jueves, diciembre 26, 2024
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Parte 2 de 6. PECADO ORIGINAL. Génesis: la inmortalidad y los supuestos problemas morales de la evolución

Si hubo evolución… ¿Qué hacemos con el pecado de Adán del que habla Pablo? Parte 2 de 6

Tras el anterior artículo en el que poníamos en contexto el relato de La creación de Génesis, quizás sea este el artículo el que más dificultades sentidas aborda de toda la serie. Al menos entre los cristianos que creemos en La Biblia inspirada y en la evolución.

Y es que algunos problemas para aceptar la evolución tienen más que ver con cuestiones morales que con otra cosa. El cristiano se pregunta: ¿Cómo un Dios bueno dio lugar a la violencia y el gran lapso de tiempo que propone la evolución? ¿Por qué y para qué algo tan duro y desconcertante?

El enigma del sufrimiento, una patente realidad, exista o no exista una evolución

Bien. No tenemos todas las respuestas. Ni nosotros ni nadie. Pero sí sabemos que el resto de preguntas que nos hacemos acerca del sufrimiento (más allá del debate evolutivo) son igualmente muy complejas: ¿Por qué un niño tiene que sufrir una dolorosa enfermedad degenerativa? ¿Y qué de tantas culturas sometidas a violencia por milenios y sin saber nada de la esperanza que ofrece Jesús? ¿Por qué millones nacen en hambrunas y otros no? … Los problemas morales de la teoría evolutiva son dramáticos y misteriosos. Cierto. Pero admitamos que también lo son muchas otras cuestiones de la fe y de la vida que aceptamos como parte del misterio.

En otras palabras: Que la teoría de la evolución pueda plantearnos problemas éticos respecto al sufrimiento no constituye un argumento de peso para descartarla porque la vida manifiesta enigmas y problemas similares muy duros.

La respuesta al sufrimiento

Algunas de las respuestas parciales que sí tenemos al problema del sufrimiento tienen que ver con nuestro llamado a adelantar el Reino de Dios como parte de la solución. También confiamos en que un día todo mal terminará para siempre. E incluso hoy percibimos la bondad y gracia de Dios en La Tierra en muchas ocasiones. Para los cristianos, aquello que sí entendemos de Dios nos sirve para confiar en un Creador bueno que ofrece esperanza y consuelo. A pesar de todo.

Asumir una creación literal de 6 días añade sus propios problemas científicos… ¡y Éticos!

Volviendo a las preguntas difíciles acerca del sufrimiento, estas siguen patentes incluso creyendo en una aparición instantánea del ser humano al final de los 6 días de la creación. De hecho, una interpretación literal de la creación de Adán y Eva añade sus propios “extras” de problemas éticos y lógicos.

Por ejemplo: ¿Qué hay del incesto que debió darse entre los hijos de Adán y Eva definido posteriormente en Levítico 18 como abominación? Desde el literalismo, Dios pudo haber planificado la reproducción inicial de la humanidad sin incestos ¡Por supuesto! Pero desde una lectura literal… Dios estableció el incesto obligado antes ya de La caída humana en el pecado.

¿O cómo pudo Caín tener miedo de que en otros lugares lo tomaran como extranjero siendo aquellos habitantes sus hermanos o sobrinos? (Gn. 4, 13-14). No tiene sentido lógico. Ni esto ni otras muchas cosas de Génesis cuando son leídas desde el prisma literalista.

Sin embargo, nos quitamos innecesarios problemas si optamos por una visión más simbólica, teológica y pedagógica que científico-literal.

“Y todo era bueno” ¿Qué significa a la luz del propio relato? ¿No había mal hasta entonces?

Dentro de los problemas éticos del relato, a muchos creyentes no les encaja que dentro de un duro proceso evolutivo, Dios diga: “que todo era bueno” (Gn. 1, 31). ¿Cómo va a ser buena la voraz selección de las especies? Como respuesta a este dilema no vamos a aburrir al lector con diatribas acerca del hebreo bíblico, pero aquí el término usado no significa un “bueno” en el sentido de una total ausencia de sufrimiento o de maldad sino más bien en el sentido de que todo estaba siguiendo su curso establecido. Cuando pregunté sobre esto al Dr. Alister McGrath él coincidía en esta respuesta con San Agustín. Este “bueno”, por tanto, significa que ni Dios ni su plan dejan de ser los previstos, aunque no lo comprendamos del todo.

Una prueba de que el mal se manifiesta ya antes de La caída es la existencia de una maléfica y astuta serpiente afectando e interactuando con los humanos de modo mortal y en su propio hábitat… No es poca presencia del mal ¿Cierto? Así que es un hecho que no todo era moralmente “bueno” en la creación. Obviamente no. El mal ya estaba en la creación e incluso se afirma que el bien y el mal pueden ser conocidos por la humanidad porque estos ya existen ¿O cómo conocerían la diferencia entre algo que existe (el bien) y algo que no (el mal)?

¿Muerte espiritual o física?

Aparte de todos los ya expuestos, Denis O. Lamoureux señala otros argumentos para no optar por la interpretación literal del relato[1]. Uno de ellos está en cuando Dios le dijo a la primera pareja que “el día que comieres morirás” (Gn. 2, 17) cuando ellos no mueren físicamente ese día, sino que viven muchos años más.

Fijémonos también en que el momento de la sentencia Adán y Eva no se preguntan: “¿Y qué es eso de “morir” que parece tan importante?” No. El relato sobreentiende que ellos ya conocían sobradamente qué era la muerte.

El mensaje bíblico, por tanto, pone su énfasis en que el pecado conlleva la muerte espiritual, no en que la muerte biológica o el mal (que ya estaban allí) surgen de la nada “ese día”. Quizás no nos hemos dado cuenta, pero ni siquiera desde una lectura literal se dice que la primera pareja fuera creada físicamente inmortal.

Las revolucionarias revelaciones de Génesis

Como ya explicamos, Génesis ofrece una rotunda respuesta a las cosmogonías que dominaban la antigüedad. Aquellos mitos paganos establecían el propósito y la identidad de los pueblos a los que las jerarquías explotaban usando el miedo a los dioses. Y esto es algo a lo que Génesis planta cara como un relato absolutamente inspirado y relevante que cambiaría la historia de la humanidad para siempre.

Árboles, vida e inmortalidad

En el dominante Egipto en el que Israel vivió su esclavitud, los dioses Isis y Osiris surgen del árbol en el que se encerraba la vida y la muerte. Un árbol es también el protagonista en la epopeya acadia de Gilgamesh que narra la búsqueda de la inmortalidad, una historia bien conocida por los hebreos que recibieron el Génesis.

Como vemos, en toda la antigüedad del entorno bíblico, los árboles de la vida eran comunes como pedagógicas metáforas que establecían el propósito de la vida para súbditos y lacayos en las superpotencias que dominaron el mundo. El para qué nacías era explicado por estas historias de árboles y dioses.

Pero entonces… ¿La Biblia “copia” relatos antiguos de sus vecinos metiendo su propio árbol de la vida? ¡No! Calificar Génesis de mera “copia” es el peor error ya que ignora que la intención principal del relato es precisamente cambiar por completo las bases del sentido de la vida de las personas. El punto destacado de Génesis recae en las escandalosas diferencias con las cosmovisiones paganas ¡Y esto lo entendía muy bien el lector original! ¡Son las diferencias lo que reconfiguran y voltean en 180º la mente del oyente original! Las diferencias producen la metanoia. El árbol de la vida, el río, el jardín… se concebían como elementos teológicos sublimes.

Árbol nº 2: La inmortalidad pertenece solo a Dios

Fijémonos bien en lo que dice el relato tras la comida del fruto prohibido:Dios dijo: aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre” (Gn. 3, 22).

Hasta este momento no había aparecido este segundo árbol de la inmortalidad en el que (a diferencia de otros mitos idolátricos contemporáneos) se deja claro que la inmortalidad solo le corresponde a Yavé y que buscarla es una quimera. Autores concordistas como William Lane Craig entienden además que la descripción de este segundo árbol da por hecho que Adán y Eva no dispusieron de inmortalidad física en ningún momento pues este segundo árbol del que se dicen que no comieron es el que da acceso a la inmortalidad. En otras palabras: El relato bien leído apunta a que la inmortalidad física es algo que solo pertenece a Dios desde el primer momento.

En cualquier caso, el punto esencial de Génesis tiene que ver con el hacia dónde va la humanidad y las consecuencias del pecado que ya estaba entre nosotros desde el principio. Sinceramente, tratar de vislumbrar en Génesis alguna doctrina sobre la hipotética inmortalidad humana previa a La caída para no aceptar la teoría de la evolución no es algo que esté en las intenciones del relato. Nada más lejos.

Averiguar cuál era el plan de Dios inicial respecto a la inmortalidad humana es realmente un misterio. Nuestra necesidad de obtener respuestas para todo ha proyectado en Génesis más certezas de las que el propio relato objetivamente nos muestra. Y es que de nuevo los pensamientos de Dios están por encima de los nuestros.

Los nombres… nos cuentan una historia teológica

Lamentablemente, toda traducción deja por el camino algunas enseñanzas inherentes al lenguaje y cultura originales. Y en este caso ¡Son muchas!

Adán es un término que significa literalmente “humanidad” (y así se traduce en otras partes del Antiguo Testamento). El vocablo para Eva se relaciona con “vida” y Abel es “hebel”, que significa vanidad, neblina, vapor, vaho… Hebel se usa en Eclesiastés para afirmar que la vida es “vanidad de vanidades”. El profesor de Antiguo Testamento, Matthew Richard, explica que el vocablo hebreo para Caín apunta a algún tipo de arma. Así que mientras en nuestro idioma nos llevamos solamente la idea de que “Adán y Eva viven en el Edén hasta que son expulsados fuera, donde Caín mata a Abel”… el lector hebreo original captaría una visión mucho más profunda y amplia debido a la semántica de los nombres. El hebreo antiguo también comprendería al leer que: “la Humanidad y la Vida están en el Paraíso hasta que son expulsados fuera, donde la violencia (Arma) mata al humano que es mero Aliento fugaz[2]¡Teología de altos vuelos escondida tras los nombres de los personajes en su sentido original!

El texto original invita a una comprensión simbólica de la condición humana

Es curioso además que cuando Jesús se refiere al origen de los humanos, él habla de varón y hembra sin utilizar nunca los nombres propios de Adán y Eva como sí hace al referirse a Abraham, a Moisés o a los otros personajes del Antiguo Testamento. Curioso ¿Pretendía Jesús destacar el carácter representativo de la primera pareja? No lo sabemos, pero tendría sentido.

En cualquier caso, cuando Jesús o un apóstol cita a los primeros humanos, a Noé o a cualquier otro personaje, la enseñanza espiritual debería ser la misma tanto para quienes son literalistas y para quienes no lo son ¡Este es un punto clave! Y por eso toda La Biblia es verdad, desde Génesis hasta el Apocalipsis con sus simbólicas bestias de varias cabezas.

Como dice Anthony de Mello, si la historia de la gallina de los huevos de oro estuviese en la Biblia, los cristianos pasarían más tiempo discutiendo sobre cómo Dios hizo una gallina de la que salía oro que aplicando sus lecciones sobre la avaricia. ¡La aplicación y la enseñanza es el fin último de toda revelación! No su historicidad.

En el siguiente artículo avanzaremos y nos preguntamos algo cuyas conclusiones sorprenderán a muchos creyentes: ¿Somos condenados por el pecado de Adán? … ¿O por los nuestros? ¿Qué dice el Antiguo Testamento al respecto?

 [1] Denis O. Lamoureux, ¿Fue Adán una persona real?, 2015 (2010 en inglés), Documento Biologos  publicado por el Centro de Ciencia y fe

[2] Matthew Richard Schilmm, Esta Extraña y sagrada escritura, Juanuno1, 2021, pp. 41-22

La sorprendente historia de cómo se llamó «Lucifer» al Diablo

¿Sabías que algunos de los primeros cristianos llamaban «Lucifer» a Jesús? ¿Sabías que por un mal entendimiento de Isaías 14 pasó a ser un nombre para el diablo en la Edad Media?

Acompáñenos a ver esta curiosa historia…

Isaías 14, 1-22 tiene «la culpa». Ahí se halla el texto que origina el uso actual de Lucifer para designar a Satanás. Sin embargo, Isaías no hablaba del diablo sino de la celebración del fallecimiento de un rey babilonio al que el autor llama SARCÁSTICAMENTE lucifer por su soberbia, pues a pesar de su arrogancia, cayó y murió como cualquier mortal. 

Del versículo 10 al 15 leemos:

Todos darán voces, y te dirán: ¿Tú también te debilitaste como nosotros, y llegaste a ser como nosotros? Descendió al Seol tu soberbia, y el sonido de tus arpas; gusanos serán tu cama, y gusanos te cubrirán ¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones. Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo. Mas tú derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo”

Para ir recomponiendo los puzles, debemos saber Lucifer era un epíteto que desde comienzos de nuestra se usaba para referirse al planeta Venus, el objeto celeste más brillante de la noche tras La luna, el llamado también «lucero de la mañana» tal y como hace Isaías.

“Lucero de luz” no es un nombre o categoría de este rey de Isaías 14 (menos aún del Diablo de quien no se habla en este texto). La expresión era sarcástica, similar a cuando Elías irónicamente recuerda que Baal «el sordo» es «un dios» (1 Reyes 18, 27). Esto es todo lo que La Biblia dice del término que hemos traducido como Lucifer. De hecho… en la mayoría de nuestras versiones no encontramos siquiera dicho término como tal.

¿Y de dónde viene entonces Lucifer para referirse al Diablo?

El origen parece deberse a San Jerónimo, quien tradujo este texto de Isaías en La Vulgata (la versión de La Biblia más influente de la historia) durante el siglo IV como: “caíste del cielo, LUCIFER (= PORTADOR DE LA LUZ), tú que nacías por la mañana” (Is. 14, 12). 

Desde entonces hubo cierta confusión acerca de la identidad de a quien y por qué se le hacía referencia como lucifer en el texto ¡Es un calificativo tan maravilloso! así que; ¿Cómo puede referirse a este rey maléfico babilonio?… (pensaron muchos). Parece que aquí la ironía no fue buena amiga de algunos intérpretes más literalistas de La Biblia.

No debemos ignorar tampoco que Jerónimo hizo una Biblia por encargo en un tiempo sacudido por las extraordinarias batallas de los cristianos contra creencias demoniacas en dioses paganos que aún dominaban la mentalidad de la gente en el Imperio.

Política, fe y poder… todo empapaba violentamente el ambiente en un mundo de deidades vinculadas a elementos de luz como el sol o las estrellas ¡Ninguna interpretación teológica es ajena a la influencia social de su tiempo!

Haciendo el cuento corto, diremos que posteriormente iría cobrando fuerza una popular tradición que convirtió a este rey pagano de Isaías en una metáfora del ángel caído, de Satanás. A partir de entonces se extiende la idea de que ese «lucifer» empleado por Jerónimo era un término muy pedagógico para referirse popularmente al Diablo, al ángel caído que se opuso a Dios queriendo subir (supuestamente) a lo más alto como Él.

En conclusión: La idea del Lucifer como «apellido» de Satán no viene de La Biblia sino de una interpretación fallida de una traducción de Isaías 14 que se populariza a partir del s. VIII. 

Pero ojo… que lo más interesante llega ahora…

Jesús, «el verdadero Lucifer» (=portador de luz), el lucero del alba

El profesor Dionisio Byler comenta cómo “El emperador Juliano II —conocido por los cristianos como Juliano el Apóstata—, que reinó a principios del siglo IV, declaró al dios Helios (Sol) como divinidad única. Los romanos celebraban el 25 de diciembre como dies natalis Solis Invicti (día del nacimiento del Sol invencible). Frente a esta teología que parecía tan lógica y natural por enfatizar la preeminencia del Sol entre los divinos astros del cielo, el cristianismo propugnó su propia versión, de Cristo Lucifer (portador de luz), en alusión a aquellos textos bíblicos que hablan de que con la llegada de Cristo, amaneció una gran luz sobre la humanidad, una era de iluminación divina. (Más de mil años después, el nombre de Lucifer, título natural de Cristo, empezó a usarse en sentido inverso, como referencia al diablo — pero esa es otra historia, para otro momento [1]

Efectivamente, la deriva histórica del término Lucifer para referirse al Diablo es mucho posterior y ajena a las intenciones originales de los autores bíblicos. El Nuevo Testamento sí usa la expresión de la que deriva «Lucifer», la estrella de la mañana, para referirse ¡A Jesús!, el verdadero “portador de luz” (2 P. 1:19. Ap. 2:26-28; 22:16). ¡Jesús es «Lucifer» en el Nuevo Testamento!

Según fuentes etimológicas [2] , el vocablo latino Lucifer era un epíteto habitual del planeta Venus, aunque en ciertas ocasiones se aplicó también a la estrella Sirio. El nombre se debe a que Venus puede verse muy brillante al amanecer justo en la zona del horizonte donde va a salir el sol.

Todavía en época de Isidoro de Sevilla y en el s. VII d.C, Lucifer designa a Venus [3]. Así que no parece, por tanto, que hubiera indicios de que para este siglo Lucifer comenzara a evocar al diablo. Aún no. Durante un tiempo inicial, hubo comunidades cristianas que, al menos esporádicamente, sí emplearon el término de «Lucifer» para referirse a Jesucristo. He aquí un ejemplo:

«No tembléis, hombres; el dador de la vida es también el dador de su alimento. Buscad a Lucifer, el alimento del dogma celeste, para que multiplicando vuestra esperanza la alimente de vida incorruptible»  (poeta cristiano Prudencio (fines del s. IV d.C.), Psychomachia, 622-626)

Interesante historia ¿No crees? ¡Jesús es nuestro portador de luz!, no el Diablo. De todos modos, estad tranquilos 🙂 ¡No vamos a llamar Lucifer a Jesús! No se trata de confundir. La fe siempre requiere de adaptación al contexto en el que se desarrolla para ser comprendida pertinentemente.

[1] Dionisio Byler, LÉXICO BREVE DICCIONARIO RAZONADO DE TÉRMINOS BÍBLICOS Y TEOLÓGICOS, Ediciones Biblioteca Menno, 2019, p. 12

[2] http://etimologias.dechile.net/?lucifer

[3] Isidoro de Sevilla, Origins, 5

Igualdad de género (Parte 2): Latinoamérica vs. Islandia

En la parte 1 titulada ¿Entendemos los cristianos qué es Ideología de Género? definimos algunos conceptos para entendernos cuando hablamos de ideología de género (IdG a partir de aquí). Vimos que no existe una sola “ideología” de género fuera de la Iglesia como tampoco dentro de ella. Propusimos cómo abordar esta pluralidad interna y hablamos de la educación pública y el derecho de los padres comprobando que el asunto está lleno de matices que exigen discernimiento y buena información. Terminamos hablando de la libertad de expresión y del poder del amor en Cristo como respuesta. En esta última parte haremos un ejercicio reflexivo para comparar datos de Latinoamérica e Islandia que como iglesia pueden retarnos y proporcionarnos un mejor criterio sobre el asunto.

Comencemos.

América Latina y la Ideología de género

Justo antes del COVID-19 América Latina llamaba la atención del mundo por sus movilizaciones masivas contra la IdG. Paralelamente, en estos mismos países se desplegaba un clamor social pidiendo medidas gubernamentales para la concienciación y modelos educativos más igualitarios desde la niñez. A los cristianos del continente se les ha vinculado más con las protestas contra la IdG que con esas otras movilizaciones a favor de la igualdad, llegando incluso muchos creyentes a oponerse a estas últimas por considerarlas una estrategia oscura de imposición de IdG. Llegados este punto nos preguntamos: ¿Qué dicen los datos?

Un informe de la ONU de 2017 situaba a América Latina y el Caribe como la región del mundo con mayores índices de violencia contra la mujer. Y subiendo… porque según el Instituto nacional de estadística mexicano, 2018 fue el año con más asesinatos de mujeres en los últimos 29 años [1] ¡3.752 homicidios! Que equivalen a 10 mujeres asesinadas por día solo en México. Desgarrador.

Para la ONU los niveles de violencia a los que ha llegado Latinoamérica son inaceptables: “Presenta la tasa mayor de violencia sexual fuera de la pareja del mundo y la segunda tasa mayor de violencia por parte de pareja o expareja’’ [2]. La cosificación de la mujer no solo deja regueros de muerte y violencia sino daños colaterales como el abandono de las responsabilidades paternas. De hecho ¿Cuántas madres con pareja “en paradero desconocido” vemos en nuestras Iglesias? Las familias monoparentales son un drama real contra la familia del que se habla poco en nuestras iglesias. Toca preguntarnos: ¿Contribuirá el espíritu del lema “El niño de azul y la niña de rosa” a la solución de esta tragedia? ¿O acaso ese énfasis en las diferencias y expectativas pueden ser más bien parte del problema? Estos estereotipos afectan también a más del 40% de los homosexuales y el 65% de los transexuales de América Latina que sufren violencia homofóbica en las escuelas según la Unesco [3]. Terrible.

Alejandro Rivas afirma que una educación que enseñe a los ciudadanos desde pequeños a identificar los estereotipos culturales que pesan sobre los sexos es indispensable en la lucha contra la violencia […] Muchos creyentes se levantan, hoy por hoy, contra el enfoque de género, pero ¿qué están haciendo para evitar la violencia basada en los estereotipos que provienen de la cultura?”.

Islandia y la equidad género como defensa de la familia

Una de las intervenciones pioneras de las políticas de igualdad modernas se le atribuye a  la presidenta de Islandia Vigdis Finnbogadottir. En 1995, poco antes a la Conferencia de Pekín, Finnbogadottir defendió que la perspectiva de género debía integrarse en los programas educativos. Tal y como más tarde se definió, la propuesta consistía en eliminar estereotipos de los textos escolares y concienciar a los maestros para que los niños hagan una selección profesional informada y no en base a tradiciones predeterminadas sobre género [4].

Islandia decidió tomarse en serio estas iniciativas y hoy está considerado el mejor país del mundo para ser mujer según el Foro Económico Mundial [5]. Este análisis toma diferentes indicadores como el acceso a la educación, la brecha salarial, la esperanza de vida o la representación de mujeres en las instituciones, entre otros índices.

Entre los logros de Islandia destaca que el 89% de las mujeres llegan a la educación secundaria. Con un sistema único de conciliación laboral, ayudas para guarderías y fomento de la natalidad, el 83% de las mujeres islandesas en edad laboral están trabajando constituyendo el 45% de la fuerza laboral. Aquellas mujeres que no lo necesitan o no quieren trabajar, pues no lo hacen. Pero quienes sí lo desean o sí necesitan trabajar pueden hacerlo con la ayuda estatal sin renunciar a la maternidad en un país que posee una de las tasas de natalidad más altas de Europa con 2,1 niños por mujer [6], muy por encima de los 1,31 de España [7] en la que además contamos con muchas más mujeres desempleadas en edad laboral.

Otras de las claves del éxito islandés residen en el acceso a escuelas infantiles de bajo costo o en los tres meses de permisos de paternidad tanto para mujeres como para hombres (está mal visto que los hombres no tomen dicho permiso). Los últimos informes han demostrado una correlación directa entre el descenso de divorcios y el permiso de paternidad [8].

Islandia es ahora el primer país del mundo en con menor brecha salarial entre hombres y mujeres gracias también a una implementación cultural progresiva de formación en la plena igualdad de oportunidades. La asignatura de paridad es obligatoria en la enseñanza secundaria en un país que registra una media de 1,8 asesinatos anuales (sumando ambos sexos). Aunque se trata de un país pequeñito, llama la atención que en este siglo XXI Islandia haya tenido varios años completos en los que no se ha registrado ningún asesinato. Cero feminicidios; cero muertos. Para una mayoría de islandeses proteger a la familia de sus amenazas reales pasa más por estas propuestas que por fomentar estereotípicos ideológicos tipo Los niños de azul y las niñas de rosa.

El credo mayoritario es la Iglesia Evangélica Luterana de Islandia y cuya cabeza es la pastora Agnes M. Sigurðardóttir. Estas mujeres también han contribuido a esta mentalidad de igualdad y respeto siendo algunas de sus iniciativas más conocidas cuando 64 mujeres de esta denominación denunciaron públicamente la discriminación y violencia dentro de la iglesia[9]. Para ellas, ocultar los abusos eclesiásticos contra la mujer no era el camino y optaron por una transparencia liberadora. Ahora se sienten más libres y seguras.

¿Qué haremos?

