Tú crees en Dios… ¡Yo en unicornios rosas! ¿Cuál es la diferencia?
OBJECIÓN A LA FE CRISTIANA: Los creyentes en Dios destacan las evidencias de un Creador en la naturaleza. Y cuando a esto se apostilla que no puede demostrarse la “no existencia” de Dios, ateos como Richard Dawkins responden que no podemos probar la no-existencia de alguien del mismo modo en que no podemos probar que en el fondo del jardín no hay hadas.
Pero, ¿Es esto así? ¿Es más racional no creer en Dios que creer? ¿Existe diferencia entre creer en el Dios cristiano y creer en hadas? ¿Qué puede decirnos la ciencia?
RESPUESTA: Tratando de responder a estas cuestiones, la primera evidencia de inconsistencia de esta clásica analogía entre la fe en hadas y la fe en Dios es que nadie comienza a creer en gnomos, hadas o en el Ratoncito Pérez de adulto. Además, existen algunos países en los que, sorprendentemente, se constatan más cristianos de adultos que de niños (Informe Pew Research Center, 2018). Pero nada similar ocurre con la creencia en hadas
¿Es razonable apelar a la razón para rechazar la fe?
Como Sigmund Freud, muchos afirman que Dios es una proyección psicológica producto de nuestros miedos, culpas o inseguridad. Sin embargo, un primer problema de esta crítica es que también podría decirse lo mismo para cuestionar la solidez del ateísmo. Paul C. Vitz, profesor de psicología en la Universidad de New York, está convencido de que “las principales barreras para creer en Dios no son de índole racional sino psicológicas» [1]«.
Entre algunos factores conscientes e inconscientes que pueden conducir al ateísmo estarían los siguientes: 1) La necesidad de aceptación grupal en una sociedad cada vez más agresivamente antirreligiosa. 2) El atractivo de un individualismo que rechaza la dimensión comunitaria y la responsabilidad moral personal hacia el prójimo que sí requiere el cristianismo. 3) El rechazo a un Dios Padre generado por la figura de un padre biológico ausente y/o decepcionante durante la infancia [2]. 4) Haber sido abusado por religiosos.
Son solo cuatro ejemplos de motivos más emocionales que racionales y que a menudo configuran la base real del rechazo a considerar la existencia de Dios. El filósofo ateo Thomas Nagel admite: «no es únicamente que no crea en Dios; es que no quiero que lo haya [3]”.
Así que el tópico que afirma que el ateo es puramente racional y el religioso emocional e irreflexivo, paradójicamente, es una tesis que tiene más de chiché emocional que de análisis racional. No todos los ateos y creyentes han llegado a sus conclusiones del mismo modo, por lo que generalizar y no tener en cuenta la individualidad es ya un error de lógica y análisis crítico ponderado.
El psiquiatra Manfred Lütz señala que la explicación freudiana de Dios como una proyección psicológica está muy bien… siempre y cuando no exista Dios, claro. Pero si Dios existe, el argumento freudiano se volvería contra el ateísmo al señalarlo en realidad como esa ilusión reconfortante. Y es que la negación de Dios a menudo parte de un deseo de huir de la percepción de una realidad más profunda. Ese ateísmo estaría sobre todo motivado por la proyección del deseo de no encontrarse con alguien a quien quizás un día debamos explicarle qué hemos hecho con la vida que nos ha dado o de qué he hecho con mi prójimo [4]. El premio Nobel Czeslaw Milosz piensa que hoy «estamos siendo testigos de una transformación. Hoy el verdadero opio del pueblo es creer que no existe nada tras la muerte. Vivir con el consuelo de que todo nuestro mal, nuestra codicia no serán nunca juzgados [5]«.
Definitivamente, apelar a la razón para negar categóricamente la existencia de Dios implica además otros problemas de lógica. Veámoslos:
¿Soy realmente un librepensador?
La razón no siempre se mueve en una dirección plana y única como ocurre en matemáticas. La lógica puede usarse más o menos correctamente desde diferentes enfoques. La mayor evidencia es que ni todas las personas extremadamente lógicas votan al mismo partido político ni tampoco las más irracionales. Las cosas no son así de planas, por lo que afirmar que La razón debe llevarnos obligatoriamente al ateísmo es un reduccionismo enormemente subjetivo, una afirmación muy pasional, poco racional. ¿Y qué es eso de “La razón” (con mayúsculas)? ¿Nos referimos a Mí razón? ¿A mis conclusiones acerca de la justicia y la moral? Partamos del hecho de que todos creemos en algo. Y que no podemos demostrar de forma irrebatible todo aquello en lo que creemos. Pero sí podemos pensar que existe una justificación más o menos racional para aquello en lo que creemos, lo cual es algo diferente. Los sabios suelen definirse como aquellos que humildemente reconocen la complejidad del mundo y de nuestra limitada capacidad para comprender su significado en auténtica profundidad. Así que afirmar categóricamente que Dios no existe resulta una afirmación simplista de la que todo buen escéptico debería dudar.
