viernes, diciembre 27, 2024
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¿Es Dios una proyección psicológica?

Tú crees en Dios… ¡Yo en unicornios rosas! ¿Cuál es la diferencia?

OBJECIÓN A LA FE CRISTIANA: Los creyentes en Dios destacan las evidencias de un Creador en la naturaleza. Y cuando a esto se apostilla que no puede demostrarse la “no existencia” de Dios, ateos como Richard Dawkins responden que no podemos probar la no-existencia de alguien del mismo modo en que no podemos probar que en el fondo del jardín no hay hadas.

Pero, ¿Es esto así? ¿Es más racional no creer en Dios que creer? ¿Existe diferencia entre creer en el Dios cristiano y creer en hadas? ¿Qué puede decirnos la ciencia?

RESPUESTA: Tratando de responder a estas cuestiones, la primera evidencia de inconsistencia de esta clásica analogía entre la fe en hadas y la fe en Dios es que nadie comienza a creer en gnomos, hadas o en el Ratoncito Pérez de adulto. Además, existen algunos países en los que, sorprendentemente,  se constatan más cristianos de adultos que de niños (Informe Pew Research Center, 2018). Pero nada similar ocurre con la creencia en hadas

¿Es razonable apelar a la razón para rechazar la fe?

Como Sigmund Freud, muchos afirman que Dios es una proyección psicológica producto de nuestros miedos, culpas o inseguridad. Sin embargo, un primer problema de esta crítica es que también podría decirse lo mismo para cuestionar la solidez del ateísmo. Paul C. Vitz, profesor de psicología en la Universidad de New York, está convencido de que “las principales barreras para creer en Dios no son de índole racional sino psicológicas» [1]«.

Entre algunos factores conscientes e inconscientes que pueden conducir al ateísmo estarían los siguientes: 1) La necesidad de aceptación grupal en una sociedad cada vez más agresivamente antirreligiosa. 2) El atractivo de un individualismo que rechaza la dimensión comunitaria y la responsabilidad moral personal hacia el prójimo que sí requiere el cristianismo. 3) El rechazo a un Dios Padre generado por la figura de un padre biológico ausente y/o decepcionante durante la infancia [2]. 4) Haber sido abusado por religiosos.

Son solo cuatro ejemplos de motivos más emocionales que racionales y que a menudo configuran la base real del rechazo a considerar la existencia de Dios. El filósofo ateo Thomas Nagel admite: «no es únicamente que no crea en Dios; es que no quiero que lo haya [3]”.

Así que el tópico que afirma que el ateo es puramente racional y el religioso emocional e irreflexivo, paradójicamente, es una tesis que tiene más de chiché emocional que de análisis racional. No todos los ateos y creyentes han llegado a sus conclusiones del mismo modo, por lo que generalizar y no tener en cuenta la individualidad es ya un error de lógica y análisis crítico ponderado.

El psiquiatra Manfred Lütz señala que la explicación freudiana de Dios como una proyección psicológica está muy bien… siempre y cuando no exista Dios, claro. Pero si Dios existe, el argumento freudiano se volvería contra el ateísmo al señalarlo en realidad como esa ilusión reconfortante. Y es que la negación de Dios a menudo parte de un deseo de huir de la percepción de una realidad más profunda. Ese ateísmo estaría sobre todo motivado por la proyección del deseo de no encontrarse con alguien a quien quizás un día debamos explicarle qué hemos hecho con la vida que nos ha dado o de qué he hecho con mi prójimo [4]. El premio Nobel Czeslaw Milosz piensa que hoy «estamos siendo testigos de una transformación. Hoy el verdadero opio del pueblo es creer que no existe nada tras la muerte. Vivir con el consuelo de que todo nuestro mal, nuestra codicia no serán nunca juzgados [5]«.

Definitivamente, apelar a la razón para negar categóricamente la existencia de Dios implica además otros problemas de lógica. Veámoslos:

¿Soy realmente un librepensador?

La razón no siempre se mueve en una dirección plana y única como ocurre en matemáticas. La lógica puede usarse más o menos correctamente desde diferentes enfoques. La mayor evidencia es que ni todas las personas extremadamente lógicas votan al mismo partido político ni tampoco las más irracionales. Las cosas no son así de planas, por lo que afirmar que La razón debe llevarnos obligatoriamente al ateísmo es un reduccionismo enormemente subjetivo, una afirmación muy pasional, poco racional. ¿Y qué es eso de “La razón” (con mayúsculas)? ¿Nos referimos a Mí razón? ¿A mis conclusiones acerca de la justicia y la moral? Partamos del hecho de que todos creemos en algo. Y que no podemos demostrar de forma irrebatible todo aquello en lo que creemos. Pero sí podemos pensar que existe una justificación más o menos racional para aquello en lo que creemos, lo cual es algo diferente. Los sabios suelen definirse como aquellos que humildemente reconocen la complejidad del mundo y de nuestra limitada capacidad para comprender su significado en auténtica profundidad. Así que afirmar categóricamente que Dios no existe resulta una afirmación simplista de la que todo buen escéptico debería dudar.

¿Llevados por la masa o por el pensamiento crítico?

Algunos dicen que los cristianos creemos en una religión simplemente porque fuimos educados en ella. Pero esto ya tiene poco sentido en el occidente del siglo XXI. Si  quieres problemas y que le miren mal… ¡Di que eres cristiano! Hoy el ambiente se hiela si osas presentarte como un creyente convencido. Rara vez sacas algo bueno para tus intereses al hacerte cristiano en el mundo actual. Por esto, al tratarse de una decisión en contra de la corriente dominante debería hacernos pensar por qué  muchas personas racionales todavía abandonan su ateísmo para creer en Dios. En todo caso, no será por inercia. Al menos en muchos casos.

El periodista David Robertson, en su visita a un instituto británico para hablar de ciencia y cristianismo comenta como “los alumnos eran públicamente agresivos (aparte de un par de musulmanes y un cristiano) sugiriendo que solo las personas ignorantes creen en Dios y que era por su cultura y su familia. Cuando les pregunté cuántos de ellos tenían padres que creyeran – o amigos o profesores – prácticamente no había nadie. No vieron la ironía en sus reclamaciones […] su falta de creencia provenía justamente de eso. No era producto de un pensamiento razonado, evaluación de evidencias o reflexión de diferentes visiones del mundo [6]”.

Es evidente que se ha hecho mucho daño en el nombre del Dios cristiano. Y hasta cierto punto es comprensible que los medios de comunicación centren su atención en la religión de estúpidos, terroristas y abusadores (aunque no es aceptable que tergiversen la información). Se trata de una tendencia negativa  que confunde al gran público, pues los principios objetivos del cristianismo no son los casos patológicos y las parodias. El verdadero seguimiento de Jesús se muestra pocas veces en los medios de comunicación.

Una visión más ponderada del cristianismo no vende tanto. Se ridiculiza La Biblia sacando textos de su contexto y se airean las interpretaciones de fundamentalistas y frikis religiosos provocando que el gran público asuma que el cristianismo es para ignorantes o algo peor. La masa cree saberlo todo sobre el cristianismo. Pero sabe muy poco y muy mal.

Pensar y elegir: Todos tenemos fe en algo

Todos tenemos fe en algo. Es el objeto de fe lo que cambia. Hasta el divulgador antirreligioso más popular de nuestro tiempo, Richard Dawkins, define a un ateo como “alguien que cree que no hay nada más allá del mundo natural y físico [7]”.Pero la premisa de Dawkins no es solo una creencia sino una contradicción (señalada como falaz incluso por intelectuales ateos) ya que es imposible poder corroborar la creencia en la inexistencia de Dios mediante el método científico. Aunque a los ateos les cuesta admitir este punto, el hecho de creer que no hay nada tras el mundo físico conocido hacen de este ateísmo un tipo de fe

El Dios cristiano no contradice la razón sino que va más allá de sus límites. Es Dios, así que ¡No podía ser de otro modo! El mismo Dawkins llega a decir que “si hay un Dios, será mucho más grande e incomprensible [8] ” de lo que nadie “haya propuesto y podamos contemplar jamás” ¡Tiene razón Dawkins! Si Dios ha creado la razón él no puede ir en contra de ella aunque esté condicionada, limitada y deteriorada. Pero los cristianos creemos que el Dios mostrado en Jesús sana e ilumina la razón. Y por eso en La Biblia las personas creen en él por algún tipo de evidencia. No porque sí.

Los creyentes observamos cada día cómo es vivir con Dios y cómo es vivir sin Él. Podemos comparar. Seguir a Jesús no proporciona una visión más corta del mundo sino más amplia y con más parámetros de juicio. El uso de la razón, la reflexión y la búsqueda de La Verdad son inherentes a la revelación cristiana que insta a “examinadlo todo” (1ª Ts. 5, 21), amar a Dios y a los demás “con toda nuestra mente” (Mt. 22:37-39). Los padres cristianos recordamos a nuestros hijos que un día deberán decidir por ellos mismos acerca de la fe que han recibido. Deberán ejercer un pensamiento crítico. Y eso es algo que Jesús fomentaba cuando hacía preguntas para que la gente pensara por sí misma.

Recuerdo como una chica atea de padres ateos se lamentaba por no haber recibido una visión correcta del cristianismo en su infancia. Ya en su adolescencia se hizo preguntas sobre el sentido de la vida y se dispuso a elegir entre el ateísmo y una imagen distorsionada del cristianismo (la que le habían inculcado). Años después se dio cuenta de que su decisión no fue limpia y que lo que un día rechazó solo era un cristianismo caricaturesco. No era el evangelio de Jesús que conoció años después. Hoy se siente defraudada por un entorno que le había transmitido como supuesta verdad crítica librepensadora del cristianismo una mera burda distorsión del original de Jesús.

¿Qué puede decirnos la ciencia?: Evidencias de una mente detrás del Universo

Muchos recurren a la ciencia para defender su ateísmo. Pero, ¿Tiene esto sentido o tiene que ver con los prejuicios? La ciencia ha llevado a científicos ateos a volverse creyentes en un Creador del Universo. Y grandes mentes de la revolución científica se sintieron motivados a hacer ciencia desde sus principios cristianos.

Los seres humanos ejercemos fe porque somos atraídos hacia una dimensión de profundidad. Y el cristianismo explica con evidencias el porqué de estas corazonadas acerca de un propósito y un sentido más allá de lo natural. Tenemos sed y existe el agua. Tenemos sueño y existe el descanso. Tenemos hambre y existe la comida. Anhelamos trascendencia y la percibimos. Para los cristianos la historia se conecta en Jesús como la respuesta a esta poderosa intuición.

Miramos alrededor y vemos la asombrosa existencia de la conciencia, la belleza, la moral, el orden y el diseño en la naturaleza. La existencia de la vida requiere de un extraordinario cúmulo de circunstancias cercanas a la probabilidad cero… ¡Cada una de ellas! Este llamado «ajuste fino del Universo» (o Universo sincronizado) es un hecho extraordinario. O mejor dicho: Son millones de hechos extraordinarios dependientes entre sí para poder generar vida. Las leyes físicas están tan finamente ajustadas que si alguna de ellas se alterase en un porcentaje ínfimo, la vida entonces ya no podría existir. Y esto es más que impresionante. Anthony Flew, uno de los ateos más influyentes del siglo XX aceptó la existencia de Dios por este motivo. Cuando al antirreligioso Richard Dawkins se le preguntó sobre algún aspecto que le hiciera bacilar de su ateísmo, él mismo admitió que “las constantes vitales del Universo son demasiado buenas como para ser ciertas. Me parece que eso necesita algún tipo de explicación [9]”.

La probabilidad de que algo como el ADN haya podido surgir por azar, por ejemplo, ha sido estimada como 1 entre 200.100 [10]. Esto es algo tan improbable como que te toque el premio gordo de la lotería semanal durante varios años seguidos.

Otro ejemplo: El cálculo para obtener una pequeña proteína al azar es de 1 entre 12 seguido de 134 ceros. “Pero incluso esto podría ser irrelevante, porque resulta que las estructuras proteicas de la célula no pueden replicarse sin la ayuda del ADN, lo cual nos pone frente a lo que los estudiosos sobre el origen de la vida, se conoce como el problema del huevo y la gallina. Para funcionar una célula necesita tanto el ADN como las proteínas; la aparición e integración de ambos a la vez empuja los límites de la improbabilidad hasta lo inimaginable [11]”.

También podemos hablar del equilibrio de la fuerza de gravedad de los átomos, nuestra distancia del sol y millones de asombrosas circunstancias imprescindibles para la vida que nos hacen pensar que nuestra existencia requiere de una respuesta más allá del mero azar. Son solo ejemplos, pero ¡Podríamos seguir asombrándonos con tantas cosas que hacen posible que estemos aquí!

“La fe cristiana es una respuesta a la evidencia. No una celebración de la ausencia de evidencias”

John Lennox, Doctor en Ciencias en la Universidad de Oxford se pregunta: “¿Cuál es el propósito de nuestra existencia? […] El análisis científico del universo no puede respondérnosla, del mismo modo que el análisis científico de un pastel no nos explica por qué se preparó […] Sólo el pastelero puede revelárnoslo. La verdadera ciencia no se avergüenza de su incapacidad en este punto […] ¿Cómo averiguarlo? Existen evidencias a favor de una mente detrás del universo, de una mente que deseaba que estuviéramos aquí. Y disponemos también de una mente propia […] Ello nos lleva a la cuestión de si hay alguna evidencia creíble y seria de que esa mente haya hablado alguna vez a nuestro mundo […] Si lo que hay detrás del universo es un Dios personal, eso tiene implicaciones de muy largo alcance en la búsqueda de la verdad ya que implica que puede haber otras formas de conocimiento aparte del estudio puramente científico. Las personas nos comunicamos de modo diferente que las cosas […] Por tanto, la siguiente cuestión lógica es: Si el creador es personal, ¿Ha hablado directamente? [12]”.

Francis Collins, premio Príncipe de Asturias de las Ciencias y coordinador del Proyecto Genoma Humano es uno de los científicos más importantes del último siglo. Fue ateo hasta que -como él dice- “empecé a darme cuenta de que las evidencias relativas a la existencia de Dios, aun sin ser de carácter irrefutable, eran muy convincentes. De hecho, me ayudaron a darme cuenta de que el ateísmo ya no era opción válida para mí por ser la menos racional de todas las posibles opciones [13]

Si hay un Creador ¿No debería habernos hablado?

Algunos piden un argumento incontestable de la existencia de un Dios personal ¿Y si ese Dios personal nos ha dado una persona incontestable? ¿Es Jesús lo que esperaríamos de Dios?

Jesús volteó su mundo hace 2000 años y según muchos testimonios sigue transformando vidas hoy. Escandalizó a la sociedad de su tiempo haciendo bien incluso a sus enemigos. Practicó el perdón y la ayuda al desfavorecido. Denunció la hipocresía de la jerarquía religiosa y del abuso en nombre del Dios de La Biblia. Señaló el valor interior de las personas y no las apariencias. Su mensaje fue el fundamento para nuestros Derechos Humanos y puso las bases para la igualdad racial y de género. Y un largo etcétera de aspectos libertadores que hasta su llegada eran más bien raros ¡Todo en la misma persona!

Las palabras y hechos de Cristo no se corresponden con los de un loco que ve unicornios rosas. Y menos aún para aquellos tiempos. En Él vemos una ética única. Jesús confronta y describe perfectamente la condición contradictoria del ser humano a la vez que lo ama y provee el remedio para liberarlo y restablecer su relación personal con Dios. Constató que Él no era únicamente un gran maestro y dio evidencias de su divinidad: Sanó enfermos, dominó el clima y levantó muertos.

En los testigos de su resurrección se produjo una transformación radical de difícil explicación si realmente Él no hubiera resucitado. El gran problema del sufrimiento humano tiene la mejor respuesta y la mayor esperanza en un Dios descendido y quebrantado que entiende nuestro dolor porque lo ha vivido. Jesús es el argumento. Y aunque no tengamos todas las respuestas, Él es la contestación ¿Es Jesús lo que esperaríamos de Dios acercándose a nosotros? Eso creo.

Por Delirante.org

[1] Paul C. Vitz. Foro Veritas, Instituto de Tecnología de California, 2009. Tomado del español: Fe, ciencia y ateísmo, Andamio, 2015, p. 99

[2]  Los referentes históricos del ateísmo Bertrand Russel y Nietzsche perdieron a sus padres con 4 años. Jean Paul Sartre a los 15 meses. Las biografías de Sigmund Freud describen a su padre como decepcionante y religioso. Camus perdió a su padre con 1 año. Esta relación entre ateísmo activista y padre decepcionante o ausente son significativamente frecuentes según Paul C. Vitz

[3] Thomas Nagel, The Last Word (La Última Palabra). Oxford: Oxford University Press, 1997, p.130

[4] Manfred Lütz, gott: Eine kleine Geschichte des Grossten, München, Pattloch, 2007

[5] Czeslaw Milosz, The Discreet Charm of Nihilism, _New York Review of Books, 19 Noviembre, 1998

[6] David Robertson. Liberad la educación. Protestante Digital, 9 de abril de 2016

[7] Richard Dawkins. El espejismo de Dios. Espasa Calpe, 2007, p. 23

[8] Revista Time, 13 de noviembre 2006

[9] The Four Horsemen, Coloquio organizado por RDFRS, grabado por Josh Timonen. 30/04/2007. 51´15”

[10] Scott Hahn, Benjamin Wiker. Dawkins en observación: Una crítica al nuevo ateísmo, RIALP,  2011, p. 47

[11] Ibid, pp. 47-48

[12] John Lennox, curso: Fe, razón y ciencia, organizado por el Departamento de Educación de la Universidad de Oxford. En español: ¿Ha enterrado la ciencia a Dios? Publicaciones Andamio, 2003, pp. 138-140

[13] Francis Collins. Foro Veritas, Instituto de Tecnología de California, 2009. Tomado del español: Fe, ciencia y ateísmo, Andamio, 2015, p. 24>

La Biblia no muestra que Moisés escribiera todo el Pentateuco, más bien lo contrario

Durante una reunión de adolescentes de mi iglesia, un joven contaba apesadumbrado cómo su profesor de filosofía ridiculizó públicamente La Biblia por contener un libro atribuido a Moisés (Deuteronomio) que narra su propia muerte. El conocido sitio web cristiano Got Question afirma que plantear que pudiera haber ediciones del Pentateuco (los 5 primeros libros de La Biblia) posteriores a Moisés pone en “entredicho la veracidad del Pentateuco […] Esto sería tratar de debilitar la palabra de Dios, y una forma de hacerlo es poniendo en duda la historicidad y autoría del Pentateuco”, llegando a sentenciar que esto “pone en tela de juicio los testimonios de Jesús [1]”.

Afirmaciones tan categóricas como estas producen temor entre quienes creen en la inspiración divina de La Biblia. Pero ¿Es realmente así? ¿Se refuerza o más bien se pone en entredicho la credibilidad bíblica cuando se niega la autoría plural del Pentateuco?

En primer lugar, en ningún lugar de La Biblia se nos dice que sea importante conocer el número o la identidad de los autores en cada libro bíblico. Como tampoco que sea importante el periodo de redacción para cada uno de ellos. Esto son necesidades apologéticas modernas, creadas a posteriori y que resultan ajenas a los receptores originales de los libros bíblicos.

De forma concreta, La Biblia no afirma que la autoría de estos cinco libros sea exclusivamente de Moisés. Cuando Jesús, por ejemplo, dice: «Porque si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él» (Juan 5:46) no está diciendo que todo el Pentateuco, versículo por versículo, sea una obra monolítica de Moisés. Incluso admitiendo que gran parte procediese de Moisés (Josué 8, 32), quizás oralmente, Jesús aquí simplemente dice que Moisés habló de Él. Pero NO dice que todo el Pentateuco sea obra de Moisés.

¿Una autoría plural en diferentes épocas contradice La Biblia?

En contra de lo que muchos cristianos afirman, a la doctrina de la inspiración no le afecta que el Pentateuco pudiese ser un extenso núcleo originario de Moisés transmitido durante generaciones siendo editado y cerrado siglos después ¿Qué problema tiene la inspiración divina en esto? Ninguno ¿Y si Dios determinó que así fuese? La inspiración sobre los autores bíblicos no depende del número de autores o del proceso completo de composición de cada libro. Lo importante es que Jesús se refiere a estos libros como Las Escrituras.

De hecho, aquellos que exigen al Pentateuco haber sido escrito por Moisés son los primeros en matizar que, como mínimo, debió haber dos autores: Moisés y quien(es) narra(n) su muerte (Dt. 34).

Como vemos, no hace falta ser un erudito para comprobar que referirse a estos libros como “La ley de Moisés” no implica que Moisés fuese autor de cada línea. Incluso los cristianos más conservadores suelen admitir que la parte final describiendo cómo fue su propia muerte no debió ser suya.

La Sagrada Familia de Gaudí… no es solo de Gaudí

En la antigüedad, e incluso hoy, es frecuente referirse a obras literarias o artísticas nombrando solamente a su autor principal, al alma mater o inspirador, a pesar de que posteriormente exista un grupo más amplio de autores de dicha obra que en ocasiones resultan anónimos.

Sirva de ilustración los numerosos profesionales que han trabajado y que aún siguen construyendo la catedral de la Sagrada Familia de Barcelona. Sin embargo, a nadie se le ocurre calificar como engaño que nos refiramos a La Sagrada Familia de Gaudí a pesar de que no es 100% una obra de un único autor que murió hace ya mucho tiempo. Seguimos hablando de la obra de Gaudí a pesar de la implementación de diferentes añadidos que él no tenía en mente y que se hicieron necesarios tiempo después.

Pues algo parecido ocurrió hasta el cierre final del Pentateuco. Hoy mismo, a nuestras leyes se le añaden modificaciones o enmiendas a lo largo de años y siguen considerándose la misma ley.

Una forma de hablar habitual en La Biblia

En Mateo 27, 9 Jesús apela a un escrito de Jeremías cuando en realidad está citando Zacarías 11, 12-13 ¿Miente Jesús? ¿Se equivoca con la autoría del libro? ¿Queda tocada la armonía bíblica? Si descartamos el error del redactor o del copista, es posible que Jesús citase a Jeremías como una sinécdoque, como una alusión al profeta que encabezaba el listado clásico de libros proféticos. Si esto fue así (la opción más plausible según algunos comentaristas) se derriba de un plumazo el argumento de que Jesús debió referirse necesariamente a Moisés como autor único del Pentateuco. Si Jesús no le dio importancia a la autoría de Zacarías hasta el punto de atribuir a Jeremías una cita suya ¿Por qué, entonces, tendría que ser obligatoriamente rígido y abarcar el 100% de 5 libros al referirse a textos atribuidos Moisés? No pongamos en Jesús requisitos apologéticos que no son suyos.

Sea como fuese, Jesús tuvo que dirigirse a aquellos escritos tal y cómo eran conocidos por sus coetáneos, independientemente de que hubiera más autores implicados en la Torá más allá de Moisés.

Lo natural es que Jesús no se dirigiese a aquellos textos de un modo diferente a como ellos los describían. Esto es un principio fundamental de la comunicación y de hacerse entender. Aún así, insistimos, el Pentateuco no reclama para sí mismo que deba ser leído como escrito al 100% por Moisés.

En Las Escrituras no vemos que a nadie le importase quién escribiese –por ejemplo- la parte del Pentateuco que habla de la muerte de Moisés ¿O acaso se observa en La Biblia algún debate o preocupación al respecto? Ni lo más mínimo. Por entonces ya existían hipótesis acerca de quién pudo escribir esa parte, pero lo realmente importante no eran los puños detrás de las letras sino el Dios detrás de los puños. La necesidad actual de algunas tradiciones conservadoras de afirmar que Moisés escribió todo el Pentateuco tiene más que ver con la necesidad psicológica de preservar determinadas tradiciones que un día nos enseñaron como “La verdad” que con lo que realmente nos pide La Biblia.  

