sábado, marzo 15, 2025
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La Biblia no muestra que Moisés escribiera todo el Pentateuco, más bien lo contrario

Durante una reunión de adolescentes de mi iglesia, un joven contaba apesadumbrado cómo su profesor de filosofía ridiculizó públicamente La Biblia por contener un libro atribuido a Moisés (Deuteronomio) que narra su propia muerte. El conocido sitio web cristiano Got Question afirma que plantear que pudiera haber ediciones del Pentateuco (los 5 primeros libros de La Biblia) posteriores a Moisés pone en “entredicho la veracidad del Pentateuco […] Esto sería tratar de debilitar la palabra de Dios, y una forma de hacerlo es poniendo en duda la historicidad y autoría del Pentateuco”, llegando a sentenciar que esto “pone en tela de juicio los testimonios de Jesús [1]”.

Afirmaciones tan categóricas como estas producen temor entre quienes creen en la inspiración divina de La Biblia. Pero ¿Es realmente así? ¿Se refuerza o más bien se pone en entredicho la credibilidad bíblica cuando se niega la autoría plural del Pentateuco?

En primer lugar, en ningún lugar de La Biblia se nos dice que sea importante conocer el número o la identidad de los autores en cada libro bíblico. Como tampoco que sea importante el periodo de redacción para cada uno de ellos. Esto son necesidades apologéticas modernas, creadas a posteriori y que resultan ajenas a los receptores originales de los libros bíblicos.

De forma concreta, La Biblia no afirma que la autoría de estos cinco libros sea exclusivamente de Moisés. Cuando Jesús, por ejemplo, dice: «Porque si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él» (Juan 5:46) no está diciendo que todo el Pentateuco, versículo por versículo, sea una obra monolítica de Moisés. Incluso admitiendo que gran parte procediese de Moisés (Josué 8, 32), quizás oralmente, Jesús aquí simplemente dice que Moisés habló de Él. Pero NO dice que todo el Pentateuco sea obra de Moisés.

¿Una autoría plural en diferentes épocas contradice La Biblia?

En contra de lo que muchos cristianos afirman, a la doctrina de la inspiración no le afecta que el Pentateuco pudiese ser un extenso núcleo originario de Moisés transmitido durante generaciones siendo editado y cerrado siglos después ¿Qué problema tiene la inspiración divina en esto? Ninguno ¿Y si Dios determinó que así fuese? La inspiración sobre los autores bíblicos no depende del número de autores o del proceso completo de composición de cada libro. Lo importante es que Jesús se refiere a estos libros como Las Escrituras.

De hecho, aquellos que exigen al Pentateuco haber sido escrito por Moisés son los primeros en matizar que, como mínimo, debió haber dos autores: Moisés y quien(es) narra(n) su muerte (Dt. 34).

Como vemos, no hace falta ser un erudito para comprobar que referirse a estos libros como “La ley de Moisés” no implica que Moisés fuese autor de cada línea. Incluso los cristianos más conservadores suelen admitir que la parte final describiendo cómo fue su propia muerte no debió ser suya.

La Sagrada Familia de Gaudí… no es solo de Gaudí

En la antigüedad, e incluso hoy, es frecuente referirse a obras literarias o artísticas nombrando solamente a su autor principal, al alma mater o inspirador, a pesar de que posteriormente exista un grupo más amplio de autores de dicha obra que en ocasiones resultan anónimos.

Sirva de ilustración los numerosos profesionales que han trabajado y que aún siguen construyendo la catedral de la Sagrada Familia de Barcelona. Sin embargo, a nadie se le ocurre calificar como engaño que nos refiramos a La Sagrada Familia de Gaudí a pesar de que no es 100% una obra de un único autor que murió hace ya mucho tiempo. Seguimos hablando de la obra de Gaudí a pesar de la implementación de diferentes añadidos que él no tenía en mente y que se hicieron necesarios tiempo después.

Pues algo parecido ocurrió hasta el cierre final del Pentateuco. Hoy mismo, a nuestras leyes se le añaden modificaciones o enmiendas a lo largo de años y siguen considerándose la misma ley.

Una forma de hablar habitual en La Biblia

En Mateo 27, 9 Jesús apela a un escrito de Jeremías cuando en realidad está citando Zacarías 11, 12-13 ¿Miente Jesús? ¿Se equivoca con la autoría del libro? ¿Queda tocada la armonía bíblica? Si descartamos el error del redactor o del copista, es posible que Jesús citase a Jeremías como una sinécdoque, como una alusión al profeta que encabezaba el listado clásico de libros proféticos. Si esto fue así (la opción más plausible según algunos comentaristas) se derriba de un plumazo el argumento de que Jesús debió referirse necesariamente a Moisés como autor único del Pentateuco. Si Jesús no le dio importancia a la autoría de Zacarías hasta el punto de atribuir a Jeremías una cita suya ¿Por qué, entonces, tendría que ser obligatoriamente rígido y abarcar el 100% de 5 libros al referirse a textos atribuidos Moisés? No pongamos en Jesús requisitos apologéticos que no son suyos.

Sea como fuese, Jesús tuvo que dirigirse a aquellos escritos tal y cómo eran conocidos por sus coetáneos, independientemente de que hubiera más autores implicados en la Torá más allá de Moisés.

Lo natural es que Jesús no se dirigiese a aquellos textos de un modo diferente a como ellos los describían. Esto es un principio fundamental de la comunicación y de hacerse entender. Aún así, insistimos, el Pentateuco no reclama para sí mismo que deba ser leído como escrito al 100% por Moisés.

En Las Escrituras no vemos que a nadie le importase quién escribiese –por ejemplo- la parte del Pentateuco que habla de la muerte de Moisés ¿O acaso se observa en La Biblia algún debate o preocupación al respecto? Ni lo más mínimo. Por entonces ya existían hipótesis acerca de quién pudo escribir esa parte, pero lo realmente importante no eran los puños detrás de las letras sino el Dios detrás de los puños. La necesidad actual de algunas tradiciones conservadoras de afirmar que Moisés escribió todo el Pentateuco tiene más que ver con la necesidad psicológica de preservar determinadas tradiciones que un día nos enseñaron como “La verdad” que con lo que realmente nos pide La Biblia.  

Jesús diría que la mostaza “es la más pequeña de todas las semillas” (Mt 13, 31) cuando realmente no es la semilla más pequeña. Así que si aplicamos las mismas exigencias exegéticas de los defensores de la plena autoría mosaica tendríamos que afirmar que Jesús se equivoca con la semilla o miente. Pero caeríamos en el error de no pensar como los hebreos antiguos sino de utilizar un tipo de pensar occidental moderno no aplicable al contexto de una conversación donde lo importante es el mensaje espiritual de fondo, no el dato informativo exacto. En el caso de la mostaza Jesús no estaba haciendo ninguna declaración naturalista absoluta y simplemente utiliza un estilo enfático para un público que tenía interiorizado que el grano de mostaza era el más pequeño de todos. Así hablaban. Y aunque la mostaza no era técnicamente el grano más pequeño la pedagogía de Jesús era la ideal porque así se pensaba por entonces. Y lo mismo podemos decir cuando Jesús apela a la Torá del mismo modo en el que lo hacían sus oyentes. Lo importante era qué decían Las Escrituras. No sería tan complicado de entender si determinadas corrientes posteriores a la revolución científica no hubieran salpicado nuestra hermenéutica con exigencias apologéticas de precisión histórica y científica ajenas al texto bíblico.

Evidencias de varios autores y generaciones en el Pentateuco (y por qué no afecta a la inspiración de La Biblia):

Esta breve reflexión pretende traer paz al lector cristiano conservador que descubre con naturalidad que Moisés no pudo ser el autor de todo el Pentateuco. Tu fe no se tambalea cuando compruebas que existen indicios sólidos de una revisión final de La Torá siglos más tarde a Moisés, cerrándose quizás entre los siglos VI y IV a. C. ¿En qué afecta esto a la inspiración de La Biblia? En nada.

Dios ha inspirado a los autores bíblicos como Él ha querido y no como nosotros decimos sin razones de peso reales. Recalcamos esto porque hay personas que han sido sacudidas en su fe tras descubrir que Moisés no pudo haber escrito el Pentateuco como le aseguraron tajantemente en su Escuela Dominical. A esto le sumamos el miedo creado desde púlpitos, artículos y populares videos en YouTube que señalan con nombres y apellidos a los “herejes” que cuestionan la plena autoría mosaica del Pentateuco. Sin embargo, la evidencia bíblica es fuerte y nos llama a una mayor humildad y respeto hacia otros hermanos, pues siempre estaremos condicionados por nuestras experiencias, lecturas y tradición ¡Pero deseosos de conocer la verdad de Dios!

La multiautoría ni siquiera es un planteamiento moderno, ni liberal ni nada de esas cosas que se dicen para provocar cierto temor infundado a la par que se diluye un pensamiento bíblico más rico y profundo. El asunto se ha debatido tanto en el judaísmo como en el cristianismo desde siempre. San Jerónimo (s. IV), por ejemplo, ya desde una mera lectura directa del Deuteronomio sugirió que algunos de sus textos debieron ser de la época de Esdras (s. V a.C.)[2].

En esta búsqueda de evidencias, los eruditos señalan diferentes argumentos para la autoría plural. Entre ellos destacan las diferentes repeticiones de las historias (algunas repetidas hasta 5 veces), los elementos lingüísticos, culturales o de estilo que avalan una clara multi autoría del Pentateuco. Algunos de los elementos del Pentateuco son más característicos de los siglos VI-IV a. C. que de los hipotéticos siglos XIII o XV (a. C.) en los que pudiera haber vivido Moisés. Dicho esto, no nos vamos a meter aquí en complejas erudiciones académicas sobre las que ya existen amplísimos y extraordinarios trabajos al respecto.

Aquí expondremos evidencias sencillas para que cualquier lector común pueda comprobar por qué se habla de la autoría múltiple del Pentateuco tan solo leyendo La Biblia.

Evidencias concretas de autoría múltiple:

-Ejemplo de texto posterior a la vida de Moisés: “Ciertamente pondrás por rey sobre ti” (Deuteronomio 17:14-20)

Dios le dice a Israel: “Ciertamente pondrás por rey sobre ti al que Jehová tu Dios escogiere“ (Dt. 17, 15). Y posteriormente se adjuntan instrucciones concretas acerca de cómo debe actuar el Rey de Israel (14-20).

Bien. Teniendo esto en cuenta fijémonos en algo sencillo de comprobar:

Si este párrafo hubiera quedado escrito por Moisés estaríamos ante instrucciones monárquicas “proféticas” dadas por Dios al pueblo siendo conocidas por todos los integrantes del tenso debate que mantienen Samuel y el pueblo de Israel (1 Samuel 8) que pide para sí un rey que los gobierne ¿Cierto?

Sin embargo, el pueblo no apela a Dt. 17 para defender su petición y que -supuestamente- ¡Moisés ya la habría avalado al 100% dejándola por escrito afirmando que la monarquía queda establecida por Dios mismo! Así que no tiene sentido pensar que durante el debate acerca de poner rey en Israel NADIE apelase a un texto que cerraba de portazo cualquier discusión.

Es aún más absurdo pensar que el mismo Samuel ignorase adrede que Dios mismo ya había dejado por escrito una declaración que le cierra la boca. Eso colocaría a idea clásica de inspiración bíblica en problemas mucho mayores. Como creyentes en la inspiración divina, más desconcertante aún sería observa que Dios no quiere rey sobre Israel argumentando que esa petición popular de monarquía equivale a rechazar a Dios mismo (1 S. 8, 6-7) ¡Pero! ¿¡Y qué pasa con lo que Moisés (supuestamente) ya habría dicho cientos de años antes en Dt. 17!? Desde la idea de autoría única de Moisés: ¿¡Hay algo de sentido en todo esto!?

La explicación coherente es que la supuesta orden dada por Dios a Israel para poner rey sobre ellos (Dt. 17, 14-20) no estaba aún escrita en tiempos de Samuel (luego veremos algún ejemplo más). Debemos entender que este añadido posterior de Dt. 17 no contradice La Escritura sino que la reafirma. A lo único que contradice este añadido es a la tradición humana (no bíblica) que exige al Pentateuco ser escrito 100% por Moisés. Pero La Biblia no nos dice cómo se transmitieron los textos sagrados, ni el orden, ni los requisitos de Dios para una redacción o edición final del libro que hoy consideramos como Palabra de Dios

¿Qué problema hay si Dios quiso inspirar a los escribas para realizar estas adicciones posteriores que aclararían dudas y que además consolidarían la fuerza de Palabra de Dios ante el pueblo y su rey para generaciones posteriores? Este registro escrito posteriormente cerraba el debate y fortalecía la confianza del pueblo en Las Escrituras. Para nosotros lo importante es que el Espíritu Santo se mueve como quiere y que Jesús refrendó Las Escrituras una vez se cerró su redacción.

Otras evidencias de autoría del pentateuco posterior a Moisés:

Veamos algunos ejemplos más de añadidos posteriores a Moisés en el Pentateuco:

1) “Y los reyes que reinaron en la tierra de Edom, antes que reinase rey sobre los hijos de Israel, fueron estos…”.  (Génesis 36, 31). Este texto no pudo ser escrito antes de Saúl, el primer rey de Israel que vivió cientos de años después que Moisés:

2) Se habla en pasado de acontecimientos posteriores a la entrada en la Tierra prometida que ocurrió después de la muerte de Moisés:

Éxodo 16, 35: «Así comieron los hijos de Israel maná cuarenta años, hasta que entraron en la tierra habitada: maná comieron hasta que llegaron al término de la tierra de Canaán«. Dt 2:12: «Y en Seir habitaron antes los Horeos, a los cuales echaron los hijos de Esaú; y los destruyeron de delante de sí, y moraron en lugar de ellos; como hizo Israel en la tierra de su posesión que les dio Jehová«. Dt 4:38: «Para echar de delante de ti gentes grandes y más fuertes que tú, y para introducirte, y darte su tierra por heredad, como hoy«.

3) El Pentateuco se refiere a Moisés en tercera persona. No suele aparecer hablando en primera persona, excepto –obviamente- en la trascripción de sus discursos: Éxodo 11, 3: «También Moisés era muy gran varón en la tierra de Egipto, a los ojos de los siervos de Faraón, y á los ojos del pueblo«. «Y el Señor dijo a Moisés…» (Nu. 2:1, 5:1, 31:1). «Y ésta es la bendición con la cual bendijo Moisés, varón de Dios, a los hijos de Israel, antes que muriese» (Dt. 33:1). «todas las cosas que Jehová había mandado a Moisés» (Éxodo 39:42, 40:27, 29, 32).

4) Dt. 34, 5-6: «Y murió allí Moisés siervo de Jehová, en la tierra de Moab, conforme al dicho de Jehová. Y enterrólo en el valle, en tierra de Moab, enfrente de Bethpeor; y ninguno sabe su sepulcro hasta hoy«.

Este texto no solo no pudo escribirlo Moisés sino que incluye un “hasta hoy” que transmite la idea de que ya ha pasado mucho tiempo desde su muerte. Ha pasado tanto tiempo, que cuando Dt. 34: 5-6 se escribe ya nadie sabía siquiera la localización de algo tan importante para su historia como el lugar de su tumba.

5) Incluso alguien tan conservador y a favor de la autoría mosaica del Pentateuco como Richard McDonald, del Seminario Teológico Bautista del Sur, admite que “las Escrituras incluyen indicaciones de adiciones y actualizaciones autorizadas divinamente. Por ejemplo, Proverbios 25:1 cuenta que los hombres del rey Ezequías agregaron dichos de Salomón a Proverbios [3]”. ¡Podríamos haber empezado por aquí y hubiéramos zanjado el asunto!

El relato de La Creación

Otro aspecto muy importante, y poco mencionado, es el asombroso encaje del relato de la Creación de Génesis 1 y 2 como revelación y respuesta a la crisis de identidad de Israel durante y tras el exilio en Babilonia. Cada detalle es un golpe demoledor a las cosmogonías que dominaron la antigüedad como Egipto y sobre todo Babilonia. Dios responde a su pueblo dando su propia revelación para liberarles de las cosmovisiones de las superpotencias que marcaban el destino de los humanos y su servidumbre a los reyes paganos. Todo encaja y resulta maravillosamente liberador si nos situamos en la opresión de Babilonia que tanto marcó a Israel (Ver http://delirante.org/?p=181 para un análisis más detallado de La Creación como relato anti-babilónico).

Por otro lado, siendo el relato de Adán y Eva un elemento central para la fe fijémonos en que no hay ni una sola mención a la primera pareja, ni al plan original de Dios, ni al pecado de Adán fuera del relato de la Creación. Nada. Este “olvido” total resulta demasiado raro en un Pentateuco dominado por relatos y explicaciones acerca de la limpieza del pecado y la voluntad originaria de Dios… pero es como si Adán y Eva no hubieran existido jamás. Silencio absoluto. Pero… ¿Cómo ignorar algo tan revelador como el propósito divino con los primeros humanos? Más aún cuando el mismo Moisés (según los defensores de la autoría plena mosaica) había escrito el relato de Adán y Eva. Pero… ¿¡Cómo llenar el Pentateuco de rituales limpiadores y al mismo tiempo olvidar por completo el origen del pecado y otros elementos identitarios del relato de la creación de Génesis 1 y 2!? La respuesta a esta extrañeza es que (tal y como corroboran otros datos) el relato de La Creación debió ser posterior a Moisés, una narración escrita durante y/o tras el exilio de Babilonia, cercana al término de edición del Pentateuco. De hecho, no es solo el resto del Pentateuco. Tampoco se menciona la historia de Adán y Eva en ninguna otra parte del Antiguo Testamento ni tampoco en la literatura extra bíblica judía hasta aproximadamente el siglo II a. C [4].

Y si leen artículos como el antes mencionado (http://delirante.org/?p=181), comprobarán que La Creación es un relato extraordinariamente inspirado para aquel contexto de adiestramiento en la cosmogonía babilonia ¡Gloria a Dios por su liberadora y transgresora revelación!

Si pensamos que Moisés escribió los relatos de la creación nos preguntamos además por qué redactó dos diferentes y con algunas discrepancias entre sí (desde el literalismo). Pero La Biblia nunca dice que fuera Moisés el autor de estos capítulos. Lo que sí vemos es una gran y coherente obra en la provisión divina a su pueblo si aceptamos que los relatos de la creación son posteriores a Moisés. Así todo encaja, nos asombra y nos lleva a rendirnos ante un Dios liberador que habla a sus hijos desde sus problemas y necesidades sentidas, desde su contexto. Esto hace mucho más creíble y fascinante a La Biblia que pensar Moisés escribe el relato de La Creación para luego olvidarse totalmente de él en el resto de las explicaciones del Pentateuco acerca del pecado o la identidad del ser humano.

¿Josué escribió la muerte de Moisés?

Lo que vemos en Deuteronomio es una narración propia de historias ya finalizadas. Los argumentos para una interpretación de varios autores y editores inspirados encajan con el sentido común y el pensar hebreo. La armonía de La Biblia se sostiene ante las evidencias de la pluriautoría del Pentateuco. Las Escrituras están llenas de argumentaciones y expresiones lógicas tipo: “¿Acaso no entendisteis…?”, “por tanto…”, “así que…”, “¿No visteis que…”, “porque…” “escudriñar…”, “¿No pensarán que estáis locos…?”, “sed sabios”, etc. Son apelaciones a la lógica para poder entender, analizar y creer en la Biblia como verdad de Dios. Somos llamados a la fe, pero no a barrer debajo de la alfombra el sentido común que Dios nos ha dado.

El problema es que un día a alguien se le ocurrió afirmar que todo el Pentateuco es obra única de Moisés y que creerlo así es parte esencial de la fe cristiana. Y que afirmar lo contrario hace a La Biblia (¡Y a Jesús!) mentir ¡Uf! ¿No es demasiado atrevido poner así la fe de tantos pequeños en jaque? Nosotros creemos que sí.

Pero no solo eso. La total autoría de Moisés del Pentateuco no ayuda a ver La Biblia como algo realmente coherente. Más bien al contrario, dando como triste resultado a millares de personas sacudidas en su fe o a otras que no se interesan por el cristianismo cuando se les presentan estas teorías tan inestables como la única opción de verdad indiscutible revelada por Dios. Nuestra respuesta no puede ser el dogmatismo sino un diálogo abierto y responsable.

El Pentateuco es la historia de un pueblo exiliado de Egipto buscando su propósito en tierra extraña. Son libros que proporcionaron identidad y consuelo a los cautivos de Babilonia que probablemente cerraron la edición final del Pentateuco (Ver video “EXILIO” abajo). Y no solo no pasa nada por ello, sino que decimos: ¡A Dios sea la gloria por una provisión tan contextualizada y pertinente mediante Las Escrituras!

Paralelamente, estos libros son actuales porque de algún modo también son nuestra historia, no solo la de Israel. Nos muestran nuestra torpeza y esclavitud, nuestra salida del Edén caído, de Egipto y Babilonia tratando de encontrar el camino a nuestro verdadero hogar, a la Tierra prometida que Cristo nos señala como el sentido pleno de la vida. En el Pentateuco comienza nuestro peregrinaje a la nueva Jerusalén siendo el punto de partida de todas las historias. El Pentateuco es también la historia del tosco caminar desde La Ley hasta la sublime Gracia que un día rescató a un pecador ciego y perdido como yo. De todo esto y de mucho más nos habla ese Pentateuco de Moisés y otros siervos de Dios que nos revelan un Dios que nos dirige de vuelta a casa. Y su Palabra es verdad.

Lo que sí vemos en el Pentateuco

Lo que vemos en Deuteronomio es una narración propia de historias ya finalizadas. Los argumentos para una interpretación de varios autores y editores inspirados encajan con el sentido común y el pensar hebreo. La armonía de La Biblia se sostiene ante las evidencias de la pluriautoría del Pentateuco. Las Escrituras están llenas de argumentaciones y expresiones lógicas tipo: “¿Acaso no entendisteis…?”, “por tanto…”, “así que…”, “¿No visteis que…”, “porque…” “escudriñar…”, “¿No pensarán que estáis locos…?”, “sed sabios”, etc. Son apelaciones a la lógica para poder entender, analizar y creer en la Biblia como verdad de Dios. Somos llamados a la fe, pero no a barrer debajo de la alfombra el sentido común que Dios nos ha dado.

El problema es que un día a alguien se le ocurrió afirmar que todo el Pentateuco es obra única de Moisés y que creerlo así es parte esencial de la fe cristiana. Y que afirmar lo contrario hace a La Biblia (¡Y a Jesús!) mentir ¡Uf! ¿No es demasiado atrevido poner así la fe de tantos pequeños en jaque? Nosotros creemos que sí.

Pero no solo eso. La total autoría de Moisés del Pentateuco no ayuda a ver La Biblia como algo realmente coherente. Más bien al contrario, dando como triste resultado a millares de personas sacudidas en su fe o a otras que no se interesan por el cristianismo cuando se les presentan estas teorías tan inestables como la única opción de verdad indiscutible revelada por Dios. Nuestra respuesta no puede ser el dogmatismo sino un diálogo abierto y responsable.

El Pentateuco es la historia de un pueblo exiliado de Egipto buscando su propósito en tierra extraña. Son libros que proporcionaron identidad y consuelo a los cautivos de Babilonia que probablemente cerraron la edición final del Pentateuco (Ver video “EXILIO” abajo). Y no solo no pasa nada por ello, sino que decimos: ¡A Dios sea la gloria por una provisión tan contextualizada y pertinente mediante Las Escrituras!