No se trata de idealizar ningún modelo (en todos los sitios hay de todo), pero resulta evidente que la mentalidad con la que se hace teología o se implementan iniciativas sociales afecta directamente a la vida cotidiana de millones de personas.

Muchos responsables hispanohablantes deberíamos aplicar primeramente a nuestras congregaciones esa transparencia económica, igualdad y control del poder que exigimos a instituciones y políticos. No podemos exigir al mundo aquello que omitimos nosotros. Jesús afirmó que el mundo debe ser iluminado con nuestras buenas obras para que glorifiquen a nuestro padre que está en Los cielos (Mateo 5, 6). Pero si aquello que proyectamos hace que los otros nos vean más como una amenaza que como una esperanza es posible que algo esté fallando entre nosotros.

Debemos hacernos preguntas honestas y sacudirnos el temor. Fomentar la empatía, informarnos mejor, establecer puentes y “juzgar con juicio justo” (Juan 7, 24). Por supuesto que hay cristianofobia ¡Sin duda! E intentos de adoctrinamiento desde las escuelas ¡Sin duda!… Como también hay abusos y sufrimiento en las iglesias por ideas discriminativas de género ¡Sin duda! Y ante unos y otros nuestra misión es ser parte activa del bien. Si nosotros caminamos bien el mundo percibirá esa luz.

Admitamos que detrás de la gran movilización cristiana actual contra la IdG no todo es un piadoso amor a la verdad acerca de las personas sobre su género. Hoy existen situaciones mucho más graves y denunciadas en La Biblia (como la creciente brecha entre ricos y pobres que sí destroza de verdad a millones de familias) que no les importa tanto a muchos activistas contra la IdG. Admitamos que a menudo se espiritualizan instintos poco santos contra quien siente su sexualidad de un modo diferente al nuestro. Admitamos también que hay hombres cristianos que temen la equidad de género porque su estatus se ve amenazado por mujeres mejor equipadas humana y espiritualmente que ellos.

Nuestra fuente de verdad última no viene de la biología (que como todo lo “natural” está tocado) sino de quien capacita a cada cual de manera particular (Ro. 12, 6). Creo que el Espíritu Santo siempre ha impulsado a la autocrítica de su pueblo desde la humildad. Y creo también que hoy los creyentes tenemos una oportunidad histórica para abanderar la igualdad originaria de hombres y mujeres como imagen de Dios.

El Señor quiera que este cometido no preste tanta resistencia de siglos como tuvo el abolicionismo cuando una mayoría cristiana aseveraba que la esclavitud estaba “muy clara” en La Biblia. Que lo descriptivo y el contexto cultural caído que Dios asume en Las Escrituras por nuestra cabezonería no nos desvíe del poder de un evangelio revelado para avanzar y vivificar los huesos secos.

Si con todo creemos que cualquier impulsor de “La IdG” está gravemente equivocado, nuestro deseo solo puede ser su salvación y restauración, nunca nuestro desprecio. Cuando a Jesús le preguntan “¿Qué he de hacer para ganar la vida eterna?” él responde con la historia de un prójimo herido que es rechazado por un religioso altanero. Y ahí vemos a un hombre roto atendido por ese samaritano que tanto desprecio visceral despertaba entre los oyentes de Jesús (Lucas 10, 25-37). Esta parábola que responde a la pregunta más importante que podamos hacer trata de un mover compasivo sin saber siquiera qué tipo de vida lleva ese prójimo. Por eso cuando Juan y Jacobo piden que baje fuego para consumir a sus aborrecidos samaritanos Jesús les responde: “¡No tenéis ni idea de qué espíritu sois! porque no vine para perder almas, sino a salvarlas” (Lucas 9, 55-56).

[1] https://www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/aproposito/2019/Violencia2019_Nal.pdf

[2] https://www.nodal.am/2017/11/america-latina-la-region-mas-violenta-las-mujeres-al-menos-12-femicidios-diarios/. Datos tomados de informe de la ONU en 2017,

[3] Elcomercio.pe, El 40% de gays de América Latina sufre homofobia en la escuela, 28-10-2014

[4] Finnbogadottir, Vigdis y Consejo de Europa, Equality and Democracy: Utopia or Challenge? Palacio de Europa, Estrasburgo, 9-11 de febrero de 1995, p. 38

[5] Datos de 2017 tomados del informe de la Brecha Global de Género (Global Gender Gap Report) para medir la igualdad y desigualdad de género. Publicado por el Foro Económico Mundial, y que incluye más de 140 países.

[6] bbc.com, El secreto de Islandia, el mejor país del mundo para ser mujer, 05-11-2013

[7] Elconfidencial.com, España registra la tasa de natalidad más baja en 40 años, 19-06-2018

[8] Arna Olafsson, Herdis Steingrimsdottir, How Does Daddy at Home Affect Marital Stability? The Economic Journal, Volume 130, Issue 629, July 2020, Pages 1471–1500

[9] Euronews.com, Female priests join #MeToo movement in Iceland, 16-01-2018

Parte 1 de 6. PECADO ORIGINAL ¿Fueron Adán y Eva personas reales? Ciencia y contexto bíblico

Bienvenidos a esta serie de 6 artículos que abordará en qué consiste realmente el “pecado original” de Adán del que habla el apóstol Pablo. Se trata de un análisis bíblico y teológico en el que asumimos la inspiración divina de La Biblia al mismo tiempo que consideramos la evolución de las especies como un hecho.

Los 6 títulos de la serie son:

Parte 1 (el presente artículo): ¿Fueron Adán y Eva personas reales? Ciencia, Biblia y su contexto.

Parte 2 ¿Qué nos muestra Génesis acerca de la inmortalidad y los supuestos problemas morales de la evolución?

Parte 3 ¿Somos condenados por el pecado de Adán? … ¿O por los nuestros? ¿Qué dice el Antiguo Testamento?

Parte 4 El origen del dogma del “pecado original” y sus problemas teológicos colaterales

Parte 5 ARTÍCULO CENTRAL: ¿Qué dice Pablo al hablar del “pecado original” de Adán? ¿Son compatibles sus reflexiones con una evolución de las especies?

Parte 6 BONUS TRACK DE PREGUNTAS HABITUALES: ¿Y qué del pecado de los niños fallecidos? ¿Creía Jesús necesariamente en un Adán histórico? ¿Lo creía Pablo?

Comenzamos con Parte 1: ¿Cómo deberíamos entender la realidad bíblica de Adán y Eva? ¿Fueron personas históricas reales?

Cada vez más cristianos aceptan sin problemas una lectura no literal de Génesis 1-3 asumiendo la teoría de la evolución de las especies como un hecho.

(NOTA: En los links anteriormente marcados explicamos por qué los capítulos 1-3 de Génesis no pretenden ser comprendidos como relato literal)

Para los cristianos existe un mayor conflicto con las palabras del apóstol Pablo acerca del pecado de Adán y sus consecuencias: ¿Debería ser Adán una persona necesariamente histórica para mantener la inspiración bíblica de lo que el apóstol escribe a los Corintios? Y si Adán no fuese una persona concreta: ¿Qué sentido teológico tendrían estas palabras? ¿Qué dice realmente La Biblia en su conjunto acerca del «pecado original»?

En primer lugar, consideremos las distintas maneras que los teólogos creyentes en La Biblia han considerado respecto a la historicidad de Adán y Eva:

Daniel C. Harlow expone 5 formas básicas de hacerlo[1] (Ver imagen). Algunas de las posturas “concordistas” son asumidas por cristianos como Timothy Keller o William Lane Craig. Las llamamos concordismo porque tratan de concordar una interpretación más o menos literal de La Biblia con datos científicos actuales. Los concordistas aceptarían la evolución humana al mismo tiempo que creen en Adán y Eva como personas reales históricas.

Digamos -por simplificar- que para los concordistas Adán y Eva sería una pareja real llamada por Dios en medio de una humanidad perdida en un sentido similar al que podría ser llamado Abram desde la ciudad de Ur. Esta pareja, de algún modo, sería la primera pareja realmente humana de la historia. Los dos primeros seres preparados para tratar con Dios de forma consciente y humana.

A priori, el concordismo pretende resolver algunos problemas de encaje entre una lectura historicista de Biblia y la ciencia evolutiva. Pero para otros teólogos, esta postura crea otros problemas aún mayores respecto a la credibilidad de La Biblia como obra inspirada por Dios.

Cómo el concordismo (encaje de ciencia con el mensaje bíblico) ha dañado la credibilidad de La Biblia

Quienes rechazan las propuestas concordistas y creacionistas creen que estos cientifismos del relato constituyen erradas proyecciones modernas sobre La Biblia que resultan ajenas a las intenciones originales. Por esto -los cristianos bíblicos y evolucionistas- creen que forzar La Biblia para hacerla coincidir con la ciencia de nuestro tiempo supone un gran error.

A lo largo de la historia, el concordismo ha hecho que por momentos parezca que Biblia y ciencia “encajan” en algunos aspectos. Pero pasadas unas generaciones… las cosas habitualmente se desmoronan con la llegada de nuevos descubrimientos científicos que desplazan a aquellos que aparentemente sostenían la credibilidad bíblica según concordistas y creacionistas. Sirva como un ejemplo entre mil, las tesis del influyente Cosmas (s. VI) cuando afirmaba que, “bíblicamente”, el mundo era físicamente como un arcón, siendo la tierra el rectángulo del fondo[2].

No es casualidad que el concordismo de la lectura literal de La Biblia sea hoy una de las principales razones del abandono de la fe tal y como reflejan las encuestas (Barna Group 2011 y posteriores).

Como Karl Barth afirma: “la idea de que la Biblia declara la Palabra de Dios solo cuando habla históricamente es una idea que debe abandonarse […] La presunta equiparación de la Palabra de Dios con un registro “histórico” es un postulado inadmisible que no se origina en la Biblia en absoluto, sino en el infortunado hábito del pensamiento occidental que asume que la realidad de una [narración] se mantiene o cae según sea “historia” o no[3]”.

En el artículo titulado “¿Pretende Génesis 1 y 2 ser leído literalmente? ya expusimos cómo ni la revelación científica ni la plena historicidad son las intenciones de estos relatos. Sí que pretenden otorgar propósito e identidad al pueblo de Israel. Pero sin pretensiones geológicas, biológicas o estrictamente historicistas. Estos requisitos «de verdad» son básicamente proyecciones posteriores de la modernidad.

Pero entonces… ¿Cómo debemos acercarnos al relato de Adán y Eva afirmando la inspiración de La Biblia? Esto lo veremos en la siguiente parte (2 de 6) titulada: ¿Qué nos muestra Génesis acerca de la inmortalidad y los supuestos problemas morales de la evolución?

[1] Daniel C. Harlow, Después de Adán: leer el Génesis en la era de la ciencia evolutiva, Revista Alétheia de la Comisión de Teología de la Alianza Evangélica Española, 2012

[2] https://www.fliedner.es/media/modules/editor/cienciayfe/docs/documentos/de_Felipe_2000_Apuntes_para_el_debarte_historico_de_la_cosmologia_biblica.pdf

[3] Karl Barth, Dogmática eclesial, vol. 3, pt. 1:82  

Evolución y diseño inteligente

Evolución y diseño inteligente (DI) ¿Dos «teorías» al mismo nivel?

Uno de los científicos más importante de nuestra era es Francis Collins, genetista director del trascendental Proyecto Genoma Humano durante 9 años. Collins se convirtió de adulto al cristianismo siendo ya científico y, desde entonces, ha disertado acerca de las relaciones entre ciencia y Dios. Collins fue también portada de TIME, Premio Príncipe de Asturias de las Ciencias y presentado por Obama como “uno de los mejores científicos del mundo [1]” al ocupar el cargo de la mayor institución de investigación biomédica de EE.UU.

Como cristiano, Collins afirma que la evolución de las especies es un hecho irrefutable y que le preocupa “el problema de la confusión que para muchos supone el término “teoría”, pues, este término confunde a muchas personas que piensan que quizás la evolución no sea un hecho. Pero se usa teoría en el sentido que usamos “teoría de la ley la gravedad [2]”.

¿Es la teoría evolutiva incompatible con la fe en La Biblia?

Sin embargo, muchos cristianos auto denominados creacionistas creen que la evolución y la fe en La Biblia son aspectos incompatibles. Creen en una creación literal de Adán y Eva en un instante y milagrosamente desde el barro. Pero ¿Es la teoría evolutiva incompatible con la fe en La Biblia?

Bueno… aclaremos algunos conceptos primero:

Diseño Inteligente y Creacionismo ¿Es lo mismo?

El creacionismo es un movimiento con origen en EE.UU. que interpreta más o menos literalmente los capítulos 1 y 2 del libro de Génesis. Por tanto -según el creacionismo- el hombre y la mujer no es el producto de una evolución de las especies desarrollada a lo largo de millones de años.

En las últimas décadas ha surgido un movimiento auto denominado Diseño Inteligente que para algunos es realmente un Creacionismo 2.0, una versión algo más maquillada del Creacionismo clásico que deja más de lado La Biblia al argumentar para adentrarse en el debate secular con mayor aceptación social. Pero, ¿En qué se diferencia el Creacionismo del Diseño Inteligente?

Pablo de Felipe (doctor en ejercicio en biología molecular y con otro doctorado en historia de las relaciones entre ciencia y fe) afirma que, a diferencia del Creacionismo, el Diseño Inteligente “no incluye una visión completa de la historia de universo y de la vida, ni tampoco una interpretación de los textos bíblicos de la creación. De hecho, su interés se suele concentrar en los temas biológicos  […] dejando al margen los textos bíblicos. Esto último no sorprende dado que entre sus proponentes hay representantes de religiones no cristianas, agnósticos e incluso ateos. Y ahí surge el primer problema ¿Qué es realmente el DI? Pues depende de a quién preguntes. Diferentes autores tienen enfoques radicalmente distintos. Tal vez lo único en común es lo que rechazan: suelen estar dominados por un antidarwinismo visceral [3]”.

Para el Dr. De Felipe, lo que el cristiano medio tiene en su cabeza cuando por inercia acepta como el Diseño Inteligente como «el modelo correcto» es más bien “un batiburrillo de ideas bajo en nombre genérico de Diseño Inteligente” que en los últimos 40 años ha pasado (en líneas generales) de defender una Tierra joven de apenas 6000 años a la idea de una Tierra vieja de millones de años.

Se confunde el hecho con el mecanismo de la evolución

De Felipe cree que “desgraciadamente, gran parte de la bibliografía del DI, y en especial la que ha llegado a España, confunde sistemáticamente el ‘hecho’ y el ‘mecanismo’ de la evolución. La falta de claridad en determinados aspectos del proceso evolutivo, la existencia de lagunas en nuestro conocimiento de cómo funciona la evolución y cualquier nuevo descubrimiento que todavía no se haya podido encajar en el marco general de los conocimientos biológicos son usados no para mostrar que todavía nos queda mucho por aprender sobre evolución, sino para afirmar gratuitamente que la propia idea de evolución sería un fraude científico. Y ahí es donde, en lugar de informar y debatir ideas, lo que se hace es desinformar y confundir al lector no especializado”.

Las autocorrecciones son parte de la ciencia y han hecho que la medicina, u otras disciplinas, lleguen al estatus actual del que nos beneficiamos. Los científicos explican que esas lagunas que el evolucionismo aún no ha explicado no tienen el suficiente peso como para poner en entredicho la teoría de la evolución. Ni mucho menos. Las evidencias del proceso evolutivo son abrumadoras y se reafirman a cada descubrimiento incluso dentro de estos mismos reajustes, algo que tratan de explicarnos también multitud de científicos cristianos que creen en La Biblia como Palabra de Dios [4], pero que entienden el libro de Génesis de un modo más teológico, no científico-literal (Ver artículo: ¿Pretende Génesis 1 y 2 ser leído literalmente?).

Esto nos lleva a otra de las paradojas en la que incurren creacionistas y seguidores del Diseño Inteligente cuando ponen bajo sospecha millones de comprobaciones y conclusiones realizadas por científicos a favor de la evolución mientras que -sin embargo- consideran un “hecho” las autocorrecciones realizadas por estos mismos científicos evolucionistas en los que no deberíamos confiar. Absurdo ¿Verdad?

El monopolio de los términos: Los evolucionistas cristianos también son “creacionistas” y creen en un “diseño inteligente” (pero de otro modo)

Creyentes y no creyentes evolucionistas explican cómo las corrientes dominantes del amplio y mal llamado “Diseño Inteligente” no pueden considerarse científicas ya que a menudo no se fundamenta en dicho método. El auto nombramiento como “Diseño Inteligente” es embaucador para muchos cristianos literalistas ¿Qué creyente de bien no afirma que el Universo es creación del “diseño inteligente” de Dios? ¡Todos los cristianos creemos esto! Los evolucionistas también.

Pero otra cosa son los planteamientos no científicos del movimiento de origen estadounidense que hábil y confusamente se ha denominado “Creacionismo” o “Diseño Inteligente”. Esto es algo que Francis Collins explica bien en su libro Cómo habla Dios, una obra divulgativa muy fácil de leer que recomendamos.

Como propuesta para un debate más justo y menos confuso podríamos designar al movimiento Creacionista o Diseño Inteligente como “Creación instantánea”, dejando el término “Creación evolutiva” para la perspectiva de una creación divina desarrollada mediante evolución ¿Qué os parece?

El Creacionismo literalista, factor clave para que los jóvenes abandonen en la iglesia y no se conviertan

Lo más paradójico de la postura creacionista es que La Biblia pierde una gran coherencia y credibilidad (justo lo contrario de lo que ellos pretenden) cuando se exige literalidad a Génesis 1 y 2.

Encuestas como las de Barna Group (2011) y posteriores, constatan que la creencia de que La Biblia revela ciencia desde su lectura literal ha echado a infinidad de jóvenes (y no tan jóvenes) de las iglesias. Por no hablar de a cuántas personas no creyentes se les ha cerrado las puertas intelectuales para recibir el evangelio.

Creer en La Biblia, en la ciencia y en la evolución es compatible ¡Y maravilloso!

El relato bíblico nos aporta numerosas evidencias de que el autor no pretende describir acontecimientos literales ni siquiera para su tiempo. Génesis va más allá y ofrece una revelación inspirada y transgresora desde otro tipo de enseñanzas no científicas mucho más liberadoras y pertinentes para su contexto como explicamos en nuestro artículo: ¿Fue Génesis escrito para ser leído literalmente? 

Por otro lado, es cierto que cada vez más creyentes bíblicos no tienen problemas con desvincularse del creacionismo y decantarse por una lectura alegórica de Génesis 1 y 2. Sin embargo, entre estos cristianos se percibe un mayor conflicto y nuevos interrogantes teológicos con las palabras de Pablo acerca del pecado de Adán y sus consecuencias teológicas desde una perspectiva evolutiva.

Para quienes creemos en La Biblia como palabra inspirada por Dios la respuesta a este asunto paralelo no es tan complicada como parece. Este asunto lo abordamos en una serie de 6 artículos: Si hubo evolución ¿Qué hacemos con Adán?

La genética del siglo XXI corrobora la evolución

Los avances (especialmente de la genética) de este siglo XXI reafirman la teoría de la evolución de forma abrumadora. Nuestro hermano Francis Collins expone algunos ejemplos divulgativos del hecho evolutivo desde la genética. Un ejemplo para leer despacio:

“Centrémonos en tres genes que están en el mismo orden en humanos, vacas, ratones y muchos otros mamíferos. EPHX2, GULO y CLU están en el mismo orden en estas tres especies.  Esta disposición en sí sugiere como mínimo un antecesor común; porque, de no ser así, ¿Qué razón habría para que se agruparan de ese modo? Totalmente diferentes en sus funciones, no parece haber una razón lógica y necesaria para esa proximidad. Pero ahí está.

Si he elegido esta agrupación de genes en concreto ha sido porque nos cuentan una interesante historia. Para la vaca y el ratón, esos tres genes son funcionales. Para el ser humano, el del medio, GULO, está realmente embrollado. De hecho, es lo que calificamos de pseudogen. La mitad aproximadamente de la zona de codificación está borrada. Sencillamente, no está ahí. Y no puede fabricar proteína. Poco es, en realidad, lo que puede hacer, excepto trasladarse de generación en generación pequeño fósil de ADN de algo que en un tiempo estuvo presente y activo.

¿Entraña eso alguna consecuencia? Y tengamos ahí en cuenta que se trata de una disminución de categoría, no un ascenso. Pero eso nos cuenta una historia particularmente interesante. GULO son las siglas correspondientes a gulonolactona de oxidasa. ¿Qué sustancia es esta? Se trata de una enzima que da lugar al último paso en la síntesis del ácido ascórbico, también conocido como Vitamina C. A causa de esa ausencia, los marineros de antaño enfermaban de escorbuto, sin padecerlo en cambio los ratones que viajaban en esos mismos barcos. Parece que es una de esas cosas que no necesitamos obligadamente, salvo en circunstancias excepcionales. Aparentemente se produjo una mutación haya ya mucho tiempo, pero sin que detrás de ello hubiera un factor evolutivo que forzara su desaparición. Los seres humanos somos deficitarios a la hora de producir Vitamina C, mientras que la mayoría de los animales no lo son. Y es interesante constatar que los chimpancés tienen el mismo problema.

Intentad vosotros ahora imaginar cómo pudo ocurrir eso en ausencia de un antepasado común. Si nuestra argumentación va a ir en la línea de que cada especie es el resultado de una instancia particular de creación, tendríamos entonces que Dios puso intencionadamente un gen defectuoso en el punto exacto en el que nuestros antepasados comunes habrían predicho que estaría, muy probablemente para poner a prueba nuestra fe. Algo que tendría que haber hecho tanto para el ser humano como para los chimpancés. Pero eso suena a un Dios que no es el que yo conozco, un Dios que ha actuado con el engaño, no con la verdad [5]

Darwin no pudo imaginar la basta evidencia de la que disponemos para afirmar que la evolución es la explicación más plausible a día de hoy. No obstante, no todo es como Darwin pensaba y la ciencia ha seguido avanzando. Y debe seguir haciéndolo, si Dios quiere. Mañana las cosas pueden ser distintas.

En cualquier caso, los defensores de una creación instantánea son mis hermanos hermanos. La convivencia, tolerancia y alegría de la comunidad en Cristo deber ser siempre un rasgo distintivo de la iglesia dentro también de estos desacuerdos y legítimas convicciones personales. Pero creer en inspiración de La Biblia y abrirse a la posibilidad de que Dios pudiera usar la evolución para traernos hasta aquí es una convicción compatible y armónica. A nuestro juicio, más que cualquier otra.

https://www.cienciayfe.es/news/es/inicio/pi/14/mi/111/ni/5463

https://www.cienciayfe.es/es/documentos_biologos 

[1] The New York Times, 9  julio 2009

[2] Francis Collins, Como habla Dios, Temas de hoy, 2007

[3] https://www.protestantedigital.com/tubo-de-ensayo/41451/y-que-es-el-diseno-inteligente

[4] https://www.cienciayfe.es/es/curso_fundamentos_evolucion

[5] Francis Collins, Fe, ciencia y ateísmo. Básicos Andamio, 2015, pp. 36 y 37

¿Entendemos los cristianos qué es Ideología de Género?

Ideología de género ¿Entendemos todos los cristianos qué es?

La batalla contra la llamada Ideología de género (IdG a partir de aquí) se ha convertido en el objetivo prioritario de muchos cristianos actuales. Sin embargo, se observa cierta confusión que no contribuye a la calidad del debate. Las aristas de la cuestión de género son múltiples y tienen muchos análisis. Pero quisiera alinearme con Harrison y proponer algunas reflexiones para la Iglesia. Comencemos.

¿De qué hablan las Instituciones al referirse a la Ideología de género (IdG)?

En primer lugar, de lo que habitualmente se habla fuera de las iglesias es de igualdad o equidad de género, no tanto de ideología de género (IdG) que es una expresión usada principalmente de forma reactiva.

En este artículo asumiré la diferencia entre género y sexo que establecen instituciones de referencia como la ONU y que explican que el sexo apunta a las características fisiológicas con las que nacen mujeres y hombres. Por otro lado, el género serían las ideas, normas y comportamientos que la sociedad ha establecido para cada sexo así como el valor y significado que se les asigna. De este mismo modo define el género la RAE, como el “punto de vista sociocultural en lugar de exclusivamente biológico”.