Jesús diría que la mostaza “es la más pequeña de todas las semillas” (Mt 13, 31) cuando realmente no es la semilla más pequeña. Así que si aplicamos las mismas exigencias exegéticas de los defensores de la plena autoría mosaica tendríamos que afirmar que Jesús se equivoca con la semilla o miente. Pero caeríamos en el error de no pensar como los hebreos antiguos sino de utilizar un tipo de pensar occidental moderno no aplicable al contexto de una conversación donde lo importante es el mensaje espiritual de fondo, no el dato informativo exacto. En el caso de la mostaza Jesús no estaba haciendo ninguna declaración naturalista absoluta y simplemente utiliza un estilo enfático para un público que tenía interiorizado que el grano de mostaza era el más pequeño de todos. Así hablaban. Y aunque la mostaza no era técnicamente el grano más pequeño la pedagogía de Jesús era la ideal porque así se pensaba por entonces. Y lo mismo podemos decir cuando Jesús apela a la Torá del mismo modo en el que lo hacían sus oyentes. Lo importante era qué decían Las Escrituras. No sería tan complicado de entender si determinadas corrientes posteriores a la revolución científica no hubieran salpicado nuestra hermenéutica con exigencias apologéticas de precisión histórica y científica ajenas al texto bíblico.

Evidencias de varios autores y generaciones en el Pentateuco (y por qué no afecta a la inspiración de La Biblia):

Esta breve reflexión pretende traer paz al lector cristiano conservador que descubre con naturalidad que Moisés no pudo ser el autor de todo el Pentateuco. Tu fe no se tambalea cuando compruebas que existen indicios sólidos de una revisión final de La Torá siglos más tarde a Moisés, cerrándose quizás entre los siglos VI y IV a. C. ¿En qué afecta esto a la inspiración de La Biblia? En nada.

Dios ha inspirado a los autores bíblicos como Él ha querido y no como nosotros decimos sin razones de peso reales. Recalcamos esto porque hay personas que han sido sacudidas en su fe tras descubrir que Moisés no pudo haber escrito el Pentateuco como le aseguraron tajantemente en su Escuela Dominical. A esto le sumamos el miedo creado desde púlpitos, artículos y populares videos en YouTube que señalan con nombres y apellidos a los “herejes” que cuestionan la plena autoría mosaica del Pentateuco. Sin embargo, la evidencia bíblica es fuerte y nos llama a una mayor humildad y respeto hacia otros hermanos, pues siempre estaremos condicionados por nuestras experiencias, lecturas y tradición ¡Pero deseosos de conocer la verdad de Dios!

La multiautoría ni siquiera es un planteamiento moderno, ni liberal ni nada de esas cosas que se dicen para provocar cierto temor infundado a la par que se diluye un pensamiento bíblico más rico y profundo. El asunto se ha debatido tanto en el judaísmo como en el cristianismo desde siempre. San Jerónimo (s. IV), por ejemplo, ya desde una mera lectura directa del Deuteronomio sugirió que algunos de sus textos debieron ser de la época de Esdras (s. V a.C.)[2].

En esta búsqueda de evidencias, los eruditos señalan diferentes argumentos para la autoría plural. Entre ellos destacan las diferentes repeticiones de las historias (algunas repetidas hasta 5 veces), los elementos lingüísticos, culturales o de estilo que avalan una clara multi autoría del Pentateuco. Algunos de los elementos del Pentateuco son más característicos de los siglos VI-IV a. C. que de los hipotéticos siglos XIII o XV (a. C.) en los que pudiera haber vivido Moisés. Dicho esto, no nos vamos a meter aquí en complejas erudiciones académicas sobre las que ya existen amplísimos y extraordinarios trabajos al respecto.

Aquí expondremos evidencias sencillas para que cualquier lector común pueda comprobar por qué se habla de la autoría múltiple del Pentateuco tan solo leyendo La Biblia.

Evidencias concretas de autoría múltiple:

-Ejemplo de texto posterior a la vida de Moisés: “Ciertamente pondrás por rey sobre ti” (Deuteronomio 17:14-20)

Dios le dice a Israel: “Ciertamente pondrás por rey sobre ti al que Jehová tu Dios escogiere“ (Dt. 17, 15). Y posteriormente se adjuntan instrucciones concretas acerca de cómo debe actuar el Rey de Israel (14-20).

Bien. Teniendo esto en cuenta fijémonos en algo sencillo de comprobar:

Si este párrafo hubiera quedado escrito por Moisés estaríamos ante instrucciones monárquicas “proféticas” dadas por Dios al pueblo siendo conocidas por todos los integrantes del tenso debate que mantienen Samuel y el pueblo de Israel (1 Samuel 8) que pide para sí un rey que los gobierne ¿Cierto?

Sin embargo, el pueblo no apela a Dt. 17 para defender su petición y que -supuestamente- ¡Moisés ya la habría avalado al 100% dejándola por escrito afirmando que la monarquía queda establecida por Dios mismo! Así que no tiene sentido pensar que durante el debate acerca de poner rey en Israel NADIE apelase a un texto que cerraba de portazo cualquier discusión.

Es aún más absurdo pensar que el mismo Samuel ignorase adrede que Dios mismo ya había dejado por escrito una declaración que le cierra la boca. Eso colocaría a idea clásica de inspiración bíblica en problemas mucho mayores. Como creyentes en la inspiración divina, más desconcertante aún sería observa que Dios no quiere rey sobre Israel argumentando que esa petición popular de monarquía equivale a rechazar a Dios mismo (1 S. 8, 6-7) ¡Pero! ¿¡Y qué pasa con lo que Moisés (supuestamente) ya habría dicho cientos de años antes en Dt. 17!? Desde la idea de autoría única de Moisés: ¿¡Hay algo de sentido en todo esto!?

La explicación coherente es que la supuesta orden dada por Dios a Israel para poner rey sobre ellos (Dt. 17, 14-20) no estaba aún escrita en tiempos de Samuel (luego veremos algún ejemplo más). Debemos entender que este añadido posterior de Dt. 17 no contradice La Escritura sino que la reafirma. A lo único que contradice este añadido es a la tradición humana (no bíblica) que exige al Pentateuco ser escrito 100% por Moisés. Pero La Biblia no nos dice cómo se transmitieron los textos sagrados, ni el orden, ni los requisitos de Dios para una redacción o edición final del libro que hoy consideramos como Palabra de Dios

¿Qué problema hay si Dios quiso inspirar a los escribas para realizar estas adicciones posteriores que aclararían dudas y que además consolidarían la fuerza de Palabra de Dios ante el pueblo y su rey para generaciones posteriores? Este registro escrito posteriormente cerraba el debate y fortalecía la confianza del pueblo en Las Escrituras. Para nosotros lo importante es que el Espíritu Santo se mueve como quiere y que Jesús refrendó Las Escrituras una vez se cerró su redacción.

Otras evidencias de autoría del pentateuco posterior a Moisés:

Veamos algunos ejemplos más de añadidos posteriores a Moisés en el Pentateuco:

1) “Y los reyes que reinaron en la tierra de Edom, antes que reinase rey sobre los hijos de Israel, fueron estos…”.  (Génesis 36, 31). Este texto no pudo ser escrito antes de Saúl, el primer rey de Israel que vivió cientos de años después que Moisés:

2) Se habla en pasado de acontecimientos posteriores a la entrada en la Tierra prometida que ocurrió después de la muerte de Moisés:

Éxodo 16, 35: «Así comieron los hijos de Israel maná cuarenta años, hasta que entraron en la tierra habitada: maná comieron hasta que llegaron al término de la tierra de Canaán«. Dt 2:12: «Y en Seir habitaron antes los Horeos, a los cuales echaron los hijos de Esaú; y los destruyeron de delante de sí, y moraron en lugar de ellos; como hizo Israel en la tierra de su posesión que les dio Jehová«. Dt 4:38: «Para echar de delante de ti gentes grandes y más fuertes que tú, y para introducirte, y darte su tierra por heredad, como hoy«.

3) El Pentateuco se refiere a Moisés en tercera persona. No suele aparecer hablando en primera persona, excepto –obviamente- en la trascripción de sus discursos: Éxodo 11, 3: «También Moisés era muy gran varón en la tierra de Egipto, a los ojos de los siervos de Faraón, y á los ojos del pueblo«. «Y el Señor dijo a Moisés…» (Nu. 2:1, 5:1, 31:1). «Y ésta es la bendición con la cual bendijo Moisés, varón de Dios, a los hijos de Israel, antes que muriese» (Dt. 33:1). «todas las cosas que Jehová había mandado a Moisés» (Éxodo 39:42, 40:27, 29, 32).

4) Dt. 34, 5-6: «Y murió allí Moisés siervo de Jehová, en la tierra de Moab, conforme al dicho de Jehová. Y enterrólo en el valle, en tierra de Moab, enfrente de Bethpeor; y ninguno sabe su sepulcro hasta hoy«.

Este texto no solo no pudo escribirlo Moisés sino que incluye un “hasta hoy” que transmite la idea de que ya ha pasado mucho tiempo desde su muerte. Ha pasado tanto tiempo, que cuando Dt. 34: 5-6 se escribe ya nadie sabía siquiera la localización de algo tan importante para su historia como el lugar de su tumba.

5) Incluso alguien tan conservador y a favor de la autoría mosaica del Pentateuco como Richard McDonald, del Seminario Teológico Bautista del Sur, admite que “las Escrituras incluyen indicaciones de adiciones y actualizaciones autorizadas divinamente. Por ejemplo, Proverbios 25:1 cuenta que los hombres del rey Ezequías agregaron dichos de Salomón a Proverbios [3]”. ¡Podríamos haber empezado por aquí y hubiéramos zanjado el asunto!

El relato de La Creación

Otro aspecto muy importante, y poco mencionado, es el asombroso encaje del relato de la Creación de Génesis 1 y 2 como revelación y respuesta a la crisis de identidad de Israel durante y tras el exilio en Babilonia. Cada detalle es un golpe demoledor a las cosmogonías que dominaron la antigüedad como Egipto y sobre todo Babilonia. Dios responde a su pueblo dando su propia revelación para liberarles de las cosmovisiones de las superpotencias que marcaban el destino de los humanos y su servidumbre a los reyes paganos. Todo encaja y resulta maravillosamente liberador si nos situamos en la opresión de Babilonia que tanto marcó a Israel (Ver http://delirante.org/?p=181 para un análisis más detallado de La Creación como relato anti-babilónico).

Por otro lado, siendo el relato de Adán y Eva un elemento central para la fe fijémonos en que no hay ni una sola mención a la primera pareja, ni al plan original de Dios, ni al pecado de Adán fuera del relato de la Creación. Nada. Este “olvido” total resulta demasiado raro en un Pentateuco dominado por relatos y explicaciones acerca de la limpieza del pecado y la voluntad originaria de Dios… pero es como si Adán y Eva no hubieran existido jamás. Silencio absoluto. Pero… ¿Cómo ignorar algo tan revelador como el propósito divino con los primeros humanos? Más aún cuando el mismo Moisés (según los defensores de la autoría plena mosaica) había escrito el relato de Adán y Eva. Pero… ¿¡Cómo llenar el Pentateuco de rituales limpiadores y al mismo tiempo olvidar por completo el origen del pecado y otros elementos identitarios del relato de la creación de Génesis 1 y 2!? La respuesta a esta extrañeza es que (tal y como corroboran otros datos) el relato de La Creación debió ser posterior a Moisés, una narración escrita durante y/o tras el exilio de Babilonia, cercana al término de edición del Pentateuco. De hecho, no es solo el resto del Pentateuco. Tampoco se menciona la historia de Adán y Eva en ninguna otra parte del Antiguo Testamento ni tampoco en la literatura extra bíblica judía hasta aproximadamente el siglo II a. C [4].

Y si leen artículos como el antes mencionado (http://delirante.org/?p=181), comprobarán que La Creación es un relato extraordinariamente inspirado para aquel contexto de adiestramiento en la cosmogonía babilonia ¡Gloria a Dios por su liberadora y transgresora revelación!

Si pensamos que Moisés escribió los relatos de la creación nos preguntamos además por qué redactó dos diferentes y con algunas discrepancias entre sí (desde el literalismo). Pero La Biblia nunca dice que fuera Moisés el autor de estos capítulos. Lo que sí vemos es una gran y coherente obra en la provisión divina a su pueblo si aceptamos que los relatos de la creación son posteriores a Moisés. Así todo encaja, nos asombra y nos lleva a rendirnos ante un Dios liberador que habla a sus hijos desde sus problemas y necesidades sentidas, desde su contexto. Esto hace mucho más creíble y fascinante a La Biblia que pensar Moisés escribe el relato de La Creación para luego olvidarse totalmente de él en el resto de las explicaciones del Pentateuco acerca del pecado o la identidad del ser humano.

¿Josué escribió la muerte de Moisés?

Lo que vemos en Deuteronomio es una narración propia de historias ya finalizadas. Los argumentos para una interpretación de varios autores y editores inspirados encajan con el sentido común y el pensar hebreo. La armonía de La Biblia se sostiene ante las evidencias de la pluriautoría del Pentateuco. Las Escrituras están llenas de argumentaciones y expresiones lógicas tipo: “¿Acaso no entendisteis…?”, “por tanto…”, “así que…”, “¿No visteis que…”, “porque…” “escudriñar…”, “¿No pensarán que estáis locos…?”, “sed sabios”, etc. Son apelaciones a la lógica para poder entender, analizar y creer en la Biblia como verdad de Dios. Somos llamados a la fe, pero no a barrer debajo de la alfombra el sentido común que Dios nos ha dado.

El problema es que un día a alguien se le ocurrió afirmar que todo el Pentateuco es obra única de Moisés y que creerlo así es parte esencial de la fe cristiana. Y que afirmar lo contrario hace a La Biblia (¡Y a Jesús!) mentir ¡Uf! ¿No es demasiado atrevido poner así la fe de tantos pequeños en jaque? Nosotros creemos que sí.

Pero no solo eso. La total autoría de Moisés del Pentateuco no ayuda a ver La Biblia como algo realmente coherente. Más bien al contrario, dando como triste resultado a millares de personas sacudidas en su fe o a otras que no se interesan por el cristianismo cuando se les presentan estas teorías tan inestables como la única opción de verdad indiscutible revelada por Dios. Nuestra respuesta no puede ser el dogmatismo sino un diálogo abierto y responsable.

El Pentateuco es la historia de un pueblo exiliado de Egipto buscando su propósito en tierra extraña. Son libros que proporcionaron identidad y consuelo a los cautivos de Babilonia que probablemente cerraron la edición final del Pentateuco (Ver video “EXILIO” abajo). Y no solo no pasa nada por ello, sino que decimos: ¡A Dios sea la gloria por una provisión tan contextualizada y pertinente mediante Las Escrituras!

Paralelamente, estos libros son actuales porque de algún modo también son nuestra historia, no solo la de Israel. Nos muestran nuestra torpeza y esclavitud, nuestra salida del Edén caído, de Egipto y Babilonia tratando de encontrar el camino a nuestro verdadero hogar, a la Tierra prometida que Cristo nos señala como el sentido pleno de la vida. En el Pentateuco comienza nuestro peregrinaje a la nueva Jerusalén siendo el punto de partida de todas las historias. El Pentateuco es también la historia del tosco caminar desde La Ley hasta la sublime Gracia que un día rescató a un pecador ciego y perdido como yo. De todo esto y de mucho más nos habla ese Pentateuco de Moisés y otros siervos de Dios que nos revelan un Dios que nos dirige de vuelta a casa. Y su Palabra es verdad.

Lo que sí vemos en el Pentateuco

Lo que vemos en Deuteronomio es una narración propia de historias ya finalizadas. Los argumentos para una interpretación de varios autores y editores inspirados encajan con el sentido común y el pensar hebreo. La armonía de La Biblia se sostiene ante las evidencias de la pluriautoría del Pentateuco. Las Escrituras están llenas de argumentaciones y expresiones lógicas tipo: “¿Acaso no entendisteis…?”, “por tanto…”, “así que…”, “¿No visteis que…”, “porque…” “escudriñar…”, “¿No pensarán que estáis locos…?”, “sed sabios”, etc. Son apelaciones a la lógica para poder entender, analizar y creer en la Biblia como verdad de Dios. Somos llamados a la fe, pero no a barrer debajo de la alfombra el sentido común que Dios nos ha dado.

El problema es que un día a alguien se le ocurrió afirmar que todo el Pentateuco es obra única de Moisés y que creerlo así es parte esencial de la fe cristiana. Y que afirmar lo contrario hace a La Biblia (¡Y a Jesús!) mentir ¡Uf! ¿No es demasiado atrevido poner así la fe de tantos pequeños en jaque? Nosotros creemos que sí.

Pero no solo eso. La total autoría de Moisés del Pentateuco no ayuda a ver La Biblia como algo realmente coherente. Más bien al contrario, dando como triste resultado a millares de personas sacudidas en su fe o a otras que no se interesan por el cristianismo cuando se les presentan estas teorías tan inestables como la única opción de verdad indiscutible revelada por Dios. Nuestra respuesta no puede ser el dogmatismo sino un diálogo abierto y responsable.

El Pentateuco es la historia de un pueblo exiliado de Egipto buscando su propósito en tierra extraña. Son libros que proporcionaron identidad y consuelo a los cautivos de Babilonia que probablemente cerraron la edición final del Pentateuco (Ver video “EXILIO” abajo). Y no solo no pasa nada por ello, sino que decimos: ¡A Dios sea la gloria por una provisión tan contextualizada y pertinente mediante Las Escrituras!

Paralelamente, estos libros son actuales porque de algún modo también son nuestra historia, no solo la de Israel. Nos muestran nuestra torpeza y esclavitud, nuestra salida del Edén caído, de Egipto y Babilonia tratando de encontrar el camino a nuestro verdadero hogar, a la Tierra prometida que Cristo nos señala como el sentido pleno de la vida. En el Pentateuco comienza nuestro peregrinaje a la nueva Jerusalén siendo el punto de partida de todas las historias. El Pentateuco es también la historia del tosco caminar desde La Ley hasta la sublime Gracia que un día rescató a un pecador ciego y perdido como yo. De todo esto y de mucho más nos habla ese Pentateuco de Moisés y otros siervos de Dios que nos revelan un Dios que nos dirige de vuelta a casa. Y su Palabra es verdad.

Delirante.org

[1] https://www.gotquestions.org/Espanol/hipotesis-documentaria.html

[2] Obras completas de San Jerónimo, BAC, Madrid. En inglés: The Principle Works of Jerome (Nicene and Post Nicene Fathers of the Church, vol. 6; trans. W. H. Fremantle; Edinburgh: T&T Clark, 1989), 337-38

[3] Richad McDonald, ¿Quién escribió el obituario de Moisés en Deuteronomio 34?, coalicionporelevangelio.org, 10 julio 2019 

[4] Daniel C. Harlow, Después de Adán: Leer el Génesis después de la era evolutiva. Revista Aletheia, 2012, p. 21

¿Es bíblico el Infierno?

¿Es el infierno bíblico una tortura consciente sin fin?

Para una mayoría de cristianos el Infierno es un lugar de llamas y tormento consciente sin fin. Pero, ¿Fue ésta la interpretación de La Biblia dominante entre los primeros cristianos? ¿Qué argumentos ofrecen quienes creen que La Biblia no sostiene esta idea del Infierno?

ÍNDICE:

1. Argumentos bíblicos comunes de quienes cuestionan el Infierno clásico

Exposición de los mejores argumentos de dos posturas bíblicas alternativas al infierno literal:

POSTURA 1: Universalismo

POSTURA 2: Aniquilacionismo

2. Reflexiones finales para la Iglesia

Durante el sermón en una iglesia conservadora de Madrid, el predicador señaló –para sorpresa de muchos- que el concepto del Infierno como tortura consciente sin fin “no fue predominante durante los dos primeros siglos del cristianismo. Había como seis escuelas y solo una de ellas asumía esta idea [1]”. Lo cierto es que durante los primeros siglos, teólogos de influencia como Orígenes, Clemente de Alejandría, Dídimo el Ciego, Gregorio de Nisa (editor final del Credo Niceno), Evagrio Póntico, Diodoro o Teodoro de Mopsuestia, entre otros, sostuvieron interpretaciones del Infierno diferentes a la de un castigo sin fin.

Al comienzo de la Iglesia convivían quienes creían en el Infierno clásico y quienes no. Sería en el Concilio de Constantinopla (año 543) donde se afirmaría oficialmente que los sufrimientos del infierno eran eternos. Más tarde, en el Concilio de Letrán (1125), el Infierno se constituiría como dogma que incluía duras penas contra quienes lo negasen. Se trata de eventos claves porque las discrepancias teológicas ya no fueron toleradas aunque el cuestionamiento del Infierno tradicional a la luz de Las Escrituras nunca desapareció del todo. Seguiría poniéndose en entre dicho por Valdenses (s. XII), Anabaptistas, Hermanos moravos, Cristadelfianos o Socinianos, entre otros.

Fuera de Occidente, menos Infierno

El dogma del Infierno no ha cuajado con tanta solidez entre los cristianos orientales. Esto se explica en parte porque la consolidación del Infierno como dogma en Occidente fue después de su escisión con la iglesia oriental ortodoxa. Andréy Kórdochkin, párroco de la Iglesia Ortodoxa rusa de Madrid, asume que “el Infierno no es un lugar en conformidad con la doctrina patrística [2]«.

Pero ¿No habla La Biblia claramente del Infierno como un castigo en llamas eterno y sin fin? ¿Qué interpretación bíblica proponen estos creyentes?

Las alternativas más comunes al Infierno clásico son dos: 1) El aniquilacionismo que afirma que los malos son eliminados y dejan de existir tras el juicio final. Y 2) El universalismo que aboga por la salvación final de todos los humanos tras un juicio con final restaurativo.

Estas dos posturas comparten algunos argumentos que pretenden ser bíblicos y que veremos a continuación. Buscando un mayor rigor los expondremos tal y como ellos mismos podrían hacerlo procurando conocerlos correctamente antes de juzgar y retener lo bueno (1ª Tesalonicenses 5, 21). Al final de esta serie concluiremos con algunas reflexiones en cuanto al lugar de estas creencias en la Iglesia actual.

Comencemos con los argumentos contrarios al Infierno clásico:

La palabra “infierno” no existe en La Biblia

La palabra “infierno” no existe en el texto bíblico original. El término es “Gehena”, procedente del hebreo gueh hinnóm y que deriva del “valle de Hinón” situado a las afueras de Jerusalén. En tiempos de Jesús este Gehena era el lugar donde se quemaba la basura que en el Antiguo Testamento llegó a albergar sacrificios humanos.

Sería la versión de La Biblia más influyente de la historia, La Vulgata (siglo IV) quien sustituiría por primera vez el término Gehena por “Infierno”. Así que cuando los primeros oyentes escuchaban a Jesús hablar del Gehena lo que visualizaban era un lugar terrenal y conocido. Se hacía difícil, por tanto, relacionar un basurero con un castigo perpetuo ya que todo lo que se arrojaba al Gehena se consumía al poco de ser echado.

El término traducido como “eterno” (aionios) no implica un tiempo sin fin

El significado de las palabras cambia en cada tiempo y lugar. Además de esto, quienes traducen saben que es difícil verter términos con las mismas acepciones, polisemias, etc. que el original. No digamos ya desde textos con miles de años.

La confusión del lector actual puede darse con el término “aionios” (plural derivado de aion) cuando es traducido como «eternidad» o “eterno” en nuestras Biblias. Pero en griego no alude necesariamente a un tiempo sin fin y posee varios significadosLiteralmente significa “que dura un siglo […] Este término destaca el hecho de que algo es continuo y no está sujeto a cambios repentinos. En los antiguos papiros griegos hay numerosas referencias a que el emperador romano era  aiônios [3]”.

Efesios 1, 21 dice: “No sólo en esta edad (aión), sino también en la por venir”. En el 2, 7: “Para mostrar en los tiempos (aionios) venideros las abundantes riquezas de su gracia”. Fijémonos en que es imposible traducir aion/aionion por “eternidad” en ambos ejemplos.