Paralelamente, estos libros son actuales porque de algún modo también son nuestra historia, no solo la de Israel. Nos muestran nuestra torpeza y esclavitud, nuestra salida del Edén caído, de Egipto y Babilonia tratando de encontrar el camino a nuestro verdadero hogar, a la Tierra prometida que Cristo nos señala como el sentido pleno de la vida. En el Pentateuco comienza nuestro peregrinaje a la nueva Jerusalén siendo el punto de partida de todas las historias. El Pentateuco es también la historia del tosco caminar desde La Ley hasta la sublime Gracia que un día rescató a un pecador ciego y perdido como yo. De todo esto y de mucho más nos habla ese Pentateuco de Moisés y otros siervos de Dios que nos revelan un Dios que nos dirige de vuelta a casa. Y su Palabra es verdad.

Delirante.org

[1] https://www.gotquestions.org/Espanol/hipotesis-documentaria.html

[2] Obras completas de San Jerónimo, BAC, Madrid. En inglés: The Principle Works of Jerome (Nicene and Post Nicene Fathers of the Church, vol. 6; trans. W. H. Fremantle; Edinburgh: T&T Clark, 1989), 337-38

[3] Richad McDonald, ¿Quién escribió el obituario de Moisés en Deuteronomio 34?, coalicionporelevangelio.org, 10 julio 2019 

[4] Daniel C. Harlow, Después de Adán: Leer el Génesis después de la era evolutiva. Revista Aletheia, 2012, p. 21

¿Es bíblico el Infierno?

¿Es el infierno bíblico una tortura consciente sin fin?

Para una mayoría de cristianos el Infierno es un lugar de llamas y tormento consciente sin fin. Pero, ¿Fue ésta la interpretación de La Biblia dominante entre los primeros cristianos? ¿Qué argumentos ofrecen quienes creen que La Biblia no sostiene esta idea del Infierno?

Para juzgar con juicio justo, y sin posicionarnos al respecto, este trabajo pretende resumir con rigor dos posturas bíblicas alternativas al infierno literal: El universalismo (en su versión plena) y en aniquilacionismo.

GUÍA DEL ESTUDIO:

1. Argumentos bíblicos de quienes cuestionan el Infierno clásico

POSTURA 1: Universalismo

POSTURA 2: Aniquilacionismo

2. Reflexiones finales para la Iglesia

¡Comenzamos!

¿Todos los cristianos que aman La Biblia han creído y creen en el Infierno como una tortura sin fin?

Durante el sermón en una iglesia conservadora de Madrid, el predicador señaló –para sorpresa de muchos- que el concepto del Infierno como tortura consciente sin fin “no fue predominante durante los dos primeros siglos del cristianismo. Había como seis escuelas y solo una de ellas asumía esta idea [1]”. Lo cierto es que durante los primeros siglos, teólogos de influencia como Orígenes, Clemente de Alejandría, Dídimo el Ciego, Gregorio de Nisa (editor final del Credo Niceno), Evagrio Póntico, Diodoro o Teodoro de Mopsuestia, entre otros, sostuvieron interpretaciones del Infierno diferentes a la de un castigo sin fin.

Al comienzo de la Iglesia convivían quienes creían en el Infierno clásico y quienes no. Sería en el Concilio de Constantinopla (año 543) donde se afirmaría oficialmente que los sufrimientos del infierno eran eternos. Más tarde, en el Concilio de Letrán (1125), el Infierno se constituiría como dogma que incluía duras penas contra quienes lo negasen. Se trata de eventos claves porque las discrepancias teológicas ya no fueron toleradas aunque el cuestionamiento del Infierno tradicional a la luz de Las Escrituras nunca desapareció del todo. Seguiría poniéndose en entre dicho por Valdenses (s. XII), Anabaptistas, Hermanos moravos, Cristadelfianos o Socinianos, entre otros.

Fuera de Occidente, menos Infierno

El dogma del Infierno no ha cuajado con tanta solidez entre los cristianos orientales. Esto se explica en parte porque la consolidación del Infierno como dogma en Occidente fue después de su escisión con la iglesia oriental ortodoxa. Andréy Kórdochkin, párroco de la Iglesia Ortodoxa rusa de Madrid, asume que “el Infierno no es un lugar en conformidad con la doctrina patrística [2]«.

Pero ¿No habla La Biblia claramente del Infierno como un castigo en llamas eterno y sin fin? ¿Qué interpretación bíblica proponen estos creyentes?

Las alternativas más comunes al Infierno clásico son dos: 1) El aniquilacionismo que afirma que los malos son eliminados y dejan de existir tras el juicio final. Y 2) El universalismo que aboga por la salvación final de todos los humanos tras un juicio con final restaurativo.

Estas dos posturas comparten algunos argumentos que pretenden ser bíblicos y que veremos a continuación. Buscando un mayor rigor los expondremos tal y como ellos mismos podrían hacerlo procurando conocerlos correctamente antes de juzgar y retener lo bueno (1ª Tesalonicenses 5, 21). Al final de esta serie concluiremos con algunas reflexiones en cuanto al lugar de estas creencias en la Iglesia actual.

Comencemos con los argumentos contrarios al Infierno clásico:

La palabra “infierno” no existe en La Biblia

La palabra “infierno” no existe en el texto bíblico original. El término es “Gehena”, procedente del hebreo gueh hinnóm y que deriva del “valle de Hinón” situado a las afueras de Jerusalén. En tiempos de Jesús este Gehena era el lugar donde se quemaba la basura que en el Antiguo Testamento llegó a albergar sacrificios humanos.

Sería la versión de La Biblia más influyente de la historia, La Vulgata (siglo IV) quien sustituiría por primera vez el término Gehena por “Infierno”. Así que cuando los primeros oyentes escuchaban a Jesús hablar del Gehena lo que visualizaban era un lugar terrenal y conocido. Se hacía difícil, por tanto, relacionar un basurero con un castigo perpetuo ya que todo lo que se arrojaba al Gehena se consumía al poco de ser echado.

El término traducido como “eterno” (aionios) no implica un tiempo sin fin

El significado de las palabras cambia en cada tiempo y lugar. Además de esto, quienes traducen saben que es difícil verter términos con las mismas acepciones, polisemias, etc. que el original. No digamos ya desde textos con miles de años.

La confusión del lector actual puede darse con el término “aionios” (plural derivado de aion) cuando es traducido como «eternidad» o “eterno” en nuestras Biblias. Pero en griego no alude necesariamente a un tiempo sin fin y posee varios significadosLiteralmente significa “que dura un siglo […] Este término destaca el hecho de que algo es continuo y no está sujeto a cambios repentinos. En los antiguos papiros griegos hay numerosas referencias a que el emperador romano era  aiônios [3]”.

Efesios 1, 21 dice: “No sólo en esta edad (aión), sino también en la por venir”. En el 2, 7: “Para mostrar en los tiempos (aionios) venideros las abundantes riquezas de su gracia”. Fijémonos en que es imposible traducir aion/aionion por “eternidad” en ambos ejemplos.

Aionios connota “importancia perpetua” de lo adjetivado más que de su duración. Un fuego o castigo “aionios” reafirma la atemporalidad del valor moral de la acción ejecutada, no tanto lo que ésta dura. Algo aonios es a menudo algo “de Dios”, algo sin riesgo de ser alterado.

En Judas 7 se habla del “castigo del fuego eterno” sobre Sodoma y Gomorra. Pero… ¿Dónde está ahora ese fuego “eterno”? ¡Se apagó hace siglos! Aquel castigo fue un juicio eternamente inapelable, incuestionable en cualquier época ya que provenía de Dios. Pero el fuego duró un rato ¿Se capta la idea?

Lo que permanece por siempre es la validez de aquel juicio, no la duración del instrumento usado. Al menos no necesariamente.

Igual ocurre con eterno (olam) del Antiguo Testamento

Olam es traducido como “eternidad” en nuestro Antiguo Testamento. El término también posee varias acepciones y no tiene un equivalente exacto en nuestro idioma. Olam se relaciona con el verbo alam que significa ocultar y hace referencia a aquello que está más allá de nuestro entendimiento. La concordancia Strong define olam como algo “propiamente escondido, generalmente tiempo fuera de la mente”.

En Génesis 17 Dios calificó la circuncisión como “un pacto eterno”, un pacto que para los cristianos ya terminó. Muchas ordenanzas traducidas como «eternas» (ôlâm) solo duraron un tiempo limitado (Ex. 27, 21; 28, 43) porque no se definía su duración sino su validez indiscutible.

El fuego que nunca se apaga y el gusano que nunca muere como típica hipérbole hebrea

El fuego eterno como hipérbole alejada de cualquier pretensión literal es típico de la retórica hebrea. En Levítico 6, 13 el fuego del sacrificio «se mantendrá encendido continuamente en el altar; nunca se apagará«. Pero aquel fuego se apagaba y hoy está definitivamente apagado. Jeremías 17, 27 exhorta a Judá diciendo: “yo haré descender fuego en sus puertas, y consumirá los palacios de Jerusalén y no se apagará”. Aquel fuego hiperbólico está hoy apagado.

En Isaías encontramos la figura retórica con la que Jesús conecta cuando se refiere al “gusano que nunca muere y al fuego que nunca se apaga”. Isaías advierte a Israel de que “cuando salgan del Templo podrán contemplar los cadáveres de aquellos que se rebelaron contra mí, pues su gusano no muere y su fuego no se extingue” (Isaías 66, 11 y 24). Fijémonos en que el gusano “inmortal” y el fuego eterno constituyen un lenguaje figurado que ilustra un juicio divino temporal y limitado.  No se relaciona con personas torturadas eternamente sino con cadáveres insensibles a la vista de quienes siguen vivos en esta tierra. Se trata de una visión que “resulta espantosa a los vivientes” (Is. 66, 24). A la luz de La Biblia, la desgracia de estos rebeldes fallecidos fue su exterminio en esta tierra, no que pasaran a una terrible tortura sin fin.

Jesús recurrirá a estas metáforas hebreas (Mateo 13, 41-42) como la del Salmo 112, 10 que describe al malo que “se enfada, rechina sus dientes y se consume”.  Como explica Juan Stam: “el sheol era el concepto hebreo de la tierra de sombras de los que ya no vivían físicamente. Era un concepto muy poco definido, aunque no era lugar de castigo […] Mucho del lenguaje descriptivo del infierno tiene que ser figurado. Lo del gusano que no muere, no es para sacar una doctrina de la inmortalidad de los gusanos. Fuego y tinieblas son símbolos contradictorios, si se toman al pie de la letra, pero el ardor del fuego y el temor de la oscuridad son simbolismos [4]”.

Del mismo modo, en ocasiones nosotros también usamos hiperbólicamente estos conceptos en frases como “ese trámite dura una eternidad” o “aquel pueblo es un Infierno”. ¿Qué pensarían de estas expresiones cristianos literalistas de dentro de 2000 años si La Biblia se hubiera escrito en nuestra cultura?

El poder de la metáfora

El cristianismo actual ha ido desarrollado una mentalidad más literalista que las de las culturas bíblicas. La pedagogía basada en epopeyas, parábolas y la profundidad del lenguaje simbólico ha ido perdiendo peso en Occidente. Por diferentes razones de tipo histórico entre muchos cristianos actuales persiste la errada idea de que el lenguaje alegórico es menos verdad que el literal. Pero basta ver a Jesús usando parábolas para transmitir con la mayor de las fuerzas La Palabra de Dios.

Como el erudito William V. Crockett comenta: “en la antigüedad, los maestros usaban frecuentemente expresiones simbólicas para subrayar sus puntos (hipérbole rabínica). Para ser un discípulo, debes «odiar» a tu padre y a tu madre (Lucas 14:26), «arrancar» un ojo cuando miras lo que no debes (Mateo 5:29), o dejar que los muertos «entierren a sus muertos» (Lucas 9:60). Este lenguaje colorista fue entendido por todos como una hipérbole, una retórica que destaca la tremenda importancia de lo narrado. Lo mismo ocurre con las imágenes del infierno [5]

El Gehena: ¿Incluía un anuncio del juicio sobre Israel?

Apenas 40 años después de las palabras de Jesús acerca del Gehena toda la identidad judía sería arrasada por fuego y gusanos (Lucas 21, 5-9). En el documental acerca del Infierno titulado Hellbound (2012) varios teólogos explican cómo la destrucción de Jerusalén del año 70 supuso el fin del universo judío tal y como ellos lo conocían. Fue el fin de una cosmovisión centrada en el sacerdocio, el sacrificio, el Templo, la ciudad santa, etc. El auditorio de Jesús sabía que en el Antiguo Testamento el Gehena a menudo se refería a ejércitos invasores que arrasarían Jerusalén (Jer. 7, 32). Y eso fue lo que pasó en el año 70. ¿Serían las referencias al Gehena una profecía acerca de esta destrucción?

¿Y qué de Mateo 25, 46: “E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna”?

Muchos creyentes en el Infierno argumentan: “Pero ¿No dice Mateo 25, 46 que tanto la vida como el castigo son eternos (aionios)? Entonces, si decimos no hay un castigo eterno con el sentido de “duración sin fin” ¿No hay tampoco una vida eterna “sin fin” para el justo?”.

Respuesta:

Para comenzar, fijémonos en que el texto completo dice que quienes alimentan a un hambriento o visitan un enfermo “irán a la vida eterna” (Mateo 25, 42-26). Sin embargo, los creyentes en el Infierno no suelen pensar que estas palabras sean literales ya que creen que por hacer estas obras no se irán a la vida eterna ¡También deberían creer en Jesús como su salvador!, un añadido que el texto no dice en ningún momento. Así que: 1) Los defensores del Infierno son los primeros que creen que el relato es hiperbólico y no debe tomarse al pie de la letra.

Del mismo modo, las cabras y las ovejas del relato (Mt. 25, 32-33) son una metáfora evidente de dos tipos de personas. Esto lo creemos todos, al mismo tiempo que también vemos en los versículos anteriores a Mt. 25, 41 se habla del “fuego que no se apaga” preparado “para el diablo y sus ángeles” Pero: ¿Se quemarán seres espirituales con fuego literal? ¿No es otra evidencia de más simbolismo?

El texto está lleno de retórica y debemos ser cautos a la hora de exigir literalismo solamente a las palabras del relato que nos interesan y desde la traducción a nuestro idioma. Hay que analizar qué dice el texto y qué no dice. Y lo que sí dice es que las acciones justas e injustas tienen repercusiones en la era venidera y que éstas llevan el sello inapelable del juicio de Dios (hasta aquí todos los cristianos de acuerdo). Pero otra cosa es afirmar que ambas “eras venideras” (otro significado de aionios) deben durar lo mismo: para siempre. Pero esto no lo dice el texto.

Es un error pensar que si el castigo no es eterno entonces la vida del justo tampoco debe ser eterna. Creemos que la vida de los justos sí es eterna porque Las Escrituras la describen con una calidad y plenitud sin igual, sin muerte. Esto se observa sin ni siquiera utilizar el término aionios que más bien se centra en la calidad de esa vida que Dios da y que ya empieza en esta tierra (Juan 17, 3).

La eternidad de la vida del justo sí la vemos revelada en 1ª Corintios 15 o en el “ya no habrá muerte, ni más llanto” (Ap. 21, 4), entre otros textos que definen esta vida como algo maravilloso. Como dice Proverbios 10, 25: “el malo no permanece; mas el justo permanece para siempre”. Pero el castigo del malo es una situación absolutamente diferente. Aunque el destino del justo y del injusto son actos de validez eterna ejecutados por Dios (significado básico de aionios) no tiene sentido pensar que el castigo del malo debe ser de la misma calidad y/o duración que la vida del justo.

¿Y cuánto dura entonces el castigo y cuánto la vida del justo de Mateo 25, 46? Pues Jesús no lo dice y no parece que pretenda dar respuesta a este asunto desde el punto de vista cuantitativo. Pero sí sabemos que aquí el destino de las cabras bajo castigo “eterno” (vs. 41) es la misma expresión de Judas 7 para el fuego que destruyó Sodoma ¡Y que ya se apagó! cuyo énfasis era moral y cualitativo, no de duración. La vida plena y sin dolor era el plan original de Dios. No el castigo. Ambos destinos no tienen por qué durar lo mismo. De hecho Las Escrituras apuntan a que uno dura por siempre y otro no.

Por último, observemos que en la mayoría de las traducciones de La Biblia solamente aparece una vez la expresión “castigo eterno” y es aquí, en Mateo 25, 46. La palabra vertida como “castigo” es kolasis, (derivada de kolazo [6]), un término de jardinería referido a la poda. Así que lo que leemos aquí es un “aion de kolazo” que literalmente puede traducirse como «un período de poda” ¿Y qué se pretende en la poda? ¿Hacer sufrir para siempre al ser podado? Para los aniquilacionistas este tiempo de poda equivale a ser eliminados tras ser juzgados. Para los universalistas será un periodo que corregirá al árbol durante un tiempo para finalmente hacerlo florecer. En cualquier caso, ningún jardinero poda una planta para provocarle terribles sufrimientos sin fin. De nuevo el griego original desbarata cualquier idea de Infierno literal percibida en nuestros idiomas y por el peso de la tradición medieval.

Ni rastro del Infierno en las cartas a los gentiles

No obstante,  si Jesús hubiera querido revelar la existencia del Infierno como un lugar literal en el más allá ¿Por qué se refirió a un valle conocido en lugar de explicarlo claramente? ¿Por qué no le dio un nombre propio? Lo cierto es que todas las alusiones de Jesús al Gehena son siempre dirigidas a religiosos judíos. Como observa Julie Ferwerda: “Jesús nunca les habló a las multitudes acerca del “infierno,” ni siquiera por una sola vez como nosotros creemos hoy, únicamente les hablaba en privado y en muy reducidos contextos a sus discípulos o a los fariseos (gente religiosa) a lo mucho en tres o cuatro ocasiones [7]”.

Este carácter local del Gehena explicaría por qué este lugar ya no se menciona fuera del contexto hebreo de los evangelios. Fijémonos en que cuando surge la necesidad de escribir libros fuera de Judea los autores saben que el lenguaje simbólico hebreo debe limitarse drásticamente y entonces… ¡Las advertencias sobre el Gehena desaparecen! (a excepción de la simbólica apocalíptica judía que veremos más adelante).

Pero si algo tan terrorífico como el Infierno existe: ¿No deberían ser advertidos los gentiles desde las cartas fundacionales del cristianismo? ¡Sin duda! Pero fuera de Jesús el Gehena solo vuelve a mencionarse una vez y lo hace Santiago (3, 6) para referirse al poder destructor de la lengua ¡Otra vez un uso metafórico! Luego está el Tártaro, que aparece una vez en La Biblia y que es un término de la mitología griega que Pedro usa para ilustrar el encarcelamiento previo al juicio de “los ángeles que pecaron”, pero no de las personas (2ª Pe. 2, 4). Como vemos, los autores bíblicos no consideraron ningún Infierno del que avisar a los no judíos.

Aquellos predicadores actuales que definen como “evangelio light” aquel que omite el Infierno también deberían calificar como light los más de 20 sermones de Hechos o todas las cartas de Pablo.

La historia del rico y Lázaro (Lucas 16, 19-31)

Una errada interpretación de la parábola del rico y Lázaro ha sido clave para el dogma del Infierno a pesar de que en esta historia ni se menciona el Cielo ni el Infierno. Los dos lugares que aparecen son “el seno de Abraham” (el nombre ya evidencia su simbolismo) y el Hades, lugar al que van los muertos en la cultura grecorromana. Así que desde el literalismo ni Abraham ni Lázaro podrían haber estado en El Cielo ya que “nadie ha subido al cielo, excepto el que bajó de allí, es decir, el Hijo del hombre” (Juan 3, 13).

Curiosamente, desde el literalismo esta historia revelaría la existencia de conversaciones entre los habitantes de ambos lugares, algo que pocos cristianos tradicionales creen que ocurra realmente. Luego está la súplica del rico para que Lázaro ponga el dedo húmedo en su lengua. El lenguaje hiperbólico es de nuevo evidente pues nadie se sentirá aliviado de semejante tormento calcinador porque simplemente le pongan un dedo húmedo en la lengua. Se trata de una historia llena de llamativos y evidentes simbolismos extremos. El pastor conservador y profesor de exégesis del Seminario Teológico Fuller, George E. Ladd, afirma que esta historia del rico y Lázaro es, probablemente “una parábola de uso corriente en el pensamiento judío y no pretende enseñar nada sobre el estado de los muertos [8]”.

En el Israel del siglo I circulaban relatos similares al del rico y Lázaro acerca del destino futuro de ricos y pobres. Jesús lanza un mensaje que conecta con estas historias populares como las del rico publicano Bar Ma´yan y un pobre escriba. En esa historia fijada en el Talmud judío, un amigo del pobre vio en sueños a aquellos muertos en el más allá separados por un río de agua. Allí vio al pobre disfrutando “en jardines de belleza paradisíaca…Y vio también a Bar Maján, el publicano que estaba a la orilla de un río y quería alcanzar el agua y no podía [9]”.

Es muy probable que Jesús quisiera conectar con la famosa historia del pobre y Bar Maján cambiando el nombre de sus personajes para producir un mayor impacto y comprensión. La apelación a narraciones ya conocidas para transmitir el evangelio no es algo extraño en La Biblia. Es una pedagogía similar a la de Pablo cuando en Atenas citó a poetas griegos como Filóstrato o Pausanias (Hechos 17) para conectar con sus oyentes. ¿Y acaso estaba Pablo menos inspirado por el Espíritu Santo por citar a poetas paganos griegos? ¿Lo estaba Jesús al conectar con historias e imágenes conocidas de su tiempo? No. Tanto Jesús como Pablo fueron guiados por Dios en esta metodología. Y si con esta historia Jesús pretendía revelar una realidad tras la muerte tan detallada e inexistente en el Antiguo Testamento… ¿Por qué los religiosos que constantemente tratan de “pillar” a Jesús no le acusaron de introducir nuevas doctrinas?

La historia se incluye dentro de una agrupación temática con las demás parábolas de los capítulos 15 y 16 en las que Jesús sacude a los religiosos que rechazan a marginados como pobres o mujeres. Decir que esta historia no puede ser una parábola porque usa nombres propios es desconocer la cultura hebrea del primer siglo ¡Claro que se usan nombres en parábolas! Tampoco se dice que el rico esté allí por rechazar a Jesús, que es la razón por la que los cristianos dicen que se va al Infierno. Creo que está totalmente fuera de contexto pensar que esta historia pretendía enseñarnos a elegir a Jesús para no ir al Infierno

En cualquier caso, ninguna parábola debe fundamentar ninguna doctrina acerca de lo que ocurrirá tras la muerte. La enseñanza clave de las parábolas no está en su literalidad sino en el mensaje oculto tras los elementos culturales de su tiempo, ya sean semillas, ganado o populares relatos de ricos y pobres. Y aquí las alusiones a Moisés y los profetas presentan a Cristo como un nuevo Camino que incluye a los pobres y enfermos despreciados por aquellos religiosos que creían tener el monopolio de la interpretación bíblica.

Apocalipsis

Si la historia del rico y Lázaro fuese una revelación del más allá nos encontraríamos con numerosos problemas teológicos a la luz de otros pasajes del Nuevo Testamento. En la parábola el rico está atormentado en una llama en el Hades (vs. 23-24). Pero en Apocalipsis 20, 14 el lago de fuego es un lugar diferente al Hades: “la Muerte y el Hades fueron arrojados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda: el lago de fuego”.

