jueves, diciembre 26, 2024
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Paso 10. CONTEXTUALIZANDO La Biblia: La poligamia como ejemplo

Cómo leer lo más difícil de La Biblia. Paso 10 de 15

Uno de los modelos de familia más frecuentes a lo largo de La Biblia es la poligamia. El autor de Cantares dedica su obra a la exuberante jovencita que incorpora a su ya amplísimo harén: «Tengo 70 reinas, 80 concubinas y un número incontable de doncellas. Mas una es la paloma mía, la ideal mía» (6, 8-9). La poligamia se asume con naturalidad a lo largo de Las Escrituras y es regulada en la Ley de Moisés (Ex. 21, 10; Dt. 21, 15-16). Se convierte incluso en obligación para el cuñado cuando una mujer queda viuda (Dt. 25, 5-10) tratándose, además, de una práctica nunca condenada en La Biblia.

El imperio romano impone la monogamia

Tampoco el Nuevo Testamento censura la poligamia a pesar de que por entonces ya el Imperio Romano había establecido la monogamia como modelo de matrimonio básico[1] (aunque con concubinato consentido para los esclavos). Para Roma, la monogamia era el resultado de una evolución natural fundamentada en razones económicas y sociales. Este triunfo de la visión monógama también fue asumiéndose por los judíos tras el exilio babilonio quedando mayoritariamente instaurada en las sociedades mediterráneas del Nuevo Testamento. El cristianismo, como ya sabemos, también asumirá esta monogamia dominante en la que nace.

La evolución del matrimonio hasta llegar a la monogamia como único modelo permitido en Occidente no se produjo por una condena bíblica de la poligamia. No. Dicha condena bíblica no existe. El arrinconamiento de la poligamia fue básicamente una evolución natural de la sociedad impulsada por Roma ya años antes de Cristo.

El “matrimonio” en La Biblia

Por otro lado, las palabras traducidas como “matrimonio” en nuestras biblias (matrimonio es en realidad un término de la Edad Media) originalmente eran referencias a uniones privadas que no tienen demasiada relación con lo que hoy entendemos por matrimonio. El griego “gamos”, por ejemplo, (traducido en nuestras Biblias como “matrimonio” en el libro de Hebreos) significa simplemente “unión” y puede referirse incluso al evento o “boda” de dicha unión. Gamos también puede traducirse como “reproducción” o “cúpula”, pues tener sexo en la antigüedad con una mujer no casada equivalía habitualmente a la formalización “de facto” de una unión conyugal y sus responsabilidades legales. Esto lo observamos en el libro de Rut cuando su suegra planea que su nuera se acueste con Booz con la intención de integrarla en su familia mediante el acto sexual.

En tiempos bíblicos no existía un matrimonio consentido entre iguales en derechos. No eran matrimonios como los nuestros, aunque usemos el mismo término para describir aquellas uniones como si fueran lo mismo que hoy. En épocas bíblicas el matrimonio era algo más parecido a un contrato de entrega de la familia de la esposa (normalmente una adolescente) dada en propiedad con ciertas condiciones más o menos humanizadoras. Era un tipo de transacción entre familias. Esto se observa bien en los diez mandamientos cuando se dice que un varón no puede codiciar “el asno, el buey ni la mujer del prójimo” (Ex. 20, 17) ¡Todo en el mismo pack de propiedades del varón!

No obstante, las condiciones de la mujer entregada en casamiento eran más dignificantes en el antiguo Israel que en el resto de las culturas vecinas. Y ahí sí vemos un soplo divino en Las Escrituras, en ese paso a paso de avances dignificadores.

Los versículos que algunos cristianos utilizan para condenar la poligamia realmente no la condenan si siquiera en tiempos de La Biblia. Son textos que se fuerzan para proyectar sobre ellos convecciones sociales actuales. El problema moral concreto que sí podríamos ver en La Biblia en este asunto lo observamos en Pablo, para quien la poligamia acrecienta el mismo problema que él ya destacó acerca de los casados. Me refiero a que para Pablo era mejor no casarse para “estar libre de preocupación” (1ª Co. 7, 32) y así servir al Señor liberado de las fatigosas responsabilidades de una familia. Si para Pablo tener una sola mujer no ayudaba a la dedicación de la emergente iglesia ¡Cuánto más complicado sería con varias esposas!

Por esta razón dice que el pastor debe ser “marido de una sola mujer” (1ª Ti. 3, 2), un mandato que lejos de condenar la poligamia más bien… ¡La asume como algo existente entre los cristianos! Para Pablo no era un problema que algunos creyentes tuviesen varias esposas… No… ¡Pero sí lo era que los polígamos asumiesen la ardua dirección de las iglesias! El pastor debía estar muy dedicado, tener -por tanto- solamente una esposa y, si es posible ¡Ninguna!, como en el caso del elegido Timoteo. De hecho, la Iglesia Católica se inspira en estos convencimientos de Pablo para exigir soltería a sus curas y obispos.

Tengamos en cuenta que si no hubiera habido poligamia entre los cristianos, o si esta hubiera estado prohibida, Pablo nunca hubiera especificado que “el obispo sea marido de una sola mujer”. No tendría sentido decir esto. Pablo directamente hubiera dicho que todos deben ser marido de una sola mujer. Todos. Y punto. Pero no recrimina a los polígamos cristianos que, por otro lado, seguramente serían ya cada vez menos por la evolución social mediterránea.

Pero ni Pablo ni nadie del Nuevo Testamento dice … “¡Y a partir de ahora que nadie se case con varias mujeres!”. No existe ninguna prohibición. Tampoco en versículos como: “que cada uno tenga su propia mujer y cada una su propio marido” (1ª Co. 7, 2) o “que el hombre se una a su mujer”. Fijémonos en que estos textos son 100% aplicables a un polígamo que -al igual que un monógamo- tiene su propia esposa. Cada una de sus tres o cinco mujeres serían su propia esposa. Y cada una de ellas también debe ser fiel a su propio marido. Y Pablo les recuerda: ¡Que esto sigue siendo así entre los cristianos!

De hecho, Pablo no está diciendo nada que no se dijera en el Antiguo Testamento. Esto era lo que La Ley de Moisés afirmaba, pues si un hombre “toma como esposa a otra mujer, no podrá privar a su primera esposa de sus derechos conyugales, ni de alimentación y vestido” (Éxodo 21, 10). Cada una será su esposa y debe cuidarlas a todas, tal como Dios ya estableció. El polígamo se une a su propia mujer y no a la de otro. Y lo mismo para ella. Así que incluso suponiendo que en estos versículos de Pablo pudiera haber algún tipo de inclinación favorable hacia la ya dominante monogamia (que es mucho suponer), incluso así, los polígamos se integrarían dentro de estos llamados. En conclusión: La poligamia aún se daba entre los cristianos y era vista como algo natural, sin condena tampoco en el Nuevo Testamento.

De hecho, los autores del Nuevo Testamento tuvieron más bien cuidado para no añadir más cargas a las familias polígamas al no excluirlas de las nuevas comunidades de fe. El llamado al varón para cuidar de su propia mujer (o mujeres) era el énfasis de estos mensajes para todo tipo de familias cristianas en las que, por cierto, ni siquiera los esclavos cristianos podían contraer “matrimonio”. En el mejor de los casos, podían ser autorizados por sus dueños para otro tipo de unión de inferior estatus llamada contubernio. Así que no… los esclavos cristianos tampoco podían aplicar los consejos matrimoniales del Nuevo Testamento.

Sin forzar La Biblia. Sobre Adán y Eva y el matrimonio monógamo

Que en Génesis 1 y 2 veamos a Adán y Eva como la primera pareja tampoco implica una condena bíblica de las uniones polígamas. Y esto debería ser obvio por numerosas razones evidentes.

  1. En primer lugar, porque el relato no tiene que ver con eso.
  2. Tampoco tiene sentido verlo como una condena de la poligamia, siendo Adán y Eva la primera y única pareja de la humanidad.
  3. Curiosamente, -y por poner un ejemplo de lo selectivo que somos al proyectar nuestra cultura sobre el texto bíblico- hoy ningún cristiano observa el incesto como un modelo original a pesar de que -desde una lectura litera- Dios estableció que los hijos de Adán y Eva tuvieran sexo entre sí para propagar la humanidad. Dios pudo haber creado varias parejas iniciales, pero no lo hizo. Pero en cualquier caso repudiamos el incesto porque desde nuestros valores cristianos y desde otros lugares de La Biblia que no son el relato de la creación concluimos no es moralmente aceptable.

Como dice Pablo de Felipe, Doctor experto en relaciones históricas entre ciencia y fe: “cuanta menos importancia se da al estudio contextual [de La Biblia], más se acaba cayendo en la trampa de proyectar en el texto bíblico las ideas de nuestra propia época[2]”. Este experto demuestra cómo todas las generaciones han proyectado muchos de sus valores culturales a Génesis 1 y 2 sin que el relato tuviera realmente algo que ver. Nosotros también. No nos creamos más listos.

Lo que sí vemos claramente en Las Escrituras es la aceptación natural de la poligamia en La Ley de Moisés cuando se incluye y se regula sin que nadie lo discuta ni se escandalice. De hecho, la poligamia es obligatoria en casos como el Levirato. Y nadie en La Biblia señaló nunca a Adán y Eva para reivindicar la exclusividad de la monogamia como hacen algunos cristianos actuales. Incluso tenemos textos en los que Dios mismo se presenta como el dador de las muchas mujeres a David, a quien le dice: “Yo, Yahvé, fui quien puse todas estas esposas en tus brazos y te hubiera dado más si hubieras querido más” (2ª S. 12, 8).

En cualquier caso, sí encontramos alguna advertencia acerca de los peligros de poseer un número excesivamente elevado de esposas. Riesgo, por otro lado, que es de sentido común por razones prácticas y de responsabilidad conyugal como las señaladas por Pablo.

CONCLUSIÓN: Así que no: No hay ninguna condena de la poligamia en La Biblia. Sí hallamos su regulación y su aceptación natural siendo también una obligación legal en el caso de viudedad de una cuñada. La Biblia incluso presenta a Dios como el dador de las muchas mujeres a David.

Si la poligamia es “bíblica” ¿Qué hacemos nosotros?

¿Y adónde queremos llegar con todo esto en unos artículos acerca de cómo leer lo más crudo de La Biblia? ¿Estamos proponiendo que la poligamia vuelva a ser legal?

Nada de eso. En primer lugar, estamos tratando de poner un “espejo” hermenéutico a aquellos cristianos que dicen que debemos aplicar todo aquello que “está muy claro en La Biblia”. Con el caso de la poligamia (y muchos otros), vemos que es claramente admitida en toda La Biblia y sin embargo nos parece mala para hoy.

¿Y cuál es entonces la forma correcta de abordar este asunto? Como cristianos hay varios retos aquí. Uno de ellos es discernir sí existen lecciones saludables en estas historias para nuestros propios matrimonios. En el Nuevo Testamento -por ejemplo- somos inquiridos a comportarnos con nuestros cónyuges teniendo a Cristo como modelo. Esto significa actuar con amor, sacrificio, compromiso, fidelidad, dignidad… ¡Sin utilitarismos! Se trata de la visión cristiana de principios que deben sostener toda familia de bien. En estos llamados bíblicos para el buen trato intrafamiliar encontramos valores que supusieron una revolución en un tiempo en el que las esposas eran poco más que meras propiedades.

Los cristianos nos hemos dado cuenta de que la vivencia conyugal en igualdad, dedicación y dignidad se desarrolla mejor en un contexto monógamo. Hoy nos oponemos a la poligamia porque, vista desde los ojos de Jesús, la consideramos denigrante.

Comprender los porqués

Quienes nos guiamos por La Biblia no debemos sentirnos incómodos con determinadas lecturas acerca de la mujer o de las familias bíblicas que hoy nos resultan repudiables. No están ahí para replicarlas sino para conocerlas.

La poligamia tenía su sentido en una cultura en la que los hombres morían masivamente durante las batallas. Las mujeres no tenían fácil su emancipación sin un varón tutor. Todo esto afectaba a la desprotección de las mujeres, algo que sigue ocurriendo hoy en contextos más patriarcales. La escritora Lola Shoneyincomenta en El País como en la Nigeria actual“casar a las hijas con un hombre polígamo es a veces la única forma de progresar económicamente[3]”. A diferencia de otras poligamias, en La Biblia encontramos textos que tratan de acercarla al corazón de Dios desde una revelación progresiva que hoy debe ser juzgada desde su contexto cultural y para reinterpretarla desde Jesús.

Bien. Estos son los datos. Y, sin embargo, hoy los cristianos no decimos: “¡Dejémonos de modas mundanas y volvamos a la poligamia que Dios aceptó y reguló!” ¿Cierto? Esto demuestra que en este ejemplo de la poligamia sí parece que hemos aprendido a contextualizar La Biblia ¿Y por qué? Entre otras cosas ha sido fácil contextualizar porque nuestra sociedad occidental no es polígama desde hace siglos. No podemos ser ingenuos y olvidar que la tradición y la sociedad determina en gran parte cómo interpretamos La Biblia. Y en ocasiones, así debe ser. En otras no. De nuevo se trata de buscar discernimiento a la luz de Jesús.

Lo importante es que hoy el matrimonio es más cristiano que en tiempos bíblicos donde los esclavos y mujeres eran propiedad del Pater familia. Hoy el matrimonio en Occidente ha llegado a ser más cristiano porque establecimos la igualdad de derechos entre los contrayentes. Ninguno está por encima del otro. Nadie es propiedad de nadie. Y esto es gracias también a que no se leyó literalmente La Biblia al aplicarla, sino que decidirnos interpretarla desde el corazón justo y compasivo de Dios. Este es el punto práctico de cómo contextualizar aquello que nos choca y que leemos en La Biblia.

Jesús volvió a la perspectiva del varón y la mujer creadas a imagen de Dios. Él dijo a sus seguidores que haríamos cosas “mayores incluso que las que él hizo” (Jn. 14, 2). Y gracias a Dios, los primeros cristianos re-discernieron el Antiguo Testamento y toda La Escritura desde Jesús, pues “si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2ª Cor, 5, 17). Cuando leas tu Biblia, piensa: ¿Qué puedo hacer para que aquello que he leído derive en la restauración y liberación de quienes me rodean? La inspiración de Dios busca que hagamos el bien.

En la próxima entrega nos preguntaremos: ¿Qué pasa con las contradicciones bíblicas? ¿Hay inspiración divina en los cambios o en las teologías enfrentadas dentro de La Biblia? Adelantamos que (spoiler) la respuesta es sí.    