Aionios connota “importancia perpetua” de lo adjetivado más que de su duración. Un fuego o castigo “aionios” reafirma la atemporalidad del valor moral de la acción ejecutada, no tanto lo que ésta dura. Algo aonios es a menudo algo “de Dios”, algo sin riesgo de ser alterado.

En Judas 7 se habla del “castigo del fuego eterno” sobre Sodoma y Gomorra. Pero… ¿Dónde está ahora ese fuego “eterno”? ¡Se apagó hace siglos! Aquel castigo fue un juicio eternamente inapelable, incuestionable en cualquier época ya que provenía de Dios. Pero el fuego duró un rato ¿Se capta la idea?

Lo que permanece por siempre es la validez de aquel juicio, no la duración del instrumento usado. Al menos no necesariamente.

Igual ocurre con eterno (olam) del Antiguo Testamento

Olam es traducido como “eternidad” en nuestro Antiguo Testamento. El término también posee varias acepciones y no tiene un equivalente exacto en nuestro idioma. Olam se relaciona con el verbo alam que significa ocultar y hace referencia a aquello que está más allá de nuestro entendimiento. La concordancia Strong define olam como algo “propiamente escondido, generalmente tiempo fuera de la mente”.

En Génesis 17 Dios calificó la circuncisión como “un pacto eterno”, un pacto que para los cristianos ya terminó. Muchas ordenanzas traducidas como «eternas» (ôlâm) solo duraron un tiempo limitado (Ex. 27, 21; 28, 43) porque no se definía su duración sino su validez indiscutible.

El fuego que nunca se apaga y el gusano que nunca muere como típica hipérbole hebrea

El fuego eterno como hipérbole alejada de cualquier pretensión literal es típico de la retórica hebrea. En Levítico 6, 13 el fuego del sacrificio «se mantendrá encendido continuamente en el altar; nunca se apagará«. Pero aquel fuego se apagaba y hoy está definitivamente apagado. Jeremías 17, 27 exhorta a Judá diciendo: “yo haré descender fuego en sus puertas, y consumirá los palacios de Jerusalén y no se apagará”. Aquel fuego hiperbólico está hoy apagado.

En Isaías encontramos la figura retórica con la que Jesús conecta cuando se refiere al “gusano que nunca muere y al fuego que nunca se apaga”. Isaías advierte a Israel de que “cuando salgan del Templo podrán contemplar los cadáveres de aquellos que se rebelaron contra mí, pues su gusano no muere y su fuego no se extingue” (Isaías 66, 11 y 24). Fijémonos en que el gusano “inmortal” y el fuego eterno constituyen un lenguaje figurado que ilustra un juicio divino temporal y limitado.  No se relaciona con personas torturadas eternamente sino con cadáveres insensibles a la vista de quienes siguen vivos en esta tierra. Se trata de una visión que “resulta espantosa a los vivientes” (Is. 66, 24). A la luz de La Biblia, la desgracia de estos rebeldes fallecidos fue su exterminio en esta tierra, no que pasaran a una terrible tortura sin fin.

Jesús recurrirá a estas metáforas hebreas (Mateo 13, 41-42) como la del Salmo 112, 10 que describe al malo que “se enfada, rechina sus dientes y se consume”.  Como explica Juan Stam: “el sheol era el concepto hebreo de la tierra de sombras de los que ya no vivían físicamente. Era un concepto muy poco definido, aunque no era lugar de castigo […] Mucho del lenguaje descriptivo del infierno tiene que ser figurado. Lo del gusano que no muere, no es para sacar una doctrina de la inmortalidad de los gusanos. Fuego y tinieblas son símbolos contradictorios, si se toman al pie de la letra, pero el ardor del fuego y el temor de la oscuridad son simbolismos [4]”.

Del mismo modo, en ocasiones nosotros también usamos hiperbólicamente estos conceptos en frases como “ese trámite dura una eternidad” o “aquel pueblo es un Infierno”. ¿Qué pensarían de estas expresiones cristianos literalistas de dentro de 2000 años si La Biblia se hubiera escrito en nuestra cultura?

El poder de la metáfora

El cristianismo actual ha ido desarrollado una mentalidad más literalista que las de las culturas bíblicas. La pedagogía basada en epopeyas, parábolas y la profundidad del lenguaje simbólico ha ido perdiendo peso en Occidente. Por diferentes razones de tipo histórico entre muchos cristianos actuales persiste la errada idea de que el lenguaje alegórico es menos verdad que el literal. Pero basta ver a Jesús usando parábolas para transmitir con la mayor de las fuerzas La Palabra de Dios.

Como el erudito William V. Crockett comenta: “en la antigüedad, los maestros usaban frecuentemente expresiones simbólicas para subrayar sus puntos (hipérbole rabínica). Para ser un discípulo, debes «odiar» a tu padre y a tu madre (Lucas 14:26), «arrancar» un ojo cuando miras lo que no debes (Mateo 5:29), o dejar que los muertos «entierren a sus muertos» (Lucas 9:60). Este lenguaje colorista fue entendido por todos como una hipérbole, una retórica que destaca la tremenda importancia de lo narrado. Lo mismo ocurre con las imágenes del infierno [5]

El Gehena: ¿Incluía un anuncio del juicio sobre Israel?

Apenas 40 años después de las palabras de Jesús acerca del Gehena toda la identidad judía sería arrasada por fuego y gusanos (Lucas 21, 5-9). En el documental acerca del Infierno titulado Hellbound (2012) varios teólogos explican cómo la destrucción de Jerusalén del año 70 supuso el fin del universo judío tal y como ellos lo conocían. Fue el fin de una cosmovisión centrada en el sacerdocio, el sacrificio, el Templo, la ciudad santa, etc. El auditorio de Jesús sabía que en el Antiguo Testamento el Gehena a menudo se refería a ejércitos invasores que arrasarían Jerusalén (Jer. 7, 32). Y eso fue lo que pasó en el año 70. ¿Serían las referencias al Gehena una profecía acerca de esta destrucción?

¿Y qué de Mateo 25, 46: “E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna”?

Muchos creyentes en el Infierno argumentan: “Pero ¿No dice Mateo 25, 46 que tanto la vida como el castigo son eternos (aionios)? Entonces, si decimos no hay un castigo eterno con el sentido de “duración sin fin” ¿No hay tampoco una vida eterna “sin fin” para el justo?”.

Respuesta:

Para comenzar, fijémonos en que el texto completo dice que quienes alimentan a un hambriento o visitan un enfermo “irán a la vida eterna” (Mateo 25, 42-26). Sin embargo, los creyentes en el Infierno no suelen pensar que estas palabras sean literales ya que creen que por hacer estas obras no se irán a la vida eterna ¡También deberían creer en Jesús como su salvador!, un añadido que el texto no dice en ningún momento. Así que: 1) Los defensores del Infierno son los primeros que creen que el relato es hiperbólico y no debe tomarse al pie de la letra.

Del mismo modo, las cabras y las ovejas del relato (Mt. 25, 32-33) son una metáfora evidente de dos tipos de personas. Esto lo creemos todos, al mismo tiempo que también vemos en los versículos anteriores a Mt. 25, 41 se habla del “fuego que no se apaga” preparado “para el diablo y sus ángeles” Pero: ¿Se quemarán seres espirituales con fuego literal? ¿No es otra evidencia de más simbolismo?

El texto está lleno de retórica y debemos ser cautos a la hora de exigir literalismo solamente a las palabras del relato que nos interesan y desde la traducción a nuestro idioma. Hay que analizar qué dice el texto y qué no dice. Y lo que sí dice es que las acciones justas e injustas tienen repercusiones en la era venidera y que éstas llevan el sello inapelable del juicio de Dios (hasta aquí todos los cristianos de acuerdo). Pero otra cosa es afirmar que ambas “eras venideras” (otro significado de aionios) deben durar lo mismo: para siempre. Pero esto no lo dice el texto.

Es un error pensar que si el castigo no es eterno entonces la vida del justo tampoco debe ser eterna. Creemos que la vida de los justos sí es eterna porque Las Escrituras la describen con una calidad y plenitud sin igual, sin muerte. Esto se observa sin ni siquiera utilizar el término aionios que más bien se centra en la calidad de esa vida que Dios da y que ya empieza en esta tierra (Juan 17, 3).

La eternidad de la vida del justo sí la vemos revelada en 1ª Corintios 15 o en el “ya no habrá muerte, ni más llanto” (Ap. 21, 4), entre otros textos que definen esta vida como algo maravilloso. Como dice Proverbios 10, 25: “el malo no permanece; mas el justo permanece para siempre”. Pero el castigo del malo es una situación absolutamente diferente. Aunque el destino del justo y del injusto son actos de validez eterna ejecutados por Dios (significado básico de aionios) no tiene sentido pensar que el castigo del malo debe ser de la misma calidad y/o duración que la vida del justo.

¿Y cuánto dura entonces el castigo y cuánto la vida del justo de Mateo 25, 46? Pues Jesús no lo dice y no parece que pretenda dar respuesta a este asunto desde el punto de vista cuantitativo. Pero sí sabemos que aquí el destino de las cabras bajo castigo “eterno” (vs. 41) es la misma expresión de Judas 7 para el fuego que destruyó Sodoma ¡Y que ya se apagó! cuyo énfasis era moral y cualitativo, no de duración. La vida plena y sin dolor era el plan original de Dios. No el castigo. Ambos destinos no tienen por qué durar lo mismo. De hecho Las Escrituras apuntan a que uno dura por siempre y otro no.

Por último, observemos que en la mayoría de las traducciones de La Biblia solamente aparece una vez la expresión “castigo eterno” y es aquí, en Mateo 25, 46. La palabra vertida como “castigo” es kolasis, (derivada de kolazo [6]), un término de jardinería referido a la poda. Así que lo que leemos aquí es un “aion de kolazo” que literalmente puede traducirse como «un período de poda” ¿Y qué se pretende en la poda? ¿Hacer sufrir para siempre al ser podado? Para los aniquilacionistas este tiempo de poda equivale a ser eliminados tras ser juzgados. Para los universalistas será un periodo que corregirá al árbol durante un tiempo para finalmente hacerlo florecer. En cualquier caso, ningún jardinero poda una planta para provocarle terribles sufrimientos sin fin. De nuevo el griego original desbarata cualquier idea de Infierno literal percibida en nuestros idiomas y por el peso de la tradición medieval.

Ni rastro del Infierno en las cartas a los gentiles

No obstante,  si Jesús hubiera querido revelar la existencia del Infierno como un lugar literal en el más allá ¿Por qué se refirió a un valle conocido en lugar de explicarlo claramente? ¿Por qué no le dio un nombre propio? Lo cierto es que todas las alusiones de Jesús al Gehena son siempre dirigidas a religiosos judíos. Como observa Julie Ferwerda: “Jesús nunca les habló a las multitudes acerca del “infierno,” ni siquiera por una sola vez como nosotros creemos hoy, únicamente les hablaba en privado y en muy reducidos contextos a sus discípulos o a los fariseos (gente religiosa) a lo mucho en tres o cuatro ocasiones [7]”.

Este carácter local del Gehena explicaría por qué este lugar ya no se menciona fuera del contexto hebreo de los evangelios. Fijémonos en que cuando surge la necesidad de escribir libros fuera de Judea los autores saben que el lenguaje simbólico hebreo debe limitarse drásticamente y entonces… ¡Las advertencias sobre el Gehena desaparecen! (a excepción de la simbólica apocalíptica judía que veremos más adelante).

Pero si algo tan terrorífico como el Infierno existe: ¿No deberían ser advertidos los gentiles desde las cartas fundacionales del cristianismo? ¡Sin duda! Pero fuera de Jesús el Gehena solo vuelve a mencionarse una vez y lo hace Santiago (3, 6) para referirse al poder destructor de la lengua ¡Otra vez un uso metafórico! Luego está el Tártaro, que aparece una vez en La Biblia y que es un término de la mitología griega que Pedro usa para ilustrar el encarcelamiento previo al juicio de “los ángeles que pecaron”, pero no de las personas (2ª Pe. 2, 4). Como vemos, los autores bíblicos no consideraron ningún Infierno del que avisar a los no judíos.

Aquellos predicadores actuales que definen como “evangelio light” aquel que omite el Infierno también deberían calificar como light los más de 20 sermones de Hechos o todas las cartas de Pablo.

La historia del rico y Lázaro (Lucas 16, 19-31)

Una errada interpretación de la parábola del rico y Lázaro ha sido clave para el dogma del Infierno a pesar de que en esta historia ni se menciona el Cielo ni el Infierno. Los dos lugares que aparecen son “el seno de Abraham” (el nombre ya evidencia su simbolismo) y el Hades, lugar al que van los muertos en la cultura grecorromana. Así que desde el literalismo ni Abraham ni Lázaro podrían haber estado en El Cielo ya que “nadie ha subido al cielo, excepto el que bajó de allí, es decir, el Hijo del hombre” (Juan 3, 13).

Curiosamente, desde el literalismo esta historia revelaría la existencia de conversaciones entre los habitantes de ambos lugares, algo que pocos cristianos tradicionales creen que ocurra realmente. Luego está la súplica del rico para que Lázaro ponga el dedo húmedo en su lengua. El lenguaje hiperbólico es de nuevo evidente pues nadie se sentirá aliviado de semejante tormento calcinador porque simplemente le pongan un dedo húmedo en la lengua. Se trata de una historia llena de llamativos y evidentes simbolismos extremos. El pastor conservador y profesor de exégesis del Seminario Teológico Fuller, George E. Ladd, afirma que esta historia del rico y Lázaro es, probablemente “una parábola de uso corriente en el pensamiento judío y no pretende enseñar nada sobre el estado de los muertos [8]”.

En el Israel del siglo I circulaban relatos similares al del rico y Lázaro acerca del destino futuro de ricos y pobres. Jesús lanza un mensaje que conecta con estas historias populares como las del rico publicano Bar Ma´yan y un pobre escriba. En esa historia fijada en el Talmud judío, un amigo del pobre vio en sueños a aquellos muertos en el más allá separados por un río de agua. Allí vio al pobre disfrutando “en jardines de belleza paradisíaca…Y vio también a Bar Maján, el publicano que estaba a la orilla de un río y quería alcanzar el agua y no podía [9]”.

Es muy probable que Jesús quisiera conectar con la famosa historia del pobre y Bar Maján cambiando el nombre de sus personajes para producir un mayor impacto y comprensión. La apelación a narraciones ya conocidas para transmitir el evangelio no es algo extraño en La Biblia. Es una pedagogía similar a la de Pablo cuando en Atenas citó a poetas griegos como Filóstrato o Pausanias (Hechos 17) para conectar con sus oyentes. ¿Y acaso estaba Pablo menos inspirado por el Espíritu Santo por citar a poetas paganos griegos? ¿Lo estaba Jesús al conectar con historias e imágenes conocidas de su tiempo? No. Tanto Jesús como Pablo fueron guiados por Dios en esta metodología. Y si con esta historia Jesús pretendía revelar una realidad tras la muerte tan detallada e inexistente en el Antiguo Testamento… ¿Por qué los religiosos que constantemente tratan de “pillar” a Jesús no le acusaron de introducir nuevas doctrinas?

La historia se incluye dentro de una agrupación temática con las demás parábolas de los capítulos 15 y 16 en las que Jesús sacude a los religiosos que rechazan a marginados como pobres o mujeres. Decir que esta historia no puede ser una parábola porque usa nombres propios es desconocer la cultura hebrea del primer siglo ¡Claro que se usan nombres en parábolas! Tampoco se dice que el rico esté allí por rechazar a Jesús, que es la razón por la que los cristianos dicen que se va al Infierno. Creo que está totalmente fuera de contexto pensar que esta historia pretendía enseñarnos a elegir a Jesús para no ir al Infierno

En cualquier caso, ninguna parábola debe fundamentar ninguna doctrina acerca de lo que ocurrirá tras la muerte. La enseñanza clave de las parábolas no está en su literalidad sino en el mensaje oculto tras los elementos culturales de su tiempo, ya sean semillas, ganado o populares relatos de ricos y pobres. Y aquí las alusiones a Moisés y los profetas presentan a Cristo como un nuevo Camino que incluye a los pobres y enfermos despreciados por aquellos religiosos que creían tener el monopolio de la interpretación bíblica.

Apocalipsis

Si la historia del rico y Lázaro fuese una revelación del más allá nos encontraríamos con numerosos problemas teológicos a la luz de otros pasajes del Nuevo Testamento. En la parábola el rico está atormentado en una llama en el Hades (vs. 23-24). Pero en Apocalipsis 20, 14 el lago de fuego es un lugar diferente al Hades: “la Muerte y el Hades fueron arrojados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda: el lago de fuego”.

Como vemos, desde el literalismo la cosa se complica ante esta existencia de dos lugares diferentes de llamas ¿Y qué del tercer lugar definido como “la Muerte”? ¿Es la muerte algo que se arroja y que se quema literalmente en un lago? En Apocalipsis el Hades ardiente del rico no es algo eterno sino un lugar que será destruido. Así que Apocalipsis muestra que el Hades tiene sus días contados. Además ¿Cómo un lago de fuego literal quemará un Hades de fuego literal? Ese lago que lo destruye todo más bien parece el anuncio del final de todo mal y la inauguración de una era en la que ya no habrá llanto ni sufrimiento (Ap. 21, 4) en ningún  lugar del Universo. Esa es la esperanza final de Apocalipsis.

La apocalíptica usa imágenes extremadamente alegóricas, las mayorías discutidas e interpretadas de maneras muy diferentes a lo largo del cristianismo. Apocalipsis está lleno de simbología judía y grecorromana que incluye bestias cornudas y de varias cabezas, numerologías encriptadas, copas cósmicas, prostitutas extra terráqueas y sí… también un lago de fuego que solo aparece descrito como tal en este libro.

Pero ¿Sería ésta la manera definitiva de asegurarnos que el Infierno es literal? ¿O más bien deja claro que es un símbolo?

El fuego en La Escritura es un símbolo abierto. A menudo de depuración, del fin del mal y de la eliminación de lo inmundo. En el Antiguo Testamento Dios se presenta a sí mismo como fuego purificador: “Y la luz de Israel será por fuego, y su Santo por llama, que abrase y consuma en un día sus cardos y sus espinos” (Is. 10, 17). Dios purifica abrasando, pero él no es literalmente una llama.

En Apocalipsis el tormento con fuego y azufre “pasa” justo “delante de los santos ángeles y del Cordero” (14, 9-11) a modo de una metáfora en las alturas mientras en otros lugares se sitúa en lo más profundo del abismo (Ro. 10, 7) o en los hoyos oscuros del Tártaro (2ª Pedro 2:4).

Estos tormentos recaen en los vivos y no aparece una humanidad “no creyente” en masa sufriendo por siempre. En Apocalipsis solamente vemos al diablo “arrojado al lago de fuego y azufre, donde también están la bestia y el falso profeta, y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos” (Ap. 20, 10). La imagen no evoca un lugar con miles de millones condenados humanos. No. La palabra para “atormentados” es basanizo, que también significa “encarcelar” y que conecta con el libro de Judas: “Y a los ángeles que no guardaron su estado original […] los ha guardado bajo oscuridad en prisiones eternas, para el juicio del gran día” (Judas 1, 6). En estos texto no es la tortura sino las prisiones las que son “eternas” (aionios) como un designio inapelable de Dios. Pero no son prisiones que “durarán para siempre” sino lugares de tránsito de las huestes del mal en espera del juicio final.

Apocalipsis finalmente contiene un mensaje de esperanza para la humanidad. Pero si existiese un Infierno… ¿Cómo podríamos estar de fiesta en un Cielo en el que “ya no habrá más dolor” (Ap. 21, 4) sabiendo que mi amada hija está desgarrándose por siempre en el Infierno? Ambos escenarios no parecen compatibles, pero “el que estaba sentado en el trono anunció: Voy a hacer nuevas todas las cosas. Y añadió: — Palabras verdaderas y dignas de crédito son estas. ¡Escríbelas!” (Apocalipsis 21, 5).

Hasta aquí hemos expuesto algunos argumentos bíblicos comunes a quienes no creen en el Infierno clásico. A continuación veremos argumentos concretos de cada una de estas dos posturas por separado. Comenzamos por el universalismo.

POSTURA 1: ¿Qué es el universalismo bíblico?

Comencemos:

El término universalismo suena rotundamente herético para el cristiano común. Las crecientes “conversiones” de influyentes cristianos tradicionales al universalismo han llamado la atención incluso desde el ámbito secular, especialmente en los EE.UU.

En 2011, la revista TIME se hizo eco de la polémica levantada por el conocido pastor Rob Bell con su libro “Love Wins” titulando en su portada “¿Y si no hay Infierno?”. En 2018, Netflix lanza “Come Sunday”, una película basada en hechos reales que narra la lucha del predicador Carlton Pearson cuando llega a la conclusión de que La Biblia enseña la salvación final de todas las personas.

¿Y qué cree exactamente un universalista cristiano? Nosotros hablaremos del perfil que cree en la inspiración de La Biblia y que no relativizan las consecuencias del pecado. Estos universalistas suelen comenzar aclarando que ellos tampoco afirman que todas las religiones llevan a Dios sino que Jesús es El Camino y que la salvación se produce mediante la cruz de Cristo.

El universalismo no es una corriente esnobista o un producto de la teología liberal tal y como muchos piensan. Como ya vimos en el anterior artículo, el universalismo estuvo muy extendido entre los primeros cristianos hasta la imposición del Infierno como dogma indiscutible. Julie Ferwerda cuenta que “de las 6 escuelas teológicas en los días de Tertuliano (desde los años 170 a los 430 después de Cristo), la única escuela que enseñó la doctrina del tormento eterno o el infierno a sus estudiantes era la escuela latina (romana) en Cartago, África. Cuatro de las otras cinco enseñaron que, a través de la muerte y resurrección de Cristo, toda la gente sería salvada a través del juicio restaurativo y la reconciliación por medio de su diseñado plan [10].

Por uno todos pecan, por uno todos se salvan

¿Y qué apoyo bíblico presentan? Los universalistas se sustentan en textos como Romanos 5, 18: “Por la transgresión de uno (Adán) vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno (Jesús) vino a todos los hombres la justificación de vida”. Fijémonos en que Pablo establece una correlación causal entre el legado de Adán y Jesús en la que “todos” solo puede significar “todos”, no unos pocos, muchos o algunos.

Esta idea es repetida en 1ª Corintios 15, 22-23 con mayor claridad aún: “Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno en su debido orden…”.

Propósito de Dios: restaurar todas las cosas

Los malos serán ajusticiados… sí. Pero Jesús cuenta una historia en la que matiza que no lo serán eternamente sino solamente hasta que paguen su deuda (Mateo 18, 34): “De cierto te digo que no saldrás de allí, hasta que pagues el último céntimo” (Mateo 5, 26). Pagarán “HASTA QUE…” un matiz que lo cambia todo.

En Las Escrituras abundan los textos en los que Dios restaurará mediante un fuego purificador. Esto otorga significado pleno al concepto de Gracia, pues “cuando el pecado sobreabundó, sobreabundó la gracia” (Ro. 5, 20), ya que “el día del Señor pondrá de manifiesto el valor de lo que cada uno haya hecho, pues ese día vendrá con fuego, y el fuego pondrá a prueba la consistencia de lo que cada uno haya hecho. Aquel cuyo edificio, levantado sobre el cimiento, se mantenga firme, será premiado;  aquel cuyo edificio no resista al fuego, será castigado. A pesar de lo cual, él se salvará, si bien como el que a duras penas escapa de un incendio”  (1 Corintios 3, 13-15).

El académico John G. Stackhouse Jr. dice que “el infierno se representa como un fuego. El fuego en La Biblia realiza dos funciones útiles y relacionadas. La primera es probar o juzgar la naturaleza esencial de algo destruyendo todo lo que carece de valor, tal y cómo el fuego quema las cáscaras para exponer las semillas, si las hay. O destruyendo la escoria para exponer metales preciosos, cuando los hay. La segunda función, estrechamente relacionada, es purificar el estado de esa cosa cuando no hay en ella nada de valor permanente. Y en tercer lugar: el infierno se representa como un basurero [11]”.