¿Llevados por la masa o por el pensamiento crítico?
Algunos dicen que los cristianos creemos en una religión simplemente porque fuimos educados en ella. Pero esto ya tiene poco sentido en el occidente del siglo XXI. Si quieres problemas y que le miren mal… ¡Di que eres cristiano! Hoy el ambiente se hiela si osas presentarte como un creyente convencido. Rara vez sacas algo bueno para tus intereses al hacerte cristiano en el mundo actual. Por esto, al tratarse de una decisión en contra de la corriente dominante debería hacernos pensar por qué muchas personas racionales todavía abandonan su ateísmo para creer en Dios. En todo caso, no será por inercia. Al menos en muchos casos.
El periodista David Robertson, en su visita a un instituto británico para hablar de ciencia y cristianismo comenta como “los alumnos eran públicamente agresivos (aparte de un par de musulmanes y un cristiano) sugiriendo que solo las personas ignorantes creen en Dios y que era por su cultura y su familia. Cuando les pregunté cuántos de ellos tenían padres que creyeran – o amigos o profesores – prácticamente no había nadie. No vieron la ironía en sus reclamaciones […] su falta de creencia provenía justamente de eso. No era producto de un pensamiento razonado, evaluación de evidencias o reflexión de diferentes visiones del mundo [6]”.
Es evidente que se ha hecho mucho daño en el nombre del Dios cristiano. Y hasta cierto punto es comprensible que los medios de comunicación centren su atención en la religión de estúpidos, terroristas y abusadores (aunque no es aceptable que tergiversen la información). Se trata de una tendencia negativa que confunde al gran público, pues los principios objetivos del cristianismo no son los casos patológicos y las parodias. El verdadero seguimiento de Jesús se muestra pocas veces en los medios de comunicación.
Una visión más ponderada del cristianismo no vende tanto. Se ridiculiza La Biblia sacando textos de su contexto y se airean las interpretaciones de fundamentalistas y frikis religiosos provocando que el gran público asuma que el cristianismo es para ignorantes o algo peor. La masa cree saberlo todo sobre el cristianismo. Pero sabe muy poco y muy mal.
Pensar y elegir: Todos tenemos fe en algo
Todos tenemos fe en algo. Es el objeto de fe lo que cambia. Hasta el divulgador antirreligioso más popular de nuestro tiempo, Richard Dawkins, define a un ateo como “alguien que cree que no hay nada más allá del mundo natural y físico [7]”.Pero la premisa de Dawkins no es solo una creencia sino una contradicción (señalada como falaz incluso por intelectuales ateos) ya que es imposible poder corroborar la creencia en la inexistencia de Dios mediante el método científico. Aunque a los ateos les cuesta admitir este punto, el hecho de creer que no hay nada tras el mundo físico conocido hacen de este ateísmo un tipo de fe.
El Dios cristiano no contradice la razón sino que va más allá de sus límites. Es Dios, así que ¡No podía ser de otro modo! El mismo Dawkins llega a decir que “si hay un Dios, será mucho más grande e incomprensible [8] ” de lo que nadie “haya propuesto y podamos contemplar jamás” ¡Tiene razón Dawkins! Si Dios ha creado la razón él no puede ir en contra de ella aunque esté condicionada, limitada y deteriorada. Pero los cristianos creemos que el Dios mostrado en Jesús sana e ilumina la razón. Y por eso en La Biblia las personas creen en él por algún tipo de evidencia. No porque sí.
Los creyentes observamos cada día cómo es vivir con Dios y cómo es vivir sin Él. Podemos comparar. Seguir a Jesús no proporciona una visión más corta del mundo sino más amplia y con más parámetros de juicio. El uso de la razón, la reflexión y la búsqueda de La Verdad son inherentes a la revelación cristiana que insta a “examinadlo todo” (1ª Ts. 5, 21), amar a Dios y a los demás “con toda nuestra mente” (Mt. 22:37-39). Los padres cristianos recordamos a nuestros hijos que un día deberán decidir por ellos mismos acerca de la fe que han recibido. Deberán ejercer un pensamiento crítico. Y eso es algo que Jesús fomentaba cuando hacía preguntas para que la gente pensara por sí misma.