[1] Torrent, A. Manual de Derecho romano privado, Zaragoza, 1987. p. 526

[2] Pablo de Felipe, El «antiguo testamento» del Antiguo Testamento. Facultad de Teología SEUT, pp. 33-34

[3] El Pais.com,Casar a las hijas con un hombre polígamo es a veces la única forma de progresar económicamente”  16, mayo, 2023

Paso 9. Inspiración en la REVELACIÓN progresiva

Cómo leer lo más difícil de La Biblia. Paso 9 de 15

Comprobar que algunos mandatos dados por Dios cambian durante La Biblia puede desconcertar a quienes se les enseñó que Las Escrituras presentan una foto teológica fija. Quienes piensan que el dictado de Dios no debería alterarse nunca citan textos que hablan de que en Dios “no hay mudanza, ni sombra de variación” (Santiago 1.17). O que Jesús “es el mismo ayer, hoy y por siempre” (Heb. 13, 8).

Y claro que Dios es el mismo. Pero para los humanos los cambios son parte de nuestra vida, de nuestra historia y de nuestra progresiva relación con Dios. Y lo mismo le ocurre al pueblo de Dios en La Biblia, que es una biblioteca de libros para un pueblo donde la inspiración divina no anula la historia del desarrollo del componente humano.

Qué es y qué no es la revelación progresiva:

Cuando hablamos de revelación progresiva nos referimos a un paulatino ajuste de la comprensión por parte del pueblo respecto a cómo es su Dios. Y esto es diferente a decir que Dios cambia. Este proceso progresivo lo vemos durante toda La Biblia hasta llegar a Jesús, quién es la Palabra encarnada definitiva, la luz que todo lo ilumina.

Este progreso dinámico a lo largo de la historia bíblica es el proceso que esperaríamos de un Dios que transforma a sus criaturas con pertinencia y con comprensión acorde a las circunstancias de cada tiempo y lugar. Las palabras de Jesús: “Se os ha dicho, pero yo ahora os digo…” ejemplifican la realidad de este avance hacia algo mejor que culmina en Él mismo.

Esta revelación progresiva conlleva en algunos casos la ampliación de la luz anteriormente revelada. En otros casos bíblicos (que veremos) implicará corregir o matizar creencias erradas que se manifestaron en un pasado en Israel cuando el pueblo aún no había comprendido correctamente determinados asuntos. En otros casos, las cosas cambian en La Biblia a medida que el pueblo camina y aprende. Esto es un proceso natural de la vida. Ocurre como con aquellas instrucciones que dimos a nuestro hijo cuando tenía cuatro años o el concepto que él tenía de nosotros. Los mandatos y las ideas tienen que cambiar cuando él madura y cumple los quince.

Cambios en la revelación: Las hijas de Zelofehad

Debido a este dinamismo progresivo que se espera en toda relación saludable es que la teología hebrea de La Biblia no es estática. Las personas necesitamos tiempo para recibir determinados conocimientos y esto lo vemos también en Las Escrituras. A modo de pedagogía sapiencial, la teología bíblica admite el diálogo e incluso la petición de cambio de parecer en aquello que Dios mismo ha dicho. Pero.. ¿¡Cómo puede ser eso!? Lo explicamos:

Puede que esto sorprenda a algunos, pero en ocasiones las respuestas de Dios a peticiones de cambio de cosas que él ya dijo previamente ¡Son aceptadas en La Biblia! Y esto es algo con lo que Dios ya cuenta, obviamente. Pero han quedado escritas para mostrarnos la conveniencia de esta revelación progresiva.

Ocurre en el caso de Abraham y su negociación para la destrucción de Sodoma en la que Dios va rectificando y cediendo a la petición de Abraham. O con las hijas de Zelofehad, cuando en tiempos de Moisés las mujeres se casaban pasando a ser parte de la familia del marido. Por entonces, para mantener las propiedades con titularidad masculina se establecía que las hijas no podían heredar. Así entendían los israelitas que Dios lo había decretado.

Pero ocurre que las desprotegidas hijas del fallecido Zelofehad protestaron a Moisés porque consideraron esta ley injusta (Números 26, 2 y 52-56). Y sucede que ante estas mujeres atrevidas que osaban cuestionar la ley, “Moisés fue a consultar a Dios, y Dios le contestó: “Las hijas de Zelofehad tienen razón. Dales el terreno que era de su padre” (Nu. 27, 7) ¡Wow!  

Aquí observamos un cambio de la ley para el beneficio de las hijas de Zelofehad y de las generaciones posteriores. Pero ¡Un momento!… Si la ley provenía de Dios mismo… ¿Se había equivocado entonces Yavé decretando previamente una ley injusta? … La respuesta es que esta no es la forma correcta de comprender el relato. Y esto es importante. Aquí La Biblia quiere exponer el beneficio de determinados cambios legales que viran hacia algo más justo y misericordioso. La lección, por tanto, es acerca del bien de la revelación progresiva guiada por el Espíritu. Y que esta inspiración puede incluir rectificaciones de leyes que hasta ese momento se pensaba que podrían provenir de Dios pero sin que realmente fuera algo cerrado y definitivo.

Ante estos hechos, también podemos pensar que existen leyes o mandatos que en su día si provenían de Dios pero solo provisionalmente para satisfacer circunstancias concretas y pasajeras que quizás ni conocemos. Pero que ya no valen para nuevas circunstancias, como fue el caso de estas hijas desheredadas.

Estas historias no empequeñecen la revelación divina. Lo que sí empequeñecen es la errada idea de un Dios estático en sus relaciones con nosotros.

Pero los cambios están por todas partes y son esenciales. En La Biblia, en la vida… Lo vemos en requisitos del Antiguo Testamento que por un tiempo parecían inamovibles hasta que posteriormente fueron removidos. Un ejemplo es la circuncisión, descrita como un «pacto eterno” (Ge. 17, 1-14). El término “eterno” -tanto en hebreo (olam) como en griego (aionios)- no siempre denota un “tiempo sin fin” como ocurre en nuestro idioma. Con frecuencia se traduce como “eterno” un término que se relaciona más con la inmutabilidad del sustantivo descrito durante un periodo de tiempo (aquí un pacto) pero que no tiene que durar necesariamente para siempre. Y así lo entendieron los cristianos del Nuevo Testamento cuando dejaron atrás la circuncisión y otros aspectos para derivar en algo mejor. Aquel pacto fue bueno para un tiempo, pero si hubiera durado más acabaría siendo malo. Por eso se abandona y se pasa a nuevas cosas.

El castigo por el pecado de los padres… ¡Dejad de decir eso ya!

Otro ejemplo de cambio a algo mejor y más justo es la idea de que el pecado se hereda de los padres. Este convencimiento aparece en los textos hebreos más antiguos, aunque, poco a poco, irá desapareciendo según avanzas Las Escrituras. En Éxodo 34, 6-7 se habla del Dios que “por la maldad de padres pide cuenta a hijos, a nietos, a bisnietos y a tataranietos”. Esta declaración se repetirá en alguna ocasión más durante Las Escrituras. Pero lo interesante es que este concepto será progresivamente matizado e irá cambiando hasta que la idea del pecado imputado por los padres desaparece en textos más tardíos (Sal. 86, 15-16; 103, 10; 145, 8-9).

El fin de esta progresiva corrección teológica culmina en Ezequiel 18, 2-4; 20, cuando “Dios también me dijo: «Los israelitas repiten a todas horas ese dicho: “Los padres la hacen, y los hijos la pagan”. Pero yo me pregunto por qué lo repiten. Porque yo les aseguro que ese dicho no volverá a repetirse en Israel. […] Ni el hijo tiene que ser castigado por los pecados del padre, ni el padre tiene que ser castigado por los pecados del hijo. […] Quien haga lo bueno recibirá lo que merecen sus buenas acciones; quien haga lo malo recibirá lo que merece su maldad”. Corrección completada. En La Biblia el pueblo es corregido en algunos puntos teológicos errados o imprecisos y avanza hacia una justicia más acorde al corazón real de Dios. Cuanto más se va conociendo a Dios, más se afina la visión del pueblo. Y esto es otra gran enseñanza bíblca.

Eunucos fuera, eunucos dentro

Otro ejemplo lo encontramos en Deuteronomio 23, 1, cuando se dice que “nadie a quien se le aplastan los testículos o se le corta el pene será admitido en la asamblea del Señor […] No entrará amonita ni moabita en la congregación de Jehová […] No entrarán para siempre” (Dt. 23, 1).

Pero luego Isaías responde y de nuevo corrige otra vez al Deuteronomio:

“No diga más el extranjero que sigue al Señor: “El Señor me separará de su pueblo”; y no diga el eunuco [el castrado]: “Soy un árbol seco”. Porque así dice el Señor: […] Yo los llevaré a mi Santo nombre y a mi casa de oración que será para todos los pueblos” (Is. 56, 3-8).

Esta corrección de Isaías es algo maravilloso siendo él quien dijo: “No os acordéis de las cosas pasadas, ni consideréis las cosas antiguas. Estoy a punto de hacer algo nuevo; ahora brota, ¿no lo percibes? (Isaías 43:18-19). Esto es magnífico también para nosotros hoy. Fijémonos en cómo en todos estos ejemplos que hemos expuesto los nuevos mandatos que corrigen a los antiguos son más liberadores, justos e inclusivos. La nueva perspectiva inclusiva de Isaías sería, por cierto, corroborada por Jesús (Mt. 19).

Veamos algún ejemplo más:

Los amigos de Job y nosotros

Los “amigos” de Job pusieron en boca de Dios interpretaciones equivocadas que eran populares entre los israelitas un tiempo antes. De hecho, rebatir aquellas creencias erradas es uno de los propósitos del libro de Job.

Estos amigos creyeron erróneamente que Job estaba siendo maldecido por Dios. Y seguramente debido a una interpretación literalista de Deuteronomio (capítulos 27 y 28) donde se dice que “si obedecen, serán bendecidos; Si desobedecen, serán maldecidos”. Así que antes de ser demasiado duros con estos amigos deberíamos entender que ellos pudieron pensar sinceramente que las acciones de Job tenían consecuencias a modo de bendición o maldición divina. Pero aquella rígida y descontextualizada lectura de algunos pasajes del Deuteronomio los llevó a destrozar aún más a quien ya sufría lo indecible.

Las palabras que estos amigos le atribuyen a Dios no sanaban ni hacían bien. Pero están en La Biblia porque así lo creían ellos. Están ahí para alertarnos del poder destructor de un literalismo falto de compasión y sin discernimiento.

Sin embargo, la revelación progresiva de La Biblia irá dejando atrás aquella interpretación literal y descontextualizada de Deuteronomio 27 y 28. La revelación divina irá mostrando que los hijos de Dios también vivimos calamidades y que estas no serán necesariamente consecuencias de nuestros malos actos.

Como Richard Rohr apunta, “la vida, y también la Escritura, consiste en dar tres pasos adelante y dos hacia atrás. En esto, el texto bíblico refleja la dinámica de la conciencia y el devenir humanos. Nuestra tarea consiste en averiguar a dónde conducen los textos que suponen tres pasos adelante [1]”.  ” 

También en el Nuevo Testamento

El discernimiento para comprender los cambios sigue de manifiesto en el Nuevo Testamento. En el Concilio de Jerusalén (Hechos 15), con el apóstol Pablo allí presente, se concluye “que no se inquiete a los gentiles” prohibiéndose que nadie coma de lo sacrificado a los ídolos (vs. 19-20).

Sin embargo, vemos que Pablo posteriormente les dirá a los corintios que sí pueden comer de lo sacrificado si su conciencia así se lo permite, pues para Dios un ídolo nada es (1ª Co. 8 y 10). Pablo no mantiene a rajatabla la resolución del Concilio, al menos pasado un tiempo. El apóstol ya había tenido sus roces con Pedro y otros discípulos acerca de este asunto y probablemente observó cómo creyentes de Corinto (quizás los más pobres) no tenían acceso a carne no sacrificada a los ídolos. Pablo entiende, por tanto, que el contexto ha cambiado y que en ahora pueden actuar de otro modo. De nuevo la liberación y la restauración de las personas sustituye a los odres viejos del legalismo ¡Es la progresión que tantas veces Pablo vio en el Antiguo Testamento! Ahora ya no había que circuncidarse y tantas otras cosas que debían ser dejadas atrás. El apóstol entendió que muchos mandatos de La Biblia no tienen intención de atemporalidad, sino que fueron expuestos como soluciones circunstanciales.

Como dice Peter Enns, La Biblia no es un manual sino una historia de Dios y de cómo su gente se ha conectado con él a lo largo de los siglos desde situaciones cambiantes. La Biblia funciona porque es también nuestra historia. Se asocia con nosotros, por así decirlo, modelando nuestro caminar cuando vamos creciendo en profundidad.

En palabras de Alejandro Rivas “La Biblia es revelada porque sus contenidos reflejan una experiencia humano-histórica de lo trascendente, propia de su contexto, que me sirve como una poderosa referencia para descubrir por mí mismo y bajo la guía del Espíritu, las respuestas a los problemas y desafíos – personales y colectivos– de hoy en día. Más que un recetario, la Biblia es la brújula del Espíritu. […] Cuando ponemos en un perfecto balance los elementos divino y humano de la Escritura, podemos evitar los riesgos de una lectura literalista y supernaturalista insensible a los contextos actuales. […] La mediación de lo finito, hay que reiterarlo, no juega en contra de la autoridad de la Biblia. Por el contrario, esta mediación nos muestra de manera profunda la manera en que el cristianismo concibe la divinidad: se trata de un Dios que no rechaza ni niega lo humano, sino que se vale de su fragilidad (finitud, labilidad, etc.) para entregar su mensaje. No debería sorprendernos, por tanto, que la Biblia misma pretenda resumir todo su contenido en el mandamiento del amor (Mt 22:34-40). […]  Creo que la Biblia es infalible porque las grandes líneas directrices en cuanto a la valoración del ser humano no solo me parecen universales, sino que advierto que continúan perennes […] La Biblia tiene autoridad sobre mi vida porque he experimentado los efectos de su mensaje en mi ser y veo que funcionan[2]”.

En el siguiente artículo veremos un ejemplo de contextualización de mandatos y principios bíblicos: Hablaremos de la poligamia de La Biblia y el matrimonio actual.

[1] Richard Rohr, La Biblia y su espiritualidad, SalTerrae, 2012, p. 12

[2] Alejandro Rivas Alva, El Eremita Facebook, Revista Renovación nº 89, 01/2021, pp. 55-64

Paso 8. La CREATIVIDAD de las profecías mesiánicas

Cómo leer lo más difícil de La Biblia. Paso 8 de 15                           

En el anterior artículo vimos cómo la metáfora, el simbolismo o la alegoría son elementos pedagógicos recurrentes en La Biblia. A modo de ejemplo de creatividad alegórica nos acercaremos ahora a las profecías mesiánicas de La Biblia, relatos de vital importancia para el cristianismo.

Es importante saber que los vaticinios del Antiguo Testamento fueron habitualmente interpretados desde el Nuevo Testamento de un modo extraordinariamente figurado y abierto, no literal. Jesús habló simbólicamente con frecuencia y fue mal interpretado por quienes no supieron ver más allá de una lectura literalista del Antiguo Testamento. Esto ocurre, por ejemplo, cuando afirmó que iban a destruir el templo (su cuerpo en realidad, Juan 2, 19) o que iban a comer de su carne (hubo acusaciones de canibalismo contra los cristianos por esto). O como cuando dijo a Nicodemo que debía nacer de nuevo… ¡A Jesús le encantaba hablar simbólicamente! 