Como vemos, desde el literalismo la cosa se complica ante esta existencia de dos lugares diferentes de llamas ¿Y qué del tercer lugar definido como “la Muerte”? ¿Es la muerte algo que se arroja y que se quema literalmente en un lago? En Apocalipsis el Hades ardiente del rico no es algo eterno sino un lugar que será destruido. Así que Apocalipsis muestra que el Hades tiene sus días contados. Además ¿Cómo un lago de fuego literal quemará un Hades de fuego literal? Ese lago que lo destruye todo más bien parece el anuncio del final de todo mal y la inauguración de una era en la que ya no habrá llanto ni sufrimiento (Ap. 21, 4) en ningún  lugar del Universo. Esa es la esperanza final de Apocalipsis.

La apocalíptica usa imágenes extremadamente alegóricas, las mayorías discutidas e interpretadas de maneras muy diferentes a lo largo del cristianismo. Apocalipsis está lleno de simbología judía y grecorromana que incluye bestias cornudas y de varias cabezas, numerologías encriptadas, copas cósmicas, prostitutas extra terráqueas y sí… también un lago de fuego que solo aparece descrito como tal en este libro.

Pero ¿Sería ésta la manera definitiva de asegurarnos que el Infierno es literal? ¿O más bien deja claro que es un símbolo?

El fuego en La Escritura es un símbolo abierto. A menudo de depuración, del fin del mal y de la eliminación de lo inmundo. En el Antiguo Testamento Dios se presenta a sí mismo como fuego purificador: “Y la luz de Israel será por fuego, y su Santo por llama, que abrase y consuma en un día sus cardos y sus espinos” (Is. 10, 17). Dios purifica abrasando, pero él no es literalmente una llama.

En Apocalipsis el tormento con fuego y azufre “pasa” justo “delante de los santos ángeles y del Cordero” (14, 9-11) a modo de una metáfora en las alturas mientras en otros lugares se sitúa en lo más profundo del abismo (Ro. 10, 7) o en los hoyos oscuros del Tártaro (2ª Pedro 2:4).

Estos tormentos recaen en los vivos y no aparece una humanidad “no creyente” en masa sufriendo por siempre. En Apocalipsis solamente vemos al diablo “arrojado al lago de fuego y azufre, donde también están la bestia y el falso profeta, y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos” (Ap. 20, 10). La imagen no evoca un lugar con miles de millones condenados humanos. No. La palabra para “atormentados” es basanizo, que también significa “encarcelar” y que conecta con el libro de Judas: “Y a los ángeles que no guardaron su estado original […] los ha guardado bajo oscuridad en prisiones eternas, para el juicio del gran día” (Judas 1, 6). En estos texto no es la tortura sino las prisiones las que son “eternas” (aionios) como un designio inapelable de Dios. Pero no son prisiones que “durarán para siempre” sino lugares de tránsito de las huestes del mal en espera del juicio final.

Apocalipsis finalmente contiene un mensaje de esperanza para la humanidad. Pero si existiese un Infierno… ¿Cómo podríamos estar de fiesta en un Cielo en el que “ya no habrá más dolor” (Ap. 21, 4) sabiendo que mi amada hija está desgarrándose por siempre en el Infierno? Ambos escenarios no parecen compatibles, pero “el que estaba sentado en el trono anunció: Voy a hacer nuevas todas las cosas. Y añadió: — Palabras verdaderas y dignas de crédito son estas. ¡Escríbelas!” (Apocalipsis 21, 5).

Hasta aquí hemos expuesto algunos argumentos bíblicos comunes a quienes no creen en el Infierno clásico. A continuación veremos argumentos concretos de cada una de estas dos posturas por separado. Comenzamos por el universalismo.

POSTURA 1: ¿Qué es el universalismo bíblico?

Comencemos:

El término universalismo suena rotundamente herético para el cristiano común. Las crecientes “conversiones” de influyentes cristianos tradicionales al universalismo han llamado la atención incluso desde el ámbito secular, especialmente en los EE.UU.

En 2011, la revista TIME se hizo eco de la polémica levantada por el conocido pastor Rob Bell con su libro “Love Wins” titulando en su portada “¿Y si no hay Infierno?”. En 2018, Netflix lanza “Come Sunday”, una película basada en hechos reales que narra la lucha del predicador Carlton Pearson cuando llega a la conclusión de que La Biblia enseña la salvación final de todas las personas.

¿Y qué cree exactamente un universalista cristiano? Nosotros hablaremos del perfil que cree en la inspiración de La Biblia y que no relativizan las consecuencias del pecado. Estos universalistas suelen comenzar aclarando que ellos tampoco afirman que todas las religiones llevan a Dios sino que Jesús es El Camino y que la salvación se produce mediante la cruz de Cristo.

El universalismo no es una corriente esnobista o un producto de la teología liberal tal y como muchos piensan. Como ya vimos en el anterior artículo, el universalismo estuvo muy extendido entre los primeros cristianos hasta la imposición del Infierno como dogma indiscutible. Julie Ferwerda cuenta que “de las 6 escuelas teológicas en los días de Tertuliano (desde los años 170 a los 430 después de Cristo), la única escuela que enseñó la doctrina del tormento eterno o el infierno a sus estudiantes era la escuela latina (romana) en Cartago, África. Cuatro de las otras cinco enseñaron que, a través de la muerte y resurrección de Cristo, toda la gente sería salvada a través del juicio restaurativo y la reconciliación por medio de su diseñado plan [10].

Por uno todos pecan, por uno todos se salvan

¿Y qué apoyo bíblico presentan? Los universalistas se sustentan en textos como Romanos 5, 18: “Por la transgresión de uno (Adán) vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno (Jesús) vino a todos los hombres la justificación de vida”. Fijémonos en que Pablo establece una correlación causal entre el legado de Adán y Jesús en la que “todos” solo puede significar “todos”, no unos pocos, muchos o algunos.

Esta idea es repetida en 1ª Corintios 15, 22-23 con mayor claridad aún: “Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno en su debido orden…”.

Propósito de Dios: restaurar todas las cosas

Los malos serán ajusticiados… sí. Pero Jesús cuenta una historia en la que matiza que no lo serán eternamente sino solamente hasta que paguen su deuda (Mateo 18, 34): “De cierto te digo que no saldrás de allí, hasta que pagues el último céntimo” (Mateo 5, 26). Pagarán “HASTA QUE…” un matiz que lo cambia todo.

En Las Escrituras abundan los textos en los que Dios restaurará mediante un fuego purificador. Esto otorga significado pleno al concepto de Gracia, pues “cuando el pecado sobreabundó, sobreabundó la gracia” (Ro. 5, 20), ya que “el día del Señor pondrá de manifiesto el valor de lo que cada uno haya hecho, pues ese día vendrá con fuego, y el fuego pondrá a prueba la consistencia de lo que cada uno haya hecho. Aquel cuyo edificio, levantado sobre el cimiento, se mantenga firme, será premiado;  aquel cuyo edificio no resista al fuego, será castigado. A pesar de lo cual, él se salvará, si bien como el que a duras penas escapa de un incendio”  (1 Corintios 3, 13-15).

El académico John G. Stackhouse Jr. dice que “el infierno se representa como un fuego. El fuego en La Biblia realiza dos funciones útiles y relacionadas. La primera es probar o juzgar la naturaleza esencial de algo destruyendo todo lo que carece de valor, tal y cómo el fuego quema las cáscaras para exponer las semillas, si las hay. O destruyendo la escoria para exponer metales preciosos, cuando los hay. La segunda función, estrechamente relacionada, es purificar el estado de esa cosa cuando no hay en ella nada de valor permanente. Y en tercer lugar: el infierno se representa como un basurero [11]”.

Del mismo modo, en el Gehena no son las personas las quemadas por siempre sino su basura. El propósito del juicio es una purificación mediante fuego (Malaquías 3, 2-4), nunca la tortura infinita.

Este cuadro final va en línea con 1ª Timoteo 4, 10: “Por esto trabajamos y nos esforzamos, porque hemos puesto nuestra esperanza en el Dios vivo, que es el Salvador de todos los hombres, mayormente de los que creen”. Otras traducciones vierten “especialmente” en lugar de “mayormente”. Este sentido de “especial” (mayormente) radica en la diferencia entre vivir una vida con propósito y otra que no lo hace. Pero en todos los textos anteriores queda claro que, aunque sea a duras penas, cada persona será salvada tras y un juicio y el posible cumplimiento de condena.

¿Sería justo que Hitler fuera al Cielo?

Un argumento típico contra el universalismo es lo escandalosamente injusto que sería que alguien como Hitler fuese finalmente al Cielo. Para muchos cristianos el Infierno tiene sentido por personas como él, un planteamiento muy comprensible, pero… ¿No sería igualmente escandaloso que Hitler fuera al Cielo porque se arrepintió de sus pecados en sus últimos 10 segundos de vida? (quizás ha ocurrido) Y respecto a quienes afirman que “todos merecemos el Infierno”… ¿Cuál es entonces el problema con que otros sean salvados inmerecidamente a su debido tiempo? ¿No será que a quienes les chirría el universalismo en el fondo se perciben más dignos que los otros? Los universalistas perciben que el problema de fondo es que muchos cristianos ya no se sentirían tan especiales y exclusivos. No obstante, si este universalismo es cierto, Hitler va a dar cuentas a Dios. No se va a ir de rositas. Aunque el cómo o el cuánto queda en manos de Dios.

Pero desear que el Infierno torture a otros por siempre es desear lo contrario de nuestro Dios quien quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad […], el cual se dio a sí mismo en rescate por Todos” (1ª Ti. 2, 4-6). “Dios no quiere que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento”. (2ª P. 3, 9). Y lo que Dios quiere lo consigue.

Y ya que estamos con el problema del mal y el nazismo… ¿Define la justicia perfecta de Dios que los muertos en Auschwitz pasen de las torturas nazis a las del Infierno porque no creyeron en Jesús como su Mesías? ¿Llegarán al Infierno tras el sufrimiento de Auschwitz y dirán: “¡Esto es lo que yo merezco! ¡Dios ha hecho justicia!”? ¿Fuimos salvados sin merecerlo pero millones serán condenados por un “Dios que no hace acepción de personas” (Hch. 10, 34; Ro. 2, 11)?

Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere” (Jesús en Juan 6, 44) puede parecer una declaración injusta si pensamos que Dios atrae solo a unos pocos mientras que condena por siempre a otros muchos. Pero estas palabras son solo el comienzo de las Buenas Noticias, pues unos capítulos más adelante dice: “Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo” (Juan 12, 32). Este es el cuadro completo.

Siguiendo con el argumento de que gente como Hitler no debe ir al Cielo, recordemos que Pablo, perseguidor y torturador de cristianos, se vio a sí mismo como el Hitler de su tiempo; «el peor de los pecadores» (1 Ti. 12-16). En Pablo vemos cómo el peor criminal recibe el perdón divino sin buscarlo intencionalmente. Esta es la gracia que escandalizó a los religiosos y que acabará por persuadirnos en este mundo o en el venidero. “Él nos ha dado a conocer su plan secreto: Los designios que en su bondad había decidido realizar por medio de Cristo, llevando la historia a su punto culminante y haciendo que todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, recuperen en Cristo su unidad” (Efesios 1, 9-10).

Pero los creyentes en el Infierno afirman que este deseo de Dios no se cumplirá de ningún modo. Aseguran que el fin de la historia será la condenación de millones de humanos en torturas eternas. Pero ¿Es esta la anunciada victoria final de Cristo? ¿No parece más bien la del enemigo? Dios no se glorifica en lo que él insiste que no desea y el Infierno no es el plan de Dios sino aquello que vino a deshacer. Como dice William Barclay, el único triunfo final es un universo amado por Dios y enamorado de Dios ¡Aleluya!

¿Tenemos un libre albedrío absoluto?

La teología del Infierno afirma que aquellos que rechazan a Dios serán eternamente castigados porque libremente decidieron rechazar a Dios. Pero Jesús no dijo de quienes lo ejecutaban: “Estos viles asesinos serán castigados por siempre porque eligieron matar al hijo de Dios”. No. Él dijo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23, 34). Perdónalos a todos ellos. Luego en 1ª Juan 4, 19 se dice que “nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero”. Así que aunque todos poseemos cierta libertad de actuación, vemos que el libre albedrío absoluto no es enseñado como tal en La Biblia.

Millones de personas viven circunstancias muy diferentes. Abundan las malas experiencias e imágenes distorsionadas del cristianismo, comenzando por la distorsión que los propios cristianos hacemos desde nuestras incoherencias. Muchos pecadores no arrepentidos no nacieron en el hogar o país adecuado. Millones no tuvieron la oportunidad de encontrarse con la gente correcta ni recibieron en esta vida el don del arrepentimiento que solo el Espíritu Santo otorga.

¿Gracia y arrepentimiento tras la muerte física?

Sin embargo, la persuasión del Espíritu continuará yendo más allá de esta vida si es necesario. Jesús prometió que el Espíritu Santo “convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio” (Juan 18, 8). Y así lo hará ¿Y por qué la gracia habría de ser injusta si se produce después de la muerte? ¿Dónde dice la Biblia que solo durante esta vida tenemos la oportunidad de arrepentirnos? En ningún sitio. Y como dijo el salmista: “Sobre mí pusiste tu mano. Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí. Alto es, no lo puedo comprender  ¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia?  Si subiere a los cielos, allí estás tú; Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás” (Salmo 139, 5-7).

Algunos responden a esto con Hebreos 9, 27 que dice que “está establecido que todos muramos y que después el juicio”. Bien. Pero el texto no dice nada acerca de tener una sola oportunidad de ser salvados en esta tierra. En cualquier juicio el juez puede ordenar una condena o un trabajo de reinserción como paso previo a la libertad final. De hecho, ningún sistema penal condena con torturas infinitas. “Porque por esto también ha sido predicado el evangelio a los muertos, para que sean juzgados en carne según los hombres, pero vivan en espíritu según Dios” (1 Pedro 4, 6. Ver también 1ª P. 3, 18-19). Muertos predicados para que vivan. Han leído bien.

Dios no nos va a forzar a creer como algunos dicen. El asunto no funciona así. Él va a persuadirnos hasta que la venda caiga de nuestros ojos. Es como alguien tan trastornado que va a prenderse fuego a sí mismo y tú le impides que lo haga. No infieres en su libertad. Al contrario, su libertad es más real cuando le ayudas a ver las cosas de otro modo rescatándolo de su falta de juicio y de su esclavitud a las circunstancias que le atormentan. Y al final esta persona es liberada y decide vivir. Así funciona Dios. Y cuando le veamos cara a cara, sin espejos ni suciedad, nadie optará por rechazarlo.

La justicia de Dios

En La Biblia la justicia a menudo se relaciona con la misericordia más que con la retribución del derecho romano que heredamos. Lo observamos en los Salmos. En el 7, 17 David dice: “Alabaré a Jehová conforme a su justicia”. Si aquí justicia equivaliese a “dar a cada uno lo que le corresponde o pertenece” (Justicia según el Diccionario de la RAE) David no hubiera podido decir esto porque como adúltero, asesino y ladrón de esposas él debería haber muerto según La Ley ¡Se le acumularon motivos legales de sobra para ser ejecutado! Así que David no alaba a Dios por una justicia como la del Infierno sino por una justicia de gracia y restauración. Lo mismo en el Salmo 51, 14 “Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salvación; Cantará mi lengua tu justicia”. De nuevo el canto de David a la justicia es un canto al perdón inmerecido. Así que debemos tener cuidado cuando leemos “justicia” en nuestro idioma y decimos cosas como: “pero el Dios de La Biblia también es justicia…”. Sí ¿Pero qué tipo de justicia? La de Dios a menudo equivale a misericordia con quien legalmente no le corresponde. Y ahí entramos todos.

 En cualquier caso, toda retribución bíblica de justicia siempre va a quedar lejos del concepto de tortura sin fin que propone el Infierno. Esto no se concibe ni para las destrucciones del Antiguo Testamento que solo duran un tiempo limitado. Todas las justicias de La Biblia son ajenas al concepto de tortura infinita.

Proporcionalidad

En esta línea, otro argumento que en ocasiones se esgrime contra el universalismo es que “como Dios es Santo e infinito cualquier ofensa contra él (cualquier pecado) merece un castigo infinito”.  Pero este extraño planteamiento no solo no está en La Biblia sino que la contradice. En primer lugar, cualquier pecado contra otro es siempre un pecado contra Dios (Hechos 5, 4). Y son Las Escrituras quienes siempre defienden el principio de proporcionalidad en los castigos (véase La ley del Talión de Levítico, por ejemplo). Jesús dijo que con “del mismo modo que juzguéis a los demás, os juzgará Dios a vosotros, y os medirá con la misma medida con que midáis a los demás” (Mt. 7, 2). Todo juicio bíblico es proporcional, algo imposible de vislumbrar en la doctrina del Infierno.

Finalmente, la justicia bíblica busca arreglar las cosas. La amenaza del castigo posee un propósito preventivo y disuasorio. El “ojo por ojo” del antiguo Israel apenas se aplicaba y fue un triunfo como mecanismo para proteger a los oprimidos. Los castigos de Dios a Israel eran retributivos pero su fin siempre apuntaba a su restauración y salvación final. Y es que el propósito de Dios es  “reconciliar todas las cosas consigo mismo, habiendo hecho la paz por medio de su sangre en la cruz”. Colosenses 1, 20.

Y si afirmamos que Jesús pagó la deuda que a mí me tocaba pagar y se supone que yo debo pagar con el Infierno… ¿Cómo es que Jesús no fue eternamente al Infierno sino que “simplemente” murió en mi lugar?  ¡Y resucitó al tercer día!  Como vemos, la idea de la necesaria justicia del Infierno eterno no encaja con la expiación sustitutoria en la que Jesús pagó aquello que todos deberíamos pagar.

Toda rodilla se doblará

Cristo fue exaltadopara que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra” (Filipenses 2: 9-10). El tono de este texto no parece apuntar a que un día todos serán forzados a decir: “¡Oh no! ¡Mis rodillas se doblan solas sin yo quererlo! Y mi lengua comienza a proclamar que Jesús es el Señor ¡Pero no quiero! No. Filipenses apunta a que todos se prostrarán confesándole auténticamente como su Señor. Y La Biblia dice que todos los que confiesen que Jesús es el Señor serán salvos” (Romanos 10, 9) ¡Y poco después que “toda lengua confesará a Dios”! (Ro. 14, 11) Ahí está otra vez el cuadro completo, sin trocear. Todos los salvados confesarán que Jesús es el Señor, en esta vida o en la venidera.

Por otro lado, resulta paradójico que tantos cristianos tengan problemas morales con la salvación universal a la vez que creen que un día “todo Israel será salvo” (Ro. 11, 27) porque ellos nacieron dentro de este grupo étnico. En todo caso, según Las Escrituras esta salvación total de Israel ocurrirá después de “que el conjunto de las naciones en pleno se convierta” (Ro. 11, 25). De nuevo el cuadro bíblico completo.

¿Para qué evangelizar entonces?

Pero si al final todos se salvarán ¿Para qué evangelizar? -dicen muchos cristianos- La respuesta a esta cuestión debe empezar aclarando que este universalismo no presenta una visión “bonita” del más allá para todos sino que ésta incluye un juicio justo del que advertir. Los autores bíblicos usaron imágenes como gusano, llamas, oscuridad, abismo, etc. que siguen ilustrándonos las consecuencias del pecado en esta vida y en la venidera. Así que ¡Cómo no anunciar que Jesús es el Camino!

Algunos también dicen que el universalismo apaga la pasión evangelística, pero ¿Y qué de los millones de cristianos que sí creen el Infierno y apenas evangelizan? ¡No es el caso de muchos de nosotros! pues en realidad el universalismo abre las puertas a la predicación con gozo porque se libera de la imagen de un Dios perennemente torturador que ahuyenta a cualquier buscador sincero del Dios verdadero. Pensemos en la madre que perdió a su querida hija no cristiana de 19 años. Para ella el Infierno es un mensaje de terror enloquecedor que le quita toda esperanza para su hija y convierte su vida en la peor de las angustias. Para ella el evangelio del Infierno no son buenas noticias sino el fin de toda esperanza. Decirle a esta mujer que solo piense en su salvación no le será de consuelo a alguien que ama. Y tampoco suena demasiado cristiano.

Lo más grave de aquellos que dicen “¿Para qué predicar entonces?” es que menosprecian toda obra transformadora de Dios en esta tierra ¡Y eso sí es fuerte! ¿Qué hay en el interior de quien cree que una vida transformada por Dios no es motivación suficiente para proclamar a Jesús? Pero el anuncio genuino del evangelio lo impulsa un gozo liberador que comienza aquí y ahora, pues “antes éramos sus enemigos, pero ahora, por medio de Cristo, hemos llegado a ser sus amigos, y nos ha encargado que anunciemos a todo el mundo esta buena noticia: Por medio de Cristo, Dios perdona los pecados y hace las paces con todos” (2ª Co. 5, 18-19 TLA). El amor –y no el temor- nos llama a anunciar Su Reino que se ha acercado, que es de lo que más habló Jesús.

Su Reino se ha acercado para transformar las vidas en la tierra al mismo tiempo que se ha complacido en recompensarnos por nuestras buenas obras. También por comenzar a sembrar en ese futuro es por lo que los universalistas predican aunque finalmente el Dios vivo se levantará como “el salvador de todos los hombres” (1ª Ti. 4, 10), aunque sea “salvando a algunos a duras penas” mediante fuego (1ª Co. 3, 15). Como dice La Escritura, “si cuando todavía éramos sus enemigos, Dios hizo las paces con nosotros por medio de la muerte de su Hijo, con mayor razón nos salvará ahora que su Hijo vive” (Romanos 5, 10 TLA).

Israel y la restauración final de todas las naciones

Si Dios nos llama a perdonar a nuestros enemigos ¿Él actuará de manera distinta con ellos? ¿Acaso Dios no se reconciliaba con Israel a pesar de sus continuas transgresiones? Los creyentes en el Infierno citan el fuego sobre Sodoma y Gomorra (Judas 7; Mt. 10, 15) como el paradigma de aquello que les sucederá a los pueblos que rechazan a Dios. Sin embargo, el cuadro completo de La Biblia muestra que los pecados de Israel fueron “mayores que los de su hermana Sodoma” (Ez. 16, 47-51) y que, sin embargo, a pesar de los numerosos juicios de Dios sobre su pueblo, finalmente “todo Israel será salvo” (Ro. 11, 26).

El juicio en La Biblia suele integrar un proceso de reconducción y salvación. Y aquí lo sorprendente para muchos es que no solo habrá una salvación final para Israel. Sodoma, Gomorra, Samaria… ¡Serán finalmente restauradas! “Tu hermana Sodoma y sus ciudades volverán a su situación anterior; tu hermana Samaría y sus ciudades volverán a su situación anterior” (Ezequiel 16, 53-55, 61-63).

Como Robin Parry dice: “En este punto vale la pena echar un vistazo a las profecías de Jeremías contra las naciones. Están llenos de fatalidad, pero encontramos que los vaticinios contra Egipto, Moab, Ammón y Elam terminan, inexplicablemente, con una promesa de restauración (Jer. 46:26; 48:47; 49: 6; 49:39). Este lenguaje de juicio puede parecer definitivo: «Moab será destruido como nación… Sin embargo, restauraré el devenir de Moab en los días venideros” (48:42, 47); «Voy a destrozar a Elam… hasta que haya terminado con ellos … Sin embargo, restauraré el destino de Elam en los postreros días” (49:37, 39). La retórica profética de la ira puede hacernos pensar que estas naciones han llegado al final de su camino. Pero no vayamos tan rápido. Recordemos la promesa que dice que Dios va a restaurar incluso a Sodoma, el modelo de pecadores destruidos por fuego divino (Ezequiel 16: 53). Lo mismo con la profecía de Isaías sobre Egipto: «El Señor irá imponiendo a Egipto castigos saludables, que le harán volver al Señor que los escuchará y los sanará» (Isa. 19:22) [12]”. Y lo mismo ocurre con Asiria: “los bendecirá así el Señor del universo: “Bendito sea Egipto, mi pueblo; y Asiria, obra de mis manos” (Isaías 19, 23-24) ¡El Dios del universo un día hará de todas las naciones (equivalente a “toda la humanidad”) Su pueblo!