Aclarados los términos, vemos que algunas instituciones y medios cristianos se equivocan cuando definen la IdG como “un enfoque que considera el sexo como algo que tiene un origen sociocultural y no natural o biológico. La IdG desprecia la biología«. Estas afirmaciones son erróneas porque –tal y como hemos visto- ¡Confunden sexo con género!

Es cierto que la situación actual es tan nueva, variada y confusa que este malentendido que niega las diferencias biológicas de sexo (unas diferencias establecidas por la ciencia en las últimas décadas) también penetra en sectores seculares e incluso en instituciones educativas. Sin embargo, esta confusión entre sexo y género no se corresponde con la línea más establecida de las políticas de género. No las define.

¿Imposición de un pensamiento único?: Ideología o ideologías de género

Un problema básico en este debate (y en todos) es hacer de las anécdotas la norma o de los extremismos el todo. Hay de todo en todo lugar. Y esto no es justo igual que no lo es definir al cristianismo por los abusos que instituciones y creyentes cometen. No todas las barbaridades realizadas por personas de colectivos LGTBI o feministas representan ni anulan aquellas reivindicaciones bien ponderadas.

Muchos cristianos mezclan multitud de asuntos en su oposición a la IdG como si ésta fuera un todo homogéneo. Desde la defensa del aborto, el adoctrinamiento institucional, la coacción de otras libertades… pasando incluso por el bestialismo o la pederastia. Todo esto y más -dicen estos creyentes- es “La” IdG.

Pero como la peruana Ana Campoy explica, hablar de la “teoría única de género es una “fantasía” […] Los escritos de los supuestos arquitectos de la IdeG surgieron “de diferentes contextos históricos […] cuando la etiqueta LGBT aún no existía. Las ideas de estos pensadores, lejos de ser uniformes, son a menudo mucho más complejas que las explicaciones simplistas que ofrecen sus opositores […] Los gobiernos y los activistas LGBT a los que se acusa de imponer la “ideología de género” ni siquiera relacionan temas como el matrimonio gay con el aborto o la educación sexual como hacen sus opositores[1]”.

Un ejemplo de esta vasta pluralidad es la perspectiva queer y su énfasis en el sexo fluido. Esta visión no está de acuerdo con la discriminación positiva hacia las mujeres ni con las clásicas reivindicaciones LGTBI porque las consideran artificiosas y una limitación de la identidad humana. La supuesta imposición social de una sola visión de género se hace complicado tal y como comprobamos en España durante el enfrentamiento entre el PSOE y los colectivos queer[2] por estos motivos. Esta pluralidad también se constató durante la tramitación de la Ley de libertad sexual cuando se produjeron discrepancias solamente entre las diversas ramas feministas. Son solo ejemplos que ilustran que no existe una IdG sino muchas.

Las cosmovisiones de género son hoy más diversas también por la visibilización de la que antes carecían algunos colectivos por su estigmatización social. Porque existir, siempre han existido. Lo que ocurría es que antes, los homosexuales o transexuales –por ejemplo- no eran aceptados en los espacios públicos como hoy sí lo son (Aunque en muchos de contextos siguen sin serlo, inclusos con penas de cárcel y muerte). Que ahora sí sean visibles supone un choque psicológico negativo especialmente para personas más mayores o con sensibilidades más tradicionales. Y es que las emociones y el bagaje cultural cuentan mucho en cómo percibimos este asunto. En ocasiones más que los argumentos esgrimidos. Todo esto hay que tenerlo en cuenta.

¿Es la Ideología de género un plan mundial totalitario?

Real o no, la idea de vivir en medio de una confabulación mundial tipo anticristo ha sido común entre los cristianos de todos los tiempos. El anillo para gobernarlos a todos de J. R. R. Tolkien fue una metáfora socialmente sugerente cuando el escritor cae herido en la 1ª guerra mundial. Luego con los nazis los argumentos escatológicos aumentaban exponencialmente a ojos de muchos cristianos. Un amigo que está concluyendo una tesis doctoral teológica sobre el medievo me comenta que este convencimiento es transversal a todas las generaciones. Incluso los movimientos para la igualdad racial de EE.UU fueron vinculados ¡A un nuevo orden antibíblico de origen marxista!

Luego en los años 70 y 80 algunas editoriales cristianas apuntaban a los hippies, el comunismo o la Unión Europea de las 10 naciones como los diez dedos de la estatua de Daniel 2. Después el ocultismo o el plan mundial de los jesuitas (¿Quién no evangelizó con los comics Chick?). Después llegó La Nueva Era con los discos de Enya o Vangelis… Luego la postmodernidad, los Illuminati, Sadam Husein… ¡Fueron tantos! Y hoy muchos están convencidos de que es La IdG quien pretende encabezar el nuevo orden totalitario del final de los tiempos ¿Qué será dentro de 10 años? De hecho ya se observa en algunos contextos religiosos cómo la teoría de las vacunas de Bill Gates comienza a desplazar a La IdG como el plan nº1 para ese supuesto orden mundial dictatorial orquestado desde la sombra.

Solo expongo los hechos y, fuera como fuese, los errores del pasado deberían llamarnos a la prudencia. Por respeto a Las Escrituras y a nuestra credibilidad como Iglesia esta necesidad de poseer un enemigo concreto al que apuntar debe someterse al principio de amor a esos supuestos enemigos (Mateo 5, 38-48) que hace del cristianismo un movimiento diferente al resto. Más proactivo para restaurar y menos a la defensiva.

Ciertamente no debemos minusvalorar ninguna amenaza totalitaria. No me refiero a eso. Pero basta con visitar Twitter para comprobar que las opiniones son casi infinitas en cualquier tema. La sociedad de la era Internet es más mosaico que nunca, con acceso a argumentos de diferentes tendencias que hacen que cualquier intento de imposición ideológica sea hoy más complicado que en cualquier siglo pasado.

Es cierto que a los más totalitarios dentro de movimientos LGTBI, feministas u otros colectivos les gustaría imponer su visión al resto de la sociedad. Muchos lo están intentando y debemos luchar contra ello ¡Es algo real! Pero es lo mismo que pretenden cristianos que afirman exactamente lo mismo y sin disimulo. Hoy el mundo observa el auge de creyentes contrarios a la IdG pretendiendo “devolver” La Biblia al congreso en varios países de América Latina ¿Dónde quedó la separación entre Iglesia y estado del protestantismo? Cuando los evangélicos de Latinoamérica eran minoría reclamaban una sociedad laica y plural. Pero ahora que crecen son muchos quienes abogan por imponer La Biblia al resto de la sociedad ¿No están haciendo lo mismo que criticaban? ¿Y qué piensan estos creyentes cuando en países musulmanes quieren llevar El Corán al congreso? ¿No deberíamos aplicar aquí aquello de “Mi Reino no es de este mundo” (Juan 18, 36)? Es la historia que se repite.

Intenciones impositivas siempre las ha habido y las habrá, especialmente cuando se accede a cuotas de poder que nublan aquellos principios que llevábamos hasta entonces. De esto nadie se libra. Tampoco la Iglesia, como todos sabemos. Y es a la Iglesia a quien me dirijo en estos escritos.

Valores bíblicos de género ¿Existe “una respuesta” cristiana?

Si en la sociedad actual no hay una visión monolítica del género tampoco existe tal cosa entre los cristianos. Y por esto el punto es entender que hay diferentes IdG y que debemos aprender a coexistir. Lo mismo ocurre dentro la Iglesia.

Muchos movimientos pro-familia nos exhortan a combatir La IdG con una vuelta a los “valores bíblicos de género y familia”. Pero ahí entramos en terreno resbaladizo. Me explico:

En primer lugar, muchas perspectivas de género y familia que encontramos en La Biblia no son asumidas por ningún cristiano actual ¡Menos mal! Hoy no practicamos la poligamia (Ex. 21:10). Ni poseemos familias con derecho de compraventa de sus miembros (Ex. 21, 7; leyes del siglo I). Ni estamos obligados a casarnos con nuestras cuñadas viudas (Dt. 25, 5-10). Ni las cristianas desamparadas buscan provocar una relación sexual con hombres para pertenecer a su familia (Ruth 3). Ni escribimos un libro para manifestar nuestro favoritismo hacia la última y exuberante joven que incorporamos a nuestro ya enorme harén (Cant. 6, 8-9). Ni… etc., etc. Todo esto y más son valores de familia y género que aunque están en Las Escrituras descriptivamente no son prescriptivos para nosotros sino superados por los principios de equidad y dignidad de Jesús.

La realidad objetiva es que, a pesar de todo, hoy en occidente el matrimonio es más cristiano que en tiempos bíblicos. Hoy el casamiento es por libre decisión, prohibido a los niños o en igualdad de derechos para ambos cónyuges, por lo que no se trata de volver a modelos menos justos de las sociedades de tiempos bíblicos (nadie lo hace en realidad) sino fundamentalmente de vivir como Dios manda dentro del modelo social de cada momento. De eso trata La Biblia: De actuar en fidelidad y compromiso basado en el amor a Dios y al otro. Estos son los valores bíblicos de familia para hoy y siempre, no los cambiantes modelos sociales caídos de cada era.

Algunos defensores de la “vuelta a la familia bíblica” no son conscientes de que sus valores no siempre vienen de La Biblia sino que se entremezclan con legados que han ido moldeando nuestra cultura como la revolución industrial, las determinantes perspectivas del sexo de San Agustín o el American Way of Life. Ciertamente, algunos de estos valores son buenos, pero proceden de derivas de índole económica, social y política. No solo vienen de La Biblia a la que en ocasiones se fuerza para encajarlos. Pero esto ya es tema para otro artículo.

Digo todo esto porque no distinguir que algunos mandamientos bíblicos están sujetos a su contexto cultural ha machacando a millones de personas. Durante siglos una mayoría cristiana consideró la propiedad de personas como el orden bíblico (basándose en un literalismo errático de Éxodo 21, Colosenses 3, 22; Efesios 6, 5-9 ó 1ª Pedro 2, 18). Richard Furman, presidente bautista en los EE.UU., fue ampliamente aplaudido cuando dijo que “El derecho de tener esclavos está claramente establecido por las Sagradas Escrituras, tanto por precepto como por ejemplo [3]”. Sin embargo, hoy nadie interpreta así estos textos ¿Qué ha cambiado? Sí, la acción del Espíritu Santo en la historia ha contribuido a colocarnos unas gafas muy diferentes con las que leer hoy estos versículos. Ninguna generación escapa de vivir condicionada por lo bueno y malo de su tiempo, y es aquí donde surge la pregunta: ¿Y si hoy estuviésemos cometiendo errores similares en cuestiones de género?

Fuese como fuese, la realidad objetiva es que dentro de la Iglesia hoy existen diferentes perspectivas de género. Un ejemplo:

Jair Bolsonaro abanderó la lucha contra la IdG nombrando Ministra de Familia a la pastora Damares Alves, quien nada más ser nombrada dijo: “Atención, atención. Comienza una nueva era. Los niños visten de azul, las niñas de rosa[4]”… Pero ¿Es esta “La respuesta” cristiana a la IdG? Para algunos creyentes sí y para otros no, entre otras cosas porque La Biblia no dice rosa para niñas y azul para niños. También son construcciones de género, ideología. Pero ahí no acaba la pluralidad evangélica. Luego están quienes consideran a Alves una víctima de esa IdG que dice combatir porque -según ellos- contraviene la enseñanza bíblica respecto a los roles de la mujer por hacerse pastora y ministra sobre varones.

Dentro de esta variedad cristiana también nos encontramos quienes estamos a favor de propuestas de equidad de género promovida por la ONU que -al igual que los Derechos Humanos- consideramos en gran parte inspiradas por el evangelio. Como el abogado peruano Alejandro Rivas afirma: “En el contexto patriarcal, propio de los tiempos bíblicos, la cultura definía restrictivamente la identidad de las mujeres. No obstante, Jesús rompe con los estereotipos femeninos de su tiempo tratando a las mujeres como a iguales. Jesús habla con una mujer samaritana (Jn 4), pese a que era indecente que una mujer hablase públicamente con un hombre; él era acompañado por mujeres durante su ministerio público (Lc 8:1), cuando ellas, culturalmente, estaban relegadas al ámbito privado; se dejó tocar por una prostituta (Lc 7,36-50), lo que para su contexto era sinónimo de impureza; escogió como primeros testigos de su resurrección a las mujeres (Lc 24:1–12), hecho culturalmente desafiante, pues la mujer no era considerada un testigo veraz, etc.[5]”.

Puesto que la respuesta cristiana no es uniforme, el reto es aprender a convivir en esta diversidad de un modo sabio, apacible y de buen testimonio. Entendamos que esta pluralidad es un tipo de riqueza que dignifica, pues la unidad no es siempre uniformidad y la libertad de conciencia en determinados asuntos es parte de nuestra fe.

Todos somos meros intérpretes falibles de Las Escrituras. Pero lo que sí es seguro es que Jesús dijo que “en esto sabrán que son mis discípulos, en que tuviereis amor los unos con los otros”. (Juan 15, 25). Y esto no es un eslogan hipee sino las palabras del Maestro. Así que más que tener razón en cada punto del debate de género, el amor entre nosotros será el mensaje identitario más potente que el mundo recibirá. Esa es la respuesta cristiana.

La educación pública y el derecho de los padres

En un nivel más concreto nos encontramos con el derecho de los padres a elegir la educación moral y religiosa de sus hijos tal y como establecen la Constitución española (art. 27) y la Declaración Universal de Derechos Humanos (art. 26.3).

Evidentemente, en los colegios no debería haber ningún adoctrinamiento ideológico, y esto es algo de lo que se habla muchísimo en los medios cristianos. No obstante, es necesario matizar que este derecho de los padres no es siempre absoluto como algunos opositores de la IdG manifiestan. Los hijos no son propiedad de los padres ni del estado, aunque ambos estamentos tienen una responsabilidad de diferente nivel. A los cristianos que atribuyen este “derecho” de forma absoluta a los padres les pregunto: ¿Tienen los padres el derecho de forzar la mutilación genital o la prostitución de sus hijas como ocurre en otros países? ¿Qué respuesta cristiana ofrecemos para contextos en los que la desescolarización o la explotación infantil son aceptados por la familia? Estas situaciones reales (y otras) son las que llevan a la ONU y las instituciones a impulsar diferentes iniciativas para los derechos, el respeto y la equidad de género de los niños. Esta sería una educación en IdG bien entendida, en línea con la que proponen los cristianos peruanos del video:

La libertad de expresión y el poder del amor

Algunos creyentes claman ante llamativos casos en los que algún cristiano ha sido expulsado de su centro de estudios o trabajo “por dar su opinión bíblica acerca de la homosexualidad”. Pero lo que a veces se desconoce es que en algunos de estos casos dicha “opinión” ha consistido en exigir la muerte del homosexual publicando versículos como Levítico 22,13: “Varón con varón es abominación, ambos deben ser matados”. Ahora imaginemos que es nuestro hijo cristiano de 12 años quien camina por el instituto bajo un letrero que dice: “Ser cristiano es un mal social, deben ser matados” ¿Qué nos parecería?

Lo paradójico es que los creyentes más agresivos contra la IdG practican una actitud que se vuelve contra ellos. Olvidan que el énfasis en el respeto a la pluralidad protege primeramente a los cristianos.

Un ejemplo de que todo rechazo hacia “el otro” es siempre una práctica anti-Reino es el sorprendente hecho de los cristianos que ponen a Rusia y China como ejemplos de lucha contra la IdG. ¿Referentes de derechos y libertades a seguir? Pongan “Rusia” o “China” en el buscador de ProtestanteDigital.com y vean el listado de persecuciones y abusos contra nuestros hermanos de allí.

Y sí, son días complicados para la libertad de expresión cristiana. Pero la respuesta no es un “quítate tú para ponerme yo”. Como tampoco manifestarnos únicamente para defender “nuestras ideas” como comentaba Harrison al principio. La cuestión de género no es un asunto en blanco y negro sino algo que necesita de mayor discernimiento e información, viendo cada caso en particular. Lo que es seguro es que el Reino avanza con poder cuando también nos movemos para la libertad y la dignidad del otro, aunque no piensen como nosotros. Es lo que hizo Jesús y lo que nos enseñó en varias de sus parábolas. Y de paso, cuando así actuamos, mostramos al mundo cómo queremos que nos traten a nosotros. “Haz con los otros como tú quieres que hagan contigo” (Lucas 7, 12) fue lo que se nos dijo. Y si de leyes se trata, tampoco olvidemos: “Amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, lealtad, humildad y dominio propio. Contra tales cosas no hay Ley”. (Ga. 5, 22-23).

Como segunda parte a este artículo  comparamos datos de Latinoamérica e Islandia que pueden retarnos y proporcionarnos un mejor criterio sobre el asunto.

[1] Huffpost.com, Ana Campoy, Conservatives Around The World Are Peddling A Conspiracy Theory About Sex And Gender, 11-04-2016

[2] Europapress.es El PSOE difunde un argumentario contra la teoría ‘queer’ que «desdibuja a las mujeres» y rechaza su inclusión en leyes, 20-06-2020

[3] Rev. Dr. Richard Furman’s Exposition of The Views of the Baptists, Relative to the Coloured Population in theUnited States in a Communication to the Governor of South-Carolina. Charleston: Printed by A.E. Miller, Nº 4 Broad-st., 1838.

[4] Elpais.com, La nueva ministra de Familia de Brasil: “Las niñas, de rosa; los niños, de azul”, 04-01-2019

[5] Alejandro Rivas Alva, Diez razones por las que los evangélicos deberíamos dejar de hablar de «ideología de género”, revista renovación, 06-11-2018

¿Es Dios una proyección psicológica?

Tú crees en Dios… ¡Yo en unicornios rosas! ¿Cuál es la diferencia?

OBJECIÓN A LA FE CRISTIANA: Los creyentes en Dios destacan las evidencias de un Creador en la naturaleza. Y cuando a esto se apostilla que no puede demostrarse la “no existencia” de Dios, ateos como Richard Dawkins responden que no podemos probar la no-existencia de alguien del mismo modo en que no podemos probar que en el fondo del jardín no hay hadas.

Pero, ¿Es esto así? ¿Es más racional no creer en Dios que creer? ¿Existe diferencia entre creer en el Dios cristiano y creer en hadas? ¿Qué puede decirnos la ciencia?

RESPUESTA: Tratando de responder a estas cuestiones, la primera evidencia de inconsistencia de esta clásica analogía entre la fe en hadas y la fe en Dios es que nadie comienza a creer en gnomos, hadas o en el Ratoncito Pérez de adulto. Además, existen algunos países en los que, sorprendentemente,  se constatan más cristianos de adultos que de niños (Informe Pew Research Center, 2018). Pero nada similar ocurre con la creencia en hadas

¿Es razonable apelar a la razón para rechazar la fe?

Como Sigmund Freud, muchos afirman que Dios es una proyección psicológica producto de nuestros miedos, culpas o inseguridad. Sin embargo, un primer problema de esta crítica es que también podría decirse lo mismo para cuestionar la solidez del ateísmo. Paul C. Vitz, profesor de psicología en la Universidad de New York, está convencido de que “las principales barreras para creer en Dios no son de índole racional sino psicológicas» [1]«.

Entre algunos factores conscientes e inconscientes que pueden conducir al ateísmo estarían los siguientes: 1) La necesidad de aceptación grupal en una sociedad cada vez más agresivamente antirreligiosa. 2) El atractivo de un individualismo que rechaza la dimensión comunitaria y la responsabilidad moral personal hacia el prójimo que sí requiere el cristianismo. 3) El rechazo a un Dios Padre generado por la figura de un padre biológico ausente y/o decepcionante durante la infancia [2]. 4) Haber sido abusado por religiosos.

Son solo cuatro ejemplos de motivos más emocionales que racionales y que a menudo configuran la base real del rechazo a considerar la existencia de Dios. El filósofo ateo Thomas Nagel admite: «no es únicamente que no crea en Dios; es que no quiero que lo haya [3]”.

Así que el tópico que afirma que el ateo es puramente racional y el religioso emocional e irreflexivo, paradójicamente, es una tesis que tiene más de chiché emocional que de análisis racional. No todos los ateos y creyentes han llegado a sus conclusiones del mismo modo, por lo que generalizar y no tener en cuenta la individualidad es ya un error de lógica y análisis crítico ponderado.

El psiquiatra Manfred Lütz señala que la explicación freudiana de Dios como una proyección psicológica está muy bien… siempre y cuando no exista Dios, claro. Pero si Dios existe, el argumento freudiano se volvería contra el ateísmo al señalarlo en realidad como esa ilusión reconfortante. Y es que la negación de Dios a menudo parte de un deseo de huir de la percepción de una realidad más profunda. Ese ateísmo estaría sobre todo motivado por la proyección del deseo de no encontrarse con alguien a quien quizás un día debamos explicarle qué hemos hecho con la vida que nos ha dado o de qué he hecho con mi prójimo [4]. El premio Nobel Czeslaw Milosz piensa que hoy «estamos siendo testigos de una transformación. Hoy el verdadero opio del pueblo es creer que no existe nada tras la muerte. Vivir con el consuelo de que todo nuestro mal, nuestra codicia no serán nunca juzgados [5]«.

Definitivamente, apelar a la razón para negar categóricamente la existencia de Dios implica además otros problemas de lógica. Veámoslos:

¿Soy realmente un librepensador?

La razón no siempre se mueve en una dirección plana y única como ocurre en matemáticas. La lógica puede usarse más o menos correctamente desde diferentes enfoques. La mayor evidencia es que ni todas las personas extremadamente lógicas votan al mismo partido político ni tampoco las más irracionales. Las cosas no son así de planas, por lo que afirmar que La razón debe llevarnos obligatoriamente al ateísmo es un reduccionismo enormemente subjetivo, una afirmación muy pasional, poco racional. ¿Y qué es eso de “La razón” (con mayúsculas)? ¿Nos referimos a Mí razón? ¿A mis conclusiones acerca de la justicia y la moral? Partamos del hecho de que todos creemos en algo. Y que no podemos demostrar de forma irrebatible todo aquello en lo que creemos. Pero sí podemos pensar que existe una justificación más o menos racional para aquello en lo que creemos, lo cual es algo diferente. Los sabios suelen definirse como aquellos que humildemente reconocen la complejidad del mundo y de nuestra limitada capacidad para comprender su significado en auténtica profundidad. Así que afirmar categóricamente que Dios no existe resulta una afirmación simplista de la que todo buen escéptico debería dudar.

¿Llevados por la masa o por el pensamiento crítico?

Algunos dicen que los cristianos creemos en una religión simplemente porque fuimos educados en ella. Pero esto ya tiene poco sentido en el occidente del siglo XXI. Si  quieres problemas y que le miren mal… ¡Di que eres cristiano! Hoy el ambiente se hiela si osas presentarte como un creyente convencido. Rara vez sacas algo bueno para tus intereses al hacerte cristiano en el mundo actual. Por esto, al tratarse de una decisión en contra de la corriente dominante debería hacernos pensar por qué  muchas personas racionales todavía abandonan su ateísmo para creer en Dios. En todo caso, no será por inercia. Al menos en muchos casos.

El periodista David Robertson, en su visita a un instituto británico para hablar de ciencia y cristianismo comenta como “los alumnos eran públicamente agresivos (aparte de un par de musulmanes y un cristiano) sugiriendo que solo las personas ignorantes creen en Dios y que era por su cultura y su familia. Cuando les pregunté cuántos de ellos tenían padres que creyeran – o amigos o profesores – prácticamente no había nadie. No vieron la ironía en sus reclamaciones […] su falta de creencia provenía justamente de eso. No era producto de un pensamiento razonado, evaluación de evidencias o reflexión de diferentes visiones del mundo [6]”.

Es evidente que se ha hecho mucho daño en el nombre del Dios cristiano. Y hasta cierto punto es comprensible que los medios de comunicación centren su atención en la religión de estúpidos, terroristas y abusadores (aunque no es aceptable que tergiversen la información). Se trata de una tendencia negativa  que confunde al gran público, pues los principios objetivos del cristianismo no son los casos patológicos y las parodias. El verdadero seguimiento de Jesús se muestra pocas veces en los medios de comunicación.

Una visión más ponderada del cristianismo no vende tanto. Se ridiculiza La Biblia sacando textos de su contexto y se airean las interpretaciones de fundamentalistas y frikis religiosos provocando que el gran público asuma que el cristianismo es para ignorantes o algo peor. La masa cree saberlo todo sobre el cristianismo. Pero sabe muy poco y muy mal.