Del mismo modo, en el Gehena no son las personas las quemadas por siempre sino su basura. El propósito del juicio es una purificación mediante fuego (Malaquías 3, 2-4), nunca la tortura infinita.

Este cuadro final va en línea con 1ª Timoteo 4, 10: “Por esto trabajamos y nos esforzamos, porque hemos puesto nuestra esperanza en el Dios vivo, que es el Salvador de todos los hombres, mayormente de los que creen”. Otras traducciones vierten “especialmente” en lugar de “mayormente”. Este sentido de “especial” (mayormente) radica en la diferencia entre vivir una vida con propósito y otra que no lo hace. Pero en todos los textos anteriores queda claro que, aunque sea a duras penas, cada persona será salvada tras y un juicio y el posible cumplimiento de condena.

¿Sería justo que Hitler fuera al Cielo?

Un argumento típico contra el universalismo es lo escandalosamente injusto que sería que alguien como Hitler fuese finalmente al Cielo. Para muchos cristianos el Infierno tiene sentido por personas como él, un planteamiento muy comprensible, pero… ¿No sería igualmente escandaloso que Hitler fuera al Cielo porque se arrepintió de sus pecados en sus últimos 10 segundos de vida? (quizás ha ocurrido) Y respecto a quienes afirman que “todos merecemos el Infierno”… ¿Cuál es entonces el problema con que otros sean salvados inmerecidamente a su debido tiempo? ¿No será que a quienes les chirría el universalismo en el fondo se perciben más dignos que los otros? Los universalistas perciben que el problema de fondo es que muchos cristianos ya no se sentirían tan especiales y exclusivos. No obstante, si este universalismo es cierto, Hitler va a dar cuentas a Dios. No se va a ir de rositas. Aunque el cómo o el cuánto queda en manos de Dios.

Pero desear que el Infierno torture a otros por siempre es desear lo contrario de nuestro Dios quien quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad […], el cual se dio a sí mismo en rescate por Todos” (1ª Ti. 2, 4-6). “Dios no quiere que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento”. (2ª P. 3, 9). Y lo que Dios quiere lo consigue.

Y ya que estamos con el problema del mal y el nazismo… ¿Define la justicia perfecta de Dios que los muertos en Auschwitz pasen de las torturas nazis a las del Infierno porque no creyeron en Jesús como su Mesías? ¿Llegarán al Infierno tras el sufrimiento de Auschwitz y dirán: “¡Esto es lo que yo merezco! ¡Dios ha hecho justicia!”? ¿Fuimos salvados sin merecerlo pero millones serán condenados por un “Dios que no hace acepción de personas” (Hch. 10, 34; Ro. 2, 11)?

Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere” (Jesús en Juan 6, 44) puede parecer una declaración injusta si pensamos que Dios atrae solo a unos pocos mientras que condena por siempre a otros muchos. Pero estas palabras son solo el comienzo de las Buenas Noticias, pues unos capítulos más adelante dice: “Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo” (Juan 12, 32). Este es el cuadro completo.

Siguiendo con el argumento de que gente como Hitler no debe ir al Cielo, recordemos que Pablo, perseguidor y torturador de cristianos, se vio a sí mismo como el Hitler de su tiempo; «el peor de los pecadores» (1 Ti. 12-16). En Pablo vemos cómo el peor criminal recibe el perdón divino sin buscarlo intencionalmente. Esta es la gracia que escandalizó a los religiosos y que acabará por persuadirnos en este mundo o en el venidero. “Él nos ha dado a conocer su plan secreto: Los designios que en su bondad había decidido realizar por medio de Cristo, llevando la historia a su punto culminante y haciendo que todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, recuperen en Cristo su unidad” (Efesios 1, 9-10).

Pero los creyentes en el Infierno afirman que este deseo de Dios no se cumplirá de ningún modo. Aseguran que el fin de la historia será la condenación de millones de humanos en torturas eternas. Pero ¿Es esta la anunciada victoria final de Cristo? ¿No parece más bien la del enemigo? Dios no se glorifica en lo que él insiste que no desea y el Infierno no es el plan de Dios sino aquello que vino a deshacer. Como dice William Barclay, el único triunfo final es un universo amado por Dios y enamorado de Dios ¡Aleluya!

¿Tenemos un libre albedrío absoluto?

La teología del Infierno afirma que aquellos que rechazan a Dios serán eternamente castigados porque libremente decidieron rechazar a Dios. Pero Jesús no dijo de quienes lo ejecutaban: “Estos viles asesinos serán castigados por siempre porque eligieron matar al hijo de Dios”. No. Él dijo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23, 34). Perdónalos a todos ellos. Luego en 1ª Juan 4, 19 se dice que “nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero”. Así que aunque todos poseemos cierta libertad de actuación, vemos que el libre albedrío absoluto no es enseñado como tal en La Biblia.

Millones de personas viven circunstancias muy diferentes. Abundan las malas experiencias e imágenes distorsionadas del cristianismo, comenzando por la distorsión que los propios cristianos hacemos desde nuestras incoherencias. Muchos pecadores no arrepentidos no nacieron en el hogar o país adecuado. Millones no tuvieron la oportunidad de encontrarse con la gente correcta ni recibieron en esta vida el don del arrepentimiento que solo el Espíritu Santo otorga.

¿Gracia y arrepentimiento tras la muerte física?

Sin embargo, la persuasión del Espíritu continuará yendo más allá de esta vida si es necesario. Jesús prometió que el Espíritu Santo “convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio” (Juan 18, 8). Y así lo hará ¿Y por qué la gracia habría de ser injusta si se produce después de la muerte? ¿Dónde dice la Biblia que solo durante esta vida tenemos la oportunidad de arrepentirnos? En ningún sitio. Y como dijo el salmista: “Sobre mí pusiste tu mano. Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí. Alto es, no lo puedo comprender  ¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia?  Si subiere a los cielos, allí estás tú; Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás” (Salmo 139, 5-7).

Algunos responden a esto con Hebreos 9, 27 que dice que “está establecido que todos muramos y que después el juicio”. Bien. Pero el texto no dice nada acerca de tener una sola oportunidad de ser salvados en esta tierra. En cualquier juicio el juez puede ordenar una condena o un trabajo de reinserción como paso previo a la libertad final. De hecho, ningún sistema penal condena con torturas infinitas. “Porque por esto también ha sido predicado el evangelio a los muertos, para que sean juzgados en carne según los hombres, pero vivan en espíritu según Dios” (1 Pedro 4, 6. Ver también 1ª P. 3, 18-19). Muertos predicados para que vivan. Han leído bien.

Dios no nos va a forzar a creer como algunos dicen. El asunto no funciona así. Él va a persuadirnos hasta que la venda caiga de nuestros ojos. Es como alguien tan trastornado que va a prenderse fuego a sí mismo y tú le impides que lo haga. No infieres en su libertad. Al contrario, su libertad es más real cuando le ayudas a ver las cosas de otro modo rescatándolo de su falta de juicio y de su esclavitud a las circunstancias que le atormentan. Y al final esta persona es liberada y decide vivir. Así funciona Dios. Y cuando le veamos cara a cara, sin espejos ni suciedad, nadie optará por rechazarlo.

La justicia de Dios

En La Biblia la justicia a menudo se relaciona con la misericordia más que con la retribución del derecho romano que heredamos. Lo observamos en los Salmos. En el 7, 17 David dice: “Alabaré a Jehová conforme a su justicia”. Si aquí justicia equivaliese a “dar a cada uno lo que le corresponde o pertenece” (Justicia según el Diccionario de la RAE) David no hubiera podido decir esto porque como adúltero, asesino y ladrón de esposas él debería haber muerto según La Ley ¡Se le acumularon motivos legales de sobra para ser ejecutado! Así que David no alaba a Dios por una justicia como la del Infierno sino por una justicia de gracia y restauración. Lo mismo en el Salmo 51, 14 “Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salvación; Cantará mi lengua tu justicia”. De nuevo el canto de David a la justicia es un canto al perdón inmerecido. Así que debemos tener cuidado cuando leemos “justicia” en nuestro idioma y decimos cosas como: “pero el Dios de La Biblia también es justicia…”. Sí ¿Pero qué tipo de justicia? La de Dios a menudo equivale a misericordia con quien legalmente no le corresponde. Y ahí entramos todos.

 En cualquier caso, toda retribución bíblica de justicia siempre va a quedar lejos del concepto de tortura sin fin que propone el Infierno. Esto no se concibe ni para las destrucciones del Antiguo Testamento que solo duran un tiempo limitado. Todas las justicias de La Biblia son ajenas al concepto de tortura infinita.

Proporcionalidad

En esta línea, otro argumento que en ocasiones se esgrime contra el universalismo es que “como Dios es Santo e infinito cualquier ofensa contra él (cualquier pecado) merece un castigo infinito”.  Pero este extraño planteamiento no solo no está en La Biblia sino que la contradice. En primer lugar, cualquier pecado contra otro es siempre un pecado contra Dios (Hechos 5, 4). Y son Las Escrituras quienes siempre defienden el principio de proporcionalidad en los castigos (véase La ley del Talión de Levítico, por ejemplo). Jesús dijo que con “del mismo modo que juzguéis a los demás, os juzgará Dios a vosotros, y os medirá con la misma medida con que midáis a los demás” (Mt. 7, 2). Todo juicio bíblico es proporcional, algo imposible de vislumbrar en la doctrina del Infierno.

Finalmente, la justicia bíblica busca arreglar las cosas. La amenaza del castigo posee un propósito preventivo y disuasorio. El “ojo por ojo” del antiguo Israel apenas se aplicaba y fue un triunfo como mecanismo para proteger a los oprimidos. Los castigos de Dios a Israel eran retributivos pero su fin siempre apuntaba a su restauración y salvación final. Y es que el propósito de Dios es  “reconciliar todas las cosas consigo mismo, habiendo hecho la paz por medio de su sangre en la cruz”. Colosenses 1, 20.

Y si afirmamos que Jesús pagó la deuda que a mí me tocaba pagar y se supone que yo debo pagar con el Infierno… ¿Cómo es que Jesús no fue eternamente al Infierno sino que “simplemente” murió en mi lugar?  ¡Y resucitó al tercer día!  Como vemos, la idea de la necesaria justicia del Infierno eterno no encaja con la expiación sustitutoria en la que Jesús pagó aquello que todos deberíamos pagar.

Toda rodilla se doblará

Cristo fue exaltadopara que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra” (Filipenses 2: 9-10). El tono de este texto no parece apuntar a que un día todos serán forzados a decir: “¡Oh no! ¡Mis rodillas se doblan solas sin yo quererlo! Y mi lengua comienza a proclamar que Jesús es el Señor ¡Pero no quiero! No. Filipenses apunta a que todos se prostrarán confesándole auténticamente como su Señor. Y La Biblia dice que todos los que confiesen que Jesús es el Señor serán salvos” (Romanos 10, 9) ¡Y poco después que “toda lengua confesará a Dios”! (Ro. 14, 11) Ahí está otra vez el cuadro completo, sin trocear. Todos los salvados confesarán que Jesús es el Señor, en esta vida o en la venidera.

Por otro lado, resulta paradójico que tantos cristianos tengan problemas morales con la salvación universal a la vez que creen que un día “todo Israel será salvo” (Ro. 11, 27) porque ellos nacieron dentro de este grupo étnico. En todo caso, según Las Escrituras esta salvación total de Israel ocurrirá después de “que el conjunto de las naciones en pleno se convierta” (Ro. 11, 25). De nuevo el cuadro bíblico completo.

¿Para qué evangelizar entonces?

Pero si al final todos se salvarán ¿Para qué evangelizar? -dicen muchos cristianos- La respuesta a esta cuestión debe empezar aclarando que este universalismo no presenta una visión “bonita” del más allá para todos sino que ésta incluye un juicio justo del que advertir. Los autores bíblicos usaron imágenes como gusano, llamas, oscuridad, abismo, etc. que siguen ilustrándonos las consecuencias del pecado en esta vida y en la venidera. Así que ¡Cómo no anunciar que Jesús es el Camino!

Algunos también dicen que el universalismo apaga la pasión evangelística, pero ¿Y qué de los millones de cristianos que sí creen el Infierno y apenas evangelizan? ¡No es el caso de muchos de nosotros! pues en realidad el universalismo abre las puertas a la predicación con gozo porque se libera de la imagen de un Dios perennemente torturador que ahuyenta a cualquier buscador sincero del Dios verdadero. Pensemos en la madre que perdió a su querida hija no cristiana de 19 años. Para ella el Infierno es un mensaje de terror enloquecedor que le quita toda esperanza para su hija y convierte su vida en la peor de las angustias. Para ella el evangelio del Infierno no son buenas noticias sino el fin de toda esperanza. Decirle a esta mujer que solo piense en su salvación no le será de consuelo a alguien que ama. Y tampoco suena demasiado cristiano.

Lo más grave de aquellos que dicen “¿Para qué predicar entonces?” es que menosprecian toda obra transformadora de Dios en esta tierra ¡Y eso sí es fuerte! ¿Qué hay en el interior de quien cree que una vida transformada por Dios no es motivación suficiente para proclamar a Jesús? Pero el anuncio genuino del evangelio lo impulsa un gozo liberador que comienza aquí y ahora, pues “antes éramos sus enemigos, pero ahora, por medio de Cristo, hemos llegado a ser sus amigos, y nos ha encargado que anunciemos a todo el mundo esta buena noticia: Por medio de Cristo, Dios perdona los pecados y hace las paces con todos” (2ª Co. 5, 18-19 TLA). El amor –y no el temor- nos llama a anunciar Su Reino que se ha acercado, que es de lo que más habló Jesús.

Su Reino se ha acercado para transformar las vidas en la tierra al mismo tiempo que se ha complacido en recompensarnos por nuestras buenas obras. También por comenzar a sembrar en ese futuro es por lo que los universalistas predican aunque finalmente el Dios vivo se levantará como “el salvador de todos los hombres” (1ª Ti. 4, 10), aunque sea “salvando a algunos a duras penas” mediante fuego (1ª Co. 3, 15). Como dice La Escritura, “si cuando todavía éramos sus enemigos, Dios hizo las paces con nosotros por medio de la muerte de su Hijo, con mayor razón nos salvará ahora que su Hijo vive” (Romanos 5, 10 TLA).

Israel y la restauración final de todas las naciones

Si Dios nos llama a perdonar a nuestros enemigos ¿Él actuará de manera distinta con ellos? ¿Acaso Dios no se reconciliaba con Israel a pesar de sus continuas transgresiones? Los creyentes en el Infierno citan el fuego sobre Sodoma y Gomorra (Judas 7; Mt. 10, 15) como el paradigma de aquello que les sucederá a los pueblos que rechazan a Dios. Sin embargo, el cuadro completo de La Biblia muestra que los pecados de Israel fueron “mayores que los de su hermana Sodoma” (Ez. 16, 47-51) y que, sin embargo, a pesar de los numerosos juicios de Dios sobre su pueblo, finalmente “todo Israel será salvo” (Ro. 11, 26).

El juicio en La Biblia suele integrar un proceso de reconducción y salvación. Y aquí lo sorprendente para muchos es que no solo habrá una salvación final para Israel. Sodoma, Gomorra, Samaria… ¡Serán finalmente restauradas! “Tu hermana Sodoma y sus ciudades volverán a su situación anterior; tu hermana Samaría y sus ciudades volverán a su situación anterior” (Ezequiel 16, 53-55, 61-63).

Como Robin Parry dice: “En este punto vale la pena echar un vistazo a las profecías de Jeremías contra las naciones. Están llenos de fatalidad, pero encontramos que los vaticinios contra Egipto, Moab, Ammón y Elam terminan, inexplicablemente, con una promesa de restauración (Jer. 46:26; 48:47; 49: 6; 49:39). Este lenguaje de juicio puede parecer definitivo: «Moab será destruido como nación… Sin embargo, restauraré el devenir de Moab en los días venideros” (48:42, 47); «Voy a destrozar a Elam… hasta que haya terminado con ellos … Sin embargo, restauraré el destino de Elam en los postreros días” (49:37, 39). La retórica profética de la ira puede hacernos pensar que estas naciones han llegado al final de su camino. Pero no vayamos tan rápido. Recordemos la promesa que dice que Dios va a restaurar incluso a Sodoma, el modelo de pecadores destruidos por fuego divino (Ezequiel 16: 53). Lo mismo con la profecía de Isaías sobre Egipto: «El Señor irá imponiendo a Egipto castigos saludables, que le harán volver al Señor que los escuchará y los sanará» (Isa. 19:22) [12]”. Y lo mismo ocurre con Asiria: “los bendecirá así el Señor del universo: “Bendito sea Egipto, mi pueblo; y Asiria, obra de mis manos” (Isaías 19, 23-24) ¡El Dios del universo un día hará de todas las naciones (equivalente a “toda la humanidad”) Su pueblo!

Como Romanos 11, 31-32 dice “así también éstos (los judíos) ahora han sido desobedientes, para que por la misericordia concedida a vosotros (los no judíos), ellos también alcancen misericordia. Porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos”.

Esta misma idea la vemos en Apocalipsis cuando dice que “todas las naciones cayeron borrachas en el pecado de Babilonia” (Ap. 14, 8). Pero unos versos después los ángeles declaran maravillados que “todas las naciones vendrán y te adorarán” (Ap. 15, 4), pues “las naciones andarán a su luz, y los reyes de la tierra traerán a ella su gloria [13]” (Ap. 21, 24) Es la misma profecía universalista que hemos visto en el Antiguo Testamento ¡Qué maravillosa visión del árbol de la vida cuyas hojas son «para la sanación de las naciones» (22, 2)! En esta ciudad “no entrará quien hace abominación, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida” (Ap. 22, 5), pues después de juicio de arrepentimiento finalmente todos entraran por “sus puertas que nunca serán cerradas” (Ap. 21, 25). 

La historia culminará como Dios quiere

En la Ley del jubileo (Levítico 25) todas las deudas eran canceladas, los esclavos liberados y los deudores perdonados cada 50 años. Este acto representaba la gracia real global que adelantaba Génesis 12 cuando Dios hizo un pacto con Abraham prometiendo que de su linaje “todas las familias de la tierra serían bendecidas”. Otra vez ese “todas”, una maravillosa promesa cuyo cumplimiento cuesta imaginar con la historia culminando en millones de familias ardiendo por siempre.

La alegría de Dios como Padre es culminar su plan final de bendecir a todas sus criaturas. Como dice Julie Ferwerda: “Hay un detalle importante de la parábola del hijo pródigo. Antes de que el hijo pudiera articular algún gesto o palabra de remordimiento…  “Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó” (Lucas 15, 20) ¿Qué es lo que esta parábola nos revela acerca del corazón de Dios hacia sus niños, aún para los rebeldes, ingratos e incrédulos, aquellos completamente perdidos, quienes están también  muertos  para él  en el momento? […] ¿Está limitado solo a esta vida o la promesa continúa aún después de esta, siempre que sea necesario? [14]. Lo que aquí vemos es que Dios nos buscará a todos hasta el final sin contar qué méritos hagamos, para que nadie se vanaglorie (Ef. 2, 8-9).

Julie observa cómo la historia del hijo pródigo es la tercera de un grupo de parábolas en las que algo de gran valor se ha perdido: una oveja, una moneda o una persona. Todas son incapaces de rescatarse a sí mismas desde sus circunstancias. Pero Jesús entra en escena. El buen pastor no se queda mirando a ver qué hacen las ovejas “en su libertad” cuando sus criaturas van al precipicio. No. Él va a por la oveja pedida y la trae en sus hombros. La historia no acaba hasta que todas son parte del redil en un relato que habla de cada uno de nosotros, pues “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de Todos nosotros” (Is. 53, 6).

El miedo y la amenaza pueden funcionar como motivadores a corto plazo. Pero no trae el gozo del Señor que es lo que nos fortalece (Neh. 8, 10). El verdadero poder transformador del evangelio no procede del espanto sino del amor. Cuando nos encontramos con Dios en su abrazo incondicional de hijo pródigo “es la bondad de Dios lo que nos lleva al cambio” (Ro. 2, 4) pues “el que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor”.  (1ª Juan 4, 8; 18-19).

¿Consideraríamos este universalismo dominante entre los primeros cristianos como una herejía si nos lo hubieran explicado con estos argumentos bíblicos al momento de convertirnos? No creo.

Por argumentos como éstos los universalistas están convencidos de que su perspectiva es la que mejor armoniza los textos bíblicos y los problemas bíblicos y morales que el Infierno plantea. Para ellos la cruz de Cristo queda en el lugar más alto posible y se vuelve a la interpretación dominante de la Iglesia primitiva.

POSTURA 2: ¿Qué es el Aniquilacionismo?

A continuación veremos argumentos concretos del aniquilacionismo que afirma que, según La Biblia, los malos desaparecerán para siempre tras su correspondiente juicio y retribución después de la muerte. De nuevo trataremos de exponerlos tal y como ellos mismos pudieran hacerlo y concluiremos con unas reflexiones personales acerca de estas interpretaciones alternativas y su lugar en la Iglesia.

Algunos creyentes tradicionales definen el aniquilacionismo como una visión lightbuenista, y por tanto falsa de Dios. Pero los aniquilacioncitas dicen: ¿Acaso no es suficientemente espantoso ser juzgado y castigado para finalmente desaparecer? ¿Qué tiene esto de suave? Obviamente, si lo comparamos con la tortura infinita del Infierno cualquier justicia parece suave. Sin embargo, ya vimos cómo en el Antiguo Testamento la aniquilación no se consideraba algo suave sino un final realmente terrible. Los cadáveres de los enemigos de Dios son descritos sin ninguna alusión a torturas sin fin sino como una imagen que “resulta espantosa a los vivientes” (Is. 66, 24). Como vemos, La Biblia se refiere a la aniquilación como algo terrible, no tan dulce.

El reconocido teólogo conservador John Stott dijo del Infierno: «Encuentro el concepto intolerable y no entiendo cómo las personas pueden vivir con él sin cauterizar sus sentimientos o agrietarse bajo la tensión« [15]. Stott, quien empatizaba con el aniquilacionismo, cuenta cómo el reputado biblista F. F. Bruce le confesó por carta que “la aniquilación es sin duda una interpretación aceptable de los pasajes relevantes del Nuevo Testamento[16]. 2ª de Tesalonicenses 1, 9 (por ejemplo) dice que “estos sufrirán el castigo de eterna destrucción”, siendo la destrucción la que es eterna, no el sufrimiento.

La Biblia habla de un juicio de salvación por gracia y de recompensas por obras para los rescatados por Cristo (2ª Co. 5, 10. He. 9, 27). También del juicio y aniquilación para el injusto, dos aspectos que no son excluyentes sino que van de la mano. No obstante, hay otros aniquilacionistas que creen que el juicio y pago equivale a la destrucción del alma cuando la persona muere. Pero a estos no nos referiremos en esta serie. La evidencia bíblica apunta a que habrá algún tipo castigo limitado para los malos, pero en ningún caso será eterno según el sentido que hoy nosotros le damos al término (El análisis del vocablo aionios (=eterno) y qué se entiende por algo “eterno” en La Biblia lo vimos al comienzo).

La Biblia no es clara en cómo serán todos estos procesos y resulta pretencioso tratar de encajar cada detalle de lo que ocurrirá tras la muerte. Eso es ir más allá de la luz bíblica. No sabemos cómo será exactamente el tribunal de Cristo, ni sus tiempos ni el proceso. Pero sí sabemos que Dios hará lo que es justo.

El Antiguo Testamento es aniquilacionista

En el Antiguo Testamento los muertos iban al sheol, que como Juan Stam explica: “el sheol era el concepto hebreo de la tierra de sombras de los que ya no vivían físicamente. Era un concepto muy poco definido, aunque no era lugar de castigo [17]”. A pesar de esa indefinición, la mayoría de los textos referidos a los injustos son naturalmente aniquilacionistas.