Como Romanos 11, 31-32 dice “así también éstos (los judíos) ahora han sido desobedientes, para que por la misericordia concedida a vosotros (los no judíos), ellos también alcancen misericordia. Porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos”.

Esta misma idea la vemos en Apocalipsis cuando dice que “todas las naciones cayeron borrachas en el pecado de Babilonia” (Ap. 14, 8). Pero unos versos después los ángeles declaran maravillados que “todas las naciones vendrán y te adorarán” (Ap. 15, 4), pues “las naciones andarán a su luz, y los reyes de la tierra traerán a ella su gloria [13]” (Ap. 21, 24) Es la misma profecía universalista que hemos visto en el Antiguo Testamento ¡Qué maravillosa visión del árbol de la vida cuyas hojas son «para la sanación de las naciones» (22, 2)! En esta ciudad “no entrará quien hace abominación, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida” (Ap. 22, 5), pues después de juicio de arrepentimiento finalmente todos entraran por “sus puertas que nunca serán cerradas” (Ap. 21, 25). 

La historia culminará como Dios quiere

En la Ley del jubileo (Levítico 25) todas las deudas eran canceladas, los esclavos liberados y los deudores perdonados cada 50 años. Este acto representaba la gracia real global que adelantaba Génesis 12 cuando Dios hizo un pacto con Abraham prometiendo que de su linaje “todas las familias de la tierra serían bendecidas”. Otra vez ese “todas”, una maravillosa promesa cuyo cumplimiento cuesta imaginar con la historia culminando en millones de familias ardiendo por siempre.

La alegría de Dios como Padre es culminar su plan final de bendecir a todas sus criaturas. Como dice Julie Ferwerda: “Hay un detalle importante de la parábola del hijo pródigo. Antes de que el hijo pudiera articular algún gesto o palabra de remordimiento…  “Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó” (Lucas 15, 20) ¿Qué es lo que esta parábola nos revela acerca del corazón de Dios hacia sus niños, aún para los rebeldes, ingratos e incrédulos, aquellos completamente perdidos, quienes están también  muertos  para él  en el momento? […] ¿Está limitado solo a esta vida o la promesa continúa aún después de esta, siempre que sea necesario? [14]. Lo que aquí vemos es que Dios nos buscará a todos hasta el final sin contar qué méritos hagamos, para que nadie se vanaglorie (Ef. 2, 8-9).

Julie observa cómo la historia del hijo pródigo es la tercera de un grupo de parábolas en las que algo de gran valor se ha perdido: una oveja, una moneda o una persona. Todas son incapaces de rescatarse a sí mismas desde sus circunstancias. Pero Jesús entra en escena. El buen pastor no se queda mirando a ver qué hacen las ovejas “en su libertad” cuando sus criaturas van al precipicio. No. Él va a por la oveja pedida y la trae en sus hombros. La historia no acaba hasta que todas son parte del redil en un relato que habla de cada uno de nosotros, pues “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de Todos nosotros” (Is. 53, 6).

El miedo y la amenaza pueden funcionar como motivadores a corto plazo. Pero no trae el gozo del Señor que es lo que nos fortalece (Neh. 8, 10). El verdadero poder transformador del evangelio no procede del espanto sino del amor. Cuando nos encontramos con Dios en su abrazo incondicional de hijo pródigo “es la bondad de Dios lo que nos lleva al cambio” (Ro. 2, 4) pues “el que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor”.  (1ª Juan 4, 8; 18-19).

¿Consideraríamos este universalismo dominante entre los primeros cristianos como una herejía si nos lo hubieran explicado con estos argumentos bíblicos al momento de convertirnos? No creo.

Por argumentos como éstos los universalistas están convencidos de que su perspectiva es la que mejor armoniza los textos bíblicos y los problemas bíblicos y morales que el Infierno plantea. Para ellos la cruz de Cristo queda en el lugar más alto posible y se vuelve a la interpretación dominante de la Iglesia primitiva.

POSTURA 2: ¿Qué es el Aniquilacionismo?

A continuación veremos argumentos concretos del aniquilacionismo que afirma que, según La Biblia, los malos desaparecerán para siempre tras su correspondiente juicio y retribución después de la muerte. De nuevo trataremos de exponerlos tal y como ellos mismos pudieran hacerlo y concluiremos con unas reflexiones personales acerca de estas interpretaciones alternativas y su lugar en la Iglesia.

Algunos creyentes tradicionales definen el aniquilacionismo como una visión lightbuenista, y por tanto falsa de Dios. Pero los aniquilacioncitas dicen: ¿Acaso no es suficientemente espantoso ser juzgado y castigado para finalmente desaparecer? ¿Qué tiene esto de suave? Obviamente, si lo comparamos con la tortura infinita del Infierno cualquier justicia parece suave. Sin embargo, ya vimos cómo en el Antiguo Testamento la aniquilación no se consideraba algo suave sino un final realmente terrible. Los cadáveres de los enemigos de Dios son descritos sin ninguna alusión a torturas sin fin sino como una imagen que “resulta espantosa a los vivientes” (Is. 66, 24). Como vemos, La Biblia se refiere a la aniquilación como algo terrible, no tan dulce.

El reconocido teólogo conservador John Stott dijo del Infierno: «Encuentro el concepto intolerable y no entiendo cómo las personas pueden vivir con él sin cauterizar sus sentimientos o agrietarse bajo la tensión« [15]. Stott, quien empatizaba con el aniquilacionismo, cuenta cómo el reputado biblista F. F. Bruce le confesó por carta que “la aniquilación es sin duda una interpretación aceptable de los pasajes relevantes del Nuevo Testamento[16]. 2ª de Tesalonicenses 1, 9 (por ejemplo) dice que “estos sufrirán el castigo de eterna destrucción”, siendo la destrucción la que es eterna, no el sufrimiento.

La Biblia habla de un juicio de salvación por gracia y de recompensas por obras para los rescatados por Cristo (2ª Co. 5, 10. He. 9, 27). También del juicio y aniquilación para el injusto, dos aspectos que no son excluyentes sino que van de la mano. No obstante, hay otros aniquilacionistas que creen que el juicio y pago equivale a la destrucción del alma cuando la persona muere. Pero a estos no nos referiremos en esta serie. La evidencia bíblica apunta a que habrá algún tipo castigo limitado para los malos, pero en ningún caso será eterno según el sentido que hoy nosotros le damos al término (El análisis del vocablo aionios (=eterno) y qué se entiende por algo “eterno” en La Biblia lo vimos al comienzo).

La Biblia no es clara en cómo serán todos estos procesos y resulta pretencioso tratar de encajar cada detalle de lo que ocurrirá tras la muerte. Eso es ir más allá de la luz bíblica. No sabemos cómo será exactamente el tribunal de Cristo, ni sus tiempos ni el proceso. Pero sí sabemos que Dios hará lo que es justo.

El Antiguo Testamento es aniquilacionista

En el Antiguo Testamento los muertos iban al sheol, que como Juan Stam explica: “el sheol era el concepto hebreo de la tierra de sombras de los que ya no vivían físicamente. Era un concepto muy poco definido, aunque no era lugar de castigo [17]”. A pesar de esa indefinición, la mayoría de los textos referidos a los injustos son naturalmente aniquilacionistas.

Ejemplos:

Job 20 dice que los malos desaparecerán para siempre. En Salmos 21, 9 ó 37, 20-22 que desaparecerán; serán destruidos. Isaías 1, 18: “los pecadores serán destruidos, desaparecerán los que abandonan al Señor” y el 5, 24 que su fin será desvanecerse como el polvo. Hay docenas de alusiones al final de los malos en el Antiguo Testamento y en ninguna de ellas se intuye idea alguna de tormento eterno. La crudeza del juicio de Dios recae en que el malo es aniquilado, exterminado, eliminado, se desvanece… (Salmos 37, 9 y 22). Sofonías 1, 18 describe en términos aniquilacionistas el “día de la ira del Señor. En el fuego de su celo será toda la tierra consumida; en un instante reducirá a la nada a todos los habitantes de la tierra”. El dejar esta vida por causa del pecado es la tragedia.

Los gusanos y fuegos bíblicos consumen un cadáver hasta que no queda nada. John G. Stackhouse nota que “Ese tipo de fuego también elimina: El resultado final del pecado es la muerte (Ro. 6:23) […] Así que todo lo que no puede durar para siempre se convierte en cenizas y desaparece, ya no contamina, ni ofende, ni hiere [18]”.

Pero si -tal y como argumentan los creyentes en el Infierno- el énfasis de estos textos es lo horrible que resulta la muerte únicamente desde la perspectiva terrenal ¿Por qué en Las Escrituras nunca se menciona que después de “desaparecer” hay un tormento sin fin si ése es en realidad el verdadero drama que espera a los malos? Comenzando por Adán y Eva, a quienes no se les avisó del supuesto y espeluznante Infierno sino que “simplemente” se les dijo que si pecan morirán. Y esta es la tónica de las advertencias divinas del resto del Antiguo Testamento. Como ya se dijo, no parece que los escritores bíblicos imaginaran algo más horroroso que dejar de existir. Y el Infierno es exponencialmente más espantoso que esto. Si el tormento sin fin fuese real y, por tanto, algo urgente de lo que advertir: ¿Por qué Dios lo ocultaba? Desde el literalismo: ¿No sería incluso engañoso afirmar continuamente que a los malos solo les espera el desvanecimiento, desaparición, etc.?

vídeo del pastor Daniel Bosqued a favor del aniquilacionismo bíblico:

Periodo intertestamentario

La aniquilación del malo se mantuvo en gran parte del judaísmo del periodo intertestamentario. En este tiempo hay libros muy apreciados por los primeros cristianos como Enoc, citado dos veces en el Nuevo Testamento [19] y que dice: “el pecador perecerá en la tiniebla por la eternidad y no existirá desde ese día hasta la eternidad” (1ª Enoc 92, 5; siglo II a. C.). Durante este periodo hubo rabinos que incluso especulaban con que “el castigo de los impíos duraría solo un año antes de que fueran aniquilados. Y algunos de los más malvados seguirían siendo castigados por algún tiempo [20]”.

El Nuevo Testamento

Los cristianos creemos que en el Nuevo Testamento se produce una mayor revelación de la perspectiva eterna. Y lo que seguimos viendo es que el fin para los malos continúa siendo su destrucción o desaparición.

Ejemplos:

En Lucas 13, 4 los malos “perecerán”. Jesús se presenta como “el pan que ha bajado del cielo para que, quien lo coma, no muera. Pues el que coma de este pan vivirá para siempre” (Juan 7, 50-51) y en el 11, 26 quien “cree en mí, no morirá”. Jesús no vino a salvarnos de un terrible castigo consciente sin fin sino de la muerte eterna, que no es poco. Otros textos como Romanos 6, 23; 2ª Ts. 1, 9; Judas 7 ó 2 Pedro 3, 7-12 son evidencias aniquilacioncitas si no forzamos su sentido natural. Pero es necesario sacudirse el “chip” mental sembrado por el dogma del tormento sin fin, algo que –por cierto- vino muy bien a la economía de la jerarquía oficial durante siglos.

Pero es Jesús quien apunta a que el castigo de los impíos será el fin de la vida y no una existencia de sufrimiento continuo cuando dice que «no teman a los que matan el cuerpo pero no pueden matar el alma. Más bien, tenga miedo de Aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno [lit. Gehena, término que ya analizamos en el primer artículo]” (Mateo 10, 28). Fijémonos en que Jesús habla de destruir el cuerpo y el alma de los malos ¡No solo el cuerpo! Todo el ser.

Cuando el platonismo empapó la Iglesia

Ya vimos que en los años más cercanos a los autores bíblicos una gran parte de cristianos no creían en el castigo sin fin que hoy domina el cristianismo occidental. El problema llegó cuando todos estos textos comenzaron a leerse bajo el influyente platonismo que decía que el alma humana debía ser necesariamente inmortal. Y como La Biblia dice que los justos vivirán para siempre… pues ya lo tenemos: se hizo necesario un lugar también eterno para el alma de los malos. Y desde esta presunción filosófica “del ser que nunca desaparece” se arraigó la necesidad de un castigo sin fin para los injustos.

Las imágenes grecorromanas de un tormento eterno del Inframundo salpicarían al judaísmo y al cristianismo ya desde el periodo intertestamentario. Pero sería sobre todo desde el pensamiento escolástico, especialmente con Tomás de Aquino, cuando se asumiría que toda alma es inmortal y que debe sobrevivir por siempre a la muerte del cuerpo. Pero esto es filosofía antigua, no la revelación bíblica que hemos visto y que nos muestra a un Dios más compasivo que el de estas terribles torturas eternas destinadas a millones de individuos. “Solo durante un momento dura su ira, pero su favor dura toda la vida” (Salmos 30, 5).

En síntesis, estos serían algunos argumentos que podría exponer un cristiano aniquilacionista típico.

Hasta aquí he tratado de relatar con la mayor empatía y rigor posible algunos de los argumentos bíblicos de quienes cuestionan el Infierno clásico.

Una reflexión final

Mi reflexión acerca de cómo abordar estas diferentes interpretaciones bíblicas sobre el fin de los malos es la siguiente:

La Iglesia está inmersa en la era de la información. Hoy la mayoría de los cristianos no vivimos bajo un poder religioso que nos aísla o censura cualquier cuestionamiento teológico contrario al que puedan enseñarnos en nuestra iglesia. Toda postura teológica puede ser contrastada y ponderada con rigor por cualquier creyente de a pie. Gracias a los descubrimientos arqueológicos también poseemos un mayor conocimiento de las culturas y lenguas bíblicas que hace unos siglos. Y esto es algo muy bueno porque tenemos más parámetros de juicio para una correcta interpretación bíblica que en épocas pasadas dominadas por las jerarquías.

Sin embargo, este acceso global al conocimiento incomoda a muchos cristianos que perciben que el debate y la discrepancia teológica son cada vez mayores dentro de las iglesias. Y seguramente esto sea así. Pero ¿Cómo afrontamos esta revolución?

En primer lugar, debemos dejar de confundir unidad con uniformidad. Por alguna razón (o por muchas), a los cristianos nos cuesta horrores convivir con el misterio y la incertidumbre que forman parte de la vida que Dios creó. Hay Iglesias en las que dan respuestas seguras para todo. Pero esto es imposible y  no es sano. Una encuesta de Barna Group reveló cómo la mayoría de los cristianos (59%) desconecta de la Iglesia después de cumplir los 15 años. Uno de los seis motivos principales para esta sangría de abandonos era que “La iglesia resulta hostil para los que dudan[21]. El dato supone una tragedia que requiere actuar con urgencia y de la que Dios nos pedirá responsabilidades. No respetamos La Biblia ni al hermano cuando sentamos cátedra en asuntos en los que Las Escrituras no son suficientemente claras. Debemos reflexionar al respecto, comenzando por leer a Habacuc y cómo Dios respeta su duda. La lección del libro recae en que Habacuc duda y vive lleno de incertidumbres teológicas… pero abrazado con Dios. Eso es la fe.

Obviamente, esto hay que hacerlo con sabiduría. No se trata de caer en el relativismo, ni de quitar importancia a la doctrina. No. Todo lo que se ha expuesto en esta serie parte es doctrina porque desde la doctrina se define la fe. En esta exposición nos hemos asomado a diferentes intentos de viajes profundos al corazón de las Escrituras. Que estemos de acuerdo con ellos es ya otra cosa. Pero todos estos enfoques acerca del fin de los malos se han realizado desde la honestidad y buscando el rigor del contexto bíblico más allá de tradiciones y devenires históricos impositivos. Y sería muy enriquecedor discutirlos desde La Biblia como punto de partida, que es lo que se ha pretendido con esta exposición.

Debería ser una obviedad, pero debemos tomar conciencia de que todos somos meros intérpretes falibles de La Biblia. Todos muy condicionados por épocas, tradiciones, concilios, cultura, recursos, experiencias personales o colectivas… Negar esta realidad y afirmar que el resto de las 33.000 denominaciones cristianas están equivocadas y que solo los míos enseñan la “sana doctrina” resulta demasiado pretencioso. Es un endiosamiento de mi limitada capacidad interpretativa. Por reverencia a Las Santas Escrituras ninguno debemos tener “más alto concepto de sí que el que debe tener (Ro 12, 3).

Y mientras tratamos de profundizar en Las Escrituras es un alivio saber que Jesús no dijera que sus seguidores serán reconocidos por su monolítica precisión doctrinal escatológica sino que “todos conocerán que sois mis discípulos si tuviereis amor los unos con los otros” (Juan 13, 35). El Camino es difícil pero las líneas elementales están bien marcadas. Asfixiar la conciencia del otro para esquivar el esfuerzo de la convivencia en la discrepancia es el camino fácil de las sectas y de algunos cristianos que llegan al poder político. Pero el evangelio de Jesucristo es otra cosa.

A lo largo de la historia el llamado a preservar “la fe una vez dada a los santos” (Judas 1, 3) ha derivado con demasiada frecuencia en opresión ¡Cuantos versículos a favor de la “sana doctrina” se han esgrimido para espiritualizar lo que es mero odio y vanagloria personal! ¿Hay algo más repetido en la historia del mal cristianismo que esto? Cuidado hermanos.

La lección que aprendemos de La Biblia y de la historia humana es que necesitamos mucha sabiduría y humildad para gestionar donde colocar las líneas rojas. En muchas circunstancias será bueno que en las iglesias podamos responder cosas como: “existen varias posturas cristianas respecto a tu pregunta… que son ésta, aquella y la otra…todas ellas con cierto peso bíblico. Examínalas con cuidado, ora y reten lo bueno. No todos llegaremos a la misma conclusión en este punto pero nos escucharemos buscando edificarnos mediante La Palabra. Hasta que le veamos cara a cara”. El capítulo 13 de 1ª de Corintios no se escribió para bodas sino para gestionar esta convivencia en la disidencia.

En la iglesia primitiva unos hermanos pensaban que había Infierno y otros que no. Pero juntos daban gloria a Dios ¿Es esto posible hoy? Cada corriente aquí analizada interpreta los textos bíblicos que sostienen las otras dos posturas (ya sean aniquilacionismo, universalismo o castigo perpetuo) a la luz de aquella que consideran correcta. Hemos visto cómo los términos traducidos en nuestras Biblias como “eterno” no significan exactamente lo mismo en los idiomas originales. Igual ocurre con expresiones tipo “el fuego que nunca se apaga” que a menudo se refieren a fuegos que ya se apagaron. Son evidencias bíblicas objetivos que dan para pensar y ser prudentes.

Ciertamente hay textos en nuestras traducciones que parecen afirmar que los injustos serán castigados por siempre. Pero hay otros que parecen apuntar a la destrucción total de los malos. Y otros que dan a entender que finalmente todos se arrepentirán y serán salvados. Todas estas posturas acerca del más allá asumen la existencia de un juicio perfecto que solo Dios sabe cómo será y cuánto durará. Pero no sería justo afirmar que las otras 2 posturas con las que no estamos de acuerdo no se toman en serio La Biblia.

Las dos visiones teológicas aquí presentadas como alternativa al tormento sin fin creen que La Biblia está divinamente inspirada y que Jesús es el Hijo de Dios, que Él resucitó y que nos salva por medio de la cruz. Estas dos visiones junto con la tradicional del Infierno abogan por una retribución y juicio tras la muerte de los que hay que avisar al mundo ¡Son tantas las razones para predicar la maravillosa nueva vida en Cristo que ya comienza en esta tierra!

En conclusión: No veo por qué no podríamos convivir juntos como hermanos aunque no lleguemos a la misma conclusión escatológica acerca del fin último de los malos. Y esto no es un problema sino un reto precioso para la madurez de una comunidad que ama unas Escrituras que nos recuerdan que “tres cosas durarán para siempre: la fe, la esperanza y el amor; y la mayor de las tres es el amor” (1ª Co. 13, 13). La mayor es el amor, sin “peros”. No admite comparación.

Nuestras creencias acerca del fin escatológico de los malos no tienen por qué afectar a nuestra vida cotidiana como discípulos ni a la convivencia en la Iglesia. Todos somos llamados a seguir a Cristo confiados en que él hará lo que es justo mientras caminamos naturalizando la duda y la incertidumbre. Eso significa depender de Él. Si Dios quisiera habernos dado un tratado de teología sistemática, él nos lo hubiera bajado del Cielo. Seguro. Pero no lo ha hecho.

Nos ha dejado algo más creativo, dinámico y vivo: Una Biblia llena de historias, experiencias y enseñanzas que nos ofrecen las suficientes respuestas para vivir una vida plena en amor, fe y compasión. Entre estas respuestas está el llamado a “soportaos unos a otros en amor” (Col. 3, 15), algo esencial para estos tiempos de odio hacia quien no piensa como yo. Tenemos el gran reto de levantar un testimonio vivo de amor y poder en el que la convivencia con “el otro hermano” a quien consideramos débil o ignorante es también un fin (1ª Corintios 8).

Jesús es el centro de Las Escrituras. Y Él dijo que “si os mantenéis fieles a mi mensaje, seréis verdaderamente mis discípulos, conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” (Juan 8, 31-32). Fijémonos que aquí Jesús nos enseña a vivir de un modo determinado mientras continúa diciendo: “y conoceréis la verdad”.  “Conocer” (del griego “ginosko”) no se refiere a un mero conocimiento intelectual sino a una vivencia personal profunda. Jesús nos llama a que le sigamos para que –luego- podamos conocer la verdad.

Es interesante el orden de los pasos. Si primero vivimos como él lo hizo: amando, sanando, perdonando, liberando, advirtiendo de su juicio, confrontando a los religiosos arrogantes, estando de lado del marginado…etc., será entonces cuando tengamos una experiencia de primera mano de esa verdad que liberta. Una verdad que comenzará a hacernos libres a pesar de que “ahora vemos confusamente, como por medio de un espejo. Pero entonces veremos cara a cara.” (1ª Co. 13, 12).

Delirante.org

[1] https://icono.online/2019/05/05/mas_alla/ Parte 4, 26 de mayor 2019, Infierno (AUDIO)

[2] PeriodistaDigital.com, Ortodoxos rusos: tan cerca, tan lejos, 25-08-2013 

[3] http://diccionariodelabiblia.blogspot.com/2010/06/aionios.html

[4] http://juanstam.com/dnn/Blogs/tabid/110/EntryID/353/Default.aspx

[5] William V. Crockett , Four Views on Hell, 1 edition,, Zondervan, 1997, p. 30

[6] Según el Diccionario expositivo de palabras del Antiguo y del Nuevo Testamento exhaustivo de Vine, Caribe, 1999, de “Castigo, Castigar” dice que “kolazo (κολάζω, 2849) denota en primer lugar cortar, podar, restringir, mutilar (de kolos); de ahí, restringir, castigar”.