Y es que su estilo era muy diferente al que hoy tratan de imponer determinadas corrientes fundamentalistas de interpretación de Las Escrituras. Así que ¡Cuidado con determinados literalismos! Porque pueden ser muy dañinos.

La lectura literal despistó a la gente de la verdad

Jesús combatió una interpretación de Las Escrituras literalista y simplista. En el camino de Emaús exhortó a sus acompañantes porque no se daban cuenta de que muchas profecías ya se habían cumplido. Bien… pero es interesante ver cómo esas profecías no se concretaron como muchos creyentes esperaban en aquel tiempo. Que el Mesías no fuera un caudillo gobernando desde Sion, por ejemplo, no era algo que esperara mucha gente.

Había motivos para esperar un rey guerrero y libertador debido a que el Antiguo Testamento estaba repleto de citas que apuntaban a ello. Y lo mismo sucedía con otros aspectos inesperados que fueron predichos alegóricamente como su muerte o resurrección vaticinada desde el Antiguo Testamento. Sin embargo, desde una lectura literal era nada difícil ver todo aquello proyectado en Jesús. No.

Es cierto que también hay textos proféticos que parecen más concretos y literales cuando son releídos por autores del Nuevo Testamento. Hablamos de versículos del Antiguo Testamento que, aunque en su intención original no siempre se relacionaron con el Mesías, ciertamente en libros como los Salmos se vieron ecos proféticos de algunos detalles de la vida y muerte de Jesús. Como cuando se dice: “En mi sed me dieron a beber vinagre” (69, 21); Mis enemigos me rodean… Han atravesado mis manos y mis pies” (22, 16) o “Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes” (22, 18).

Luego está Isaías 53, en el que los cristianos vieron al anunciado Mesías a pesar de que en su contexto original aquel siervo sufriente era descrito en Isaías como el pueblo de Israel (Is. 41, 8-9; 44, 1-2.; 45, 4; 48, 20; 49, 3).

Así que sí, todos estos textos poseen un elemento creativo y poético en su cumplimiento ya que originalmente se referían a otras cosas que no eran el Mesías. Pero para los autores del Nuevo Testamento, el Espíritu les reveló acontecimientos vividos por Jesús en cada una de aquellas citas.

El Mesías guerrero

Una de las profecías más presentadas hoy como cumplidas en Jesús es la que afirma que el Mesías saldría de Belén (Miqueas 5, 2).

Aunque en esta serie estamos viendo que la mayoría de las profecías mesiánicas son de interpretación creativa, en este caso pareciera que sí estamos ante un cumplimiento profético más literal.

Sin embargo, si seguimos leyendo el capítulo, lo que este nos dice que ese Mesías “será quien nos libre cuando Asiria invada nuestra tierra” (vs. 5). En esa misma línea, el resto de las acciones anunciadas en Miqueas para ese Mesías de Belén (lit. casa de pan), (verso 8 al 12) hablan básicamente de arrasar y destruir las ciudades enemigas. Así que ¿Cómo no iban a esperar a un guerrero los creyentes del siglo primero que leían esto? ¡Seamos comprensivos con ellos!

No obstante, las esperanzas de victoria militar del Antiguo Testamento se entendieron posteriormente como una victoria espiritual sobre las tinieblas por parte de Jesús… aunque esto no fuese tal y cómo lo entendieron los lectores originales, claro. Pero ¡Gloria a Dios por ello!

Como de nuevo vemos, los cumplimientos mesiánicos de La Biblia en Jesús no sucedieron mayoritariamente según algunas exigencias modernas de “verdad”, vaticinio o literalidad. No. El periodismo o historicismo actual poseen exigencias para la verificación de los hechos que no eran las mismas que en tiempos bíblicos.

Por entonces eran comunes las alusiones alegóricas a las que los autores del Nuevo Testamento (bajo inspiración divina) les otorgaron un significado diferente o un doble cumplimiento en Jesús. Pero originalmente aquellas profecías se refirieron a otras personas o acontecimientos diferentes. Pero para los cristianos aquellas profecías son verdad cumplida en Jesús. Lo creemos por fe en un Dios creativo.

Las 30 monedas, tampoco tan literal sino ¡Una metáfora dentro de otra metáfora!

Otro texto que también pareciera menos alegórico y más concreto es el que dice que Yavé sería valorado por treinta monedas de plata (Mateo 27, 9-10; Zacarías 11, 12-13).

“— Si os parece bien, dadme mi salario; y si no, dejadlo. Entonces pesaron lo que me correspondía como salario y me dieron treinta siclos de plata.  El Señor, por su parte, me dijo:

— Echa al tesoro [del Templo] ese buen precio en que me han valorado” (Zacarías 11, 12-13)

Pero ni siquiera en este caso se describe originalmente los requisitos de un futuro Mesías. No. El capítulo 11 de Zacarías es una alegoría de pastores necios que dejan morir a sus ovejas y representan a aquellos reyes que no gobiernan bien conllevando con ello el juicio de Dios.

Fue luego el Espíritu Santo, por medio de los autores del Nuevo Testamento, quien revelaría que Zacarías 11 contenía una predicción alegórica acerca del Mesías ¡Dentro de otra alegoría sobre pastores! Creatividad dentro de la creatividad.

Este cumplimiento de la venta por treinta monedas tampoco es una profecía precisa según nuestros cánones modernos de validación ya que el evangelio la atribuye a Jeremías en lugar de a Zacarías como realmente es (Mateo 7, 9-10). Se trata, por tanto, de otra flexibilidad interpretativa en la que -probablemente- Mateo mezcló profecías citando a un solo profeta representativo sin pretensiones historicistas rigurosas.

Así que no, su objetivo no fue la precisión del dato al meter a Jeremías sino la reivindicación de Jesús en boca de los profetas en su conjunto. Este era el propósito. No hay error en esta falta de exactitud porque La Biblia no debe ser leída bajo nuestras premisas posmodernas de “dato sin error” sino bajo la cosmovisión original que a menudo abraza la poesía y el simbolismo hebreo.

Cumplimiento creativo

Ciertamente Dios pudo haber construido este sistema profético de un modo mucho más claro y comprobable, similar al almanaque que en la película Regreso al futuro viaja al pasado con los resultados deportivos exactos del futuro. Pero La Biblia no es así. La revelación profética es en gran medida una maravillosa oda a la alegoría y la creatividad interpretativa que Dios sopló sobre los autores del Nuevo Testamento.

Esto no significa que aquellos autores poseyeran esa intuición e inteligencia suprema que los llevaría a descifrar códigos antiguos. No. Por fe creemos que se trataba de luz del Espíritu Santo para ver en Jesús el cumplimiento de aquella poesía, alegoría e historias sobre otras vidas del Antiguo Testamento.

Que la interpretación mesiánica de las profecías fue a menudo mucho más creativa que literal lo vemos también cuando Pablo dice que el Mesías “fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras” (1ª Co. 15, 4). Pero… ¿En qué Escrituras se anunció la resurrección de esta forma y en tres días? ¡Realmente en ninguna parte del Antiguo Testamento! … literalmente hablando, claro. Pero cuando Pablo dice que La Escritura vaticinó su resurrección al tercer día… ¡Pablo dice la verdad!… pero desde una lectura extremadamente simbólica y poética de Las Escrituras.

A no ser que el apóstol estuviera pensando en escrituras ajenas a nuestro Canon del Antiguo Testamento (hay razones también para ello), quizás Pablo pensaba en Jonás y en aquellos tres días en el vientre del gran pez. No lo sabemos. Pero resulta interesante que Jesús, camino de Emaús, llamase “insensatos y tercos” (Lucas 24, 25-26) a quienes no dieron cabida a estas interpretaciones proféticas sumamente creativas e imaginativas ¿Verdad? Aquellos que mantenían una expectativa demasiado literal, belicista y poco simbólica de lo que en el Antiguo Testamento decía del Mesías… ¡Estaban equivocados! E incluso Jesús los reprende por ello. 

Prudencia interpretativa: Un camino preparado para la humildad y el amor

Toda esta alegoría bíblica debería alertarnos a la hora de concluir determinadas interpretaciones escatológicas acerca de la segunda venida de Jesús. Nuestros países fueron evangelizados por misiones del cinturón bíblico de los Estados Unidos. Y junto a multitud de cosas buenas que estos misioneros nos trajeron, hay otras que merecen ser repensadas, como una determinada escatología muy floja antropológicamente y que ignora cómo funciona la apocalíptica judía.

Estos intérpretes más literalistas hablan como si aquellas siete iglesias a las que se les envío el Apocalipsis para infundirles esperanza no se hubieran enterado de nada ¡Pobrecitos! Como si aquellos destinatarios hubieran tenido la mala suerte de no vivir en este siglo XXI en el que muchos “iluminados” comprenden claramente las señales y los tiempos. Pero el simbolismo y la alegoría siempre tienen sentido para los receptores originales de La Biblia. No seamos tan arrogantes. Que haya en nosotros prudencia y humildad. Lo que sí debemos hacer es esforzarnos para entender aquellos símbolos y cómo podemos aplicar hoy aquellas enseñanzas.

Las profecías del Antiguo Testamento rara vez se cumplieron como un anuncio claro o como un “copia y pega” nítido y literal ¿Y con qué base, entonces, deberíamos reinterpretarlas otra vez literalmente para el fin de los tiempos? ¿No deberíamos haber aprendido algo de lo que ya pasó en tiempos de Jesús? ¿No fue Jesús quien dijo que “de aquel día y hora nadie sabe”? 

Quizás Dios ha dispuesto que el desciframiento de las profecías sea algo tan abierto para hacernos ver que nuestro intento de domesticar La Biblia es una mala idea. Quizás Dios fue creativo para evitarnos egos. Y quizás la respuesta no dependa de unos iluminados que un día supieron combinar acertadamente versículos de Daniel, Apocalipsis y Mateo sumándolos entre sí como un puzle cósmico que mezcla textos a la carta. No. La Biblia no se escribió para ser descifrada por cabalistas. La Biblia ofrecía esperanza a sus destinatarios originales y nosotros nos beneficiamos de aquello porque también es esperanza para nosotros hoy.

Damos gracias a Dios porque nos dejó La Biblia como una historia de luchas con las que poder identificarnos. Nos dejó una biblioteca sagrada llena de incertidumbres para ser comentadas en comunidad y meditadas por uno mismo con Dios. Nos dejó los retrocesos y avances de un pueblo, reencuentros, dudas, esperanzas, contradicciones y decepciones similares a las nuestras… Nos dejó una historia de amor con un final feliz manifestado en Jesús. Nos dejó un camino lleno de creatividad que no podemos sistematizar, un mensaje que afirma que todo ya se ha cumplido en Cristo. Para que no nos falte la fe ni el amor.

En el siguiente artículo nos preguntaremos: ¿Cómo funciona la revelación progresiva en La Biblia? ¿Cómo debemos entenderla y aplicarla?

Paso 7. La VERDAD en La Biblia: Literalidad vs. creatividad

Cómo leer lo más difícil de La Biblia. Paso 7 de 15       

Como vimos en el artículo anterior, algunas de las dificultades para aceptar la inspiración de textos complicados de La Biblia tienen más que ver con requisitos modernos para la definición de la verdad que con la propia Biblia. El problema, por tanto, es que a muchos evangélicos nos dijeron que la lectura literal es la forma de verdad más elevada que existe y en ocasiones la única posible en La Biblia. Pero esto no es cierto, desde luego. Ni es algo que se concibiera así a lo largo del cristianismo. Ni mucho menos.

El origen de la interpretación literal como sinónimo de verdad

Gran parte de nuestra hermenéutica literalista evangélica actual proviene de círculos religiosos del siglo XIX. Pero desde el principio del cristianismo La Biblia no solía leerse así. Esta mentalidad tuvo su cenit en EE.UU. cuando la teoría de la evolución saltaba a las escuelas. Como respuesta al darwinismo, muchos cristianos reaccionaron enérgicamente a la defensiva afirmando que la interpretación literal de La Biblia es la única verdad posible. Esta peculiar forma de leer Génesis -y gran parte de Las Escrituras- fue apropiándose de cada vez más cristianos que, desconcertados, contemplaban una abrupta secularización y pluralidad religiosa nunca vistas antes por sus ojos.

El miedo y la necesidad de una reacción comenzó a dominarlo todo. Aquel torbellino de respuesta religiosa reaccionó sin una indagación real de los posibles significados primigenios y alegóricos de Génesis. El cristiano medio del siglo XIX y principios del XX no tenía acceso a recursos extrabíblicos que pudieran explicarles cómo funcionaba la semiótica y el sentido de las cosmogonías de culturas tan alejadas a las suyas como las de La Biblia. Así que todo se leía con gafas made in USA, con unos ojos que se alimentaban de la modernidad y la revolución científica.

Aquella reacción dio también lugar a inmensos grupos menos ortodoxos de interpretación literalista como los Testigos de Jehová o los Santos de los últimos días, entre otros. Y como todos sabemos, no eran cuatro gatos sino que se convertirían en millones. Triunfaban las interpretaciones sensacionalistas y poco contextualizadas del texto bíblico. Cuanto más literales, planas y estrambóticas eran las interpretaciones bíblicas, más adeptos sumaban.

Aquel boom popularizaría un tipo de lectura literal de La Biblia que configuraría el núcleo del estallido misionero que desde el cinturón bíblico estadounidense se expandiría por el resto del planeta.

¿Y por qué esta forma de acercarse a La Biblia triunfó en EE.UU.?  Las razones sociológicas son muchas y complejas. Aunque no es solo cosa de los EE.UU. su influencia es muy directa y evidente en el cristianismo evangélico de habla hispana actual. Somos hijos de aquellas misiones que también nos trajeron muchas cosas buenas.

Pero no todo se explica mirando solo a los EE.UU. Como David Casado señala, “La Reforma acabó con la ortodoxia interpretativa establecida más de diez siglos atrás; es decir, acabó con el alegorismo. [Pero] -aclara- Fidelidad no es literalidad […] como ocurre, por ejemplo, en la afirmación de Jesús de reconstruir el templo en tres días (Jn. 2, 19-21). Solo la fidelidad al símbolo permite captar en toda su riqueza y amplitud el mensaje que el autor quiso transmitir[1]”.

La literalidad no es siempre la mejor forma de transmitir verdad

En medicina o aeronáutica se utiliza un lenguaje siempre literal. Pero cuando describimos nuestras relaciones, experiencias o determinadas enseñanzas espirituales (y de eso trata La Biblia) el lenguaje literal es con frecuencia el menos apropiado. Cuando alguien nos pregunta: “¿Por qué amas a tu hijo?” no respondemos con datos fisionómicos, históricos o científicos. Usamos un lenguaje retórico, hiperbólico o poético ¿No es cierto? Pues igual ocurre a menudo en Las Escrituras.