Pensar y elegir: Todos tenemos fe en algo

Todos tenemos fe en algo. Es el objeto de fe lo que cambia. Hasta el divulgador antirreligioso más popular de nuestro tiempo, Richard Dawkins, define a un ateo como “alguien que cree que no hay nada más allá del mundo natural y físico [7]”.Pero la premisa de Dawkins no es solo una creencia sino una contradicción (señalada como falaz incluso por intelectuales ateos) ya que es imposible poder corroborar la creencia en la inexistencia de Dios mediante el método científico. Aunque a los ateos les cuesta admitir este punto, el hecho de creer que no hay nada tras el mundo físico conocido hacen de este ateísmo un tipo de fe

El Dios cristiano no contradice la razón sino que va más allá de sus límites. Es Dios, así que ¡No podía ser de otro modo! El mismo Dawkins llega a decir que “si hay un Dios, será mucho más grande e incomprensible [8] ” de lo que nadie “haya propuesto y podamos contemplar jamás” ¡Tiene razón Dawkins! Si Dios ha creado la razón él no puede ir en contra de ella aunque esté condicionada, limitada y deteriorada. Pero los cristianos creemos que el Dios mostrado en Jesús sana e ilumina la razón. Y por eso en La Biblia las personas creen en él por algún tipo de evidencia. No porque sí.

Los creyentes observamos cada día cómo es vivir con Dios y cómo es vivir sin Él. Podemos comparar. Seguir a Jesús no proporciona una visión más corta del mundo sino más amplia y con más parámetros de juicio. El uso de la razón, la reflexión y la búsqueda de La Verdad son inherentes a la revelación cristiana que insta a “examinadlo todo” (1ª Ts. 5, 21), amar a Dios y a los demás “con toda nuestra mente” (Mt. 22:37-39). Los padres cristianos recordamos a nuestros hijos que un día deberán decidir por ellos mismos acerca de la fe que han recibido. Deberán ejercer un pensamiento crítico. Y eso es algo que Jesús fomentaba cuando hacía preguntas para que la gente pensara por sí misma.

Recuerdo como una chica atea de padres ateos se lamentaba por no haber recibido una visión correcta del cristianismo en su infancia. Ya en su adolescencia se hizo preguntas sobre el sentido de la vida y se dispuso a elegir entre el ateísmo y una imagen distorsionada del cristianismo (la que le habían inculcado). Años después se dio cuenta de que su decisión no fue limpia y que lo que un día rechazó solo era un cristianismo caricaturesco. No era el evangelio de Jesús que conoció años después. Hoy se siente defraudada por un entorno que le había transmitido como supuesta verdad crítica librepensadora del cristianismo una mera burda distorsión del original de Jesús.

¿Qué puede decirnos la ciencia?: Evidencias de una mente detrás del Universo

Muchos recurren a la ciencia para defender su ateísmo. Pero, ¿Tiene esto sentido o tiene que ver con los prejuicios? La ciencia ha llevado a científicos ateos a volverse creyentes en un Creador del Universo. Y grandes mentes de la revolución científica se sintieron motivados a hacer ciencia desde sus principios cristianos.

Los seres humanos ejercemos fe porque somos atraídos hacia una dimensión de profundidad. Y el cristianismo explica con evidencias el porqué de estas corazonadas acerca de un propósito y un sentido más allá de lo natural. Tenemos sed y existe el agua. Tenemos sueño y existe el descanso. Tenemos hambre y existe la comida. Anhelamos trascendencia y la percibimos. Para los cristianos la historia se conecta en Jesús como la respuesta a esta poderosa intuición.

Miramos alrededor y vemos la asombrosa existencia de la conciencia, la belleza, la moral, el orden y el diseño en la naturaleza. La existencia de la vida requiere de un extraordinario cúmulo de circunstancias cercanas a la probabilidad cero… ¡Cada una de ellas! Este llamado «ajuste fino del Universo» (o Universo sincronizado) es un hecho extraordinario. O mejor dicho: Son millones de hechos extraordinarios dependientes entre sí para poder generar vida. Las leyes físicas están tan finamente ajustadas que si alguna de ellas se alterase en un porcentaje ínfimo, la vida entonces ya no podría existir. Y esto es más que impresionante. Anthony Flew, uno de los ateos más influyentes del siglo XX aceptó la existencia de Dios por este motivo. Cuando al antirreligioso Richard Dawkins se le preguntó sobre algún aspecto que le hiciera bacilar de su ateísmo, él mismo admitió que “las constantes vitales del Universo son demasiado buenas como para ser ciertas. Me parece que eso necesita algún tipo de explicación [9]”.

La probabilidad de que algo como el ADN haya podido surgir por azar, por ejemplo, ha sido estimada como 1 entre 200.100 [10]. Esto es algo tan improbable como que te toque el premio gordo de la lotería semanal durante varios años seguidos.

Otro ejemplo: El cálculo para obtener una pequeña proteína al azar es de 1 entre 12 seguido de 134 ceros. “Pero incluso esto podría ser irrelevante, porque resulta que las estructuras proteicas de la célula no pueden replicarse sin la ayuda del ADN, lo cual nos pone frente a lo que los estudiosos sobre el origen de la vida, se conoce como el problema del huevo y la gallina. Para funcionar una célula necesita tanto el ADN como las proteínas; la aparición e integración de ambos a la vez empuja los límites de la improbabilidad hasta lo inimaginable [11]”.

También podemos hablar del equilibrio de la fuerza de gravedad de los átomos, nuestra distancia del sol y millones de asombrosas circunstancias imprescindibles para la vida que nos hacen pensar que nuestra existencia requiere de una respuesta más allá del mero azar. Son solo ejemplos, pero ¡Podríamos seguir asombrándonos con tantas cosas que hacen posible que estemos aquí!

“La fe cristiana es una respuesta a la evidencia. No una celebración de la ausencia de evidencias”

John Lennox, Doctor en Ciencias en la Universidad de Oxford se pregunta: “¿Cuál es el propósito de nuestra existencia? […] El análisis científico del universo no puede respondérnosla, del mismo modo que el análisis científico de un pastel no nos explica por qué se preparó […] Sólo el pastelero puede revelárnoslo. La verdadera ciencia no se avergüenza de su incapacidad en este punto […] ¿Cómo averiguarlo? Existen evidencias a favor de una mente detrás del universo, de una mente que deseaba que estuviéramos aquí. Y disponemos también de una mente propia […] Ello nos lleva a la cuestión de si hay alguna evidencia creíble y seria de que esa mente haya hablado alguna vez a nuestro mundo […] Si lo que hay detrás del universo es un Dios personal, eso tiene implicaciones de muy largo alcance en la búsqueda de la verdad ya que implica que puede haber otras formas de conocimiento aparte del estudio puramente científico. Las personas nos comunicamos de modo diferente que las cosas […] Por tanto, la siguiente cuestión lógica es: Si el creador es personal, ¿Ha hablado directamente? [12]”.

Francis Collins, premio Príncipe de Asturias de las Ciencias y coordinador del Proyecto Genoma Humano es uno de los científicos más importantes del último siglo. Fue ateo hasta que -como él dice- “empecé a darme cuenta de que las evidencias relativas a la existencia de Dios, aun sin ser de carácter irrefutable, eran muy convincentes. De hecho, me ayudaron a darme cuenta de que el ateísmo ya no era opción válida para mí por ser la menos racional de todas las posibles opciones [13]

Si hay un Creador ¿No debería habernos hablado?

Algunos piden un argumento incontestable de la existencia de un Dios personal ¿Y si ese Dios personal nos ha dado una persona incontestable? ¿Es Jesús lo que esperaríamos de Dios?

Jesús volteó su mundo hace 2000 años y según muchos testimonios sigue transformando vidas hoy. Escandalizó a la sociedad de su tiempo haciendo bien incluso a sus enemigos. Practicó el perdón y la ayuda al desfavorecido. Denunció la hipocresía de la jerarquía religiosa y del abuso en nombre del Dios de La Biblia. Señaló el valor interior de las personas y no las apariencias. Su mensaje fue el fundamento para nuestros Derechos Humanos y puso las bases para la igualdad racial y de género. Y un largo etcétera de aspectos libertadores que hasta su llegada eran más bien raros ¡Todo en la misma persona!

Las palabras y hechos de Cristo no se corresponden con los de un loco que ve unicornios rosas. Y menos aún para aquellos tiempos. En Él vemos una ética única. Jesús confronta y describe perfectamente la condición contradictoria del ser humano a la vez que lo ama y provee el remedio para liberarlo y restablecer su relación personal con Dios. Constató que Él no era únicamente un gran maestro y dio evidencias de su divinidad: Sanó enfermos, dominó el clima y levantó muertos.

En los testigos de su resurrección se produjo una transformación radical de difícil explicación si realmente Él no hubiera resucitado. El gran problema del sufrimiento humano tiene la mejor respuesta y la mayor esperanza en un Dios descendido y quebrantado que entiende nuestro dolor porque lo ha vivido. Jesús es el argumento. Y aunque no tengamos todas las respuestas, Él es la contestación ¿Es Jesús lo que esperaríamos de Dios acercándose a nosotros? Eso creo.

Por Delirante.org

[1] Paul C. Vitz. Foro Veritas, Instituto de Tecnología de California, 2009. Tomado del español: Fe, ciencia y ateísmo, Andamio, 2015, p. 99

[2]  Los referentes históricos del ateísmo Bertrand Russel y Nietzsche perdieron a sus padres con 4 años. Jean Paul Sartre a los 15 meses. Las biografías de Sigmund Freud describen a su padre como decepcionante y religioso. Camus perdió a su padre con 1 año. Esta relación entre ateísmo activista y padre decepcionante o ausente son significativamente frecuentes según Paul C. Vitz

[3] Thomas Nagel, The Last Word (La Última Palabra). Oxford: Oxford University Press, 1997, p.130

[4] Manfred Lütz, gott: Eine kleine Geschichte des Grossten, München, Pattloch, 2007

[5] Czeslaw Milosz, The Discreet Charm of Nihilism, _New York Review of Books, 19 Noviembre, 1998

[6] David Robertson. Liberad la educación. Protestante Digital, 9 de abril de 2016

[7] Richard Dawkins. El espejismo de Dios. Espasa Calpe, 2007, p. 23

[8] Revista Time, 13 de noviembre 2006

[9] The Four Horsemen, Coloquio organizado por RDFRS, grabado por Josh Timonen. 30/04/2007. 51´15”

[10] Scott Hahn, Benjamin Wiker. Dawkins en observación: Una crítica al nuevo ateísmo, RIALP,  2011, p. 47

[11] Ibid, pp. 47-48

[12] John Lennox, curso: Fe, razón y ciencia, organizado por el Departamento de Educación de la Universidad de Oxford. En español: ¿Ha enterrado la ciencia a Dios? Publicaciones Andamio, 2003, pp. 138-140

[13] Francis Collins. Foro Veritas, Instituto de Tecnología de California, 2009. Tomado del español: Fe, ciencia y ateísmo, Andamio, 2015, p. 24>

La Biblia no muestra que Moisés escribiera todo el Pentateuco, más bien lo contrario

Durante una reunión de adolescentes de mi iglesia, un joven contaba apesadumbrado cómo su profesor de filosofía ridiculizó públicamente La Biblia por contener un libro atribuido a Moisés (Deuteronomio) que narra su propia muerte. El conocido sitio web cristiano Got Question afirma que plantear que pudiera haber ediciones del Pentateuco (los 5 primeros libros de La Biblia) posteriores a Moisés pone en “entredicho la veracidad del Pentateuco […] Esto sería tratar de debilitar la palabra de Dios, y una forma de hacerlo es poniendo en duda la historicidad y autoría del Pentateuco”, llegando a sentenciar que esto “pone en tela de juicio los testimonios de Jesús [1]”.

Afirmaciones tan categóricas como estas producen temor entre quienes creen en la inspiración divina de La Biblia. Pero ¿Es realmente así? ¿Se refuerza o más bien se pone en entredicho la credibilidad bíblica cuando se niega la autoría plural del Pentateuco?

En primer lugar, en ningún lugar de La Biblia se nos dice que sea importante conocer el número o la identidad de los autores en cada libro bíblico. Como tampoco que sea importante el periodo de redacción para cada uno de ellos. Esto son necesidades apologéticas modernas, creadas a posteriori y que resultan ajenas a los receptores originales de los libros bíblicos.

De forma concreta, La Biblia no afirma que la autoría de estos cinco libros sea exclusivamente de Moisés. Cuando Jesús, por ejemplo, dice: «Porque si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él» (Juan 5:46) no está diciendo que todo el Pentateuco, versículo por versículo, sea una obra monolítica de Moisés. Incluso admitiendo que gran parte procediese de Moisés (Josué 8, 32), quizás oralmente, Jesús aquí simplemente dice que Moisés habló de Él. Pero NO dice que todo el Pentateuco sea obra de Moisés.

¿Una autoría plural en diferentes épocas contradice La Biblia?

En contra de lo que muchos cristianos afirman, a la doctrina de la inspiración no le afecta que el Pentateuco pudiese ser un extenso núcleo originario de Moisés transmitido durante generaciones siendo editado y cerrado siglos después ¿Qué problema tiene la inspiración divina en esto? Ninguno ¿Y si Dios determinó que así fuese? La inspiración sobre los autores bíblicos no depende del número de autores o del proceso completo de composición de cada libro. Lo importante es que Jesús se refiere a estos libros como Las Escrituras.

De hecho, aquellos que exigen al Pentateuco haber sido escrito por Moisés son los primeros en matizar que, como mínimo, debió haber dos autores: Moisés y quien(es) narra(n) su muerte (Dt. 34).

Como vemos, no hace falta ser un erudito para comprobar que referirse a estos libros como “La ley de Moisés” no implica que Moisés fuese autor de cada línea. Incluso los cristianos más conservadores suelen admitir que la parte final describiendo cómo fue su propia muerte no debió ser suya.

La Sagrada Familia de Gaudí… no es solo de Gaudí

En la antigüedad, e incluso hoy, es frecuente referirse a obras literarias o artísticas nombrando solamente a su autor principal, al alma mater o inspirador, a pesar de que posteriormente exista un grupo más amplio de autores de dicha obra que en ocasiones resultan anónimos.

Sirva de ilustración los numerosos profesionales que han trabajado y que aún siguen construyendo la catedral de la Sagrada Familia de Barcelona. Sin embargo, a nadie se le ocurre calificar como engaño que nos refiramos a La Sagrada Familia de Gaudí a pesar de que no es 100% una obra de un único autor que murió hace ya mucho tiempo. Seguimos hablando de la obra de Gaudí a pesar de la implementación de diferentes añadidos que él no tenía en mente y que se hicieron necesarios tiempo después.

Pues algo parecido ocurrió hasta el cierre final del Pentateuco. Hoy mismo, a nuestras leyes se le añaden modificaciones o enmiendas a lo largo de años y siguen considerándose la misma ley.

Una forma de hablar habitual en La Biblia

En Mateo 27, 9 Jesús apela a un escrito de Jeremías cuando en realidad está citando Zacarías 11, 12-13 ¿Miente Jesús? ¿Se equivoca con la autoría del libro? ¿Queda tocada la armonía bíblica? Si descartamos el error del redactor o del copista, es posible que Jesús citase a Jeremías como una sinécdoque, como una alusión al profeta que encabezaba el listado clásico de libros proféticos. Si esto fue así (la opción más plausible según algunos comentaristas) se derriba de un plumazo el argumento de que Jesús debió referirse necesariamente a Moisés como autor único del Pentateuco. Si Jesús no le dio importancia a la autoría de Zacarías hasta el punto de atribuir a Jeremías una cita suya ¿Por qué, entonces, tendría que ser obligatoriamente rígido y abarcar el 100% de 5 libros al referirse a textos atribuidos Moisés? No pongamos en Jesús requisitos apologéticos que no son suyos.

Sea como fuese, Jesús tuvo que dirigirse a aquellos escritos tal y cómo eran conocidos por sus coetáneos, independientemente de que hubiera más autores implicados en la Torá más allá de Moisés.

Lo natural es que Jesús no se dirigiese a aquellos textos de un modo diferente a como ellos los describían. Esto es un principio fundamental de la comunicación y de hacerse entender. Aún así, insistimos, el Pentateuco no reclama para sí mismo que deba ser leído como escrito al 100% por Moisés.

En Las Escrituras no vemos que a nadie le importase quién escribiese –por ejemplo- la parte del Pentateuco que habla de la muerte de Moisés ¿O acaso se observa en La Biblia algún debate o preocupación al respecto? Ni lo más mínimo. Por entonces ya existían hipótesis acerca de quién pudo escribir esa parte, pero lo realmente importante no eran los puños detrás de las letras sino el Dios detrás de los puños. La necesidad actual de algunas tradiciones conservadoras de afirmar que Moisés escribió todo el Pentateuco tiene más que ver con la necesidad psicológica de preservar determinadas tradiciones que un día nos enseñaron como “La verdad” que con lo que realmente nos pide La Biblia.  

Jesús diría que la mostaza “es la más pequeña de todas las semillas” (Mt 13, 31) cuando realmente no es la semilla más pequeña. Así que si aplicamos las mismas exigencias exegéticas de los defensores de la plena autoría mosaica tendríamos que afirmar que Jesús se equivoca con la semilla o miente. Pero caeríamos en el error de no pensar como los hebreos antiguos sino de utilizar un tipo de pensar occidental moderno no aplicable al contexto de una conversación donde lo importante es el mensaje espiritual de fondo, no el dato informativo exacto. En el caso de la mostaza Jesús no estaba haciendo ninguna declaración naturalista absoluta y simplemente utiliza un estilo enfático para un público que tenía interiorizado que el grano de mostaza era el más pequeño de todos. Así hablaban. Y aunque la mostaza no era técnicamente el grano más pequeño la pedagogía de Jesús era la ideal porque así se pensaba por entonces. Y lo mismo podemos decir cuando Jesús apela a la Torá del mismo modo en el que lo hacían sus oyentes. Lo importante era qué decían Las Escrituras. No sería tan complicado de entender si determinadas corrientes posteriores a la revolución científica no hubieran salpicado nuestra hermenéutica con exigencias apologéticas de precisión histórica y científica ajenas al texto bíblico.

Evidencias de varios autores y generaciones en el Pentateuco (y por qué no afecta a la inspiración de La Biblia):

Esta breve reflexión pretende traer paz al lector cristiano conservador que descubre con naturalidad que Moisés no pudo ser el autor de todo el Pentateuco. Tu fe no se tambalea cuando compruebas que existen indicios sólidos de una revisión final de La Torá siglos más tarde a Moisés, cerrándose quizás entre los siglos VI y IV a. C. ¿En qué afecta esto a la inspiración de La Biblia? En nada.

Dios ha inspirado a los autores bíblicos como Él ha querido y no como nosotros decimos sin razones de peso reales. Recalcamos esto porque hay personas que han sido sacudidas en su fe tras descubrir que Moisés no pudo haber escrito el Pentateuco como le aseguraron tajantemente en su Escuela Dominical. A esto le sumamos el miedo creado desde púlpitos, artículos y populares videos en YouTube que señalan con nombres y apellidos a los “herejes” que cuestionan la plena autoría mosaica del Pentateuco. Sin embargo, la evidencia bíblica es fuerte y nos llama a una mayor humildad y respeto hacia otros hermanos, pues siempre estaremos condicionados por nuestras experiencias, lecturas y tradición ¡Pero deseosos de conocer la verdad de Dios!

La multiautoría ni siquiera es un planteamiento moderno, ni liberal ni nada de esas cosas que se dicen para provocar cierto temor infundado a la par que se diluye un pensamiento bíblico más rico y profundo. El asunto se ha debatido tanto en el judaísmo como en el cristianismo desde siempre. San Jerónimo (s. IV), por ejemplo, ya desde una mera lectura directa del Deuteronomio sugirió que algunos de sus textos debieron ser de la época de Esdras (s. V a.C.)[2].

En esta búsqueda de evidencias, los eruditos señalan diferentes argumentos para la autoría plural. Entre ellos destacan las diferentes repeticiones de las historias (algunas repetidas hasta 5 veces), los elementos lingüísticos, culturales o de estilo que avalan una clara multi autoría del Pentateuco. Algunos de los elementos del Pentateuco son más característicos de los siglos VI-IV a. C. que de los hipotéticos siglos XIII o XV (a. C.) en los que pudiera haber vivido Moisés. Dicho esto, no nos vamos a meter aquí en complejas erudiciones académicas sobre las que ya existen amplísimos y extraordinarios trabajos al respecto.

Aquí expondremos evidencias sencillas para que cualquier lector común pueda comprobar por qué se habla de la autoría múltiple del Pentateuco tan solo leyendo La Biblia.

Evidencias concretas de autoría múltiple:

-Ejemplo de texto posterior a la vida de Moisés: “Ciertamente pondrás por rey sobre ti” (Deuteronomio 17:14-20)

Dios le dice a Israel: “Ciertamente pondrás por rey sobre ti al que Jehová tu Dios escogiere“ (Dt. 17, 15). Y posteriormente se adjuntan instrucciones concretas acerca de cómo debe actuar el Rey de Israel (14-20).

Bien. Teniendo esto en cuenta fijémonos en algo sencillo de comprobar:

Si este párrafo hubiera quedado escrito por Moisés estaríamos ante instrucciones monárquicas “proféticas” dadas por Dios al pueblo siendo conocidas por todos los integrantes del tenso debate que mantienen Samuel y el pueblo de Israel (1 Samuel 8) que pide para sí un rey que los gobierne ¿Cierto?

Sin embargo, el pueblo no apela a Dt. 17 para defender su petición y que -supuestamente- ¡Moisés ya la habría avalado al 100% dejándola por escrito afirmando que la monarquía queda establecida por Dios mismo! Así que no tiene sentido pensar que durante el debate acerca de poner rey en Israel NADIE apelase a un texto que cerraba de portazo cualquier discusión.

Es aún más absurdo pensar que el mismo Samuel ignorase adrede que Dios mismo ya había dejado por escrito una declaración que le cierra la boca. Eso colocaría a idea clásica de inspiración bíblica en problemas mucho mayores. Como creyentes en la inspiración divina, más desconcertante aún sería observa que Dios no quiere rey sobre Israel argumentando que esa petición popular de monarquía equivale a rechazar a Dios mismo (1 S. 8, 6-7) ¡Pero! ¿¡Y qué pasa con lo que Moisés (supuestamente) ya habría dicho cientos de años antes en Dt. 17!? Desde la idea de autoría única de Moisés: ¿¡Hay algo de sentido en todo esto!?

La explicación coherente es que la supuesta orden dada por Dios a Israel para poner rey sobre ellos (Dt. 17, 14-20) no estaba aún escrita en tiempos de Samuel (luego veremos algún ejemplo más). Debemos entender que este añadido posterior de Dt. 17 no contradice La Escritura sino que la reafirma. A lo único que contradice este añadido es a la tradición humana (no bíblica) que exige al Pentateuco ser escrito 100% por Moisés. Pero La Biblia no nos dice cómo se transmitieron los textos sagrados, ni el orden, ni los requisitos de Dios para una redacción o edición final del libro que hoy consideramos como Palabra de Dios

¿Qué problema hay si Dios quiso inspirar a los escribas para realizar estas adicciones posteriores que aclararían dudas y que además consolidarían la fuerza de Palabra de Dios ante el pueblo y su rey para generaciones posteriores? Este registro escrito posteriormente cerraba el debate y fortalecía la confianza del pueblo en Las Escrituras. Para nosotros lo importante es que el Espíritu Santo se mueve como quiere y que Jesús refrendó Las Escrituras una vez se cerró su redacción.

Otras evidencias de autoría del pentateuco posterior a Moisés:

Veamos algunos ejemplos más de añadidos posteriores a Moisés en el Pentateuco:

1) “Y los reyes que reinaron en la tierra de Edom, antes que reinase rey sobre los hijos de Israel, fueron estos…”.  (Génesis 36, 31). Este texto no pudo ser escrito antes de Saúl, el primer rey de Israel que vivió cientos de años después que Moisés:

2) Se habla en pasado de acontecimientos posteriores a la entrada en la Tierra prometida que ocurrió después de la muerte de Moisés:

Éxodo 16, 35: «Así comieron los hijos de Israel maná cuarenta años, hasta que entraron en la tierra habitada: maná comieron hasta que llegaron al término de la tierra de Canaán«. Dt 2:12: «Y en Seir habitaron antes los Horeos, a los cuales echaron los hijos de Esaú; y los destruyeron de delante de sí, y moraron en lugar de ellos; como hizo Israel en la tierra de su posesión que les dio Jehová«. Dt 4:38: «Para echar de delante de ti gentes grandes y más fuertes que tú, y para introducirte, y darte su tierra por heredad, como hoy«.