[7] Julie Ferwerda. Controversia infernal: La doctrina más controversial del cristianismo bajo fuego, Vagabond Group. Edición de Kindle, 2019, p. 24

[8] O Novo Dicionário da Bíblia, São Paulo: Vida Nova, 1962, vol. 1, p. 512

[9] J. Jeremías, Parábolas de Jesús, Editorial Verbo Divino, 2000, p. 206

[10] Julie Ferwerda. Controversia infernal: La doctrina más controversial del cristianismo bajo fuego, Vagabond Group. Edición de Kindle, 2019, p. 45

[11] John G. Stackhouse Jr., Four Views on Hell (Counterpoints: Bible and Theology), Zondervan, Edición Kindle, 2016, p. 63

[12] Robin A. Parry , Four Views on Hell, 1 edition,, Zondervan, 1997, p. 114

[13] La mayoría de las versiones (NVI, Las América, Nueva Traducción Viviente, Biblia de Jerusalén, La Palabra, Dios Habla Hoy…) vierten una versión similar a la que hemos puesto de Apocalipsis 21, 24. Sin embargo, la RV60 añade un “que hubiesen sido salvas” tras “las naciones”, una frase inexistente en los manuscritos más fiables y antiguos. No obstante, la actualización Reina Valera de 1977 coloca “que hubiesen sido salvas” entre corchetes y la de 2015 ya directamente lo suprime. Como cristianos deberíamos tener más cuidado con añadidos como el de la RV60, más aún cuando es precisamente el autor de Apocalipsis quien advierte de que “si alguno añade a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro” (22, 18).

[14] Julie Ferwerda. Controversia infernal: La doctrina más controversial del cristianismo bajo fuego, Vagabond Group. Edición de Kindle, 2019, p. 9-10

[15] John Stott and David Edwards, Evangelical Essentials: A Liberal-Evangelical Dialogue, Downers Grove, IL: Intervarsity, 1989, p. 314-315

Zondervan, (2016-03-08). Four Views on Hell (Counterpoints: Bible and Theology) (Posición en Kindle259-260). Zondervan,. Edición de Kindle.

[16] John Stott, La lógica del infierno: Una breve respuesta,” Evangelical Theological Review 18 (Enero 1994): 33-34,

[17] http://juanstam.com/dnn/Blogs/tabid/110/EntryID/353/Default.aspx

[18] John G. Stackhouse Jr., Four Views on Hell (Counterpoints: Bible and Theology), Zondervan, Edición Kindle, 2016, p. 64

[19] El libro de Enoc forma parte del canon de la Biblia de la Iglesia ortodoxa etíope y ha sido encontrado en algunos de los códices de la Septuaginta (Códice Vaticano y Papiros Chester Beatty). El Nuevo Testamento cita el Libro de Enoc (1 Enoc, 1, 9 en Judas 1, 14-16) y 2ª Pedro 2, 4 lo referencia.

[20] Harry Buis, “Hell,” in The Zondervan Pictorial Encyclopedia of the Bible, ed. Merrill C. Tenney (Grand Rapids: Zondervan, 1975), 3:114-15

[21] https://www.barna.com/research/six-reasons-young-christians-leave-church/

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¿Científico vs. creyente? y Fe atea

UNA RESPUESTA AL NUEVO ATEÍSMO

¿Científico vs. creyente? y Fe atea

Este artículo es la parte 3 de 3 comentarios al llamado nuevo ateísmo, especialmente al documental The Four Horsemen [i] (Los cuatro jinetes), un diálogo entre Richard Dawkins, Daniel Dennett, Cristopher Hitchens y Sam Harris. Estos autodenominados 4 jinetes del ateísmo son los autores antirreligiosos más populares de comienzos del siglo XXI. El término «nuevo» destaca una mayor beligerancia contra las religiones respecto a ateos anteriores.

Parte I: ¿Ateísmo brillante o fundamentalista? Parte II: El supuesto peligro de la religión moderada y el mal cometido por no religiosos.

¿Contradicción entre científico y creyente?

Durante la conversación entre los cuatro antirreligiosos hay un momento en el que Sam Harris arenga a los otros ateos para que muestren la contradicción que existe entre la fe religiosa y el universo que observamos. Pero lo que Harris está aquí pidiendo que nos muestren… es algo contrario a los hechos. Lo explico:

Creyentes motivados por La Biblia deseaban examinar la creación

La evidencia de que la fe cristiana y la ciencia son más que compatibles la tenemos personificada en científicos abiertamente cristianos como Francis Bacon, Kepler, Robert Boyle, Michael Faraday o Maxwell. O en los autores de tratados de teología como Isaac Newton o Leibnitz. O en Georges Lemaître, el clérigo padre de la teoría del Big Bang que muchos ateos rechazaron de inicio precisamente por sus prejuicios antirreligiosos hacia una hipótesis que “sonaba a la creación del libro del Génesis [1]”. Se trataba de una especie de anti-Galileos del siglo XX auto revestidos de Galileos. O en el padre de los inventores, Nikola Tesla, quien dijo hacer ciencia “inspirado por el cristianismo [2]” y que desarrollaría la corriente alterna o la tecnología inalámbrica que hoy permite a los ateos criticar desde Internet la supuesta ignorancia de todos los cristianos. Porque claro, ignorantes hay en todos los lados y de todos los colores.

Algunos objetan a esto que estos científicos eran simplemente «cristianos como todo el mundo en su época«. Y bueno, el contexto religioso influye, evidentemente. Pero los escritos de estos científicos demuestran una motivación religiosa para examinar la creación muy por encima de la media social. Para ellos existía una motivación especial para conectar su fe con la creación dando lugar al desarrollo de la ciencia moderna. Es justo citar el papel del mismo relato de Génesis en la desmitificación de la naturaleza[3] o el llamamiento de Dios al ser humano para “examinadlo todo” (Génesis 1, 28), para hacer lo que hoy llamamos ciencia. La idea cristiana de un Dios racional que deriva en una naturaleza ordenada y cognoscible no era algo tan asumido por la sociedad de entonces. Cuando la imprenta y La Reforma hicieron de La Biblia un libro de dominio público, muchos creyentes fueron impulsados desde su propia lectura personal a ser pioneros de la revolución científica. Y esto es algo que recogen los escritos del mismo Newton y muchos otros. La influencia de su fe no lo explica todo, pero La Biblia en manos de la ciudadanía es parte del puzle que origina la revolución científica, especialmente en contextos protestantes. No obstante, desde la Iglesia católica también se realizaron aportes científicos clave, incluida una Edad Media que no fue tan oscura como algunos han pintado cuando se compara con otras geografías de su tiempo. En absoluto. Pero esto de las leyendas negras y blancas son ya otra historia.

¿Incompatibilidad entre científico y creyente?

Los típicos casos de supuesta incompatibilidad entre ciencia y cristianismo nunca fueron tales. Bruno, Servet, Vanini o “la representación mediática del caso Galileo como una cuestión de la ciencia contra la religión es una construcción social de finales del siglo XIX. Galileo fue víctima de una lucha de poder dentro del Vaticano, que se enfrentaba al ascenso del protestantismo. Una facción papal apoyó firmemente a Galileo; a otra no le gustaba. Al final, una de esas facciones se impuso [4]”.

«Lo de Galileo» era una cuestión de amenaza del poder e intolerancia de la época. El mismo científico fue un devoto cristiano que hizo importantes aportes teológicos, por lo que resulta absurdo colocarle como antagonista del cristianismo. Precisamente, algo que a Galileo le gustaba señalar era que los astros dicen cómo va el cielo y Las Sagradas Escrituras dicen cómo ir al Cielo.

Volviendo al documental, cabe destacar lo que Dawkins dice de los científicos cristianos: “Todos conocemos personas que son capaces de realizar la proeza de dividir su cerebro y creer una cosa el domingo y luego otra totalmente contradictoria e incompatible el resto de la semana [5]”. Resulta chocante que un científico niegue aquello que él mismo admite como un hecho. Me refiero a la existencia de grandes científicos que son religiosos. Lo que por un lado afirma que es un hecho luego lo niega en su teoría antirreligiosa de incompatibilidad entre ciencia y fe. Dawkins insiste en que debemos basarnos en los hechos. Pero aquí los niega porque no le gusta el resultado. Así que Dawkins (con el beneplácito de los otros ateos durante la charla) define como “incompatible y contradictorio” ser científico y creyente a pesar de haber comprobado con su observación que tal incompatibilidad sólo habita en sus prejuicios.

No parece una actitud coherente de científicos ¿Verdad? Es por esto que podemos entender a Peter Higgs, el descubridor del bosón, cuando considera que “ciencia y religión son compatibles […] y que no todos los creyentes son fundamentalistas”, unos hechos que según un reputado ateo como Higgs convierten a Dawkins en “fundamentalista en el extremo opuesto [6]«.

Fe, fe ciega y el dogma del reduccionismo naturalista

Este nuevo ateísmo afirma contundentemente que no existe un Dios más allá de la materia. Si Dios existe –dicen- debería ser demostrado científicamente. Y como esto no ocurre –concluyen- Dios no existe.

Pero este reduccionismo naturalista es un dogma de fe. Y contradictorio. Dawkins admite que un ateo “es alguien que CREE que no hay nada más allá del mundo natural y físico [7]”. Así que la premisa no es tan solo una creencia sino una contradicción porque no puede ser establecida por el método científico, una paradoja admitida por reputados pensadores ateos como Jacques Monod [8]. Tengamos también en cuenta que la ciencia asume la provisionalidad y la incertidumbre en sus procedimientos. Y, desde luego, afirmar que Dios no existe es usar el nombre de la ciencia en vano porque no es una declaración científica. Así que, si Dios existe, seguramente tengamos que buscarlo más allá del método científico.

La realidad es que no usamos fórmulas para considerar a Beethoven o Miguel Ángel grandes artistas, y casi todos afirmamos que lo son desde un juicio consensuado y subjetivo. No hay ecuaciones para demostrar que mi madre me ama, aunque sea aquello de lo que tenga más certeza en mi vida. Los nuevos ateos generalmente también creen en los Derechos Humanos cuando afirman que «todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad». Pero, ¿Pueden demostrarlo desde los axiomas que tanto defienden para atacar el cristianismo? La respuesta es que no.

Los psicólogos han constado que los argumentos freudianos que algunos utilizan para explicar la religión como algo ilusorio también pueden ser usados para explicar el ateísmo [9]. Son un boomerang dependiendo del ángulo desde el que se mire. Pero la fe cristiana es una respuesta a las evidencias, no a la ausencia de ellas. No es la fe ciega que los cuatro jinetes dibujan desde su generación subjetiva que convierte a la parodia en un todo. Y ellos tienen también mucha fe. Solo cambia el objeto de la fe, un aspecto inherente a la condición humana.

Sí debemos aplaudir a Dawkins por admitir aspectos que le hacen bacilar de su ateísmo. Reconoce que “las constantes vitales del Universo [también llamado «ajuste fino»] son demasiado buenas como para ser ciertas. Me parece que eso necesita algún tipo de explicación [10]”. Es una declaración incómoda para un documental a favor del ateísmo, por lo que de inmediato Dawkins rompe el fugaz momento incómodo y se pregunta: “Pero entonces ¿Quién creó a Dios?”. Y ahí zanja el asunto.

¿Quién creó a Dios?

Pero preguntarse: «¿En qué momento el Dios que ha existido siempre no existía y fue creado?» no tiene sentido lógico. Para Dawkins el punto de partida es su conclusión: Dios no existe. Y si suponemos como Dawkins que nuestro creador ha sido la materia, podemos devolverle la pregunta: ¿Quién o qué creó esa materia?

El influyente ateo Thomas Nagel critica, con razón, que haya ateos que traten de “explicar la existencia de Dios como una concatenación aleatoria de átomos. […] Eso no es lo que nadie entiende por Dios [11]”.

«Si demuestras la existencia de Dios creeré en Él«… ¿De veras?

El Dios cristiano no es medible por su propia definición de Dios. Y esto nos lleva a un punto importante del debate entre (algunos) ateos y creyentes: Estamos convencidos de que aunque pudiera demostrarse científicamente la existencia de Dios (como piden estos ateos), ninguno de ellos creería en él. Y decimos esto por lo que ellos mismos dicen, pues nunca identificarían un hipotético resultado tangible como la demostración del Dios todopoderoso, omnisciente, omnipresente y creador del Universo. Y en un sentido tendrían razón. Pues aunque a menudo digan lo contrario, dudo que ni siquiera estos ateos esperen que Dios pueda ser contenido en una probeta o fórmula. Sus contradicciones al referirse al tema de este modo así como sus fuertes emociones antirreligiosas convierten su tesis en un mero planteamiento circular.

En el libro El relojero ciego Dawkins dice que si una estatua le saludase con la mano sin mediar truco alguno (algo imposible), sólo diría “¡qué casualidad!” y lo consideraría como un repentino choque sincronizado de partículas subatómicas. Pero nunca un milagro. O si Dios se le apareciese hablándole -dice- pensaría que es una alucinación.

Así que, pase lo que pase, no creerán. Y menos aún satisfaciendo su demanda de un experimento que demuestre a Dios, porque dirían: “¿Cómo va a ser Dios una cosa medible? ¡Esto no puede ser Dios!». De hecho es lo que Dawkins ha manifestado en otras de sus chocante contradicciones: En la revista TIME, el biólogo admite que racionalmente no se puede descartar a Dios y que “si hay un Dios, será mucho más grande e incomprensible [12]” de lo que nadie “haya propuesto y podamos contemplar jamás” ¡Aleluya! Aquí Dawkins se convierte en un tipo de salmista que tumba de un plumazo su propio dogma de reducción naturalista ¡Dawkins se ha dado una bofetada a sí mismo! Como cristiano digo que Dawkins tiene aquí razón: Si Dios existe nunca será el de la crítica del nuevo ateísmo sino alguien más grande e incomprensible. Éste sí se parece algo más al Dios cristiano. Así que Dawkins se rebate a sí mismo -y lo hace muy bien- en TIME.

No quisiera abandonar el asombro de Dawkins ante el ajuste fino del universo (también llamado constantes vitales o universo sincronizado). Se trata de un hecho sumamente extraordinario [13]. O mejor dicho: una combinación cercana a lo imposible de millones de hechos extraordinarios a cada cual más cuasi-imposible. Anthony Flew, uno de los ateos más influyentes de finales del siglo XX, aceptó finalmente la existencia de Dios estupefacto ante el ajuste fino del universo que pide a gritos una inteligencia detrás.

El curioso caso de Hitchens y Francis Collins

En el documental sucede algo sumamente significativo. Hitchens parodia a los cristianos por su absurda forma de usar el cerebro. Nada nuevo. Se burla de Francis Collins por su conversión al cristianismo (min. 8). Curiosamente, cuatro años después de la grabación de este coloquio, Hitchens pedirá que su cáncer terminal sea tratado… ¡Por Francis Collins! [14] Existen miles de extraordinarios oncólogos y especialistas ateos en el mundo y Hitchens decide confiar su vida a un cerebro absurdo e impredecible sometido al delirio religioso (según dice Hitchens). Pero entonces, ¿Qué pasa sí durante el tratamiento Collins recibe una visión divina (alucinación para ellos) de ese Dios tiránico que le llama a hacer daño a Hitchens por ser un ateo malvado? ¿Y si la religión moderada le hubiera llevado al Dr. Collins a alguna locura contra su paciente? ¿No hubiera sido mejor pedir ayuda a cualquier ateo bien preparado? Nuestra conclusión es que Hitchens, a la hora de la verdad, sabía que la fe cristiana genuina funciona de forma muy diferente, menos dañina, de lo que él y sus colegas del nuevo ateísmo afirman una y otra vez.

Terminamos con el testimonio del Dr. Collins: “Con la mente libre de todas distracciones de lo que es realmente cierto e importante, sentí que había llegado a un punto en el que ya no había razones para oponerme. Mi anhelo era, sin duda, entregarme a esto. Ese día me hice cristiano. Hace ya treinta y un años. Me sentí asustado; temía convertirme en un ser sombrío, sin sentido del humor, y que me viera impulsado a marcharme a África o algo así. Pero no ocurrió nada de eso, sino que experimenté una gran sensación de paz y alegría por haber cruzado por fin ese puente. A diferencia de lo que había esperado, la fe no era algo en lo que sumergirse a ciegas, sino que iba de la mano con la razón [15]

Por Delirante.org

[i] The Four Horsemen, Coloquio organizado por RDFRS, grabado por Josh Timonen. 30/04/2007.Con subtítulos en español en: https://www.youtube.com/watch?v=tS_MT79m4Vw

[1] El País, Un cura dio la “más bella explicación de la Creación”, según Einstein, 30 octubre 2015

[2] El problema de aumentar la energía humana, en The Century Magazine, 1900

[3] Delirante.org, ¿Ciencia vs. fe y Biblia?

[4] El Pais, Alister McGrath, “El nuevo ateísmo está cayendo en desgracia”, 18/03/2016

[5] The Four Horsemen (Los cuatro jinetes). 1:04´:45”

[6] El Mundo. 27/12/2012. Actualizado 03/01/2013.

[7] El espejismo de Dios. Espasa Calpe, 2007, p. 23

[8] Jacques Monod. Chance and Necessity: An Essay on the Natural Philosophy of Modern Biology, Vintage Books, New York 1972, pp 160-180 [trad. Esp. Del orig. Francés: Azar y necesidad, Tusquets, Barcelona, 1989]

[9] Delirante.org, ¿Es Dios una proyección psicológica?

[10] The Four Horsemen (Los cuatro jinetes). 51´15”

[11] Thomas Nagel, The Fear of Religion, p. 26

[12] Time, 13/11/2006

[13] Revista RYPC, ¿Qué es el ajuste fino del Universo? 01-2011

[14] Daily Mail, Atheist Christopher Hitchens turns to evangelical Christian doctor in his fight against cancer, 26-03-2016

[15] Foro Veritas, Instituto de Tecnología de California, 2009. Adaptado del español: Fe, ciencia y ateísmo, Andamio, 2015, pp. 33-34

¿Pretende Génesis 1 y 2 ser leído literalmente?

GÉNESIS 1-2 EN SU CONTEXTO: PARTE 1 DE 3
La falaz dicotomía entre ciencia y fe no es solo una mala comprensión de algunos ateos como muchos piensa. Históricamente, esta falsa contradicción también se ha construido por influyentes cristianos que vieron en las Sagradas Escritura tratados de geología, antropología o astronomía ¡Y ahí se ha liado todo!

Galileo, Bacon creían en La Biblia… y en la ciencia

Esta errada concepción de La Biblia como un libro que se acopla a las teorías científicas de cada momento (concordismo) fue criticada por Galileo Galilei como algo que socava la credibilidad de La Biblia.

El pionero del método científico moderno, Francis Bacon, también dijo que “dar a la fe lo que le corresponde a la fe y distinguir claramente entre el libro de la Palabra de Dios y el libro de sus obras es premisa fundamental […] La teología revela la voluntad de Dios: la ciencia su poder [1]”.

Antes de Bacon y Galileo, el influyente Orígenes (s. III) dijo de Génesis: “¿Qué persona inteligente, me pregunto, consideraría razonable que el primero, segundo y tercer días, en los que se dice que hubo tanto una mañana como una tarde, existieran sin sol, ni luna ni estrellas, y que en el primer día no hubiera ni cielo siquiera? No creo que nadie dude de que éstas eran expresiones figuradas [2]”.

San Agustín, siglo IV, (quien escribió mucho sobre el Génesis) daba por hecho que no había que leerlo literalmente ni en clave de ciencia. Para él, Dios está fuera de las limitaciones del espacio tiempo (2 Pedro 3,8) y daba argumentos como que la palabra hebrea para “día” (yôm) posee un significado más amplio y simbólico en otras partes de La Biblia.

Justino Mártir o Ireneo de Lyon tampoco consideraron literalmente todos los elementos de estos capítulos ¡Y todos vivían siglos antes de la teoría de la evolución!

Génesis no pretendía mostrar La creación de forma literal para su tiempo

¿Y a quién se le ocurrió que si un texto no lo interpretamos siempre literalmente es falso o lo menospreciamos? Así no funciona la comunicación. Y menos aún el pedagógico simbolismo hebreo. Las parábolas de Jesús, por ejemplo, transmiten un mensaje poderoso sirviéndose de historias ficticias, no históricas.

Ninguno de nosotros habla y entiende las narraciones siempre de forma literal ¿O alguien piensa que el Sol «sale» desde algún sitio concreto cuando leemos: “¿Sale el sol, y se pone, y se apresura a volver al lugar de donde se levanta” (Eclesiastés 1, 5)? ¿No sería absurdo señalar el libro de Eclesiastés como una mentira científica por esto? O como cuando Dios dice a Job: “¿Has estado en los depósitos donde guardo la nieve y el granizo?” (Job 38, 22).

Génesis no pretende revelar un catálogo de eras geológicas o taxonomía. Debería ser obvio, pues las necesidades de sus receptores eran otras.

Dios se presenta como el origen y sustentador de todo lo creado. Él hizo lo más alto y lo más bajo que existe, ya sean las columnas bajo la tierra (Sal. 75,3), compuertas en el cielo (Gn. 8, 2), la Tierra dentro de una popular bóveda circular en tiempos de Isaías (Is. 40,22) o cualquier otra cosa que se pensara que configuraba el Universo físico.

Es como si hoy dijésemos: «un Dios personal y misericordioso gobierna sobre planetas, agujeros negros y todo lo que existe»… y resulta que dentro de un siglo se descubre que los agujeros negros no existen ¿Pierde credibilidad nuestro mensaje por ello? ¡Claro que no! Pues el punto que queríamos transmitir a nuestra generación es que el creador del Universo es un Dios de amor personal y misericordioso ¡Pues igual ocurre en La Biblia!

Como veremos más adelante, ¡Génesis libera a sus receptores de yugos que dominaban el mundo!

Imponerle al texto una lectura literal como sinónimo de «verdad» es en realidad una visión «moderna» expandida por el mundo por algunas misiones estadounidenses. Pero la cultura bíblica se expresaba de forma muy diferente.

¿Por qué no debemos leer Génesis 1 y 2 literalmente?

Lo primero que debemos saber es que en Génesis hay dos relatos de la creación. Y sus autores sabían que el segundo relato no es totalmente compatible con el primero en términos científicos ¡No eran tontos! El problema con la expectativa literalista lo tenemos nosotros como herederos de una modernidad que desde determinadas corrientes exigía datos verificables a la narración para cuantificarla y clasifícala como verdad. Pero esto no respeta la cultura original de la narración.

La cultura bíblica era más simbólica. No tenían problemas cuando leían un primer relato de seis días mientras que en Génesis 2,4 (el segundo relato) Dios crea los Cielos y La Tierra en tan solo un sólo día. Pero… entonces… ¿Son seis o solo un día? La respuesta es que los escritores bíblicos no pretenden concordar datos cuantitativos sino primeramente un espacio y posteriormente su consiguiente llenado trayendo orden al desorden (días posteriores de la creación).

Algunos ejemplos más:

Sin alargar este apartado, otros elementos que confirman la imposición literalista al texto lo vemos en el día primero, cuando Dios «separó Dios la luz de las tinieblas» y lo comparamos con el día cuarto en el que “puso las lumbreras para separar la luz de las tinieblas”… Pero… ¿No había separado ya la luz de las tinieblas en el día uno? Sí. La ilustración es de nuevo retórica, poética y recalca que es Dios quien siempre separa la luz de la oscuridad, una alegoría aplicable a nuestra cotidianidad cuando caminamos en la luz de Dios.

El descanso del séptimo día, otro ejemplo que dificulta una lectura literal:

¿También duró 24 horas el séptimo día en el que Dios «descansó«? (Gn. 2, 2) ¿Dejó Dios de atender a su creación durante aquel día 7? Parece más bien una ilustración para el cumplimiento del Shabat, el día de descanso para Israel.

Igual podríamos citar el capítulo uno donde la vegetación aparece tres días antes que los humanos mientras que en el capítulo dos Adán parece ser creado antes que cualquier planta. La ciencia no importa porque no es la intención de Génesis revelarla.