Cuando hoy decimos: “como bien le dijo Don Quijote a Sancho…”  lo que pretendemos es poner en valor la sabiduría, la antigüedad o el prestigio de aquello que escribió Miguel de Cervantes a sabiendas de que Don Quiote y Sancho fueron personajes ficticios. El poder de una buena historia creada puede cambiar el mundo con su verdad.

La pedagogía de una gran historia va más allá de que esta pueda encajarse, o no, con la ciencia de nuestro momento ¡Faltaría más! Las parábolas, por ejemplo, son historias inventadas por Jesús que han transformado millones de vidas con más impacto que innumerables narraciones rigurosamente históricas ¡Historias ficticias que transforman realidades profundas! ¿Acaso puede haber algo más bello y fascinante? Con esto se demuestra que algunas de las mejores y más divinas narraciones no tienen por qué estar basadas en acontecimientos históricos.

Karl Barth expresó la necesidad de situarnos en los pies de los receptores bíblicos cuando dice que “la idea de que la Biblia declara la Palabra de Dios solo cuando habla históricamente es una idea que debe abandonarse […] La presunta equiparación de la Palabra de Dios con un registro “histórico” es un postulado inadmisible que no se origina en la Biblia en absoluto, sino en el infortunado hábito del pensamiento occidental que asume que la realidad de una [narración] se mantiene o cae según sea “historia” o no[2]”.

Géneros bíblicos no literalistas: La hipérbole

El apóstol Pablo dijo que el evangelio “fue proclamado a toda la creación debajo del cielo” (Colosenses 1:23) cuando, literalmente, sabemos que ni siquiera fue proclamado al 0.1% del planeta cuando se escribe aquello.

¿“Toda la tierra” procuraba ver a Salomón como dice 1ª Reyes 10, 24? ¿Vinieron desde lo que hoy es Australia o América? Obviamente no. La intención del texto no es aportar información cuantitativa o geopolítica, sino exaltar hiperbólicamente la fama de Salomón. Esto lo hacemos también hoy día y nadie piensa que estemos mintiendo. En La Biblia ocurre lo mismo.

Otro ejemplo pedagógico de creatividad no literal es el siguiente: «Un profeta de Creta dice: «Los cretenses siempre son mentirosos” Y esto es verdad» (Tito 1, 12-13). Pero… ¿Cómo puede ser cierto que un cretense diga que los cretenses son “SIEMPRE mentirosos”? 😊 La expresión no tiene sentido si la tomamos literal. Pero resulta una creativa y hasta divertida forma de darle un palo a los cretenses.

Luego el texto continúa diciendo que “todos” los cretenses son unas “malas bestias, glotones ociosos”. Así que de nuevo se exagera sin pretender el rigor, pues suponemos que existiría algún buen cretense responsable ¡Seguro que sí! Y es que las generalizaciones no son justas si se toman al pie de la letra.

Estamos ante una exageración teatralizada. Pero esta descripción de la ética cretense no es una revelación divina atemporal acerca de la moral de todos los habitantes de Creta sino un desahogo de quien debió sufrir malas experiencias personales. Esa es la verdad tras estos versículos.

Jesús dijo que la mostaza “es la más pequeña de todas las semillas” (Mt. 13, 31) cuando no lo es. Hay orquídeas, por ej., cuya semilla es menor. Esa fe como un grano de mostaza -continúa Jesús- también hará que podamos decir a una montaña “trasládate de aquí para allá”, y se trasladará” (Mateo 17, 20)…pero nunca se vio a nadie cambiar de sitio montes ¿Y entonces? ¿Jesús miente? ¿Se equivoca? ¿Nadie jamás ha tenido un mínimo de fe para cumplir esta “promesa”?

Bueno, lo que ocurre es que de nuevo Jesús no habla literalmente sino que busca el impacto. Es lo que hacemos cualquiera de nosotros hoy al expresarnos.

Cuando alguien hoy dice “nada es imposible” sabe perfectamente que hay millones de cosas que no podemos hacer. Si tienes 65 años olvídate, por ejemplo, de batir el récord de 100 metros lisos. Decir “nada es imposible” es solo una hipérbole que nos anima a intentar desafíos complicados que requieren de un gran esfuerzo. Es un llamado a no ponernos límites que quizás solo están en nuestra cabeza o en un entorno limitante.

Jesús busca llegar a oyentes que tenían interiorizado el grano de mostaza como el más pequeño. Y como buen maestro desea que lo comprendan de la mejor manera. De eso se trata. Él quiere llevar a sus oyentes a una dimensión sobrenatural e íntima de la fe que hasta ahora no habían experimentada. La Palabra encarnada ahora está con ellos y podrán vivir y hacer cosas que antes ni siquiera imaginaron que serían posibles.

Las Escrituras son siempre verdad más allá de su género literario y que incluye el simbolismo como algo muy pedagógico y característico de la antigüedad. La Biblia es inspirada desde el principio, desde Génesis con su serpiente parlante y con ese Dios que se pasea por el huerto como si necesitara estirar las piernas. La Biblia es verdad hasta su final con su Apocalipsis de bestias de varias cabezas, un libro de esperanza para aquellas siete iglesias familiarizadas con ese género literario. Apocalipsis es esperanza para nosotros también si acertamos al leer sus símbolos desde su contexto. El libro de Revelación nos muestra a Dios como el triunfante en la tribulación… y muchas cosas más.

Como dice Anthony de Mello, si la historia de la gallina de los huevos de oro estuviese en la Biblia, cuántos cristianos pasarían más tiempo discutiendo sobre cómo fue posible que una gallina hiciera aquello que aplicando sus lecciones sobre la avaricia.

Mandatos para su contexto, enseñanzas para nosotros

Podemos aprender de todo lo que está en La Biblia a pesar de que sus autores no estuvieran pensando en lectores del siglo XXI. Como cuando Pablo dice: «Haced que se lea entre vosotros la carta que envié a los laodicenses» (Col. 4,16).  De acuerdo… pero aquella carta no ha llegado hasta nosotros. Así que…  ¿Cómo es posible que existan mandatos en su Palabra que son imposibles de aplicar por nosotros hoy? Como ya dijimos, aquí Pablo no se dirige a nosotros sino a una comunidad concreta en Colosas. La inspiración de sus escritos aborda necesidades y circunstancias particulares que pueden ser diferentes a las nuestras. Esto es importante tenerlo en cuenta para comprender bien La Biblia.

Pero entonces ¿Esta orden de leer una carta desconocida no tiene validez para nosotros? La respuesta es que sí nos vale. De este versículo aprendemos -por ejemplo- que esa carta existió. Eso ya es algo ¿No? También aprendemos de la importancia que se le daba a la lectura comunitaria de cartas y que es bueno conocer qué les sucede a otras iglesias. Todo esto son cosas que aprendemos. En cualquier caso, este mandato de “leer la carta a Laodicea” nos muestra que no todo lo que se ordena en La Biblia bajo inspiración divina es siempre de obligado cumplimiento para nosotros hoy.

Del mismo modo, cuando Jesús o un apóstol cita a Noé, a Eva, o a otro personaje bíblico, la enseñanza espiritual debería ser la misma para los cristianos más literalistas que para quienes aceptan la posibilidad de que algunas narraciones sean alegorías o prototípicas.

El propósito de Biblia es encontrarnos con la enseñanza. Como cuando Pablo habla del hijo destetado de Agar diciendo que aquello “es una alegoría, pues estas mujeres son los dos pactos” (Ga. 4, 24). Pablo proyecta una interpretación alegórica a una narración que fue contada como historia. Pero tratar de analizar el ADN de Agar no confirmará ni desmentirá la verdad de su mención. No va de esto. Descubrir las interpretaciones espontáneas que estos símbolos pudieron provocar en aquellas comunidades originales es algo revelador también para nosotros.

La verdad de La Biblia entre los primeros cristianos

Entre los cristianos inmediatamente posteriores a La Biblia encontramos citas que aluden a Las Escrituras como la verdad de Dios ¡Claro que sí! Pero esto no significa (como algunos cristianos más literalistas han sugerido) que aquellos primeros creyentes considerasen el literalismo como la mejor y única manifestación de la verdad. La cuestión, por tanto, no es interpretar La Biblia literalmente sino tomarla en serio y desde su contexto.

Otra de Pinocho

Si dentro de mil años alguien leyera una noticia de 2024 que diga: “Antonio miente y le crece la nariz como a Pinocho” ¿Pensará que en 2024 se produjo un inexplicable crecimiento de la nariz de un tal Antonio? Si esto nos parece un error infantil ¿Qué hacemos nosotros con el rico simbolismo bíblico? ¿Concluirá ese lector del año 3024 que Pinocho fue un personaje histórico?

Si ese interprete del futuro tuviese una mentalidad simplista y no investigase acerca de nuestras formas de hablar en 2024… ¡Quizás sí piense que existió en realidad Pinocho! Pero si esa persona examina otros textos de nuestro tiempo y consulta nuestros libros y películas comprobará que la alusión a Pinocho es solo una referencia metafórica. Comprenderá que la verdad liberadora se encuentra en el mensaje

¿Y qué hacemos nosotros con La Biblia? ¿Sabemos que narrativa hebrea era especialmente rica en su simbolismo pedagógico?                                                            

La semiótica judía es pedagogía, también para hoy

La semiótica es el estudio de los signos y significados del lenguaje, y está muy presente en la narrativa hebrea. Como Pablo R. Andiñach explica: “el análisis literario considera cada detalle del texto como un actor semiótico. Por ejemplo, si un libro profético comienza con la información de la fecha de la actuación del profeta, no se pregunta sobre la veracidad de ese dato sino que la asume como información semiótica que ofrece sentido al relato. Si el Cantar se atribuye en 1,1 a Salomón no le interesa constatar si fue en realidad el autor material, pero se hace la pregunta: ¿Qué significa que el libro diga que ha sido compuesto por Salomón? Al ver que en Gn 12,10-20 y 20,1-18 se narran dos historias muy parecidas sobre Abraham y Sara la pregunta de la semiótica es: ¿Cuál es el sentido de poseer estas dos historias? […] el esfuerzo de la crítica bíblica es describir el contexto social, religioso, cultural en que surgió cada libro […] pero el sentido no reside en esa reconstrucción, sino que la hermenéutica se aprovecha de ella para ir más allá […] se trata de que esa lectura modifique nuestra comprensión de la historia, de la teología y de la vida[3]”.

Termino con las palabras de Brian Zahnd acerca de la comprensión de La Biblia: “Entiende para qué se usan las formas y deja de esforzarte en perder de vista los puntos claves. Intenta aprender qué importa y qué no. No se trata de dónde y cuándo vivió Job sino de lo que Job aprendió. No se trata de encontrar el arca de Noé sino de librar al mundo de la violencia. No va de que una serpiente pueda hablar sino de lo que ese maldito ser dijo. Aunque nunca he conocido una serpiente parlante, sí he tenido pensamientos de serpiente en mi cabeza. La parábola y la metáfora tienen su propia forma de tirarnos al suelo […] El literalismo plano empequeñece la historia, la confina en el tiempo y la hace irrelevante. Pero la poesía y la alegoría viajan a través del tiempo y del espacio para adherirse a nuestro rostro. Los acontecimientos inertes se archivan fácilmente, pero la historia bien expresada te perseguirá. Deja que haya asombro, misterio. Es tiempo de que la historia de La Biblia salga de la jaula y entre en escena. Permite que la historia se filtre en tu vida y comience a entretejerse con tu propia historia. Ahí será entonces cuando, por fin, querido amigo, estarás leyendo bien la Biblia”.[4]

A modo de ejemplo, en el siguiente artículo sobre «La creatividad de las profecías mesiánicas» comprobaremos cómo estas profecías fueron muy poco o nada literales en su cumplimiento y el sentido de aplicación que esto tiene para nosotros.

[1] David Casado. El apocalipsis. Clie, 2004, pp. 42-43

[2] Karl Barth, Dogmática eclesial, vol. 3, pt. 1:82

[3] Pablo R. Andiñach, Introducción hermenéutica al Antiguo Testamento. Verbo Divino, 2012, p. 37, 38 y 40

[4] Brian Zahnd, adaptado del poema Reading The Bible Right (Cómo leer bien La Biblia),

Paso 6. La VERDAD según La Biblia: Un estilo de vida

Cómo leer lo más difícil de La Biblia. Paso 6 de 15

Para afirmar que La Biblia es verdadera debemos hacernos una pregunta previa: ¿Qué es La Verdad en La Biblia? ¿Es un mero conocimiento intelectual contrastado? Lo cierto es que la idea “moderna” de verdad como datos y conocimiento demostrable sí aparece en La Biblia, sí. Pero la verdad bíblica es al mismo tiempo un concepto mucho más amplio y profundo.

La verdad entendida como aquello empíricamente verificable es solo un tipo de verdad, muy de nuestra cultura, muy dominante tras la modernidad. Este concepto reduccionista de la verdad es también característico de la apologética cristiana contemporánea, algo que, paradójicamente, alimenta la percepción de descrédito de la Biblia según algunas encuestas (Barna).

Sin embargo, los autores bíblicos van más allá de esta noción a causa de su plena conciencia de que las personas necesitamos más que datos empíricos para encontrar nuestra identidad y el propósito de la vida.

Aletheia: La verdad como estilo de vida                                                           

Aletheia es el término griego del Nuevo Testamento que se ha traducido en nuestras Biblias como “verdad”. Significa principalmente “practicar la verdad” (Concordancia Strong) además de decirla. Aletheia definía el concepto filosófico acerca de la práctica coherente de aquello que se afirma. El término derivado que traducimos como “verdadero” también significa: “sincero, fiable, genuino”, auténtico, real, veraz, fiel” (Diccionario Verbo Divino). Algo verdadero (aletheia) equivale a menudo a un testimonio de vida coherente. Es lo contrario al postureo o la hipocresía que se confronta desde un estilo de vida genuino, fiable, que bendice y que transforma el mundo.

Este concepto se manifiesta en el Antiguo Testamento y en toda una Biblia llena de ejemplos en los que La verdad equivale a una práctica contrastada de valores éticos como, por ejemplo, la fidelidad.

Veamos un ejemplo:                                                                                      

Fidelidad = Verdad

La primera vez que aparece la palabra “verdad” en muchas de nuestras traducciones es en Génesis 24: 26, 27. Es tal la fuerza de su sentido como valor de coherencia que en algunas versiones es traducida como “fidelidad”:

 “¡Bendito sea el Señor, el Dios de mi amo Abrahán, que no ha dejado de manifestar con mi amo su amor y su FIDELIDAD guiando mis pasos” (Versión La Palabra). En otras versiones como la RV60, el término se traduce como “verdad” ¿Y por qué?