3) El Pentateuco se refiere a Moisés en tercera persona. No suele aparecer hablando en primera persona, excepto –obviamente- en la trascripción de sus discursos: Éxodo 11, 3: «También Moisés era muy gran varón en la tierra de Egipto, a los ojos de los siervos de Faraón, y á los ojos del pueblo«. «Y el Señor dijo a Moisés…» (Nu. 2:1, 5:1, 31:1). «Y ésta es la bendición con la cual bendijo Moisés, varón de Dios, a los hijos de Israel, antes que muriese» (Dt. 33:1). «todas las cosas que Jehová había mandado a Moisés» (Éxodo 39:42, 40:27, 29, 32).

4) Dt. 34, 5-6: «Y murió allí Moisés siervo de Jehová, en la tierra de Moab, conforme al dicho de Jehová. Y enterrólo en el valle, en tierra de Moab, enfrente de Bethpeor; y ninguno sabe su sepulcro hasta hoy«.

Este texto no solo no pudo escribirlo Moisés sino que incluye un “hasta hoy” que transmite la idea de que ya ha pasado mucho tiempo desde su muerte. Ha pasado tanto tiempo, que cuando Dt. 34: 5-6 se escribe ya nadie sabía siquiera la localización de algo tan importante para su historia como el lugar de su tumba.

5) Incluso alguien tan conservador y a favor de la autoría mosaica del Pentateuco como Richard McDonald, del Seminario Teológico Bautista del Sur, admite que “las Escrituras incluyen indicaciones de adiciones y actualizaciones autorizadas divinamente. Por ejemplo, Proverbios 25:1 cuenta que los hombres del rey Ezequías agregaron dichos de Salomón a Proverbios [3]”. ¡Podríamos haber empezado por aquí y hubiéramos zanjado el asunto!

El relato de La Creación

Otro aspecto muy importante, y poco mencionado, es el asombroso encaje del relato de la Creación de Génesis 1 y 2 como revelación y respuesta a la crisis de identidad de Israel durante y tras el exilio en Babilonia. Cada detalle es un golpe demoledor a las cosmogonías que dominaron la antigüedad como Egipto y sobre todo Babilonia. Dios responde a su pueblo dando su propia revelación para liberarles de las cosmovisiones de las superpotencias que marcaban el destino de los humanos y su servidumbre a los reyes paganos. Todo encaja y resulta maravillosamente liberador si nos situamos en la opresión de Babilonia que tanto marcó a Israel (Ver http://delirante.org/?p=181 para un análisis más detallado de La Creación como relato anti-babilónico).

Por otro lado, siendo el relato de Adán y Eva un elemento central para la fe fijémonos en que no hay ni una sola mención a la primera pareja, ni al plan original de Dios, ni al pecado de Adán fuera del relato de la Creación. Nada. Este “olvido” total resulta demasiado raro en un Pentateuco dominado por relatos y explicaciones acerca de la limpieza del pecado y la voluntad originaria de Dios… pero es como si Adán y Eva no hubieran existido jamás. Silencio absoluto. Pero… ¿Cómo ignorar algo tan revelador como el propósito divino con los primeros humanos? Más aún cuando el mismo Moisés (según los defensores de la autoría plena mosaica) había escrito el relato de Adán y Eva. Pero… ¿¡Cómo llenar el Pentateuco de rituales limpiadores y al mismo tiempo olvidar por completo el origen del pecado y otros elementos identitarios del relato de la creación de Génesis 1 y 2!? La respuesta a esta extrañeza es que (tal y como corroboran otros datos) el relato de La Creación debió ser posterior a Moisés, una narración escrita durante y/o tras el exilio de Babilonia, cercana al término de edición del Pentateuco. De hecho, no es solo el resto del Pentateuco. Tampoco se menciona la historia de Adán y Eva en ninguna otra parte del Antiguo Testamento ni tampoco en la literatura extra bíblica judía hasta aproximadamente el siglo II a. C [4].

Y si leen artículos como el antes mencionado (http://delirante.org/?p=181), comprobarán que La Creación es un relato extraordinariamente inspirado para aquel contexto de adiestramiento en la cosmogonía babilonia ¡Gloria a Dios por su liberadora y transgresora revelación!

Si pensamos que Moisés escribió los relatos de la creación nos preguntamos además por qué redactó dos diferentes y con algunas discrepancias entre sí (desde el literalismo). Pero La Biblia nunca dice que fuera Moisés el autor de estos capítulos. Lo que sí vemos es una gran y coherente obra en la provisión divina a su pueblo si aceptamos que los relatos de la creación son posteriores a Moisés. Así todo encaja, nos asombra y nos lleva a rendirnos ante un Dios liberador que habla a sus hijos desde sus problemas y necesidades sentidas, desde su contexto. Esto hace mucho más creíble y fascinante a La Biblia que pensar Moisés escribe el relato de La Creación para luego olvidarse totalmente de él en el resto de las explicaciones del Pentateuco acerca del pecado o la identidad del ser humano.

¿Josué escribió la muerte de Moisés?

Lo que vemos en Deuteronomio es una narración propia de historias ya finalizadas. Los argumentos para una interpretación de varios autores y editores inspirados encajan con el sentido común y el pensar hebreo. La armonía de La Biblia se sostiene ante las evidencias de la pluriautoría del Pentateuco. Las Escrituras están llenas de argumentaciones y expresiones lógicas tipo: “¿Acaso no entendisteis…?”, “por tanto…”, “así que…”, “¿No visteis que…”, “porque…” “escudriñar…”, “¿No pensarán que estáis locos…?”, “sed sabios”, etc. Son apelaciones a la lógica para poder entender, analizar y creer en la Biblia como verdad de Dios. Somos llamados a la fe, pero no a barrer debajo de la alfombra el sentido común que Dios nos ha dado.

El problema es que un día a alguien se le ocurrió afirmar que todo el Pentateuco es obra única de Moisés y que creerlo así es parte esencial de la fe cristiana. Y que afirmar lo contrario hace a La Biblia (¡Y a Jesús!) mentir ¡Uf! ¿No es demasiado atrevido poner así la fe de tantos pequeños en jaque? Nosotros creemos que sí.

Pero no solo eso. La total autoría de Moisés del Pentateuco no ayuda a ver La Biblia como algo realmente coherente. Más bien al contrario, dando como triste resultado a millares de personas sacudidas en su fe o a otras que no se interesan por el cristianismo cuando se les presentan estas teorías tan inestables como la única opción de verdad indiscutible revelada por Dios. Nuestra respuesta no puede ser el dogmatismo sino un diálogo abierto y responsable.

El Pentateuco es la historia de un pueblo exiliado de Egipto buscando su propósito en tierra extraña. Son libros que proporcionaron identidad y consuelo a los cautivos de Babilonia que probablemente cerraron la edición final del Pentateuco (Ver video “EXILIO” abajo). Y no solo no pasa nada por ello, sino que decimos: ¡A Dios sea la gloria por una provisión tan contextualizada y pertinente mediante Las Escrituras!

Paralelamente, estos libros son actuales porque de algún modo también son nuestra historia, no solo la de Israel. Nos muestran nuestra torpeza y esclavitud, nuestra salida del Edén caído, de Egipto y Babilonia tratando de encontrar el camino a nuestro verdadero hogar, a la Tierra prometida que Cristo nos señala como el sentido pleno de la vida. En el Pentateuco comienza nuestro peregrinaje a la nueva Jerusalén siendo el punto de partida de todas las historias. El Pentateuco es también la historia del tosco caminar desde La Ley hasta la sublime Gracia que un día rescató a un pecador ciego y perdido como yo. De todo esto y de mucho más nos habla ese Pentateuco de Moisés y otros siervos de Dios que nos revelan un Dios que nos dirige de vuelta a casa. Y su Palabra es verdad.

Lo que sí vemos en el Pentateuco

Lo que vemos en Deuteronomio es una narración propia de historias ya finalizadas. Los argumentos para una interpretación de varios autores y editores inspirados encajan con el sentido común y el pensar hebreo. La armonía de La Biblia se sostiene ante las evidencias de la pluriautoría del Pentateuco. Las Escrituras están llenas de argumentaciones y expresiones lógicas tipo: “¿Acaso no entendisteis…?”, “por tanto…”, “así que…”, “¿No visteis que…”, “porque…” “escudriñar…”, “¿No pensarán que estáis locos…?”, “sed sabios”, etc. Son apelaciones a la lógica para poder entender, analizar y creer en la Biblia como verdad de Dios. Somos llamados a la fe, pero no a barrer debajo de la alfombra el sentido común que Dios nos ha dado.

El problema es que un día a alguien se le ocurrió afirmar que todo el Pentateuco es obra única de Moisés y que creerlo así es parte esencial de la fe cristiana. Y que afirmar lo contrario hace a La Biblia (¡Y a Jesús!) mentir ¡Uf! ¿No es demasiado atrevido poner así la fe de tantos pequeños en jaque? Nosotros creemos que sí.

Pero no solo eso. La total autoría de Moisés del Pentateuco no ayuda a ver La Biblia como algo realmente coherente. Más bien al contrario, dando como triste resultado a millares de personas sacudidas en su fe o a otras que no se interesan por el cristianismo cuando se les presentan estas teorías tan inestables como la única opción de verdad indiscutible revelada por Dios. Nuestra respuesta no puede ser el dogmatismo sino un diálogo abierto y responsable.

El Pentateuco es la historia de un pueblo exiliado de Egipto buscando su propósito en tierra extraña. Son libros que proporcionaron identidad y consuelo a los cautivos de Babilonia que probablemente cerraron la edición final del Pentateuco (Ver video “EXILIO” abajo). Y no solo no pasa nada por ello, sino que decimos: ¡A Dios sea la gloria por una provisión tan contextualizada y pertinente mediante Las Escrituras!

Paralelamente, estos libros son actuales porque de algún modo también son nuestra historia, no solo la de Israel. Nos muestran nuestra torpeza y esclavitud, nuestra salida del Edén caído, de Egipto y Babilonia tratando de encontrar el camino a nuestro verdadero hogar, a la Tierra prometida que Cristo nos señala como el sentido pleno de la vida. En el Pentateuco comienza nuestro peregrinaje a la nueva Jerusalén siendo el punto de partida de todas las historias. El Pentateuco es también la historia del tosco caminar desde La Ley hasta la sublime Gracia que un día rescató a un pecador ciego y perdido como yo. De todo esto y de mucho más nos habla ese Pentateuco de Moisés y otros siervos de Dios que nos revelan un Dios que nos dirige de vuelta a casa. Y su Palabra es verdad.

Delirante.org

[1] https://www.gotquestions.org/Espanol/hipotesis-documentaria.html

[2] Obras completas de San Jerónimo, BAC, Madrid. En inglés: The Principle Works of Jerome (Nicene and Post Nicene Fathers of the Church, vol. 6; trans. W. H. Fremantle; Edinburgh: T&T Clark, 1989), 337-38

[3] Richad McDonald, ¿Quién escribió el obituario de Moisés en Deuteronomio 34?, coalicionporelevangelio.org, 10 julio 2019 

[4] Daniel C. Harlow, Después de Adán: Leer el Génesis después de la era evolutiva. Revista Aletheia, 2012, p. 21

¿Es bíblico el Infierno?

¿Es el infierno bíblico una tortura consciente sin fin?

Para una mayoría de cristianos el Infierno es un lugar de llamas y tormento consciente sin fin. Pero, ¿Fue ésta la interpretación de La Biblia dominante entre los primeros cristianos? ¿Qué argumentos ofrecen quienes creen que La Biblia no sostiene esta idea del Infierno?

ÍNDICE:

1. Argumentos bíblicos comunes de quienes cuestionan el Infierno clásico

Exposición de los mejores argumentos de dos posturas bíblicas alternativas al infierno literal:

POSTURA 1: Universalismo

POSTURA 2: Aniquilacionismo

2. Reflexiones finales para la Iglesia

Durante el sermón en una iglesia conservadora de Madrid, el predicador señaló –para sorpresa de muchos- que el concepto del Infierno como tortura consciente sin fin “no fue predominante durante los dos primeros siglos del cristianismo. Había como seis escuelas y solo una de ellas asumía esta idea [1]”. Lo cierto es que durante los primeros siglos, teólogos de influencia como Orígenes, Clemente de Alejandría, Dídimo el Ciego, Gregorio de Nisa (editor final del Credo Niceno), Evagrio Póntico, Diodoro o Teodoro de Mopsuestia, entre otros, sostuvieron interpretaciones del Infierno diferentes a la de un castigo sin fin.

Al comienzo de la Iglesia convivían quienes creían en el Infierno clásico y quienes no. Sería en el Concilio de Constantinopla (año 543) donde se afirmaría oficialmente que los sufrimientos del infierno eran eternos. Más tarde, en el Concilio de Letrán (1125), el Infierno se constituiría como dogma que incluía duras penas contra quienes lo negasen. Se trata de eventos claves porque las discrepancias teológicas ya no fueron toleradas aunque el cuestionamiento del Infierno tradicional a la luz de Las Escrituras nunca desapareció del todo. Seguiría poniéndose en entre dicho por Valdenses (s. XII), Anabaptistas, Hermanos moravos, Cristadelfianos o Socinianos, entre otros.

Fuera de Occidente, menos Infierno

El dogma del Infierno no ha cuajado con tanta solidez entre los cristianos orientales. Esto se explica en parte porque la consolidación del Infierno como dogma en Occidente fue después de su escisión con la iglesia oriental ortodoxa. Andréy Kórdochkin, párroco de la Iglesia Ortodoxa rusa de Madrid, asume que “el Infierno no es un lugar en conformidad con la doctrina patrística [2]«.

Pero ¿No habla La Biblia claramente del Infierno como un castigo en llamas eterno y sin fin? ¿Qué interpretación bíblica proponen estos creyentes?

Las alternativas más comunes al Infierno clásico son dos: 1) El aniquilacionismo que afirma que los malos son eliminados y dejan de existir tras el juicio final. Y 2) El universalismo que aboga por la salvación final de todos los humanos tras un juicio con final restaurativo.

Estas dos posturas comparten algunos argumentos que pretenden ser bíblicos y que veremos a continuación. Buscando un mayor rigor los expondremos tal y como ellos mismos podrían hacerlo procurando conocerlos correctamente antes de juzgar y retener lo bueno (1ª Tesalonicenses 5, 21). Al final de esta serie concluiremos con algunas reflexiones en cuanto al lugar de estas creencias en la Iglesia actual.

Comencemos con los argumentos contrarios al Infierno clásico:

La palabra “infierno” no existe en La Biblia

La palabra “infierno” no existe en el texto bíblico original. El término es “Gehena”, procedente del hebreo gueh hinnóm y que deriva del “valle de Hinón” situado a las afueras de Jerusalén. En tiempos de Jesús este Gehena era el lugar donde se quemaba la basura que en el Antiguo Testamento llegó a albergar sacrificios humanos.

Sería la versión de La Biblia más influyente de la historia, La Vulgata (siglo IV) quien sustituiría por primera vez el término Gehena por “Infierno”. Así que cuando los primeros oyentes escuchaban a Jesús hablar del Gehena lo que visualizaban era un lugar terrenal y conocido. Se hacía difícil, por tanto, relacionar un basurero con un castigo perpetuo ya que todo lo que se arrojaba al Gehena se consumía al poco de ser echado.

El término traducido como “eterno” (aionios) no implica un tiempo sin fin

El significado de las palabras cambia en cada tiempo y lugar. Además de esto, quienes traducen saben que es difícil verter términos con las mismas acepciones, polisemias, etc. que el original. No digamos ya desde textos con miles de años.

La confusión del lector actual puede darse con el término “aionios” (plural derivado de aion) cuando es traducido como «eternidad» o “eterno” en nuestras Biblias. Pero en griego no alude necesariamente a un tiempo sin fin y posee varios significadosLiteralmente significa “que dura un siglo […] Este término destaca el hecho de que algo es continuo y no está sujeto a cambios repentinos. En los antiguos papiros griegos hay numerosas referencias a que el emperador romano era  aiônios [3]”.

Efesios 1, 21 dice: “No sólo en esta edad (aión), sino también en la por venir”. En el 2, 7: “Para mostrar en los tiempos (aionios) venideros las abundantes riquezas de su gracia”. Fijémonos en que es imposible traducir aion/aionion por “eternidad” en ambos ejemplos.

Aionios connota “importancia perpetua” de lo adjetivado más que de su duración. Un fuego o castigo “aionios” reafirma la atemporalidad del valor moral de la acción ejecutada, no tanto lo que ésta dura. Algo aonios es a menudo algo “de Dios”, algo sin riesgo de ser alterado.

En Judas 7 se habla del “castigo del fuego eterno” sobre Sodoma y Gomorra. Pero… ¿Dónde está ahora ese fuego “eterno”? ¡Se apagó hace siglos! Aquel castigo fue un juicio eternamente inapelable, incuestionable en cualquier época ya que provenía de Dios. Pero el fuego duró un rato ¿Se capta la idea?

Lo que permanece por siempre es la validez de aquel juicio, no la duración del instrumento usado. Al menos no necesariamente.

Igual ocurre con eterno (olam) del Antiguo Testamento

Olam es traducido como “eternidad” en nuestro Antiguo Testamento. El término también posee varias acepciones y no tiene un equivalente exacto en nuestro idioma. Olam se relaciona con el verbo alam que significa ocultar y hace referencia a aquello que está más allá de nuestro entendimiento. La concordancia Strong define olam como algo “propiamente escondido, generalmente tiempo fuera de la mente”.

En Génesis 17 Dios calificó la circuncisión como “un pacto eterno”, un pacto que para los cristianos ya terminó. Muchas ordenanzas traducidas como «eternas» (ôlâm) solo duraron un tiempo limitado (Ex. 27, 21; 28, 43) porque no se definía su duración sino su validez indiscutible.

El fuego que nunca se apaga y el gusano que nunca muere como típica hipérbole hebrea

El fuego eterno como hipérbole alejada de cualquier pretensión literal es típico de la retórica hebrea. En Levítico 6, 13 el fuego del sacrificio «se mantendrá encendido continuamente en el altar; nunca se apagará«. Pero aquel fuego se apagaba y hoy está definitivamente apagado. Jeremías 17, 27 exhorta a Judá diciendo: “yo haré descender fuego en sus puertas, y consumirá los palacios de Jerusalén y no se apagará”. Aquel fuego hiperbólico está hoy apagado.

En Isaías encontramos la figura retórica con la que Jesús conecta cuando se refiere al “gusano que nunca muere y al fuego que nunca se apaga”. Isaías advierte a Israel de que “cuando salgan del Templo podrán contemplar los cadáveres de aquellos que se rebelaron contra mí, pues su gusano no muere y su fuego no se extingue” (Isaías 66, 11 y 24). Fijémonos en que el gusano “inmortal” y el fuego eterno constituyen un lenguaje figurado que ilustra un juicio divino temporal y limitado.  No se relaciona con personas torturadas eternamente sino con cadáveres insensibles a la vista de quienes siguen vivos en esta tierra. Se trata de una visión que “resulta espantosa a los vivientes” (Is. 66, 24). A la luz de La Biblia, la desgracia de estos rebeldes fallecidos fue su exterminio en esta tierra, no que pasaran a una terrible tortura sin fin.

Jesús recurrirá a estas metáforas hebreas (Mateo 13, 41-42) como la del Salmo 112, 10 que describe al malo que “se enfada, rechina sus dientes y se consume”.  Como explica Juan Stam: “el sheol era el concepto hebreo de la tierra de sombras de los que ya no vivían físicamente. Era un concepto muy poco definido, aunque no era lugar de castigo […] Mucho del lenguaje descriptivo del infierno tiene que ser figurado. Lo del gusano que no muere, no es para sacar una doctrina de la inmortalidad de los gusanos. Fuego y tinieblas son símbolos contradictorios, si se toman al pie de la letra, pero el ardor del fuego y el temor de la oscuridad son simbolismos [4]”.

Del mismo modo, en ocasiones nosotros también usamos hiperbólicamente estos conceptos en frases como “ese trámite dura una eternidad” o “aquel pueblo es un Infierno”. ¿Qué pensarían de estas expresiones cristianos literalistas de dentro de 2000 años si La Biblia se hubiera escrito en nuestra cultura?

El poder de la metáfora

El cristianismo actual ha ido desarrollado una mentalidad más literalista que las de las culturas bíblicas. La pedagogía basada en epopeyas, parábolas y la profundidad del lenguaje simbólico ha ido perdiendo peso en Occidente. Por diferentes razones de tipo histórico entre muchos cristianos actuales persiste la errada idea de que el lenguaje alegórico es menos verdad que el literal. Pero basta ver a Jesús usando parábolas para transmitir con la mayor de las fuerzas La Palabra de Dios.

Como el erudito William V. Crockett comenta: “en la antigüedad, los maestros usaban frecuentemente expresiones simbólicas para subrayar sus puntos (hipérbole rabínica). Para ser un discípulo, debes «odiar» a tu padre y a tu madre (Lucas 14:26), «arrancar» un ojo cuando miras lo que no debes (Mateo 5:29), o dejar que los muertos «entierren a sus muertos» (Lucas 9:60). Este lenguaje colorista fue entendido por todos como una hipérbole, una retórica que destaca la tremenda importancia de lo narrado. Lo mismo ocurre con las imágenes del infierno [5]

El Gehena: ¿Incluía un anuncio del juicio sobre Israel?

Apenas 40 años después de las palabras de Jesús acerca del Gehena toda la identidad judía sería arrasada por fuego y gusanos (Lucas 21, 5-9). En el documental acerca del Infierno titulado Hellbound (2012) varios teólogos explican cómo la destrucción de Jerusalén del año 70 supuso el fin del universo judío tal y como ellos lo conocían. Fue el fin de una cosmovisión centrada en el sacerdocio, el sacrificio, el Templo, la ciudad santa, etc. El auditorio de Jesús sabía que en el Antiguo Testamento el Gehena a menudo se refería a ejércitos invasores que arrasarían Jerusalén (Jer. 7, 32). Y eso fue lo que pasó en el año 70. ¿Serían las referencias al Gehena una profecía acerca de esta destrucción?

¿Y qué de Mateo 25, 46: “E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna”?

Muchos creyentes en el Infierno argumentan: “Pero ¿No dice Mateo 25, 46 que tanto la vida como el castigo son eternos (aionios)? Entonces, si decimos no hay un castigo eterno con el sentido de “duración sin fin” ¿No hay tampoco una vida eterna “sin fin” para el justo?”.

Respuesta:

Para comenzar, fijémonos en que el texto completo dice que quienes alimentan a un hambriento o visitan un enfermo “irán a la vida eterna” (Mateo 25, 42-26). Sin embargo, los creyentes en el Infierno no suelen pensar que estas palabras sean literales ya que creen que por hacer estas obras no se irán a la vida eterna ¡También deberían creer en Jesús como su salvador!, un añadido que el texto no dice en ningún momento. Así que: 1) Los defensores del Infierno son los primeros que creen que el relato es hiperbólico y no debe tomarse al pie de la letra.

Del mismo modo, las cabras y las ovejas del relato (Mt. 25, 32-33) son una metáfora evidente de dos tipos de personas. Esto lo creemos todos, al mismo tiempo que también vemos en los versículos anteriores a Mt. 25, 41 se habla del “fuego que no se apaga” preparado “para el diablo y sus ángeles” Pero: ¿Se quemarán seres espirituales con fuego literal? ¿No es otra evidencia de más simbolismo?

El texto está lleno de retórica y debemos ser cautos a la hora de exigir literalismo solamente a las palabras del relato que nos interesan y desde la traducción a nuestro idioma. Hay que analizar qué dice el texto y qué no dice. Y lo que sí dice es que las acciones justas e injustas tienen repercusiones en la era venidera y que éstas llevan el sello inapelable del juicio de Dios (hasta aquí todos los cristianos de acuerdo). Pero otra cosa es afirmar que ambas “eras venideras” (otro significado de aionios) deben durar lo mismo: para siempre. Pero esto no lo dice el texto.

Es un error pensar que si el castigo no es eterno entonces la vida del justo tampoco debe ser eterna. Creemos que la vida de los justos sí es eterna porque Las Escrituras la describen con una calidad y plenitud sin igual, sin muerte. Esto se observa sin ni siquiera utilizar el término aionios que más bien se centra en la calidad de esa vida que Dios da y que ya empieza en esta tierra (Juan 17, 3).

