedia? ¿O acaso ese énfasis en las diferencias y expectativas pueden ser más bien parte del problema? Estos estereotipos afectan también a más del 40% de los homosexuales y el 65% de los transexuales de América Latina que sufren violencia homofóbica en las escuelas según la Unesco [3]. Terrible.

Alejandro Rivas afirma que una educación que enseñe a los ciudadanos desde pequeños a identificar los estereotipos culturales que pesan sobre los sexos es indispensable en la lucha contra la violencia […] Muchos creyentes se levantan, hoy por hoy, contra el enfoque de género, pero ¿qué están haciendo para evitar la violencia basada en los estereotipos que provienen de la cultura?”.

Islandia y la equidad género como defensa de la familia

Una de las intervenciones pioneras de las políticas de igualdad modernas se le atribuye a  la presidenta de Islandia Vigdis Finnbogadottir. En 1995, poco antes a la Conferencia de Pekín, Finnbogadottir defendió que la perspectiva de género debía integrarse en los programas educativos. Tal y como más tarde se definió, la propuesta consistía en eliminar estereotipos de los textos escolares y concienciar a los maestros para que los niños hagan una selección profesional informada y no en base a tradiciones predeterminadas sobre género [4].

Islandia decidió tomarse en serio estas iniciativas y hoy está considerado el mejor país del mundo para ser mujer según el Foro Económico Mundial [5]. Este análisis toma diferentes indicadores como el acceso a la educación, la brecha salarial, la esperanza de vida o la representación de mujeres en las instituciones, entre otros índices.

Entre los logros de Islandia destaca que el 89% de las mujeres llegan a la educación secundaria. Con un sistema único de conciliación laboral, ayudas para guarderías y fomento de la natalidad, el 83% de las mujeres islandesas en edad laboral están trabajando constituyendo el 45% de la fuerza laboral. Aquellas mujeres que no lo necesitan o no quieren trabajar, pues no lo hacen. Pero quienes sí lo desean o sí necesitan trabajar pueden hacerlo con la ayuda estatal sin renunciar a la maternidad en un país que posee una de las tasas de natalidad más altas de Europa con 2,1 niños por mujer [6], muy por encima de los 1,31 de España [7] en la que además contamos con muchas más mujeres desempleadas en edad laboral.

Otras de las claves del éxito islandés residen en el acceso a escuelas infantiles de bajo costo o en los tres meses de permisos de paternidad tanto para mujeres como para hombres (está mal visto que los hombres no tomen dicho permiso). Los últimos informes han demostrado una correlación directa entre el descenso de divorcios y el permiso de paternidad [8].

Islandia es ahora el primer país del mundo en con menor brecha salarial entre hombres y mujeres gracias también a una implementación cultural progresiva de formación en la plena igualdad de oportunidades. La asignatura de paridad es obligatoria en la enseñanza secundaria en un país que registra una media de 1,8 asesinatos anuales (sumando ambos sexos). Aunque se trata de un país pequeñito, llama la atención que en este siglo XXI Islandia haya tenido varios años completos en los que no se ha registrado ningún asesinato. Cero feminicidios; cero muertos. Para una mayoría de islandeses proteger a la familia de sus amenazas reales pasa más por estas propuestas que por fomentar estereotípicos ideológicos tipo Los niños de azul y las niñas de rosa.

El credo mayoritario es la Iglesia Evangélica Luterana de Islandia y cuya cabeza es la pastora Agnes M. Sigurðardóttir. Estas mujeres también han contribuido a esta mentalidad de igualdad y respeto siendo algunas de sus iniciativas más conocidas cuando 64 mujeres de esta denominación denunciaron públicamente la discriminación y violencia dentro de la iglesia[9]. Para ellas, ocultar los abusos eclesiásticos contra la mujer no era el camino y optaron por una transparencia liberadora. Ahora se sienten más libres y seguras.

¿Qué haremos?

No se trata de idealizar ningún modelo (en todos los sitios hay de todo), pero resulta evidente que la mentalidad con la que se hace teología o se implementan iniciativas sociales afecta directamente a la vida cotidiana de millones de personas.

Muchos responsables hispanohablantes deberíamos aplicar primeramente a nuestras congregaciones esa transparencia económica, igualdad y control del poder que exigimos a instituciones y políticos. No podemos exigir al mundo aquello que omitimos nosotros. Jesús afirmó que el mundo debe ser iluminado con nuestras buenas obras para que glorifiquen a nuestro padre que está en Los cielos (Mateo 5, 6). Pero si aquello que proyectamos hace que los otros nos vean más como una amenaza que como una esperanza es posible que algo esté fallando entre nosotros.

Debemos hacernos preguntas honestas y sacudirnos el temor. Fomentar la empatía, informarnos mejor, establecer puentes y “juzgar con juicio justo” (Juan 7, 24). Por supuesto que hay cristianofobia ¡Sin duda! E intentos de adoctrinamiento desde las escuelas ¡Sin duda!… Como también hay abusos y sufrimiento en las iglesias por ideas discriminativas de género ¡Sin duda! Y ante unos y otros nuestra misión es ser parte activa del bien. Si nosotros caminamos bien el mundo percibirá esa luz.