Verdad y fidelidad es lo mismo para la cultura hebrea. Dios reveló la verdad a su sirviente demostrando que era fiel, digno de confianza. Y por eso es verdadero. La verdad en este y otros textos de La Biblia no trata de hechos verificados empíricamente sino de una vida ejemplar que manifiesta consecuencias positivas.

Verdad = Hacer el bien

Proverbios 8, 7 dice: “Mi boca paladea la verdad, pues la maldad repugna a mis labios”. Fijémonos cómo no contrapone la verdad a la mentira ni a los datos falsos (como haríamos nosotros), sino a la maldad. Aquí la verdad equivale de nuevo a hacer el bien. Un acto de bendición es, por tanto, una manifestación de la verdad. Lo que no bendice es verborrea y morralla.

La verdad de La Biblia no se valida desde nuestros criterios occidentales más establecidos tras la revolución científica. Como Yolanda Monroy afirma[1], Las Escrituras a menudo no definen la verdad como conocimiento o como datos contrastados sino como aquello que Dios es. Hemos visto la fidelidad o confianza como sinónimo de verdad (Gn. 24, 26-27). Como también podríamos verlo en la integridad (Mateo 22, 16) o en el criterio para realizar un juicio justo (Juan 5, 31-36). Son muchos los ejemplos en los que la verdad es equivalente a una actitud liberadora.

¿Cómo saber que Jesús es La verdad?

El evangelio de Juan es el libro más empeñado de toda La Biblia en mostrar que Jesús es La verdad. Es su tema central: “Y el que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero; y él sabe que dice verdad, para que vosotros también creáis” (Juan 19, 35).

Fijémonos en la cadena lógica del versículo. 1) Lo primero que ven los testigos es su testimonio, su estilo de vida. 2) Luego, la observación de esa vida produce confianza en el observador acerca de lo que él dice. 3) Y como consecuencia, muchos creen en él.

En otras palabras: ¿Cómo sabían que Jesús estaba diciendo la verdad? ¿Cómo sabían que él era verdadero? Por su testimonio, por su coherencia en un estilo de vida que traía liberación.

Bien. ¿Pero qué pasa con quienes no hemos visto a Jesús en persona? El evangelio de Juan trata de demostrar a una generación que no ha visto a Jesús que él es la verdad. Se escribe a personas de todos los rincones del imperio que no sabían siquiera qué era eso de un Mesías y que, por tanto, no esperan uno. Y si Jesús ya no está visible entre nosotros ¿Cómo sabrá el mundo que él es La verdad? ¡Los retos de Juan son fuertes!

¿Y cómo afronta el evangelio de Juan  este reto?

Una de las respuestas que ofrece este evangelio es que, a pensar de nuestras imperfecciones, la gente puede comprobar que Jesús y La Biblia son verdaderos viéndonos a nosotros. Sí. Así lo ha querido Dios.

Pensemos en la expresión “vosotros sois el cuerpo de Cristo” (1ª Co. 12, 17) que Pablo también recoge. Esto significa que a Cristo pueden verlo en nosotros, que somos embajadores del Reino de la verdad. Y por eso Juan dice que “los que actúan conforme a la verdad buscan la luz para que aparezca con toda claridad que es Dios quien inspira sus acciones.” (Juan 3, 19-21). Juan narra las señales y acciones de Jesús para que la gente sepa lo que él hizo y para que los cristianos podamos reproducir su ejemplo para mostrarlo a quienes no lo conocieron.

En otros evangelios Jesús expondrá este mismo desafío: “Así brille vuestra luz delante de las personas, para que vean vuestras buenas acciones y así glorifiquen a vuestro Padre celestial” (Mateo 5, 16). La Biblia habla de practicar la verdad de Dios principalmente mediante el amor hacia Dios y al prójimo, expresión con la que Jesús resume el propósito de toda la revelación (Mateo 7, 12) ¡Amén, ¡Amen! (esta segunda, sin tilde).

La verdad se manifiesta al mundo que crece en descreimiento fundamentalmente desde las marcas del carácter cristiano. Estas producen confianza en quienes nos rodean y descolocan para bien a quienes nos observan. Es La apologética y La evangelización de verdad, nunca mejor dicho. Porque ser verdadero en La Biblia es un estilo de vida poderoso que llama la atención.

Nuestra conducta en los momentos importantes es a menudo el mejor valedor de que La Biblia es verdadera, pues como Pablo dice a los cristianos de Tesalónica: “el mensaje evangélico de Dios que os proclamamos, no fue un mensaje humano el que acogisteis sino, como es en verdad, un mensaje divino que sigue actuando en vosotros los creyentes”. (1Ts. 2,13).

Somos el cuerpo de Cristo. Y en un sentido maravillosamente pedagógico, somos también La Biblia cuya credibilidad el mundo examina. Como Pablo dice: “nuestras epístolas, nuestras cartas sois vosotros, conocidas y leídas por todos los hombres; siendo manifiesto que sois carta de Cristo, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón”. (2ª Co. 3. 2-3).

Doy gracias a Dios por el testimonio de tantos cristianos que han fortalecido mi fe con su ejemplo de vida cercano. Por esto también creo. Y con este propósito me acerco a La Biblia, también a los textos más difíciles y raros: Para ser llevado a las buenas obras, que es el fin de la inspiración revelada (2ª Ti. 3, 16-17). Inspirados para sanar e inspirar a otros es la mayor evidencia de que el Dios de La Biblia  es verdadero.

[1] Yolanda Monroy, ¿Es la Biblia verdad? 15-09-2022 https://www.youtube.com/watch?v=j8wBwZ-7I5Y

Paso 5. Qué debes saber de las TRADUCCIONES de La Biblia

Cómo leer lo más difícil de La Biblia. Paso 5 de 15

Nuestras Biblias son buenas traducciones, pero no perfectas. Tener esto en cuenta es muy importante ¡Imagina cuánto daño puede hacerse por aplicar una mala traducción de La Palabra de Dios! (¡Y esto ocurre a menudo!). Por esto debemos ser conscientes de que nuestras traducciones poseen algún grado de trastoque del mensaje original. Aunque esta realidad es incómoda y un tanto tabú en las iglesias, necesitamos abordarla del mejor modo posible si queremos honrar el texto bíblico. Vayamos a ello…

Nuestra Biblia es una traducción ¡Que va mejorando!

Los últimos hallazgos lingüísticos son cuantiosos y esto es algo muy bueno. Nos demuestran también que algunos versículos de versiones tradicionales realizaron adaptaciones a nuestros idiomas un tanto dudosas y discutibles. Los dos últimos siglos han arrojado más luz arqueológica sobre las culturas bíblicas que los dieciocho anteriores juntos. Y lo mismo podemos decir de los manuscritos bíblicos ¡Hoy son más y mejores que hace cinco siglos! ¡Y esto es maravilloso! Pero claro… Para parte de la comunidad religiosa más tradicional no es fácil admitir que determinados versículos que fueron repetidos por generaciones necesitan ser revisados. La fuerza de la costumbre es muy poderosa, especialmente en el contexto religioso. Y esto puede ser un problema.  

Lo paradójico de este rechazo psicológico a la revisión de nuestras traducciones es que en realidad no se está cambiando “lo de siempre” (como muchos perciben) sino que se trata de justo lo contrario. Gracias a la evidencia acumulada en las últimas décadas, el revisionismo de una traducción propone acercarnos aún más a lo que debieron ser los términos y expresiones bíblicas originales. Por esto en ocasiones se propone sustituir aquellas expresiones que un día se distorsionaron en nuestros idiomas debido a los sesgados y limitados conocimientos de los traductores de hace siglos. Estos también han proyectado sobre términos bíblicos un significado que era más propio de la cultura del traductor que de la del autor bíblico original. E insistimos… en esto se ha avanzado mucho.

Lo que pone en mi Biblia de toda la vida… ¡Que nadie me lo toque! El ejemplo de “sodomitas”.

Por poner un ejemplo de este rechazo general a que se hagan traducciones “nuevas” (que como decimos, trata de volver con más rigor a lo original) citamos la versión Reina Valera 1960 (RV60), en 1ª Timoteo 1, 9-10 donde dice: “La ley no fue dada para el justo, sino […]  para los fornicarios, para los sodomitas (arsenokoitai)…”.

Bien. La RV60 ha puesto en español la palabra “sodomita” aquí y en otros versículos referidos a determinadas prácticas sexuales condenadas, casi todos del Antiguo Testamento (aunque el ejemplo de Timoteo es en griego). Sin embargo, el término “sodomitas” vertido en estos textos no existe en los manuscritos griegos. De hecho, el término a menudo no hace alusión alguna a los habitantes de Sodoma ni a practicantes de la homosexualidad (que es otra de las acepciones de “sodomita” según nuestros diccionarios actuales).

Rectificar es de sabios, y en el caso del Antiguo Testamento, el comité traductor de la Nueva Versión Internacional (NVI) dejó de verter el término hebreo “qadesh” (pl. qedeshim) como “sodomita”. El comunicado del comité traductor de la NVI aclaraba que el “auténtico significado es ‘prostitución sagrada’, que era una actividad prominente y notable en los cultos sagrados de los cananitas a los dioses y diosas de la fertilidad[1]”.

Pero traducir en estos casos “sodomitas” u “homosexuales”, es una interpretación errónea (o tendenciosa) de traductores del pasado. Así de simple. Estos son los hechos acerca de lo que hoy sabemos del término gadesh. No son opiniones ni posicionamientos teológicos como decimos. No tiene que ver con estar a favor o en contra de una práctica homosexual sino respetar y amar aquello que dice el texto.

Lamentablemente- en lugar de felicitar al comité de la NVI por ajustarse mejor a lo que hoy sabemos de la revelación bíblica, la NVI fue objeto de numerosos boicots por parte de iglesias y cristianos. Ante la avalancha de estas críticas, la NVI emitió un comunicado afirmando que ellos sí condenaban la homosexualidad como un pecado. Pero este no era el asunto. No se trataba de saber qué pensaban los integrantes del comité traductor sobre la homosexualidad sino de qué dice el texto bíblico que nos ha llegado ¿No es cierto? Lo terrible aquí es que a muchos cristianos no les importaba realmente que sus Biblias hubieran estado tergiversadas si dicha tergiversación confirma sus creencias acerca de la homosexualidad. (de los procesos de confirmación de sesgo ya hemos hablado). Esto no respeta La Biblia y es una advertencia que queríamos comentar en esta serie acerca de cómo comprender mejor el texto bíblico. Pues como ya hemos dicho en otras ocasiones, no todo el mundo quiere comprender mejor La Biblia.

A tener en cuenta antes de interpretar

Entrando en las dificultades que algunos textos presentan para su traducción debemos saber que existen términos de los idiomas bíblicos que no tienen equivalentes puros en nuestro idioma. Hay palabras -por ejemplo- que se usaron originalmente en La Biblia con un doble sentido debido a que este (como en cualquier idioma) poseía diferentes acepciones en su cultura.

Existe una distancia de idioma, de miles de años y hasta de miles de kilómetros entre nosotros y el texto bíblico. Esto hace que aquellas frases o términos no siempre posean en nuestro idioma el mismo juego de palabras o doble sentido intencional. Este es un problema habitual en traducciones de este tipo y cuyo resultado es la pérdida de todo o de gran parte del sentido intencional original de algunas narraciones bíblicas ¡Esto no ocurre en todos los versículos! Pero sí en algunos con los que debemos ser prudentes al interpretarlos. Especialmente cuando nuestra interpretación suponga una fractura con otras personas. En estos casos hay que indagarlo todo mejor y ser muy humilde.

Algunos lectores cristianos se estarán incomodando al leer todo esto. Pero que podamos ir mejorando nuestras traducciones que tanto nos han bendecido es algo maravilloso. Estos descubrimientos que traen mejoras son una luz progresiva también en la historia de las traducciones bíblicas. Son una muestra de que, a pesar de todo, Dios nos ha hablado con las limitaciones de cada generación al mismo tiempo que aumenta su luz sobre nosotros ¡Y esto es genial! Damos gracias a Dios por ello.

Un ejemplo de problemática en nuestro idioma:

Si hoy quisiéramos contar que un obrero de la construcción (llamado Antonio) ha sido engañado por su patrón mediante una fraudulenta propuesta de inversiones financieras (algo que resulta ajeno a su trabajo cotidiano como peón de obra) y queremos decir que Antonio aún no se ha dado cuenta de esta estafa, podríamos describir esta situación con cierta sorna diciendo (con doble sentido irónico): “Ahí podemos ver cómo el obrero Antonio sigue “picando”.”. El sarcasmo de nuestra frase reside en que al mismo tiempo que todos ven cómo Antonio está picando con un pico la piedra de la carretera, estamos aprovechando esa imagen para decirles a nuestros lectores que Antonio aún sigue engañado (“picar” en español de España también puede significar “ser engañado”).

Bien. Pero ¿Y cómo se traduciría esta expresión a un idioma que no tiene un mismo vocablo (el verbo picar) para referirse al golpeo con un pico y también a ser engañado? ¡Qué difícil! ¿Cierto? Pero los problemas para traducir esto no acaban aquí… ¿Y si el traductor futuro de nuestro texto se equivoca al traducir porque erróneamente está deduciendo que el autor original quería comunicar este doble sentido cuando quizás no era así? ¿Y si el autor solo quería describir el acto de picar piedra de Antonio sin aludir a que fue engañado por su jefe? Pero… (como diría el humorista) ¿Y si sí? …

Los traductores no pueden meterse dentro de la cabeza del autor bíblico para conocer exactamente su intención en cada frase. Pensemos también en que las cartas del Nuevo Testamento se enviaban a iglesias de las que desconocemos muchas de las cosas que pasaban que sí eran conocidas por el autor de la epístola.

Si no disponemos de muchas explicaciones ofrecidas por el autor original se producen situaciones en las que el traductor está obligado a interpretar o deducir sin una plena seguridad por su parte de qué quiso decir exactamente el autor bíblico.

Y para complicarlo aún más … (seguimos con el ejemplo) ¿Y si pasados 1000 años de nuestro escrito acerca de “Antonio sigue picando” descubren por primera vez que “picar” también significa para nosotros “comer entre horas”? Quizás los traductores del futuro tendrían que abrirse a la nueva posibilidad de una mejor traducción. O al menos estarían llamados a no ser muy dogmáticos con su interpretación de este relato ¡Y es ahí a donde queremos llegar! Humildad y prudencia ante determinados versículos.

Creo que podemos entender un poco mejor a los musulmanes cuando dicen que el Corán solo debería leerse en su lengua original ¿No es cierto?

Se trata de realismo y reverencia a La Palabra de Dios. Y por eso hablamos de las traducciones en esta serie: Porque tomar como Palabra de Dios una interpretación que depende de una mala traducción puede ser un desastre.

Hay una base confiable que deriva en Jesús

Nuestras Biblias son un gran trabajo de traducción, aunque no perfecto. La mayoría de los versículos pueden traducirse con confianza, aunque no siempre ha sido posible reflejar todas las intenciones, polisemias o juegos de palabras del idioma original. Incluso hay términos hebreos y griegos cuyo significado original no está 100% claro.