La eternidad de la vida del justo sí la vemos revelada en 1ª Corintios 15 o en el “ya no habrá muerte, ni más llanto” (Ap. 21, 4), entre otros textos que definen esta vida como algo maravilloso. Como dice Proverbios 10, 25: “el malo no permanece; mas el justo permanece para siempre”. Pero el castigo del malo es una situación absolutamente diferente. Aunque el destino del justo y del injusto son actos de validez eterna ejecutados por Dios (significado básico de aionios) no tiene sentido pensar que el castigo del malo debe ser de la misma calidad y/o duración que la vida del justo.

¿Y cuánto dura entonces el castigo y cuánto la vida del justo de Mateo 25, 46? Pues Jesús no lo dice y no parece que pretenda dar respuesta a este asunto desde el punto de vista cuantitativo. Pero sí sabemos que aquí el destino de las cabras bajo castigo “eterno” (vs. 41) es la misma expresión de Judas 7 para el fuego que destruyó Sodoma ¡Y que ya se apagó! cuyo énfasis era moral y cualitativo, no de duración. La vida plena y sin dolor era el plan original de Dios. No el castigo. Ambos destinos no tienen por qué durar lo mismo. De hecho Las Escrituras apuntan a que uno dura por siempre y otro no.

Por último, observemos que en la mayoría de las traducciones de La Biblia solamente aparece una vez la expresión “castigo eterno” y es aquí, en Mateo 25, 46. La palabra vertida como “castigo” es kolasis, (derivada de kolazo [6]), un término de jardinería referido a la poda. Así que lo que leemos aquí es un “aion de kolazo” que literalmente puede traducirse como «un período de poda” ¿Y qué se pretende en la poda? ¿Hacer sufrir para siempre al ser podado? Para los aniquilacionistas este tiempo de poda equivale a ser eliminados tras ser juzgados. Para los universalistas será un periodo que corregirá al árbol durante un tiempo para finalmente hacerlo florecer. En cualquier caso, ningún jardinero poda una planta para provocarle terribles sufrimientos sin fin. De nuevo el griego original desbarata cualquier idea de Infierno literal percibida en nuestros idiomas y por el peso de la tradición medieval.

Ni rastro del Infierno en las cartas a los gentiles

No obstante,  si Jesús hubiera querido revelar la existencia del Infierno como un lugar literal en el más allá ¿Por qué se refirió a un valle conocido en lugar de explicarlo claramente? ¿Por qué no le dio un nombre propio? Lo cierto es que todas las alusiones de Jesús al Gehena son siempre dirigidas a religiosos judíos. Como observa Julie Ferwerda: “Jesús nunca les habló a las multitudes acerca del “infierno,” ni siquiera por una sola vez como nosotros creemos hoy, únicamente les hablaba en privado y en muy reducidos contextos a sus discípulos o a los fariseos (gente religiosa) a lo mucho en tres o cuatro ocasiones [7]”.

Este carácter local del Gehena explicaría por qué este lugar ya no se menciona fuera del contexto hebreo de los evangelios. Fijémonos en que cuando surge la necesidad de escribir libros fuera de Judea los autores saben que el lenguaje simbólico hebreo debe limitarse drásticamente y entonces… ¡Las advertencias sobre el Gehena desaparecen! (a excepción de la simbólica apocalíptica judía que veremos más adelante).

Pero si algo tan terrorífico como el Infierno existe: ¿No deberían ser advertidos los gentiles desde las cartas fundacionales del cristianismo? ¡Sin duda! Pero fuera de Jesús el Gehena solo vuelve a mencionarse una vez y lo hace Santiago (3, 6) para referirse al poder destructor de la lengua ¡Otra vez un uso metafórico! Luego está el Tártaro, que aparece una vez en La Biblia y que es un término de la mitología griega que Pedro usa para ilustrar el encarcelamiento previo al juicio de “los ángeles que pecaron”, pero no de las personas (2ª Pe. 2, 4). Como vemos, los autores bíblicos no consideraron ningún Infierno del que avisar a los no judíos.

Aquellos predicadores actuales que definen como “evangelio light” aquel que omite el Infierno también deberían calificar como light los más de 20 sermones de Hechos o todas las cartas de Pablo.

La historia del rico y Lázaro (Lucas 16, 19-31)

Una errada interpretación de la parábola del rico y Lázaro ha sido clave para el dogma del Infierno a pesar de que en esta historia ni se menciona el Cielo ni el Infierno. Los dos lugares que aparecen son “el seno de Abraham” (el nombre ya evidencia su simbolismo) y el Hades, lugar al que van los muertos en la cultura grecorromana. Así que desde el literalismo ni Abraham ni Lázaro podrían haber estado en El Cielo ya que “nadie ha subido al cielo, excepto el que bajó de allí, es decir, el Hijo del hombre” (Juan 3, 13).

Curiosamente, desde el literalismo esta historia revelaría la existencia de conversaciones entre los habitantes de ambos lugares, algo que pocos cristianos tradicionales creen que ocurra realmente. Luego está la súplica del rico para que Lázaro ponga el dedo húmedo en su lengua. El lenguaje hiperbólico es de nuevo evidente pues nadie se sentirá aliviado de semejante tormento calcinador porque simplemente le pongan un dedo húmedo en la lengua. Se trata de una historia llena de llamativos y evidentes simbolismos extremos. El pastor conservador y profesor de exégesis del Seminario Teológico Fuller, George E. Ladd, afirma que esta historia del rico y Lázaro es, probablemente “una parábola de uso corriente en el pensamiento judío y no pretende enseñar nada sobre el estado de los muertos [8]”.

En el Israel del siglo I circulaban relatos similares al del rico y Lázaro acerca del destino futuro de ricos y pobres. Jesús lanza un mensaje que conecta con estas historias populares como las del rico publicano Bar Ma´yan y un pobre escriba. En esa historia fijada en el Talmud judío, un amigo del pobre vio en sueños a aquellos muertos en el más allá separados por un río de agua. Allí vio al pobre disfrutando “en jardines de belleza paradisíaca…Y vio también a Bar Maján, el publicano que estaba a la orilla de un río y quería alcanzar el agua y no podía [9]”.

Es muy probable que Jesús quisiera conectar con la famosa historia del pobre y Bar Maján cambiando el nombre de sus personajes para producir un mayor impacto y comprensión. La apelación a narraciones ya conocidas para transmitir el evangelio no es algo extraño en La Biblia. Es una pedagogía similar a la de Pablo cuando en Atenas citó a poetas griegos como Filóstrato o Pausanias (Hechos 17) para conectar con sus oyentes. ¿Y acaso estaba Pablo menos inspirado por el Espíritu Santo por citar a poetas paganos griegos? ¿Lo estaba Jesús al conectar con historias e imágenes conocidas de su tiempo? No. Tanto Jesús como Pablo fueron guiados por Dios en esta metodología. Y si con esta historia Jesús pretendía revelar una realidad tras la muerte tan detallada e inexistente en el Antiguo Testamento… ¿Por qué los religiosos que constantemente tratan de “pillar” a Jesús no le acusaron de introducir nuevas doctrinas?

La historia se incluye dentro de una agrupación temática con las demás parábolas de los capítulos 15 y 16 en las que Jesús sacude a los religiosos que rechazan a marginados como pobres o mujeres. Decir que esta historia no puede ser una parábola porque usa nombres propios es desconocer la cultura hebrea del primer siglo ¡Claro que se usan nombres en parábolas! Tampoco se dice que el rico esté allí por rechazar a Jesús, que es la razón por la que los cristianos dicen que se va al Infierno. Creo que está totalmente fuera de contexto pensar que esta historia pretendía enseñarnos a elegir a Jesús para no ir al Infierno

En cualquier caso, ninguna parábola debe fundamentar ninguna doctrina acerca de lo que ocurrirá tras la muerte. La enseñanza clave de las parábolas no está en su literalidad sino en el mensaje oculto tras los elementos culturales de su tiempo, ya sean semillas, ganado o populares relatos de ricos y pobres. Y aquí las alusiones a Moisés y los profetas presentan a Cristo como un nuevo Camino que incluye a los pobres y enfermos despreciados por aquellos religiosos que creían tener el monopolio de la interpretación bíblica.

Apocalipsis

Si la historia del rico y Lázaro fuese una revelación del más allá nos encontraríamos con numerosos problemas teológicos a la luz de otros pasajes del Nuevo Testamento. En la parábola el rico está atormentado en una llama en el Hades (vs. 23-24). Pero en Apocalipsis 20, 14 el lago de fuego es un lugar diferente al Hades: “la Muerte y el Hades fueron arrojados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda: el lago de fuego”.

Como vemos, desde el literalismo la cosa se complica ante esta existencia de dos lugares diferentes de llamas ¿Y qué del tercer lugar definido como “la Muerte”? ¿Es la muerte algo que se arroja y que se quema literalmente en un lago? En Apocalipsis el Hades ardiente del rico no es algo eterno sino un lugar que será destruido. Así que Apocalipsis muestra que el Hades tiene sus días contados. Además ¿Cómo un lago de fuego literal quemará un Hades de fuego literal? Ese lago que lo destruye todo más bien parece el anuncio del final de todo mal y la inauguración de una era en la que ya no habrá llanto ni sufrimiento (Ap. 21, 4) en ningún  lugar del Universo. Esa es la esperanza final de Apocalipsis.

La apocalíptica usa imágenes extremadamente alegóricas, las mayorías discutidas e interpretadas de maneras muy diferentes a lo largo del cristianismo. Apocalipsis está lleno de simbología judía y grecorromana que incluye bestias cornudas y de varias cabezas, numerologías encriptadas, copas cósmicas, prostitutas extra terráqueas y sí… también un lago de fuego que solo aparece descrito como tal en este libro.

Pero ¿Sería ésta la manera definitiva de asegurarnos que el Infierno es literal? ¿O más bien deja claro que es un símbolo?

El fuego en La Escritura es un símbolo abierto. A menudo de depuración, del fin del mal y de la eliminación de lo inmundo. En el Antiguo Testamento Dios se presenta a sí mismo como fuego purificador: “Y la luz de Israel será por fuego, y su Santo por llama, que abrase y consuma en un día sus cardos y sus espinos” (Is. 10, 17). Dios purifica abrasando, pero él no es literalmente una llama.

En Apocalipsis el tormento con fuego y azufre “pasa” justo “delante de los santos ángeles y del Cordero” (14, 9-11) a modo de una metáfora en las alturas mientras en otros lugares se sitúa en lo más profundo del abismo (Ro. 10, 7) o en los hoyos oscuros del Tártaro (2ª Pedro 2:4).

Estos tormentos recaen en los vivos y no aparece una humanidad “no creyente” en masa sufriendo por siempre. En Apocalipsis solamente vemos al diablo “arrojado al lago de fuego y azufre, donde también están la bestia y el falso profeta, y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos” (Ap. 20, 10). La imagen no evoca un lugar con miles de millones condenados humanos. No. La palabra para “atormentados” es basanizo, que también significa “encarcelar” y que conecta con el libro de Judas: “Y a los ángeles que no guardaron su estado original […] los ha guardado bajo oscuridad en prisiones eternas, para el juicio del gran día” (Judas 1, 6). En estos texto no es la tortura sino las prisiones las que son “eternas” (aionios) como un designio inapelable de Dios. Pero no son prisiones que “durarán para siempre” sino lugares de tránsito de las huestes del mal en espera del juicio final.

Apocalipsis finalmente contiene un mensaje de esperanza para la humanidad. Pero si existiese un Infierno… ¿Cómo podríamos estar de fiesta en un Cielo en el que “ya no habrá más dolor” (Ap. 21, 4) sabiendo que mi amada hija está desgarrándose por siempre en el Infierno? Ambos escenarios no parecen compatibles, pero “el que estaba sentado en el trono anunció: Voy a hacer nuevas todas las cosas. Y añadió: — Palabras verdaderas y dignas de crédito son estas. ¡Escríbelas!” (Apocalipsis 21, 5).

Hasta aquí hemos expuesto algunos argumentos bíblicos comunes a quienes no creen en el Infierno clásico. A continuación veremos argumentos concretos de cada una de estas dos posturas por separado. Comenzamos por el universalismo.

POSTURA 1: ¿Qué es el universalismo bíblico?

Comencemos:

El término universalismo suena rotundamente herético para el cristiano común. Las crecientes “conversiones” de influyentes cristianos tradicionales al universalismo han llamado la atención incluso desde el ámbito secular, especialmente en los EE.UU.

En 2011, la revista TIME se hizo eco de la polémica levantada por el conocido pastor Rob Bell con su libro “Love Wins” titulando en su portada “¿Y si no hay Infierno?”. En 2018, Netflix lanza “Come Sunday”, una película basada en hechos reales que narra la lucha del predicador Carlton Pearson cuando llega a la conclusión de que La Biblia enseña la salvación final de todas las personas.

¿Y qué cree exactamente un universalista cristiano? Nosotros hablaremos del perfil que cree en la inspiración de La Biblia y que no relativizan las consecuencias del pecado. Estos universalistas suelen comenzar aclarando que ellos tampoco afirman que todas las religiones llevan a Dios sino que Jesús es El Camino y que la salvación se produce mediante la cruz de Cristo.

El universalismo no es una corriente esnobista o un producto de la teología liberal tal y como muchos piensan. Como ya vimos en el anterior artículo, el universalismo estuvo muy extendido entre los primeros cristianos hasta la imposición del Infierno como dogma indiscutible. Julie Ferwerda cuenta que “de las 6 escuelas teológicas en los días de Tertuliano (desde los años 170 a los 430 después de Cristo), la única escuela que enseñó la doctrina del tormento eterno o el infierno a sus estudiantes era la escuela latina (romana) en Cartago, África. Cuatro de las otras cinco enseñaron que, a través de la muerte y resurrección de Cristo, toda la gente sería salvada a través del juicio restaurativo y la reconciliación por medio de su diseñado plan [10].

Por uno todos pecan, por uno todos se salvan

¿Y qué apoyo bíblico presentan? Los universalistas se sustentan en textos como Romanos 5, 18: “Por la transgresión de uno (Adán) vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno (Jesús) vino a todos los hombres la justificación de vida”. Fijémonos en que Pablo establece una correlación causal entre el legado de Adán y Jesús en la que “todos” solo puede significar “todos”, no unos pocos, muchos o algunos.

Esta idea es repetida en 1ª Corintios 15, 22-23 con mayor claridad aún: “Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno en su debido orden…”.

Propósito de Dios: restaurar todas las cosas

Los malos serán ajusticiados… sí. Pero Jesús cuenta una historia en la que matiza que no lo serán eternamente sino solamente hasta que paguen su deuda (Mateo 18, 34): “De cierto te digo que no saldrás de allí, hasta que pagues el último céntimo” (Mateo 5, 26). Pagarán “HASTA QUE…” un matiz que lo cambia todo.

En Las Escrituras abundan los textos en los que Dios restaurará mediante un fuego purificador. Esto otorga significado pleno al concepto de Gracia, pues “cuando el pecado sobreabundó, sobreabundó la gracia” (Ro. 5, 20), ya que “el día del Señor pondrá de manifiesto el valor de lo que cada uno haya hecho, pues ese día vendrá con fuego, y el fuego pondrá a prueba la consistencia de lo que cada uno haya hecho. Aquel cuyo edificio, levantado sobre el cimiento, se mantenga firme, será premiado;  aquel cuyo edificio no resista al fuego, será castigado. A pesar de lo cual, él se salvará, si bien como el que a duras penas escapa de un incendio”  (1 Corintios 3, 13-15).

El académico John G. Stackhouse Jr. dice que “el infierno se representa como un fuego. El fuego en La Biblia realiza dos funciones útiles y relacionadas. La primera es probar o juzgar la naturaleza esencial de algo destruyendo todo lo que carece de valor, tal y cómo el fuego quema las cáscaras para exponer las semillas, si las hay. O destruyendo la escoria para exponer metales preciosos, cuando los hay. La segunda función, estrechamente relacionada, es purificar el estado de esa cosa cuando no hay en ella nada de valor permanente. Y en tercer lugar: el infierno se representa como un basurero [11]”.

Del mismo modo, en el Gehena no son las personas las quemadas por siempre sino su basura. El propósito del juicio es una purificación mediante fuego (Malaquías 3, 2-4), nunca la tortura infinita.

Este cuadro final va en línea con 1ª Timoteo 4, 10: “Por esto trabajamos y nos esforzamos, porque hemos puesto nuestra esperanza en el Dios vivo, que es el Salvador de todos los hombres, mayormente de los que creen”. Otras traducciones vierten “especialmente” en lugar de “mayormente”. Este sentido de “especial” (mayormente) radica en la diferencia entre vivir una vida con propósito y otra que no lo hace. Pero en todos los textos anteriores queda claro que, aunque sea a duras penas, cada persona será salvada tras y un juicio y el posible cumplimiento de condena.

¿Sería justo que Hitler fuera al Cielo?

Un argumento típico contra el universalismo es lo escandalosamente injusto que sería que alguien como Hitler fuese finalmente al Cielo. Para muchos cristianos el Infierno tiene sentido por personas como él, un planteamiento muy comprensible, pero… ¿No sería igualmente escandaloso que Hitler fuera al Cielo porque se arrepintió de sus pecados en sus últimos 10 segundos de vida? (quizás ha ocurrido) Y respecto a quienes afirman que “todos merecemos el Infierno”… ¿Cuál es entonces el problema con que otros sean salvados inmerecidamente a su debido tiempo? ¿No será que a quienes les chirría el universalismo en el fondo se perciben más dignos que los otros? Los universalistas perciben que el problema de fondo es que muchos cristianos ya no se sentirían tan especiales y exclusivos. No obstante, si este universalismo es cierto, Hitler va a dar cuentas a Dios. No se va a ir de rositas. Aunque el cómo o el cuánto queda en manos de Dios.

Pero desear que el Infierno torture a otros por siempre es desear lo contrario de nuestro Dios quien quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad […], el cual se dio a sí mismo en rescate por Todos” (1ª Ti. 2, 4-6). “Dios no quiere que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento”. (2ª P. 3, 9). Y lo que Dios quiere lo consigue.

Y ya que estamos con el problema del mal y el nazismo… ¿Define la justicia perfecta de Dios que los muertos en Auschwitz pasen de las torturas nazis a las del Infierno porque no creyeron en Jesús como su Mesías? ¿Llegarán al Infierno tras el sufrimiento de Auschwitz y dirán: “¡Esto es lo que yo merezco! ¡Dios ha hecho justicia!”? ¿Fuimos salvados sin merecerlo pero millones serán condenados por un “Dios que no hace acepción de personas” (Hch. 10, 34; Ro. 2, 11)?

Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere” (Jesús en Juan 6, 44) puede parecer una declaración injusta si pensamos que Dios atrae solo a unos pocos mientras que condena por siempre a otros muchos. Pero estas palabras son solo el comienzo de las Buenas Noticias, pues unos capítulos más adelante dice: “Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo” (Juan 12, 32). Este es el cuadro completo.

Siguiendo con el argumento de que gente como Hitler no debe ir al Cielo, recordemos que Pablo, perseguidor y torturador de cristianos, se vio a sí mismo como el Hitler de su tiempo; «el peor de los pecadores» (1 Ti. 12-16). En Pablo vemos cómo el peor criminal recibe el perdón divino sin buscarlo intencionalmente. Esta es la gracia que escandalizó a los religiosos y que acabará por persuadirnos en este mundo o en el venidero. “Él nos ha dado a conocer su plan secreto: Los designios que en su bondad había decidido realizar por medio de Cristo, llevando la historia a su punto culminante y haciendo que todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, recuperen en Cristo su unidad” (Efesios 1, 9-10).

Pero los creyentes en el Infierno afirman que este deseo de Dios no se cumplirá de ningún modo. Aseguran que el fin de la historia será la condenación de millones de humanos en torturas eternas. Pero ¿Es esta la anunciada victoria final de Cristo? ¿No parece más bien la del enemigo? Dios no se glorifica en lo que él insiste que no desea y el Infierno no es el plan de Dios sino aquello que vino a deshacer. Como dice William Barclay, el único triunfo final es un universo amado por Dios y enamorado de Dios ¡Aleluya!

¿Tenemos un libre albedrío absoluto?

La teología del Infierno afirma que aquellos que rechazan a Dios serán eternamente castigados porque libremente decidieron rechazar a Dios. Pero Jesús no dijo de quienes lo ejecutaban: “Estos viles asesinos serán castigados por siempre porque eligieron matar al hijo de Dios”. No. Él dijo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23, 34). Perdónalos a todos ellos. Luego en 1ª Juan 4, 19 se dice que “nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero”. Así que aunque todos poseemos cierta libertad de actuación, vemos que el libre albedrío absoluto no es enseñado como tal en La Biblia.

Millones de personas viven circunstancias muy diferentes. Abundan las malas experiencias e imágenes distorsionadas del cristianismo, comenzando por la distorsión que los propios cristianos hacemos desde nuestras incoherencias. Muchos pecadores no arrepentidos no nacieron en el hogar o país adecuado. Millones no tuvieron la oportunidad de encontrarse con la gente correcta ni recibieron en esta vida el don del arrepentimiento que solo el Espíritu Santo otorga.

¿Gracia y arrepentimiento tras la muerte física?

Sin embargo, la persuasión del Espíritu continuará yendo más allá de esta vida si es necesario. Jesús prometió que el Espíritu Santo “convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio” (Juan 18, 8). Y así lo hará ¿Y por qué la gracia habría de ser injusta si se produce después de la muerte? ¿Dónde dice la Biblia que solo durante esta vida tenemos la oportunidad de arrepentirnos? En ningún sitio. Y como dijo el salmista: “Sobre mí pusiste tu mano. Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí. Alto es, no lo puedo comprender  ¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia?  Si subiere a los cielos, allí estás tú; Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás” (Salmo 139, 5-7).

Algunos responden a esto con Hebreos 9, 27 que dice que “está establecido que todos muramos y que después el juicio”. Bien. Pero el texto no dice nada acerca de tener una sola oportunidad de ser salvados en esta tierra. En cualquier juicio el juez puede ordenar una condena o un trabajo de reinserción como paso previo a la libertad final. De hecho, ningún sistema penal condena con torturas infinitas. “Porque por esto también ha sido predicado el evangelio a los muertos, para que sean juzgados en carne según los hombres, pero vivan en espíritu según Dios” (1 Pedro 4, 6. Ver también 1ª P. 3, 18-19). Muertos predicados para que vivan. Han leído bien.

Dios no nos va a forzar a creer como algunos dicen. El asunto no funciona así. Él va a persuadirnos hasta que la venda caiga de nuestros ojos. Es como alguien tan trastornado que va a prenderse fuego a sí mismo y tú le impides que lo haga. No infieres en su libertad. Al contrario, su libertad es más real cuando le ayudas a ver las cosas de otro modo rescatándolo de su falta de juicio y de su esclavitud a las circunstancias que le atormentan. Y al final esta persona es liberada y decide vivir. Así funciona Dios. Y cuando le veamos cara a cara, sin espejos ni suciedad, nadie optará por rechazarlo.

La justicia de Dios

En La Biblia la justicia a menudo se relaciona con la misericordia más que con la retribución del derecho romano que heredamos. Lo observamos en los Salmos. En el 7, 17 David dice: “Alabaré a Jehová conforme a su justicia”. Si aquí justicia equivaliese a “dar a cada uno lo que le corresponde o pertenece” (Justicia según el Diccionario de la RAE) David no hubiera podido decir esto porque como adúltero, asesino y ladrón de esposas él debería haber muerto según La Ley ¡Se le acumularon motivos legales de sobra para ser ejecutado! Así que David no alaba a Dios por una justicia como la del Infierno sino por una justicia de gracia y restauración. Lo mismo en el Salmo 51, 14 “Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salvación; Cantará mi lengua tu justicia”. De nuevo el canto de David a la justicia es un canto al perdón inmerecido. Así que debemos tener cuidado cuando leemos “justicia” en nuestro idioma y decimos cosas como: “pero el Dios de La Biblia también es justicia…”. Sí ¿Pero qué tipo de justicia? La de Dios a menudo equivale a misericordia con quien legalmente no le corresponde. Y ahí entramos todos.

 En cualquier caso, toda retribución bíblica de justicia siempre va a quedar lejos del concepto de tortura sin fin que propone el Infierno. Esto no se concibe ni para las destrucciones del Antiguo Testamento que solo duran un tiempo limitado. Todas las justicias de La Biblia son ajenas al concepto de tortura infinita.