Ejemplos:

Job 20 dice que los malos desaparecerán para siempre. En Salmos 21, 9 ó 37, 20-22 que desaparecerán; serán destruidos. Isaías 1, 18: “los pecadores serán destruidos, desaparecerán los que abandonan al Señor” y el 5, 24 que su fin será desvanecerse como el polvo. Hay docenas de alusiones al final de los malos en el Antiguo Testamento y en ninguna de ellas se intuye idea alguna de tormento eterno. La crudeza del juicio de Dios recae en que el malo es aniquilado, exterminado, eliminado, se desvanece… (Salmos 37, 9 y 22). Sofonías 1, 18 describe en términos aniquilacionistas el “día de la ira del Señor. En el fuego de su celo será toda la tierra consumida; en un instante reducirá a la nada a todos los habitantes de la tierra”. El dejar esta vida por causa del pecado es la tragedia.

Los gusanos y fuegos bíblicos consumen un cadáver hasta que no queda nada. John G. Stackhouse nota que “Ese tipo de fuego también elimina: El resultado final del pecado es la muerte (Ro. 6:23) […] Así que todo lo que no puede durar para siempre se convierte en cenizas y desaparece, ya no contamina, ni ofende, ni hiere [18]”.

Pero si -tal y como argumentan los creyentes en el Infierno- el énfasis de estos textos es lo horrible que resulta la muerte únicamente desde la perspectiva terrenal ¿Por qué en Las Escrituras nunca se menciona que después de “desaparecer” hay un tormento sin fin si ése es en realidad el verdadero drama que espera a los malos? Comenzando por Adán y Eva, a quienes no se les avisó del supuesto y espeluznante Infierno sino que “simplemente” se les dijo que si pecan morirán. Y esta es la tónica de las advertencias divinas del resto del Antiguo Testamento. Como ya se dijo, no parece que los escritores bíblicos imaginaran algo más horroroso que dejar de existir. Y el Infierno es exponencialmente más espantoso que esto. Si el tormento sin fin fuese real y, por tanto, algo urgente de lo que advertir: ¿Por qué Dios lo ocultaba? Desde el literalismo: ¿No sería incluso engañoso afirmar continuamente que a los malos solo les espera el desvanecimiento, desaparición, etc.?

vídeo del pastor Daniel Bosqued a favor del aniquilacionismo bíblico:

Periodo intertestamentario

La aniquilación del malo se mantuvo en gran parte del judaísmo del periodo intertestamentario. En este tiempo hay libros muy apreciados por los primeros cristianos como Enoc, citado dos veces en el Nuevo Testamento [19] y que dice: “el pecador perecerá en la tiniebla por la eternidad y no existirá desde ese día hasta la eternidad” (1ª Enoc 92, 5; siglo II a. C.). Durante este periodo hubo rabinos que incluso especulaban con que “el castigo de los impíos duraría solo un año antes de que fueran aniquilados. Y algunos de los más malvados seguirían siendo castigados por algún tiempo [20]”.

El Nuevo Testamento

Los cristianos creemos que en el Nuevo Testamento se produce una mayor revelación de la perspectiva eterna. Y lo que seguimos viendo es que el fin para los malos continúa siendo su destrucción o desaparición.

Ejemplos:

En Lucas 13, 4 los malos “perecerán”. Jesús se presenta como “el pan que ha bajado del cielo para que, quien lo coma, no muera. Pues el que coma de este pan vivirá para siempre” (Juan 7, 50-51) y en el 11, 26 quien “cree en mí, no morirá”. Jesús no vino a salvarnos de un terrible castigo consciente sin fin sino de la muerte eterna, que no es poco. Otros textos como Romanos 6, 23; 2ª Ts. 1, 9; Judas 7 ó 2 Pedro 3, 7-12 son evidencias aniquilacioncitas si no forzamos su sentido natural. Pero es necesario sacudirse el “chip” mental sembrado por el dogma del tormento sin fin, algo que –por cierto- vino muy bien a la economía de la jerarquía oficial durante siglos.

Pero es Jesús quien apunta a que el castigo de los impíos será el fin de la vida y no una existencia de sufrimiento continuo cuando dice que «no teman a los que matan el cuerpo pero no pueden matar el alma. Más bien, tenga miedo de Aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno [lit. Gehena, término que ya analizamos en el primer artículo]” (Mateo 10, 28). Fijémonos en que Jesús habla de destruir el cuerpo y el alma de los malos ¡No solo el cuerpo! Todo el ser.

Cuando el platonismo empapó la Iglesia

Ya vimos que en los años más cercanos a los autores bíblicos una gran parte de cristianos no creían en el castigo sin fin que hoy domina el cristianismo occidental. El problema llegó cuando todos estos textos comenzaron a leerse bajo el influyente platonismo que decía que el alma humana debía ser necesariamente inmortal. Y como La Biblia dice que los justos vivirán para siempre… pues ya lo tenemos: se hizo necesario un lugar también eterno para el alma de los malos. Y desde esta presunción filosófica “del ser que nunca desaparece” se arraigó la necesidad de un castigo sin fin para los injustos.

Las imágenes grecorromanas de un tormento eterno del Inframundo salpicarían al judaísmo y al cristianismo ya desde el periodo intertestamentario. Pero sería sobre todo desde el pensamiento escolástico, especialmente con Tomás de Aquino, cuando se asumiría que toda alma es inmortal y que debe sobrevivir por siempre a la muerte del cuerpo. Pero esto es filosofía antigua, no la revelación bíblica que hemos visto y que nos muestra a un Dios más compasivo que el de estas terribles torturas eternas destinadas a millones de individuos. “Solo durante un momento dura su ira, pero su favor dura toda la vida” (Salmos 30, 5).

En síntesis, estos serían algunos argumentos que podría exponer un cristiano aniquilacionista típico.

Hasta aquí he tratado de relatar con la mayor empatía y rigor posible algunos de los argumentos bíblicos de quienes cuestionan el Infierno clásico.

Una reflexión final

Mi reflexión acerca de cómo abordar estas diferentes interpretaciones bíblicas sobre el fin de los malos es la siguiente:

La Iglesia está inmersa en la era de la información. Hoy la mayoría de los cristianos no vivimos bajo un poder religioso que nos aísla o censura cualquier cuestionamiento teológico contrario al que puedan enseñarnos en nuestra iglesia. Toda postura teológica puede ser contrastada y ponderada con rigor por cualquier creyente de a pie. Gracias a los descubrimientos arqueológicos también poseemos un mayor conocimiento de las culturas y lenguas bíblicas que hace unos siglos. Y esto es algo muy bueno porque tenemos más parámetros de juicio para una correcta interpretación bíblica que en épocas pasadas dominadas por las jerarquías.

Sin embargo, este acceso global al conocimiento incomoda a muchos cristianos que perciben que el debate y la discrepancia teológica son cada vez mayores dentro de las iglesias. Y seguramente esto sea así. Pero ¿Cómo afrontamos esta revolución?

En primer lugar, debemos dejar de confundir unidad con uniformidad. Por alguna razón (o por muchas), a los cristianos nos cuesta horrores convivir con el misterio y la incertidumbre que forman parte de la vida que Dios creó. Hay Iglesias en las que dan respuestas seguras para todo. Pero esto es imposible y  no es sano. Una encuesta de Barna Group reveló cómo la mayoría de los cristianos (59%) desconecta de la Iglesia después de cumplir los 15 años. Uno de los seis motivos principales para esta sangría de abandonos era que “La iglesia resulta hostil para los que dudan[21]. El dato supone una tragedia que requiere actuar con urgencia y de la que Dios nos pedirá responsabilidades. No respetamos La Biblia ni al hermano cuando sentamos cátedra en asuntos en los que Las Escrituras no son suficientemente claras. Debemos reflexionar al respecto, comenzando por leer a Habacuc y cómo Dios respeta su duda. La lección del libro recae en que Habacuc duda y vive lleno de incertidumbres teológicas… pero abrazado con Dios. Eso es la fe.

Obviamente, esto hay que hacerlo con sabiduría. No se trata de caer en el relativismo, ni de quitar importancia a la doctrina. No. Todo lo que se ha expuesto en esta serie parte es doctrina porque desde la doctrina se define la fe. En esta exposición nos hemos asomado a diferentes intentos de viajes profundos al corazón de las Escrituras. Que estemos de acuerdo con ellos es ya otra cosa. Pero todos estos enfoques acerca del fin de los malos se han realizado desde la honestidad y buscando el rigor del contexto bíblico más allá de tradiciones y devenires históricos impositivos. Y sería muy enriquecedor discutirlos desde La Biblia como punto de partida, que es lo que se ha pretendido con esta exposición.

Debería ser una obviedad, pero debemos tomar conciencia de que todos somos meros intérpretes falibles de La Biblia. Todos muy condicionados por épocas, tradiciones, concilios, cultura, recursos, experiencias personales o colectivas… Negar esta realidad y afirmar que el resto de las 33.000 denominaciones cristianas están equivocadas y que solo los míos enseñan la “sana doctrina” resulta demasiado pretencioso. Es un endiosamiento de mi limitada capacidad interpretativa. Por reverencia a Las Santas Escrituras ninguno debemos tener “más alto concepto de sí que el que debe tener (Ro 12, 3).

Y mientras tratamos de profundizar en Las Escrituras es un alivio saber que Jesús no dijera que sus seguidores serán reconocidos por su monolítica precisión doctrinal escatológica sino que “todos conocerán que sois mis discípulos si tuviereis amor los unos con los otros” (Juan 13, 35). El Camino es difícil pero las líneas elementales están bien marcadas. Asfixiar la conciencia del otro para esquivar el esfuerzo de la convivencia en la discrepancia es el camino fácil de las sectas y de algunos cristianos que llegan al poder político. Pero el evangelio de Jesucristo es otra cosa.

A lo largo de la historia el llamado a preservar “la fe una vez dada a los santos” (Judas 1, 3) ha derivado con demasiada frecuencia en opresión ¡Cuantos versículos a favor de la “sana doctrina” se han esgrimido para espiritualizar lo que es mero odio y vanagloria personal! ¿Hay algo más repetido en la historia del mal cristianismo que esto? Cuidado hermanos.

La lección que aprendemos de La Biblia y de la historia humana es que necesitamos mucha sabiduría y humildad para gestionar donde colocar las líneas rojas. En muchas circunstancias será bueno que en las iglesias podamos responder cosas como: “existen varias posturas cristianas respecto a tu pregunta… que son ésta, aquella y la otra…todas ellas con cierto peso bíblico. Examínalas con cuidado, ora y reten lo bueno. No todos llegaremos a la misma conclusión en este punto pero nos escucharemos buscando edificarnos mediante La Palabra. Hasta que le veamos cara a cara”. El capítulo 13 de 1ª de Corintios no se escribió para bodas sino para gestionar esta convivencia en la disidencia.

En la iglesia primitiva unos hermanos pensaban que había Infierno y otros que no. Pero juntos daban gloria a Dios ¿Es esto posible hoy? Cada corriente aquí analizada interpreta los textos bíblicos que sostienen las otras dos posturas (ya sean aniquilacionismo, universalismo o castigo perpetuo) a la luz de aquella que consideran correcta. Hemos visto cómo los términos traducidos en nuestras Biblias como “eterno” no significan exactamente lo mismo en los idiomas originales. Igual ocurre con expresiones tipo “el fuego que nunca se apaga” que a menudo se refieren a fuegos que ya se apagaron. Son evidencias bíblicas objetivos que dan para pensar y ser prudentes.

Ciertamente hay textos en nuestras traducciones que parecen afirmar que los injustos serán castigados por siempre. Pero hay otros que parecen apuntar a la destrucción total de los malos. Y otros que dan a entender que finalmente todos se arrepentirán y serán salvados. Todas estas posturas acerca del más allá asumen la existencia de un juicio perfecto que solo Dios sabe cómo será y cuánto durará. Pero no sería justo afirmar que las otras 2 posturas con las que no estamos de acuerdo no se toman en serio La Biblia.

Las dos visiones teológicas aquí presentadas como alternativa al tormento sin fin creen que La Biblia está divinamente inspirada y que Jesús es el Hijo de Dios, que Él resucitó y que nos salva por medio de la cruz. Estas dos visiones junto con la tradicional del Infierno abogan por una retribución y juicio tras la muerte de los que hay que avisar al mundo ¡Son tantas las razones para predicar la maravillosa nueva vida en Cristo que ya comienza en esta tierra!

En conclusión: No veo por qué no podríamos convivir juntos como hermanos aunque no lleguemos a la misma conclusión escatológica acerca del fin último de los malos. Y esto no es un problema sino un reto precioso para la madurez de una comunidad que ama unas Escrituras que nos recuerdan que “tres cosas durarán para siempre: la fe, la esperanza y el amor; y la mayor de las tres es el amor” (1ª Co. 13, 13). La mayor es el amor, sin “peros”. No admite comparación.

Nuestras creencias acerca del fin escatológico de los malos no tienen por qué afectar a nuestra vida cotidiana como discípulos ni a la convivencia en la Iglesia. Todos somos llamados a seguir a Cristo confiados en que él hará lo que es justo mientras caminamos naturalizando la duda y la incertidumbre. Eso significa depender de Él. Si Dios quisiera habernos dado un tratado de teología sistemática, él nos lo hubiera bajado del Cielo. Seguro. Pero no lo ha hecho.

Nos ha dejado algo más creativo, dinámico y vivo: Una Biblia llena de historias, experiencias y enseñanzas que nos ofrecen las suficientes respuestas para vivir una vida plena en amor, fe y compasión. Entre estas respuestas está el llamado a “soportaos unos a otros en amor” (Col. 3, 15), algo esencial para estos tiempos de odio hacia quien no piensa como yo. Tenemos el gran reto de levantar un testimonio vivo de amor y poder en el que la convivencia con “el otro hermano” a quien consideramos débil o ignorante es también un fin (1ª Corintios 8).

Jesús es el centro de Las Escrituras. Y Él dijo que “si os mantenéis fieles a mi mensaje, seréis verdaderamente mis discípulos, conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” (Juan 8, 31-32). Fijémonos que aquí Jesús nos enseña a vivir de un modo determinado mientras continúa diciendo: “y conoceréis la verdad”.  “Conocer” (del griego “ginosko”) no se refiere a un mero conocimiento intelectual sino a una vivencia personal profunda. Jesús nos llama a que le sigamos para que –luego- podamos conocer la verdad.

Es interesante el orden de los pasos. Si primero vivimos como él lo hizo: amando, sanando, perdonando, liberando, advirtiendo de su juicio, confrontando a los religiosos arrogantes, estando de lado del marginado…etc., será entonces cuando tengamos una experiencia de primera mano de esa verdad que liberta. Una verdad que comenzará a hacernos libres a pesar de que “ahora vemos confusamente, como por medio de un espejo. Pero entonces veremos cara a cara.” (1ª Co. 13, 12).

Delirante.org

[1] https://icono.online/2019/05/05/mas_alla/ Parte 4, 26 de mayor 2019, Infierno (AUDIO)

[2] PeriodistaDigital.com, Ortodoxos rusos: tan cerca, tan lejos, 25-08-2013 

[3] http://diccionariodelabiblia.blogspot.com/2010/06/aionios.html

[4] http://juanstam.com/dnn/Blogs/tabid/110/EntryID/353/Default.aspx

[5] William V. Crockett , Four Views on Hell, 1 edition,, Zondervan, 1997, p. 30

[6] Según el Diccionario expositivo de palabras del Antiguo y del Nuevo Testamento exhaustivo de Vine, Caribe, 1999, de “Castigo, Castigar” dice que “kolazo (κολάζω, 2849) denota en primer lugar cortar, podar, restringir, mutilar (de kolos); de ahí, restringir, castigar”.

[7] Julie Ferwerda. Controversia infernal: La doctrina más controversial del cristianismo bajo fuego, Vagabond Group. Edición de Kindle, 2019, p. 24

[8] O Novo Dicionário da Bíblia, São Paulo: Vida Nova, 1962, vol. 1, p. 512

[9] J. Jeremías, Parábolas de Jesús, Editorial Verbo Divino, 2000, p. 206

[10] Julie Ferwerda. Controversia infernal: La doctrina más controversial del cristianismo bajo fuego, Vagabond Group. Edición de Kindle, 2019, p. 45

[11] John G. Stackhouse Jr., Four Views on Hell (Counterpoints: Bible and Theology), Zondervan, Edición Kindle, 2016, p. 63

[12] Robin A. Parry , Four Views on Hell, 1 edition,, Zondervan, 1997, p. 114

[13] La mayoría de las versiones (NVI, Las América, Nueva Traducción Viviente, Biblia de Jerusalén, La Palabra, Dios Habla Hoy…) vierten una versión similar a la que hemos puesto de Apocalipsis 21, 24. Sin embargo, la RV60 añade un “que hubiesen sido salvas” tras “las naciones”, una frase inexistente en los manuscritos más fiables y antiguos. No obstante, la actualización Reina Valera de 1977 coloca “que hubiesen sido salvas” entre corchetes y la de 2015 ya directamente lo suprime. Como cristianos deberíamos tener más cuidado con añadidos como el de la RV60, más aún cuando es precisamente el autor de Apocalipsis quien advierte de que “si alguno añade a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro” (22, 18).

[14] Julie Ferwerda. Controversia infernal: La doctrina más controversial del cristianismo bajo fuego, Vagabond Group. Edición de Kindle, 2019, p. 9-10

[15] John Stott and David Edwards, Evangelical Essentials: A Liberal-Evangelical Dialogue, Downers Grove, IL: Intervarsity, 1989, p. 314-315

Zondervan, (2016-03-08). Four Views on Hell (Counterpoints: Bible and Theology) (Posición en Kindle259-260). Zondervan,. Edición de Kindle.

[16] John Stott, La lógica del infierno: Una breve respuesta,” Evangelical Theological Review 18 (Enero 1994): 33-34,

[17] http://juanstam.com/dnn/Blogs/tabid/110/EntryID/353/Default.aspx

[18] John G. Stackhouse Jr., Four Views on Hell (Counterpoints: Bible and Theology), Zondervan, Edición Kindle, 2016, p. 64

[19] El libro de Enoc forma parte del canon de la Biblia de la Iglesia ortodoxa etíope y ha sido encontrado en algunos de los códices de la Septuaginta (Códice Vaticano y Papiros Chester Beatty). El Nuevo Testamento cita el Libro de Enoc (1 Enoc, 1, 9 en Judas 1, 14-16) y 2ª Pedro 2, 4 lo referencia.

[20] Harry Buis, “Hell,” in The Zondervan Pictorial Encyclopedia of the Bible, ed. Merrill C. Tenney (Grand Rapids: Zondervan, 1975), 3:114-15

[21] https://www.barna.com/research/six-reasons-young-christians-leave-church/

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¿Científico vs. creyente? y Fe atea

UNA RESPUESTA AL NUEVO ATEÍSMO

¿Científico vs. creyente? y Fe atea

Este artículo es la parte 3 de 3 comentarios al llamado nuevo ateísmo, especialmente al documental The Four Horsemen [i] (Los cuatro jinetes), un diálogo entre Richard Dawkins, Daniel Dennett, Cristopher Hitchens y Sam Harris. Estos autodenominados 4 jinetes del ateísmo son los autores antirreligiosos más populares de comienzos del siglo XXI. El término «nuevo» destaca una mayor beligerancia contra las religiones respecto a ateos anteriores.

Parte I: ¿Ateísmo brillante o fundamentalista? Parte II: El supuesto peligro de la religión moderada y el mal cometido por no religiosos.

¿Contradicción entre científico y creyente?

Durante la conversación entre los cuatro antirreligiosos hay un momento en el que Sam Harris arenga a los otros ateos para que muestren la contradicción que existe entre la fe religiosa y el universo que observamos. Pero lo que Harris está aquí pidiendo que nos muestren… es algo contrario a los hechos. Lo explico:

Creyentes motivados por La Biblia deseaban examinar la creación

La evidencia de que la fe cristiana y la ciencia son más que compatibles la tenemos personificada en científicos abiertamente cristianos como Francis Bacon, Kepler, Robert Boyle, Michael Faraday o Maxwell. O en los autores de tratados de teología como Isaac Newton o Leibnitz. O en Georges Lemaître, el clérigo padre de la teoría del Big Bang que muchos ateos rechazaron de inicio precisamente por sus prejuicios antirreligiosos hacia una hipótesis que “sonaba a la creación del libro del Génesis [1]”. Se trataba de una especie de anti-Galileos del siglo XX auto revestidos de Galileos. O en el padre de los inventores, Nikola Tesla, quien dijo hacer ciencia “inspirado por el cristianismo [2]” y que desarrollaría la corriente alterna o la tecnología inalámbrica que hoy permite a los ateos criticar desde Internet la supuesta ignorancia de todos los cristianos. Porque claro, ignorantes hay en todos los lados y de todos los colores.

Algunos objetan a esto que estos científicos eran simplemente «cristianos como todo el mundo en su época«. Y bueno, el contexto religioso influye, evidentemente. Pero los escritos de estos científicos demuestran una motivación religiosa para examinar la creación muy por encima de la media social. Para ellos existía una motivación especial para conectar su fe con la creación dando lugar al desarrollo de la ciencia moderna. Es justo citar el papel del mismo relato de Génesis en la desmitificación de la naturaleza[3] o el llamamiento de Dios al ser humano para “examinadlo todo” (Génesis 1, 28), para hacer lo que hoy llamamos ciencia. La idea cristiana de un Dios racional que deriva en una naturaleza ordenada y cognoscible no era algo tan asumido por la sociedad de entonces. Cuando la imprenta y La Reforma hicieron de La Biblia un libro de dominio público, muchos creyentes fueron impulsados desde su propia lectura personal a ser pioneros de la revolución científica. Y esto es algo que recogen los escritos del mismo Newton y muchos otros. La influencia de su fe no lo explica todo, pero La Biblia en manos de la ciudadanía es parte del puzle que origina la revolución científica, especialmente en contextos protestantes. No obstante, desde la Iglesia católica también se realizaron aportes científicos clave, incluida una Edad Media que no fue tan oscura como algunos han pintado cuando se compara con otras geografías de su tiempo. En absoluto. Pero esto de las leyendas negras y blancas son ya otra historia.

¿Incompatibilidad entre científico y creyente?

Los típicos casos de supuesta incompatibilidad entre ciencia y cristianismo nunca fueron tales. Bruno, Servet, Vanini o “la representación mediática del caso Galileo como una cuestión de la ciencia contra la religión es una construcción social de finales del siglo XIX. Galileo fue víctima de una lucha de poder dentro del Vaticano, que se enfrentaba al ascenso del protestantismo. Una facción papal apoyó firmemente a Galileo; a otra no le gustaba. Al final, una de esas facciones se impuso [4]”.

«Lo de Galileo» era una cuestión de amenaza del poder e intolerancia de la época. El mismo científico fue un devoto cristiano que hizo importantes aportes teológicos, por lo que resulta absurdo colocarle como antagonista del cristianismo. Precisamente, algo que a Galileo le gustaba señalar era que los astros dicen cómo va el cielo y Las Sagradas Escrituras dicen cómo ir al Cielo.

Volviendo al documental, cabe destacar lo que Dawkins dice de los científicos cristianos: “Todos conocemos personas que son capaces de realizar la proeza de dividir su cerebro y creer una cosa el domingo y luego otra totalmente contradictoria e incompatible el resto de la semana [5]”. Resulta chocante que un científico niegue aquello que él mismo admite como un hecho. Me refiero a la existencia de grandes científicos que son religiosos. Lo que por un lado afirma que es un hecho luego lo niega en su teoría antirreligiosa de incompatibilidad entre ciencia y fe. Dawkins insiste en que debemos basarnos en los hechos. Pero aquí los niega porque no le gusta el resultado. Así que Dawkins (con el beneplácito de los otros ateos durante la charla) define como “incompatible y contradictorio” ser científico y creyente a pesar de haber comprobado con su observación que tal incompatibilidad sólo habita en sus prejuicios.