El relato de la serpiente

Fijémonos también en la serpiente. Para Matthew Richard “el Dios de la Biblia ciertamente tiene el poder de hacer una serpiente parlante. Sin embargo, lo notable de Génesis 3 es que nunca se molesta en decir algo como: “Originalmente, Dios les había dado a las serpientes la capacidad de hablar” o “en aquellos días, las serpientes podían hablar”. Al final de este capítulo, cuando Dios maldice a la serpiente para que se arrastre sobre su vientre, nunca agrega: “Y además, te quitaré tu caja vocal. Aparte del siseo, a partir de ahora estarás muda[3]

¿Deberíamos preguntarnos entonces por qué las serpientes ya no hablan? Pues no. Aquí la revelación reside en su poder teológico de nuevo, pues las serpientes eran animales recurrentes en la antigüedad para representar el mal, una típica imagen cultural para ilustrar la tentación, el pecado, etc. Debemos entender que el simbolismo no minusvalora el poder del pecado ni cuestiona la existencia del mal o del diablo como ser espiritual. La alegoría más bien ilustra cómo funcionan internamente cada uno de estos elementos.

Las de Caín

Otro problema para la lectura literal está en Caín cuando tiene miedo de que en otras naciones le tomen como extranjero cuando supuestamente todos los humanos existentes serían familiares directos suyos (Génesis 4,13-14).

¿Espadas giratorias en un lugar geográfico?

¿Y qué de aquellas espadas giratorias de fuego que impiden entrar en el Edén (Gn. 3, 24)? ¿Alguien se topó con ellas o trató de enfrentarlas alguna vez? La ilustración aboga por una historia sin vuelta atrás. No parece que la idea fuese exponer el sistema de seguridad para impedir literalmente el acceso a un lugar geográfico que nunca nadie se ha encontrado (a pesar de haberse buscado sin cesar) y que, por tanto, no parecía necesario proteger con imponentes armas sobrenaturales.

Otras evidencias para asumir un relato contextualizado culturalmente y no histórico-científico en Génesis 1 y 2 son las repeticiones de palabras claves que aparecen 7 veces o en múltiplos de 7, el número de la perfección para los hebreos. Lo mismo sucede con las recurrentes formas poéticas y estrofas en hebreo que no son propias de la narración histórica.

Podríamos decir mucho más. Pero, definitivamente, las evidencias para una pretensión simbólica de los capítulos de Génesis 1 y 2 son abrumadoras sin ni siquiera apelar a la ciencia moderna. Basta con reflexionar La Biblia desde su propia narrativa y contexto para comprobarlo.

Pero entonces… ¿Qué pretende entonces Génesis? ¿Cuál es su contexto?… esto te lo explicamos en el siguiente artículo, en la parte 2 ¡No te lo pierdas las claves para comprender Génesis 1 y 2!

[1] El Avance del Saber, Mª Lusa Balseiro (trad). Madrid: Alianza Editorial 1988, pp. 14 y 15

[2] Origenes First Principles, Butterworth, G. (trad.), Londres: SPCK (1936), libro 4, cap. 3

[3] Ibid, p. 43

La derrota del Leviatán ¡Procurad la justicia social!

GÉNESIS 1-2 EN SU CONTEXTO: PARTE 3 DE 3

En el primer artículo de estos tres sobre Génesis 1 y 2, explicamos cómo el relato de la creación no pretende ser leído literalmente.

En el segundo expusimos de qué trata realmente desde su contexto y terminamos contando que la creación era sinónimo de liberación espiritual y social.

En este tercer y último artículo queremos exponer cómo esta idea de creación=liberación se manifiesta fuera del Génesis en otras partes del Antiguo Testamento ¡Era algo muy importante para un pueblo de Israel rodeado de dioses y cosmogonías que marcaban el destino de la humanidad!

Creación = Liberación, también en el resto de La Biblia

Fuera del Génesis, los textos acerca de La creación en el resto del Antiguo Testamento también se asocian con la liberación de las naciones opresoras (Isaías 40, 21-13 42, 5-7; 51.,9-11; Salmos 72, 12-14; 19-20; 89, 8-11, 14; 105, 5-9[1]). Prácticamente sin excepción.

Profetas y salmistas vinculan la justicia con el propósito de la creación. Para nosotros son temas que nada tienen que ver entre sí. Pero en La Biblia esta correlación entre justicia con el débil y la creación es constante. Y esto es algo de lo que el lector actual no suele percatarse. El Antiguo Testamento repetidamente se pone la creación al servicio de la liberación y en contra de la opresión del pueblo.

Monstruos opresores

¿Y por qué? Pues porque para justificar su opresión, reyes y sacerdotes apelaban al poder o revelación de divinidades atemorizantes encarnadas en mamíferos, aves o monstruos marinos como el Leviatán. Esta es la razón por la que en La Biblia siempre son nombrados para reafirmar el dominio de Dios sobre ellos. Por eso Génesis, antes que citar a los cetáceos, las algas o a los dromedarios. declara que “Creó Dios los monstruos marinos…”  (Gn. 1, 21).

El Salmo 74 es un ejemplo explícito al vincular la derrota del Leviatán con el rescate de pobres y víctimas de la violencia:

“Tú dividiste el mar con poder, rompiste la cabeza de los monstruos marinos; destrozaste las cabezas de Leviatán […] Tuyo es el día, tuya la noche; tú creaste la luna y el sol […] ¡No arrojes a las fieras la vida de tu tórtola, no olvides jamás la vida de tus humildes! Dirige tu mirada a la alianza, pues hasta los últimos rincones del país están repletos de violencia. Que el oprimido no regrese avergonzado, que el humilde y el pobre alaben tu nombre. Oh Dios, ponte en acción, defiende tu causa” (vs. 13.22)

Estamos ante un Dios soberano que aplasta todo aquello que es objeto de temor y opresión. El asunto no es si el Leviatán existió o no, sino que la gente sufriente lo temía.. Así que sí, en toda La Biblia hablar del tándem creación-liberación es hablar de lo mismo. De un Dios que es el Señor de todo, quien creó el mundo para el bien de los desfavorecidos y no para su temor. Leviatán go home!!

Génesis se levanta como una asombrosa performance acerca de Dios y del destino de una humanidad llamada a vivir libre de la opresión politeísta.

¡E igual ocurre con el relato del Diluvio! Es revelación desde un simbolismo pedagógico profundamente trasgresor y contextualizado para sus receptores originales que nos habla de muchas cosas también a nosotros.

Los primeros 3 capítulos de Génesis también tratan de mostrarnos aspectos más amplios como la confianza en Dios, la consciencia, la pérdida de la inocencia, el manejo del conocimiento, la responsabilidad corporativa… Pero asuntos como la teoría de la evolución y otros temas deben debatirse desde el área estrictamente científica, no desde La Biblia como bien decían Galileo y compañía. Para los autores bíblicos lo fundamental del mundo no es cuándo o cómo fue creado en términos naturalistas sino que fue constituido para vivir libres dando la gloria a Dios, no bajo cautividad ni opresión. El relato de La creación trae libertad a los exiliados, a cada uno de nosotros para volver al hogar de la plenitud planificada cuando Dios formó el mundo. Por su Palabra somos libres, ya no más esclavos.

[1] Más en http://www.puertachile.cl/index2.htm  Teología > Biblia > Hans de Wit, He visto la humillación de mi pueblo: 2. La canción de la tierra, 1988

¿Qué pretendía (en su contexto) el relato la creación?

GÉNESIS 1-2 EN SU CONTEXTO: PARTE 2 DE 3

En el anterior artículo expusimos argumentos de la propia Biblia para no leer el relato de la creación del libro de Génesis literalmente.

Pero entonces ¿Qué pretende realmente el relato de la creación de Génesis? Te lo explicamos:

El trasgresor propósito del relato de La creación

Cada relato de La Biblia fue escrito en un contexto étnico, cultural, histórico, lingüístico y literario concreto. Por tanto, debemos realizarle las preguntas correctas: ¿A qué audiencia se dirige? ¿Qué tipo de lenguaje utiliza? ¿Qué tipo de literatura es? ¿Qué propósito tiene? ¿Qué más pasaba fuera de la Biblia?

Aquel pequeño grupo humano hebreo que vivió rodeado y dominado por superpotencias como Egipto o Babilonia necesitaba una respuesta respecto a las inquietantes cosmogonías de sus poderosos vecinos y dominadores. El erudito en antigüedad J.H. Walton señala cómo “la creación cósmica en el mundo antiguo se veía principalmente como un proceso mediante el cual quedaban establecidas las funciones, los roles, el orden, la jurisdicción, la organización y la estabilidad [1]”.

Los poderosos babilonios fueron determinantes para la mayor crisis de identidad de Israel durante su cautiverio, tiempo en el que probablemente se terminaría de editar Génesis[2] y sus dos relatos de la creación. Durante los 70 años de cautiverio hebreo, los babilonios leían el Enuma Elis cada fiesta de año nuevo, un relato que narra la lucha entre Tiamat y Marduk en la que los despojos corporales de Tiamat eran usados por Marduk para crear ese Universo lleno de dioses a quienes los humanos debían servir. El propósito de la vida lo marcaban estos relatos de la creación. Y la mitología babilonia, como casi todas en la antigüedad, reservaba a los gobernantes la capacidad de ser mediadores con estos dioses o incluso encarnarlos con el fin de que todos obedecieran sin discusión al rey, emperador o faraón.

Y ante todo esto… ¿Qué tenía que decir el Dios de la Biblia a su pueblo?

Contra la opresión y por la dignidad humana bajo un solo Dios

La respuesta de Génesis no tuvo parangón en la historia. Sus revolucionarias claves fueron tan profundas que es imposible captarlas todas desde nuestro Occidente del siglo XXI. Deberíamos haber vivido allí para fascinarnos y descubrir que La Biblia comienza con un mensaje único, provocador y liberador sin igual.

Pongamos un ejemplo de esta revolución asomándonos a un versículo a priori poco relevante: Génesis 1, 16: “Y creó Dios la lámpara mayor del día, y la lámpara de la noche. Y creó también las estrellas”

Hoy este versículo nos parece escrito para niños de 3 años. Pero fue un escándalo a todas luces (nunca mejor dicho) a lo largo de la antigüedad. Los imponentes dioses lunares babilonios que determinaban el destino de la humanidad (ni más ni menos) quedaban reducidos a la categoría de… ¡Cosas! OMG! Aquí La Luna ya no era el temible dios babilonio Sin sino una lámpara creada por el único Dios verdadero Yavé ¿¡Un sólo Dios!? ¡Esto es nuevo! ¿Y que además no forma parte del panteón divino de la naturaleza? ¿Un Dios que no puede ser representado en lo que vemos? ¡Wow!

Pero sigamos…  ¿Y qué de la superpotencia Egipto? Ra, el Faraón hijo del gran Dios Sol… ¿Hijo de quién?, o mejor dicho: ¿Hijo de qué? En Génesis, Ra ya no es el representante de ninguna divinidad a quien deber someterse. Se les acabó el chollo a los gobernantes explotadores. El Sol es sólo algo material, una lámpara mayor creada por Yavé al servicio de las personas, y no al revés.

Por supuesto que el hebreo bíblico también poseía sus términos propios para dirigirse a la Luna y el Sol, pero aquí los evitan nombrar para cosificarlos al máximo, para eliminar cualquier duda sobre su falta de personalidad y divinidad dándoles así la puntilla como meros elementos al servicio de la tierra y sus habitantes.

Nuestro “infantil” verso de Génesis 1, 16 continúa diciendo “…y creó también las estrellas” casi como un “¡Ah! se me olvidaba… las estrellas también son meras cosas creadas”. El zodiaco actual tiene su origen en aquella Babilonia que le atribuía poderes de orientación y destino. Pero en Génesis los astrólogos son desprovistos de sus funciones despóticas.

Hombre y mujer se igualan entre sí como la obra maestra de la creación. Esto también fue una revolución bíblica. Todos somos imagen de Dios, no sólo los reyes ¡Incluso la mujer es imagen de Dios! Génesis es el relato anti-mito, anti-idolatría, anti-miedo, anti-opresión, pro-mujer, pro-personas. Toda la creación procede de Dios para el disfrute y la responsable gestión del ser humano. Hombre y mujer son ahora Adán (literalmente humanidad, Gn. 5, 2). El ser humano no es un resquicio de batallas divinas sino la imagen y semejanza de un único Dios (1, 26) que nos capacita para conocer leyes naturales expuestas racionalmente por un Dios racional. La idea de un universo ordenado y estructurado es revelada como un acto libre de un Dios que invita a la experimentación de la naturaleza sin temor. Génesis proporciona identidad y las bases de la dignidad humana además de fundamentos para hacer buena ciencia.

La cosmovisión del mundo cambió para siempre con Génesis 1 y 2. Todo es creado por la Palabra de Dios y nada se resiste a sus órdenes. La creación no es fruto del caos o de las luchas de dioses sino que es «buena», con propósito. La fertilidad ya no se consigue mediante sacrificios sino que se presenta como un don de un Dios único y preexistente.

Fuera de Génesis lo mismo: La creación = plan de liberación

Fuera del Génesis, los textos acerca de La creación en el resto del Antiguo Testamento también se asocian con la liberación de las naciones opresoras (Isaías 40, 21-13 42, 5-7; 51.,9-11; Salmos 72, 12-14; 19-20; 89, 8-11, 14; 105, 5-9[3]). Prácticamente sin excepción.

Pero esto lo veremos con detalle en el siguiente y último artículo acerca de Génesis y su contexto ¡Qué vienen los monstruos marinos!

[1] Charles Hummel, The Galileo Connection: resolving conflicts between science & the Bible. I.V.P., Downers Grove (Illinois, U.S.A.), 1986, p. 218

[2] ¿Y si Moisés no escribió todo el Pentateuco?

[3] Más en http://www.puertachile.cl/index2.htm  Teología > Biblia > Hans de Wit, He visto la humillación de mi pueblo: 2. La canción de la tierra, 1988

¿Qué era el vientre y el ombligo del Cantar de los cantares?

El erotismo del Cantar de los Cantares

Todavía recuerdo nuestro primer Certamen de relato erótico que organizamos desde Delirante.org inspirado en el Cantar de los cantares. Fue una experiencia divertida a pesar de que, con diferencia, fue el certamen en el que menos cristianos han participado de todos los que hemos realizado ¡Ay, los tabúes!

El libro bíblico de Cantares desafía algunas posturas cristianas actuales de interpretación estática de La Biblia. Comenzando por su autor que dedica el libro a la exuberante jovencita que incorpora a su ya amplísimo harén: «Tengo 70 reinas, 80 concubinas y un número incontable de doncellas. Mas una es la paloma mía, la ideal mía» (6, 8-9)

Yendo a los eufemismos y traducciones del Cantar ¡El asunto da para un libro XXX!

Y lo cierto es que los rabinos no tuvieron problemas con este libro… interpretándolo, eso sí, de forma alegórica, claro. Los dos pechos jugosos (por ej.) fueron vistos como las dos tablas de la ley, o el alimento de Moisés y Aaron… y otras cosas “super espirituales”. Luego San Agustín o San Ambrosio dijeron que los 2 pechos deseables eran el Antiguo y Nuevo Testamento…

Por decir algo concreto del libro, el término Sulamita (cap. 7) es más un adjetivo que un nombre propio. Una de las teorías más aceptadas es que podría significar algo así a “la mujer 10” o “El pibón”

En ese capitulo 7 también sale el término traducido como «ombligo» o el vientre del que el hombre bebe vino

Los términos hebreos para ombligo o vientre son algo ambiguos y no puede asegurarse que se refieran exclusivamente a estas zonas. Puede que se refieran a una forma más amplia que incluya los genitales de la sulamita.

En cualquier caso, Cantares posee un erotismo que no pierde la elegancia y que no ve la sexualidad como algo malo o a tapar:

“Eres alta como palmera, y tus pechos son dos racimos. He pensado en treparme y hacer míos esos racimos” (7, 7-8)

¿Qué era el “descubrir los pies” de Rut a Booz?

En La Biblia aparecen algunos eufemismos que incomodan. Uno se encuentra en el libro de Rut cuando su suegra le insta a su nuera a que «descubra los pies» de Booz.

Creo que es relativamente fácil deducir qué pretendía Rut si leemos el capítulo 3 de si libro prestándole suficiente atención.

En el Antiguo Testamento, que una mujer “single” tuviera relaciones sexuales con un hombre casado la convertía automáticamente en su esposa, con todos sus derechos y obligaciones. Y eso era lo que Rut y su enviudada suegra Noemí pretendían.

Noemí le dice que se perfume, que se ponga “guapa” (Rut 3,3). Obviamente, el objetivo era atraer a Booz.

Pero Booz no debía saber que ella estaba allí al acostase. El plan era sorprender a Booz (vs. 3), sin tiempo para una respuesta racional, dejándole a expensas de algo más instintivo y sexual.

Ahora llegamos a la parte en la que Rut debía “destapar los pies y extender el manto de Booz”. «Pies» es un eufemismo para referirse a los órganos sexuales y que se repite en otras partes del AT. Extender el borde del manto es una alusión sexual eufemística de quienes se unen (formando un matrimonio, digamos), como en Ezequiel 16, 8.

En otras palabras: Rut está provocando el encuentro sexual para consumarlo y así formar parte de su familia. Esto se deduce también de la respuesta de Booz (vs. 9) y por los comentarios para que aquello no saliese a la luz (vs. 14) como un mal entendido a modo de inmoralidad sexual o abuso. Nadie quería esto. Pero como hubo unión… ¡Todo termina bien!

Podríamos decir que Rut y Noemí son bastante pícaras en su plan ¿Verdad?

Bueno… en cualquier caso, la historia no trata de cómo deben ser nuestros comportamientos sexuales ¡Ni mucho menos! Hoy el matrimonio no tiene nada que ver con aquellos “protocolos”. Más cuando, el libro de Rut tiene sus énfasis en otros asuntos

¿Fue Jesús el Ángel exterminador de Jehová?

En el Antiguo Testamento aparecen varias referencias al “ángel de Yavé” (Jehová). Y en algunas de estas en modo de terrible “ángel exterminador”.

En muchos círculos cristianos se dice que aquel enviado de Jehová fue Jesucristo antes de su encarnación en María. Y esto se aplica también al ángel exterminador, quien aparece como si también fuera Dios mismo. Pero ¿Es esta la explicación más coherente desde su contexto bíblico?

Hablaremos en concreto del ángel exterminador, para cuya identidad creo que existen otras explicaciones más consistentes que verlo como un Jesús pre-encarnado.

Voy por partes.

  1. Por qué el Ángel exterminador de Yavé no debió ser Jesús:

-1.1 El término «ángel» (mal’akh en hebreo) significa «mensajero» y simplemente indica que alguien es enviado. Él término no implica naturaleza divina aunque sus acciones determinen como si las hiciese Dios mismo. Un emisario representa a quien le envía y ejecuta en su nombre, pero no es la misma persona.

1.2 La teología de ambos testamentos no muestra indicios

1.3 El Nuevo Testamento tampoco se hace eco de esta idea. No dice nada de que aquel ángel fuese el nuevo Mesías. Tampoco nadie considera esto desde el Antiguo Testamento.

1.4 Que Jesús ya hubiera estado interactuando con nosotros siglos antes, y con relativa frecuencia, reduce drásticamente la enorme trascendencia que el Nuevo Testamento otorga a la encarnación del Verbo en múltiples pasajes. No encaja.

1.5 La gran esperanza en el AT apunta al día en que esta “nacería de la simiente de la mujer”, no antes.

1.6 En la carta dirigida a los hebreos (1, 4-5) se dice que Jesús es “superior a los ángeles… Porque, ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Tú eres mi Hijo?”

Por resumir: No se perciben argumentos directos ni indirectos para pensar que Jesús fuese ese aquel ángel de Yavé. Y menos aún el exterminador.

¿Quién pudo ser entonces este ángel exterminador?

“Tú, Yahvé, mandas sobre los demás dioses, y los demás se someten”

Cualquier lector de La Biblia observa cómo en gran parte de su narrativa  lo importante no es desmentir la existencia de otros dioses sino enfatizar que Dios “gobierna por encima de los demás dioses” (Ver artículo sobre el Leviatán).

El Dios de Israel los controla e incluso hace que estos puedan ejecutar sus órdenes.

Esto se observa claramente en algunos Salmos:

86, 8 «Ninguno hay como tú entre los dioses, oh Señor, ni obras que igualen tus obras»

97, 9 «Porque tú, Jehová, eres el Altísimo sobre toda la tierra; eres exaltado sobre todos los demás dioses.»

136, 2 «Alabad al Dios de los dioses, porque para siempre es su misericordia.»

Como ejemplo fuera de Salmos: “¿Quién como tú, Señor, entre los dioses?”  Éxodo 15, 11

Este aspecto de que Yavé ejerce su soberanía sobre los otros dioses es clave.

Réshef, el término usado para el ángel exterminador

El término hebreo Resfhef aparece varias veces en La Biblia pudiendo significar “fuego, relámpago, rayo, brasa, ráfagas de arco o fiebre alta” (Diccionario Strong). Y así se ha traducido en nuestras Biblias.

Sin embargo, los descubrimientos arqueológicos que se han venido produciendo desde el siglo XIX nos han revelado que Reshef era el nombre de un dios popular en la antigüedad bíblica.

Pero cuando en el siglo XVI comienzan a elaborarse las primeras versiones de La Biblia en nuestros idiomas, no disponían de estos maravillosos hallazgos.

Casiodoro desconocía el significado y la tremenda fuerza ideológica que albergaba el término Reshef. Y, claro, lo tradujeron como pudieron: rayos, pestes, fiebre o flechas. Sin más.

El punto importante es que Reshef en La Biblia ejecuta las instrucciones de Yahvé en zonas donde este dios era importante.  “El hebreo de Habacuc 3:5 nombra a Dabir y a Reshef marchando derrotados ante el desfile de El desde Temán y Monte Parán. Dabir y Reshef normalmente son traducidos como pestilencia y peste. Debido a descubrimientos literarios realizados en Tell Mardij, por primera vez, se atestigua a Dabir como divinidad, fuera de la Biblia hebrea.6​ Este descubrimiento es significativo para la traducción correcta de este versículo”

Réshef en las plagas de Egipto

En las diez plagas de Egipto, Yavé envía a un “ángel exterminador”.

Éxodo 12,23 nos dice que Yavé hiere de muerte a los egipcios al mismo tiempo que “no deja pasar” al exterminador a las casas con sangre en los dinteles que él mismo envía. Curioso y raro ¿Cierto?

Pero ahora sabemos que Réshef era una deidad encargada de producir pestes y calamidades. Y ¡Sopresa! Se trataba de una deidad ¡Cananea! Que…  fue adoptada y reinterpretada ¡Por los egipcios!

De las plagas de Egipto, La Biblia dice: «Consumidos serán de hambre, y devorados por fiebre ardiente y Réshef, y diente de bestias enviaré sobre ellos.» (Dt. 32, 24)

En otros lugares de Las Escrituras se repite esta idea de que el juicio que Dios envía queda en manos de Réshef:

«Delante de su rostro iba la peste, y Réshef seguía sus pasos» (Habacuc 3, 5) (traducido como “pestilencia” normalmente en nuestras Biblias)

La conexión conceptual para el oyente original con el dios de la peste, los rayos y las calamidades debió ser evidente e impactante ¿No creen?

¿Y por qué Yavé enviaría al dios Réshef para peste y destrucción?

Bueno, las razones teológicas son muy potentes:

Réshef era este dios de plagas y pestes. Y al mismo tiempo el Ángel destructor de Yavé es un emisario que envía plagas sobre Israel (2 Samuel 24,15-16; 2ª Reyes 19, 35).

El rol de ambas entidades (el ángel de Yavé – Réshef) es exactamente el mismo.