¿Y cómo afrontar esto? Bueno, los expertos coinciden en que “lo gordo” de La Biblia está bien traducido. Podemos estar tranquilos. Pero la labor de traducción no deja de ser otro filtro humano. Los traductores no escapan de sus condicionantes religiosos, prejuicios, experiencias o presiones de mercado. Esta es la realidad que, por amor a Las Sagradas Escrituras, no debemos barrer debajo de la alfombra.

Algunos se preguntarán: ¿Y por qué Dios permite este punto de incertidumbre en nuestras traducciones? … Pues no lo sabemos. Quizás Dios quiera que nos centremos en lo esencial y que dependamos más de Él siendo más humildes y comprensivos con el otro. Quizás Dios quiera recordarnos que no puede haber intérpretes infalibles entre nosotros y que Él es La Palabra. Esta imperfección textual nos debería recordar que el amor también está hecho para sostener la incertidumbre. A fin de cuentas, de eso trata la vida cristiana ¿No? ¡Vivan nuestras traducciones imperfectas!

En el siguiente artículo «¿Qué es La verdad en La Biblia?» veremos que equivale a un estilo de vida confiable y coherente ¿Qué significa ser verdadero? ¿Cómo se demuestra a una generación escéptica que Jesús es La Verdad? Lo veremos…

[1] Dr. Luciano Jaramillo, secretario del comité de traducción de la NVI. 2013,  https://www.youtube.com/watch?v=uHjQRulcHoc 

Paso 4. Mi doctrina: ¿Es la verdadera INTERPRETACIÓN?

Cómo leer lo más difícil de La Biblia. Paso 4 de 15

En el anterior artículo hablamos de la importancia de comprender los factores psicológicos, religiosos y sociales que condicionan nuestra interpretación de La Biblia. Aquí hablaremos de cómo el análisis de estos condicionamientos nos puede llevar a una necesaria deconstrucción de algunas doctrinas aprendidas. Así que, adelante… 

¿Exige la sana doctrina una interpretación siempre inflexible? ¿Qué dice La Biblia?

Si Dios hubiera querido entregarnos un manual de teología sistemática, nos lo hubiera dado. Sin duda. Quizás en 7 ó 12 tomos, supongo. Pero no lo hizo. Inspiró textos abiertos y creativos para ser leídos en comunidad ¿Significa esto que es imposible decantarse por una interpretación “verdadera” de cada asunto bíblico? No. Cada uno de nosotros tenemos la responsabilidad de seguir a Cristo desde la luz que hemos recibido en conciencia y coherencia. (El último artículo de esta serie estará dedicado a La verdad de La Biblia).

En cada comunidad de fe será frecuente (cada vez más) que nuestro hermano tenga filtros de interpretación diferentes a los míos. Y es ahí donde entra el amor y la humildad como oportunidad para la convivencia y la edificación, algo que forma parte del propósito de la iglesia. Y es que de eso también trata La Biblia cuando nos muestra narraciones desde diferentes ángulos y posibilidades.

Tomando en cuenta nuestra naturaleza caída asumimos que somos imperfectos y condicionados también cuando interpretamos Las Escrituras. Al mismo tiempo, La Biblia nos llaman a perseguir la sana doctrina de Dios. Así que se trata de equilibrio entre no creernos intérpretes infalibles y no abrazar un relativismo extremo que no vivifica y no  sirve de guía.

Se trata de no ser fundamentalistas en el sentido arrogante, ni relativistas. Se trata de ser humanos, cristianos realistas y de fe. Y ahí entra siempre la búsqueda del discernimiento. Y esto a menudo requiere de mayor esfuerzo que abrazar cualquier consigna religiosa sin meditarla demasiado.

Qué es la deconstrucción de la fe

Llegados a este punto, algunos descubren que aquello que les enseñaron al hacerse cristianos hoy no les resulta firme ni convincente ¡Menudo shock! ¿Y qué hago entonces? ¿Abandono la fe? ¿O quizás existen otras formas más coherentes de vivir el cristianismo y La Biblia? A la respuesta afirmativa a esta última pregunta lo llamamos deconstrucción ¿Y qué es la deconstrucción?

El diccionario de la RAE define el verbo deconstruir como “Deshacer analíticamente algo para darle una nueva estructura”. El término deconstrucción es definido como el “desmontaje de un concepto o de una construcción intelectual por medio de su análisis”.

Por tanto, una auténtica deconstrucción no nos debería hacer abandonar la fe sin antes reflexionarla. La sana deconstrucción no echa todo por la borda sino que contempla posibilidades que puedan reafirmar nuestra fe más coherentemente. 

Deconstruir para edificar consiste en identificar qué aspectos humanos de nuestras creencias actuales son cuestionables y qué puede haber de útil y verdadero en todo lo aprendido hasta ahora como cristiano dentro de un contexto espacio-temporal. No todo se tira.

La sensación de pérdida que subyace tras descubrir que algunos de los dogmas aprendidos no son tan sólidos suponen un impacto tremendo y negativo en nuestras vidas. Pero el alivio llega cuando comprendemos que deshacerse de ellos no tiene que ver con perder al Dios de La Biblia sino con replantearnos una mejor interpretación de Él.

Deconstruir una fe aniñada para reconstruir una fe más fundamentada tiene que ver con nuestra liberación divina. Una deconstrucción saludable valora el esfuerzo para deshacerse de los elementos de la imagen de lo divino construida desde el miedo o la tentación del poder. Deconstruir para reconstruir la fe es procurar la alternativa saludable que confronta la decepción religiosa. Trata de sacudirse aquello que desde hace un tiempo sospechábamos que no provenía de un Dios que nos ama. Trata de ser verdaderamente libres del miedo a los hombres y su inercia religiosa.

Deconstruir trata del cómo es y del trabajar por cómo será la iglesia. Es el esfuerzo para indagar la verdad desde la compasión y la humildad que Jesús mostró como el modelo de imitación y como la luz que disipa las tinieblas de la confusión.

Esto debería permitirnos seguir compartiendo lazos de amor con el hermano que no ha llegado a nuestras mismas conclusiones teológicas, si es que el otro hermano lo permite, claro.

Si nuestra deconstrucción nos lleva a mirar al otro por encima del hombro es porque aún no es una auténtica construcción. Cada persona es única y lleva su propia mochila. Deconstruir y construir es importante porque se trata de la esclavitud y de la liberación. Va de religión ciega o de ver. Deconstruir también trata de cómo es y de cómo será el futuro de la iglesia. Requiere misericordia y humildad. Y siempre amor, esa esencia divina que según La Biblia nunca terminará.

Jesús y la deconstrucción: Asomándonos detrás del velo

En este proceso de deconstrucción hay una esencia que no puede deconstruirse puesto que esa esencia es quién nos deconstruye a nosotros: La persona de Jesús. Él es el punto de referencia para toda deconstrucción y construcción, la roca que sostiene el edificio.

Las doctrinas son importantes, sí, pero no son el camino, la verdad ni la vida.

¿Qué teología debió tener la mujer del flujo de sangre a quién, tras tocar su manto, Jesús le dice: “Ten ánimo, tú fe te ha salvado”? (Mateo 9, 22) ¿O qué creería aquella mujer acerca de comer carne sacrificada a ídolos? ¿Cuál era su posición acerca del matrimonio ilegal entre esclavos? ¿Qué teología tendría aquella señora acerca del Cielo o del Infierno? ¿Qué canon de Las Escrituras leería aquella mujer (si es que sabía leer)?

Seguramente aquella mujer no estuviera siquiera capacitada para asumir las bases de fe de nuestra iglesia local. Pero nada de eso importó cuando recibió ese toque restaurador del Salvador que tanto buscaba.

¿Importa entonces nuestra doctrina?

Dedicar un artículo a la toma de conciencia de nuestras limitaciones como intérpretes falibles puede crear zozobra: ¿Acaso no podemos estar seguros entonces de las verdades de La Biblia? ¿Vale con creer en cualquier cosa? No… pues ya hemos dicho que se trata de un equilibrio realista en el que la Gracia nos empapa siempre, gracias a Dios.

Ciertamente, hay verdades y atributos de Dios que sí son suficientemente claros en La Biblia: Su fidelidad, amor, paz, misericordia, justicia, restauración… También es claro que murió por nuestros pecados y que resucitó. O que la ley se resume en amar a Dios y al prójimo. Y muchas otras cosas que están muy claras en La Biblia. Lo fundamental para nuestro caminar diario sí está suficientemente claro en La Biblia. Aunque quizás no lo sean tantas cosas como solemos enseñar en nuestras iglesias.

Además, nuestros condicionantes y limitaciones no son solo algo malo como consecuencia del pecado. Son también una oportunidad para nuestro crecimiento y la convivencia en amor.

La doctrina es muy importante, sí. Y es la propia Biblia la que nos enseña que su propósito es caminar “puestos los ojos en Jesús, el autor y finalizador de la fe” (Hebreos 12, 2). Ahora todo lo filtramos desde ese Jesús que a los arrogantes estudiosos de La Biblia les dijo: “Escudriñáis Las Escrituras, porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; y no queréis venir a mí para que tengáis vida” (Juan 5, 39). En otras palabras: Toda doctrina apunta a Jesús. La doctrina trata, por tanto, de nuestro descanso en él.

Es la doctrina bíblica quien nos enseña que el origen del pecado tuvo que ver con creernos que podemos saberlo todo. Es esa doctrina quien también revela que el amor es más grande que la fe, pues “ahora vemos confusamente, como por espejo; y un día veremos cara a cara. Ahora conozco sólo de forma limitada [y que] tres cosas hay que ahora permanecen: la fe, la esperanza, el amor. De todas ellas, la más grande es el amor.” (1ª Corintios 13).

No fueron los hippies sino Jesús quien afirmaría primeramente que toda La Ley (toda La Biblia) se resume en amar a Dios y al prójimo. Pues “en esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos por los otros” (Juan 13, 34-35). Danos señales… le dicen… ¡Ahí tenéis la señal! El amor.

Afinar nuestra doctrina y crecer como teólogos será siempre un camino para amar más y mejor, incluyendo a quienes no interpretan toda La Biblia exactamente como nosotros.

Aunque esto pueda sorprender a algunos cristianos, la tolerancia hacia la pluralidad doctrinal en las comunidades primitivas fue uno de los éxitos del crecimiento inicial del cristianismo. No pensaban todos igual ¡Ni mucho menos! De hecho, muchas de aquellas ejemplares comunidades de fe no hubieran suscrito las bases de fe de nuestras iglesias. Pero esa es otra historia.

Creo que hoy existe excesivo miedo a la disolución de La fe (la estándar y dominante, claro). Y esto en cierto modo es una gran falta de fe ¡Qué paradoja!

La realidad viva y clara es que hemos sido rescatados por gracia y por lo que Él ya ha hecho. No somos salvos por nuestra teología más o menos afinada y no podemos escapar de sus manos cuando vamos a Él. Ahora es el momento de la alegría, de regresar a las sendas antiguas de la paz y el consuelo en las que es posible la unidad en la diversidad. Volver a Dios sabiendo que nosotros no somos Dios merecerá la pena.

En el siguiente artículo abordaremos otro tema tabú: el condicionamiento de las traducciones de La Biblia y cómo debemos afrontarlas.

Paso 3 ¿Cuán condicionada está mi INTERPRETACIÓN de La Biblia?

Cómo leer lo más difícil de La Biblia. Paso 3 de 15

Interpretar La Biblia no es fácil. Cuando Felipe escucha a un eunuco leyendo el libro de Isaías, el apóstol le dice: “Pero ¿entiendes lo que lees?” A lo que el sensato lector responde: “¿Y cómo podré, si nadie me lo explica? (Hechos 8, 30-35).

Como vemos, el primer requisito para comprender mejor La Biblia… es querer comprenderla. Y para intentar conseguirlo, es fundamental que tomemos conciencia del gigantesco poder de nuestro sesgo de confirmación. Esto es la tendencia natural que nos hace aceptar positiva y acríticamente aquella información que confirma nuestras creencias más confortables y arraigadas. Al mismo tiempo, este sesgo nos predispone al desprecio de ideas incómodas que sacuden nuestra identidad y seguridad. Nuestra interpretación estará siempre condicionada por múltiples factores psicológicos, sociales, relacionales y de otros tipos que por inercia nos impulsan a sentirnos lo mejor posible.

Dentro del pack de gafas de interpretación que todos llevamos están los temores que intuitivamente negamos. El miedo a que nuestra paz se desmorone provoca que no seamos del todo honestos cuando consideramos posturas teológicas diferentes a las ya asumidas.

Pero cuando rechazamos el análisis serio de otros enfoques también podríamos estar desechando una comprensión más coherente y liberadora de nuestra fe. Puede ocurrir que detrás de otros enfoques “inquietantes” hallemos la llave de nuestra jaula.

Lo paradójico de este sesgo es que a menudo nos hace sentir bien con creencias de apariencia cómodas pero que no liberan a lo más profundo de nuestro ser. El espacio de confort a menudo es solo una cárcel decorada bonita.

Mi interpretación de La Biblia es coyuntural

Todo esto parece muy obvio. Pero en la práctica no somos tan racionales y damos por hecho que “los herejes son los otros”. Como dice Lucas Magnin, “cuando una persona abrazó una narrativa, es muy difícil que se abra a cambiarla. Puede estar expuesta durante años a demostraciones cotidianas de que las cosas no son tan así, pero, al final del día, la interpretación rectora está definida por la primera impresión que tuvieron” (Fuente: X).

Justo González afirma, “sepámoslo o no, cuando nos acercamos a las Escrituras traemos con nosotros toda una tradición de interpretación escrituraria que nos lleva a entender el texto bíblico de un modo particular[1]”.

La historia de las doctrinas nos muestra que estamos condicionados por censuras y dogmas que son el resultado de batallas teológicas ganadoras. Estas teologías en ocasiones estuvieron muy condicionadas por el desconocimiento que se tenía del idioma o del contexto bíblico, y/o porque convenía a determinados intereses religiosos. La historia de los debates teológicos y sus conclusiones oficiales marcan nuestra herencia interpretativa de La Biblia.

Hoy es más necesario “examinadlo todo, y retened lo bueno” (1 Ts. 5, 21). No hay nada más saludable que analizar si las verdades dominantes que nos inculcaron son tan verdaderas como parecen.

La verdad no tiene por qué coincidir con la opinión de la mayoría. Ni dentro ni fuera de la Iglesia. La historia nos ha enseñado cómo algunas teologías dominantes cambian en cada época llegando incluso a ser vistas con vergüenza por generaciones posteriores de cristianos. Un ejemplo serían las mayorías de creyentes en los EE.UU. educadas en un Dios que bendecía la segregación racial. Hoy esto nos parece lamentable… pero… ¿De qué “verdades” dominantes actuales se avergonzarán los cristianos de dentro de 70 años? ¿Tendrán razón cuando afirmen que las mayorías de hoy aplicamos dañinamente algunos preceptos bíblicos sacados de su contexto?