Recuerdo como una chica atea de padres ateos se lamentaba por no haber recibido una visión correcta del cristianismo en su infancia. Ya en su adolescencia se hizo preguntas sobre el sentido de la vida y se dispuso a elegir entre el ateísmo y una imagen distorsionada del cristianismo (la que le habían inculcado). Años después se dio cuenta de que su decisión no fue limpia y que lo que un día rechazó solo era un cristianismo caricaturesco. No era el evangelio de Jesús que conoció años después. Hoy se siente defraudada por un entorno que le había transmitido como supuesta verdad crítica librepensadora del cristianismo una mera burda distorsión del original de Jesús.
¿Qué puede decirnos la ciencia?: Evidencias de una mente detrás del Universo
Muchos recurren a la ciencia para defender su ateísmo. Pero, ¿Tiene esto sentido o tiene que ver con los prejuicios? La ciencia ha llevado a científicos ateos a volverse creyentes en un Creador del Universo. Y grandes mentes de la revolución científica se sintieron motivados a hacer ciencia desde sus principios cristianos.
Los seres humanos ejercemos fe porque somos atraídos hacia una dimensión de profundidad. Y el cristianismo explica con evidencias el porqué de estas corazonadas acerca de un propósito y un sentido más allá de lo natural. Tenemos sed y existe el agua. Tenemos sueño y existe el descanso. Tenemos hambre y existe la comida. Anhelamos trascendencia y la percibimos. Para los cristianos la historia se conecta en Jesús como la respuesta a esta poderosa intuición.
Miramos alrededor y vemos la asombrosa existencia de la conciencia, la belleza, la moral, el orden y el diseño en la naturaleza. La existencia de la vida requiere de un extraordinario cúmulo de circunstancias cercanas a la probabilidad cero… ¡Cada una de ellas! Este llamado «ajuste fino del Universo» (o Universo sincronizado) es un hecho extraordinario. O mejor dicho: Son millones de hechos extraordinarios dependientes entre sí para poder generar vida. Las leyes físicas están tan finamente ajustadas que si alguna de ellas se alterase en un porcentaje ínfimo, la vida entonces ya no podría existir. Y esto es más que impresionante. Anthony Flew, uno de los ateos más influyentes del siglo XX aceptó la existencia de Dios por este motivo. Cuando al antirreligioso Richard Dawkins se le preguntó sobre algún aspecto que le hiciera bacilar de su ateísmo, él mismo admitió que “las constantes vitales del Universo son demasiado buenas como para ser ciertas. Me parece que eso necesita algún tipo de explicación [9]”.
La probabilidad de que algo como el ADN haya podido surgir por azar, por ejemplo, ha sido estimada como 1 entre 200.100 [10]. Esto es algo tan improbable como que te toque el premio gordo de la lotería semanal durante varios años seguidos.
Otro ejemplo: El cálculo para obtener una pequeña proteína al azar es de 1 entre 12 seguido de 134 ceros. “Pero incluso esto podría ser irrelevante, porque resulta que las estructuras proteicas de la célula no pueden replicarse sin la ayuda del ADN, lo cual nos pone frente a lo que los estudiosos sobre el origen de la vida, se conoce como el problema del huevo y la gallina. Para funcionar una célula necesita tanto el ADN como las proteínas; la aparición e integración de ambos a la vez empuja los límites de la improbabilidad hasta lo inimaginable [11]”.
También podemos hablar del equilibrio de la fuerza de gravedad de los átomos, nuestra distancia del sol y millones de asombrosas circunstancias imprescindibles para la vida que nos hacen pensar que nuestra existencia requiere de una respuesta más allá del mero azar. Son solo ejemplos, pero ¡Podríamos seguir asombrándonos con tantas cosas que hacen posible que estemos aquí!
“La fe cristiana es una respuesta a la evidencia. No una celebración de la ausencia de evidencias”
John Lennox, Doctor en Ciencias en la Universidad de Oxford se pregunta: “¿Cuál es el propósito de nuestra existencia? […] El análisis científico del universo no puede respondérnosla, del mismo modo que el análisis científico de un pastel no nos explica por qué se preparó […] Sólo el pastelero puede revelárnoslo. La verdadera ciencia no se avergüenza de su incapacidad en este punto […] ¿Cómo averiguarlo? Existen evidencias a favor de una mente detrás del universo, de una mente que deseaba que estuviéramos aquí. Y disponemos también de una mente propia […] Ello nos lleva a la cuestión de si hay alguna evidencia creíble y seria de que esa mente haya hablado alguna vez a nuestro mundo […] Si lo que hay detrás del universo es un Dios personal, eso tiene implicaciones de muy largo alcance en la búsqueda de la verdad ya que implica que puede haber otras formas de conocimiento aparte del estudio puramente científico. Las personas nos comunicamos de modo diferente que las cosas […] Por tanto, la siguiente cuestión lógica es: Si el creador es personal, ¿Ha hablado directamente? [12]”.