Dios está mostrando su poder sobre los demás dioses. Solo Jehová puede dirigirlos a su antojo y utilizarlos para su plan (como cuando endurece el corazón del Faraón, quién es el hijo del dios Ra).

Con esto se envía un mensaje claro al pueblo de Israel y sus vecinos:

Dios ejerce su total dominio incluso sobre los dioses más temibles. Todos le obedecen. Si Dios ya ha demostrado dominar a Baal o al Leviatán ¿No es el dios de la destrucción y la peste alguien a quien también poner en su sitio como mero enviado de Yavé?

Todo esto fue un puñetazo en la mesa en un entorno en el que las religiones cananeas, egipcias y hebreas coexistían e interactuaban. Reshef ha sido descubierto en registros fenicios, egipcios, arameos y ugaríticos. Era un dios “tendencia” en toda la antigüedad bíblica.

“¡Porque grande es Jehová y digno de suprema alabanza; temible es por encima de todos los otros dioses!” (Salmos 96, 4)

¿Aborto en La Biblia? La ley de celos

En La Biblia aparecen algunos eufemismos que incomodan.
Uno se encuentra en la llamada a ley de Celos.

¿Qué era el “muslo” que se cae en la Ley de Celos?

(Números 5, 11-31)

Resumen de la ley: Si un hombre sospechaba que su esposa le había sido infiel, podía darle un brebaje tóxico. Entonces, si “su muslo” caía tras tomarlo, la mujer era considerada culpable de adulterio.

¿Y esto qué significa?

En primer lugar, es probable que estas leyes disuasorias no se ejecutasen en la práctica. Estaban pensadas para asustar y probablemente lo conseguían. Pero no lo sabemos.

En cualquier caso, como cristiano consideramos estas leyes un intento humano que pretendía honrar a Dios queriendo mantener (desde sus formas patriarcales) la fidelidad y la ausencia de engaño entre cónyuges.

Estamos ante una “ordalía”, un tipo de juicio común en la antigüedad en el que el acusado es puesto en “manos de Dios” desde algún método en el que peligra su integridad física. Se trata de “comprobar” si la divinidad está, o no, a favor del acusado.

En este caso, con la toma del brebaje tóxico (compuesto por cenizas y otras asquerosidades) se espera que -en caso de ser culpable- este le pudiese provocar algún mal grave en el vientre o útero.

¿Y qué era el “muslo que caía”? (vs. 27) ¿¡Has dicho aborto?!

Si la mujer fue traída embarazada, es muy probable que esperasen que aquellas tóxicas “aguas amargas” le provocase un aborto (“caída del muslo”) en caso de no ser hijo del esposo. Dicho resultado quedaba en manos de Dios.

Pero… ¿¡Has dicho “aborto”!? ¿¡En la ley de Moisés de La Biblia!? Bueno… pues es la explicación más probable. Y para ser justos, cualquier otra interpretación resultaría igual de “impactante” para nuestros valores cristianos.

Tengamos en cuenta, además:

Que en La Biblia los hijos son bendición de Dios. Ninguna mujer se planteaba abortar a su propio hijo, entre otras cosas porque esto llevaba a la madre a una situación vital extrema debido a la ausencia de medios abortivos como los actuales.

Pero entonces ¿Cómo una ley divina puede inducir al aborto?

Dicho todo esto, otra cosa son los juicios divinos contra una comunidad. Estos incluían a TODOS: También a los niños …  (Ex. 11, 4-5. Dt. 20,16-18. Jo. 6:21) y ¡A los fetos! Como en la profecía de Oseas en la que se dice que sus “niños serán estrellados, y sus mujeres encintas serán abiertas” (Os. 13, 16) ¡Ups!   *PARA COMPRENDER ESTOS TEXTOS PINCHA AQUÍ*

Luego hay quien afirma que existen versículos que se oponen al aborto: El ejemplo clásico es: “Mi embrión vieron tus ojos” (Sal. 139,16). Sin embargo, y a mi juicio, esta alabanza poética (realmente el embrión no ve, ni Dios tiene ojos) exalta la soberanía de Dios y no tiene que ver con un aborto que, como dije, era inconcebible y técnicamente irrealizable.

Podemos estar en contra del aborto, pero no forzar La Biblia. Y menos aún, en aquello que no está escrito para todos los cristianos. De hecho, y sin salir de Salmos, leemos cosas como: “¡Bienaventurado el que tome a tus bebés y los estrelle contra las rocas!” (Sal. 137, 9) ¡Esperamos que nadie lo tome como designio de Dios sino como un desahogo poético del salmista!

Lo más explícito acerca del aborto: Éxodo 21, 22-25

El asesinato de personas se castigaba en La Ley de Moisés con la muerte. Cierto. Pero hacer perder un feto por una agresión requería tan solo una multa para compensar daños a la mujer.

Entonces, ¿Cuál es realmente la postura bíblica sobre el aborto?

A ver… Hay que diferenciar. Una cosa es examinar con honestidad los textos bíblicos que pudieran abordar algún proceso abortivo (como los vistos), y otra diferente posicionarnos desde nuestra ética cristiana y/o por conciencia de lo que creemos que Dios nos pide. Como ya comenté, una mujer de tiempos bíblicos no se planteaba su propio aborto, que además hubiera sido como pedir su propia muerte.

Pero no es el propósito de este artículo abordar este complejo tema desde nuestra actualidad. Muchos otros ya lo han hecho y con gran criterio.

¡Ojalá ninguna mujer abortase nunca! Y que Dios nos dé recursos y sabiduría para abrazar y amar correctamente a toda mujer que se planteé abortar, independientemente de su decisión final… Creo que esto es lo que haría Jesús… ¿Qué piensas tú?

Por qué el relato del diluvio cambió el mundo… y no te lo contaron

 

En este artículo no vamos a abordar la posible historicidad (o no) del diluvio más allá de un apunte final. Quien conozca la semiótica hebrea sabrá que la historicidad no es el punto clave del relato.

Lo que sí es seguro es que el diluvio de La Biblia NO es una copia adaptada de la influyente epopeya de Gilgamesh de Babilonia… sin más… como a veces se dice. Quien diga esto no aborda el epicentro del asunto y desconoce cómo funcionaba el mundo antiguo.

Haya habido diluvio, o no, el relato bíblico es -entre otras cosas- una maravillosa respuesta al “mito” babilonio que transformaría su mundo para siempre ¡Y el nuestro!

¡Contexto, por favor!

El ORIGEN DE LA EPOPEYA. Utnapishtim vs. Noé

Similitudes evidentes

El diluvio de La Biblia tiene similitudes evidentes con La epopeya de Gilgamesh. En ambas historias hay un diluvio como castigo divino. Ambos protagonistas (Utnapishtim y Noé) construyen un arca que se posa en un monte. Para verificar que La tierra ya está seca, Utnapishtim libera una paloma, una golondrina y un cuervo. Noé envía un cuervo y una paloma. Ambos establecen luego sus pactos con los dioses/Dios. Así que, resumiendo mucho, estas son algunas de las cosas que suceden en común.

La epopeya de Gilgamesh es más antigua. Sus primeras versiones surgen en Sumeria (2100-1600 a. C.) y de ahí se expanden por las demás regiones bíblicas y sus imperios (Asiria, hititas…). Su influencia socio-teológica llega hasta la Babilonia del que es cautivo el pueblo de Israel durante 70 años (VI a. C) ¡Más de 2/3 de siglo estuvieron los hebreos escuchando aquellos mitos fundacionales que incluían el diluvio babilonio!

Aquella epopeya se ha encontrado incluso en tablillas curriculares que usarían los maestros babilonios para leerla junto a los niños. Así que sí… el antiguo Israel vivió bajo el impacto de esta sobrecogedora historia protagonizada por Utnapishtim.

Su importancia en contexto

¿Y por qué era tan importante esta historia en la vida y destino del pueblo?

La Epopeya de Gilgamesh, como todas las cosmogonías de la antigüedad, exponía el origen y propósito de la humanidad. Estos relatos te decían cuál era el sentido de la vida ¡Ni más ni menos! Luego eran usados e interpretados por los gobernantes que explotaban al pueblo por designio divino.

LAS DIFERENCIAS COMO PEDAGOGÍA DE RESPUESTA: ¡Ahí está la CLAVE!

Así que, sí… el Dios de unas tribus hebreas cautivas bajo superpotencias como Egipto o Babilonia tenía algo que decir acerca de esta epopeya.

Y es ahí cuando el diluvio bíblico ofrece sus alternativas teológicas… ¡Desde las diferencias del relato! Y lo hace adrede. Esta técnica pedagógica es lo que los historiadores llaman el “Contact history”. De hecho, Gilgamesh “responde” a su vez a una epopeya anterior llamada Atra Hasis, la versión más antigua conocida del diluvio.

Toda esta pedagogía funcionaba al margen de la posible historicidad del acontecimiento. (Exigir historicidad para que un relato sea “verdad” es una imposición al texto desde nuestra modernidad). Responder desde un hilo común era intencional en la pedagogía antigua. Incluso las palabras que usa La Biblia para la construcción del arca son prestamos lingüísticos babilonios. Irving Finkel, preservador del Museo Británico y probablemente el mayor experto en acadio y Mesopotamia del mundo, ha expuesto ya algunos datos en este sentido.

Pero no nos vayamos del tema central… ¡LAS DIFERENCIAS SON EL MENSAJE! La contraposición desde un tronco narrativo similar expone más claramente a los oyentes la nueva visión alternativa que se quiere transmitir. Esta técnica hace que todo se retenga mejor. Lo que importa son los porqués y para qué hace Dios las cosas.

Para los cristianos y los hebreos, las diferencias son una maravillosa revelación espiritual y socio-política que evidencia la inspiración del texto. Y estas nuevas ideas trasformarán el destino de la humanidad.

Veamos solo unos ejemplos de estas diferencias en la comparación entre el Diluvio bíblico y Gilgamesh:

Diferencias radicales:

-Moralidad de los dioses vs. el Dios de Noé

En la epopeya de Gilgamesh, los dioses sumerios son múltiples y caprichosos. Deciden enviar el diluvio porque la humanidad resulta ruidosa a unos dioses sin unidad moral. Cada uno va a lo suyo.

El Dios de la Biblia, por otro lado, desea que la humanidad se incline hacia el bien y la justicia. Aquí el diluvio es un juicio debido a la corrupción y la violencia total. No es un capricho.

Yahvé mantiene una relación paternal hacia los salvados con quienes establece un pacto de gracia. Se establece una alianza basada en la fidelidad. El objetivo es el bienestar de los humanos para que aquella violencia sea mitigada y nuestro foco sea el bien y la justicia, especialmente hacia los más oprimidos.

En Gilgamesh los dioses no buscan un mundo nuevo y mejor. Nada que ver con esto.

-La quimera de la inmortalidad

La búsqueda de la inmortalidad fue un asunto principal en la antigüedad que ya aparece en el Edén de La Biblia (tenemos un artículo dedicado a este punto en delirante.org).

En la Epopeya de Gilgamesh, Utnapishtim es recompensado con una inmortalidad que no es accesible para los otros humanos. Solo para él.

Pero Noé no recibe inmortalidad. Su recompensa es la bendición de Dios y la preservación de su linaje. El camino para el ser humano es la fidelidad y obediencia a Dios dejando la corrupción y la violencia. No es alcanzar la inmortalidad.

-Conexión personal con Dios

Utnapishtim simplemente recibe lo que le dice Enki. No posee una conexión personal ni moral con los dioses.

Pero Noé es presentado como ejemplo de persona justa, constante. Confía en la bondad de Dios. Y nada de esto se aprecia en el relato babilonio.

El diluvio de La Biblia es un mensaje universal que ofrece una nueva oportunidad para todos. Es una manifestación de la intención restaurativa para el planeta. En la epopeya, todo lo que sucede es de ámbito local.

Se podría decir más. Pero con estos comentarios creo que es evidente que las diferencias espirituales para la búsqueda de la justicia y el bien en un Dios diferente son drásticas.

Entonces: ¿Existió el diluvio bíblico?

Supongamos que :

En caso de que se hubiera producido un diluvio histórico enviado por Dios (a nivel regional han existido muchos) tal y como dice exactamente en La Biblia, esto significaría que… aquel Dios existió y se nos ha revelado con enseñanzas como las que hemos comentados respondiendo a Gilgamesh y otras enseñanzas más. Así que ¡Ningún problema!

No obstante, si imponemos nuestro requisito moderno de historicidad y afirmamos que el relato bíblico del diluvio fue todo literal, nos encontramos con algunos problemas. Uno de ellos son los datos geológicos que no avalan la existencia histórica de un diluvio universal de este tipo. Otro problema es que parece haber al menos 2 versiones diferentes entremezcladas (algo típico en algunos relatos del Antiguo Testamento). En Génesis 6:19-20 Noé debe llevar únicamente una pareja de cada especie mientras que en 7:2-3 son siete parejas de animales “limpios”. Y luego está que se usan diferentes nombres para Dios además de haber diferentes estilos y términos entremezclados. La inspiración divina también recae (a nuestro juicio) en la edición de los relatos, pero esto es un problema para los cristianos defensores del literalismo y la mal llamada inerrancia bíblica.

Y en cuanto al argumento pro-diluvio universal que dice que en casi todas las culturas antiguas hubo historias de grandes inundaciones ¡Lo raro sería lo contrario! pues las poblaciones se establecían junto a los ríos que, como tales, se desbordaban cíclicamente arrasándolo todo. Hoy el agua nos llega por cañerías a cualquier lugar, pero antes era imprescindible asentarse junto a aguas corrientes. En todo el mundo.

En cualquier caso, suponiendo que “el grueso” del relato bíblico fue literal y que las evidencias geológicas un día se revierten: ¡No tendríamos mayor problema! Pero como ya dijimos al principio: ¡Su historicidad no es lo realmente importante! 

Supongamos que NO:

Por otro lado, si el relato bíblico fue “solamente” una respuesta socio-teológica que cambió su mundo, nos ahorramos los debates morales acerca de por qué Dios aniquila a la humanidad incluyendo niños, marginados, mujeres, etc. Y es que estar ante un arquetipo nos deja con la tranquilidad de que no murieron bebés ahogados por orden de Dios. Nos quedamos con las enseñanzas y los símbolos, como que la lluvia, el agua en La Biblia, es un elemento purificador y de nuevo nacimiento (como luego sería el bautismo). Nos quedamos con un relato que nos habla de muchas cosas nuevas y de una nueva oportunidad para vivir para un Dios misericordioso. Nos quedamos con una historia de alianza dirigida a toda la humanidad ¡Qué maravillosa inspiración divina!

Reflexión final

Así que haya ocurrido, o no, un diluvio histórico… lo verdaderamente importante es que el relato bíblico es radicalmente trasgresor y maravilloso. Se nos dejó un cúmulo de mensajes inspirados por Dios, un discurso liberador que cambió la historia de la humanidad para siempre.

Hoy, cuando observamos el arco iris, recordamos que Dios nos ha entregado una nueva oportunidad para vivir plenamente ¿La vas a aprovechar? De eso trata la historia. De mojarse.

PD:  Artículos complementarios, para quien quiera rascar más:

¿De qué tratan Génesis 1 y 2? ¡Contexto!

¿Qué es La verdad en La Biblia?

¿Qué es la inspiración en La Biblia?

¿Escribió Moisés los primeros libros de La Biblia? 

La metáfora y creatividad de La Biblia

Parte 4 de 6. PECADO ORIGINAL. El origen y los porqués del dogma

El origen y los porqués del dogma del “pecado original”. Parte 4 de 6.

En los 3 artículos anteriores expusimos aspectos relativos a las consecuencias del pecado de Adán a la luz del Antiguo Testamento. Comprobamos cómo Génesis no asume la inmortalidad física de Adán y Eva antes de La caída como tampoco la imputación del pecado concreto de Adán en otras personas posteriores. Todo esto era algo impensable en el Antiguo Testamento. Vimos cómo la revelación progresiva en La Biblia derivó a una contundente censura de la idea de un supuesto pecado heredado por antepasados (Ezequiel 18: 2-4; 20. Isaías 53, 6. O Génesis 6, 5-7; 6, 21.). Vimos también cómo en el Nuevo Testamento esta luz progresiva en cuanto a que cada uno paga solo por su propio pecado queda ya firme y corroborada (Juan 9, 2-3. St. 1, 14-15). Sin embargo, nos encontramos con unas palabras de Pablo acerca del pecado de Adán que merecen ser analizadas para no incurrir en confusión.

El origen de la doctrina del “pecado original

Antes de entrar en el análisis netamente bíblico de lo que Pablo dice, debemos saber que algunas de las primeras interpretaciones que señalaban una herencia imputada del pecado de Adán a todos los humanos fueron objeto de un arduo debate en el siglo II, con Ireneo a la cabeza. Curiosamente Ireneo no solían citar mucho La Biblia sino más bien argumentos filosóficos o de carácter moral. En otras palabras: A Ireneo y otros padres de la iglesia, el nuevo dogma del pecado original no les encajaba con la lógica y moral cristiana.

Hoy en Occidente, una mayoría de cristianos asume por inercia un pecado original heredado de Adán. Que una doctrina se vuelva dominante en un punto de la historia es un evento común cuando la Iglesia la convierte en dogma. Cuando así sucede, el debate se persigue, las voces críticas se silencian y solo queda la aceptación. Cuando llega el dogma, se acaba por asumir como La verdad. Y ojo, porque en el ámbito evangélico o protestante ocurre un proceso psicológico similar con las teologías dominantes en la comunidad a la que pertenecemos. Nadie quiere ser mal mirado sino aceptado.

Pero no todos los cristianos han interpretado así a Pablo. Ni mucho menos. La historia del cristianismo revela cómo “Hasta el período de Agustín, el Oriente cristiano no tiene el concepto propio de un pecado original que afecte a toda la humanidad, pero mantiene con vigor que la humanidad está en una situación de separación de Dios[1]”. Efectivamente, sería Agustín de Hipona (354-430) quien desarrollaría la antesala del dogma del pecado original (yal y como la mayoría actual lo entiende) influyendo determinantemente en nuestra Iglesia​ occidental. Siglos después, el agustino Lutero no se preocupó en exceso acerca de esta cuestión teológica y también mantuvo el dogma. A Lutero y los reformadores les preocupaban mucho más otras cosas.

Sin embargo, muchos analistas creen que la visión de San Agustín adoptada por la Iglesia no era estrictamente bíblica. De hecho, actualmente son numerosos los teólogos católicos que están invitando al Vaticano a replantear su postura al respecto.

Gnosticismo vs. catolicismo ¿Quién dominaría el mundo? ¡Ayudamos, Agustín!

Los historiadores dicen que el gnosticismo era el gran enemigo del cristianismo. Hasta tal punto que hubo un tiempo en el que no estaba claro cuál de las dos cosmovisiones se convertiría finalmente en la “fe” dominante del mundo mediterráneo. En este contexto, muchos creen que Agustín fue demasiado lejos en su énfasis para frenar el dualismo de las potentes corrientes gnósticas que pretendían separar lo espiritual de lo corporal.

Como decimos, aquella fue una gran batalla gorda en el seno de la Iglesia católica. Y por resumir cómo estaba la situación: Si la Iglesia concluía que había un pecado heredado del que era imposible huir, la idea de “escapar” del cuerpo pecador entonces se diluía. No hay escapatoria del pecado condenatorio. Así que -para no perdernos- el pecado original que planteaba Agustín dejaba al gnosticismo debilitado conceptualmente. El dogma del pecado original era el arma perfecta para la cristiandad y sus intereses.  A la luz de este beneficio, las profundidades teológicas y de análisis bíblicos pasaban naturalmente a un segundo plano de importancia para la cristiandad dominante. No se podía desperdiciar un jaque mate ideológico de este calibre para un problema tan importante para la extensión del catolicismo como eran los movimientos gnósticos.

Otro elemento de las “lentes” con las que Agustín leía La Biblia fue su fuerte lucha personal con la sexualidad. El monje concluyó que el pecado original se transmitía por concupiscencia en la concepción de hijos durante las relaciones sexuales y que el sexo ¡Incluso dentro del matrimonio, era algo malo! Por tanto, esta idea tan negativamente distorsionada del sexo influyó en su hermenéutica bíblica: El pecado original heredado de Adán era para Agustín la concupiscencia sexual que tanto le atormentaba. Pero saber que aquella lucha era algo inevitable le ayudaba a asumirlo.

Pero nuestra pregunta sigue ahí: ¿Qué quería decir entonces Pablo en La Biblia al hablar del pecado de Adán? Bueno.. antes de llegar a eso… debemos aclarar alguna cosa más. Y una de ellas es que aunque en nuestros círculos cristianos se dar  por hecho que no asumir la doctrina del pecado original es una herejía anti-bíblica, la realidad histórica y mundial actual es muy diferente.

Asomémonos un poco a esto…

Cientos de millones de cristianos actuales (también los judíos) no consideran bíblico el dogma occidental del “pecado original

San Agustín no era oriental y no influyó del mismo modo en la teología de millones de cristianos orientales. Hoy “la Iglesia Oriental a diferencia de la Occidental, nunca habla del paso de la culpabilidad de Adán y Eva a su prole, como hizo Agustín. Al contrario, se considera cada individuo responsable sólo por la culpa de sus propios pecados[2]”.

Lo interesante es que la teología dominante oriental coincide al 100% con la del Antiguo Testamento que ya examinamos en el anterior artículo. Pero no solo son los cristianos orientales. Muchos judíos que veneran el Antiguo Testamento tampoco ven en Las Escrituras sagradas la imputación universal del pecado concreto de Adán. Ellos «interpretan la caída como el primer acto de libre albedrío del hombre […] La caída sería una elaborada alegoría del pasaje a la adultez y la autonomía[3]”.

La literatura extra bíblica en tiempos de Jesús

En la literatura extra bíblica más conocida en los tiempos del Nuevo Testamento, las interpretaciones judías eran variopintas. Es en ese periodo (s. II a. C-II d. C.) cuando se comienza a hablar por primera vez del tema en libros como 2ª de Baruc, 2ª de Esdras, La Vida de Adán y Eva, o las citas de Filón. Conocer esto nos ayuda a situar el porqué de las alusiones de Pablo en el marco de los debates de su tiempo sobre Adán. A diferencia del silencio dominante a lo largo del Antiguo Testamento (obviamente, excepto el relato de La creación de Génesis) ¡Hablar de Adán y a si era algo popular en su contexto!

El dogma del pecado original y sus daños colaterales teológicos

Bueno, ya hemos dicho que el dogma expuesto por Agustín levantó un gran entusiasmo en las esferas del poder por motivos claramente estratégicos. Pero claro, posteriormente, y una vez que la doctrina de San Agustín se instauró oficialmente, surgirían cuestiones teológicas complejas como consecuencia de un análisis más mesurado del dogma. Por ejemplo: Si Jesús no tuvo pecado y al mismo tiempo recibió el “ADN” adánico pecaminoso de su madre ¿Cómo conciliar su santidad plena (como Dios) con el pecado imputado trasmitido como humano? Estas preguntas nos pueden parecer un poco irrelevantes hoy. Pero levantaba viejas batallas teológicas acerca de la esencia divina y humana de Cristo.  La Iglesia Católica trató de solucionar este conflicto con la doctrina de la inmaculada concepción de María, sin pecado concebida. Pero para muchos esta solución solo retrasa el problema a una generación anterior… a la madre de María ¿Qué pasó con ese ADN pecaminoso?