Entre los millones de cristianos orientales que aman La Biblia existen doctrinas que son diferentes a las nuestras. Esto significa que vivimos en una pluralidad que debería hacernos más empáticos y menos soberbios con el otro.

Sin embargo, para otros creyentes, determinada pluralidad natural se convierte en un llamado a la ruptura y a la separación de quienes ellos consideran herejes. Da igual incluso que los frutos de amor de estos “herejes” sean incluso mayores que los suyos propios como cristianos de -supuestamente- “sana doctrina”.

Así que nosotros decidimos: ¿Dónde colocaremos las líneas rojas de la herejía y donde las de la aceptación de la diferencia con amor? No es fácil, seguro. Y ante la duda: ¿No será mejor equivocamos desde el lado de la aceptación y del abrazo? ¿Se ganan así más vidas de las que se destruyen para siempre? Yo creo que sí.

En cualquier caso, un punto de partida para el diálogo es -como dice el profesor Dionisio Byler- asumir que todos leemos La Biblia “y de inmediato la interpretamos. Toda doctrina o conclusión teológica y práctica extraída de La Biblia será siempre una interpretación humana. Pero nuestras interpretaciones no equivalen a La Palabra de Dios, aunque muchos fundamentalistas transmiten esta idea en la práctica situándose por encima de otras profundas y honestas interpretaciones”.

Como Lucas Magnin observa, “no es fácil tomar conciencia de los límites y motivaciones de la propia cultura… La iglesia de todas las épocas ha intentado conciliar la revelación que Dios ofreció al mundo en la persona de Cristo con su propia cultura. Nuestro conocimiento de Dios nunca está exento de la influencia del contexto; en alguna medida, siempre existe cierto nivel de sincretismo entre nuestra fe y nuestro entorno.”.

Nuestro reto hoy es sobreponernos a la distancia espacio temporal con aquellas comunidades originales y descubrir qué sentido tiene el relato para nosotros sabiendo que siempre tiene algo que decir. Se trata de descubrir las huellas de Dios en cada fragmento bíblico. Y para ello hace falta la humildad de quererlo, aunque implique deconstruir determinadas ideas de Dios.

¿De verdad queremos comprender mejor La Biblia? Un tirón de orejas a (algunos) ateos y cristianos                                                                         

Muchos ateos se acercan a La Biblia ignorando los propósitos y contextos originales. No tienen un interés real en comprender qué ocurre en Las Escrituras y la juzgan desde su presente y prejuicios como lectores. No poseen rudimentos exegéticos y mezclan géneros o simbolismo con literalismo cuando exponen sus conclusiones para un público a menudo acrítico y resentido con la religión.

Muchos anti-Biblia arremeten contra relatos descriptivos o no aplicables a los cristianos calificándolos erradamente como mandamientos actuales a los que atacar por su extrañeza o despropósito. (Ver AQUÍ un análisis del Nuevo Ateísmo).

Esto es parecido a lo que hacen los fundamentalistas cristianos que ellos tanto critican. Si… hacen lo mismo que critican, pero desde el otro extremo.

Ateos o agnósticos, así como cristianos fundamentalistas, cometen el mismo error de acercarse a La Biblia buscando satisfacer sus expectativas ya preestablecidas. Tristemente, muchos lo hacen desde el dolor, con excesiva agresividad y falta de empatía hacia el otro.

Seamos sinceros: Todos hacemos un poco esto. Emocionalmente es imposible que nos evadamos de cierto grado de prejuicio y fundamentalismo. Y por esto es importante ser consciente de nuestro sesgo y tratar de comprender sus porqués ¿Quizás nuestra falta de autoestima nos lleva a odiar al otro? ¿Traumas personales? La lista puede ser muy larga, sutil y manifestarse en distinto grado. El éxito en todo esto va a estar relacionado también con nuestra capacidad de auto introspección y ponernos en manos de Dios.

Experiencias personales, grandes condicionantes

Nuestro sesgo de confirmación se alimenta de experiencias y heridas emocionales. Un ejemplo sería el mal padre que tuvimos de niño y que hace que nuestra idea de Dios Padre la interioricemos de forma diferente respecto a quien sí tuvo un padre presente y amoroso.

Curiosamente, muchísimos de los ateos anticristianos más influyentes del último siglo tuvieron malos padres varones o estuvieron ausentes durante sus infancias. 

Los condicionamientos emocionales son extremadamente poderosos porque nuestras resistencias para racionalizarlos son infinitamente mayores que aquella información que nos resulta más indiferente. Nuestras emociones se entrelazan con nuestra cultura, con el sesgo de nuestras fuentes de información (tanto elegidas como no), con nuestro círculo relacional o con la corriente teológica en la que fuimos discipulados en nuestra confortable comunidad.

Si un día -por ejemplo- nos dijeron que el literalismo es la forma de verdad más sublime y a menudo la única posible, esto marcará nuestra forma de comprender Las Escrituras. Por esto, reconfigurar una idea teológica importante puede ser emocionalmente muy difícil.

La fuerza de la comunidad ayuda para bien, o para mal

Solemos vivir nuestra fe en un entorno comunitario de ideas comunes que se refuerzan cotidianamente desde un intercambio de pareceres alineado con conclusiones ya asumidas por el grupo. Y esto es muy, muy poderoso. Para bien o para mal. ¿Quién quiere ser excluido o tener problemas con su amable familia espiritual? ¡Nadie!

Jesús fue compasivo con los excluidos del sistema. Pero fue duro con los arrogantes escribas y fariseos que no manifestaban compasión hacia los débiles y discordantes. Los líderes religiosos pretendían meter a Dios en una cerrada caja de teología sistemática que no liberaba sino que los aprisionaba aún más.

Dios cuenta con nuestra subjetividad para hablarnos

El riesgo de que manifestemos una interpretación imperfecta de La Biblia no es algo que tome por sorpresa a Dios. Es parte de una aventura planeada.

Las Escrituras crean conversación, van forjando nuestro carácter y nos insuflan aire para aprender a ceder y restaurar. En el cómo soportamos la interpretación del otro y en el cómo nos esforzamos por comprender sus porqués hay un propósito de madurez ¿Cómo tratarías al de “doctrina equivocada” si fuese la persona que más amas de este mundo? En un discurso que no fue escrito para bodas sino para comunidades imperfectas de fe, Pablo aseguró que el “amor todo lo soporta” (1ª Co. 13, 7). 

“Ahora conocemos a Dios de manera no muy clara […]. Pero, cuando todo sea perfecto, veremos a Dios cara a cara. Ahora lo conozco de manera imperfecta; pero cuando todo sea perfecto, podré conocerlo como él me conoce a mí. Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.” (1ª Co. 13, 12-13).

En el siguiente artículo «Mi doctrina: ¿Es la verdadera INTEPRETACIÓN?» continuaremos exponiendo algunas características para tener en cuenta acerca de nuestra interpretación de La Biblia. Hablaremos de cómo el análisis de estos condicionamientos nos puede llevar a una necesaria deconstrucción de algunas doctrinas aprendidas.

[1] Justo L. González “Retorno a la historia del pensamiento cristiano” Ediciones Kairos, 2009, p. 20

Paso 2. La INSPIRACIÓN dentro y fuera de La Biblia

Cómo leer lo más difícil de La Biblia. Paso 2 de 15

En el anterior artículo expusimos algunos principios para comprender mejor la inspiración divina en La Biblia. En este comenzaremos por analizar el término «inspiración» cuando aparece en La Biblia:

Toda escritura inspirada es útil… para llevarnos a buenas obras (2ª Timoteo 3, 16-17)

El único versículo que incluye el término y que suele traducirse como inspiración es el siguiente:

Toda Escritura es inspirada por Dios………útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente equipado para toda buena obra (2ª Ti. 3, 16-17).

El propósito de toda inspiración de Dios es “llevarnos a realizar buenas obras” (2ª Ti. 3, 16-17), así que ¡Asunto resuelto! Ya conocemos el propósito de la inspiración en La Biblia.

¿Y qué es lo que nos lleva a esas buenas obras? Como explica el profesor Dionisio Byler, “este término (theópnevtos) se emplea esta única vez en la Biblia; […] y viene a expresar una acción de Dios: respirar o soplar. […] viene a decir, entonces, que los textos sagrados de Israel con que se había formado Timoteo desde niño comparten en algún sentido ese «no sé qué» de lo divino[1]”. El soplo de Dios nos lleva a las buenas obras.

Consultando análisis del versículo, algunos eruditos afirman que una traducción más precisa de este versículo sería: “Toda escritura inspirada por Dios es útil”, una adaptación similar a la que hizo Lutero y en la que el concepto de inspiración se abre para recaer sobre cualquier escrito (sin definir) que nos impulse a realizar buenas obras.

Según esta propuesta, Pablo no estaría pensando únicamente en un compendio hebreo parecido o igual a nuestro Antiguo Testamento (como tradicionalmente se interpreta), sino que estaría refiriéndose a cualquier escritura que nos inspire a realizar buenas obras de Dios.

Bien. No nos agobiemos con esta polémica. Porque independientemente de cuál sea la mejor traducción de 2ª Ti. 3, 16-17, todos los cristianos deberíamos estar de acuerdo en que Dios inspira La Biblia, y también a quién quiere y como quiere.

De hecho, esa “toda escritura inspirada” siempre irá para nosotros como cristianos más allá del Antiguo Testamento ya que también aceptamos el Nuevo Testamento que aún no se había escrito por entonces. Todo para llevarnos a buenas obras.

Bien. Recopilamos:

Tenemos claro que: 1) La inspiración -según La Biblia- tiene como propósito llevarnos a buenas obras.

2) Que La Biblia NO afirma en ningún lugar que la inspiración divina se restringa únicamente a unos libros concretos.

Aclarados estos puntos, damos un paso más para tratar de comprender qué es la inspiración en La Biblia:

Luz extrabíblica para iluminar La Biblia

Existe una verdad un tanto tabú que no siempre ha sido bien comprendida dese la iglesia: Nos referimos a la importancia de la inspiración divina fuera de La Biblia ¿Y por qué hablar de esto en unos artículos acerca de cómo comprender mejor La Biblia?

Bien. En primer lugar, porque es La Biblia quien nos expone esta importante realidad. Y es por algo. Lo hace porque somos llamados a una vida plena real que conecta con el Espíritu Santo y que permanece atenta a las creativas maneras en las que habla. También fuera de La Biblia como veremos.

ACLARACIÓN: Para nuestro enfoque consideramos La Biblia como el marco común revelado por Dios para la guía de los cristianos. Lo declaramos por fe y por evidencias. Creemos que cualquier supuesta revelación extrabíblica no será válida como de parte de Dios si contradice al evangelio de Jesucristo.

Una maravillosa paradoja: El canon bíblico existe porque creemos que Dios inspira fuera del canon bíblico

Dicho esto, nuestra plena aceptación del canon del Nuevo Testamento es una demostración de que los cristianos creemos que el Espíritu Santo inspiró palabras y decisiones de personas posteriores a los escritos bíblicos. De otro modo… ¿Por qué tendríamos que creer que 3ª de Juan o Apocalipsis fueron inspirados por Dios? ¿O por qué no incluir en nuestro Nuevo Testamento libros muy apreciados por los primeros cristianos como la carta de Clemente o el pastor de Hermas?

Afirmamos que Apocalipsis fue inspirado por Dios, no porque Jesús o Pablo lo dijesen, pues aún no se había escrito cuando ellos hablaron. Ni siquiera sabemos a ciencia cierta quién era ese Juan que lo redacta. Como tampoco sabemos quiénes fueron los autores de cartas canónicas como la de Hebreos. Sin embargo, todos estos escritos son parte de nuestras Biblias porque confiamos en la inspiración divina en la recopilación y escritos de creyentes de los siglos I, II, III y IV. Confiamos en todo este proceso extrabíblico porque confiamos en un Dios misericordioso con nosotros.

Textos seculares citados en La Biblia para inspirarnos

Creer que Dios inspira fuera de Las Escrituras es algo que nos lo muestra continuamente la propia Biblia. Lo vemos, por ejemplo, en la epístola de Judas cuando cita 1ª de Enoc, un libro que no está en nuestro Antiguo Testamento (aunque sí en el de los cristianos etíopes). En otros ejemplos, Pablo citaría un refrán de Epiménides, (filósofo del siglo VI a. C.) en su obra Cretica (ver Tito 1, 12) o a Arato de Cilicia[2] en Hechos 17, 18. ¡Son muchos los ejemplos de citas extrabíblicas en La Biblia que contribuyen a llevar a su auditorio a buenas obras!

¿Por qué son importantes estas citas seculares? Conexión con Dios: El ejemplo de Pablo en Atenas

Pablo no usó citas de Isaías o de Moisés para conectar con el areópago de Atenas (Hechos 17). No cita el Antiguo Testamento que desconocían sino palabras de Filóstrato o Pausanias y otras alusiones a aquella cultura secular. Y dice La Biblia que algunos creyeron al oírle, entre ellos un influencer areopagita.

La inspiración de Dios recayó sobre Pablo para señalar otros escritos útiles fuera del compendio de la tradición hebrea para llevar a su auditorio a buenas obras de salvación. Con esto Pablo captó la atención del auditorio y pudo presentarles un Dios al que poder conocer.

Esto mismo ocurre hoy. Un ejemplo son las típicas alusiones que los cristianos hacemos a los historiadores Suetonio o Flavio Josefo cuando los no creyentes cuestionan la existencia de Jesús.

Esto nos lleva al siguiente paso: ¿Estamos siendo inspirados por Dios cuando citamos estas fuentes seculares para mostrar al mundo actual la realidad de Jesús? ¿Cabe también la posibilidad de que Dios inspirara el registro de aquellas citas seculares de Suetonio o Josefo al inicio del cristianismo? Yo creo que sí, porque como dice La Escritura: “todo lo bueno y todo don pertinente viene de lo alto, del Padre de las luces” (Stg. 1, 17).

Si hoy se nos sigue llamando a “examinadlo todo y retened lo bueno” (1ª Ts. 5, 21) es porque el soplo de Dios puede estar delante de nuestras narices para llevarnos a grandes acciones.

El folclore judío (de fuera de La Biblia) para mostrar la voluntad Dios

En otro ejemplo, Janes y Jambres fueron los magos egipcios que se enfrentaron a Moisés según los escritos apócrifos del folclore judío.

Sus nombres no aparecen en el Antiguo Testamento a pesar de que 2ª de Timoteo 3, 8 sí los cita. Esto hace que algún cristiano se pregunte…  Entonces… ¿Prefirió Dios revelar sus nombres a autores de libros que no están en La Biblia? … Pero la respuesta a esta pregunta no es tan importante ¿Qué más da? A Pablo no le preocupa lo inspirada que pudiera estar aquella fuente extrabíblica que recoge esos nombres. Al autor de 2ª de Timoteo le interesa la enseñanza cuando dice “de la misma manera que Janés y Jambrés se enfrentaron a Moisés, estos de ahora se enfrentan a la verdad.