No parece una actitud coherente de científicos ¿Verdad? Es por esto que podemos entender a Peter Higgs, el descubridor del bosón, cuando considera que “ciencia y religión son compatibles […] y que no todos los creyentes son fundamentalistas”, unos hechos que según un reputado ateo como Higgs convierten a Dawkins en “fundamentalista en el extremo opuesto [6]«.

Fe, fe ciega y el dogma del reduccionismo naturalista

Este nuevo ateísmo afirma contundentemente que no existe un Dios más allá de la materia. Si Dios existe –dicen- debería ser demostrado científicamente. Y como esto no ocurre –concluyen- Dios no existe.

Pero este reduccionismo naturalista es un dogma de fe. Y contradictorio. Dawkins admite que un ateo “es alguien que CREE que no hay nada más allá del mundo natural y físico [7]”. Así que la premisa no es tan solo una creencia sino una contradicción porque no puede ser establecida por el método científico, una paradoja admitida por reputados pensadores ateos como Jacques Monod [8]. Tengamos también en cuenta que la ciencia asume la provisionalidad y la incertidumbre en sus procedimientos. Y, desde luego, afirmar que Dios no existe es usar el nombre de la ciencia en vano porque no es una declaración científica. Así que, si Dios existe, seguramente tengamos que buscarlo más allá del método científico.

La realidad es que no usamos fórmulas para considerar a Beethoven o Miguel Ángel grandes artistas, y casi todos afirmamos que lo son desde un juicio consensuado y subjetivo. No hay ecuaciones para demostrar que mi madre me ama, aunque sea aquello de lo que tenga más certeza en mi vida. Los nuevos ateos generalmente también creen en los Derechos Humanos cuando afirman que «todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad». Pero, ¿Pueden demostrarlo desde los axiomas que tanto defienden para atacar el cristianismo? La respuesta es que no.

Los psicólogos han constado que los argumentos freudianos que algunos utilizan para explicar la religión como algo ilusorio también pueden ser usados para explicar el ateísmo [9]. Son un boomerang dependiendo del ángulo desde el que se mire. Pero la fe cristiana es una respuesta a las evidencias, no a la ausencia de ellas. No es la fe ciega que los cuatro jinetes dibujan desde su generación subjetiva que convierte a la parodia en un todo. Y ellos tienen también mucha fe. Solo cambia el objeto de la fe, un aspecto inherente a la condición humana.

Sí debemos aplaudir a Dawkins por admitir aspectos que le hacen bacilar de su ateísmo. Reconoce que “las constantes vitales del Universo [también llamado «ajuste fino»] son demasiado buenas como para ser ciertas. Me parece que eso necesita algún tipo de explicación [10]”. Es una declaración incómoda para un documental a favor del ateísmo, por lo que de inmediato Dawkins rompe el fugaz momento incómodo y se pregunta: “Pero entonces ¿Quién creó a Dios?”. Y ahí zanja el asunto.

¿Quién creó a Dios?

Pero preguntarse: «¿En qué momento el Dios que ha existido siempre no existía y fue creado?» no tiene sentido lógico. Para Dawkins el punto de partida es su conclusión: Dios no existe. Y si suponemos como Dawkins que nuestro creador ha sido la materia, podemos devolverle la pregunta: ¿Quién o qué creó esa materia?

El influyente ateo Thomas Nagel critica, con razón, que haya ateos que traten de “explicar la existencia de Dios como una concatenación aleatoria de átomos. […] Eso no es lo que nadie entiende por Dios [11]”.

«Si demuestras la existencia de Dios creeré en Él«… ¿De veras?

El Dios cristiano no es medible por su propia definición de Dios. Y esto nos lleva a un punto importante del debate entre (algunos) ateos y creyentes: Estamos convencidos de que aunque pudiera demostrarse científicamente la existencia de Dios (como piden estos ateos), ninguno de ellos creería en él. Y decimos esto por lo que ellos mismos dicen, pues nunca identificarían un hipotético resultado tangible como la demostración del Dios todopoderoso, omnisciente, omnipresente y creador del Universo. Y en un sentido tendrían razón. Pues aunque a menudo digan lo contrario, dudo que ni siquiera estos ateos esperen que Dios pueda ser contenido en una probeta o fórmula. Sus contradicciones al referirse al tema de este modo así como sus fuertes emociones antirreligiosas convierten su tesis en un mero planteamiento circular.

En el libro El relojero ciego Dawkins dice que si una estatua le saludase con la mano sin mediar truco alguno (algo imposible), sólo diría “¡qué casualidad!” y lo consideraría como un repentino choque sincronizado de partículas subatómicas. Pero nunca un milagro. O si Dios se le apareciese hablándole -dice- pensaría que es una alucinación.

Así que, pase lo que pase, no creerán. Y menos aún satisfaciendo su demanda de un experimento que demuestre a Dios, porque dirían: “¿Cómo va a ser Dios una cosa medible? ¡Esto no puede ser Dios!». De hecho es lo que Dawkins ha manifestado en otras de sus chocante contradicciones: En la revista TIME, el biólogo admite que racionalmente no se puede descartar a Dios y que “si hay un Dios, será mucho más grande e incomprensible [12]” de lo que nadie “haya propuesto y podamos contemplar jamás” ¡Aleluya! Aquí Dawkins se convierte en un tipo de salmista que tumba de un plumazo su propio dogma de reducción naturalista ¡Dawkins se ha dado una bofetada a sí mismo! Como cristiano digo que Dawkins tiene aquí razón: Si Dios existe nunca será el de la crítica del nuevo ateísmo sino alguien más grande e incomprensible. Éste sí se parece algo más al Dios cristiano. Así que Dawkins se rebate a sí mismo -y lo hace muy bien- en TIME.

No quisiera abandonar el asombro de Dawkins ante el ajuste fino del universo (también llamado constantes vitales o universo sincronizado). Se trata de un hecho sumamente extraordinario [13]. O mejor dicho: una combinación cercana a lo imposible de millones de hechos extraordinarios a cada cual más cuasi-imposible. Anthony Flew, uno de los ateos más influyentes de finales del siglo XX, aceptó finalmente la existencia de Dios estupefacto ante el ajuste fino del universo que pide a gritos una inteligencia detrás.

El curioso caso de Hitchens y Francis Collins

En el documental sucede algo sumamente significativo. Hitchens parodia a los cristianos por su absurda forma de usar el cerebro. Nada nuevo. Se burla de Francis Collins por su conversión al cristianismo (min. 8). Curiosamente, cuatro años después de la grabación de este coloquio, Hitchens pedirá que su cáncer terminal sea tratado… ¡Por Francis Collins! [14] Existen miles de extraordinarios oncólogos y especialistas ateos en el mundo y Hitchens decide confiar su vida a un cerebro absurdo e impredecible sometido al delirio religioso (según dice Hitchens). Pero entonces, ¿Qué pasa sí durante el tratamiento Collins recibe una visión divina (alucinación para ellos) de ese Dios tiránico que le llama a hacer daño a Hitchens por ser un ateo malvado? ¿Y si la religión moderada le hubiera llevado al Dr. Collins a alguna locura contra su paciente? ¿No hubiera sido mejor pedir ayuda a cualquier ateo bien preparado? Nuestra conclusión es que Hitchens, a la hora de la verdad, sabía que la fe cristiana genuina funciona de forma muy diferente, menos dañina, de lo que él y sus colegas del nuevo ateísmo afirman una y otra vez.

Terminamos con el testimonio del Dr. Collins: “Con la mente libre de todas distracciones de lo que es realmente cierto e importante, sentí que había llegado a un punto en el que ya no había razones para oponerme. Mi anhelo era, sin duda, entregarme a esto. Ese día me hice cristiano. Hace ya treinta y un años. Me sentí asustado; temía convertirme en un ser sombrío, sin sentido del humor, y que me viera impulsado a marcharme a África o algo así. Pero no ocurrió nada de eso, sino que experimenté una gran sensación de paz y alegría por haber cruzado por fin ese puente. A diferencia de lo que había esperado, la fe no era algo en lo que sumergirse a ciegas, sino que iba de la mano con la razón [15]

Por Delirante.org

[i] The Four Horsemen, Coloquio organizado por RDFRS, grabado por Josh Timonen. 30/04/2007.Con subtítulos en español en: https://www.youtube.com/watch?v=tS_MT79m4Vw

[1] El País, Un cura dio la “más bella explicación de la Creación”, según Einstein, 30 octubre 2015

[2] El problema de aumentar la energía humana, en The Century Magazine, 1900

[3] Delirante.org, ¿Ciencia vs. fe y Biblia?

[4] El Pais, Alister McGrath, “El nuevo ateísmo está cayendo en desgracia”, 18/03/2016

[5] The Four Horsemen (Los cuatro jinetes). 1:04´:45”

[6] El Mundo. 27/12/2012. Actualizado 03/01/2013.

[7] El espejismo de Dios. Espasa Calpe, 2007, p. 23

[8] Jacques Monod. Chance and Necessity: An Essay on the Natural Philosophy of Modern Biology, Vintage Books, New York 1972, pp 160-180 [trad. Esp. Del orig. Francés: Azar y necesidad, Tusquets, Barcelona, 1989]

[9] Delirante.org, ¿Es Dios una proyección psicológica?

[10] The Four Horsemen (Los cuatro jinetes). 51´15”

[11] Thomas Nagel, The Fear of Religion, p. 26

[12] Time, 13/11/2006

[13] Revista RYPC, ¿Qué es el ajuste fino del Universo? 01-2011

[14] Daily Mail, Atheist Christopher Hitchens turns to evangelical Christian doctor in his fight against cancer, 26-03-2016

[15] Foro Veritas, Instituto de Tecnología de California, 2009. Adaptado del español: Fe, ciencia y ateísmo, Andamio, 2015, pp. 33-34

El supuesto peligro de la religión moderada… y el mal cometido por ateos

UNA RESPUESTA AL NUEVO ATEÍSMO

¿Puede hacer daño la religión moderada? ¿Y el ateísmo… puede hacerlo?

Este artículo es la parte 2 de 3 respuestas al nuevo ateísmo, especialmente al documental The Four Horsemen [i] (Los cuatro jinetes), un diálogo entre Richard Dawkins, Daniel Dennett, Cristopher Hitchens y Sam Harris. Estos 4 jinetes del ateísmo son los autores antirreligiosos más populares del siglo XXI. El término «nuevo» destaca una mayor beligerancia contra las religiones respecto a ateos anteriores.

Parte I: ¿Ateísmo brillante o fundamentalista? Parte III: Científico vs. creyente y Fe atea.

¿Propicia la religión moderada el terrorismo fundamentalista?

Estos cuatro jinetes del nuevo ateísmo tienen razón en muchas de sus críticas a las religiones. Pero decir que la religión moderada debe ser combatida porque propicia el terrorismo religioso o el fundamentalismo opresivo es una lógica errada y peligrosa que además se vuelve en contra de su propio ateísmo.

En el artículo anterior ya vimos cómo estos populares referentes del ateísmo no conocen nada bien las bases del cristianismo que tanto critican. Así que, como punto de partida, estos autores no son los más indicados para definir qué es eso del cristianismo moderado.

En segundo lugar, ¿De qué religión moderada hablamos? “De todas”, suelen decir los nuevos ateos. Pero como cristianos afirmamos que nuestra religión es la persona de Jesucristo, quien revolucionó su tiempo con la no-violencia. Así que afirmar que las enseñanzas de Jesús pueden propiciar matanzas es un disparate por mucho que se haya usado el nombre de Cristo para el mal a lo largo de la historia. El mismo Richard Dawkins llegó a reconocer que “no hay cristianos, hasta donde yo sé, volando edificios. No estoy al tanto de ningún cristiano bomba suicida. No conozco ninguna denominación cristiana que crea que el castigo por apostasía es la muerte [1]”. Como vemos, que alguien tan radicalmente anti-religioso como Dawkins afirma no conocer a nadie con este perfil entre los 2000 millones de personas se auto denominan cristianas es algo que dice bastante.

Hasta tal punto es evidente que Jesús prohíbe la violencia que Hitchens critica al cristianismo por su excesiva anti-violencia. Hitchens desea que “[los yihadistas] sean extirpados. Reconocer la necesidad de destruir al enemigo para sobrevivir. No me interesa lo que piensan. Sólo me interesa mejorar los métodos para destruirlos [2]”. Resulta paradójico que Hitchens pida desesperadamente la aniquilación total de los bárbaros actuales y que en otras ocasiones arremeta contra el Antiguo Testamento por una acción similar de los hebreos contra lo que sería «el ISIS» del año 3.400 a. C., los sanguinarios canaanitas [3]. Aparte de la contradicción: ¿Es serio criticar una acción militar de hace varios milenios desde valores actuales occidentales? ¿Y en qué quedamos? ¿Usamos la violencia contra el terror o no la usamos? No todo es blanco y negro, y menos aún cuando el mal humano se abalanza contra los nuestros en la vida real.

La propuesta atea de realizar una especie de guerra preventiva contra la religión moderada es cruel por muchas razones. Una de ellas es que bajo esta idea podríamos condenar a cualquier persona, pensamiento o amplios colectivos desde el mismo momento en el que otros malinterpreten o tergiversen sus palabras al relacionarlos con un mal. Conceptos como libertad o justicia, por ejemplo, son continuamente usados como bandera para matar u oprimir. Así que según esta premisa del nuevo ateísmo cualquier ideología moderada debería erradicarse ya que no existe ningún aspecto noble que jamás se haya pervertido. Nada sobreviviría.

La idea de combatir la religión moderada por su supuesto peligro potencial sería además un obvio boomerang contra el ateísmo mismo. Basta observar las últimas masacres cometidas por ateos contra creyentes desde el odio a las religiones [4]. Y esto no ocurre en la Edad Media sino en nuestro Occidente del siglo XXI ¿Y hasta qué punto el virulento discurso antirreligioso ha podido influir en estos asesinos llenos de odio hacia lo religioso? Apelando a la premisa de los cuatro jinetes: ¿Pediremos que se combata el ateísmo moderado? ¿O al menos el ateísmo agresivo? ¿Están dispuestos los nuevos ateos a ser coherentes y tomar de su propia medicina? Me temo que no.

El abuso de ejemplos negativos extraídos del inabarcable mundo religioso por parte de los nuevos ateos no sólo constituye una dialéctica falaz sino que alimenta la fobia social hacia quienes no piensan como ellos. Fomenta el rechazo hacia los religiosos ignorando que las generalizaciones negativas son el germen del odio y las guerras.

Y ya puesto a combatir ideologías moderadas, también podríamos arremeter contra el mismo Dawkins como científico, pues sin la ciencia moderada nunca habrían existido las bombas nucleares o el cambio climático. Por ejemplo.

El biofísico y teólogo en Oxford, Alister McGrath, afirma que “una de las ironías más grandes del Siglo XX es que muchos de los actos de homicidio, intolerancia y represión fueron cometidos por quienes pensaron que la religión era homicida, intolerante y represiva procurando erradicarla de la faz de La Tierra como un acto humanitario”.

Por desgracia, la perversa tesis impulsada por estos cuatro jinetes nos ayuda a entender en parte que los cristianos sean hoy el colectivo más perseguido del planeta [5]. (NOTA: Sería genial que tantos críticos actuales con La Inquisición o aberraciones medievales mostraran un interés similar en denunciar la masacre actual de cristianos, sobre todo porque con los perseguidos de hoy sí se puede hacer algo).

El mal cometido por ateos ¿Y ese no cuenta?

Conozco a ateos que son mejores personas que yo. Pero hay 3 hechos objetivos: 1) Existen ateos que matan por odio religioso. 2) El cristianismo de Jesús prohíbe matar y 3) El ateísmo carece de freno moral por sí mismo. Es decir: Que un universo sin propósito no nos puede decir qué está bien o mal. Son hechos objetivos.

Mientras que cualquier patología de cualquier persona religiosa les vale a los cuatro jinetes para criticar a las religiones, su premisa cambia radicalmente cuando se examina el ateísmo: Cuando es un ateo o agnóstico quien mata o abusa -dicen estos ateos- la cosmovisión atea del asesino no tendrá nada que ver con su crimen… Así que ¡Vaya! ¡Jaque Mate a los cristianos! ¡El ateísmo nunca hará malas personas y el cristianismo sí! así que se acabó el debate (modo irónico). Pero es evidente que está lógica tiene trampa ya que cualquier cosmovisión que tengamos sobre la vida afecta a nuestros actos y, por tanto, a quienes nos rodean. A algunos les afectará de forma más obvia y a otros menos, pero afectará. Ya sea que creamos que debemos amar a nuestros enemigos o -como dice Dawkins- que somos producto de un universo en el que “no hay propósito, no hay mal ni hay bien; nada, excepto una indiferencia ciega y sin misericordia [7]”. Así que debemos admitir que existe cierta coherencia en que haya ateos que se pregunten: ¿Por qué debería ayudar a los desfavorecidos si no me apetece? ¿Quién me obliga a no aprovecharme de los demás si hacerlo me beneficia y me hace feliz?

La ausencia de freno moral la vemos todos los días en estafadores, violadores, políticos corruptos, ladrones, asesinos… etc… que no creen en ningún Dios al que deban dar cuentas. Que hay hipócritas religiosos está claro. Pero más claro aún, como dice el Nobel Czeslaw Milosz, que «hoy el verdadero opio del pueblo es creer que no existe nada tras la muerte. Vivir con el consuelo de que todo nuestro mal, nuestra codicia no serán nunca juzgados [6]«. La cosmovisión atea no ofrece una base moral que impida abusar de otros. Y ojo. Ya dijimos que esto no significa que los ateos no puedan ser buena gente. Pero la buena ética del ateo vendrá por otras vías (como el trasfondo cristiano occidental o su educación, por ejemplo), y no del ateísmo como tal. El ateísmo no dice nada acerca de por qué debemos ser pragmáticos o por qué nos viene bien tener leyes para no matar, etc. El ateísmo es ajeno a cualquier justificación última para una bondad o moralidad social de mínimos obligatoria. Ser ateo y asesino no es incoherente. El ateísmo niega a Dios y ya está. No te obliga a ser malo… ni bueno. Sin embargo, Jesús sí establece una base moral para el bien y el mal. Él, fundador del cristianismo, nos dice que no hagamos mal sino el bien a todos. El amor es para Cristo una obligación moral.

“Librepensadores” que rehúyen de un análisis lógico y equilibrado

Imaginen que yo dijese que estoy dispuesto a analizar racionalmente el ateísmo sin tener en cuenta nada bueno que éste produzca. Cualquiera me diría que soy un fanático o algo peor ¿Verdad? Pues es exactamente lo que Daniel Dennett dice de las religiones [8]. Reconoce aspectos buenos de las creencias pero no está dispuesto a incluirlos en su análisis. Y los otros tres jinetes parecen conformes. Pero, ¿No es paradójico que esta oda al subjetivismo venga de quienes nos animan a ser críticos con todo?… con todo…  con todo lo que ellos eligen criticar, claro. Pero ¿Se imaginan que yo pidiera la eliminación de toda ciencia señalando solo sus errores y horrores?… Y desde luego no faltarían casos concretos bestiales: Nagasaki, Hiroshima, Chernóbil, farmacéuticas abusivas, cambio climático, y un largo etc. Pero la mayoría de nosotros concluiríamos que no sería justo eliminar la ciencia porque también existe una ciencia muy bien aplicada. Y ni siquiera estos ejemplos son correctos para ilustrar nuestro debate porque las críticas al cristianismo de los cuatro jinetes rara vez representan al cristianismo de Jesús. No serían errores del cristianismo sino del anti-cristianismo que tanto se denuncia en La Biblia. Sin embargo, los desastres nombrados sin son aplicaciones de la ciencia.

Resumiendo: Los sorprendentes y falaces principios de los cuatro jinetes para su supuesto análisis crítico de la religión y el ateísmo son los siguientes:

1) Nada malo que hagan los ateos es válido para criticar el ateísmo. Estar convencido de que no existe un propósito para la existencia ni una moral objetiva de obligado cumplimiento no afectará en absoluto al mal que uno haga.

2) Sí valdrá como argumento racional cualquier disparate de cualquiera que se considere cristiano (hay 2000 millones en el mundo) para condenar el cristianismo de Cristo como un todo. No importa si el ejemplo que ellos critican representa exactamente lo contrario de lo que Jesús hizo y enseñó.

3) Los nuevos ateos no incluirán en este análisis preocupado por la verdad y los hechos nada bueno ni nada que refleje el cristianismo enseñado realmente por Jesús.

A usted, lector, ¿Le convence esta lógica argumentativa del autodenominado ateísmo brillante? ¿Les parece racional y ávida de objetividad? Juzguen ustedes.

Tampoco es casualidad que estos cuatro jinetes provengan de países de origen cultural cristiano. La alfabetización, la libertad de expresión y el pensamiento crítico individual fueron de la mano del acceso libre y sin intermediarios a La Biblia ¿O acaso Jesús no puso en cuestión su mundo? ¿No hacía preguntas en público para que todos pensaran por sí mismos? ¿No cuestionó con preguntas a los abusadores y jerarcas religiosos? ¿No cuestionó también a los antirreligiosos?

Concluimos citando un análisis publicado por la Universidad de Oxford acerca de 100 estudios sistemáticos que examinaron la relación entre religión y bienestar que mostraron lo siguiente [9]:

  • 79 reflejaron al menos una correlación positiva entre implicación religiosa y bienestar
  • 13 no encontraron una relación clara entre religión y bienestar
  • 7 encontraron relaciones mixtas o complejas entre religión y bienestar
  • 1 encontró una relación negativa entre religión y bienestar

Vemos que la visión radicalmente dañina de la religión del nuevo ateísmo aparece solo en el 1% de los resultados experimentales mientras que el 79% otorgan inequívocamente una correlación beneficiosa entre fe y bienestar. Estamos seguros que esa correlación negativa del 1% no coincide con una visión correcta del Jesús de los evangelios sino con una distorsión del mismo o con otras religiones. Quienes aquí escribimos damos fe de los beneficios del evangelio en nuestra vida y en quienes nos rodean. Personas que reciben bien incluso siendo nuestros enemigos y sin que sepan que lo hacemos por causa de nuestra fe. Por amor a Dios y al prójimo. Como Cristo nos enseñó.

Por Delirante.org

Más respuestas a Los cuatro jinetes en: Parte I: ¿Ateísmo brillante o fundamentalista?  Parte II: Científico vs. creyente y Fe atea.

[1] The Four Horsemen, Coloquio organizado por RDFRS, grabado por Josh Timonen. 30/04/2007.Con subtítulos en español en: https://www.youtube.com/watch?v=tS_MT79m4Vw

[1] The Times, Scandal and schism leave Christians praying for a ‘new Reformation. Entrevista a Dawkins, por Ruth Gledhill. 02/10/2010

[2] The Four Horsemen (Los cuatro jinetes). 1 h. 10´01”

[3] Delirante.org, Guerra y violencia en el Antiguo Testamento.