En cualquier caso, y a modo de curiosidad ¿Cómo solucionan este conflicto los protestantes que creen en este dogma de un pecado cuya herencia solo puede frenarse mediante la fe en el sacrificio de Cristo? ¿Cómo desaparece en el nacimiento del Jesús humano esta supuesta condena transmitida automáticamente a toda la humanidad? Creo que los protestantes de a pie no se han molestado demasiado en explicar este embrollo.

Pero si queremos ser bíblicos, nos toca esforzarnos un poco para analizar todo esto a la luz de La Biblia. Así que, vayamos ya, por fin, al asunto central de esta serie en nuestro penúltimo artículo: ¿Cómo comprender las alusiones de Pablo al pecado de Adán?

[1] Citado por Bernard Sesboüé y traducido del francés por José Pedro Tosaus Abadía en: El Pecado original: ¿Un código de falibilidad? , Revista Internacional de Teología Concilum, Editorial Verbo divino, febrero 20024, nº 304, p. 14

[2] https://ocamexico.org/ancestraloriginal

[3] Wikipedia: Pecado original/Enciclopedia sobre judaísmo

Parte 6 de 6. PECADO ORIGINAL. Preguntas populares

Terminados los 5 artículos anteriores dedicados a explicar los porqués del dogma acerca del llamado «Pecado original» así como el examen de las palabras del apóstol Pablo acerca de Adán desde una perspectiva que asume la teoría de la evolución de las especies como un hecho y La Biblia como inspirada por Dios… terminamos con algunas preguntas «extras» que suelen hacerse acerca del tema.

BONUS TRACK: PREGUNTAS DEL PÚBLICO:

  • ¿Qué ocurre entonces con el pecado de los niños fallecidos?
  • Si Jesús fue un personaje histórico: ¿Adán también debió serlo al ser citados ambos juntos en el Nuevo Testamento?
  • ¿Creía Pablo que Adán fue un personaje histórico?

Comencemos:

1. ¿Qué ocurre entonces con el pecado de los niños fallecidos?

Un argumento para cuestionar el dogma de San Agustín acerca del pecado heredado de Adán por imputación es acerca de la salvación de los niños que mueren:

“Dejad a los niños venir a mí, y no se los impidáis, porque de los tales es el reino de los cielos” Mateo 19, 14.

Si el pecado original heredado realmente solo fuese quitado por la fe en Cristo, los niños que mueren estarían condenados. Pero si creemos que los niños son salvados por algún tipo de acción divina que no es su fe (salvados desde su inocencia o por otro tipo de gracia), entonces se invalida el poder absoluto de la supuesta “marca genética” que ya no sería borrable únicamente por la fe ¿No es cierto? Así que, pensando en los niños, el dogma ya deja de ser tan dogmático… Y ¡Ojo!, porque fue precisamente refiriéndose a los niños cuando Agustín formula la popular expresión: “pecado original”. Él usó esta expresión diciendo: “¿Redimidos de qué…? Como a esa edad no han cometido ningún [pecado] en el curso de su vida personal, no queda más que el pecado original[1]”.

Sin embargo, una mayoría de cristianos estamos seguros de que los niños no reciben ningún tipo de condenación debido al pecado de Adán. No es algo que nos encaje con un Dios justo y amoroso. De igual modo creemos que existe un perdón en conciencia para adultos que no escucharon de Cristo tal y como Pablo también expone claramente en Romanos 2 ¡La misma carta en la que se habla del pecado de Adán!

Así que se acumulan los argumentos para pensar que toda esta teología es más coherente cuando se asume desde un Adán prototípico en Pablo que desde una condena imputada por mera herencia, algo que ya vimos que en realidad es rechazado durante toda La Biblia, ya sea en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.

(Ezequiel 18: 2-4; 20 (TLA). Ver también: Isaías 53, 6. Génesis 6, 5-7; 6, 21.)

Dos preguntas más…

2. Si Jesús fue un personaje histórico: ¿Adán también debió serlo al ser citados ambos por Pablo?»

La respuesta a esta pregunta es: No necesariamente. El apóstol siempre va a conectar con sus destinatarios desde aquello que ellos conocen para transmitirles del mejor modo su mensaje inspirado por Dios. No podría ser de otro modo.

Y para ello en ocasiones incluirá citas ajenas al Antiguo Testamento. En Hechos 14, Pablo cita a filósofos griegos como Pausanias o Filóstrato. Pero si mañana se descubriese que Filóstrato no existió (Pablo realmente no pudo corroborarlo), la enseñanza que Pablo quiso transmitir al citarlo seguiría intacta independientemente de la historicidad del filósofo ¿No es cierto?

Cuando en la carta de Judas se cita un párrafo del libro de Enoc (vs. 14-15) que no está en nuestras Biblias, dicha mención no convierte en 100% históricas todas sus extravagantes narraciones y sus personajes.

Pablo usa retóricas comunes que incluye la personificación. Como cuando de Israel dice que “bebieron de la roca, que era Cristo” (1 Co. 10, 4). Y nadie concluye que Cristo estuvo allí históricamente con forma de roca porque fue citado así junto a Moisés (v. 2) ¿No es cierto? El lenguaje figurativo o representativo era un recurso pedagógico común.

Por tanto, asumir que “ya que Pablo se refiere a Jesús, que fue un individuo histórico… Adán también debió serlo”…  no es un argumento concluyente acorde con la narrativa hebrea antigua acerca de la veracidad ¡Nada más lejos de la realidad! Debemos cuidarnos de no proyectar sobre el texto axiomas que son legados de nuestra modernidad.

3. ¿Creía Pablo que Adán fue un personaje histórico?

Aquí vale también lo dicho para la pregunta anterior (2). Solo añadir que es importante comprender que los autores del Nuevo Testamento se refieren a personajes del pasado tal y como los asumía la cultura de su tiempo ¡Algo lógico!

Ciertamente, muchos judíos debieron pensar que los relatos más conocidos acerca de su pasado exponían personajes históricos del mismo modo (por ejemplo) en el que también asumían que el Cosmos tenía tres estratos (Fil. 2, 10-11) o que la esclavitud era un sistema social natural, sin alternativa (Co. 3, 22; Ef. 6, 5-9; 1ª P. 2, 18). Pero la revelación inspirada no se fundamenta en la historicidad de convicciones sociales de su tiempo.

Realmente no sabemos si Pablo creía en Adán como una persona necesariamente histórica. Aparentemente sí. Aunque hay especialistas en semiótica hebrea que lo cuestionan. En cualquier caso, que él lo creyera no sería una prueba de su historicidad porque la intención de Pablo no es antropológica o genetista ¡Esto son problemas y necesidades de nuestro tiempo! Lo que el apóstol pretende es exponer enseñanzas espirituales que pudieran ser comprendidas por sus oyentes del mejor modo y desde las asunciones de su tiempo ¿De qué otro modo iba a hacerlo?

Pero debemos saber que Adán en La Biblia es también una alusión prototípica del ser humano. Adán en hebreo significa literalmente “humanidad” y muchos versículos son expuestos en este sentido de arquetipo.  Génesis 5, 2, por ejemplo, también le llama Adán a Eva. Y esto no tiene nada que ver con cambios en la identidad de género de Eva sino con que Adán (=humanidad) somos todos. Pablo quiere hacer saber que todos pecamos. Todos necesitamos del segundo Adán que es Jesús.

Conclusión

Adán y Eva como analogía de la humanidad, primeramente, de Israel

Antes de terminar, queremos exponer un último aspecto fundamental: Las Escrituras se dirigen a un pueblo (Antiguo Testamento) y a comunidades (Nuevo Testamento). La importancia es ante todo la colectividad, y en esto Adán y Eva también son una analogía de Israel, el pueblo de Dios.

El relato de la creación es una respuesta extraordinaria a la crisis identitaria que provocó la cautividad babilónica. Cuando el pueblo lee Génesis percibe la expulsión del Edén como su propia historia de fracaso como nación. Adán, Eva e Israel son expulsados de su tierra tras romper su alianza con Dios.

La salvación es una historia “de y para” la humanidad. Dios crea a la persona en particular, y viceversa, pues en cada individuo se da la vida a la humanidad. Todos nuestros actos personales son actos de la humanidad y la afectan a ella. Todos estamos interrelacionados y es en este sentido que hay un pecado original bíblico. Pero no como lo entendió Agustín en modo ADN. Es en este sentido de interdependencia que todos pecamos desde una responsabilidad compartida.

El Adán histórico versus Adán prototípico se ha discutido y se seguirá discutiendo. Pero sí, sí podemos creer en la inspiración bíblica y en la evolución de las especies ¡Sin duda! Y esto debe traer paz al cristiano evolucionista abierto al diálogo y abierto a la convivencia en la iglesia.

Dar cabida a un Adán no necesariamente histórico me parece la opción más coherente a la luz de La Biblia y de la ciencia. También fortalece la evangelización, la fe, y el discipulado de una mayoría que hoy asume la evolución como un hecho. No obstante, hay cosas que probablemente nunca sepamos en cuanto a qué sucedió exactamente en el pasado, en el principio. En cualquier caso, la falta de certezas debe ser también motivo de nuestra adoración.

El evangelio que transforma el mundo revela que «el primer hombre vino del polvo de la tierra; el segundo de El cielo” (1ª Co. 15, 47), algo que Pablo se esfuerza en hacernos entender: En Cristo hay salvación y nuestro pecado queda perdonado. Damos gracias a Dios por tanto.

[1] Agustín, De poena et remissione peccatorum [Sobre la pena y la remisión de los pecados], I,26; PL 44, 131; Vivès 30, pp. 31-32

Parte 5 de 6. PECADO ORIGINAL. Si hubo evolución ¿Qué ocurre con el pecado de Adán citado por Pablo?

Si hubo evolución ¿Qué ocurre con el pecado de Adán citado por Pablo? Parte 5 de 6

Tras haber explicado en el anterior artículo los elementos esenciales que explican los porqués del origen del dogma, llegamos al meollo de esta serie acerca del dogma del pecado original.

Para los cristianos que creemos en La Biblia y en la evolución de las especies como un hecho, la pregunta es: ¿Cómo entender lo que Pablo dice del pecado de Adán?

Los Textos de Pablo son Romanos 5, 12-21 y 1ª Corintios 15, 21-22.

Los analizamos a continuación, comenzando por el de Romanos:

Un texto difícil… acerca de la esperanza

“Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un humano (“antropos” = ser humano), y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron…”  (Romanos 5, 12 RV60)

En primer lugar, es necesario admitir la especial complejidad de este pasaje (Ro. 5, 12-21) del que el popular comentarista conservador William Barclay dice:

No hay pasaje en todo el Nuevo Testamento que haya tenido más influencia en la teología que éste; ni que sea más difícil de entender para la mentalidad moderna. Es difícil, porque Pablo se expresa con dificultad. Notamos, por ejemplo, que la primera frase no termina, sino que se interrumpe a mitad del camino mientras Pablo persigue otra idea por otra vía. Y además, es que Pablo está pensando y expresándose en términos que eran corrientes y claros para los judíos de su tiempo, pero no para nosotros. Si hubiéramos de encerrar el pensamiento de este pasaje en una sola frase escogeríamos la que Pablo pone al principio e interrumpe después: «Por el pecado de Adán toda la raza humana quedó contaminada de pecado y separada de Dios; pero por la justicia de Jesucristo toda la humanidad adquiere la justicia y vuelve a estar en la debida relación con Dios»[1]

Este texto es, efectivamente, muy farragoso. Pero como bien resume Barclay, la preocupación de Pablo es sencilla. Él quiere mostrar la solución a la muerte espiritual que el pecado ha implementado en “todos” ¡Y Jesús es la solución!

No usa lenguaje típico de querer enunciar un dogma

Este “todos”, por cierto, tampoco debió ser entendido por sus lectores originales como una referencia plena y absoluta a la muerte física, pues por entonces había judíos (quizás Pablo entre ellos) que creían que personajes como Enoc o Elías no vieron una muerte corporal siendo arrebatados al Cielo de forma sobrenatural. (Ge. 5, 18-24; 2 Re. 2, 11; He. 11, 5).

Esto ya nos pone sobre aviso de que existe una flexibilidad no literalista a lo largo de la exposición. (Sobre la muerte espiritual vs. física ya hablamos en el primer capítulo de esta serie).

Lo que sí está claro:

Lo que es seguro es que Pablo y los creyentes de su entorno sí creían que el pecado afecta a la muerte espiritual de toda persona. Y eso es lo que está claro.

Apertura universal: El pecado, y por tanto la salvación, no afectaba únicamente a los judíos

Siguiendo con Romanos 5, Peter Enns observa que la desobediencia de Adán en Pablo posee implicaciones universales: Adán trajo la muerte a «todos». Bien. Pero entonces… ¿Qué significa que Jesús vino a dar vida a «todos»? (como Pablo continúa diciendo). Una opción interpretativa es ver este versículo como una defensa de la salvación universal (la doctrina que afirma que todo humano será finalmente salvado de cualquier condenación eterna) … Pero si asumimos que Pablo no pretende exponer una teología universalista (opción interpretativa 2) ¿No sería mejor haber especificado que Jesús trajo vida a «todos los que creen» en lugar de afirmar que él salva “a todos”, sin más?

Bien. Si no aceptamos la tesis universalista, entonces deberíamos entender que el apóstol era consciente de que su paralelismo acerca de esa vida que Cristo “trae a todos del mismo modo en el que Adán trae la muerte a todos” no pretendía ser 100% literal. Pues esa “salvación” no llega a todos “del mismo modo” en que sí lo hace el pecado de Adán ¿Cierto?  Es decir: En la teología más dominante hoy se asume que hace falta “creer” o aceptar a Jesús para ser salvado. Pero eso no sería una salvación para “todos” como dice el texto al leerlo literalmente.

Conclusión: O aceptamos la salvación universal expuesta en el versículo o admitimos que Pablo no está escribiendo de forma dogmático-literal y hasta con un punto caótico el pasaje. Porque fijémonos también en que luego dice «muchos» (vs. 15 y 19) en lugar de continuar coherentemente con el anterior «todos«. Pareciera como que Pablo recula un poco, como para decir… «Bueno, no “todos” exactamente como dije…”.

Son detalles que nos hacen pensar que Pablo no buscaba establecer estrictamente ningún dogma teológico sino que más bien quiso exponer una enseñanza más general y sencilla: Que el pecado afecta a judíos y no judíos, y Cristo es quien nos salva.

Razones para pensar que San Agustín estaba equivocado en sus conclusiones

Tal y como ya vimos, Pablo fue educado estudiando un Antiguo Testamento en el que el dogma del pecado imputado por Adán era algo impensable. Por tanto, es seguro que el apóstol hubiera explicado mucho mejor este asunto si realmente hubiese pretendido presentar un “dogma” tan novedoso y radical como el que interpretó San Agustín desde su controvertido entendimiento del pecado original ¿No creen? ¡Difícilmente Pablo hubiera expuesto algo tan importante y revolucionario de un modo tan impreciso y alambicado!

¿Qué quería decir entonces Pablo?

Como decimos, nada indica que Pablo quisiera dejar aquí algo tan inédito y tan ajeno a todo lo que él conocía de la Torá acerca del pecado. Su énfasis es que lo que salió mal en Adán es rectificado en Cristo y que el plan de Dios con la humanidad vuelve a reactivarse en Jesús. Sus textos de Romanos y Corintios insisten en algo ya asumido por nosotros (pero no tanto por entonces) en cuanto a que existe la realidad del pecado en todos y que Cristo es su solución, que no es poco.

Como Peter Enns señala, en la teología de Pablo la creación comienza como un nuevo punto de partida en Cristo. Esto no significa que el pecado se hereda, sino que tras entrar por Adán se convirtió en un poder universal que ejerce su dominio tanto en judíos como en gentiles. En este sentido sí debemos creer en un “pecado original”, pero no en el sentido Agustiniano de que cada bebé nace condenado al infierno por el pecado concreto de un primer individuo necesariamente histórico llamado Adán ¡El Antiguo Testamento era muy claro en que esto no es así!

Fijémonos en que en los capítulos del 1 al 3 de Romanos el problema universal del pecado se expone con bastante detalle. Y, sin embargo, no existe ahí ninguna referencia a Adán. Y no hace falta porque a donde Pablo quiere llegar es a que “todos pecamos…”. Ese es el meollo de todo su escrito. Y por eso Pablo no dice nada de Adán en 15 de sus 17 epístolas dirigidas a diferentes comunidades de nuevos creyentes. Pero sí les habla en todas ellas de una humanidad que peca y que al mismo tiempo es perdonada en Cristo ¡De eso trata todo esto!

Jesús tampoco habla de Adán al exponer nuestra situación

En los evangelios vemos cómo Jesús continuamente decía que había venido a liberarnos del pecado… y tampoco habló de revertir una imputación del error concreto de Adán. Jesús nunca metió a Adán en “el plan de salvación”.

Texto complejo también de traducir ¡Y San Agustín no sabía griego!

En esta misma línea, Juan Caballero aporta observaciones clave en Romanos 5, 12: “En general, los exégetas modernos han dejado de lado la traducción de έφω como in quo, y que está en la base de la interpretación que san Agustín dio de este versículo: «en el que (Adán) todos pecaron»[2]. Hoy día, la tendencia general es darle a esta expresión un valor causal, y traducirla como «porque». [..] «por cuanto», «puesto que», «ya que», y que así es como la habían interpretado siempre los griegos. Como consecuencia, Pablo estaría afirolando aquí una causalidad de los pecados personales en la muerte eterna de todos los hombres […] El Apóstol, dice Penna, no está interesado ni en precisar cómo se transmite el pecado de Adán ni en hacer disquisiciones sobre la naturaleza de la libertad humana, sino en afirmar el hecho de que en las acciones pecaminosas de los hombres (el verbo ήμαρτον remite a hechos más que a un estado) de algún modo sale a la luz, como de una corriente subterránea, y pulula de nuevo, el antiguo pecado de Adán[3]”.

Las aclaraciones de Caballero son importantes porque San Agustín no dominaba el idioma griego en el que Pablo escribió. Ni mucho menos.

Así que es por todo esto que resulta realmente sorprendente que una doctrina tan determinante y con tantos problemas fuese elaborada a partir de la interpretación de un texto en griego extremadamente complejo por parte de alguien ¡Que no sabía griego! Pero su interpretación se convirtió en dogma, también porque venía bien a la jerarquía católica. Se prohibía cuestionarla, se repetía día y noche asimilándose con naturalidad de generación en generación. Y así hasta hoy… en líneas generales.

Veamos ahora el otro texto de Pablo en el Nuevo Testamento acerca de Adán y la salvación:

1ª Corintios 15, 21-22

Por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. Así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados”.

La idea de esta cita de Adán en Corintios es básicamente parecida a la ya comentada acerca de Romanos 5. Expone el mismo problema y la misma solución de fondo.

Marcos Abbott cita a Gordon Fee para señalar que “el interés es en última instancia teológico; lo que le interesa aquí a Pablo no es solamente la muerte de los individuos, sino la muerte misma en tanto que es el enemigo final[4]”.

Fijémonos que en Romanos 1,18 y 3, 20 Pablo dice que tanto paganos como judíos son pecadores y que necesitan una salvación que (además de ser para los hijos de Abraham) ahora está disponible para los hijos de Adán. Es decir: ¡Para toda la humanidad! Adán no es Abraham, el padre únicamente de los judíos ¡Adán es el padre de todos! Es el padre de quienes habitan en Roma o en Corinto, no solo en Jerusalén. El pecado es un problema universal desde Adán, no un asunto específico de los hebreos ¡Esto fue muy importante! En un sentido, el problema trata más de un pecado universal que “original”.

La exposición de este paradigma explica también por qué esta relación entre Adán y nuestro pecado nunca aparece en libros de La Biblia dirigidos a judíos. Ellos ya sabían que cometían pecados, pero no todos los gentiles asumían esto. La idea de impacto, por tanto, consistía en hacer ver que todos – judíos y gentiles- partimos de la misma necesidad de Cristo como salvador.

El dogma del pecado original venía muy bien al poder religioso

Seguramente fue un error de la tradición y de San Agustín forzar el paralelismo entre Cristo y Adán más allá de la cuenta para concluir que todos nacemos “condenados” por culpa de lo que hizo un día un tal Adán. Tampoco debemos ser ingenuos e ignorar que detrás de los dogmas ganadores de la Iglesia oficial influían intereses de control religioso ¡Que un dogma favorecía a los intereses de la jerarquía siempre sería algo muy importante para validarlo!

Y por si fuera poco, además de lo ya comentado contra el gnosticismo, qué duda cabe que el que todos nazcamos ya condenados genera miedo ¿Quién va a poder librarnos de una inapelable tortura eterna? ¡Y el arma más poderosa para dominar es siempre el miedo!

En este caso, es evidente que el dogma del pecado original crea una necesidad de obediencia absoluta al poder religioso encargado de ofrecer soluciones delegadas por Dios para tan terrible condena eterna desde el mismo nacimiento. Evidentemente, el dogma del pecado original (independientemente de su dudosa armonía bíblica) fue muy conveniente también para la economía vaticana, su venta de indulgencias y un largo etcétera de beneficios sociales.

Pero la pregunta clave sigue siendo: ¿Realmente era esa supuesta condena debida al “ADN adánico” lo que quería transmitir Pablo? ¿No será que querría transmitirnos algo más básico acerca de la realidad del pecado universal y de su solución en Cristo? ¿No es el dogma del pecado original más una inercia de la tradición que una verdad auténticamente bíblica y liberadora?

La respuesta a estas preguntas queda en manos del lector.

En el siguiente y último artículo terminaremos con una propina de BONUS TRACK de 3 preguntas típicas sobre el tema ¡No dejes de leerlo porque apuntala aspectos importantes del tema! Las preguntas que trataremos para terminar serán:

  • ¿Qué ocurre entonces con el pecado de los niños fallecidos?
  • Si Jesús fue un personaje histórico: ¿Adán también debió serlo al ser citados ambos juntos?
  • ¿Creía Pablo en Adán como un personaje histórico?

 

[1] Citado por Bernard Sesboüé y  traducido del francés por José Pedro Tosaus Abadía en: El Pecado original: ¿Un código de falibilidad? , Revista Internacional de Teología Concilum, Editorial Verbo divino, febrero 20024, nº 304, p. 14

[2] https://ocamexico.org/ancestraloriginal

[3] Wikipedia: Pecado original/Enciclopedia sobre judaísmo

[4] William Barclay, Comentario Al Nuevo Testamento, Clie, 2008

[5] Cfr. Lozano, a., Romanos 5, 183-186 y 188-189

[6] Juan Luis Caballero (U. Navarra), Rm 5, 1 2 y el pecado original en la exégesis católica reciente. Penna, r., Romani, I, 455-456. Cfr. Pitta, A., Romani, 234. Citado por  Juan Luis Caballero, Rm 5, 1 2 y el pecado original en la exégesis católica reciente, SCRIPTATHEOLOGICA/VOL. 46/2014/ 121-140 ISSN 0036-9764. P. 130, 131 y 133

[7] Op. Cit.

[8] Agustín, De poena et remissione peccatorum [Sobre la pena y la remisión de los pecados], I,26; PL 44, 131; Vivès 30, pp. 31-32

[1] William Barclay, Comentario Al Nuevo Testamento, Clie, 2008

[2] Cfr. Lozano, a., Romanos 5, 183-186 y 188-189

[3] Juan Luis Caballero (U. Navarra), Rm 5, 1 2 y el pecado original en la exégesis católica reciente. Penna, r., Romani, I, 455-456. Cfr. Pitta, A., Romani, 234. Citado por  Juan Luis Caballero, Rm 5, 1 2 y el pecado original en la exégesis católica reciente, SCRIPTATHEOLOGICA/VOL. 46/2014/ 121-140 ISSN 0036-9764. P. 130, 131 y 133

[4] Op. Cit.