Francis Collins, premio Príncipe de Asturias de las Ciencias y coordinador del Proyecto Genoma Humano es uno de los científicos más importantes del último siglo. Fue ateo hasta que -como él dice- “empecé a darme cuenta de que las evidencias relativas a la existencia de Dios, aun sin ser de carácter irrefutable, eran muy convincentes. De hecho, me ayudaron a darme cuenta de que el ateísmo ya no era opción válida para mí por ser la menos racional de todas las posibles opciones [13]”
Si hay un Creador ¿No debería habernos hablado?
Algunos piden un argumento incontestable de la existencia de un Dios personal ¿Y si ese Dios personal nos ha dado una persona incontestable? ¿Es Jesús lo que esperaríamos de Dios?
Jesús volteó su mundo hace 2000 años y según muchos testimonios sigue transformando vidas hoy. Escandalizó a la sociedad de su tiempo haciendo bien incluso a sus enemigos. Practicó el perdón y la ayuda al desfavorecido. Denunció la hipocresía de la jerarquía religiosa y del abuso en nombre del Dios de La Biblia. Señaló el valor interior de las personas y no las apariencias. Su mensaje fue el fundamento para nuestros Derechos Humanos y puso las bases para la igualdad racial y de género. Y un largo etcétera de aspectos libertadores que hasta su llegada eran más bien raros ¡Todo en la misma persona!
Las palabras y hechos de Cristo no se corresponden con los de un loco que ve unicornios rosas. Y menos aún para aquellos tiempos. En Él vemos una ética única. Jesús confronta y describe perfectamente la condición contradictoria del ser humano a la vez que lo ama y provee el remedio para liberarlo y restablecer su relación personal con Dios. Constató que Él no era únicamente un gran maestro y dio evidencias de su divinidad: Sanó enfermos, dominó el clima y levantó muertos.
En los testigos de su resurrección se produjo una transformación radical de difícil explicación si realmente Él no hubiera resucitado. El gran problema del sufrimiento humano tiene la mejor respuesta y la mayor esperanza en un Dios descendido y quebrantado que entiende nuestro dolor porque lo ha vivido. Jesús es el argumento. Y aunque no tengamos todas las respuestas, Él es la contestación ¿Es Jesús lo que esperaríamos de Dios acercándose a nosotros? Eso creo.
Por Delirante.org
[1] Paul C. Vitz. Foro Veritas, Instituto de Tecnología de California, 2009. Tomado del español: Fe, ciencia y ateísmo, Andamio, 2015, p. 99
[2] Los referentes históricos del ateísmo Bertrand Russel y Nietzsche perdieron a sus padres con 4 años. Jean Paul Sartre a los 15 meses. Las biografías de Sigmund Freud describen a su padre como decepcionante y religioso. Camus perdió a su padre con 1 año. Esta relación entre ateísmo activista y padre decepcionante o ausente son significativamente frecuentes según Paul C. Vitz
[3] Thomas Nagel, The Last Word (La Última Palabra). Oxford: Oxford University Press, 1997, p.130
[4] Manfred Lütz, gott: Eine kleine Geschichte des Grossten, München, Pattloch, 2007
[5] Czeslaw Milosz, The Discreet Charm of Nihilism, _New York Review of Books, 19 Noviembre, 1998
[6] David Robertson. Liberad la educación. Protestante Digital, 9 de abril de 2016
[7] Richard Dawkins. El espejismo de Dios. Espasa Calpe, 2007, p. 23
[8] Revista Time, 13 de noviembre 2006
[9] The Four Horsemen, Coloquio organizado por RDFRS, grabado por Josh Timonen. 30/04/2007. 51´15”
[10] Scott Hahn, Benjamin Wiker. Dawkins en observación: Una crítica al nuevo ateísmo, RIALP, 2011, p. 47
[11] Ibid, pp. 47-48
[12] John Lennox, curso: Fe, razón y ciencia, organizado por el Departamento de Educación de la Universidad de Oxford. En español: ¿Ha enterrado la ciencia a Dios? Publicaciones Andamio, 2003, pp. 138-140
[13] Francis Collins. Foro Veritas, Instituto de Tecnología de California, 2009. Tomado del español: Fe, ciencia y ateísmo, Andamio, 2015, p. 24>
Menuda sarta de mentiras, falacias, contradicciones y chorradas.
¿Como cuáles? Nos encanta razonar los argumentos, así que te animamos a aportar alguno ¡Un saludo Darwin!