[4] EFE 06/11/2017. Ateo confeso mata a 26 personas en una iglesia de Sutherland Springs. La Voz de Galicia 11/02/2015. Un ateo fanático mata a tres estudiantes musulmanes; El Pais 18/06/2015. Un hombre mata a nueve personas en una iglesia en Charleston; El Pais 04/10/2016. El asesino de cinco niñas en Pensilvania: «Estoy lleno de odio contra Dios. El Mundo 02/10/2015. El autor de la matanza de Oregón sólo mató a quien confesaba ser cristiano

[5] Europa Press, 215 millones de cristianos en el mundo sufren persecución alta, muy alta o extrema, 11/01/2017

[6] Czeslaw Milosz, The Discreet Charm of Nihilism, _New York Review of Books, 19 Noviembre, 1998

[7] Richard Dawkins, River out of Eden: A Darwinian View of Life , London: Phoenix, 1995,  p.133

[8] The Four Horsemen (Los cuatro jinetes). 1. 44:00”

[9] Koenig, H.G., and Cohen, H.J. The Link between Religion and Health: Psychoneuroimmunology and the Faith Factor, Oxford: Oxford University Press (2001), p. 101. Para otros trabajos sobre este punto, véase Miller, W. R., and Thoreson, C.E. ‘Spirituality, Religion and Health: An Emerging Research Field’, American Psychologist (2003) 58, 24-35; Galanter, M. Spirituality and the Healthy Mind: Science, Therapy, and the Need for Personal  Meaning, Oxford: Oxford University Press (2005). Tomado en español de Alister McGrath  ¿Ha matado la ciencia a Dios?, Documento Faraday nº 9, Cienciayfe.es. Publicado originalmente por Faraday Institute for Science and Religion (Instituto Faraday para la Ciencia y la Religión), 2007, trad, 2011>

Nuevo ateísmo: ¿Brillante o fundamentalista?

UNA RESPUESTA AL NUEVO ATEÍSMO

¿Ateísmo brillante o fundamentalista?

Este artículo es la parte 1 de 3 respuestas al nuevo ateísmo, especialmente al documental The Four Horsemen [i] (Los cuatro jinetes), un diálogo entre Richard Dawkins, Daniel Dennett, Cristopher Hitchens y Sam Harris. Estos 4 jinetes del ateísmo son los autores antirreligiosos más populares del siglo XXI. El término «nuevo» destaca una mayor beligerancia contra las religiones respecto a ateos anteriores.

Parte II: El supuesto peligro de la religión moderada y el mal cometido por no religiosos. Parte III: Científico vs. creyente y Fe atea.

Creemos en Jesús, no en lo que los cuatro jinetes dicen que creemos

Las generalizaciones nunca son justas. Y menos cuando como cristiano me apuntan criticando creencias distintas a las mías o como si todas las religiones fueran lo mismo ¿Qué sentido hay en que me acusen con aquello que también critico? Si existen 10.000 religiones, los cristianos somos ateos de 9.999 de ellas, sobre todo de la cristiana cuando no refleja al Jesús de los evangelios. Son principios de sentido común que no suelen asumir los cuatro jinetes del ateísmo. Esto explica, por ejemplo, por qué otros ateos los tildan de fundamentalistas (siempre usaremos el término “fundamentalista” en su acepción negativa).

Jinetes fundamentalistas… según otros ateos

Numerosos intelectuales ateos de gran influencia han criticado este popular ateísmo autodenominado brillante. El darwinista Michael Ruse nota que “ninguno [de estos ateos] ha estudiado la fe cristiana seriamente para poder opinar sobre sus ideas. Resulta burdo y llanamente inmoral aseverar que el cristianismo es tan sólo una fuerza del mal [1]”. Del libro de Dawkins, El Espejismo de Dios, Ruse dice que le “hace sentir vergüenza de ser ateo [2]”. El filósofo Thomas Nagel califica los argumentos de Dawkins como “especialmente débiles [3]. Peter Higgs, Nobel de física 2013 y descubridor del famoso bosón que lleva su nombre, califica a Dawkins como “fundamentalista en el extremo opuesto” [4]«.

El creyente común pone el grito en el cielo ante los abusos en el nombre de Dios. Pero ni nosotros ni los cuatro jinetes hemos inventado nada nuevo. Amos, Miqueas, Jeremías, Ezequiel, Isaías… fueron profetas de La Biblia que arriesgaron sus vidas denunciando el abuso religioso milenios antes. También fueron religiosos fundamentalistas del Dios bíblico (los fariseos) quienes llevaron a Jesús a la cruz. Son ejemplos del abuso en el nombre de Dios como acto blasfemo anti-cristiano [5]. Así que la denuncia de la opresión religiosa no es un argumento contra el cristianismo sino cristianismo en estado puro, algo sencillo de entender para quien quiera entenderlo.

Al comienzo del coloquio Hitchens parece admitir que es injusto mencionar a frikis o asesinos como ejemplos del cristianismo objetivo. Quiere entenderlo… ¡Pero de inmediato cita a un clérigo que atribuye a los homosexuales el castigo de un terremoto! El ejemplo que pone Hitchens es un esperpento que no representa al cristianismo. Jesús enseñó que las cosas no suceden así y que este tipo de males no deben relacionarse con supuestos pecados tal y como algunos hacían por entonces (Juan 9, 1-3). Cristo desafió el mundo antiguo rompiendo con esta cosmovisión y adelantándose a Hitchens en su denuncia, quien de nuevo hace decir al cristianismo justo lo contrario de lo que realmente dice.

La estrategia dialéctica de los cuatro jinetes es tan simple como antigua y falaz: Mostrar lo patológico como normal, como si el esperpento fuese el cristianismo de Jesús en el que creemos.

Hacen y critican teología sin saber teología

La falta de nociones teológicas es una característica clave del nuevo ateísmo. Terry Eagleton, conocido crítico literario y catedrático de teoría cultural, dice: “Imagine a alguien pontificando sobre biología sin haber leído nada más que “El libro de los pájaros británicos”, y tendrá una idea aproximada de lo que se siente leer lo que escribe Richard Dawkins sobre teología[6]”. Los cuatro jinetes desprecian la teología a la par que sientan cátedra con interpretaciones sensacionalistas que no tienen en cuenta el contexto histórico–cultural y que cualquier exégeta descartaría al instante.

Un ejemplo de esta actitud es cuando Dawkins dice que “Ama a tu prójimo no significa lo que ahora pensamos que significa. Solo significa “Ama a otro judío [7]”. El Dr. John Lennox observa cómo Dawkins ”se basa en Levítico 19, 18 “No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Pero Dawkins ni siquiera se molestó en leer el resto de Levítico 19 […] Amar al prójimo no significaba limitarse a su propio grupo: “Cuando un extranjero resida con vosotros […] lo amarás como a ti mismo, porque extranjero fuisteis vosotros en Egipto (Lv 19: 33-34) [8]”. Como vemos, Dawkins no solo mutila un pasaje para hacerle decir lo contrario sino que omite que cuando Jesús dijo “Ama a tu prójimo como a ti mismo” le preguntan: “¿Quién es mi prójimo?” él responde con la parábola del buen samaritano (Lc. 10:25-37), el pueblo rival y odiado por los judíos, rompiendo así toda frontera étnica. Luego Pablo enseñó que “en Cristo ya no hay judío ni griego” (Ga. 3, 28) y Pedro tuvo un sueño que acabaría con cualquier atisbo de localismo étnico en el cristianismo (Hech. 10:1-48).

Así que sin ni siquiera entrar en ninguna teología profunda vemos que la aversión religiosa de Dawkins le impide ver aquello que es nítido y evidente ¿Nos fiaremos entonces de él en otros asuntos teológicos más complejos? No parece que Dawkins sea la fuente más rigurosa para analizar La Biblia.

El teólogo John Haught afirma que la comprensión de la fe de estos ateos “permanece sistemáticamente en el mismo plano indocto que la religiosidad irreflexiva, supersticiosa y “literalista” de aquellos a quienes critican [9]”. Francis Collins, uno de los grandes científicos del siglo XXI convertido al cristianismo, observó en estos ateos “el viejo truco del arte del debate y la retórica; se tergiversa lo que diga el contrario para seguidamente demoler sistemáticamente sus “argumentos” [10]”. No cabe duda de que si los cuatro jinetes fueran más rigurosos con aquello que critican, perderían interés para el gran público sin formación teológica al que se dirigen.

Alister McGrath, triple doctorado por la Universidad de Oxford, observa que Dawkins “parece pensar que una ignorancia de las ideas cristianas es una señal de virtud intelectual. […] Para mí la virtud intelectual está en estudiar, entender y apreciar una visión del mundo, aun cuando crea que está equivocada. Yo era ateo cuando era joven, y rechacé el cristianismo por razones muy similares a las de Dawkins. Ahora veo que simplemente no entendía el cristianismo. Pero nunca ridiculizaría el ateísmo [11]”.

Un ejemplo recurrente del simplismo de los cuatro jinetes consiste en exponer la creación del Universo de Génesis 1 como si su lectura literal fuera la interpretación obligatoria. Pero nunca los veremos analizando el relato desde su contexto histórico-cultural [12], que es lo que debe hacerse y lo que dicta el sentido común… si es que nos interesa ser justos y conocer la verdad, claro.

Durante el documental los cuatro jinetes generalizan acusando a los jerarcas religiosos de timadores y corruptos, lo cual es un juicio contrario a los hechos. En mi relación con jerarcas cristianos durante años he visto fundamentalmente a personas que aman a los demás sacrificando su prestigio y dinero. Hay timadores, sí, pero pocos. Y en todo caso serían actitudes anti-cristianas por definición. El cuadro pintado por los cuatro jinetes existe y es denunciable, pero no es el general ni -por supuesto- el que define qué es el cristianismo.

Resumen: Los ejemplos negativos ofrecidos por los nuevos ateos evidencian que todo puede ser objeto de distorsión e instrumentalización para el abuso. Y sobre todo se parte de aquello que es bueno para abusar. Y esto le ocurre al cristianismo. Pero los cuatro jinetes desconocen realmente el cristianismo y no desean su análisis justo y ponderado (¡Así lo admite Daniel Dennett en el documental! 1 h. 44´). El propósito de los cuatro jinetes es atacarlo sin importar cuan sesgados o irracionales sean los métodos. Y esto es algo que parece entusiasmar a muchas personas que se auto consideran libres pensadores. Nada nuevo en la era de la posverdad.

Por Delirante.org

[i] The Four Horsemen, Coloquio organizado por RDFRS, grabado por Josh Timonen. 30/04/2007.Con subtítulos en español en: https://www.youtube.com/watch?v=tS_MT79m4Vw

[1] https://es.wikipedia.org/wiki/Michael_Ruse

[2] De la portada de Alister McGrath y Joanna McGrath. The Dawkins Delusion?, Dwners Grove, OL: InterVarsity Press, 2007

[3] Thomas Nagel, crítica de El Espejismo de Dios, The Fear of Religion, The New Republic (23 de octubre de 2006); p. 29.

[4] El Mundo. 27/12/2012. Peter Higgs: ‘No soy creyente, pero la ciencia y la religión pueden ser compatibles”. Actualizado 03/01/2013

[5] Delirante.org, El Cristianismo ¿imposición y barbarie?

[6] Terry Eagleton, London Review of Books Vol. 28, No. 20, 19 /10/2006, p. 32

[7] Richard Dawkins, El espejismo de Dios, Espasa, 2007, p. 272

[8] John Lennox ,Disparando contra Dios, Andamio, 2016, p. 182

[9] John F. Haught, Dios y el nuevo ateísmo: Una respuesta crítica a Dawkins, Harris y Hitchens, Sal Terrae, 2012, pp. 14-15

[10] Francis Collins, Fe, ciencia y ateísmo, Andamio, 2015, p. 39

[11] El Pais, Alister McGrath, “El nuevo ateísmo está cayendo en desgracia”, 18/03/2016

[12] Una sencilla interpretación contextualizada de Génesis 1 puede leerse en http://delirante.org/?p=181

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Guerra y violencia en el Antiguo Testamento

Violencia en el Antiguo Testamento

Analizar críticamente un texto escrito hace miles de años es complicado y arriesgado. Un error común es aplicarle un juicio moral desde nuestro Occidente del siglo XXI. Por esto un análisis ponderado se esfuerza por conocer aquel contexto ideológico y cultural, la intención del autor y qué debieron entender sus coetáneos.

No son instrucciones para los cristianos

El Antiguo Testamento narra la evolución de la relación de un pueblo con su Dios en una antigüedad muy, muy lejana. Es la historia de una nación teocrática que hoy no existe como tal. En contraposición, el Nuevo Testamento presenta la llegada un Reino espiritual y universal muy diferente. Es una luz progresiva que ha llegado a una comunidad sin teocracia terrenal ni ejército sino siguiendo a un Jesús sin violencia ¡Y perdonando a los enemigos!

Cuando unos discípulos desean imitar al Elías del Antiguo Testamento, estos sugieren a Jesús poder realizar un envío sobrenatural de fuego para castigar a quienes los rechazaban. Pero Él los reprende diciendo: «¡No sabéis lo que estáis diciendo! Yo he venido para salvar almas, no para perderlas» (Lucas 9, 54-56). El mensaje de Cristo era sorprendentemente pacifista en unos tiempos donde la guerra y la violencia no eran cuestionados como hoy. El cristianismo era mucho más retador de lo que imaginamos. (Ver más en: Cristianismo: ¿Imposición y Barbarie?).

Lo paradójico de algunos relatos bélicos del Antiguo Testamento es que hoy nos ofenden porque nuestra mentalidad occidental ha sido moldeada por el pacifismo cristiano como respuesta entre humanos que son imagen de Dios.

No obstante, el Antiguo Testamento no puede verse como algo antiguo que no nos dice nada. Se trata de un rico compendio del que aprendemos muchas cosas. Aprendemos de los errores y de los aciertos de aquel pueblo en su relación con Dios. Aprendemos de las consecuencias del mal y otras muchas cosas.

Debemos comprender también que aquel Israel del Antiguo Testamento tuvo que sobrevivir en una cultura de guerras en la que no había aliados ni Naciones Unidas mediando en conflictos. Todo era diferente, por lo que resulta injusto aplicar un juicio moral occidentalizado post-cristiano como si aquello ocurriese hoy.

La Biblia denuncia el abuso en nombre de Dios

Los cristianos no deberíamos tener tanto problema con las barbaridades que La Biblia muestra porque son un reflejo del mundo real sin más ¿O acaso un relato ideal estilo Disney hubiera reforzado la credibilidad de La Biblia? Más bien no.

Que La Biblia sea un libro inspirado implica que nos inspiran sus relatos. En La Biblia vemos a un Dios paciente con torpes humanos dándonos una luz cada vez más progresiva que culmina en Jesucristo. Esto no implica que debamos aplicar hoy cada frase de La Biblia sin tener en cuenta el contexto ni por qué se dijo tal o cuál cosa. La Biblia es una historia de relaciones redactada por personas inmersas en una cultura y mentalidad con problemas y situaciones muy concretas. La Biblia contiene textos descriptivos que no son prescriptivos.

El erudito Cristopher J.H. Wright comenta que “hay algunos casos en el Antiguo Testamento en que la gente pensó que Dios quería algo y más tarde encontraron que estaban equivocados […] hay ejemplos en los que Dios rechaza la violencia excesiva, aun cuando el que la cometía pensaba que estaba actuando por mandato de Dios. Jehú, por ejemplo, fue ungido por Elías con la comisión de destruir la casa del apóstata Acab y Jezabel (2 Reyes 9:6-10). Convirtió el asunto en un baño de sangre y exterminó a todos los sacerdotes de Baal. Más tarde, Oseas condenó aquellas acciones (Oseas 1:4) [1]”.

Como vemos, nadie está libre de abusar del nombre de Dios tal y como queda registrado en La Biblia para nuestra advertencia. Es mirando a Jesucristo que podemos acercarnos a la verdad de su amor para poner en práctica hoy.

Culturas muy alejadas al Occidente del siglo XXI

Un ejemplo común para condenar hoy la supuesta crueldad del Dios de La Biblia es el «ojo por ojo» tan popular en la antigüedad de Oriente próximo. Pero fijémonos en las diferencias entre La Biblia y sus culturas vecinas (las diferencias positivas respecto a su contexto son fundamentales para valorar La Biblia como inspirada). La pena de muerte en el Antiguo Testamento tenía un fin disuasorio. Pretendía evitar la violencia, el engaño o la traición en una cultura sin carta de Derechos Humanos. Su pretensión disuasoria fue tan grande que hay estudios que aseguran que durante siglos Israel apenas debió recurrir a la pena de muerte.

Una vez un ateo me dijo: “No creo en el Dios de La Ley del Talión” (refiriéndose al  “ojo por ojo” del Antiguo Testamento). Pero su conclusión no venía de un estudio exhaustivo de esta ley sino de acercamientos superficiales y prejuiciosos, pues el ojo por ojo de los hebreos pretendía equidad y no venganza. Además (otra confusión muy extendida), los judíos nunca aplicaron literalmente la Ley del Talión porque no la entendieron así, razón por la que no había tullidos en Israel. (Puedes leer aquí en qué consistía La Ley del Talión judía). Es solo un ejemplo que evidencia cómo todos tiramos de tópicos que se retroalimentan como supuestas verdades incontestables entre quienes comparten dichos prejuicios.  

Así que antes de exclamar: “¡Qué barbaridad lo que dice en La Biblia!”, debemos atender al contexto. Y quizás comenzar por preguntarnos “¿Qué otra Ley de aquel tiempo hubiera preferido yo? ¿Qué hubiera creído yo -como persona bondadosa, inteligente y amorosa- hace 3000 años?” ¿Y si los receptores de La Biblia eran menos bárbaros que sus naciones vecinas tal y como las evidencias demuestran?

El exterminio de Canaán

Pasemos a un punto más complejo: ¿Qué hay del Dios que ordena guerra y exterminio? Son preguntas difíciles que podemos complementarlas con otras preguntas también difíciles: ¿Cómo podría un Dios justo no hacer nada contra seres extremadamente perversos (como algunos de los vecinos del Antiguo Israel) y seguir siendo justo y amoroso? ¿Hubiera sido la indiferencia de Dios moralmente más aceptable que acabar con estos pueblos sanguinarios? No es un asunto fácil.

Creemos que es justo que la crueldad sea juzgada

Entender el proceso de revelación como un avance progresivo tiene en cuenta que el antiguo Israel tenía normas para la guerra que enfatizaban la importancia de la justicia, la diplomacia y la proporcionalidad (Deuteronomio 20).

El Israel de La Biblia no era un ¡Vivan las matanzas! que algunos pintan volcando su énfasis literalista en algunos textos y olvidando muchos otros. La Guerra para Israel era el último recurso y el llamamiento a la aniquilación total era una opción extrema reservada para la crueldad total de otros pueblos y que fue aplicada muy pocas veces a lo largo de cientos de años (como para las ciudades de Jericó y Hai en Josué 6-8). A aquellos enemigos se les daba un largo tiempo para arrepentirse y así evitar la guerra. Y los que se arrepienten no mueren y reciben misericordia (Rahab o Saúl y los amalecitas; 1 Samuel 15).

Sin olvidar que los humanos proyectaron a menudo sus propios deseos y contextos culturales imperfectos en boca de Yavé. Pero el Dios de La Biblia no se presenta como un ser bobalicón de barba blanca al que todo le da igual. No es impasible ante quienes se recrean en la violencia, el abuso del débil, la violación de familiares o sacrificando niños a sus dioses (que era lo que sucedía en Canaán según Levítico 18). Pero tampoco es un Dios imprevisible al que nadie ve venir. Hay un énfasis en un Dios que avisa y llama previamente al arrepentimiento y al cambio. Y a menudo tras siglos de paciencia esperando el arrepentimiento de los malhechores. Estoy seguro de que muchos que hoy critican las matanzas de La Biblia se hubieran quejado de un Dios tardo para aniquilar a los malos si les hubiera tocado vivir en tiempos del Antiguo Testamento. Hagas lo que hagas lo fácil es ser crítico con aquellos relatos.

Tan cierto como que yo vivo —dice El Señor—, que no me alegro con la muerte del malvado, sino con que se convierta de su mala conducta y que viva” (Ezequiel 33, 11).

¿Cómo era Canaán?

La crítica a la supuesta violencia del Dios del Antiguo Testamento suele centrarse en la conquista de Canaán por parte de Israel. Pero ¿Cómo era Canaán? Han pasado milenios y no sabemos demasiado de aquello, pero lo poco que sabemos pone los pelos de punta:  Violaciones y mutilaciones de niños eran algo normal, por ejemplo.

Sobre Canaán se dijo que “La sangre era tanta que le llegaba hasta las rodillas; no,  hasta el cuello. Bajo sus pies había cabezas humanas; sobre ella manos humanas volaban como langostas. Su placer por las carnicerías es bien conocido: su hígado se llenaba de risa, su corazón rebosaba de gozo [2]”. Moloc era una deidad cananea del inframundo con cabeza de toro y cuerpo humano con entrañas de fuego y en cuyos brazos estrechados se depositaba un niño para ser quemado vivo [3]. Clitarco de Alejandría informaba cómo “conforme las llamas que quemaban al niño rodeaban su cuerpo, las extremidades de encogían y su boca parecía formar una mueca como si se estuviera riendo, hasta que se encogía los suficiente para caer dentro de la marmita [4]

A la luz de este tipo de maldades, Miroslav Volf admite como “antes pensaba que la ira no era digna de Dios. ¿No es Dios amor? […] Mi resistencia a la idea de la ira de Dios se vino abajo en la guerra de la antigua Yugoslavia, la región de donde yo vengo. Según las estimaciones, 200.000 personas fueron asesinadas y 3 millones de desplazados. Aldeas y ciudades destruidas, mi pueblo bombardeado día y noche; algunas personas fueron maltratadas más de lo que se pueda imaginar, y yo no podía imaginarme que Dios no estuviera enfadado [5]

Los cristianos somos en general pacifistas. Pero nuestra cultura aborda el problema de la violencia de forma contradictoria: Se pone el grito en el cielo contra todo tipo de violencia pero pedimos que el cruel reciba castigo por su mal. Las personas normalmente son contrarias a todo tipo de violencia hasta que el horror nos golpea de forma cruel e intencionada. Uno de los ateos que más libros contra la religión ha vendido en este siglo XXI, Cristopher Hitchen. comenta: “Es una cuestión de supervivencia. Quiero que [los yihadistas] sean extirpados. Es reconocer la necesidad de destruir al enemigo para sobrevivir. No me interesa lo que piensan. Sólo me interesa mejorar los métodos para destruirlos [6]”.

El doble juicio moral actual

¿Cómo debemos reaccionar cuando terceras personas están siendo violadas o exterminadas? ¿Basta con postear en las redes sociales un #Stop violencia! mientras el agresor mutila personas? Aunque quizás no compartamos su visión violenta contra los yihadistas, el ateo Hitchens acierta al denunciar la demagogia actual de arremeter contra el cristianismo no violento: “Muchos ateos no quieren valorar la extirpación de los yihadistas. Prefieren atacar a Billy Graham (un conocido predicador cristiano) porque saben que no hay peligro [7]”.

Existen suposiciones específicas de cada cultura. Y una vez que sales de esa cultura dicha suposición ya no existe. Una cosa es opinar en redes sociales y otra que unos locos armados entre en tu casa para violar a los tuyos y luego llevárselos (situación extrema pero frecuente en la antigüedad y en zonas de guerra actuales) ¿Quizás en ese momento dejaríamos de ser pacifistas? Y aquí surge la pregunta: ¿Rechazamos el cristianismo por tener un libro que recoge la violencia contra la repugnante Canaán mientras pedimos acabar por la fuerza con esa guerrilla que entra en poblados para mutilar manos de niños? Si hoy esto no es un asunto tan fácil, menos aún lo es juzgar los relatos bíblicos del Oriente próximo de hace 3000 años.

Extirpar un cáncer como mal menor

Dejando de lado las hipérboles bélicas propias de la época bíblica y sin entrar a valorar posibles abusos o exageración del nombre de Dios, lo que se hizo en Canaán fue como la extirpación de un cáncer. Una intervención quirúrgica es algo violento, pero es mejor que dejar que la enfermedad se expanda y arrase los órganos sanos. Si alguien de otro planeta aterrizara en la puerta de un quirófano (sin saber qué es eso) y únicamente observara el afilado bisturí desgarrando un cuerpo humano vivo, probablemente volvería a su planeta y contaría que los cirujanos terráqueos son sádicos.

Del mismo modo, el debate sobre exterminio de Canaán o el ataque aliado contra los Nazis evitó un mal mayor ¿Dónde estaríamos ahora si a estos pueblos crueles nunca se le hubiera parado por la fuerza?