Admitamos que detrás de la gran movilización cristiana actual contra la IdG no todo es un piadoso amor a la verdad acerca de las personas sobre su género. Hoy existen situaciones mucho más graves y denunciadas en La Biblia (como la creciente brecha entre ricos y pobres que sí destroza de verdad a millones de familias) que no les importa tanto a muchos activistas contra la IdG. Admitamos que a menudo se espiritualizan instintos poco santos contra quien siente su sexualidad de un modo diferente al nuestro. Admitamos también que hay hombres cristianos que temen la equidad de género porque su estatus se ve amenazado por mujeres mejor equipadas humana y espiritualmente que ellos.

Nuestra fuente de verdad última no viene de la biología (que como todo lo “natural” está tocado) sino de quien capacita a cada cual de manera particular (Ro. 12, 6). Creo que el Espíritu Santo siempre ha impulsado a la autocrítica de su pueblo desde la humildad. Y creo también que hoy los creyentes tenemos una oportunidad histórica para abanderar la igualdad originaria de hombres y mujeres como imagen de Dios.

El Señor quiera que este cometido no preste tanta resistencia de siglos como tuvo el abolicionismo cuando una mayoría cristiana aseveraba que la esclavitud estaba “muy clara” en La Biblia. Que lo descriptivo y el contexto cultural caído que Dios asume en Las Escrituras por nuestra cabezonería no nos desvíe del poder de un evangelio revelado para avanzar y vivificar los huesos secos.

Si con todo creemos que cualquier impulsor de “La IdG” está gravemente equivocado, nuestro deseo solo puede ser su salvación y restauración, nunca nuestro desprecio. Cuando a Jesús le preguntan “¿Qué he de hacer para ganar la vida eterna?” él responde con la historia de un prójimo herido que es rechazado por un religioso altanero. Y ahí vemos a un hombre roto atendido por ese samaritano que tanto desprecio visceral despertaba entre los oyentes de Jesús (Lucas 10, 25-37). Esta parábola que responde a la pregunta más importante que podamos hacer trata de un mover compasivo sin saber siquiera qué tipo de vida lleva ese prójimo. Por eso cuando Juan y Jacobo piden que baje fuego para consumir a sus aborrecidos samaritanos Jesús les responde: “¡No tenéis ni idea de qué espíritu sois! porque no vine para perder almas, sino a salvarlas” (Lucas 9, 55-56).

[1] https://www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/aproposito/2019/Violencia2019_Nal.pdf

[2] https://www.nodal.am/2017/11/america-latina-la-region-mas-violenta-las-mujeres-al-menos-12-femicidios-diarios/. Datos tomados de informe de la ONU en 2017,

[3] Elcomercio.pe, El 40% de gays de América Latina sufre homofobia en la escuela, 28-10-2014

[4] Finnbogadottir, Vigdis y Consejo de Europa, Equality and Democracy: Utopia or Challenge? Palacio de Europa, Estrasburgo, 9-11 de febrero de 1995, p. 38

[5] Datos de 2017 tomados del informe de la Brecha Global de Género (Global Gender Gap Report) para medir la igualdad y desigualdad de género. Publicado por el Foro Económico Mundial, y que incluye más de 140 países.

[6] bbc.com, El secreto de Islandia, el mejor país del mundo para ser mujer, 05-11-2013

[7] Elconfidencial.com, España registra la tasa de natalidad más baja en 40 años, 19-06-2018

[8] Arna Olafsson, Herdis Steingrimsdottir, How Does Daddy at Home Affect Marital Stability? The Economic Journal, Volume 130, Issue 629, July 2020, Pages 1471–1500

[9] Euronews.com, Female priests join #MeToo movement in Iceland, 16-01-2018

Parte 1 de 6. PECADO ORIGINAL ¿Fueron Adán y Eva personas reales? Ciencia y contexto bíblico

Bienvenidos a esta serie de 6 artículos que abordará en qué consiste realmente el “pecado original” de Adán del que habla el apóstol Pablo. Se trata de un análisis bíblico y teológico en el que asumimos la inspiración divina de La Biblia al mismo tiempo que consideramos la evolución de las especies como un hecho.

Los 6 títulos de la serie son:

Parte 1 (el presente artículo): ¿Fueron Adán y Eva personas reales? Ciencia, Biblia y su contexto.

Parte 2 ¿Qué nos muestra Génesis acerca de la inmortalidad y los supuestos problemas morales de la evolución?

Parte 3 ¿Somos condenados por el pecado de Adán? … ¿O por los nuestros? ¿Qué dice el Antiguo Testamento?

Parte 4 El origen del dogma del “pecado original” y sus problemas teológicos colaterales

Parte 5 ARTÍCULO CENTRAL: ¿Qué dice Pablo al hablar del “pecado original” de Adán? ¿Son compatibles sus reflexiones con una evolución de las especies?

Parte 6 BONUS TRACK DE PREGUNTAS HABITUALES: ¿Y qué del pecado de los niños fallecidos? ¿Creía Jesús necesariamente en un Adán histórico? ¿Lo creía Pablo?