Proporcionalidad

En esta línea, otro argumento que en ocasiones se esgrime contra el universalismo es que “como Dios es Santo e infinito cualquier ofensa contra él (cualquier pecado) merece un castigo infinito”.  Pero este extraño planteamiento no solo no está en La Biblia sino que la contradice. En primer lugar, cualquier pecado contra otro es siempre un pecado contra Dios (Hechos 5, 4). Y son Las Escrituras quienes siempre defienden el principio de proporcionalidad en los castigos (véase La ley del Talión de Levítico, por ejemplo). Jesús dijo que con “del mismo modo que juzguéis a los demás, os juzgará Dios a vosotros, y os medirá con la misma medida con que midáis a los demás” (Mt. 7, 2). Todo juicio bíblico es proporcional, algo imposible de vislumbrar en la doctrina del Infierno.

Finalmente, la justicia bíblica busca arreglar las cosas. La amenaza del castigo posee un propósito preventivo y disuasorio. El “ojo por ojo” del antiguo Israel apenas se aplicaba y fue un triunfo como mecanismo para proteger a los oprimidos. Los castigos de Dios a Israel eran retributivos pero su fin siempre apuntaba a su restauración y salvación final. Y es que el propósito de Dios es  “reconciliar todas las cosas consigo mismo, habiendo hecho la paz por medio de su sangre en la cruz”. Colosenses 1, 20.

Y si afirmamos que Jesús pagó la deuda que a mí me tocaba pagar y se supone que yo debo pagar con el Infierno… ¿Cómo es que Jesús no fue eternamente al Infierno sino que “simplemente” murió en mi lugar?  ¡Y resucitó al tercer día!  Como vemos, la idea de la necesaria justicia del Infierno eterno no encaja con la expiación sustitutoria en la que Jesús pagó aquello que todos deberíamos pagar.

Toda rodilla se doblará

Cristo fue exaltadopara que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra” (Filipenses 2: 9-10). El tono de este texto no parece apuntar a que un día todos serán forzados a decir: “¡Oh no! ¡Mis rodillas se doblan solas sin yo quererlo! Y mi lengua comienza a proclamar que Jesús es el Señor ¡Pero no quiero! No. Filipenses apunta a que todos se prostrarán confesándole auténticamente como su Señor. Y La Biblia dice que todos los que confiesen que Jesús es el Señor serán salvos” (Romanos 10, 9) ¡Y poco después que “toda lengua confesará a Dios”! (Ro. 14, 11) Ahí está otra vez el cuadro completo, sin trocear. Todos los salvados confesarán que Jesús es el Señor, en esta vida o en la venidera.

Por otro lado, resulta paradójico que tantos cristianos tengan problemas morales con la salvación universal a la vez que creen que un día “todo Israel será salvo” (Ro. 11, 27) porque ellos nacieron dentro de este grupo étnico. En todo caso, según Las Escrituras esta salvación total de Israel ocurrirá después de “que el conjunto de las naciones en pleno se convierta” (Ro. 11, 25). De nuevo el cuadro bíblico completo.

¿Para qué evangelizar entonces?

Pero si al final todos se salvarán ¿Para qué evangelizar? -dicen muchos cristianos- La respuesta a esta cuestión debe empezar aclarando que este universalismo no presenta una visión “bonita” del más allá para todos sino que ésta incluye un juicio justo del que advertir. Los autores bíblicos usaron imágenes como gusano, llamas, oscuridad, abismo, etc. que siguen ilustrándonos las consecuencias del pecado en esta vida y en la venidera. Así que ¡Cómo no anunciar que Jesús es el Camino!

Algunos también dicen que el universalismo apaga la pasión evangelística, pero ¿Y qué de los millones de cristianos que sí creen el Infierno y apenas evangelizan? ¡No es el caso de muchos de nosotros! pues en realidad el universalismo abre las puertas a la predicación con gozo porque se libera de la imagen de un Dios perennemente torturador que ahuyenta a cualquier buscador sincero del Dios verdadero. Pensemos en la madre que perdió a su querida hija no cristiana de 19 años. Para ella el Infierno es un mensaje de terror enloquecedor que le quita toda esperanza para su hija y convierte su vida en la peor de las angustias. Para ella el evangelio del Infierno no son buenas noticias sino el fin de toda esperanza. Decirle a esta mujer que solo piense en su salvación no le será de consuelo a alguien que ama. Y tampoco suena demasiado cristiano.

Lo más grave de aquellos que dicen “¿Para qué predicar entonces?” es que menosprecian toda obra transformadora de Dios en esta tierra ¡Y eso sí es fuerte! ¿Qué hay en el interior de quien cree que una vida transformada por Dios no es motivación suficiente para proclamar a Jesús? Pero el anuncio genuino del evangelio lo impulsa un gozo liberador que comienza aquí y ahora, pues “antes éramos sus enemigos, pero ahora, por medio de Cristo, hemos llegado a ser sus amigos, y nos ha encargado que anunciemos a todo el mundo esta buena noticia: Por medio de Cristo, Dios perdona los pecados y hace las paces con todos” (2ª Co. 5, 18-19 TLA). El amor –y no el temor- nos llama a anunciar Su Reino que se ha acercado, que es de lo que más habló Jesús.

Su Reino se ha acercado para transformar las vidas en la tierra al mismo tiempo que se ha complacido en recompensarnos por nuestras buenas obras. También por comenzar a sembrar en ese futuro es por lo que los universalistas predican aunque finalmente el Dios vivo se levantará como “el salvador de todos los hombres” (1ª Ti. 4, 10), aunque sea “salvando a algunos a duras penas” mediante fuego (1ª Co. 3, 15). Como dice La Escritura, “si cuando todavía éramos sus enemigos, Dios hizo las paces con nosotros por medio de la muerte de su Hijo, con mayor razón nos salvará ahora que su Hijo vive” (Romanos 5, 10 TLA).

Israel y la restauración final de todas las naciones

Si Dios nos llama a perdonar a nuestros enemigos ¿Él actuará de manera distinta con ellos? ¿Acaso Dios no se reconciliaba con Israel a pesar de sus continuas transgresiones? Los creyentes en el Infierno citan el fuego sobre Sodoma y Gomorra (Judas 7; Mt. 10, 15) como el paradigma de aquello que les sucederá a los pueblos que rechazan a Dios. Sin embargo, el cuadro completo de La Biblia muestra que los pecados de Israel fueron “mayores que los de su hermana Sodoma” (Ez. 16, 47-51) y que, sin embargo, a pesar de los numerosos juicios de Dios sobre su pueblo, finalmente “todo Israel será salvo” (Ro. 11, 26).

El juicio en La Biblia suele integrar un proceso de reconducción y salvación. Y aquí lo sorprendente para muchos es que no solo habrá una salvación final para Israel. Sodoma, Gomorra, Samaria… ¡Serán finalmente restauradas! “Tu hermana Sodoma y sus ciudades volverán a su situación anterior; tu hermana Samaría y sus ciudades volverán a su situación anterior” (Ezequiel 16, 53-55, 61-63).

Como Robin Parry dice: “En este punto vale la pena echar un vistazo a las profecías de Jeremías contra las naciones. Están llenos de fatalidad, pero encontramos que los vaticinios contra Egipto, Moab, Ammón y Elam terminan, inexplicablemente, con una promesa de restauración (Jer. 46:26; 48:47; 49: 6; 49:39). Este lenguaje de juicio puede parecer definitivo: «Moab será destruido como nación… Sin embargo, restauraré el devenir de Moab en los días venideros” (48:42, 47); «Voy a destrozar a Elam… hasta que haya terminado con ellos … Sin embargo, restauraré el destino de Elam en los postreros días” (49:37, 39). La retórica profética de la ira puede hacernos pensar que estas naciones han llegado al final de su camino. Pero no vayamos tan rápido. Recordemos la promesa que dice que Dios va a restaurar incluso a Sodoma, el modelo de pecadores destruidos por fuego divino (Ezequiel 16: 53). Lo mismo con la profecía de Isaías sobre Egipto: «El Señor irá imponiendo a Egipto castigos saludables, que le harán volver al Señor que los escuchará y los sanará» (Isa. 19:22) [12]”. Y lo mismo ocurre con Asiria: “los bendecirá así el Señor del universo: “Bendito sea Egipto, mi pueblo; y Asiria, obra de mis manos” (Isaías 19, 23-24) ¡El Dios del universo un día hará de todas las naciones (equivalente a “toda la humanidad”) Su pueblo!

Como Romanos 11, 31-32 dice “así también éstos (los judíos) ahora han sido desobedientes, para que por la misericordia concedida a vosotros (los no judíos), ellos también alcancen misericordia. Porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos”.

Esta misma idea la vemos en Apocalipsis cuando dice que “todas las naciones cayeron borrachas en el pecado de Babilonia” (Ap. 14, 8). Pero unos versos después los ángeles declaran maravillados que “todas las naciones vendrán y te adorarán” (Ap. 15, 4), pues “las naciones andarán a su luz, y los reyes de la tierra traerán a ella su gloria [13]” (Ap. 21, 24) Es la misma profecía universalista que hemos visto en el Antiguo Testamento ¡Qué maravillosa visión del árbol de la vida cuyas hojas son «para la sanación de las naciones» (22, 2)! En esta ciudad “no entrará quien hace abominación, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida” (Ap. 22, 5), pues después de juicio de arrepentimiento finalmente todos entraran por “sus puertas que nunca serán cerradas” (Ap. 21, 25). 

La historia culminará como Dios quiere

En la Ley del jubileo (Levítico 25) todas las deudas eran canceladas, los esclavos liberados y los deudores perdonados cada 50 años. Este acto representaba la gracia real global que adelantaba Génesis 12 cuando Dios hizo un pacto con Abraham prometiendo que de su linaje “todas las familias de la tierra serían bendecidas”. Otra vez ese “todas”, una maravillosa promesa cuyo cumplimiento cuesta imaginar con la historia culminando en millones de familias ardiendo por siempre.

La alegría de Dios como Padre es culminar su plan final de bendecir a todas sus criaturas. Como dice Julie Ferwerda: “Hay un detalle importante de la parábola del hijo pródigo. Antes de que el hijo pudiera articular algún gesto o palabra de remordimiento…  “Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó” (Lucas 15, 20) ¿Qué es lo que esta parábola nos revela acerca del corazón de Dios hacia sus niños, aún para los rebeldes, ingratos e incrédulos, aquellos completamente perdidos, quienes están también  muertos  para él  en el momento? […] ¿Está limitado solo a esta vida o la promesa continúa aún después de esta, siempre que sea necesario? [14]. Lo que aquí vemos es que Dios nos buscará a todos hasta el final sin contar qué méritos hagamos, para que nadie se vanaglorie (Ef. 2, 8-9).

Julie observa cómo la historia del hijo pródigo es la tercera de un grupo de parábolas en las que algo de gran valor se ha perdido: una oveja, una moneda o una persona. Todas son incapaces de rescatarse a sí mismas desde sus circunstancias. Pero Jesús entra en escena. El buen pastor no se queda mirando a ver qué hacen las ovejas “en su libertad” cuando sus criaturas van al precipicio. No. Él va a por la oveja pedida y la trae en sus hombros. La historia no acaba hasta que todas son parte del redil en un relato que habla de cada uno de nosotros, pues “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de Todos nosotros” (Is. 53, 6).

El miedo y la amenaza pueden funcionar como motivadores a corto plazo. Pero no trae el gozo del Señor que es lo que nos fortalece (Neh. 8, 10). El verdadero poder transformador del evangelio no procede del espanto sino del amor. Cuando nos encontramos con Dios en su abrazo incondicional de hijo pródigo “es la bondad de Dios lo que nos lleva al cambio” (Ro. 2, 4) pues “el que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor”.  (1ª Juan 4, 8; 18-19).

¿Consideraríamos este universalismo dominante entre los primeros cristianos como una herejía si nos lo hubieran explicado con estos argumentos bíblicos al momento de convertirnos? No creo.

Por argumentos como éstos los universalistas están convencidos de que su perspectiva es la que mejor armoniza los textos bíblicos y los problemas bíblicos y morales que el Infierno plantea. Para ellos la cruz de Cristo queda en el lugar más alto posible y se vuelve a la interpretación dominante de la Iglesia primitiva.

POSTURA 2: ¿Qué es el Aniquilacionismo?

A continuación veremos argumentos concretos del aniquilacionismo que afirma que, según La Biblia, los malos desaparecerán para siempre tras su correspondiente juicio y retribución después de la muerte. De nuevo trataremos de exponerlos tal y como ellos mismos pudieran hacerlo y concluiremos con unas reflexiones personales acerca de estas interpretaciones alternativas y su lugar en la Iglesia.

Algunos creyentes tradicionales definen el aniquilacionismo como una visión lightbuenista, y por tanto falsa de Dios. Pero los aniquilacioncitas dicen: ¿Acaso no es suficientemente espantoso ser juzgado y castigado para finalmente desaparecer? ¿Qué tiene esto de suave? Obviamente, si lo comparamos con la tortura infinita del Infierno cualquier justicia parece suave. Sin embargo, ya vimos cómo en el Antiguo Testamento la aniquilación no se consideraba algo suave sino un final realmente terrible. Los cadáveres de los enemigos de Dios son descritos sin ninguna alusión a torturas sin fin sino como una imagen que “resulta espantosa a los vivientes” (Is. 66, 24). Como vemos, La Biblia se refiere a la aniquilación como algo terrible, no tan dulce.

El reconocido teólogo conservador John Stott dijo del Infierno: «Encuentro el concepto intolerable y no entiendo cómo las personas pueden vivir con él sin cauterizar sus sentimientos o agrietarse bajo la tensión« [15]. Stott, quien empatizaba con el aniquilacionismo, cuenta cómo el reputado biblista F. F. Bruce le confesó por carta que “la aniquilación es sin duda una interpretación aceptable de los pasajes relevantes del Nuevo Testamento[16]. 2ª de Tesalonicenses 1, 9 (por ejemplo) dice que “estos sufrirán el castigo de eterna destrucción”, siendo la destrucción la que es eterna, no el sufrimiento.

La Biblia habla de un juicio de salvación por gracia y de recompensas por obras para los rescatados por Cristo (2ª Co. 5, 10. He. 9, 27). También del juicio y aniquilación para el injusto, dos aspectos que no son excluyentes sino que van de la mano. No obstante, hay otros aniquilacionistas que creen que el juicio y pago equivale a la destrucción del alma cuando la persona muere. Pero a estos no nos referiremos en esta serie. La evidencia bíblica apunta a que habrá algún tipo castigo limitado para los malos, pero en ningún caso será eterno según el sentido que hoy nosotros le damos al término (El análisis del vocablo aionios (=eterno) y qué se entiende por algo “eterno” en La Biblia lo vimos al comienzo).

La Biblia no es clara en cómo serán todos estos procesos y resulta pretencioso tratar de encajar cada detalle de lo que ocurrirá tras la muerte. Eso es ir más allá de la luz bíblica. No sabemos cómo será exactamente el tribunal de Cristo, ni sus tiempos ni el proceso. Pero sí sabemos que Dios hará lo que es justo.

El Antiguo Testamento es aniquilacionista

En el Antiguo Testamento los muertos iban al sheol, que como Juan Stam explica: “el sheol era el concepto hebreo de la tierra de sombras de los que ya no vivían físicamente. Era un concepto muy poco definido, aunque no era lugar de castigo [17]”. A pesar de esa indefinición, la mayoría de los textos referidos a los injustos son naturalmente aniquilacionistas.

Ejemplos:

Job 20 dice que los malos desaparecerán para siempre. En Salmos 21, 9 ó 37, 20-22 que desaparecerán; serán destruidos. Isaías 1, 18: “los pecadores serán destruidos, desaparecerán los que abandonan al Señor” y el 5, 24 que su fin será desvanecerse como el polvo. Hay docenas de alusiones al final de los malos en el Antiguo Testamento y en ninguna de ellas se intuye idea alguna de tormento eterno. La crudeza del juicio de Dios recae en que el malo es aniquilado, exterminado, eliminado, se desvanece… (Salmos 37, 9 y 22). Sofonías 1, 18 describe en términos aniquilacionistas el “día de la ira del Señor. En el fuego de su celo será toda la tierra consumida; en un instante reducirá a la nada a todos los habitantes de la tierra”. El dejar esta vida por causa del pecado es la tragedia.

Los gusanos y fuegos bíblicos consumen un cadáver hasta que no queda nada. John G. Stackhouse nota que “Ese tipo de fuego también elimina: El resultado final del pecado es la muerte (Ro. 6:23) […] Así que todo lo que no puede durar para siempre se convierte en cenizas y desaparece, ya no contamina, ni ofende, ni hiere [18]”.

Pero si -tal y como argumentan los creyentes en el Infierno- el énfasis de estos textos es lo horrible que resulta la muerte únicamente desde la perspectiva terrenal ¿Por qué en Las Escrituras nunca se menciona que después de “desaparecer” hay un tormento sin fin si ése es en realidad el verdadero drama que espera a los malos? Comenzando por Adán y Eva, a quienes no se les avisó del supuesto y espeluznante Infierno sino que “simplemente” se les dijo que si pecan morirán. Y esta es la tónica de las advertencias divinas del resto del Antiguo Testamento. Como ya se dijo, no parece que los escritores bíblicos imaginaran algo más horroroso que dejar de existir. Y el Infierno es exponencialmente más espantoso que esto. Si el tormento sin fin fuese real y, por tanto, algo urgente de lo que advertir: ¿Por qué Dios lo ocultaba? Desde el literalismo: ¿No sería incluso engañoso afirmar continuamente que a los malos solo les espera el desvanecimiento, desaparición, etc.?

vídeo del pastor Daniel Bosqued a favor del aniquilacionismo bíblico:

Periodo intertestamentario

La aniquilación del malo se mantuvo en gran parte del judaísmo del periodo intertestamentario. En este tiempo hay libros muy apreciados por los primeros cristianos como Enoc, citado dos veces en el Nuevo Testamento [19] y que dice: “el pecador perecerá en la tiniebla por la eternidad y no existirá desde ese día hasta la eternidad” (1ª Enoc 92, 5; siglo II a. C.). Durante este periodo hubo rabinos que incluso especulaban con que “el castigo de los impíos duraría solo un año antes de que fueran aniquilados. Y algunos de los más malvados seguirían siendo castigados por algún tiempo [20]”.

El Nuevo Testamento

Los cristianos creemos que en el Nuevo Testamento se produce una mayor revelación de la perspectiva eterna. Y lo que seguimos viendo es que el fin para los malos continúa siendo su destrucción o desaparición.

Ejemplos:

En Lucas 13, 4 los malos “perecerán”. Jesús se presenta como “el pan que ha bajado del cielo para que, quien lo coma, no muera. Pues el que coma de este pan vivirá para siempre” (Juan 7, 50-51) y en el 11, 26 quien “cree en mí, no morirá”. Jesús no vino a salvarnos de un terrible castigo consciente sin fin sino de la muerte eterna, que no es poco. Otros textos como Romanos 6, 23; 2ª Ts. 1, 9; Judas 7 ó 2 Pedro 3, 7-12 son evidencias aniquilacioncitas si no forzamos su sentido natural. Pero es necesario sacudirse el “chip” mental sembrado por el dogma del tormento sin fin, algo que –por cierto- vino muy bien a la economía de la jerarquía oficial durante siglos.

Pero es Jesús quien apunta a que el castigo de los impíos será el fin de la vida y no una existencia de sufrimiento continuo cuando dice que «no teman a los que matan el cuerpo pero no pueden matar el alma. Más bien, tenga miedo de Aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno [lit. Gehena, término que ya analizamos en el primer artículo]” (Mateo 10, 28). Fijémonos en que Jesús habla de destruir el cuerpo y el alma de los malos ¡No solo el cuerpo! Todo el ser.

Cuando el platonismo empapó la Iglesia

Ya vimos que en los años más cercanos a los autores bíblicos una gran parte de cristianos no creían en el castigo sin fin que hoy domina el cristianismo occidental. El problema llegó cuando todos estos textos comenzaron a leerse bajo el influyente platonismo que decía que el alma humana debía ser necesariamente inmortal. Y como La Biblia dice que los justos vivirán para siempre… pues ya lo tenemos: se hizo necesario un lugar también eterno para el alma de los malos. Y desde esta presunción filosófica “del ser que nunca desaparece” se arraigó la necesidad de un castigo sin fin para los injustos.

Las imágenes grecorromanas de un tormento eterno del Inframundo salpicarían al judaísmo y al cristianismo ya desde el periodo intertestamentario. Pero sería sobre todo desde el pensamiento escolástico, especialmente con Tomás de Aquino, cuando se asumiría que toda alma es inmortal y que debe sobrevivir por siempre a la muerte del cuerpo. Pero esto es filosofía antigua, no la revelación bíblica que hemos visto y que nos muestra a un Dios más compasivo que el de estas terribles torturas eternas destinadas a millones de individuos. “Solo durante un momento dura su ira, pero su favor dura toda la vida” (Salmos 30, 5).

En síntesis, estos serían algunos argumentos que podría exponer un cristiano aniquilacionista típico.

Hasta aquí he tratado de relatar con la mayor empatía y rigor posible algunos de los argumentos bíblicos de quienes cuestionan el Infierno clásico.

Una reflexión final

Mi reflexión acerca de cómo abordar estas diferentes interpretaciones bíblicas sobre el fin de los malos es la siguiente:

La Iglesia está inmersa en la era de la información. Hoy la mayoría de los cristianos no vivimos bajo un poder religioso que nos aísla o censura cualquier cuestionamiento teológico contrario al que puedan enseñarnos en nuestra iglesia. Toda postura teológica puede ser contrastada y ponderada con rigor por cualquier creyente de a pie. Gracias a los descubrimientos arqueológicos también poseemos un mayor conocimiento de las culturas y lenguas bíblicas que hace unos siglos. Y esto es algo muy bueno porque tenemos más parámetros de juicio para una correcta interpretación bíblica que en épocas pasadas dominadas por las jerarquías.

Sin embargo, este acceso global al conocimiento incomoda a muchos cristianos que perciben que el debate y la discrepancia teológica son cada vez mayores dentro de las iglesias. Y seguramente esto sea así. Pero ¿Cómo afrontamos esta revolución?

En primer lugar, debemos dejar de confundir unidad con uniformidad. Por alguna razón (o por muchas), a los cristianos nos cuesta horrores convivir con el misterio y la incertidumbre que forman parte de la vida que Dios creó. Hay Iglesias en las que dan respuestas seguras para todo. Pero esto es imposible y  no es sano. Una encuesta de Barna Group reveló cómo la mayoría de los cristianos (59%) desconecta de la Iglesia después de cumplir los 15 años. Uno de los seis motivos principales para esta sangría de abandonos era que “La iglesia resulta hostil para los que dudan[21]. El dato supone una tragedia que requiere actuar con urgencia y de la que Dios nos pedirá responsabilidades. No respetamos La Biblia ni al hermano cuando sentamos cátedra en asuntos en los que Las Escrituras no son suficientemente claras. Debemos reflexionar al respecto, comenzando por leer a Habacuc y cómo Dios respeta su duda. La lección del libro recae en que Habacuc duda y vive lleno de incertidumbres teológicas… pero abrazado con Dios. Eso es la fe.

Obviamente, esto hay que hacerlo con sabiduría. No se trata de caer en el relativismo, ni de quitar importancia a la doctrina. No. Todo lo que se ha expuesto en esta serie parte es doctrina porque desde la doctrina se define la fe. En esta exposición nos hemos asomado a diferentes intentos de viajes profundos al corazón de las Escrituras. Que estemos de acuerdo con ellos es ya otra cosa. Pero todos estos enfoques acerca del fin de los malos se han realizado desde la honestidad y buscando el rigor del contexto bíblico más allá de tradiciones y devenires históricos impositivos. Y sería muy enriquecedor discutirlos desde La Biblia como punto de partida, que es lo que se ha pretendido con esta exposición.

Debería ser una obviedad, pero debemos tomar conciencia de que todos somos meros intérpretes falibles de La Biblia. Todos muy condicionados por épocas, tradiciones, concilios, cultura, recursos, experiencias personales o colectivas… Negar esta realidad y afirmar que el resto de las 33.000 denominaciones cristianas están equivocadas y que solo los míos enseñan la “sana doctrina” resulta demasiado pretencioso. Es un endiosamiento de mi limitada capacidad interpretativa. Por reverencia a Las Santas Escrituras ninguno debemos tener “más alto concepto de sí que el que debe tener (Ro 12, 3).