Pablo quiere ilustrar en qué consiste la oposición de los malos contra Dios en el desarrollo pastoral del joven Timoteo. Eso es lo que le importa. Y utiliza nombres conocidos sin importarle demasiado si eran reales o fabricado por leyendas urbanas. Lo que sí sabe es que los oyentes identifican rápidamente a qué historia se refiere y que eso les ayuda a abordar situaciones similares.

La utilidad de la inspiración extrabíblica para comprender los textos bíblicos

Tal y como estamos viendo, la inspiración extrabíblica es real, fascinante y muy beneficiosa. Pero quizás te sigas preguntando: ¿Y esto en que me ayuda para comprender textos confusos de La Biblia?

Pues nos ayuda de muchas formas. Esa luz que Dios ha transmitido “secularmente” durante siglos fuera de La Biblia -quizás desde la ciencia o la arqueología- nos ha ofrecido una inmensa claridad para comprender los textos bíblicos. En los dos últimos siglos acumulamos más conocimientos del mundo bíblico que en los 18 siglos anteriores juntos. Ahora comprendemos infinidad de términos bíblicos que por siglos no se sabían bien cuál era realmente su significado. Lo mismo podemos decir de giros del lenguaje, polisemias, dobles sentidos, frases hechas, alusiones, simbolismos, nombres propios, costumbres, divinidades citadas, lugares, etc. Es Dios quien en su soberanía y misericordia ha querido traernos toda esta luz que nos ilumina Las Escrituras mucho mejor que hace 1000 años. Y esto encaja en cómo definimos el soplo de Dios, la inspiración divina que también es progresiva.

Un ejemplo de esto lo vemos en el soplo divino sobra la medicina en estos siglos: Cuando leemos: “Ya no bebas solo agua sino usa un poco de vino por causa de tu estómago y frecuentes enfermedades” (1 Ti. 5, 23) no nos quedamos en la aplicación literal de esta orden dada a Timoteo para tratar todas nuestras enfermedades (aunque en el pasado muchos sí lo hicieron) ¿No es así? Gracias a los avances médicos hoy sabemos que para muchos problemas de estómago y otras enfermedades el vino no es la mejor solución. Pero de este versículo sí aprendemos acerca de la preocupación pastoral de Pablo con su discípulo Timoteo que también incluía un interés genuino por su salud ¡Buen ejemplo de mentor el de Pablo!

Dios habla como quiere y desde donde quiere ¡Permanezcamos atentos!

El Salmo 8, 2 nos dice que “incluso por la boca de niños y los bebés Dios nos habla”. ¿Qué significa esto? ¿Por qué es importante? Pensemos en una conversación con un amigo en un bar o en ese sermón que cambió nuestra vida. Recordemos esas palabras que un día nos despertaron a una nueva dimensión espiritual a pesar de que no estábamos de acuerdo con todo lo que nos dijo ese amigo. Pero aún con esos “peros” ¡Dios nos tocó!  Él usó a alguien fuera de La Biblia para tocarnos ¿Has experimentado este tipo de inspiración en tu vida? ¿Ha sido revitalizante? ¿Te llevó a buenas obras? Seguro que sí.

Espero que esta reflexión te anime también a conocer algo más acerca del mundo bíblico. A mí me ayudó mucho a maravillarme con La Biblia, por ejemplo, leer libros acerca de cómo era la familia del Imperio romano en el siglo I ¡Es fascinante descubrir cuán transgresor eran algunos valores bíblicos y todo lo que Dios inspiró en el Nuevo Testamento para aquellos contextos!

Y es que Dios nos habla desde el Antiguo Testamento… desde el Nuevo, y desde otros escritos y acciones. Dios nos habla mediante niños, desde sueños, ideas creativas o desde esa naturaleza que cuenta la gloria de Dios (Sal. 19, 1). Son múltiples las formas de inspiración que Dios usa para llevarnos a las buenas obras. O dicho en palabras de Richard Rohr, “las palabras escritas están inspiradas en tanto nos inspiran y nos cambian a nosotros […] Infunden en nosotros una vida más amplia”[3].

En el siguiente artículo «¿Cuán condicionada está mi interpretación de La Biblia?» hablaremos de la importancia de nuestro sesgo cognitivo en nuestras conclusiones teológicas. Expondremos la necesidad de tomar conciencia de esto, de que todos llevamos unas lentes con las que interpretamos La Biblia. Entender mejor nuestro sesgo será clave también para una saludable convivencia en la iglesia, para el discipulado y para la evangelización relevante.

[1] Dionisio Byler, Todo lo que te preguntabas sobre La Biblia, Biblioteca Menno, 2014, p. 62

[2] Arato de Cilicia (315-245 a. C. en Fenómenos)

[3] Richard Rohr, La Biblia y su espiritualidad, SalTerrae, 2012, p. 31

Paso 1 ¿Qué es la INSPIRACIÓN divina en La Biblia?

¡Hola!

Este es el primero de 15 artículos dedicados a cómo comprender lo más complicado, chocante y repulsivo de La Biblia.

Este es un asunto vital para el cristianismo actual en el que cada vez más jóvenes (y no tan jóvenes) abandonan la fe debido a una visión simplista y poco convincente de la coherencia de La Biblia recibida en sus iglesias y desde la apologética cristiana convencional. Este problema  también impide que personas buscadoras de la verdad no se conviertan al cristianismo ¿Y qué podemos hacer como cristianos guiados por La Biblia?

En los siguientes 15 artículos abordaremos aspectos de interpretación bíblica un tanto tabúes y habitualmente mal comprendidos o habitualmente explicados poco convincentemente desde las iglesias.  Sin aparcar el cerebro, comenzaremos por aclarar principios como «inspiración» o «interpretación» para luego -en los siguientes artículos- sumergirnos los asuntos más desconcertantes como las contradicciones, los relatos enfrentados, la ambigüedad o las atrocidades en el nombre de Dios. Según avance la serie iremos creciendo en una nueva comprensión de estos asuntos que esperamos te transporten a una mayor confianza en La Biblia, así que… ¡Sigue esta serie de 15 pasos hasta el final!

Paso 1. (Artículo 1 de 15) de la serie «Cómo comprender lo más chocante de La Biblia» : ¿Qué es la inspiración divina en La Biblia?

El arte, la cultura o el consenso moral para la carta de los Derechos Humanos… ¡Tantas cosas importantes! Y es que Occidente sería hoy otra cosa sin el cristianismo. Pero además de este inabarcable legado social, millones de personas seguimos afirmando hoy que La Biblia posee cualidades transformadoras y únicas para bien.

Otras personas, sin embargo, tienen una percepción muy diferente. Muchos observan en Las Sagradas Escrituras asuntos inverosímiles y moralmente inaceptables: Matanzas de niños en el nombre de Dios, capturas de vírgenes como botín de guerra, textos que parecen contradecirse entre sí o leyes que parecen claramente misóginas, excesivamente sangrientas e injustas.

Cristianos comprometidos también luchamos en silencio cuando nos acercamos a determinados asuntos bíblicos sin obtener respuestas morales y lógicas realmente convincentes.

Pero… ¿Cómo puede un libro ser tan “bueno y malo” a la vez? ¿Es posible considerar La Biblia como la historia de un Dios de amor revelada al mundo?

Sin duda, uno de los asuntos cruciales dentro del cristianismo actual no es tanto la creencia en la veracidad de La Biblia (algo que la mayoría asumimos) sino el cómo entendemos que esa inspiración bíblica funciona y en qué consiste su veracidad ¡Este es el epicentro de nuestros dilemas eclesiásticos!

¿Cómo pide ser interpretada La Biblia? Asomémonos a sus contextos originales y hagamos preguntas.

En primer lugar, una aproximación pertinente a La Biblia debe partir de nuestra voluntad real para situarnos -lo más que podamos- en los zapatos de los autores bíblicos originales. Necesitamos humildad y curiosidad para indagar acerca del pensamiento del oriente próximo de hace miles de años. Como comenta el biblista conservador Michael Bird, “cualquiera que solo conoce la Biblia, y no conoce la vasta historia de la antigüedad, realmente no conoce la Biblia. Conocer la Biblia es conocer su mundo, ya que el significado está determinado por el contexto, y el contexto es lo que nos salva de cometer graves errores de interpretación[1]”.

Así que el primer consejo para comprender mejor La Biblia sería más o menos el siguiente: Cuanto más y mejor conozcamos el mundo antiguo más preparados estaremos para abordar preguntas clave como: ¿Qué pretendía el autor? ¿Qué cambios buscaban producir en sus destinatarios? ¿Qué quería que se mantuviera del legado de su cultura? ¿Qué figuras del lenguaje eran comunes y cómo se entendían? ¿Qué cosmovisiones o mitos daban sentido vital a aquellas sociedades?

El contexto de La Biblia es  multicontextual: Contexto personal, comunitario, político, simbólico, lingüístico, económico, cultural, etc. Y también está nuestro propio multi-contexto como intérpretes.

Nos ayudará hacerse preguntas respecto a lo que ocurre dentro de la misma Biblia. Por ejemplo: ¿Cómo interpretaron los relatos más antiguos algunos autores bíblicos más tardíos? ¿Deja de ser inspirado un texto que matiza o reconduce otro principio bíblico expuesto anteriormente por otros autores? ¿Podemos extraer enseñanzas de textos supuestamente enfrentados entre sí? ¿Qué mandatos de La Biblia deberíamos tomar para nosotros hoy? ¿Qué podemos aplicar a nuestra vida de aquello extraño que leemos? Todo esto lo iremos analizando a lo largo de esta serie.

¿Qué es y qué no es inspiración?

Para nuestro análisis y consejos tomamos como criterio que La Biblia está inspirada por Dios. Pero será importante definir qué entendemos exactamente por inspiración. De momento, preguntémonos: ¿Implica la inspiración un estado de trance? ¿El escritor inspirado abandona aquello que su cultura asume acerca de astronomía o historia?

La respuesta a estas últimas preguntas es NO. Así lo comprobamos en Lucas, por ejemplo, cuando comienza su evangelio diciendo: “Me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden” (Lc. 1, 3).

Admitir su parecer personal como hace Lucas, así como indagar y poner en orden los acontecimientos, queda lejos de una visión “mágica” del texto como caído del cielo sin contexto alguno. Este tipo de inspiración requiere de esfuerzo y de una planificación lógica de su trabajo desde la metodología que él aprendió. En este tipo de inspiración intervienen los recursos humanos asumidos por el autor.

La inspiración bíblica no pretende enseñar ciencias sino señalar a Dios

Para comprender mejor los textos difíciles de La Biblia debemos entender que la inspiración es también un don dado al autor dentro de los límites de su cultura. Por esto en ocasiones simplemente nos hablarán de la grandeza de Dios desde cómo en su cosmovisión se entendía materialmente el universo. Pero no podemos ver ahí enseñanzas de ciencia dadas por Dios para nosotros. El propósito no era enseñar ciencia sino señalar a Dios como Señor de todo y otras cuestiones no materialistas (Más sobre este asunto en: ¿Pretende Génesis 1 y 2 ser leído literalmente?)

La inspiración bíblica no pretende validar valores culturales como mandatos atemporales como dados por Dios

En otras ocasiones los autores reflejan aquello que en su cultura se considera una buena forma de acometer acciones correctas y pertinentes como, por ejemplo, educar a los hijos y no destenderlos.

Cuando en Proverbios 22, 15 leemos que debemos “corregir a nuestros hijos con un palo” el autor está exponiendo la necesidad de disciplina para los hijos desde su experiencia y cultura.

Pero esto no significa que Dios nos ordene a nosotros pegar a nuestros hijos con palos del mismo modo en que no nos casamos con nuestras cuñadas viudas (como se ordena en Dt. 25, 5-6), como tampoco apedreamos a adolescentes rebeldes (Dt. 21,18-21), ni hacemos muchas otras cosas que se ordenan en La Biblia para mantener el respeto a los padres o la atención de las viudas.

Buscamos estos mismos principios de honra, disciplina y respeto, pero de otra forma.

En este ejemplo de los palos para corregir niños ciertamente sí podríamos meditar acerca de que -por ejemplo- no es bueno dejarlos todo el día jugando a videojuegos y que necesitan aprender que las malas decisiones tienen consecuencias.

En ocasiones pueda suceder que no haya una enseñanza o aplicación directa para nosotros. Las listas bíblicas genealógicas, por ejemplo, no tienen demasiada aplicación práctica para nosotros. Pero de ellas aprendemos de la historia de Israel y nos ayudan a situar contextos temporales de otros relatos bíblicos.

La inspiración bíblica puede conectar la experiencia del autor (sea mala o buena) con la nuestra

Luego habrá ocasiones en las que simplemente el autor bíblico se estará desahogando o incluso afirmando algo equivocado ¿¡Pero… ¿¡Cómo!? ¡¿Cómo puede haber inspiración en esto?! Pues ciertamente la lección que podremos encontrar en algunos textos recaerá en ver cómo Dios deja que el autor eche todo lo que está dentro suyo ante de su presencia, incluyendo quejas o deseos de mal para otros. Que Dios permita este desahogo o malos deseos no significa que a Dios le parezca bien. Pero estos textos nos muestran la compasión de Dios ante nuestro dolor y sentimientos oscuros.

La lección de un texto puede estar también en no imitar lo que leemos ya que, como suele decirse, quien ignora la historia está condenado a repetirla. De todo esto iremos viendo ejemplos durante la serie.                                                                                              

En conclusión:

Los textos requerirán de la ayuda del Espíritu Santo para nuestro discernimiento para contextualizar la pertinencia de los aprendizajes en nuestra situación particular o comunitaria. Tan importante será conocer qué dice un pasaje, como qué reacciones quería provocar y si estas son convenientes para nuestras circunstancias.

La inspiración se discierne desde La Palabra encarnada: Jesús

Es cierto que no siempre resultará fácil señalar qué hay de cultura, de experiencias del autor, de protesta socio-política, de crítica a la casta sacerdotal y qué puede haber de revelación atemporal para nosotros como cristiano.

Sin embargo, además de acudir a comentarios bíblicos rigurosos o de pedir ayuda a creyentes bien informados, ya adelantamos que en esta serie iremos viendo como sí podremos comprender muchos textos difíciles cuando los filtramos desde Jesús como La Palabra encarnada (Juan 1, 1). Esta será la clave principal de toda exégesis y hermenéutica para comprender lo más difícil de La Biblia: Jesús.

En el siguiente artículo «La INSPIRACIÓN dentro y fuera de La Biblia» analizaremos el término “inspiración” en La Biblia y veremos qué nos muestran Las Escrituras acerca de esa inspiración dentro… ¡Y también fuera de La Biblia! Será el paso 2 de 15 de esta serie que irá yendo a más.                                         

[1] Michael F. Bird, Siete cosas que desearía que todo cristiano supiera sobre la Biblia, Clie, 2023, p. 79