Comenzamos con Parte 1: ¿Cómo deberíamos entender la realidad bíblica de Adán y Eva? ¿Fueron personas históricas reales?

Cada vez más cristianos aceptan sin problemas una lectura no literal de Génesis 1-3 asumiendo la teoría de la evolución de las especies como un hecho.

(NOTA: En los links anteriormente marcados explicamos por qué los capítulos 1-3 de Génesis no pretenden ser comprendidos como relato literal)

Para los cristianos existe un mayor conflicto con las palabras del apóstol Pablo acerca del pecado de Adán y sus consecuencias: ¿Debería ser Adán una persona necesariamente histórica para mantener la inspiración bíblica de lo que el apóstol escribe a los Corintios? Y si Adán no fuese una persona concreta: ¿Qué sentido teológico tendrían estas palabras? ¿Qué dice realmente La Biblia en su conjunto acerca del «pecado original»?

En primer lugar, consideremos las distintas maneras que los teólogos creyentes en La Biblia han considerado respecto a la historicidad de Adán y Eva:

Daniel C. Harlow expone 5 formas básicas de hacerlo[1] (Ver imagen). Algunas de las posturas “concordistas” son asumidas por cristianos como Timothy Keller o William Lane Craig. Las llamamos concordismo porque tratan de concordar una interpretación más o menos literal de La Biblia con datos científicos actuales. Los concordistas aceptarían la evolución humana al mismo tiempo que creen en Adán y Eva como personas reales históricas.

Digamos -por simplificar- que para los concordistas Adán y Eva sería una pareja real llamada por Dios en medio de una humanidad perdida en un sentido similar al que podría ser llamado Abram desde la ciudad de Ur. Esta pareja, de algún modo, sería la primera pareja realmente humana de la historia. Los dos primeros seres preparados para tratar con Dios de forma consciente y humana.

A priori, el concordismo pretende resolver algunos problemas de encaje entre una lectura historicista de Biblia y la ciencia evolutiva. Pero para otros teólogos, esta postura crea otros problemas aún mayores respecto a la credibilidad de La Biblia como obra inspirada por Dios.

Cómo el concordismo (encaje de ciencia con el mensaje bíblico) ha dañado la credibilidad de La Biblia

Quienes rechazan las propuestas concordistas y creacionistas creen que estos cientifismos del relato constituyen erradas proyecciones modernas sobre La Biblia que resultan ajenas a las intenciones originales. Por esto -los cristianos bíblicos y evolucionistas- creen que forzar La Biblia para hacerla coincidir con la ciencia de nuestro tiempo supone un gran error.

A lo largo de la historia, el concordismo ha hecho que por momentos parezca que Biblia y ciencia “encajan” en algunos aspectos. Pero pasadas unas generaciones… las cosas habitualmente se desmoronan con la llegada de nuevos descubrimientos científicos que desplazan a aquellos que aparentemente sostenían la credibilidad bíblica según concordistas y creacionistas. Sirva como un ejemplo entre mil, las tesis del influyente Cosmas (s. VI) cuando afirmaba que, “bíblicamente”, el mundo era físicamente como un arcón, siendo la tierra el rectángulo del fondo[2].

No es casualidad que el concordismo de la lectura literal de La Biblia sea hoy una de las principales razones del abandono de la fe tal y como reflejan las encuestas (Barna Group 2011 y posteriores).

Como Karl Barth afirma: “la idea de que la Biblia declara la Palabra de Dios solo cuando habla históricamente es una idea que debe abandonarse […] La presunta equiparación de la Palabra de Dios con un registro “histórico” es un postulado inadmisible que no se origina en la Biblia en absoluto, sino en el infortunado hábito del pensamiento occidental que asume que la realidad de una [narración] se mantiene o cae según sea “historia” o no[3]”.

En el artículo titulado “¿Pretende Génesis 1 y 2 ser leído literalmente? ya expusimos cómo ni la revelación científica ni la plena historicidad son las intenciones de estos relatos. Sí que pretenden otorgar propósito e identidad al pueblo de Israel. Pero sin pretensiones geológicas, biológicas o estrictamente historicistas. Estos requisitos «de verdad» son básicamente proyecciones posteriores de la modernidad.

Pero entonces… ¿Cómo debemos acercarnos al relato de Adán y Eva afirmando la inspiración de La Biblia? Esto lo veremos en la siguiente parte (2 de 6) titulada: ¿Qué nos muestra Génesis acerca de la inmortalidad y los supuestos problemas morales de la evolución?

[1] Daniel C. Harlow, Después de Adán: leer el Génesis en la era de la ciencia evolutiva, Revista Alétheia de la Comisión de Teología de la Alianza Evangélica Española, 2012

[2] https://www.fliedner.es/media/modules/editor/cienciayfe/docs/documentos/de_Felipe_2000_Apuntes_para_el_debarte_historico_de_la_cosmologia_biblica.pdf

[3] Karl Barth, Dogmática eclesial, vol. 3, pt. 1:82