¿Genocidio? ¿Xenofobia?

En el libro bíblico de Josué se dice que “Hirió, pues, Josué toda la región…sin dejar nada; todo lo que tenía vida lo mató, como Jehová Dios de Israel se lo había mandado” (10, 40). Sin embargo, esto es una forma de hablar. El mismo relato dice que sí quedaron seres vivos y advierte a los israelitas de que «si os unís a las naciones que aún quedan entre vosotros, mezclándoos y formando matrimonios con ellas, tened por cierto que el  Señor vuestro Dios no expulsará de entre vosotros a esas naciones” (Josué 23:12-13). Obviamente, a los israelitas no les estaban prohibiendo casarse con mujeres extranjeras inexistentes. Estaban vivas porque no hubo un exterminio total de aquellas naciones como se escribió 13 capítulos antes.

El concepto “todo lo que está vivo será destruido” no es literal sino una expresión bélica y retórica de la época para constatar que el asunto iba en serio. Al considerarse una guerra justa se magnificaban las hazañas. Es algo similar al lenguaje deportivo actual lleno de figuras retóricas del tipo: “Fulanito aniquiló a su adversario en 15 minutos de buen juego”. En el lenguaje militar esta retórica es amplificada en el antiguo Oriente próximo. Pero el concepto de genocidio es un uso moderno anacrónico que no podemos aplicar a aquellos relatos. Por entonces se consideraba una mera lucha por la subsistencia. O comías o te comían.

El popular ateo Richard Dawkins califica injustamente estos actos de La Biblia como xenofobia. Como es habitual en las críticas bíblicas de Dawkins, él ignora patrones del mundo antiguo y la exégesis bíblicas. Desconoce que La Biblia está llena de historias de extranjeros que desearon ser parte de Israel y que fueron acogidos. Ruth, Rahab… son ejemplos de ello.

La acogida del extranjero era obligatoria en La Ley de Moisés en unas instrucciones a favor de lo que hoy llamaríamos refugiados. El punto de la prohibición era no mezclarse con la cultura de valores sangrientos de los dioses paganos. Por no hablar de las historias bíblicas de pueblos extranjeros como la asiria Nínive que van por su cuenta y que sin embargo reciben el favor de Dios. O el libro de Rut ¡Son historias de integración multiétnicas muy raras en el mundo antiguo!

No es correcto tampoco hablar de guerras de religión porque los antiguos hebreos -a diferencia de otros pueblos- combatían por su supervivencia, no por su religión. No había una pretensión, como en otras religiones, de extenderse universalmente aniquilando dioses ajenos por la fuerza. Dios se presentaba como quien peleaba por su pueblo, no al revés. No obstante, todos sabemos que «la religión» siempre ha sido una escusa para dar rienda suelta a los instintos humanos más bajos. Pero el problema no es de la religión o ausencia de ella sino de la maldad y codicia de los seres humanos. Los horrores del siglo XX han sido los que más muertos han dejado de toda la historia de la humanidad y se han producido sin religión.

Niños fallecidos

En cuanto a la espantosa muerte de niños en Canaán durante la guerra -algo normal en la antigüedad- es sin duda un hecho atroz. Pero ¿Cómo pudo ocurrir esto con Dios detrás? No tenemos una respuesta clara. Ya hemos dicho que el relato usa hipérboles militares y que es posible que los niños no fuesen realmente aniquilados. Pero también debemos entender que no existía la libertad individual que hoy tenemos en Occidente. Es decir: Un niño nacido en Canaán no sería de mayor lo que él quiera ser (abogado, deportista, director de una ONG…), tal y como hoy decimos. En aquel tiempo, todos los niños de Canaán se convertirán en adultos que arrasarán culturas, hombres, mujeres y que sacrificarán a niños propios y ajenos. Eso llevaba ocurriendo por décadas, y los niños reproducían y hasta superaban la crueldad sus padres.

Así que supongo que si fuésemos vecinos de la antigua Canaán la decisión no sería tan fácil como decir: «¡No hagamos nada! ¡Qué horror sería eliminarlos!«. Sin embargo, no estamos argumentando que ante un caso extremo actual deberíamos plantearnos la posibilidad de una guerra total. No. Gracias a Dios, hoy existen otros marcos legales y formas más civilizadas de afrontar los conflictos que deben agotarse vía diplomática. Simplemente estamos tratando de comprender los porqués de uno de los pasajes más difíciles de una Biblia que sobre todo está inundada de pasajes que nos hablan de la misericordia, el amor, la paz, etc. Esto incluye numerosos textos del Antiguo Testamento que insisten en buscar la paz con las naciones vecinas o leyes que obligaban a acoger a refugiados y extranjeros. Pero como ya dijimos, existe una revelación progresiva en La Biblia que culmina en Jesús.

Finalmente (nos salimos un poco del tema), cuando un niño muere, ateos y creyentes compartimos el dolor y la impotencia más profunda. Pero desde la esperanza cristiana, los niños no estarán separados eternamente de Dios. Ni siquiera los de Canaán. El cristianismo tiene una respuesta esperanzadora de una vida plena más allá de esta.

Una revelación progresiva

Pero no nos quedemos en la vieja historia de Canaán. Aquellas guerras ocurrieron en un marco muy limitado del tiempo. Después de Josué -aún casi al comienzo de la historia de Israel- las batallas ejercidas por El pueblo de Dios son siempre defensivas. Israel avanza en una actitud menos beligerante a pesar de seguir recibiendo ataques e invasiones. Jerusalén fue destruida y los judíos fueron deportados setenta años en Babilonia. La Biblia nos muestra que Israel dejó estas barbaries atrás y que no volvió a reproducir este tipo de invasiones.

El teólogo Juan Stam afirma que «la revelación divina es un largo proceso pedagógico. Dios ni revela todo de una vez, ni corrige todo de un solo golpe. En ese proceso, la inspiración del Espíritu Santo no anula lo humano de los autores, no los hace omniscientes ni les coloca encima de sus propias culturas. Dios, en su paciencia pedagógica, «pasaba por alto» muchos pecados y muchos errores durante muchos siglos (Romanos 3:25) para después revelar con más plenitud su verdad y su voluntad […] Existe un problema hermenéutico en la diferencia radical entre la mentalidad antigua y la nuestra. […] Queremos saber si la guerra es siempre prohibida bíblicamente, o bajo cuáles circunstancias se permite. Interpretamos el texto en categorías modernas de pacifismo o de guerra justa. Pero los lectores originales no se hubieran preguntado si el texto confirmaba uno tras otro de tantos principios generales, sino que lo hubieran leído como la historia de su propio pasado en que reconocen que Yahvéh (con o sin violencia) ha salvado a su pueblo. Las preguntas que presuponemos nosotros acentúan las aparentes contradicciones éticas […] y en comparación con otras sociedades, se notan los esfuerzos del pueblo hebreo de humanizar la guerra […] Las Escrituras, incluso todos estos pasajes sobre la violencia, utilizan una variedad de géneros literarios, no sólo el género histórico […] Es muy importante tomar esto en consideración cuando estos relatos ponen a Dios a hablar y a mandar acciones violentas. Obviamente esto es una expresión simbólica por la convicción de que determinada conducta era la voluntad de Dios […] Estos relatos deben entenderse como «historia» (como ellos la entendían) con un sentido teológico. Expresaban (entre muchos aspectos) el grave peligro que representaban los pueblos cananeos, y la robusta convicción de la soberanía de Dios en la vida de su pueblo [8]«.

Se fue forjando una mentalidad cada vez menos bélica hasta llegar a Jesús como ideal. Nuestro pacifismo actual está muy vinculado a esta herencia cristiana. La revelación en La Biblia es cronológicamente progresiva en medio de una cultura humana caída (defectuosa) que es «soportada» por Dios y tenida en cuenta en el proceso gradual de relación entre Dios y los humanos culminando en Cristo. Para el cristiano, hoy la guerra debe ser a toda costa evitable.

Jesús, refiriéndose a ordenanzas del Antiguo Testamento afirma varias veces: “oísteis que fue dicho, pero yo os digo”. Algunas de estas apelaciones son para corregirlo y señalar a la verdadera luz que estos relatos apuntaban de forma velada.  El apóstol Pablo calificó indicaciones del Antiguo Testamento como “sombras de aquello que había de venir” (Co. 2, 9-17), una ausencia de luz que también destacaría el autor del libro de Hebreos cuando afirmó que “La ley de Moisés era sólo una sombra de aquello bueno que vendría, pero no era la realidad auténtica de las cosas” (Hb 10, 1) ¡Wow! ¿Hemos leído bien?: Aquella ley antigua no era la realidad auténtica ni verdadera luz. Y Dios es justo lo contrario a esto. Él es verdadera luz y la imagen real del Dios invisible (Co. 1, 5).

Los cristianos no deberíamos sentirnos incómodos con algunos relatos del Antiguo Testamento. No estamos llamados a justificarlos en cada detalle porque, aunque Dios no cambia, sí lo han hecho los humanos y su visión de Dios hasta que ha llegado Jesús. Para los cristianos “toda la Escritura (del Antiguo Testamento) es inspirada, porque nos es útil para corregir y para educar para que el creyente esté capacitado para hacer toda clase de bien” (2ª Timoteo 3, 16-17 TLA). Y de eso trata este artículo. De aprender, corregir y abundar en buenas acciones a la luz de Jesús. Y por eso creemos en la inspiración de aquellos escritos.

Será Dios quien pida cuentas a los Israelitas y canaanitas ¿Hicieron lo correcto para evitar males mayores? ¿Abusaron del nombre de Dios al ejercer la guerra? Lo cierto es que ese no es ya nuestro problema. Todos tendremos que dar cuentas a un Dios de amor y paz según las circunstancias, entendimiento y revelación que cada uno tengamos.

Las historias más escabrosas de la Biblia exponen con naturalidad la naturaleza humana caída, nuestra maldad y contracciones. Somos el barro con el que Dios hará su obra por pura gracia. Como se lee a la entrada de las Naciones Unidas en Nueva York:

“Dios juzgará a las naciones y pueblos lejanos, y ellos convertirán sus espadas en arados. Nunca más nación alguna volverá a pelear contra otra, ni se entrenará para la guerra” (Isaías 2, 4). Amén.

Delirante.org

[1] Cristopher J. H. Wright. El Dios que no entiendo, Vida, p. 90, 2010, prólogo de John Stott

[2] William Albright, Archaeology and the Religion of Israel (Johns Hopkins, 1968), p. 77

[3] Shelby Brown, Late Carthaginian Child Sacrifice and Sacrificial Monuments in Their Mediterranean Context (Sheffield, England: Sheffield Academic, 1991), p. 14

[4] Kleitarchos, Scholia on Plato’s Republic 337A as quoted in Day, p. 87

[5] Volf, Miroslav, Free of Charge: Giving and Forgiving in a Culture Stripped of Grace (Zondervan, 2006), pp. 138-38

[6] Documental The Four Horsemen (Los cuatro jinetes). Organizado por RDFRS,  grabado por Josh Timonen. 30/04/2007. Un diálogo entre los cuatros ateos más influentes del siglo XXI: Richard Dawkins, Daniel Dennett, Cristopher Hitchens y Sam Harris. https://www.youtube.com/watch?v=tS_MT79m4Vw 1 h. 10´01”

[7] The Four Horsemen (Los cuatro jinetes). 1 h. 10´18

[8] http://protestantedigital.com/magacin/41784/Como_interpretar_la_violencia_en_el_AT

¿Qué era el «Ojo por ojo» del Antiguo Testamento?

El desconocimiento del Ojo por ojo de La Biblia

Muchas veces se olvida que el amor al prójimo (y esto incluyó en los tiempos de Moisés a cualquier israelita, también a los “enemigos”) ya se especificó en Levítico 19:18. Este versículo además prohíbe explícitamente la venganza y el rencor: “No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Jehová.”

Abordamos un tema donde se aplica el principio de la legitimidad del uso de la violencia precisamente para proteger los mandamientos de Dios.

El significado de la «Lex Talionis»

A continuación me voy a referir a la ley del “ojo por ojo” en su expresión comúnmente aceptada como la “lex talionis” o la ley del talión. El término “talión” viene de la palabra latina “talis” o “tale” que significa “idéntica” o “semejante”.

Este principio básico de la jurisprudencia en el AT (Antiguo Testamento) se expresa, por ejemplo, en Éxodo 21:22-25: “Si algunos riñeren, e hirieren a mujer embarazada, y ésta abortare, pero sin haber muerte, serán penados conforme a lo que les impusiere el marido de la mujer y juzgaren los jueces. Mas si hubiere muerte, entonces pagarás vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe.”

Obviamente se trata aquí de un principio de proporcionalidad y no de identidad. No hay ningún indicio en la Escritura de que este principio se hubiera aplicado de otra manera que de forma proporcional. Es un dato que frecuentemente no se toma en consideración. A diferencia de la sharia islámica, la ley del AT nunca ha aplicado este principio en el sentido de la mutilación física. Es decir, que si se causa un daño, la multa y restitución tiene que estar en una proporción adecuada con el daño que se ha hecho. Sin embargo, si el resultado de la infracción es la muerte, entonces el malhechor tiene que morir. […]

La lex talionis se menciona dos veces más en la Ley. La segunda vez aparece en Levítico 24:19-20: “El que causare lesión en su prójimo, según hizo, así le sea hecho: rotura por rotura, ojo por ojo, diente por diente; según la lesión que haya hecho a otro, tal se hará a él.” Aquí queda de nuevo claro que este principio de jurisprudencia se aplica de forma general a todo el mundo en Israel.

La tercera vez que aparece la lex talionis en la Biblia es en Deuteronomio 19:19-21. Allí se añade el elemento de disuasión. Dice el texto:

“… Entonces haréis a él como él pensó hacer a su hermano; y quitarás el mal de en medio de ti. Y los que quedaren oirán y temerán y no volverán a  hacer más una maldad semejante en medio de ti. … Vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie.”

Este principio legal no es un principio inhumano. De hecho es una protección contra la venganza personal que el israelita tenía prohibido tajantemente. Nadie podía tomar la ley en sus manos y llevar acabo su justicia particular. Este simple principio pone de manifiesto cual es el sentido de la lex talionis: se trata de una ley judicial general que arregla la convivencia entre todos los que viven dentro de los límites de Israel.

La pena infligida no sirve para satisfacer el deseo de venganza de la persona ofendida, sino que cumple las exigencias de la justicia Dios. La venganza es un privilegio único de Dios, porque su propio carácter exige que Él no pueda tolerar la injusticia. Cualquier ofensa contra una persona se dirige en última instancia contra Dios. “Mía es la venganza y la retribución” (Deuteronomio 32:35).

Por lo tanto, el castigo tiene que guardar una relación y proporción con el delito. Ni más ni menos. De esta manera, la justicia divina, aplicada en la sociedad israelita, busca establecer el principio de la Ley divina a través de la autoridad legítima ante un tribunal de apelación. Vemos precisamente en nuestros días las consecuencias lamentables cuando esta relación no se guarda.

El AT enseña que presentarse delante de un tribunal en Israel era como presentarse delante de Dios mismo: “…entonces los dos litigantes se presentarán delante de Jehová, y delante de los sacerdotes y de los jueces que hubiere en aquellos días.” (Deuteronomio 19:17). Dios delega su autoridad en una institución que se compone de personas de carne y hueso. Por eso no nos extraña que el hebreo llame a los jueces – entre otros nombres que se usan- elohim. El ejemplo es el salmo 82 que habla precisamente de los juicios injustos llevados a cabo por jueces que no dictan justicia. En el versículo 6 leemos: “Yo dije: vosotros sois dioses (elohim). Y todos vosotros hijos del Altísimo.” Es curioso que Jesucristo se refiere a este pasaje explícitamente en Juan 10:34. La autoridad divina se transfiere a una institución que representa a Dios mismo. La Ley representa la mismísima naturaleza de Dios; y mantener la dignidad de la ley es un deber en honor a Dios.

En este contexto también cabe constatar que ni el principio de la lex talionis ni el resto del AT conocen un sistema penitenciario con el fin de “reformar” al malhechor. Es por esa razón que la Ley de Moisés no prevé la existencia de cárceles. La justicia divina se aplica según la norma de que el hombre recogerá lo que siembra.

Este principio bíblico establece que todo el mundo es igual delante de la Ley de Dios, que a su vez refleja el carácter divino. Los jueces, actuando en lugar de Dios, tienen que buscar la aplicación de una justicia que se ajusta lo más posible a lo que Dios establece en su Ley. La Biblia reconoce este derecho incluso a estados que no se basan sobre la Ley de Moisés, siempre que sus principios de justicia se ajusten a los principios bíblicos: infundir el temor al que hace el mal y alabar al que hace el bien: “Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo” (Romanos 13:3).

Al mismo tiempo, la lex talionis nos recuerda que la absoluta y definitiva justicia de Dios no se puede evitar. La justicia humana, también la justicia divina delegada en las personas, no es absoluta y justa en sus últimas consecuencias. Pero aun así sirve como recordatorio de la justicia final que Dios establecerá.

La aplicación del Ojo por ojo

El principio de la proporcionalidad que se expresa en la lex talionis se lleva a cabo por un sistema que podríamos llamar “juzgados de apelación”, como vimos arriba. En Éxodo 18 leemos como Moisés intenta aplicar la justicia divina personalmente. Es una tarea que va mucho más allá de sus fuerzas y a raíz de una visita de su suegro Jetro se establece en Israel un sistema de juzgados de apelación.

“Además escoge tú de entre todo el pueblo varones de virtud, temerosos de Dios, varones de verdad que aborrezcan la avaricia; y ponlos sobre el pueblo por jefes de millares, de centenas, de cincuenta y de diez. Ellos juzgarán al pueblo en todo tiempo; y todo asunto grave lo traerán a ti, y ellos juzgarán todo asunto pequeño.” (Éxodo 18:21.22).

No cabe duda de que el establecimiento de este sistema de jueces –en consonancia con la lex talionis– es uno de los factores más importantes de lo que llamamos “seguridad judicial”.

Dios ha delegado de una forma limitada y bien definida la autoridad de infligir castigos concretos que guardan una relación con la gravedad del crimen.

En la aplicación de la Ley de la proporcionalidad rigen tres principios:

1) El primer principio es que el castigo guarda una proporcionalidad al crimen cometido. ¿Por qué no se aplicó nunca la amputación literal de una mano o la destrucción de un ojo en Israel? Porque se entendió perfectamente que este principio no se entiende de forma literal, sino que se trata del principio de la proporcionalidad.

En el contexto de Éxodo 21:22-25 nos damos cuenta de que en el caso de herir una mujer y causarla un parto prematuro, el causante tiene que pagar una restitución del daño causado. Según la Ley de Moisés, la víctima tenía derecho a una restitución doble (Éxodo 22:4.7) cuádruple o quíntupla (Éxodo 22:1). La autoridad legítima que ejercen los jueces en Israel sobre la base de la Ley de Moisés nunca tenía la intención de condenar a una persona a la improductividad económica por mutilación o encarcelación.

2) El segundo principio establece que el castigo tiene que beneficiar a la víctima. En nuestro sistema judicial actual raras veces se tiene en cuenta el beneficio de la víctima. Es interesante que en el pasaje donde la lex talionis se menciona por primera vez, es la víctima quien decide la cantidad de la indemnización. La multa siempre se paga a la persona que fue dañada, nunca al estado.

Se ha dicho con todo derecho que hay tres principios en la justicia que garantizan una sociedad libre: leyes generales y justas, la seguridad de la aplicación de estas leyes y la igualdad de todos delante de la ley. La lex talionis garantiza de una forma simple y coherente estos tres principios. Todo el mundo puede evaluar de antemano las consecuencias de sus acciones. Esto ayuda a desarrollar una conciencia de la responsabilidad personal. Hay que contar el coste (Lucas 14:28-30).

En este contexto es interesante que la lex talionis no se aplique solamente a personas privadas, sino a pueblos enteros. Las maldiciones de Deuteronomio 28:15-68 aplican castigos determinados para pecados determinados a nivel de una sociedad en general.

3) Y finalmente, hay un tercer principio que está incluido en la lex taliones: un diente o un ojo tiene el mismo valor para una persona rica como para una persona pobre. No hay descuentos para ricos o para pobres.

El principio que está detrás de la lex talionis es fundamental para la Ley del AT: se trata de restauración, indemnización y arrepentimiento; y no en primer lugar de castigo. Los casos donde la restauración no es posible son los casos donde se solía aplicar la pena de muerte. Ésta era también la razón por la cual no había cárceles en Israel; porque la gente en la cárcel no puede ni restaurar el daño causado ni indemnizar a la víctima por su fechoría.

Este  artículo es parte un trabajo más amplio del teólogo José Hutter. Aquí reproducimos exclusivamente la parte que explica en qué consistía la Ley del Talión en el Israel del Antiguo Testamento. Usado con permiso del autor.>

Videos ganadores «contra la corrupción»

«¿Es la alta corrupción un reflejo de la sociedad?» Proyección de cortos y entrega de premios de nuestro Certamen Delirante

El sábado 12 de noviembre en Madrid Delirante hizo entrega de premios de su concurso de cortos realizados con móvil. Uno de los componentes del jurado del certamen, Curro Royo (guionista de cine y tv),  destacó el mérito de los participantes por enfrentarse al difícil el reto de transmitir conciencia social en pocos segundos contando únicamente con un teléfono móvil.

«Si no cambia la mentalidad del ciudadano de a pie, todo seguirá igual»

El evento fue abierto por Gabriel Fernández, Consejero de Cultura del CEM (Consejo Evangélico de Madrid). Posteriormente fue Luis Marián, coordinador de certamen, quien reflexionó sobre el tema elegido: Nuestra corrupción cotidiana, la de cada uno. Habló de la necesidad de un cambio de mentalidad “desde abajo” para aspirar a una sociedad más justa y menos corrupta «¿Hasta qué punto la corrupción de las altas esferas es solo un reflejo de la sociedad?» Se destacó el derroche ingente de recursos públicos por causa de la picaresca ciudadana y de la falta de ética en el uso y acceso personal a los servicios públicos. «Lo público es como si no fuera de nadie y está bien visto sacar tajada si no te pillan aunque no nos corresponda. Nos solemos auto engañar para no admitir que estamos perjudicando a terceros». Se aportaron datos y se motivó a un cambio general de actitud desde el gesto más pequeño. Se destacó la mentalidad de los países protestantes (los menos corruptos del mundo según Transparencia Internacional) y la influencia que La Biblia ha tenido en aquellas sociedades en cuanto a una ética individual y colectiva como freno a la corrupción desbocada. La necesidad de mecanismos de control mútuo y rendición de cuentas de las altas esferas es una prioridad de la que habla de La Biblia así como a la concienciación de una responsabilidad individual «aunque nadie nos mire».

La artista Ana Rodrigo, miembro del jurado del Certamen junto a Curro Royo y Álvaro “Willie” López (profesor de video), tomó la palabra como portavoz de la campaña #CortoConella de la AEE (Alianza Evangélica Española). «Siempre que hablamos del problema de la corrupción damos por hecho que es la de los demás», dijo. Ana mencionó el código de buenas prácticas con propuestas concretas de compromisos personales que podemos tomar para cortar con la corrupción. Dicha iniciativa está detallada en cortoconella.net.

Los cortos ganadores

Quien quieres ser de Juan Marcos Fernández (Madrid) fue el ganador, recibiendo su cheque de 500 € (en formato de tarjeta black) y un pack de regalos que incluía un jamón-cojín que recuerda al típico regalo para los sobornos. Los segundos premios de 150 € cada uno y packs de regalos fueron para el corto titulado Cualquiera de Emanuel Lomeña (Salamanca) y Pedro, obra de Jonatán Soriano (Barcelona). Los premiados recibieron sus obsequios durante la gala, momento en el que Starky, uno de los tiburones de Delirante.org, abordó por sorpresa a los ganadores haciéndoles comentarios impertinentes sobre sus cortos proyectados durante el evento.

Los Cortos, uno por uno:

 

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