Y mientras tratamos de profundizar en Las Escrituras es un alivio saber que Jesús no dijera que sus seguidores serán reconocidos por su monolítica precisión doctrinal escatológica sino que “todos conocerán que sois mis discípulos si tuviereis amor los unos con los otros” (Juan 13, 35). El Camino es difícil pero las líneas elementales están bien marcadas. Asfixiar la conciencia del otro para esquivar el esfuerzo de la convivencia en la discrepancia es el camino fácil de las sectas y de algunos cristianos que llegan al poder político. Pero el evangelio de Jesucristo es otra cosa.

A lo largo de la historia el llamado a preservar “la fe una vez dada a los santos” (Judas 1, 3) ha derivado con demasiada frecuencia en opresión ¡Cuantos versículos a favor de la “sana doctrina” se han esgrimido para espiritualizar lo que es mero odio y vanagloria personal! ¿Hay algo más repetido en la historia del mal cristianismo que esto? Cuidado hermanos.

La lección que aprendemos de La Biblia y de la historia humana es que necesitamos mucha sabiduría y humildad para gestionar donde colocar las líneas rojas. En muchas circunstancias será bueno que en las iglesias podamos responder cosas como: “existen varias posturas cristianas respecto a tu pregunta… que son ésta, aquella y la otra…todas ellas con cierto peso bíblico. Examínalas con cuidado, ora y reten lo bueno. No todos llegaremos a la misma conclusión en este punto pero nos escucharemos buscando edificarnos mediante La Palabra. Hasta que le veamos cara a cara”. El capítulo 13 de 1ª de Corintios no se escribió para bodas sino para gestionar esta convivencia en la disidencia.

En la iglesia primitiva unos hermanos pensaban que había Infierno y otros que no. Pero juntos daban gloria a Dios ¿Es esto posible hoy? Cada corriente aquí analizada interpreta los textos bíblicos que sostienen las otras dos posturas (ya sean aniquilacionismo, universalismo o castigo perpetuo) a la luz de aquella que consideran correcta. Hemos visto cómo los términos traducidos en nuestras Biblias como “eterno” no significan exactamente lo mismo en los idiomas originales. Igual ocurre con expresiones tipo “el fuego que nunca se apaga” que a menudo se refieren a fuegos que ya se apagaron. Son evidencias bíblicas objetivos que dan para pensar y ser prudentes.

Ciertamente hay textos en nuestras traducciones que parecen afirmar que los injustos serán castigados por siempre. Pero hay otros que parecen apuntar a la destrucción total de los malos. Y otros que dan a entender que finalmente todos se arrepentirán y serán salvados. Todas estas posturas acerca del más allá asumen la existencia de un juicio perfecto que solo Dios sabe cómo será y cuánto durará. Pero no sería justo afirmar que las otras 2 posturas con las que no estamos de acuerdo no se toman en serio La Biblia.

Las dos visiones teológicas aquí presentadas como alternativa al tormento sin fin creen que La Biblia está divinamente inspirada y que Jesús es el Hijo de Dios, que Él resucitó y que nos salva por medio de la cruz. Estas dos visiones junto con la tradicional del Infierno abogan por una retribución y juicio tras la muerte de los que hay que avisar al mundo ¡Son tantas las razones para predicar la maravillosa nueva vida en Cristo que ya comienza en esta tierra!

En conclusión: No veo por qué no podríamos convivir juntos como hermanos aunque no lleguemos a la misma conclusión escatológica acerca del fin último de los malos. Y esto no es un problema sino un reto precioso para la madurez de una comunidad que ama unas Escrituras que nos recuerdan que “tres cosas durarán para siempre: la fe, la esperanza y el amor; y la mayor de las tres es el amor” (1ª Co. 13, 13). La mayor es el amor, sin “peros”. No admite comparación.

Nuestras creencias acerca del fin escatológico de los malos no tienen por qué afectar a nuestra vida cotidiana como discípulos ni a la convivencia en la Iglesia. Todos somos llamados a seguir a Cristo confiados en que él hará lo que es justo mientras caminamos naturalizando la duda y la incertidumbre. Eso significa depender de Él. Si Dios quisiera habernos dado un tratado de teología sistemática, él nos lo hubiera bajado del Cielo. Seguro. Pero no lo ha hecho.

Nos ha dejado algo más creativo, dinámico y vivo: Una Biblia llena de historias, experiencias y enseñanzas que nos ofrecen las suficientes respuestas para vivir una vida plena en amor, fe y compasión. Entre estas respuestas está el llamado a “soportaos unos a otros en amor” (Col. 3, 15), algo esencial para estos tiempos de odio hacia quien no piensa como yo. Tenemos el gran reto de levantar un testimonio vivo de amor y poder en el que la convivencia con “el otro hermano” a quien consideramos débil o ignorante es también un fin (1ª Corintios 8).

Jesús es el centro de Las Escrituras. Y Él dijo que “si os mantenéis fieles a mi mensaje, seréis verdaderamente mis discípulos, conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” (Juan 8, 31-32). Fijémonos que aquí Jesús nos enseña a vivir de un modo determinado mientras continúa diciendo: “y conoceréis la verdad”.  “Conocer” (del griego “ginosko”) no se refiere a un mero conocimiento intelectual sino a una vivencia personal profunda. Jesús nos llama a que le sigamos para que –luego- podamos conocer la verdad.

Es interesante el orden de los pasos. Si primero vivimos como él lo hizo: amando, sanando, perdonando, liberando, advirtiendo de su juicio, confrontando a los religiosos arrogantes, estando de lado del marginado…etc., será entonces cuando tengamos una experiencia de primera mano de esa verdad que liberta. Una verdad que comenzará a hacernos libres a pesar de que “ahora vemos confusamente, como por medio de un espejo. Pero entonces veremos cara a cara.” (1ª Co. 13, 12).

Delirante.org

[1] https://icono.online/2019/05/05/mas_alla/ Parte 4, 26 de mayor 2019, Infierno (AUDIO)

[2] PeriodistaDigital.com, Ortodoxos rusos: tan cerca, tan lejos, 25-08-2013 

[3] http://diccionariodelabiblia.blogspot.com/2010/06/aionios.html

[4] http://juanstam.com/dnn/Blogs/tabid/110/EntryID/353/Default.aspx

[5] William V. Crockett , Four Views on Hell, 1 edition,, Zondervan, 1997, p. 30

[6] Según el Diccionario expositivo de palabras del Antiguo y del Nuevo Testamento exhaustivo de Vine, Caribe, 1999, de “Castigo, Castigar” dice que “kolazo (κολάζω, 2849) denota en primer lugar cortar, podar, restringir, mutilar (de kolos); de ahí, restringir, castigar”.

[7] Julie Ferwerda. Controversia infernal: La doctrina más controversial del cristianismo bajo fuego, Vagabond Group. Edición de Kindle, 2019, p. 24

[8] O Novo Dicionário da Bíblia, São Paulo: Vida Nova, 1962, vol. 1, p. 512

[9] J. Jeremías, Parábolas de Jesús, Editorial Verbo Divino, 2000, p. 206

[10] Julie Ferwerda. Controversia infernal: La doctrina más controversial del cristianismo bajo fuego, Vagabond Group. Edición de Kindle, 2019, p. 45

[11] John G. Stackhouse Jr., Four Views on Hell (Counterpoints: Bible and Theology), Zondervan, Edición Kindle, 2016, p. 63

[12] Robin A. Parry , Four Views on Hell, 1 edition,, Zondervan, 1997, p. 114

[13] La mayoría de las versiones (NVI, Las América, Nueva Traducción Viviente, Biblia de Jerusalén, La Palabra, Dios Habla Hoy…) vierten una versión similar a la que hemos puesto de Apocalipsis 21, 24. Sin embargo, la RV60 añade un “que hubiesen sido salvas” tras “las naciones”, una frase inexistente en los manuscritos más fiables y antiguos. No obstante, la actualización Reina Valera de 1977 coloca “que hubiesen sido salvas” entre corchetes y la de 2015 ya directamente lo suprime. Como cristianos deberíamos tener más cuidado con añadidos como el de la RV60, más aún cuando es precisamente el autor de Apocalipsis quien advierte de que “si alguno añade a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro” (22, 18).

[14] Julie Ferwerda. Controversia infernal: La doctrina más controversial del cristianismo bajo fuego, Vagabond Group. Edición de Kindle, 2019, p. 9-10

[15] John Stott and David Edwards, Evangelical Essentials: A Liberal-Evangelical Dialogue, Downers Grove, IL: Intervarsity, 1989, p. 314-315

Zondervan, (2016-03-08). Four Views on Hell (Counterpoints: Bible and Theology) (Posición en Kindle259-260). Zondervan,. Edición de Kindle.

[16] John Stott, La lógica del infierno: Una breve respuesta,” Evangelical Theological Review 18 (Enero 1994): 33-34,

[17] http://juanstam.com/dnn/Blogs/tabid/110/EntryID/353/Default.aspx

[18] John G. Stackhouse Jr., Four Views on Hell (Counterpoints: Bible and Theology), Zondervan, Edición Kindle, 2016, p. 64

[19] El libro de Enoc forma parte del canon de la Biblia de la Iglesia ortodoxa etíope y ha sido encontrado en algunos de los códices de la Septuaginta (Códice Vaticano y Papiros Chester Beatty). El Nuevo Testamento cita el Libro de Enoc (1 Enoc, 1, 9 en Judas 1, 14-16) y 2ª Pedro 2, 4 lo referencia.

[20] Harry Buis, “Hell,” in The Zondervan Pictorial Encyclopedia of the Bible, ed. Merrill C. Tenney (Grand Rapids: Zondervan, 1975), 3:114-15

[21] https://www.barna.com/research/six-reasons-young-christians-leave-church/

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¿Científico vs. creyente? y Fe atea

UNA RESPUESTA AL NUEVO ATEÍSMO

¿Científico vs. creyente? y Fe atea

Este artículo es la parte 3 de 3 comentarios al llamado nuevo ateísmo, especialmente al documental The Four Horsemen [i] (Los cuatro jinetes), un diálogo entre Richard Dawkins, Daniel Dennett, Cristopher Hitchens y Sam Harris. Estos autodenominados 4 jinetes del ateísmo son los autores antirreligiosos más populares de comienzos del siglo XXI. El término «nuevo» destaca una mayor beligerancia contra las religiones respecto a ateos anteriores.

Parte I: ¿Ateísmo brillante o fundamentalista? Parte II: El supuesto peligro de la religión moderada y el mal cometido por no religiosos.

¿Contradicción entre científico y creyente?

Durante la conversación entre los cuatro antirreligiosos hay un momento en el que Sam Harris arenga a los otros ateos para que muestren la contradicción que existe entre la fe religiosa y el universo que observamos. Pero lo que Harris está aquí pidiendo que nos muestren… es algo contrario a los hechos. Lo explico:

Creyentes motivados por La Biblia deseaban examinar la creación

La evidencia de que la fe cristiana y la ciencia son más que compatibles la tenemos personificada en científicos abiertamente cristianos como Francis Bacon, Kepler, Robert Boyle, Michael Faraday o Maxwell. O en los autores de tratados de teología como Isaac Newton o Leibnitz. O en Georges Lemaître, el clérigo padre de la teoría del Big Bang que muchos ateos rechazaron de inicio precisamente por sus prejuicios antirreligiosos hacia una hipótesis que “sonaba a la creación del libro del Génesis [1]”. Se trataba de una especie de anti-Galileos del siglo XX auto revestidos de Galileos. O en el padre de los inventores, Nikola Tesla, quien dijo hacer ciencia “inspirado por el cristianismo [2]” y que desarrollaría la corriente alterna o la tecnología inalámbrica que hoy permite a los ateos criticar desde Internet la supuesta ignorancia de todos los cristianos. Porque claro, ignorantes hay en todos los lados y de todos los colores.

Algunos objetan a esto que estos científicos eran simplemente «cristianos como todo el mundo en su época«. Y bueno, el contexto religioso influye, evidentemente. Pero los escritos de estos científicos demuestran una motivación religiosa para examinar la creación muy por encima de la media social. Para ellos existía una motivación especial para conectar su fe con la creación dando lugar al desarrollo de la ciencia moderna. Es justo citar el papel del mismo relato de Génesis en la desmitificación de la naturaleza[3] o el llamamiento de Dios al ser humano para “examinadlo todo” (Génesis 1, 28), para hacer lo que hoy llamamos ciencia. La idea cristiana de un Dios racional que deriva en una naturaleza ordenada y cognoscible no era algo tan asumido por la sociedad de entonces. Cuando la imprenta y La Reforma hicieron de La Biblia un libro de dominio público, muchos creyentes fueron impulsados desde su propia lectura personal a ser pioneros de la revolución científica. Y esto es algo que recogen los escritos del mismo Newton y muchos otros. La influencia de su fe no lo explica todo, pero La Biblia en manos de la ciudadanía es parte del puzle que origina la revolución científica, especialmente en contextos protestantes. No obstante, desde la Iglesia católica también se realizaron aportes científicos clave, incluida una Edad Media que no fue tan oscura como algunos han pintado cuando se compara con otras geografías de su tiempo. En absoluto. Pero esto de las leyendas negras y blancas son ya otra historia.

¿Incompatibilidad entre científico y creyente?

Los típicos casos de supuesta incompatibilidad entre ciencia y cristianismo nunca fueron tales. Bruno, Servet, Vanini o “la representación mediática del caso Galileo como una cuestión de la ciencia contra la religión es una construcción social de finales del siglo XIX. Galileo fue víctima de una lucha de poder dentro del Vaticano, que se enfrentaba al ascenso del protestantismo. Una facción papal apoyó firmemente a Galileo; a otra no le gustaba. Al final, una de esas facciones se impuso [4]”.

«Lo de Galileo» era una cuestión de amenaza del poder e intolerancia de la época. El mismo científico fue un devoto cristiano que hizo importantes aportes teológicos, por lo que resulta absurdo colocarle como antagonista del cristianismo. Precisamente, algo que a Galileo le gustaba señalar era que los astros dicen cómo va el cielo y Las Sagradas Escrituras dicen cómo ir al Cielo.

Volviendo al documental, cabe destacar lo que Dawkins dice de los científicos cristianos: “Todos conocemos personas que son capaces de realizar la proeza de dividir su cerebro y creer una cosa el domingo y luego otra totalmente contradictoria e incompatible el resto de la semana [5]”. Resulta chocante que un científico niegue aquello que él mismo admite como un hecho. Me refiero a la existencia de grandes científicos que son religiosos. Lo que por un lado afirma que es un hecho luego lo niega en su teoría antirreligiosa de incompatibilidad entre ciencia y fe. Dawkins insiste en que debemos basarnos en los hechos. Pero aquí los niega porque no le gusta el resultado. Así que Dawkins (con el beneplácito de los otros ateos durante la charla) define como “incompatible y contradictorio” ser científico y creyente a pesar de haber comprobado con su observación que tal incompatibilidad sólo habita en sus prejuicios.

No parece una actitud coherente de científicos ¿Verdad? Es por esto que podemos entender a Peter Higgs, el descubridor del bosón, cuando considera que “ciencia y religión son compatibles […] y que no todos los creyentes son fundamentalistas”, unos hechos que según un reputado ateo como Higgs convierten a Dawkins en “fundamentalista en el extremo opuesto [6]«.

Fe, fe ciega y el dogma del reduccionismo naturalista

Este nuevo ateísmo afirma contundentemente que no existe un Dios más allá de la materia. Si Dios existe –dicen- debería ser demostrado científicamente. Y como esto no ocurre –concluyen- Dios no existe.

Pero este reduccionismo naturalista es un dogma de fe. Y contradictorio. Dawkins admite que un ateo “es alguien que CREE que no hay nada más allá del mundo natural y físico [7]”. Así que la premisa no es tan solo una creencia sino una contradicción porque no puede ser establecida por el método científico, una paradoja admitida por reputados pensadores ateos como Jacques Monod [8]. Tengamos también en cuenta que la ciencia asume la provisionalidad y la incertidumbre en sus procedimientos. Y, desde luego, afirmar que Dios no existe es usar el nombre de la ciencia en vano porque no es una declaración científica. Así que, si Dios existe, seguramente tengamos que buscarlo más allá del método científico.

La realidad es que no usamos fórmulas para considerar a Beethoven o Miguel Ángel grandes artistas, y casi todos afirmamos que lo son desde un juicio consensuado y subjetivo. No hay ecuaciones para demostrar que mi madre me ama, aunque sea aquello de lo que tenga más certeza en mi vida. Los nuevos ateos generalmente también creen en los Derechos Humanos cuando afirman que «todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad». Pero, ¿Pueden demostrarlo desde los axiomas que tanto defienden para atacar el cristianismo? La respuesta es que no.

Los psicólogos han constado que los argumentos freudianos que algunos utilizan para explicar la religión como algo ilusorio también pueden ser usados para explicar el ateísmo [9]. Son un boomerang dependiendo del ángulo desde el que se mire. Pero la fe cristiana es una respuesta a las evidencias, no a la ausencia de ellas. No es la fe ciega que los cuatro jinetes dibujan desde su generación subjetiva que convierte a la parodia en un todo. Y ellos tienen también mucha fe. Solo cambia el objeto de la fe, un aspecto inherente a la condición humana.

Sí debemos aplaudir a Dawkins por admitir aspectos que le hacen bacilar de su ateísmo. Reconoce que “las constantes vitales del Universo [también llamado «ajuste fino»] son demasiado buenas como para ser ciertas. Me parece que eso necesita algún tipo de explicación [10]”. Es una declaración incómoda para un documental a favor del ateísmo, por lo que de inmediato Dawkins rompe el fugaz momento incómodo y se pregunta: “Pero entonces ¿Quién creó a Dios?”. Y ahí zanja el asunto.

¿Quién creó a Dios?

Pero preguntarse: «¿En qué momento el Dios que ha existido siempre no existía y fue creado?» no tiene sentido lógico. Para Dawkins el punto de partida es su conclusión: Dios no existe. Y si suponemos como Dawkins que nuestro creador ha sido la materia, podemos devolverle la pregunta: ¿Quién o qué creó esa materia?

El influyente ateo Thomas Nagel critica, con razón, que haya ateos que traten de “explicar la existencia de Dios como una concatenación aleatoria de átomos. […] Eso no es lo que nadie entiende por Dios [11]”.

«Si demuestras la existencia de Dios creeré en Él«… ¿De veras?

El Dios cristiano no es medible por su propia definición de Dios. Y esto nos lleva a un punto importante del debate entre (algunos) ateos y creyentes: Estamos convencidos de que aunque pudiera demostrarse científicamente la existencia de Dios (como piden estos ateos), ninguno de ellos creería en él. Y decimos esto por lo que ellos mismos dicen, pues nunca identificarían un hipotético resultado tangible como la demostración del Dios todopoderoso, omnisciente, omnipresente y creador del Universo. Y en un sentido tendrían razón. Pues aunque a menudo digan lo contrario, dudo que ni siquiera estos ateos esperen que Dios pueda ser contenido en una probeta o fórmula. Sus contradicciones al referirse al tema de este modo así como sus fuertes emociones antirreligiosas convierten su tesis en un mero planteamiento circular.

En el libro El relojero ciego Dawkins dice que si una estatua le saludase con la mano sin mediar truco alguno (algo imposible), sólo diría “¡qué casualidad!” y lo consideraría como un repentino choque sincronizado de partículas subatómicas. Pero nunca un milagro. O si Dios se le apareciese hablándole -dice- pensaría que es una alucinación.

Así que, pase lo que pase, no creerán. Y menos aún satisfaciendo su demanda de un experimento que demuestre a Dios, porque dirían: “¿Cómo va a ser Dios una cosa medible? ¡Esto no puede ser Dios!». De hecho es lo que Dawkins ha manifestado en otras de sus chocante contradicciones: En la revista TIME, el biólogo admite que racionalmente no se puede descartar a Dios y que “si hay un Dios, será mucho más grande e incomprensible [12]” de lo que nadie “haya propuesto y podamos contemplar jamás” ¡Aleluya! Aquí Dawkins se convierte en un tipo de salmista que tumba de un plumazo su propio dogma de reducción naturalista ¡Dawkins se ha dado una bofetada a sí mismo! Como cristiano digo que Dawkins tiene aquí razón: Si Dios existe nunca será el de la crítica del nuevo ateísmo sino alguien más grande e incomprensible. Éste sí se parece algo más al Dios cristiano. Así que Dawkins se rebate a sí mismo -y lo hace muy bien- en TIME.

No quisiera abandonar el asombro de Dawkins ante el ajuste fino del universo (también llamado constantes vitales o universo sincronizado). Se trata de un hecho sumamente extraordinario [13]. O mejor dicho: una combinación cercana a lo imposible de millones de hechos extraordinarios a cada cual más cuasi-imposible. Anthony Flew, uno de los ateos más influyentes de finales del siglo XX, aceptó finalmente la existencia de Dios estupefacto ante el ajuste fino del universo que pide a gritos una inteligencia detrás.

El curioso caso de Hitchens y Francis Collins

En el documental sucede algo sumamente significativo. Hitchens parodia a los cristianos por su absurda forma de usar el cerebro. Nada nuevo. Se burla de Francis Collins por su conversión al cristianismo (min. 8). Curiosamente, cuatro años después de la grabación de este coloquio, Hitchens pedirá que su cáncer terminal sea tratado… ¡Por Francis Collins! [14] Existen miles de extraordinarios oncólogos y especialistas ateos en el mundo y Hitchens decide confiar su vida a un cerebro absurdo e impredecible sometido al delirio religioso (según dice Hitchens). Pero entonces, ¿Qué pasa sí durante el tratamiento Collins recibe una visión divina (alucinación para ellos) de ese Dios tiránico que le llama a hacer daño a Hitchens por ser un ateo malvado? ¿Y si la religión moderada le hubiera llevado al Dr. Collins a alguna locura contra su paciente? ¿No hubiera sido mejor pedir ayuda a cualquier ateo bien preparado? Nuestra conclusión es que Hitchens, a la hora de la verdad, sabía que la fe cristiana genuina funciona de forma muy diferente, menos dañina, de lo que él y sus colegas del nuevo ateísmo afirman una y otra vez.

Terminamos con el testimonio del Dr. Collins: “Con la mente libre de todas distracciones de lo que es realmente cierto e importante, sentí que había llegado a un punto en el que ya no había razones para oponerme. Mi anhelo era, sin duda, entregarme a esto. Ese día me hice cristiano. Hace ya treinta y un años. Me sentí asustado; temía convertirme en un ser sombrío, sin sentido del humor, y que me viera impulsado a marcharme a África o algo así. Pero no ocurrió nada de eso, sino que experimenté una gran sensación de paz y alegría por haber cruzado por fin ese puente. A diferencia de lo que había esperado, la fe no era algo en lo que sumergirse a ciegas, sino que iba de la mano con la razón [15]

Por Delirante.org

[i] The Four Horsemen, Coloquio organizado por RDFRS, grabado por Josh Timonen. 30/04/2007.Con subtítulos en español en: https://www.youtube.com/watch?v=tS_MT79m4Vw

[1] El País, Un cura dio la “más bella explicación de la Creación”, según Einstein, 30 octubre 2015

[2] El problema de aumentar la energía humana, en The Century Magazine, 1900

[3] Delirante.org, ¿Ciencia vs. fe y Biblia?

[4] El Pais, Alister McGrath, “El nuevo ateísmo está cayendo en desgracia”, 18/03/2016

[5] The Four Horsemen (Los cuatro jinetes). 1:04´:45”

[6] El Mundo. 27/12/2012. Actualizado 03/01/2013.

[7] El espejismo de Dios. Espasa Calpe, 2007, p. 23

[8] Jacques Monod. Chance and Necessity: An Essay on the Natural Philosophy of Modern Biology, Vintage Books, New York 1972, pp 160-180 [trad. Esp. Del orig. Francés: Azar y necesidad, Tusquets, Barcelona, 1989]

[9] Delirante.org, ¿Es Dios una proyección psicológica?

[10] The Four Horsemen (Los cuatro jinetes). 51´15”

[11] Thomas Nagel, The Fear of Religion, p. 26

[12] Time, 13/11/2006

[13] Revista RYPC, ¿Qué es el ajuste fino del Universo? 01-2011

[14] Daily Mail, Atheist Christopher Hitchens turns to evangelical Christian doctor in his fight against cancer, 26-03-2016

[15] Foro Veritas, Instituto de Tecnología de California, 2009. Adaptado del español: Fe, ciencia y ateísmo, Andamio, 2015, pp. 33-34